LOS BASTARDOS
Las hostiles reacciones de
sus súbditos comenzaron a inquietar al buen gobierno. “A río
revuelto, ganancia de pescadores”.
Empezaron bien orquestadas las
campañas de difamación al rey. Los desgraciados, demasiado
favorecidos, se sumaron al cotarro. A esto se aliaron los
bastardos, que sin tener identidad alguna de linaje y sucesión
en las heredades, reclamaron desde su condición de hijos de puta
todos los derechos al uso. Incluso coronas reales.
De Loarre,
el ahijado del conde muerto en la toma de Calahorra, se
pronunció diciendo que era hijo primogénito del Rey Sancho el
Magno. No le faltaban razones ni argumentos. La madre de Ramiro
era Sancha de Aglear
.
Resulta a la larga que se
escriben con ríos de tinta las más caprichosas crónicas, falsas
en su mayoría, ridiculizando la literatura y la historia de una
manera miserable, pues al fin los bastardos elevarían el poder y
son héroes del pasado, infectando su codicia desde unos manejos
aviesos en la mano de indecentes cronistas, que manipularon con
la falsedad documentación y acontecimientos.
En esas estamos al analizar el
oportunismo de Ramiro I de Aragón, bastardo del rey Sancho que
al final, por el desarrollo de acontecimientos protagonizados
por traidores, subió al trono con todos los honores ante los
anales de la Historia.
El único que se opuso a esto fue
Don García. Cuando tuvo noticias de que se había coronado rey,
organizó una afrenta y citó al bastardo a la lucha en campo
abierto. Se organizó Ramiro armando huestes y salió a su
encuentro, preparándole una especial emboscada cerca de Tafalla.
Por aquellos parajes y ya en
aquel tiempo, existían ganaderías de toros bravos, mucho antes
que en Al-Andalus. El aragonés reunió más de un ciento de estos
animales y les ató a los cuernos gavillas de sarmiento. Cuando
vieron que llegaban por una dehesa las tropas nejerenses,
prendió fuego a la leña y la manada, enloquecida, acometió a la
mesnada del Rey najerense. Iban a caballo y pronto Don García
sopesó la situación de tan sorpresivo ataque. Mandó descomponer
el núcleo de los caballistas y que se desplegaran en un amplio
abanico por el campo. Los toros intuitivamente hicieron lo
mismo, eligiendo para su ataque a un caballista.
El espectáculo era insólito en
el recinto de aquella gran llanura. Adiestrados como estaban
aquellos jinetes, iniciaron una lidia de quiebro y carreras con
los toros. El tiempo que duraron aquellas cabalgadas fue
suficiente para que se consumiera el fuego de gavillas y que los
toros se cansaran. Los toros son como mariposas cuando pierden
su fuerza. Fue Don García quien inició la matanza de los astados.
Descabalgó y desenvainó su espada luminosa. Citó un toro y éste
se arrancó con fiereza, pero ya falto de fuerzas. El rey lo
atravesó dejándolo inerte sobre el campo. El resto de los
jinetes hizo lo propio, bien desde la montura o a cuerpo limpio,
siguiendo el ejemplo de su monarca.
Superado el incidente, no sin
pérdida de varios caballos corneados y de dejar a más de veinte
jinetes con heridas de asta, emprendieron la marcha hacia la
fortaleza de Tafalla, dónde se refugiaba Ramiro después de
haberla usurpado.
Don García reaccionó con rabia y
presteza entrando en la fortaleza. Los derrotó matando a muchos
aragoneses que seguían a su hermanastro. Allí dejaron
abandonadas tierras y bagajes y se replegaron en huida al
Condado de Loarre.
El mismo Ramiro huyó
cobardemente sin presentar cara al rey najerense.
Los trovadores recogieron
aquella arrancada de Tafalla con muy especiales versos ya en
Román paladino, cantando al pueblo que Ramiro huyó descalzo y
sobre un caballo gobernado por cabestro, dejando al suyo propio,
un alazán negro de pura raza árabe abandonado en el Castillo.
Volvieron a la Corte presididos
por el caballo sin jinete en señal de victoria, vestido con la
silla real de Ramiro y el freno de plata.
Así lo cantaban los trovadores:
“pero decir que sea breve
de cabeza y de crin bello
y crespo y corto de cuello
ancho de pecho, de pies leves.
De piernas alto y derecho,
de rodillas desviado
de vientre corto y corvado
de los lados junto al pecho.
Largas cerdas encrespadas
Niños negros descubiertos
Narices anchas y abiertas
Las orejas aplicadas.
Aquel caballo famoso
que a Don Ramiro le dio
un califa cordobés
del rey Don García es
y es en extremo hermoso.”
La derrota
de Tafalla provocó un juramento solemne hecho por Ramiro a Don
García , de que nunca atacaría a su reino con las armas,
prometiéndole además ayuda si el monarca la solicitase para la
guerra. Mas el astuto aragonés ya había tejido una maniobra
diplomática, casándose de Luscinda, hermana de la reina
Montserrat, atrayéndose para sus dominios los seispotas
del condado catalán.