románico riojano |
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castillo de Davalillo s.XII-XIII |
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San Asensio |
El castillo de Davalillo guarnecido por un amplio meandro del río Ebro por sus flancos norte y este, dista aproximadamente 5 kms. de San Asensio. Bajo su puerta principal y al mediodia se encuentra la ermita de Nuestra Señora de Davalillo, que debió ser la iglesia parroquial del primitivo poblado del mismo nombre del que no quedan más que algunas piedras. Su emplazamiento constituye una magnífica atalaya que vigila las tierras de la Sonsierra y de La Rioja Alta. Con la vecina fortaleza de Briones, tenían la misión de proteger La Rioja de los ataques navarros, que se podían efectuar con relativa facilidad a través del puente fortificado de San Vicente de la Sonsierra.
Atardece en Davalillo. A la izquierda, y desde la muralla noroeste del castillo la vista de la fortaleza de San Vicente de la Sonsierra, amenazante en otro tiempo, y el pueblo de Briones con su torre a la derecha.
El castillo tiene planta poligonal de siete lados, alargada en el sentido E-W, La Torre del Homenaje está adosada a la cerca en el extremo oriental y la puerta de ingreso principal se encuentra en la cortina meridional, protegida por dos cubos.
Toda la fortaleza está construida en buena piedra de sillería con relleno de morrillo. La cerca, aunque ha perdido sus almenas, se encuentra en buen estado de conservación. Tiene torrecillas redondas de flanqueo en los ángulos y en los centros de los lienzos, que son macizas, excepto los dos cubos que defienden la entrada y la torre del ángulo N-W.
La Torre del Homenaje a la izquierda; en el centro el patio interior y a la derecha la puerta principal con los dos cubos laterales.
La Torre del Homenaje es de planta cuadrada y tenía cuatro pisos, cubiertos con bóveda de cañón apuntado. La planta baja sirve de capilla y consta de un tramo rectangular con bóveda de cañón, coincidente con la torre, y una cabecera con tramo recto, cubierto también con cañón apuntado, y ábside en hemiciclo que al exterior configura el cubo mayor del castillo. La puerta de ingreso a la capilla, en arco apuntado, se encuentra en el lado meridional. Se ilumina mediante tres aspilleras, colocadas dos en el muro occidental y otra en el centro del ábside. El acceso a los pisos altos de la torre se verificaba por la segunda planta, donde hay una pequeña puerta en arco de medio punto en la cara N. En la tercera planta del muro occidental hay una ventana en arco mixtilíneo, y en el muro S., un amplio vano con ménsulas en la parte inferior.
La puerta principal de la fortaleza está flanqueada por dos cubos huecos con elementos de defensa y precedida por un zaguán de 2 m. de profundidad, cubierto con bóveda de cañón apuntado. La puerta primitiva era en arco apuntado, bajo el cual se colocó posteriormente un dintel.
En el centro planta baja de la Torre del Homenaje y aspillera al fondo; a la izquierda recintos laterales para la guardia de la puerta y en la base de los cubos; a la derecha la puerta desde el exterior.
En el patio interior de la fortaleza y en los muros de la cerca hay varias hiladas de mechinales, ménsulas y rozas que hacen suponer la existencia de construcciones complementarias para habitación de la guarnición, almacenes, cuadras, etc.
En el exterior y hacia el E., hay restos de un muro que bien pudiera ser la cerca del poblado que se extendía ladera abajo.
La fotografía de la izquierda nos muestra el muro de su zona norte paralelo al cauce del río Ebro. La del centro, una de las aspilleras de la zona sur-oeste y el panorama que cubrían sus defensores. Y a la derecha, un retazo de uno de los muros meridionales de defensa.
Los estragos del tiempo y el olvido
En el lugar en que hoy se asienta el castillo existió una pequeña población de nombre Davalillo, término al que se hace referencia en escrituras de donación de fines del siglo XI. Así, en las donaciones hechas al monasterio de San Millán por el señor Fortún Albaroz y su mujer Toda (1078) y por Aznar Aznárez (1096), del monasterio de San Asensio situado cerca de dicho lugar (posiblemente el actual San Asensio), el primero, y de unas fincas en Montalvo (Torremontalbo), el segundo. En el siglo XII, María López donó a Santa María la Real, de Nájera, el monasterio de San Miguel de 'Tavaliellos". Dos monasterios, por tanto, existieron dentro del término de la pequeña población del Davalillo antiguo.
Sin embargo, fue Alfonso X quien transformó Davalillo en un poblado de cierta importancia, al donarle, en fecha imprecisa (hacia 1253), el lugar de San Asensio para que lo poblasen sus vecinos, una vez que se lo hubo tomado al monasterio de San Millán a cambio de la exención de impuestos en la extracción de sal en Salinas de Añana. Debió concederle también el fuero de Haro.
En un catálogo de parroquias pertenecientes a la la Calzada, Arciprestazgo de Nájera, realizado en 1237, figura Davalillo y no San Asensio. En el siglo XIV, el crecimiento de la villa se demuestra por el hecho de tener representante en las Cortes de Burgos de 1315 (Martín Pérez), y de formar parte de la Hermandad creada por varios concejos en 1296 (Logroño, Nájera, Santo Domingo, Briones, Santa Cruz de Campezo, La Puebla de Arganzón, Treviño y Peñacerrada), para defenderse de caballeros y bandoleros. Es en este siglo cuando se cita por primera vez el castillo entre los que entregó en rehenes Enrique de Trastamara a Carlos el Malo de Navarra, en una reunión secreta, celebrada en Santa Cruz de Campezo, en 1367.
Es muy probable que el castillo se construyese durante el reinado de Alfonso VIII para fortalecer la línea defensiva frente a Navarra, en un momento de máxima tensión fronteriza (segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII), al reivindicar los reyes de Navarra La Bureba, La Rioja y parte de las tierras de Soria a Castilla, que habían pertenecido a su corona, pero integradas a Castilla con Alfonso VII. En cualquier caso, el castillo se construyó con posterioridad a 1177, puesto que no figura en esta fecha entre los enumerados por Sancho VII en la petición hecha al Parlamento inglés, en la que se relacionan todos los castillos fronterizos de la zona.
Después de la guerra entre Pedro I y Enrique II, al fragmentarse La Rioja en señoríos, se iniciaría la progresiva decadencia de Davalillo. En 1389, Juan I donó la villa a Sancho López de Puelles, mientras el castillo estaba en manos de los Manrique.
En el testamento del Adelantado Pedro Manrique, de 1440, dejaba a su hijo Diego las tenencias de los castillos de Davalillo y Bilibio, que éste, primer conde de Treviño, dejó a su vez a su segundo hijo, llamado también Diego, en 1458. La alcaidía del castillo de Davalillo quedó vinculada a los Manrique, duques de Nájera, aunque siendo de propiedad real, hasta, al menos, 1656 en que murió Francisco María Monserrat, octavo duque de Nájera. Ello traería problemas en la segunda mitad del siglo XV, pues Davalillo-San Asensio fue adquirido a los Puelles, en 1465 por Dª María Enríquez, de la familia de los Velasco, enfrentados a los Manrique por cuestiones vascas y riojanas. En el caso de San Asensio ello motivaría el refuerzo de la cerca de la villa. Además, en el propio San Asensio tenían los Leiva una casa fuerte que figura en el mayorazgo establecido por D. Sancho en 1442.
La consecuencia fundamental de la pugna entre los tenentes del castillo y los señores de la villa fue la progresiva despoblación de Davalillo y el aumento de la de San Asensio, diferencia ya existente a mediados del siglo XV, como se demuestra en el reparto del tributo de Monedas y pedidos hechos por Enrique IV en 1462, en el que Davalillo contribuía con 333 maravedíes y San Asensio con 72.
(Gran parte del texto lo hemos tomado de http://conocelarioja.iespana.es/conocelarioja/cast_sanasensio.htm )
A la izquierda vista general de la ermita de Davalillo y la esplanada donde todos los años San Asensio asiste en romería con su Virgen. En el centro la entrada a la ermita. Y a la derecha vista panorámica desde el castillo : en primer término la barandilla de madera que ayuda a subir la empinada cuesta, y al fondo la ermita con una zona habilitada de merendero.