CAPÍTULO II

 

LA CORTE

 

        Dos leguas separaban  el Real Alcázar de los pagos del Molino de Zoilo. El Rey Sancho, se asomaba constantemente a la torre mayor del castillo, para otear la llegada de la comitiva de cazadores. Por fin, los vio cruzar el puente sobre el Najerilla, que estaba situado frente a las ancestrales cuevas del Monte Malpica. Era día de mercado. Puestos de venta, se clasificaban en los diversos productos ofertados con  buen orden   de materias: comestibles, ropa  y calzado, aperos de labranza, útiles de caza y de guerra, bien forjados en las  fraguas.

        La Ciudad cobraba cada jueves una imagen variopinta y abigarrada ante  una  turba de comerciantes y ganado de la más diversa estampa,  que aquel día,  confluía en el paso del puente con  la marcha majestuosa del  Príncipe García y su regio séquito. El Obispo Fermintius, de gran prestigio en su parroquia,  gozaba ostensiblemente de popularidad, repartiendo bendiciones por doquier a las gentes.  Mientras,  todos se fijaban  en el  jabalí, que  portaba en la grupa de su caballo uno de los sirvientes.

        El Rey Sancho, con la impaciencia de un padre, bajó presuroso al patio de armas. Antes dio la noticia de la llegada a su esposa y madre de García,  con la ventura que requería el retorno de su primogénito,  a quien  lo recibieron   con júbilo en el seno de la Corte, . Se organizó aquella noche una gran fiesta, a la que asistieron trovadores, bufones y saltimbanquis. Y así, el mercado de aquel jueves transcurrió desde gran animación popular, ante la celebración dictada por el Rey.

        Comenzó esta con una copiosa cena cuyo plato central era el asado de jabalí, Aderezado con verduras y tubérculos, que ofertaba  la huerta. También con hierbas aromáticas, de espliego y tomillo. Antes, perdices guisadas, capones y palomas. Trucha y zarpeños del Najerilla. Todo  bien regado, con los buenos vinos de las bodegas del Rey, elaborados después de la vendimia de sus viñedos, situados en términos de la Ciudad de su corte y los  límites  de Valpierre,  Cordovín y Cárdenas.

        El cultivo de la vid, era extraordinariamente apreciado en aquel tiempo. Hasta el punto que el Rey en el Fuero otorgado a la Ciudad de su corte, dictó cláusulas especiales a esta actividad. Significando que las vendimias debían comenzar por los viñedos de su propiedad. Otorgando a los súbditos el privilegio de poder construir lagares, sin cortapisa ni prohibición alguna. Esta cobertura de la realeza promocionó en la Tierra Najerense toda una primicia y apoyo en la actividad de la producción vinícola. Con tal éxito y pujanza que se plantaron viñedos profusamente en todos los confines de la ciudad-corte. Los peregrinos a Compostela, las fiestas de los grandes Señores y clérigos, demandaban el extraordinario vino cosechado. Aquella que se organizó con motivo de celebrar la caza del jabalí, significaba que le daban al príncipe la mayoría de edad y que muy pronto el Rey le confiaría asuntos de responsabilidad en el gobierno de sus estados. Así lo comprendieron todos los presentes en  la cena. Mirando a García, con respeto a la inmediata autoridad que habría de ejercer  infanzones, magnates y clérigos

        Altos nobles y prelados se sumaron a la tácita y eminente voluntad del rey considerando a García heredero virtual del Imperio.

        Sin embargo, había algunos cortesanos, que por gozar de la confianza y favores del Rey, no vieron con buenos ojos el muy próximo cambio que se iba a producir. Consideraban al príncipe inmaduro para el gobierno, arrebatado y caprichoso de carácter y con más aficiones para la diversión que cordura para estudiar problemas y emitir correctas decisiones.

        Se encontraban aquellos cortesanos demasiado cómodos en confianza  y poder. Uno de estos, era Pedro Sesé responsable de las caballerizas reales. Otro, el conde Fortuniones, cuya coqueta esposa llamada Velasquita hacía de proxeneta en el Real Alcazar, proporcionando placeres carnales a los forasteros que llegaban invitados por el Rey, así como a este mismo, a sus nobles, incluso a disolutos clérigos. Disponía de doncellas y damas  que simulando ser servidoras de  palacio, se prestaban a ciertos favores, altamente estimados por la parroquia. El tercero en temer que el cambio de dueño en la Corte iba a minar sus intereses era Domingo, que ejercía de limosnero del reino y se le quedaban entre las uñas, dineros fáciles.

        Este nido de tres diablos sabía bien que los predilectos del príncipe García en confianza eran, el noble Matius, el virtuoso prelado Fermintius y su leal amigo. Daniel, halconero de palacio.

        El Rey Sancho, a los postres de la copiosa cena, hizo un gesto ordenando silencio a los presentes, para dirigirles unas palabras. Dijo:

        -Mi hijo y primogénito el príncipe García, ejercerá como  regente del gobierno de mis dominios, mientras yo esté ausente de la Corte. Será obedecido en cuanto mandase. Que esta mi voluntad, quede  escrita, para su exacto cumplimiento-.  Prosiguió su dictado diciendo:

        -Partiré mañana al  alba y estaré varios meses recorriendo mis estados y sus provincias, con el fin de organizar en una acción de conjunto, todas las posibilidades y fuerzas de la Cristiandad hispana para hacer frente a la morisma. El Emirato cordobés se ha fragmentado y es el momento de negociar nuevos territorios, hasta conseguir para este reino la Extremadura del río Duero.

        En este tiempo de mi ausencia, hijo mío, siguió el Rey hablando, a la vez que tomaba por el hombro a García, deberás instruirte atesorando nuevos conocimientos que te servirán en el futuro, para llevar con acierto las riendas del reino cuando lo heredes.

        He ordenado a mi consejo que se forme una curia de entre los más cabales y sabios hombres de la  Corte, para que impartan sus enseñanzas  a tu alteza real. Vigilaré esa educación, acorde con los proyectos de la Monarquía heredada de mis mayores.

        Mis servicios a ésta, están  enmarcados en un proyecto ambicioso, construir una sólida nación  de afanes comunes de mis Estados conectando con la cultura que nos transmite Europa.

        Mi viaje tendrá  muchos escollos y penalidades. Trataré de  que los trámites diplomáticos, sean eficaces a mi política de unificación. Tomó  a su esposa  por el talle y se retiró a sus aposentos. Al hacer esto, volvió de pronto la cabeza y ordenó: Que haya amnistía para presos y malhechores, hoy  es un día jubiloso para mí  y para vuestra reina.-

        Solo el conde Fortuniones, el limosnero del reino, y Pedro Sese disintieron de las voluntades y alegrías del rey. Se unieron como una piña, frustrados y con mal humor. A la reunión se sumó la coqueta Velasquita a quien su esposo Fortuniones hizo una específica seña de que se acercara al Príncipe García. La seña, contenía un mensaje tácito y por supuesto de malvado contenido.

        Velasquita se acerco al Príncipe marcando su ligereza de mujer casquivana  haciendo cimbrear su cuerpo y definiendo su ebúrneo  y generoso busto. Abrazó a García  efusivamente, a la vez que susurró al oído del muchacho. -Hoy es un día jubiloso García, no debes privarte de nada. Acudiré a tus aposentos a media noche para enseñarte algunas normas de amar a las mujeres...-

        -Sois una mala zorra-, le dijo huyendo de ella. De la escena se percataron perfectamente los tres insidiosos personajes. Comprendieron que debían enfrentarse con otras tácticas y habilidades  para  recobrar su  influencia  cortesana.

 

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