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PRÓLOGO
LA FAMILIA ALBIA DE CASTRO
OBRE esta familia logroñesa, de origen vasco, facilita interesantes pormenores una ejecutoria de hidalguía, expedida por la Chancillería de Valladolid el día 19 de junio de 1573 a favor de Andrés Albia, veedor de las galeras de S. M.
Había éste solicitado, en 11 de mayo de 1568, que se obligase al Concejo logroñés a reconocerle los derechos que como hijosdalgo tenía, pero el representante del Municipio, Diego de Cascaxares, sostuvo que Albia era«hombre llano, pechero, hijo e nieto e descendiente de pecheros», aunque hacía algún tiempo que él y los suyos «con maña y formas yxquisitas que avian thenido y thenian se avian sustraydo de se juntar con los otros hombres buenos de la dicha ciudad e se avian juntado con el estado de los hijosdalgos en las juntas e ayuntamientos». Entre tales «mañas», pormenorizaba, estaba la de comprar y vender tierras en diversos lugares de la comarca, con el exclusivo objeto de avecindarse en ellos y empadronarse entre los hijosdalgo para alegar en su día esta circunstancia. El juez, apoyándose en estos informes, condenó al litigante a pechar en lo sucesivo en cualquier lugar donde habitase y se hiciese.
Pero D. Andrés no se conformó con esta sentencia y al apelar hizo valer su progenie vizcaína, que corroboraron numerosos testigos de Bilbao y Abando, los cuales explicaron como un Sancho Sanz de Albia, señor de la casa y solar de Albia, sita en el valle del mismo nombre en la anteiglesia de Abando (solar que dependía por línea recta de varón del de Basurto, de la misma anteiglesia, que solía tener el mismo poseedor que aquél), fué padre de Martín Sanz de Albia y éste a su vez de Alonso de Albia, en cuyos días se vendió el solar al comendador Arana, vecino de Abando. El primogénito de Alonso, llamado Hernando de Albia, trasladó su residencia a Logroño, patria del Andrés que nos ocupa. También aludieron a los enterramientos que los Albia tenían en la iglesia de San Vicente de Abando, junto a los Basurto, indicando que en sus casas no había esculpido ningún escudo de armas. Sin embargo, en la primera página de la ejecutoria de referencia, figura dibujado el escudo de los Albia tal como lo usó habitualmente esta familia: de oro, en puntas, con ondas de agua de azur y plata, de las que sale un tronco de árbol seco, con cuatro ramas sin hojas, con las puntas arqueadas hacia abajo y en cada una de ella una panela de sinople, otra en medio del tronco y otra en su punta.
Aparte de lo ya indicado, de D. Andrés Albia de Castro, sabemos también que fue Secretario del Consejo de Guerra en tiempo de Felipe II, cargo que le brindó ocasión de agradecer a la ciudad de Logroño el auxilio que prestó a los heridos de la Armada Invencible (1). De su relieve social da idea el hecho de que fray Juan de los Angeles le dedicase su famosa obra Triunfos del amor de Dios desde el convento de San Diego de Sevilla a 20 de julio de 1589. aunque sólo le conocía por las referencias de uno de sus superiores, que le había rogado hiciese tal cosa (2).
Hacia 1566 contrajo matrimonio en Logroño con Isabel de Castro y de este enlace nacieron tres hijos, llamados Jerónima, Hernando o Fernando y Andrés. Jerónima de Albia, bautizada el 9 de octubre de 1568 en la parroquia de Santiago, fué esposa de Francisco de Barrionuevo o Barnuevo y madre de Hernando y Francisco de Barrionuevo (3). Andrés de Albia, bautizado en la misma parroquia el 4 de mayo de 1577, siguió la carrera sacerdotal y llegó a arcediano de Cornago, canónigo de su iglesia e inquisidor de Logroño.
D. Andrés otorgó testamento en Madrid, a 30 de Julio de 1591, Y en él instituía un mayorazgo que no tardó en pasar a los descendientes de su hija; pero en 1754, por falta de sucesión, quedó en poder del Ayuntamiento logroñés, que en 1802 le cedió al Seminario (4). Ordenaba también que, de fallecer en Madrid, se depositase su cuerpo durante un año en el convento de Carmelitas descalzos y luego se llevase a Logroño, para enterrarle junto a sus padres en la Capilla de la Encarnación del Convento de San Francisco (5).
NOTAS
(1) En el Archivo Municipal de Logroño (caja 8, docs. 2 y 3), se conservan las dos cartas siguientes:
«El Rey.=Concejo, Justicia, Regidores, cauaIleros, escuderos, oficiales y hombres buenos de la Noble ciudad de logroño. Por la vra. de diez y nueve del passado y la Relacion que con ella venia se a entendido el mucho cuydado conque acudistes a proveer las cossas que en ellas se acussan para los ospitales y enfermos dellos que ay de la gente de nra. armada real en la villa de sanctander y en ello se hecha bien de ver el amor y zelo que teneis a las cossas de mi seruicio y este lo he tenido en mucho por ser el negocio tan piadosso, doy os muchas gracias por ello asegurando os que en las cosas que se os ofrescieren se tendrá la quenta que es razon. Del Pardo A siete de noui[embre] 1588.=Yo el Rey (rubricado).=Por mandato del Rey nro, señor.=Andrés de Alua (rubricado).
«Por lo que su magestad escriue entenderá V. S.a en lo que a estimado el socorro y regalo que V. S.a. a hecho a los soldados enfermos de su Real armada yo como hijo de V. S.a e gozado mas particularmente de las gracias que su magestad y estos s[eñoresl dan a V. S.a por el cuydado y breuedad con que acudio a tanta necesidad que es en 10 que se ha hechado bien de veer el zelo y amor con que imitando a sus pasados acude V. S.a al seruicio de su magestad en cuyo nombre y destos s[eñores] del Consejo y por mi parte doy a V. S.a muchas gracias por lo que en esto a hecho certificandole que a sido muy notado y considerado el veer que con tan pocas fuerzas ha querido ygualar y pasar a otras ciudades que las tiene mayores y como la obra a sido tan pia y del seruicio de dios a sido muy justo q[ue] V. S.a lo haga assi dexando lo que es profano a los que atienden a solo esto. Y quando entendiere que combendrá que V. S.a sirua a su magestad en semejantes cossas tendré particular cuydado de avisar a V. S.a porque en esto me parece la siruo y cumplo con mi obligacion. Nro. señor guarde a V. S.a y la acreciente en su felize estado como todos deseamos. De madrid 9 de nouiembre de 1588.=Andres de Alua (rubricado)
(2) Puede leerse esta dedicatoria en la edición de sus Obras místicas que forma parte de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles, vol. XX. (Madrid, 1912, pág. 2).
En una carta de Andrés de Albia (hijo), escrita en 29 de noviembre de 1640, o sea muy poco antes de su muerte, puede leerse esta referencia bastante inexacta al asunto:
«El año de 590 vno más o menos imprimio en Medina un fraile fran[ciscanol descalzo de los de S. Beruardino un libro que intituló Triunphos del amor de Dios y le dedicó a mi padre. Vile en poder del Dor. Navarrete y se me a desaparecido sin q[ue] le pueda hallar deseole cariñosamente por más de una raçon el nombre del fraile no sé, tal de S[anta] María o de Jhs. creo es. El titulo es cierto. Por vida de vm., sobríno, q[ue] q[uando] pasare sin tener q[ue] hacer por alguna librería aunq[ue] sea de libros biejos pregunte a ver si halla alguna luz y abiendola me la compre q[ue] le estimaré sumam[ente].»
(Archivo Municipal de Logroño).
(3) El extracto de las pruebas de limpieza de sangre del caballero de Santiago Francisco de Barrionuevo y Albia, nieto de Jerónima, puede verse en Nobiliario Riojano, n.o 9, (Berceo, II, págs. 308-9).
(4) Sobre la aplicación del mayorazgo pueden hallarse noticias más detalladas en la documentada Historia del Seminario Viejo de Logroño, por D. Fernando Bujanda.
(5) El testamento se conservaba en 1752 en la contaduría de la parroquia de Santiago. Poseía una copia, que consultamos, nuestro buen amigo el cronista de la Rioja D. Pedro González (q. e. p. d.).
Figuran en él como albaceas D. Antonío de Guevara, consejero de Hacienda, D. Jorge Manríque, el contador Juan de Gamboa, Francisco de Tobalina, vecino de Logroño, y Bernabé de Pedroso.
DON FERNANDO ALBIA DE CASTRO
L segundo hijo de D. Andrés, Hernando o Fernando Albia de Castro, recibió las aguas bautismales en la parroquia logroñesa de Santiago el día 25 de agosto de 1572 (1). Niño aún, según declara en la dedicatoria del Memorial, marchó a Salamanca, donde cursó estudios, sin duda con aplicación y provecho. En 1616, con cuarenta y cuatro años de edad, se encontraba ya en Lisboa desempeñando los cargos de Veedor general de la Real Armada y Ejército del Mar Océano y de la gente de guerra y galeras del Reino de Portugal.
En la capital portuguesa, entonces ciudad española, transcurrió la mayor parte de su vida, y sus quehaceres de intendente militar, análogos a los de su padre, le debieron de proporcionar graves y continuos quehaceres en aquellos años en que la Marina española empezaba a encontrar en los mares rivales poderosos y tenía que someterse a profundas reformas para conjurar los nuevos peligros (1). El empleo también le deparaba ocasión de dar salida a determinados productos del campo riojano y en el Archivo Municipal logroñés se conserva un legajo de cartas, puramente comerciales, que acreditan cómo en los almacenes del buen Veedor nunca escaseaba el pimentón ni otros artículos de su tierra.
Aparte de las naturales relaciones con militares y marinos (2), Albia mantuvo otras muy cordiales con varios escritores contemporáneos. En primer lugar, fué buen amigo de su paisano Francisco López de Zárate, poeta tan estimado entonces como olvidado después, pero hoy en plena revalorización (3). Una carta de pésame nos ha descubierto cómo protegía al novelista Céspedes y Meneses, cuando éste residía, a causa de un destierro, en Lisboa (4). y otra misiva, impresa años después, acredita su amistad con Alonso de AIcalá y Herrera, y el asombro que le producían aquellos sus ingeniosos alardes de componer novelas sin hacer uso de una determinada letra vocal (5).
Los valiosos servicios que, sin duda, prestó a la Corona fueron recompensados con un hábito de la Orden de Calatrava; la pérdida de las correspondientes pruebas nos ha privado de una útil fuente de información sobre su biografía.
Los acontecimientos se encargaron de que el historiador tuviese, en sus últimos años, preocupaciones nuevas y bien diferentes. La ciudad que un día recibió jubilosamente a Felipe III (6), acabó alzándose en armas contra su hijo y sucesor y la gran obra de la unidad peninsular se frustró lamentable y torpemente. En las horas difíciles, D. Hernando, que tanto tenía escrito sobre el deber y la lealtad, supo practicar lo que había predicado, y por ello, cuando los insurrectos se apoderaron de la población se apresuraron a detenerle en su domicilio, trasladándole al Castillo después de la llegada del Duque de Braganza. Más tarde, cuando el nuevo régimen se afianzaba a fuerza de terror, se le trasladó nuevamente, esta vez a Palmela, localidad sita a seis leguas de Lisboa (7). No se conoce ninguna otra noticia posterior acerca de este anciano de sesenta y cinco años, pues no consta que figurase entre los que se beneficiaron del pasaporte general concedido a los castellanos para salir de Portugal. En este episodio, tan honroso, de la persecución padecida por su lealtad a un Monarca poco digno de ella, acaba pues lo que sabemos de su vida (8).
NOTAS
(1) La partida correspondiente dice así:
«hernando.† A 25 de Agosto 1572 baptize a hernando hijo de Andres de Aluia y de ysabel de Castro fuero[n] sus padrinos fran[cís]co heliba y Doña Aldo[n]za de leon.=In fide: Bernardino Alfaro cura». Posteriormente se intercaló la palabra «doña» delante del nombre de la madre.
(Archivo de la Parroquia de Santiago. Libro II de Bautismos, fol. 49).
(1) V. los tomos III y IV de Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, por C. Fernández Duro. Madrid. Sucs. de Rivadeneyra, 1897-1898.
(2) Por ejemplo, en las Relaciones del viaje que por orden de S. M. hicieron los capitanes Bartolomé Garcia de Nodal y Gonzalo de Nodal al descubrimiento del estrecho nuevo de San Vicente, Madrid, 1621, se cuenta cómo Bartolomé tuvo que trasladarse a Lisboa, por orden del Consejo de Indias, para ponerse en contacto con Albia, que se encargó del apreso y aprovisionamiento de los navíos, los cuales zarparon el 27 de noviembre de 1618.
(3) En los seis últimos años se han publicado sus Obras varias y su comedia La galeota reforzada, ha merecido varios artículos en las columnas de Berceo y, sobre todo, sirvió de tema a la notable tesis doctoral de José Maria Lope Toledo, cuya impresión deseamos no se retarde.
(4) El destinario de la carta parece que era D. Francisco de Barrionuevo y el difunto su hermano Fernando, si bien hay que tener en cuenta que éste contaba a la sazón cuarenta y cuatro años de edad y Céspedes habla de un caballero mozo.
La misiva dice así:
«Saue dios s[eñor] don fr[ancisco] quánto me llega al alma q[ue] el traerle a Vm. a la memoria n[uest]ra antigua amistad, despues de tantos días sea para ayudarle a consolar y a llorar juntame[n]te la muerte del s[eñor] don ferna[n]do su hermano de Vm. q[ue] esté en el cielo. Tres años a q[ue] biuo en este Reyno peregrinando mis destierros, si bien muy fauorecido y amparado de su tia de Vm. el s[eñor] don fer[nando] y assi me hallé presente, como a los ultimos abraços, a los alegres y primeros con q[ue] regocijado abrá 16 días q[ue] reciuió al difunto y consiguiente mente al agassajo lucimiento y galas que ya le auía dispuesto para su embarcación pero antes permitió dios que aquellas se trocassen en mortajas para el uno y en luto y muchas lágrimas p[ara] el otro. Y con tan tierno sentimiento, porque además del parentesco se auía pagado el s[eñor] don fernando sumame[n]te de las amables partes de su: hermano de Vm. q[ue] los q[ue] están más lejos y no lo ben pueden tenerle lástima y los que de cerca le asistimos mucho temor a su salud. Aunq[ue] tambien estoy seguro de que le a consolado grandemente, y así a de hacer a Vm. el consíderar q[ue] auiendo dios sacado al s[eñor] don fernando de aquel con[n]fuso caos de la corte de sus incomodidades yestrecheças y suspendido su dolencia cien leguas de camino. Pues fué m[erce]d particular del cielo q[ue] esta no le cojiesse en la desesperación y desamparo de una uenta, u aldea; fuesse para traerle adonde no es encarecim[iento], ni el Rey n[uest]ro s[eñor] pudiera ser más bien curado más regalado y asistido. Más quien supiere como Vm, la naturaleça urbanidad y cumplim[iento] q[ue] aun con los muy estraños usa ordinariamente su tia de Vm. no se le harán nuebos tales estremos y fineças.
A esta ígualdad correspondieron las honrras de su entierro pocas ueces visto su semejante en este Reyno, por su grandeça y aparato como ni muerte de cauallero moço tan enbidiada ni sentida. Ayer biernes a 2 del mes de octubre passó de aquesta uida tan resignado en la diuina boluntad y con ta[n] singular tranquilidad de espíritu y quietud de sus actiones q[ue] más juzgamos los presentes que se entregaua a u[n] blando sueño q[ue] al eterno descanso como esperamos q[ue] será este. Su[lico] a Vm. tenga por ultimo consuelo como a mi justo sentim[iento] y antigua boluntad por ocassión para mandarme en muchas cossas de su gusto. N[uest]ro s[eñor] me g[uarde] a Vm. como puede y desseo. Octubre 3 1626.
Don G.o de Cespedes y Meneses.»
Hay una nota que dice: «Lisboa 3 de 8 de 626. D. Gonzalo de Zespedes y Meneses.=Auisa de la muerte de mi her[mano] y su entierro.»
(Archivo Municipal de Logroño, leg. 12-18).
(5) En los preliminares de Varios effetos de amor en cinco novelas exemplares, y nuevo artificio de escreuir prosas, y versos sin vna de las cinco letras vocales, excluyendo vocal diferente en cada Novela ... , por Alonso de Alcalá y Herrera, Lisboa, Francisco Villela, 1671, se inserta una «Copia de una carta de Don Fernando Alvia de Castro, Cavallero de la Orden de Calatrava; Veedor general que fué de gente de guerra del Reyno de Portugal».
En esta carta, fechada en Lisboa el 22 de agosto de 1640, dice Albia:
«Un amigo me dixo algo de las cinco Novelas, que V. M. escrevía sin una Vocal en cada una, y aunque me prometía mucho de V. M. por lo que le conosco; parecióme a si no impossible al entendimiento humano, al menos muy difficuItoso el buen cumplimiento delIo, y que quando no le tuviera con la perfecion, que ha salido, el aver sido V. M. el primero que intento cosa tan rara, merecía mucha estima, y assi desee grandemente verlas, por lo que en un tiempo apetecí estudios, y letras (tiempo bien gastado, aunque a ratos desluzido). V. M. me lIenó este desseo colmadamente, haciendome merced embiarmelas ... »
Confiesa que sólo leyó hasta la cuarta y que no pudo finalizarlas «por los embaraços grandes que tenido estos días». Y concluye: "Yo como Castellano viejo, y viejo, doy gracias a V. M. por todo esto, y por la buena enseñança que nos ha dado.»
(6) En los relatos de aquelIos festejos no aparece mencionado Albia, a pesar de la gran intervención que la Marina tuvo en ellos. (V. por ejemplo la Certissima relacion de la entrada que hizo sv Magestad y sus Altezas en Lisboa, por Jacinto de Aguilar y Prado, Lisboa, 1619 o Fiestas reales de Lisboa, por Francisco de Arce, impreso en la misma ciudad y año).
(7) En la Historia del levantamiento de Portugal, por Fr. Antonio Seyner, Zaragoza, Pedro Lanaja, 1644, debida a uno de los testigos presenciales del acontecimiento, al tratar de las primeras detenciones efectuadas por los insurrectos en Lisboa, se dice:
«Prendieron al Presidente de Hazienda, Tomas Dybio Calderon, del Consejo de Guerra. A Don Fernando de Albia, Veedor general de Armadas, y al Pagador general. Todos estos estuvieron en sus casas presos con guardas hasta que llegó el Duque». (Pág. 88).
Tras el arribo y la proclamación de éste, «lleuaronlos al Castillo, tanto por assegurarse más de alguna fuga, quanto por ahorrar de Soldados que se ocupauan en guardarlos en sus casas». (Pág. 105).
Y al ocuparse de los traslados, indica: «a D. Fernando de Albia (cauallero mui viejo) le lleuaron a Palmela seis leguas de Lisboa». (Pág. 202).
En las obras portuguesas sobre el comienzo de la Restauraçao que hemos podido manejar no existen referencias a Albia de Castro, lo que resulta extraño cuando se trata de monografías tan detalladas como la de Gastao de Melo de Matos. A rendiçao das guarniçoes castelhanas em 1640, aparecida en el tomo VI de los Anais de la Academia Portuguesa de la Historia. (Lisboa, 1942).
(8) Unicamente José Almirante, en su Biblioteca militar de España (Madrid, 1876, pág. 20) indica que Albia falleció en Lisboa en 1653.
SUS OBRAS
AS obras impresas de Albia de Castro que se conocen son las siguientes:
1. Verdadera razón de Estado. Discvrso político. Lisboa. Pedro Craesbeeck. 1616. 3 + 7I hs. (1).
Es una colección de discursos políticos y militares sobre diversos lugares de la Sagrada Escritura, que dedicó al Capitán General de Portugal D. Antonio de Zúñiga. Trata del -concepto cristiano del Estado y en su última parte enumera las apariciones celestiales en el curso de batallas que registra la Historia de Espafia (2).2. Aphorismos y exemplos políticos y militares. Sacados de la primera década de Iuan de Barros. Lisboa. Craesbeeck. 1621. 13 hs.+ 97 fols. (3).
Es una colección de máximas y sentencias extraídas de la obra del gran historiador luso: «: Me ha parecido sacar la sustancia della por el Alambique de essos aphorismos, y exemplos políticos y militares». Su finalidad es exaltar las glorias portuguesas, y entre los ejemplos seleccionados abundan los de tema histórico español. La dedicó al duque de Francavila, hijo de Ruy Gómez de Silva, que era virrey de Portugal a la sazón.
3. Observaciones de Estado, y de Historia sobre la vida y servidos del Señor de Villeroy. Lisboa. Gallico Petri Mattei. 1621. 16°.
Solo conocida por la referencia de Nicolás Antonio (4).
4. Panegirico genealogico y moral del excelentmo. dvque de Barcelos. Lisboa. Craesbeeck. 1628 3 + 68 hs. (5).
Es un tratado genealógico destinado a ensalzar el linaje del citado Duque, cuyo parentesco con las principales familias, incluso reales, de Portugal y Castilla se pone de relieve, rectificando cuando es preciso para ello textos de Argote de Molina y otros autores.
5. Memorial y discurso político ... 1633.
De esta obra, que es la que nos ocupa, trataremos detenidamente más adelante.
6. Pedaços primeros de vn discvrso largo en las cosas de Alemania, España, Francia. En forma de Epitome. Contienen Católico Verdadero de España. Engaños de Francia, y desengaños. Lisboa. Lorenzo Craesbeeck. 1635. 35 hs. 4·°·
Citada por Gallardo (6).
NOTAS
(1) Existen ejemplares en la Biblioteca Nacional: R - 6.735, Ateneo de Madrid; D - 5.126, Universidad de Valencia: 1 -1.193 Y British Museum de Londres: 8.008 aaa.
(2) Sobre esta obra ha escrito Miguel Herrero-Garcia:
«Aportando una prueba más de la unidad espiritual de todas las gentes de la Península Ibérica, dió a la estampa el año 1616 el portugués don Fernando Alvia de Castro un Discurso Politico con el título de Verdadera Razón de Estado. Esta vez no era un hombre de toga ni de cogulla el que disertaba de politica. Era un «Proveedor de la Real Armada y Ejército del Mar Oceano y del Agente de Guerra y Galeras del Reino de Portugal». El padre del autor, Andrés de Alvia, murió siendo Secretario del Consejo de guerra; el hijo debía reflejar en su libro el pensamiento político de dos reinados. Las ocupaciones tan prosaicas de la intendencia militar no eran óbice al buen Proveedor para continuar los estudios político-morales, ni dejar de mostrarse identificado con las doctrinas de Rivadeneyra y de Márquez, a quienes nominalmente cita, entre la baraunda de autores de textos clásicos de segunda o de tercera mano ... » Después de señalar cómo Albia reduce casi toda la Política a objetivos. religiosos y se muestra adversario de Maquiavelo, señala:
«Con ser esta una obrecilla de escaso mérito, no dejó de tener su influencia en la obra de Juan de Salazar. Algunas de sus anécdotas históricas pasaron integras a la Política Española, gracias a la excelente memoria que el benedictino riojano guardaba de sus lecturas.» (Fray Juan de Salazar. Política Española. Edición, estudio preliminar y notas de Miguel Herrero-García. Madrid. Instituto de Estudios Políticos. 1945. Págs. XVIII-XIX).
Aunque sea triste tener que anular una prueba en pro de la unidad espiritual ibérica, conviene recordar que Albia no era portugués, sino de Logroño, lo cual explica claramente las relaciones con su paisano Fr. Juan de Salazar. En este mismo Discurso, consta la naturaleza del autor:
«Ay en la ciudad de Logroño, patria mia, una imagen muy grande de señor Santiago, en una iglesia de su apellido». (Fol. 28v).
Sobre las fuentes, ideario y contenido de esta obra, puede verse El problema de la «Razón de Estado» en Albia de Castro, por Luis Simón Diaz. (En Berceo, IlI, 1948, págs. 483-88).
(3) Hay ejemplares en la Biblioteca Nacional: 3-59.658, Universidad de Oviedo: A - 246 y British Museum de Londres: 521. f. 7.
(4) Bibliotheca Hispana Nova, I, Madrid, Ibarra, 1783, págs. 367-68.
(5) Ejemplares en la Biblioteca Nacional: 2 ~ 48.374, Vaticana de Roma: Barberini, Z~IX~84, y British Museum de Londres: 276, h. 39. Según la Grande Enciclopédica Portuguesa e Brasileira (II, 234) el original, que fué ofrecido al Duque, se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Coimbra (ms. 411) y lleva el título de Discurso genealógico del Senhor Conde de Barcellos.
(6) En el Ensayo de una Biblioteca española de libros raros y curiosos, I, col. 190.
EL «MEMORIAL POR LOGROÑO»
A obra más notable de Albia de Castro es la que se titula: e Memorial y discvrso político por la mvy noble y muy leal civdad de Logroño En prveba y calificación de su justicia, para que tenga effecto la merced que el Rey Don luan el Segundo le hizo año de 1444 de voto en Cortes en las de Castilla». La imprimió en Lisboa Lorenzo Craesbeeck en el año de 1633 y consta de nueve hojas de preliminares, más ciento cuarenta páginas numeradas y una hoja plegada con un grabado que reproduce la aguja de la iglesia logroñesa de Palacio (1).
Por su finalidad inmediata, reflejada en el título, el libro venía a ser uno de tantos alegatos histórico -jurídicos como se componían por entonces en defensa de los. supuestos derechos de personas, instituciones o localidades. Desde este punto de vista, el escrito, aunque convincente, no tuvo éxito, como lo demuestra el que treinta y cuatro años después siguiese el Concejo logroñés gestionando la efectividad del privilegio del Voto en Cortes que concediera Juan II a la Ciudad (2).
Sin embargo, el Memorial, contra lo acostumbrado, daba mucho más de lo que ofrecía y por su amplitud, su erudición y su seriedad fué considerado desde que apareció como una auténtica historia local. La falta de obras análogas fue aumentando progresivamente su valor.
Como tal historia local, su salida no constituyó un hecho casual ni esporádico; podría decirse incluso que era obligada. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, las ciudades españolas comenzaron a tener conciencia de su rango, a transformarse en sujetos históricos. Había sonado la hora de que cada una exhibiese orgullosamente sus antiguedades, excelencias y nobleza. Con la lenta, pero inexorable marcha con que siempre se propagaron por el solar español los fenómenos culturales auténticos, fue floreciendo esta corriente a la que Logroño se incorporó cuando ya lo habían hecho muchos, pero también antes de que poblaciones más importantes hubiesen hallado su cronista (3).
Muy semejantes a sus congéneres en la desmesurada apología, el excesivo lastre erudito y el uso de fuentes apócrifas, el libro de Albia se diferencia, no obstante, de los demás por haber sido compuesto lejos de la ciudad a que se refiere y sin la utilización directa de las fuentes documentales. Esta última falta, que pudo originar graves consecuencias, está compensada por el acopio de datos tomados de textos impresos, que denota la cercanía de una biblioteca bien provista de libros históricos españoles, y por la reproducción íntegra de los documentos fundamentales, de que se procuró copias. Además, la lejanía presta singular emoción a las contadas evocaciones de índole subjetiva, y facilita una certera visión de la sociedad coetánea, originando la omisión de todos aquellos datos personales y genealógicos que recargan los textos semejantes y limitando la mención y el elogio a los dos auténticos valores del momento, los destinados a sobrevivir en el recuerdo: el pintor Navarrete el Mudo y el poeta López de Zárate.
Albia de Castro conocía bien sus clásicos y tenía la idea de que ninguna tesis quedaba demostrada, si no se ilustraba con algunos ejemplos de la historia greco-latina. Tácito y Tito Livio son, posiblemente, las autoridades predilectas. Los cronistas españoles de los dos últimos siglos le facilitaban, cuando era preciso, los ejemplos nacionales.
La dilatada estancia en tierras portuguesas apenas deja huellas visibles en el lenguaje. En cambio, alguna que otra vez se incurre en el uso deliberado de vocablos o giros riojanos: « Yo como Logroñés y a lo casero, añado lo siguiente ... ) (Folio 20), « el mojón (habló a lo de Castilla) ... ) (Folio 26). Frente a estos alardes de naturalidad, la cargazón erudita, resta amenidad al cálido y sencillo relato.
En los preliminares del Memorial figuran varias aprobaciones en lengua portuguesa y una en castellano, firmada por fray Ayres Correa, que afirma que el autor « para las letras es un prudente soldado y para las armas un soldado político». Vienen después nada menos que veintidós poesías laudatorias, la primera de las cuales se debe al famoso escritor D, Luis de UlIoa y Pereira, corregidor entonces de Logroño (4). Después, un bello poema de López de Zárate expone y compendia en verso todos aquellos errores fabulosos admitidos y expuestos por el autor (5), Y vienen después sonetos y más sonetos, atribuidos a las más destacadas figuras logroñesas de la época: prudente es suponer que no todos eran poetas, pero también admitir que existía allí un grupo de personas cultas, aficionadas a versificar (6). De esta colección de versos de circunstancias, merece destacarse por su graciosa ingenuidad el soneto escrito « por índice» por doña Francisca de Barnuevo Albia, sobrina del autor.
En la Dedicatoria indica Albia que desde veinte y seis años antes no había vuelto a su ciudad natal. Con arreglo a lo que entonces se consideraba natural y metódico, su tratado comienza remontándose nada menos que a la división primera del mundo, pasando luego a ocuparse de Europa y de España, para llegar al fin a las antiguas poblaciones que se suponía radicaron en el solar de la actual, como Cantabria y Juliobriga. Lo tocante a estos puntos, así como cuanto se refiere a la estancia del apóstol Santiago, nombramiento del obispo Arcadio y creación de la Orden santiaguista carece de fundamento, pues procede casi totalmente de los falsos Cronicones, en especial de Dextro. Resulta de aquí que más de la mitad del Memorial ha de tenerse como inadmisible y que sólo puede interesar como testimonio de las falsedades que se tuvieron por artículos de fe hasta época muy reciente.
El libro de Albia tardó casi tres años en llegar oficialmente a Logroño, pues fué el día 14 de enero de 1636 cuando don Andrés de Albia, en representación de su hermano, hizo entrega al Concejo de un ejemplar bien encuadernado y de otros cien de los corrientes, acordándose depositar el primero en el Archivo y repartir los restantes entre las autoridades y « personas lustrosas» de la Ciudad (7).
Pasaron dos siglos, y la falta de monografías históricas sobre su pasado hizo que llegase a considerarse necesaria la reimpresión del Memorial. En el mes de mayo de 1843 se repartió un prospecto anunciándola, del que merecen reproducirse los siguientes párrafos: .
«.... Apenas se encuentran ya en el día ejemplares de ese curioso panegírico; único documento, a excepción de los que puedan existir sepultados en los archivos del Ayuntamiento e Iglesias de la Ciudad, en que se recopilaron sucintamente muy curiosas noticias sobre la antigüedad, proezas, carácter y otros antecedentes históricos de los Logroñeses.
El estilo, y aun algunas de las máximas de esta obra, no hay duda que se resienten del gusto e ideas dominantes de la época en que se escribió. Pero lejos de ser estas circunstancias capaces de conciliarle el desprecio de la generación actual, deben por el contrario servir de aumento a su estima; porque de ellas, no es el estudio de nuestro genio ni de nuestros preceptos, si no de la conciencia y genio de nuestros antepasados el fin útil que debemos deducir. Lo cierto que los Riojanos, entusiastas por su país y amantes de él más que ningún otro del suyo, han buscado siempre y leído con afán el MEMORIAL DE LOGROÑO conservado en muy rara biblioteca; siendo de presumir por lo mismo, que la reimpresión que boy a hacer de él merezca la aprobación de mis paisanos y sea recibida por ellos como un servicio especial para el país. Irá aumentada con un apéndice descriptivo de la Provincia de Rioja, varias curiosidades relativas a la Ciudad de Calahorra, una noticia de los antiguos prelados del Obispado, y otra de los Príncipes que han dominado esta privilegiada comarca desde la invasión de los Moros hasta que definitivamente quedó por la Corona de Castilla ... » (8) La obra salió, en efecto, aunque modestamente y sin ninguno de los aumentos prometidos. La tirada hubo de ser limitadísima, porque, como ya se ha indicado, los ejemplares de esta segunda ,edición son aún más difíciles de hallar que los de la primera.
NOTAS
(1) Hemos utilizado preferentemente el ejemplar conservado con la signatura R ~ 6735 en la Biblioteca Nacional de Madrid. El existente hoy en el Archivo Municipal de Logroño no es el entregado por el hermano del autor, sino uno de los corrientes.
Fuera de éstos, D. Pedro González, que durante tantos años persiguió y anotó cuanto tuviera alguna relación con la Rioja, sólo vió otro en la biblioteca de su amigo D. Eduardo Sáinz, de Zaragoza, y únicamente en dos ocasiones supo de alguno que estaba a la venta, por anuncios publicados en el Boletín bibliográfico de García Rico, en septiembre de 1908 y diciembre de 1910. La disminución del precio: 100 ptas. la primera vez y 75 la segunda, hace sospechar que se trataba del mismo que no había hallado comprador por el excesivo coste.
(2) El Corregidor don Pedro de Porras Maraber y Silva en la sesión del Ayuntamiento de fecha 22 de abril de 1667 reitera la idea de proponer que Logroño tenga voto en Cortes. Dice asi un fragmento del acta correspondiente a la fecha indicada:
«Este dia el señor Corregidor hizo relacion diciendo como en el tiempo que hauia asistido a la Ciudad en su Corregimiento y auer reconocido los grandes seru[ici]os q[ue) la Ciu[da]d hauia hecho a su M[a]g[esta]d asi en las guerras de ffrancia como en Cataluña y en las demas ocasiones que se hauian ofrecido adelantandose en esta p[ar]te a mas de lo que permitian sus fuerzas cuyos seru[ici]os se deuian representar a su M[a]g[esta]d y que tambien hauia reconocido en sus Capitulares El deseo que tenian de que en remuneracion dellos y de la m[e]r[ce]d del señor Rey Don Juan el segundo se le concediese a esta Ciudad el voto en Cortes siruiendo a su M[a]g[esta]d con la Can[tida]d que fuese justa y que respecto de que hauia cumplido su Regimiento y que hauia de ir a la Villa de Madrid a donde hauia de asistir muchos dias y porque en su asistencia deseaua asistir a la Ciu[da]d en todo lo que fuese de su seruic;io y mayor combenienc;ia y que asi la pedia si hera voluntad suya se tratase del d[ic]ho boto en Cortes lo confiriese y tratase y viere los Medios con que se hauia de pedir la d[ic]ha m[e]r[ce]d en que asistiria con todo desbelo y ciudado pues solo a esta ziu[da]d le faltaua esta circunstancia para ser de las Mayores del Reyno.=Y oyda la d[ic]ha proposicion por todos los d[ic]hos Capitulares vnanimes y conformes combinieron q[u]e se compre a su M[a]g[esta]d la m[e]r[ce]d del d[ic]ho voto en Cortes y que para proponer los medios y forma que ha de tener y para pedirla y lo demas q[u]e combenga y sea necesario para este efecto se citen a todos los Capitulares para el primer ayuntamiento para tomar resoluc;ion sobre este particular ... »
Registro de Ayuntamientos de los Años de 1665 a 1669. (Folios 124v.-125).
El dia 26 del mismo mes se celebra la sesión siguiente y en las actas se consigna:
« ...Este dia se dio comiss[i]on a los señores D. fran[cis]co barron y D. Pedro de Salazar D. Alonsso de Bustam[an]te y D. Ju[a]n Gonzalez Para que juntos con el señor Correx[id]or comfieran la forma que se ha de tener en la pretenssion que esta Ciu[da]d solizita de boto en cortes y de lo que rresoluieren y hazerca de este particular determinaren se de quenta a la Ciudad Para que prouea lo que mas combenga ... »
Idem (Fol. 126).
Al día siguiente -el 27 de abril- don Pedro de Porras hace qejación del cargo de Corregidor, sustituyéndole don José de Novar, Señor de Novar, Gentilhombre de boca de S. M. y ya no se vuelve en las actas a hablar de tal extremo.
(3) He aquí la marcha cronológica de la historiografia local, a través de algunas de sus obras más representativas:
1554: Toledo.-Pedro de Alcocer; 1587: Sevilla.-Alonso Morgado; 1606: Salamanca.-Gil González Dávila; 1607: Avila.-Luis Ariz¡ 1608: Granada.Francisco Bermúdez de Pedraza; 1610: Cádiz.-Juan Bta. Suárez de Salazar.1619: Huesca.- Francisco Diego Aynsa de Iriarte; 1621: Murcia.-Francisco Cascales; 1623: Madrid.-Gil González Dávila; 1627: Sevilla.-Pablo Espinosa de los Monteros; 1628: Jaén. - Bartolomé Jiménez Patón, Carmona. - Juan Salvador Bautista Arellano y Navarra.-Garcia Góngora y Torreblanca; 1629: Cuenca.-Juan Pablo Martir Rizo y Sevilla.-Francisco Morovelli de Puebla. y posteriores al Memorial, son entre otras: 1634: Sevilla.-Rodrigo Caro; 1635: Astorga.-Pedro de Junco; 1637: Segovia.-Diego de Colmenares; 1639;. Zaragoza.-Luis López; 1677: Sevilla.-Diego Ortiz de Zúñiga, etc.
(4) De la estancia de Ulloa Pereira en Logroño se han ocupado: Simón Díaz, José. Ulloa y Pereira, Corregidor de Logroño, en Aportación documental para la erudición española. Cuarta serie, Madrid, 1948, págs. 12-13 y Lope Toledo, José Maria, Don Luis de Ulloa Pereira, Corregidor de Logroño (1633--1637), en Revista Bibliográfica y Documental, IV, Madrid, 1950, págínas 31~59. El estudio de conjunto más completo y valioso sobre el poeta es la tesis doctoral de Josefina Garcia Aráez, Don Luis de Ulloa Pereira. Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 1953. 424 págs.
(5) Se incluyó después en las Obras varias de su autor, edición de 1651.
(6) Una documentada y primorosa exposición del alcance y modalidades de este grupo poético, puede hallarse en el artículo de José María Lope Toledo, La Poesía en Logroño en el Siglo de Oro, aparecido en Berceo, V, 1950, págs. 269~312.
(7) «Estte dia entró en este aiuntam[iento] el Sr. D. Andrés de Albia canonigo de santiago y en n[ombre] del S. don fer[nando] de albia su her[mano] caballero del abíto de ... [en blanco en el original] dio una carta y con ella un libro de quartilla con las armas de la ciu[ dad] dorado y otro 100 de impression q[ue] contienen las grandes bittorias desta ciu[dad] contra el ejerçito de françesses y su grau lealtad, noble\:a y antiguedad y otras cossas curiosas y memorables de q[ue] se le dieron las gracias y se mando dar rresp[uesta] a la carta y q[ue] por mano de los Señores don fran[cisco] barrón y [francisco de] laredo se entregue al Sr. don Andres y q[ue] el libro se ponga en el archivo y los demas de impress[ion] se rrepartan entre los caballeros rregidores y cabildos y Personas lustrosas de la çiu[dad] y se de otro al Pres[ente] S [ecretario]. =Don Luis de Ulloa (rubricado).=Fue Press[ente] Miguel F[ernández] de Pablo. (rubricado).»
(Archivo Municipal de Logroño. Libro de actas de 1634-1636).
(8) Y prosigue:
«Esta obra constará de un tomo, dividido en cuatro entregas de 48 páginas cada una, de papel, letra y tamaño igual al del prospecto¡ siendo el precio de cada entrega tres y medio rs. en Logroño y cuatro en los demas puntos, franco de porte, que se pagarán al tiempo de salir a luz la primera. Pero se advierte, que no tratando el reimpresor de lucrar en esta empresa, sino tan solo de hacer revivir un documento curioso que estaba en visperas de extinguirse; no procederá a su realización si no se reunen las suscriciones que basten para costear los indispensables gastos.
Los Señores que gusten suscribirse pueden pasar nota de su nombre y pueblo de su residencia a Logroño a la Libreria de Ruiz.»
Es una hoja de 19,5 X 14,3 cm. de la que se conserva un ejemplar en la Biblioteca de la Diputación Provincial de Logroño, el cual lleva unas notas autógrafas de don Pedro González en que consta que el tal prospecto fué reproducido además en el n.º 41 del Boletín Ofícial de la Província de Logroño del día 21 de mayo de 1843.
HISTORIOGRAFÍA DE LA HISTORIA DE LOGROÑO
EMOS indicado que gran parte del valor y del mérito del Memorial de Albia procede de la falta de monografías análogas y para demostrarlo bueno será recordar quienes fueron sus seguidores. Si prescindimos de las obras de objetivos más amplios, como la de Anguiano sobre la Rioja, para limitarnos a las dedicadas a la Historia de Logroño, tendremos que, fuera de un par de folletos que tratan del sitio de 1521, estas son:
1. El Logroño y sus alrededores, de Antero Gómez (1857), colección de artículos sin excesivas pretensiones, en que, a pesar del tiempo transcurrido, se repiten muchos de los errores de Albia. Responde al afán de la época de buscar lo (pintoresco) en los monumentos y recuerdos de la antigüedad, y el autor se nos aparece como un aspirante a Mesonero Romanos local (1).
2. El Logroño histórico, de Francisco Javier Gómez. (1893). Aunque de estructura parecida a la de su padre, está mejor escrita y documentada, inserta algunas láminas curiosas y facilita datos estadísticos de los años anteriores. Para su composición se tuvieron presentes algunos libros de actas y varios documentos; también es evidente el recuerdo de los libros sobre Bellezas y Monumentos, como el Madrazo, que tanto se leyeron por aquel tiempo y determinaron un mayor interés por los valores estéticos (2).
3. La Historia de Logroño, de Esteban Oca (1914), Es un pequeño compendio, de finalidad exclusivamente «popular», en que se prescindió de todo aquello que pudiera resultar complicado o poco ameno para el público medio. Sin embargo, el buen sentido crítico del autor le llevó a rectificar muchos de los errores admitidos por los Gómez (3).
4 Apuntes históricos de Logroño (1943) ... Esta «refundición) de la obra de Francisco Javier Gómez viene a ser una colección de artículos periodísticos, ilustrada con profusión de fotografías, que representa una nueva tentativa de divulgar los aspectos más conocidos de la historia local (4).
Y aquí acabaría todo, de no haber surgido en los últimos años, con el rigor indispensable y la nueva técnica, el Instituto de Estudios Riojanos, En las columnas de su revista Berceo han aparecido ya numerosos artículos que modifican radicalmente diversos capítulos de la historia logroñesa conocida; otros nuevos contribuirán también, sin duda, a que dentro de poco sea posible acometer la realización de una verdadera Historia de Logroño, tal como la Ciudad la merece y de la que el Memorial de Albia no será más que el fervoroso y bien intencionado preludio.
NOTAS
(1) Antero Gómez. Logroño y sus alrededores. Descripcion de los edificios principales, ruinas, muros y demás notable que la ciudad encierra. Logroño. Domingo Ruiz. 1857. 252 págs. + 1 h. En la Biblioteca Nacional: 1-3.745.
(2) Gómez, F. J. Logroño histórico. Descripción detallada de lo que un día fué y de cuanto notable ha acontecido en la ciudad desde remotos tiempos hasta nuestros días. Logroño« La Rioja». 1893. 735 + XLV páginas con láminas + 5 hs. + 1 plano. Dedicada a su querido primo Protasio. En la Biblioteca Nacional: B. A. G. - 609 .
(3) Oca y Merino, Esteban. Historia de Logroño. Logroño. Hijos de Merino. 1914. 94 págs. + 1 h. En la Biblioteca Nacional: 1-66.9
(4) Apuntes históricos de Logroño. Refundición corregida y ampliada de «Logroño histórico». Tomo I. Logroño. Notario. 1943. En la Biblioteca Nacional: 6-10.147.
Edición facsimil del Memorial y Discurso Político por la muy Noble y Muy Leal Ciudad de Logroño, por Don Fernando Alvia de Castro, del original impreso en Lisboa, con licencia, por Lorenzo Craesbek, impresor del Rey, año 1633.
https://www.vallenajerilla.com/berceo/alvia/portada.htm