FUENTES GEOGRÁFICAS
1. Εstrabόn, Γεωγραφικα:
Estrabón escribió su Geografía a
finales del siglo I a.
c.,
reelaborándola, en algunos puntos, en la segunda década del siglo I d.
C. durante el reinado de Tiberio. La redacción del libro
IlI,
al que pertenecen los siguientes
pasajes, se podría datar en el 18 d. C. según la opinión de
Laserre176•
Estr.
III,4,5:
«Se podría creer que los viajes aventureros
de los griegos hacia los pueblos bárbaros fueron debidos al
fraccionamiento de su nación en estados minúsculos y a su
orgullo local de no someterse a obligaciones mutuas, que son
la condición necesaria para la potencia política; así pues,
estaban sin fuerza delante de los invasores extranjeros.
Entre los Iberos esta forma de orgullo alcanzaba
proporciones extremas, a las que se añadía un carácter
pérfido y socarrón (...). Si hubiesen querido unir sus
armas, no hubieran llegado a dominar sus tierras, ni los
cartagineses, ni antes de ellos los tirios y después los
celtas, que ahora se llaman Celtíberos y Berones».
Estr. III, 4,12:
«Más allá de la Idubeda comienza sin transición
la Celtiberia, región amplia y diversa (...). El norte está
habitado por los Berones, que son vecinos de los Cántabros
coniscos y que tomaron parte en la emigración céltica».
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Mapa de Iberia según Estrabón |
2. Plinio,
Naturalis Historia.
Plinio el Viejo (23/24-79 d. C.) escribió hacia
el año 70 d. C. su «Historia Natural», la primera enciclopedia
que abarca la descripción de la naturaleza y del mundo, el
hombre, los reinos animal y vegetal, y el reino mineral,
dedicando los tomos III y IV a
Hispania.
En la provincia Tarraconense desempeñó el cargo
de procurator durante el reinado de Vespasiano, lo que le
permitiría estar en contacto muy directo con las realidades
geopolíticas y administrativas de esta región.
Plin.
Nat. Hist. III, 3, 24:
«Caesaraugusta, colonia
inmunis amne Hibero adfusa ubi oppidum antea vocabatur Salduba,
regionis Edetaniae, recipit populos LV; ex his civium
Romanorum Bilbitanos, Celsenses ex colonia, Calagurritanos qui
Nascici cognominantur, llerdenses
surdaonum gentis, iuxta quos Sicoris fluvius, Oscenses
regionis Suessetaniae, Turiassonenses; Latinorum veterum
Cascantenses, Ergavicenses, Graccuritanos, Leonicenses,
Osidercenses;. Foederatos Tarracenses; stipendiarios
Arcobrigenses, Andelonenses, Aracelitanos, Bursaonenses,
Calagurritanos qui Fibularenses cognominantur complutenses,
Carenses, Cincienses, Cortonenses, Damanitanos, lspallenses,
lluberitanos, lacetanos. Libienses, Pompelonenses, Segienses».
«Caesaraugusta,
colonia inmune, bañada por el río Ebro, por dónde antes
existía un oppidum
llamado Salduie,
de la región sedetana, recibe a 55 pueblos; de
éstos son ciudadanos romanos los bilbilitanos, los celsenses,
antes una colonia; los calagurritanos, que reciben el
sobrenombre de «nasicos», los ilerdenses del pueblo de los
surdaones, junto a los cuales corre el río Sícoris; los
oscenses de región de Suesetania y los turiasonenses; poseen
el derecho latino, los cascantenses, ergavicenses,
graccurritanos, leonicenses y osicerdenses; son federados
los tarraconenenses y estipendiarios, los arcobrigenses,
andelonenses, aracelitanos, bursaonenses, calagurritanos
cincienses, cortonenses, ispallenses, ilursenses,
iluberitanos, jacetanos, libienses, pompelonenses y
segienses».
Este fragmento forma parte del capítulo que Plinio dedica a
la descripción y dimensiones de la
Hispania Citerior
o Tarraconense, en el que enumera y describe los
diversos conventos jurídicos y, dentro de cada uno de ellos,
las ciudades y los pueblos con su estatuto
jurídico-político. En esta detallada relación se incluye a
los libienses,
en primer lugar, entre los pueblos pertenecientes al
convento jurídico caesaraugustano y en segundo lugar, entre
los pueblos estipendiarios, es decir aquellos que estaban
obligados a pagar un tributo a Roma.
3. Ptolomeo,
Γεωγραφική:
El geógrafo griego Ptolomeo escribió su obra a mediados del
siglo II d.
C. y, dentro de su enumeración de pueblos y ciudades de la
Tarraconense incluye los Berones y sus tres ciudades, en ese
momento más importantes,
Tritium, Oliba
(Libia, sin lugar a dudas) y
Vareia.
Se trata
del último testimonio que poseemos sobre los Berones.
Ptol. II, 6,55:
«Por debajo
de los Autrigones están los Berones, entre los
que se sitúan las siguientes poblaciones:
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Tritium
Metallon
Oliba
Vareia
|
13º 13º 13º 30´ |
42º 50´ 42º 40´ 42º 45´ |
La problemática de este
fragmento afecta a dos cuestiones: 1) la probable ubicación
de Berones y Autrigones177 y 2) el problema de la
identificación de Oliba con la Libia citada en
otras fuentes escritas. Respecto a la primera, cabe señalar
que una comparación del texto de Ptolomeo con los datos
proporcionados por el Itinerario Antoniniano (394, 2-394, 3)
permite afirmar que el río Tirón constituiría el límite
entre Berones y Autrigones; en efecto, la Libia
berona estaría situada a la derecha de este río y
Segesamunclo, ciudad autrigona, en la orilla izquierda.
Sin embargo, en ningún caso, los Berones estarían situados
al sur de los Autrigones. Respecto a la segunda cuestión,
desde el P. Flórezl78 nadie duda de que, pese a
la diferencia de grafías, se trata de la misma ciudad.
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Mapa de Iberia
según Ptolomeo |
4.
Itinerarium Antoninianum.
El Itinerario Antoniniano
ofrece una descripción detallada de las principales rutas
del Imperio romano con los puntos de descanso en cada una de
ellas (mansiones) y las distancias entre éstos. La
mayor parte de los estudiosos se inclina a datar la redacción
definitiva de este itinerario en los primeros años del gobierno
de Diocleciano, es decir, hacia el 280 d. C.179
De Italia in Hispanias
(387,4-395,4):
393,1 Calagorra
m.p.
XXVIIII
393,2 Vereia m.p. XXVIII
394,1 Tritio
m.p.
XVIII
394,2 Lybia
m.p.
XVIII
394,3 Segesamunclo
m.p.
VII
Item ab Asturica Tarracone
(448,2-452,5):
450,1 Tritium m.p.
XXI
450,2 Virovenna m.p. XI
450,3 Atiliana
m.p.
XXX
450,4 Barbariana
m.p.
XXXII
450,5 Graccuris
m.p.
XXXII
451,1 Bellisone m.p. XXVIII
451,2 CaeareaAugusta
m.p.
XXXVI
Para el conocimiento
de las vías antiguas en La Rioja, disponemos de
datos relativos a dos calzadas que siguen un trazado
muy parecido a su paso por este territoriol80,
pero que mencionan las mansiones en sentido inverso.
De ahí que un cierto número de investigadoresl81
haya elaborado un trazado único desde Briviesca
hasta Graccurris, con pequeñas variaciones de
unos a otros. De aceptar esta hipótesis, la ciudad
de Libia estaría situada, en este trazado,
entre las mansiones de Segesamunclo y Atiliana;
y esta última mansión a una distancia
intermedia entre Libia y Tritium.182
La distancia entre todas estas mansiones ha sido decisiva a la hora de
precisar el emplazamiento de la antigua Libia en el término municipal de Herramélluri.
FUENTES
HISTÓRICAS
1. Aulo Hircio, De
Bello Alexandrino.
«La guerra de Alejandria» forma parte del llamado
«corpus cesariano»
pero, sin embargo, la mayor parte de los estudiosos
coinciden en atribuir esta obra al escritor y
militar Aulo Hircio. Narra la historia de los
acontecimientos que tuvieron lugar durante los años
48 y 47 a. C., en el transcurso de la guerra civil
mantenida entre César y Pompeyo (49-45 a. C.). Este
pasaje forma parte del relato de las campañas de Q.
Casio Longino en la Bética durante el año 48 a. C.
Bell. Alex.,
53,1:
«Concurritur ad Cassium defendendum: semper enim Berones compluresque
euocatos cum telis secum habere consuerat. A quipus
ceteri intecluduntur qui ad eadem faciendam
subsequebantur; quo in numero fuit Calpumius
Salvianus et Manilius Tusculus»
«Se acude a defender
a Casio. En efecto había siempre con él Berones y
muchos de ellos armados con arcos.183
Ellos cierran el paso a los que acuden a participar
en la masacre. En medio de ellos se encuentran
Calpurnio Salviano y Manilio Músculo».
Este texto ha servido
para conocer la presencia de una guardia de Berones
al servicio de Casio Longino, gobernador de la
provincia de Hispania Ulterior, en el año 48
a.c., y cómo aquellos lo protegieron frente a
quienes buscaban su muerte, «armados con arcos». El
problema de este texto procede de las diversas
interpretaciones dadas por los investigadores a la
expresión «compluresque euocatos cum telis»; así Andrieu ha considerado
«complures» en el
sentido de «veteranos» y han traducido «telis»
por «armas», en lugar de precisar que se trataba
de «arcos»; no obstante, aunque este tipo de armas
no está confirmada por ningún otro testimonio,
creemos que es más correcta la traducción propuesta
que la de «veteranos en armas».
2. Tito Livio,
Ab
urbe condita.
Estos pasajes forman
parte de los resúmenes conservados del libro XCI de
Livio, historiador romano de época augústea que
escribió una Historia de Roma desde sus orígenes
hasta el año 9 a. C. A partir de estos textos
conocemos algunas de las operaciones militares
llevadas a cabo por Sertorio en el Valle Medio del
Ebro durante los años 77-76 a. c., en el transcurso
de la guerra civil que enfrentó a Sertorio con el
Senado romanol84• Del conjunto de estos
testimonios se deduce que los Berones, al igual que
sus vecinos occidentales, los autrigones, y una
parte de los vascones y de los celtíberos apoyaron
al bando senatorial, mientras que Calagurris,
Osca y una parte de las ciudades de la
Celtiberia siguieron a Sertorio. Hay que suponer,
por lo tanto, que la ciudad de Libia estuviera en el bando de Pompeyo al igual que
Vareia, mencionada aquí como la ciudad más
poderosa de los Berones.
Liv. Per.lib. XCI:
«Ipse cum suo exercitu in Berones et autricones progredi statuit, a
quipus saepe per hiemen, cum ab se oppugnarentur
celtiberae urbes, imploratam esse opem Pompei
compererat missosque qui itinera exercitui Romano
monstrarent; et ipsorum equitibus vexatossaepe
milites suos, qoucumque a castris per oppugnationem
Contrebiae pabulandi aut frumentandi causa
progredederentur. Aussi tum quoque erant arevacos in
partes sollicitare».
«Él mismo había
determinado marchar contra los Berones y Autrigones.
Sabía que durante el
invierno, mientras sitiaba las ciudades celtíberas,
aquellos habían implorado con frecuencia el auxilio
de Pompeyo, que habían enviado guías al ejército
romano y con sus jinetes habían acechado muchas
veces a sus soldados, cuando, durante el asalto a Contrebia, salían del campamento para aprovisionarse
de trigo. También habían incluso intentado atraer a
los arévacos a su partido».
Livio expone las
razones estratégicas que llevaron a Sertorio a
atacar a los Berones y Autrigones, en su intento de
afianzar su posición en el Valle Medio del Ebro tras
la llegada de Pompeyo. Una de los motivos esgrimidos
fue el acecho de estos pueblos a sus soldados
durante el asedio a la ciudad celtíbera de Contrebia.
El principal problema que plantea
esta noticia es la localización de esta ciudad185
que ya Taracena situó en Inestrillas junto al río
Alhama186 y, más recientemente, Hernández Vera187 y
Pina Polo188 han apoyado la misma hipótesis.
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Contrebia Leukade.
Doble muralla frente al río Alhama |
Liv. Per.lib. XCI:
«Haec secum agitans Sertorius praeter Hiberum amnem per pacatos agros
quietud exercitum sine ullius noxa duxit. ProJectus
inde in Bursaonum et Cascantinorum et
Graccuritanorum fines, evstastis ómnibus
proculcatisque segetibus. Ad Calagurim Nasicam,
sociorum urbem, venit; transgressusque amnem
propinquum urbi ponte facto castra posuit. Postero
die M. Marium quaestorem in Arevacos et Cerindones
misit ad cnscribendos ex iis gentibus milites,
frumentumque inde
Contrebiam, quae Leucade apellatur comportandum,
praeter quam urbem opportunissimus ex Beronibus
transitus erat
, in quamcumque regionem ducere exercitum statuisset; et C.Insteium,
praefectum equitum, Segontiam et in Vaccaeorum
gentem ad equitum conquisitionem misit, iussum cum
equitibus Contrebiae sese operiri. Dimissis ipse
profectus per Vasconum agrum ductu exercitu, in
confinio Beronum posuit castra».
«Pensando estas
cosas, Sertorio condujo pacíficamente su ejército,
por territorios tranquilos, más allá del río Ebro.
Marchando contra las tierras de los bursaones,
cascantinos y gracurritanos y tras devastar y asolar
sus cosechas se dirigió a Calagurris Nasica, ciudad
de los aliados; y atravesando un río cercano a la
ciudad puso allí su campamento. Al día siguiente
envió al cuestor M. Mario a la región de los
arévacos y de los cerindones para reclutar tropas y
recoger trigo, que tenía la orden de llevarlo a
Contrebia , en otro tiempo llamada Leucade, cuya
prodigiosa situación le permitía, al salir del país
de los Berones, conducir su ejército a todos los
sitios dónde él quisiera. Envió también a C.
Insteio, prefecto del ejército a Segontia y a la
región de los Vacceos, para reclutar un ejército con
el cual iría a esperarle a Contrebia. Después de su
partida el mismo se puso en marcha, condujo su
ejército por el territorio de los vascones y fue a
acampar en las fronteras de los Berones».
Antes de llevar a
cabo su proyecto de ataque a los Berones y
Autrigones, Sertorio emprende otra serie de
iniciativas que fueron descritas minuciosamente por
Livio y que, en líneas generales, no plantean
problemas de comprensión: se trata de la
planificación de los nuevos reclutamientos de tropas
y de la recogida de trigo, encargada a M. Mario y C.
Insteyo. El problema se centra en la interpretación
de la expresión «praeter Hiberum amnem», con
el sentido« más allá del Ebro»189 o «a lo largo del Ebro»;190 en el primer caso Livio haría referencia a
las operaciones diplomáticas o militares que, sin
lugar a dudas, Sertorio llevó a cabo al norte del
Ebro durante el invierno del año 77-76 a. C. y, en
el segundo, Livio aludiría simplemente a la marcha
de Sertorio a lo largo del Ebro en dirección al
territorio de los Berones y Autrigones. Creemos que
debe ser mantenida la interpretación «más allá del
Ebro», en primer lugar, porque los relatos de
Salustio y Plutarco proporcionan
información precisa sobre las actividades de
Sertorio al norte del Ebro durante el invierno del
año 77-76 a. C.; en segundo lugar, porque la marcha
a la que hace referencia Livio en este pasaje fue
tranquila llevó a cabo al norte del
Ebro durante el invierno del año 77-76 a. C. y, en
el segundo, Livio aludiría simplemente a la marcha
de Sertorio a lo largo del Ebro en dirección al
territorio de los Berones y Autrigones. Creemos que
debe ser mantenida la interpretación «más allá del
Ebro», en primer lugar, porque los relatos de
Salustio y Plutarco proporcionan
información precisa sobre las actividades de
Sertorio al norte del Ebro durante el invierno del
año 77-76 a. C.; en segundo lugar, porque la marcha
a la que hace referencia Livio en este pasaje fue
tranquila (quietum) y por territorios
pacíficos (per agros pacatos) y estas
circunstancias no corresponden a los deseos de
Sertorio de castigar a los Berones y Autrigones; y,
por último, en la continuación del relato, Livio
menciona otras actuaciones de Sertorio antes de
conducir su ejército por el territorio de los
vascones y acampar in confinio Beronum, en
las fronteras de los Berones.
Liv. Per.lib. XCI:
«Postero die cum equitibus praegressus ad itinera exploranda, iusso
petite quadratu agmine sequi, ad Vareiam,
validissimam regiones eius, urbem, venit. Haud
inopinantibus iis noctu advenerat. Undique equitibus
et suae gentis et autriconum
( ... )».
«Al día siguiente él
tomó la delantera con su caballería para reconocer
el camino y seguido de la infantería, que marchaba
en formación de cuadro, llegó a Vareia, la
ciudad más poderosa de esta región. Aunque era de
noche, sus habitantes no fueron cogidos por
sorpresa, pues habían llamado en su ayuda a toda la
caballería de su país y de los autrigones ( ...
)».
Sertorio tardó dos
jornadas en llegar desde Calagurris a Vareia,
depués de pernoctar en las fronteras del
territorio berón. Este fragmento ha permitido
establecer, el límite fronterizo entre Berones y
Vascones en las cercanías de la población de
Alcanadre, aunque el lugar exacto resulta muy
difícil de precisar.191 Por fin, debió
producirse el enfrentamiento entre el ejército de
Sertorio y los jinetes berones y autrigones en la
ciudad de Vareia durante la noche. Cabe
suponer que el resultado del choque, debió ser
favorable a Sertorio, aunque el resto de la
narración de estos hechos no se haya conservado. De
la misma manera, también desconocemos las medidas
adoptadas por Sertorio ante la actitud de los
Berones y Autrigones. Lo cierto es que durante la
primavera del año 76 a. C. Sertorio consiguió
asegurarse la línea del Ebro, reforzar sus lazos con
las comunidades amigas y atraerse nuevos aliados,'92 entre los que
podrían figurar algunas de las ciudades beronas como
Libia, Tritium
o
Atiliana.
Pero esta afirmación es sólo
una hipótesis imposible de probar.
3. Aurelio Víctor,
Liber de Caesaribus.
Esta obra narra la Historia de Roma desde Augusto
hasta el año 360 d. C., fecha de su composición, bajo el gobierno de
Constancio II.
Lib. De Caes.:
«Licinius Gallienus (...) Francorum gentes, directa Gallia, Hispaniam
possiderent, uastato ac paene directo Tarraconensium
oppido, nactisque in tempor navigiis, pars in usque
africam permearent».
«Siendo emperador Licinio Galieno (...) pueblos
Francos, después de haber saqueado la
Gallia,
ocupaban
Hispania,
arrasando y saqueando la ciudad de
Tarraco;
después una parte de ellos, cogiendo sus navíos se
dirigieron a Africa.
El fragmento de Aurelio Víctor ofrece, junto a los
testimonios proporcionados por Eutropio
(Breviarium ab urbe
condita, IX, 8), Orosio
(Historiarum adversus
paganos, VII, 22 Y 41) Y el Panegírico de
Constantino, 4, XVIII,193
datos generales sobre las correrías de los Francos por
Hispania
y, en concreto por la provincia Tarraconense, a
comienzos de la segunda mitad del siglo III d. C.
Tradicionalmente, se ha pensado que esta invasión
afectaría a las tierras de La Rioja y, posiblemente
también a Libia,
según parecen probar las destrucciones
atestiguadas en los niveles datados por estas mismas
fechas.194 Los responsables de estas
destrucciones pertenecerían a la llamada «segunda
oleada», que penetraría siguiendo el trazado de la
calzada Burdigala-Asturica.
4.
Hidacio, Chronicon.
Hidacio, obispo de
Mérida, consciente de su papel de defensor de la fe
ortodoxa y de su lugar en el Imperio frente a los
bárbaros, se esforzó en ofrecer, a través de su
Crónica, una visión justa e imparcial de los dramas
de su época. En estos términos se expresa Tranoy195
al hacer una primera valoración de la obra de este
autor, cuyas alusiones o referencias al Valle del Ebro pueden ser puestas en relación, más o menos
explícita, con los territorios de La Rioja. Se
incluye en este apéndice uno de los textos referidos
al movimiento de los bagaudas por el Valle medio del
Ebro y al envío, en el año 454, del hermano del rey
visigodo Teodorico, federado de los romanos, para su
represión.
«Per Fredericum,
Theodorici regis fratrem, Bacaudae Tarraconenses
caeduntur ex auctoritate Romana».
«Frederico, hermano
del rey Teodorico, masacró, en nombre de Roma, a los
bagaudas de la Tarraconense».
5.
Hilario, Epistula
II.
Entre las actas
taquigrafiadas del Sínodol96 celebrado el
19 de noviembre del 465 en la basílica romana de
Santa María la Mayor, bajo la presidencia del Papa
Hilario (461-468), nos han sido transmitidas varias
cartas enviadas al Pontífice por el metropolitano
Ascanio y el resto de los obispos tarraconenses.
Asimismo, se conserva la carta del papa Hilario,
reproducida en este apéndice, en respuesta a los
obispos tarraconenses y en la que afirma haber
recibido, a la inversa, cartas suscritas por los
notables del extremo occidental de la provincia
tarraconense.
«HILARI PAPAE AD
ASCANIUM ET RELIQUOS TARRACONENSIS PROVINCIAE
EPISCOPOS.
Hilarius episcopus Ascanio et universis episcopis Tarraconenses
provinciae. Postquam literas vestrae dilectionis
accepimus, quibus praesumptiones silvani episcopi
Calagurensium Ecclesiae retundi petistis, et rursum
Barcinonensium quaeritis
nimis illicita vota firmari: honoratorum et
possessorum Turiassonentium, Cascantesium,
Calaguritanorum, Varegentium, Tritiensium,
Liviensium et Verovicensium cum subscriptionibus
diversorum, literas nobis constat ingestas: per quas
id quod de Silvano querela vestra deprompserat,
excusabant».
«Epístola del Papa
Hilario a Ascanio y restantes obispos de la
Provincia Tarraconense. Yo, obispo Hilario a
Ascanio y todos los obispos de la Tarraconense.
Después que recibimos las cartas de vuestro amor, en
las cuales pedíais que se rechazasen las propuestas
del obispo Silvano de la sede calagurritana y, por
el contrario, pedíais que se aprobasen los deseos
demasiado ilícito s de los habitantes de Barcino,
nos consta que han sido enviadas cartas de honoratores
y possessores turiasonenses,
cascantenses, calagurritanos, varegenses,
tritienses, livienses y viroviscenses: a través de
éstas cartas, excusaban las acciones que había
provocado vuestra queja acerca de Silvano».
El origen de esta
correspondencia entre el papa Hilario y los obispos
de la Tarraconense reside en el llamado asunto del
obispo Silvanol97 de Calagurris. En la carta que nos ocupa se menciona,
explícitamente, que el obispo Ascanio y el resto de
los obispos de la Tarraconense habían solicitado al
papa Hilario que rechazase las propuestas del obispo
Silvano. Sabemos, a partir de la lectura de toda la
correspondencia, que el obispo Silvano había
ordenado un obispo para una sede sin seguir la
normativa eclesiástica para la provisión de estos
cargos y que ocho años tarde, tras la muerte del
citado obispo, había vuelto a incurrir en la misma
ilegalidad. Es entonces cuando Ascanio, apoyado por
la autoridad civil, el dux Vicentiusl98,
y por el prelado de Caesaraugusta, envia una carta al papa
instándole a rechazar esta nueva ordenación. De esta
carta y de otra misiva enviada por los notables de
una serie de localidades del alto y medio Ebro en
apoyo de Silvano, se hace eco el papa Hilario en su
respuesta a Ascanio. En la actualidad, está fuera de
duda que en esta segunda misiva son mencionados los
possessores y honoratores de la ciudad
de Libia, junto con los de las localidades de
Turiasu,
Cascantum,
Calagurris, Vareia
y Tritium.
Las
razones a favor de la identificación de los levienses
con los libienses de nuestra
ciudad, son tanto de índole lingiiística, como
histórica. En el primer caso, a pesar de que durante
mucho tiempo se publicó esta carta con la grafía «legionensium»,199 la mayoría de los manuscritos
presentan la lectura «leviensium», gentilicio
que se puede asociar claramente con la ciudad de Libia.
En el segundo caso, se pueden señalar dos
argumentos de peso: en primer lugar, las ciudades
citadas se corresponden, en orden riguroso de este a
oeste, con las mansiones de la calzada que
comunicaba Caesaraugusta con Asturica; en segundo lugar, la defensa hecha por los notables
libienses del obispo Silvano en relación con
las supuestas irregularidades cometidas en el
nombramiento de dos obispos, nos conduce a una
ciudad del valle medio del Ebro y no a la ciudad de Legio VII (León), mucho más alejada de los
asuntos en los que estaba implicado el obispo
calagurritano.2OO
La correspondencia
del papa Hilario ha sido analizada por numerosos
estudiosos para tratar de descubrir el trasfondo
histórico, político y religioso de las decisiones de
Silvano, del papa Hilario, del metropolitano de la
Tarraconense Ascanio, del obispo de Caesaraugusta,
del dux Vicentius y de los
ricos terratenientes de Libia y de otras
comunidades del valle medio del Ebro. Son varios los
problemas que plantea esta correspondencia: 1) La
sede para la que Silvano nombró un obispo sin contar
con el respaldo del metropolitano de Tarraco (posiblemente Tarazona)201 y la del nuevo
nombramiento ocho años después; 2) La extensión y
limites de las diversas diócesis de la provincia
Tarraconense; 3) Las causas que llevaron a Ascanio a
intervenir en este asunto y al obispo de Caesaraugusta
a presentar una protesta en el
mismo sentido; 4) Las razones de la intervención del
dux Vicentius en esta polémica; 5) Las
razones esgrimidas por el Papa Hilario para
sancionar los nombramiento de Silvano y rechazar el
de Ireneo para la sede de Barcelona; 6) El por qué
del envío de cartas por parte de los possessores
y honoratores de algunas comunidades
para exculpar a Silvano de todas sus decisiones.
La respuesta a todas
estas preguntas ha dado lugar a un amplio debate
desde el siglo XVIII202 del que sólo
vamos aquí a mencionar lo que creemos son
las tres principales
interpretaciones de conjunto sobre esta cuestión. La
primera, defendida por Escribano203
enmarca las ordenaciones del obispo Silvano en el
contexto de fundación de 'iglesias particulares' ,
con el objeto de proveer de personal religioso estos
templos, origen, por otro lado, de la fragmentación
de las diócesis episcopales en parroquias. La causa
de la intervención de estos possessores y honorati
se debería al patronazgo que éstos
ejercían sobre las comunidades aldeanas en una época
de indefensión general de la zona. La segunda,
planteada por Espinosa204 y suscrita
también por Larrañaga,205 insiste en el contexto
político de la zona y las pretensiones del reino
visigodo de Tolosa al control del alto y medio Valle
del Ebro; en esta situación, el obispo Silvano de Calagurris
apoyaría las pretensiones de los
visigodos frente a los obispos de la parte oriental
de la provincia Tarraconense, afines al Imperio. La
tercera, expuesta por Ubric Rabaneda206
recientemente, hace hincapié en la existencia de dos
facciones opuestas enfrentadas entre sí. Una de
ellas estaría formada por el obispo Silvano y otros
obispos vecinos, quienes contaban con el apoyo de
los potentes y notables de las ciudades de Turiasu, Cascantum, Vareia, Tritium y Libia.
La otra, la constituirían los obispos de la zona
oriental de la Tarraconense, entre ellos el de Caesaraugusta,
el que denunció a Silvano, y el
metropolitano de Tarraco Ascanio; esta
segunda facción contaba, además, con el apoyo del
dux Vincentius, la máxima autoridad militar
de la Tarraconense.
Por nuestra parte,
creemos que estas tres interpretaciones del asunto
del obispo Silvano de Calagurris no son
contradictorias sino que se complementan para una
mejor interpretación de los hechos, en su triple
valoración religiosa, histórica y política. Además,
cabe destacar que la intercesión de los honorati
y possessores de Libia y el resto
de las comunidades a favor de Silvano es un claro
exponente de la simbiosis, gestada ya en el siglo
IV, entre las jerarquías eclesiásticas y láicas.207
Estos honoratores y possessores serían
magistrados locales y, por lo tanto, miembros de
honor del senado local de Libia y, a la vez,
grandes propietarios de tierras;
su intervención, en este asunto, confirmaría,
además, el interés de la aristocracia hispanorromana
por el control de las sedes episcopales.208
6. Juan de Biclaro, Chronicon.
Juan de Biclaro
(520-621) escribió una crónica de gran interés para
la historiografía de la época de los godos, tanto
por la trascendencia de los datos, como por la
autoridad del cronista, contemporáneo y testigo de
los hechos que relata.
Ioh.Bicl.,
a.574,2:
«His diebus Livvigildus rex Cantabriam ingressus provinciae pervasores
interfecit, Amaiam occupat, opes forum pervadit et
provinciam in suma revocat dicionem» .
«En estos días
Leovigildo, entrando en Cantabria, mata a los
invasores de la provincia, ocupa Amaya, se apodera
injustamente de sus recursos y somete la provincia a
su autoridad».
Después de las
convulsiones sufridas por los territorios de la
Rioja durante el siglo V, la gran invasión de los
suevos, vándalos y alanos desde el 406 y el
imparable avance de los visigodos desde su sede de
Tolosa a partir del 418, el territorio de los
antiguos Berones aparece adscrito a una nueva región
llamada Cantabria. De ahí que el testimonio
de Juan de Biclaro y el resto de los fragmentos de
este apéndice hagan referencia al territorio donde
se hallaba emplazada la ciudad de Libia.
Este pasaje, al igual
que el fragmento de la Historia Gothorum, menciona la campaña emprendida por Leovigildo para
someter la región de Cantabria.
7. Isidoro de
Sevilla, Historia de regibus Gothorum, Wandalorum
et Suevorum.
Isidoro de Sevilla
(560-635) nos ha legado una de las obras más
importantes de la historiografía hispano-visigótica,
aunque depende en gran parte de las crónicas
precedentes. En el párrafo que reproducimos a
continuación toma directamente sus fuentes de la
crónica Biclarense:
Hist.Goth.
II, 278:
«Aera DCVI anno II imperio Iustini monoris Leuuigildus Spaniae et
alliae principatu ampliare regnum bello et augere
opes statuit. Studio quippe exercitus concortante
favore victoriarum multa praeclare sortitus est. Cantabrum namque iste obtinuit. Aregiam iste cepit,
Sabaria ab eo omnis devicta esto Cesserunt etiam
armis allius plurimae rebelles hiapaniae urbes».
«En el año de la Era
DCVI y tercero del Imperio de Justino el Menor,
Leovigido, habiendo obtenido el principado de Hispania
y de la Gallia decidió ampliar
su reinado con la guerra y aumentar sus bienes. En
efecto, teniendo de su parte el apoyo del ejército y
el favor que le granjeaban sus victorias, acometió
felizmente brillantes empresas: se apoderó de
Cantabria, tomó Aregia, sometió toda Sabaria.
Sucumbieron ante sus armas muchas
ciudades rebeldes de Hispania».
Este fragmento junto
con el siguiente de la Vita Sancti Aemiliani, han servido, tradicionalmente, para suponer que
Leovigildo había destruído una ciudad llamada Cantabria,
situada en la orilla izquierda del
Ebro frente a Logroño.209 En la
actualidad, sin embargo, nadie duda que Isidoro se
refiere a una provincia y no a una ciudad con el
mismo nombre. Respecto a la ciudad de Libia, la mayor parte de los estudiosos han relacionado
este hecho con el abandono por parte de los Libienses
de su emplazamiento en la colina
próxima a Herramélluri, dada la ausencia de restos
de época visigoda en las prospecciones y
excavaciones efectuadas hasta el momento.
8. San Braulio: Vita sancti Aemiliani.
La biografía de la
vida de San Millán, según los datos aportados por el
propio San Braulio, sería redactada entre el 631 y
el 645. Sin embargo, un análisis interno del texto
obliga a adelantar su datación en tomo al 570, poco
después de la muerte de San Millán.
Vita
S.
Aemil.,
(II) 9:
«eodem igitur anno, quadragesimae diebus ruelatur ei etiam excidium
Cantabriae; unde nuncio misso iubet ad diem festum
paschae senatum eius praesto esse
( ...)
Aat ille denuntiat ei
rem per semetipsum experiri, quod post probauit
euentus nam gladio uindice Leuuegildi est
interemtus».
«El
mismo año, en los días de Cuaresma, le fue revelada la
destrucción de Cantabria, por lo cual enviando un mensajero,
manda que el senado se reuna para el día de Pascua
(... ) Más él le avisó que, por sí mismo,
experimentaría la verdad de su anuncio,
y el suceso lo confirmó
después, porque murió al filo de la espada de
Leovigildo».
A pesar de que
Braulio parece referirse a la destrucción de una
ciudad, los testimonios anteriores permiten rechazar
la identificación de Cantabria con el nombre
de una ciudad del mismo nombre.
9. Julián de Toledo, Historia Wambae.
Julián de Toledo,
metropolitano de esta ciudad, escribió esta obra
hacia el 674 d. C., de la que nos interesa el relato
de la rebelión de Paulo contra Wamba.
Hist. Wamba,9:
«(...) illo tunc
tempore, cum haec intra Gallias agerentur,
religiosus Wamba princeps feroces Wasconum
debellaturus gentes agrediens, in partibus
commorabatur Cantabriae (...)».
«( ...) En aquel
tiempo, como sucedieran aquellas cosas en las Galias,
el príncipe Wamba, marchando contra las feroces
gentes de los vascones, se detenía en los confines
de Cantabria ( ...)».
A pesar de la
creencia bastante generalizada de la existencia de
un dux al mando de la provincia de Cantabria
desde las campañas de Leovigildo del
año 574, los trabajos de García Moreno21O
han demostrado la existencia del Ducado de Cantabria
sólo desde la segunda mitad del siglo VII, situación
administrativa a la que se refiere el fragmento de
Julián de Toledo. Es en el 673 cuando Wamba
emprendió una expedición contra los vascones, que
vivían en las proximidades del Ducado de Cantabria.
10. Fregedario et
alii, Crhocnicon.
Esta crónica fue
escrita en varias etapas, en los años 613, 642 y
658.
Chron.,
IV.33:
«Provinciam Cantabriam Gothorum regno subaegit, quam aliquando Franci
possederant; dux Francio nomen qui Cantabriam in
tempore Francorum egerat, tributa Francorum regibus
multo tempore impleverat».
«(Sisebuto) sometió
la provincia de Cantabria, que en otro tiempo
habían poseído los Francos, al reino de los Godos;
un dux, de nombre Francio, que dirigía la Cantabria
en época de los Francos, había pagado
tributos a los Francos durante mucho tiempo».
También se hace
referencia explícita al nombre de un dux que
debía regir esta provincia en época de Sisebuto, en
el momento de ser reconquistada (611 d. C.).
De estos últimos
testimonios podemos deducir que las tierras de la
Rioja fueron, hasta el afianzamiento de la
Reconquista, «tierras de frontera», pues, incluso
después de ser sometida por Leovigildo en el 574,
las continuas incursiones de los vascones
convirtieron esta zona en un escenario habitual de
operaciones militares,211 como las desarrolladas por Sisebuto en el
611 y
Wamba en el 673.
NOTAS
176 LASSERRE,F. (ed.) (1966), pág. 3. 177
Vid.
respecto a
los límites entre estos dos pueblos y las diversas hipótesis al
respecto: VILLACAMPA, Ma A. (1980), págs. 35-37.
178 FLOREZ, E. (1768), pág.
170.
179 Cf. ROLDÁN, J. M. (1975), pág.
22.
180
Vid. MAGALLÓN, Ma A. (1983),
págs. 154-166.
181 Vid. un estado de la cuestión sobre este
tema en Villacampa VILLACAMPA, M. A. (1980), pp.
76-82 Y MAGALLÓN, Mª A. (1983), págs. 155 Y 156.
182 Sobre la ubicación de Atiliana, vid. CANTERA, J. (1964), págs. 133-149.
183 La traducción de J. Andrieu : «...et bon
nombre de vétérans en armes» (César, Guerre d'
Alexandria.Collection des Universités de France, París 1954,
pág. 51) contrasta con la que se presenta en la
traducción.
184 Vid. un detallado comentario sobre este tema en:
ESPINOSA, U. (1984a), págs. 189-205; GARCÍA MORA F.
(1991), págs. 139-236; PINA, F. (1998).
185 Vid. un resumen de las principales hipótesis al
respecto en GARCÍA MORA F. (1991), págs. 251-253.
186 TARACENA, B. (1942), págs. 21-27.
187 HERNÁNDEZ VERA, J. A. (1982), págs. 228-231.
188 PINA, F. (1998), págs. 252-253; no obstante, hay
autores como GARCÍA MORA F. (1991), págs. 160161,
que la identifican con la ciudad Contrebia
Belaisca, localizada en Botorrita (Zaragoza).
189
Cfr. SCHULTEN, A. (1949), págs. 104 y ss.
y GARCÍA MORA, F. (1991), pág. 198.
190 Cfr. PINA POLO, F. (1998), pág. 251.
191 Vid. un resumen de esta cuestión en
VILLACAMPA, Ma A. (1980), págs. 37-39
192 Cf. GARCÍA MORA F. (1991), pág. 211.
193 Los principales testimonios sobre la Antigüedad
tardía que pueden ser utilizados para la
reconstrucción histórica de La Rioja han sido
recogidos por GONZALEZ, A.; ESPINOSA, U.; SÁENZ, J.
M. (1979).
194 MARCOS POUS, A. (1979), pág. 121.
195 TRANOY, A. (1974), pág. 17.
196 El texto de dicho sínodo fue transmitido como
apéndice a la colección de Dionisio el Exiguo. Vid.
MIGNE, J. P. (1844-1864), tomo LVIII, pág. 18.
197 El caso del obispo Silvano de Calagurris ha
suscitado una gran controversia y, como resultado de
la misma, se han publicado numerosos trabajos, entre
los que cabe destacar los estudios más recientes de: ESCRIBANO, Ma V. (1984); ESPINOSA, U.
(1984b), págs. 271-303; LARRAÑAGA, K. (1989);
CASTELLANOS, S. (1999), págs. 28 Y ss. Y UBRIC, P.
(2004), págs. 102-110.
198
Vid. GARCÍA MORENO, L. A. (1977).
199 GROSSE, R. (1947), pág. 88.
200 ESPINOSA, U. (1984b), pág. 275.
201 ESCRIBANO, Ma V.; FATÁS, G. (2001),
pág.150.
202 Vid. LARRAÑAGA, K. (1989), págs.
171-191.
203 ESCRIBANO, Ma V. (1984), pág. 271. En
la misma línea se expresa CASTELLANOS, S. (1999),
págs. 28 ss.
204 ESPINOSA, U. (1984b), págs. 289-301.
205 LARRAÑAGA, K. (1989), pags. 188-190.
206 UBRIC
P. (2004), págs. 102-110.
207 ESCRIBANO, Ma V. (1984), pág. 269.
208 Cf. ESCRIBANO, Mª V., FATÁS, G. (2001), pág.
150.
209 Vid. sobre esta cuestión, VILLACAMPA, Ma
A. (1979), págs. 41-50.
210 GARCÍA MORENO, L. A. (1969).
211 Cf. GONZALEZ, A.;
ESPINOSA, D.; SÁENZ, J. M. (1979), pág. 102.
LIBIA.
FUENTES LITERARIAS
Ma Angustias
Villacampa Rubio
LIBIA: LA MIRADA DE
VENUS CENTENARIO DEL DESCUBRIMIENTO DE LA VENUS DE
HERRAMÉLLURI (1905-2005) Pedro Álvarez Clavijo (Coordinador) IER
Logroño
2006
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Nota del
Editor Web: Los mapas los hemos tomado de
bardulia.webcindario.com/prerroman.php
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