Sillar con decoraciones vegetales encontrado en las excavaciones; a la derecha inscripción de lápida funeraria estudiada en el artículo.
 

 

 

a ermita de Santa María de Los Arcos, Monumento Histórico Artístico Nacional, está situada al Este-Noreste del pueblo de Tricio, distando de su centro unos 550 m. en línea recta. Según el Mapa Topográfico Nacional (hoja n.° 203, Nájera) se encuentra a 42.° 24' 12" latitud Norte y 0.° 58' 37" latitud Este (según meridiano de Madrid) y a una altitud aproximada de 550 m. destacándose sobre una pequeña llanura que sobresale 1,5 m. del terreno circundante. En la actualidad, y desde 1896, tiene adosado en su fachada Sur, sobrepasándola hacia el Este, el cementerio municipal de Tricio.

 

 

La ermita

Su construcción, creemos, se realizó durante la repoblación de la zona, a mediados del siglo X, tras la Reconquista de Nájera y Viguera, realizada en el 923 por Ordoño II y Sancho Garcés I.

Obedece a planes basilicales, de antigua tradición cristiana, sistema de proporción doble: nave central, en origen, doble en anchura y altura que las naves laterales, con vanos en la parte superior y cubierta de madera horizontal con cierre a doble vertiente escalonada.

Pensamos que se aprovechó como cabecera un mausoleo funerario anfipróstilo dístilo romano, existente en el lugar, cuyas cuatro columnas se desmontaron y reutilizaron como elemento sustentante de la nave central, separada de las laterales por medio de arcos realizados en piedra toba, dentro de la tradición riojana del siglo X, siendo los arcos adjuntos a la cabecera de tradición visigótica. Al ábside se le dotó de un cierre en cúpula, apeada en ligero volado con arquillos, construcción similar a la cúpula de la cercana Santa Coloma. Por las fuentes históricas se conoce la existencia de cripta bajo la cabecera.

 

 

Fuentes históricas

La primera mención escrita que poseemos de la ermita nos la da el Cartulario de Albelda, donde Mirón, abad de S. Martín de Albelda, al hacer el inventario de los bienes del monasterio entre 1094 y 1108 nos dice:"Dedit etiam ei ecclesiam Sáncte Marie de Archus, cum universis ad eam pertinentibus, terris, vineis, et ortis".1 En 1149, Alfonso VII de Castilla hace donación de una serna entre Arcos y Tricio a la iglesia de Calahorra y a su obispo D. Rodrigo2. Puede ser que este documento guarde íntima relación con la ermita de Arcos ya que, después de la noticia que tenemos de su pertenencia al monasterio albeldense, la vemos ligada definitivamente a la mitra. Esta huerta se le pudo dar al obispado para que Santa María pudiera hacer frente a su subsistencia.

El 8 de noviembre de 1181 se consagra solemnemente el altar y la basílica de Arcos por D. Rodrigo, obispo de Calahorra y Nájera, depositándose el documento de consagración y una serie de reliquias en un pequeño cofre que se conservará en la ermita y que en la actualidad no poseemos.

Por el libro de Cuentas de Fábrica de Tricio, años 1766-1852 folio 436, conocemos las vicisitudes que sufrió este documento. Se comprobó su existencia en 1436 y 1548 por apertura oficial del cofre y el 30 de agosto de 1696 fue enviado al P. Mateo Anguiano el cual lo recoge en su Compendio Historial de la Provincia de La Rioja, perdiéndose a partir de aquí su huella.

En 1189 el obispo de Calahorra y Nájera expide documentación en Santa María de Arcos3, lo mismo que en 12244.

En 1228 se celebra en esta iglesia una reunión entre el obispo electo de Calahorra, D. Juan Pérez de Segovia, y el abad de S. Millán, Juan Sánchez, para solventar el pleito sobre los derechos de la mitra en más de 25 iglesias que dependen de S. Millán de La Cogolla5.

 

 

Transformaciones arquitectónicas y decorativas

A lo largo de los tiempos la ermita ha sufrido múltiples reformas que han afectado seriamente su aspecto primitivo.

En el siglo XIII, y a la vez que se realizaban las pinturas en su cabecera, se transformó parte del paramento de su muro este para realizar un vano que sirviese de ornacina. En sus muros norte y sur, a la altura del cuarto tramo de las naves, se abrieron vanos de acceso.

Pero, va a ser en el siglo XVIII cuando el monumento conoce sus mayores reformas. Se rodea la cabecera con tres sacristías corridas, la central con altar y un pequeño retablo en madera policromada, barroco; se hace una segunda planta sobre las naves laterales y sacristías. El nivel de base se eleva en, aproximadamente, 1,80 m. restando altura a las naves y cabecera para evitar las filtraciones de agua. Se desmontan los paramentos de los muros del ábside, norte y sur, para practicar entrada a las sacristías destruyéndose parte del programa iconográfico que sobre ellos había. Se amplia el arco triunfal poniéndose una verja de madera modo de iconostasis que separa la cabecera del resto del monumento. Se enlosa su suelo con dos gradas de arenisca hacia el altar; se amplia el vano realizado en el siglo XIII, rompiendo, asimismo, las pinturas románicas. Se construyen las pechinas para reforzar la sustentación de la cúpula y se enmascaran los arquillos de ésta colocando decoraciones de cabezas de ángeles. En las naves se realizan las bóvedas de arista para las impares y de cañón con lunetos para la central. En el último tramo se alza una escalera que conduce al piso superior y coro, cerrándose los vanos de la nave central. Se realizan las yeserías barrocas para el arco triunfal y nave central. Por fin, se cubre el edificio a dos aguas con espadaña en su frontal y se embaldosan las naves y sacristías.

En el siglo XX se reconstruye la fachada, coro y espadaña que habían sido muy dañadas por los fenómenos atmosféricos y amenazaban ruina; se entarima y se encala toda la ermita.

 

 

La excavación

En años anteriores se habían realizado catas en el interior de la ermita de Arcos (ver plano adjunto) por el Dr. J.C. Elorza. En 1979 se adjudica el proyecto de restauración al Dr. arquitecto D. Ángel Peropadre, contemplando éste, además de varios trabajos, la extracción de tierras que habían elevado el nivel de la planta en el siglo XVIII. Comenzados los trabajos en diciembre de 1980 por la empresa Riosa, se le impuso a ésta que parte del equipo de arqueología del Colegio Universitario de La Rioja estuviera presente para que constatara los posibles hallazgos arqueológicos que en el transcurso de las obras pudieran darse. Así, desde el 4 de diciembre y durante todo el tiempo que duró el proyecto de restauración, estuvimos presentes obteniendo los siguientes resultados.

Sacristía 1. De 36,2 m.2. Se encontraba excavada aproximadamente en 1/3 de su superficie dejando visible la base del lienzo sur del mausoleo. Apareció algún pequeño fragmento de cerámica romana sin significación acusada. Se constató la existencia de una puerta que ponía en comunicación la sacristía con el cementerio ya que este lugar se empleó como depósito anatómico forense.

Sacristía 2. De 16 m.2 Se comenzó desmontando el retablillo barroco que dejó despejada la parte exterior superior del muro oeste del ábside. Pudimos ver las reformas que se habían hecho en el paramento en el siglo XIII y cómo se había ampliado éste en el siglo XVIII. En dos de sus bloques aparecieron carteles con nombres inscritos de Simón y Joseph Mateu, de 16,5 cm. por 4,5 cm. y 28 por 7 cm. respectivamente; caracteres de letra del siglo XVIII. Puede tratarse de los nombres de los que colocaron el retablo. Junto a ellos, dos estilizaciones de 9 y 10 cm. de altura de la Virgen de Arcos con el Niño, corona y manto. Desmontamos el altar compuesto por canto rodado unido con barro, lavado con argamasa y encalado, sin ara. No dio ningún resto. Se levantaron las baldosas, que estaban fijadas con yeso. A 40 cm. de profundidad fueron apareciendo lajas en posición vertical partiendo del ábside. Llegados al nivel de base del mausoleo se pudo apreciar: cimiento de canto rodado de la construcción de la sacristía y cuatro tumbas sin cubierta que numeramos de Norte a Sur. Sólo dos de ellas tenían restos humanos, la 1.ª y la 4.ª: de cubito supino y brazos a lo largo del cuerpo; no contenían ningún ajuar, estando orientadas al Este como es tradicional en el mundo medieval. La tumba 2 había sido reaprovechada ya que la cabecera primitiva se había cerrado para hacer más corta su estructura en posterior enterramiento. Todas ellas habían perdido el cierre de los pies y algunas de las lajas laterales, que, por otro lado, compartían la 3 y la 4.

La tumba 4 era un enterramiento infantil, no la terminamos de limpiar ya que estaba parte de ella ocupada por los cimientos de separación de las sacristías.

Su cronología puede ir del siglo XI al XIII y pertenecen al conjunto cementerial que se organizó alrededor de la ermita tras su construcción, hecho, por otro lado, habitual en el mundo medieval.

Sacristía 3. De 36,4 m.2 Se comenzó quitando el embaldosado de 28 x 28 cm. y la argamasa muy descompuesta que servía para fijarlo al suelo. Al rebajar en profundidad unos 30 cm. aparecieron una serie de lajas pertenecientes a las cubiertas de dos tumbas medievales. Llegados a nivel estéril el resultado fue: base exterior del muro norte del mausoleo. En el ángulo noroeste, tres bloques de arenisca con resaltes de cornisa, que por su labra parecen romanos. Su disposición no respondía a un orden establecido. Pudieron quizás pertenecer a alguna de las partes desmontadas del mausoleo. Lo cierto es que sólo la cercanía puede avalar esta idea ya que en el resto del monumento no aparece ningún sillar con esta labra.

Las dos tumbas que aparecieron se las numeró, de norte a sur, 5 y 6. La número 5 tiene una largura de 1,80 cm. anchura de 40 cm. en la cabecera, 34 cm. en los pies y en su centro 52 cm. (Todo ello medidas interiores). Su lateral norte está compuesto por cuatro lajas, mientras que el sur es una floración de arenisca aprovechada como tal; su cubierta estaba formada por tres lajas. En su interior, los restos humanos de cubito supino y brazos sobre el pecho. No presentó ajuar y estaba orientado al Este. La tumba 6 carecía de cierres de cabecera y pies. La cabecera estaba provista de orejeras y había sido reaprovechada pudiéndose ver en ella los restos de tres enterramientos sucesivos. Sólo se ha limpiado el superior que apareció sin ajuar, de cubito supinó, brazos sobre el pecho y orientado al Este.

Ábside. De 18,4 m.2 Se desmontó el altar, compuesto por algún bloque de arenisca y canto rodado, argamasa de barro y ara de una sola pieza con rectángulo en su centro para las reliquias, además de dos poyos adosados al altar de canto rodado y barro. Desmontado el retablo aparecieron las pinturas románicas con la Oración del Huerto, el Prendimiento, Ecce Homo, parte inferior del Camino hacia el Gólgota, roto por el vano, y la Crucifixión. La parte inferior, posterior al altar y poyos adosados, estaba decorada con altos zócalos de motivos geométricos en rojo.

Entre dos de los sillares apareció una moneda 6: dinero coronado de Sancho IV (1284-1295). Anverso: SANCII REX. Cabeza coronada a la izquierda. Reverso: CASTELLE LEGIONIS. Castillo con dos torres, en medio una cruz sobre un pie, un cáliz a la izquierda y una estrella a la derecha. Ceca: Cuenca. Módulo 4 (según escala Mionnet) Peso: 90,5 mg. Estado de conservación: deficiente. Apareció bajo la preparación de que se dotó al muro para recibir las pinturas, lo que nos permite fechas éstas a finales del siglo XIII.

Se continuaron los trabajos con el levantamiento del enlosado del suelo y las dos gradas. Las losas de arenisca estaban muy fragmentadas en sus laterales y sujetas al suelo por una ligera capa de argamasa. El escalón central de la segunda grada era de caliza y se extrajo íntegro, en su reverso apareció una moldura con inscripción en su interior rebajado. Una vez liberada de la capa de argamasa pudimos ver que se trataba de una lápida romana.

 

 

Descripción formal de la pieza:

Bloque de piedra caliza de 1,04 m. de largo por 0,54 m. de ancho y 0,30 m. de altura. Dicho bloque había sido cortado por la parte superior e izquierda para hacer el resalte de la grada. Por esta causa se mutiló la inscripción en su cabecera y lateral izquierdo, faltando toda la parte correspondiente a la moldura en estos lados, el comienzo del texto y las letras iniciales de las tres líneas que nos quedan, desconocemos si tuvo decoración sobre la cartela.

Altura de las letras: van en orden decreciente, 7 cm. en la primera línea, 6,5 y 5 cm. en las dos restantes. Del cuerpo de escritura destacan los nexos que llegan a tener 8 cm.

La letra se trata de una cuidada capital cuadrada, creemos que del siglo II d. de C.; la interpunción está resuelta a base de hojas de hiedra. Los nexos son abundantes: cuatro de dos letras: ur, ru, et y ux y uno de tres: int.

Transcripción:

.....BVRRVS....

..INTVS.F.ET.BO

...A V X O R. D. S. F. C

(...) (Re) BVRRVS (...)/(...) INTVS F(ilius) ETBO / (...) A VXOR D(e) S(uo) F(aciendum) C(uraverunt)

Comentario:

Se trata de un epígrafe conmemorativo. Los dedicantes son el matrimonio compuesto por Reburrus () vintus y su esposa. Ha desaparecido el praenomen del esposo pero éste posee la misma filiación que su padre atestiguando su línea legítima de descendencia. El nomen Reburrus lo tenemos abundantemente recogido en lápidas hispanas, la más cercana a Tricio es la de Clunia7. El nombre de la esposa queda silenciado bajo el adjetivo amoroso que la califica. Ambos nos transmiten cómo de su propio pecunio costearon la obra.

Para su ubicación original tenemos dos hipótesis. Primera, pudo ser traída de la finca cercana donde está localizado lo que fue cementerio romano del cual se rescataron en el siglo XIX veinte lápidas funerarias, recopiladas por Elorza, Albertos y González8. Segunda, pudo estar empotrada en alguno de los muros del mausoleo y en las reformas realizadas arrancarla de su lugar para pasar a ser grada. Verdad es que la segunda hipótesis es atrevida, pero, de ser cierta, conoceríamos el nombre de los dedicantes y sería un factor más para la cronología del mausoleo.

Una vez levantado el suelo se continuó la excavación de presbiterio de Oeste a Este hasta el estrato estéril a 2,16 m. de profundidad dando los resultados siguientes: a 58 cm. adosados al muro Este, aparecieron, de Norte a Sur, cinco sillares de arenisca, de aproximadamente 62 cm. por 46 cm. y 55 cm. más un tambor de columna ocupando toda su longitud. Los tres bloques centrales tenían decoración en la cara superior, al igual que el que ocupaba el ángulo noroeste que la poseía en su cara inferior. La decoración apareció muy esfoliada a causa de la humedad del terreno y del material sobre el que se había realizado la labra. Sólo el bloque cuyos motivos se encontraban en la cara inferior apareció en buen estado de conservación. Los cuatro bloques formaban una unidad temática uniforme y en su estado primitivo debían de constituir un friso decorado. Pensamos que su ubicación primera podría ser en el muro Oeste del ábside de donde se desmontaron cuando se amplió el arco de triunfo. Una vez retirados de su lugar se emplearon para relleno y elevación del nivel del suelo colocándose bajo el altar y el retablo a fin de dar una mayor estabilidad a este. Los relieves tienen todos ellos un motivo común y podían ir emparejados por su decoración. Esta consiste en una flor con botón central y siete u ocho pétalos radiales rodeada por una espiral que, conforme va desarrollándose, se va convirtiendo en una cenefa de hojas de acanto para terminar en un nuevo capullo floral visto de perfil. Los espacios vacíos, que deja esta espiral, son rellenados con zarcillos vegetales simples, en uno de sus extremos laterales enmarca la composición una cenefa con espicatum. Su labra es de una profundidad media de 2,5 cm. y su cronología, muy difícil de concretar, nos inclinamos a ponerla en relación con el mausoleo, siglo II d. de C.

Estos bloques decorados descansaban sobre un mosaico romano del cual únicamente se conservan los ángulos Norte y Sur. Su profundidad es de 1,23 m. y la superficie cubierta no llega a 2 m.2 El mosaico es un opus tesellatum polícromo con teselas en rojo, blanco y negro. Sus motivos decorativos son geométricos: rectángulos, rombos, círculos, triángulos, nudos salomónicos y corazones unidos por su vértice. Consta de una orla de teselas rojas de cerámica de 2 x 2 cm. que enmarca la decoración geométrica interior. El programa decorativo no es simétrico constando de motivos circulares y rectos alternantes. Los huecos que éstos dejan son ocupados por los nudos salomónicos y los corazones unidos.

El tamaño de las teselas interiores es la mitad que el de la orla, de 1 x 1 cm. y su composición es de caliza cretácica para las blancas, arenisca pelítica para las negras y cerámica las rojas. Su procedencia podría ser: Sierra de Tolo-nio para las calizas cretácicas, situada al Norte del Ebro, distante de Tricio unos 25 kms. en línea recta y Sistema Ibérico para las areniscas; las teselas rojas podrían haberse hecho en los múltiples alfares de Tricio.

La preparación del mosaico viene dada por un lecho de canto rodado de tamaño mediano de unos 10 cm. de altura. Sobre él, un conglomerado de argamasa con teselas de calizas cretácicas blancas de 3 x 2 cm. de unos 7 cm. de altura y sobre este suelo una capa de arena de 18,5 cm. sobre la que se coloca el opus tesellatum con argamasa.

Es difícil concretar su cronología ya que la pequeña superficie hallada y los motivos representados no dan base suficiente para un juicio cronológico. Nos inclinamos a pensar que su construcción sería tardía, siglo III o IV.

Este mosaico, creemos que se destruyó para realizar una serie de enterramientos dentro del presbiterio cuando éste se empleó como iglesia cristiana. Bajo la preparación del mosaico vemos que aparecen dos cistas consecutivas partiendo del muro Sur. Sus estructuras constan de tres muretes, el central común para ambas, compuestos de fragmentos de tégula unidos por argamasa. Sus cabeceras son también del mismo material. Ambas se encontraron cortadas a un tercio de su pie faltando dicho cierre. La primera cista (partiendo de Sur a Norte) consta de un muro de 2,20 m. de longitud y once hiladas de tegula en altura adosado al muro del presbiterio, su fondo es de tégula y su anchura es de 60 cm., de su lateral opuesto sólo se conservan 70 cm. siendo común a la cista segunda, la cual tiene una anchura de 55 cm. y lateral opuesto de 65 cm., cabecera, muros laterales y fondo están recubiertos por chapas de mármol de 2 cm. de grosor.

El resto del presbiterio no dio resultados arqueológicos. Estaba todo él relleno de tierras y pequeño canto rodado. No aparecieron teselas sueltas del mosaico destruido, ni restos cerámicos. Dejamos al descubierto la base de los muros de cierre del mausoleo.

Fuera ya de la zona del presbiterio se continuaron los trabajos teniendo previsto realizar la excavación del primer tramo de las naves.

Se comenzó retirando la tarima y el embaldosado que cubría el suelo. La humedad había dejado las tierras de relleno muy sueltas. A unos 40 cm. de profundidad aparecieron cuatro restos humanos colocados sin caja, muy modernos. Podrían pertenecer al siglo XIX ya que tenemos noticias de que, asolado Tricio por Peste, fue insuficiente la zona cementerial del pueblo empleándose la ermita para depositar a los difuntos. (Todavía no se había hecho el cementerio adosado a la ermita). En la nave lateral norte, una vez desmontado el pequeño altar de mampostería, se encontraron tres sarcófagos, dos en paralelo, ocupando toda su anchura y, a continuación, los pies de un tercero que se prolonga bajo el segundo tramo de la nave y que no se ha excavado.

De los situados en paralelo el más cercano al paramento de la nave tiene cubierta a doble vertiente y su frontis está trabajado con una moldura exterior dejando en su interior una superficie plana a modo de tímpano. El otro debió de perder su tapa que fue sustituida por una losa de arenisca monolítica que en la actualidad se halla partida a dos tercios, aproximadamente, de su cabecera. Ambos contenían restos humanos muy estropeados, orientados y colocados de cubito supino, brazos, parece ser, a lo largo del cuerpo. La humedad había afectado tanto a los restos que no pudo obtenerse ningún hueso entero. No contenían ningún ajuar.

Separando esta nave de la central hay un pequeño muro corrido de sillares irregulares y muy descompuesto que sirve de base a los tambores con argamasas entre ambos para dar mayor estabilidad a la columna.

La nave central presentó un amplio socavón con tierras sueltas de relleno por hundimiento del corredor de la cripta que el monumento posee. Este hallazgo se realizó el último día de la excavación y sólo se pudo penetrar en el pasadizo que va por debajo del ábside hasta el muro Este a una profundidad aproximada de 4,35 m. medida ésta tomada desde el suelo actual y en una largura de 6,80 m. Esta cámara está excavada en un conglomerado de cantos de pequeño tamaño empastados en matriz arenosa. Presenta un estrecho corredor abovedado que se ensancha circularmente en su tramo final. Apareció completamente desprovisto de restos arqueológicos y con señales de filtración de aguas en su parte final.

En el extremo sureste apareció un fragmento de capitel en alabastro muy estropeado. Su labra es muy simple: tiene ocho pencas que sobresalen en altura sin decoración interior.

Esto es, a grandes rasgos, lo que apareció en las obras de restauración del edificio. Conocemos todas las imprecisiones que el trabajo encierra y lo aventurado que son algunas de las afirmaciones, pero deseamos dar a conocer los resultados para que sean conocidos y modificados, si cabe, cuando las obras continúen y se pueda tener un juicio total sobre el monumento.

 
 

 

NOTAS

1. Ubieto Arteta, Antonio "Cartulario de Albelda" n.° 66 (Anubar). Textos Medievales, n.° 1. Valencia, 1969.

2. Bujanda, Fernando. "Archivo Catedral de Calahorra", documentos siglo XII, n.°48 y 48 bis. Documentos del códice n.° 1, n.° 54. Berceo n.° LXXVII, Logroño, 1965.

3. Bujanda, Fernando. "Archivo Catedral de Calahorra". Documentos siglo XII, n.° 121. Berceo n.° LXXVII, Logroño, 1965.

4. Bujanda, Fernando. "Archivo Catedral de Calahorra", Documentos siglo XIII, n.° 234. Berceo n.° LXXVII, Logroño, 1965.

5. Noticia facilitada por don Joaquín Peña, archivero de S. Millán de Yuso, que es donde se conserva dicho documento, en pergamino de 35 x 28 cm. bien conservado, con agujeros para sellos pendientes que se han perdido.

6. Heiss, A. Descripción general de las monedas hispanocristianas desde la invasión de los árabes. Madrid, 1865-69. 3 vols. Vol I, pag. 44 a 46. Lam. 3.

7. Vives, José, Inscripciones latinas de la España Romana. 2 vol. Barcelona, 1971 y 1972.

8. Elorza, J.C. y otros. Inscripciones Romanas en La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos, Biblioteca de Temas Riojanos. Logroño, 1980.

 

 

 

 

 

EXCAVACIONES DE SANTA MARÍA DE LOS ARCOS,
TRICIO (LA RIOJA)

 

 

Sebastián Andrés Valero

Cuadernos de investigación: Historia, ISSN 0211-6839,
Tomo 9, Fasc. 2, 1983 , pags. 113-126