Valvanera es mucho Valvanera. Vayamos por partes. 1. Valvanera es la Virgen de Valvanera Valvanera es ante todo y sobre todo un santuario mariano donde se venera una imagen románica de la Virgen de una excepcional belleza. A primera vista parece el retrato de una de las grandes mujeres que marcaron la transición entre la Alta y la Baja Edad Media con su elegancia, dignidad y señorío. Luego uno va dándose cuenta de su hieratismo bizantino y después de una observación detallada, nos convencemos de que estamos ante toda una lección de mariología medieval. La imagen es, por una parte, la representación de la nueva Eva que en su mano derecha nos muestra la fruta de la redención y, por otra parte, es la sede de la Sabiduría, el trono de la Santa Sofía, que, con su mano izquierda de largos y elegantes dedos, sostiene, sentado en sus rodillas, a Cristo, la Palabra de Dios encarnada, que expresivamente nos va bendiciendo a todos y nos va entregando la copia fiel de su enseñanza, el códice abierto de los Evangelios. La imagen es una clara invitación al fiel cristiano a que recuerde, rezándolas, las verdades contenidas en las dos partes del Ave María. Me gusta ver la imagen de la Virgen de Valvanera sin corona. Odio esa corona. La razón es la siguiente. Desde 1921 La restauración del monasterio y el fomento de la devoción a la Virgen de Valvanera cuentan con el apoyo del obispo don Fidel García Martínez, gran persona y gigantesco obispo del que habría que hablar despacio. Ambas cosas reciben el impulso definitivo desde 1949 a 1953 bajo su eficaz dirección. Pero don Fidel, fiel defensor de los derechos de la Iglesia y de la libertad del cristiano y del ciudadano, es víctima, por eso mismo, de una de las más largas, turbias y eficaces campañas políticas de calumnia y difamación del régimen franquista; campaña que culmina el 28 de agosto de 1952 obligándole a presentar su dimisión como obispo de Calahorra, que le es inmediatamente aceptada, el 7 de mayo de 1953; hace 56 años, en el preciso momento en que escribo estas líneas. Al año siguiente, entre el 14 y el 16 de octubre, cuando “ya no hay moros en la costa” pues ha sido nombrado obispo de Calahorra el que fue confesor de su mujer, para inaugurar el nuevo estado de cosas, Franco, como “el providencial Enviado de Dios”, hace su triunfal paseíllo político – religioso en la diócesis de Calahorra cuyo plato fuerte —y muy difícil de tragar para cualquier persona honrada que se vista por los pies— es la coronación canónica de la imagen de la Virgen de Valvanera en el Espolón logroñés el 15 de octubre de 1954, año mariano para más recochineo. Aquel, para Franco, triunfal 15 de octubre ¿alguien en el Espolón se acordaba del inicuo sufrimiento de don Fidel? Nunca fue más verdad aquello de que “entre todos lo mataron y él solito se murió”. Como la amnesia es una enfermedad crónica de este país, pues se ha celebrado el 50 aniversario de la tal coronación sin problemas de conciencia. ¡Hay que echarle….! 2. El sincretismo de Valvanera El mito fundacional de Valvanera no tiene desperdicio. En lo más hondo del bosque inexplorado, dentro de un roble centenario donde un enjambre de abejas tiene su colmena y a cuyos pies nace una fuente de aguas sanadoras, un exbandido y un expárroco, hambrientos de eternidad, encuentran una escultura que representa la escena más bella que un artista puede recrear, una “maternidad”. En este caso, la maternidad divina de María. Veamos los aspectos más importantes. El hallazgo de la imagen se da en un marco completamente pagano relacionado con el universo sagrado del bosque. - Una montaña sagrada. En el valle de San Millán, procedente de los alrededores de San Andrés, conocemos una inscripción romana que Fita leyó así: “Decertio sa(cru)m. M(arcellus?) Á[ureliu?]s [pro?] s[al(ute) sua?] ac [suorum?] [v(otum) s(olvit)] l(ibens) m(erito).”. “Exvoto que Marcelo Aurelio consagra piadosamente a Dercecio”. “Decercio” etimológicamente significaría “el que todo lo ve, el que vigila”. Sería el origen del topónimo “Distercio” que denominaba antiguamente la sierra de San Lorenzo en cuyas vertientes opuestas se encuentran Valvanera y San Millán. - Un bosque cerrado. Ancestral lugar sagrado poblado de divinidades mayores y menores. - Un roble centenario. El roble es el árbol sagrado dedicado a Zeus – Júpiter, dios de dioses. - Las laboriosas abejas y la miel. Símbolos de la diosa virgen de los bosques y de la caza. Símbolos también del alma inmortal. - La fuente sagrada. El símbolo de la fuente de la vida. Probablemente estamos ante la cristianización de un antiguo lugar sagrado del ancestral paganismo naturalista. Valvanera tiene una larga historia. Es rica en madera y en minas. Como en muchos otros casos, la diosa originaria, personificación de la Tierra, madre de la Naturaleza y de la Vida, madre de todos los vivientes, acabó transmutada en Santa María, madre de Dios, que cumplía la misma función y podía dar con toda naturalidad pleno significado a los viejos símbolos religiosos ancestrales. 3. Valvanera, una abadía benedictina San Benito escribió la famosa Regla monástica cuyo más claro y sencillo resumen ha sido siempre el lema “Ora et labora”, “reza y trabaja”. Admitiéndola como Constitución, como la norma de las normas, se organizó el monacato occidental que acabaría cumpliendo una triple misión providencial para la naciente Europa. - Los monasterios benedictinos, sin dejar de ser centros de espiritualidad cristiana, romanizaron a los bárbaros invasores. - Conservaron y transmitieron la vieja cultura y la vieja civilización grecorromanas. - Fomentaron el desarrollo de la agricultura, ganadería y artesanía entre las pequeñas aldeas que iban naciendo en la cercanía acogedora y protectora de los monasterios. No fueron menos importantes los monasterios de monjas benedictinas, lugares donde las mujeres, en un ambiente de gran libertad personal, podían realizarse plenamente sin ser asfixiadas por el brutal machismo imperante. La radical prohibición de acercase las mujeres al monasterio de Valvanera tiene toda la pinta de mantener en vigor la disposición tradicional, inspirada por el sentido común, de que “entre santa y santo, pared de cal y canto”. San Benito encontró un genial continuador en san Bernardo que devolvió a la Regla todo su vigor y que civilizó a nobles, caballeros y villanos haciéndolos amadores, imitadores y servidores del eterno femenino, representado por Santa María, la mujer madre de Dios. El respeto a la dignidad de la mujer, de toda mujer, se convirtió en norma de conducta del varón civilizado. Había nacido el “damas y caballeros”. El monasterio benedictino cuida a sus monjes y a sus huéspedes. Hay sobriedad en todo, pero se busca la calidad. La cocina de los monjes y la bodega de los monjes están siempre en buenas manos. Como la biblioteca, el escritorio, la escuela o los talleres. Como la liturgia y la dirección espiritual. Un monasterio benedictino es un lugar donde la oración y el ascetismo están bien casados con la fina cultura, con la más avanzada civilización, con el buen gusto y con el buen vivir. 4. Valvanera, el recuerdo del padre Casiano Me he pasado media vida trabajando sobre la Alta Edad Media y dentro de ella sobre la labor de Cluny y del Cister. Tengo que confesar que cuando pienso en un monje benedictino como Dios manda, me acuerdo inmediatamente de aquel genial serrano de Riocabado que fue el Padre Casiano Martínez Sedano O.S.B., o como él firmaba a veces, el Padre Casiano de Valvanera. Hombre inteligente, de una finísima elegancia natural en todos sus gestos y expresiones, trabajador incansable, empresario listo y emprendedor como sólo puede serlo un serrano, buen gobernante y buen administrador. Excelente pastor de almas y buen hijo de san Benito hasta los tuétanos. Cuidaba magníficamente al peregrino que se acercaba a Valvanera en cuerpo y en alma y lo hacía cliente fijo también en ambos sentidos. Conocía a mi padre y tenía muy buenos amigos en Manjarrés que me enseñaron a admirarlo y a quererlo. Más de una vez me tiró los tejos para que me quedase en Valvanera. Pero yo soy un seglar, un laico, encantado de serlo. El P. Casiano sabía muy bien que una comunidad monástica, como cualquier sociedad humana, puede empezar a funcionar bien si económicamente tiene el futuro asegurado. Por eso cuidó la hospedería y la bodega – destilería del apreciado Licor Valvanera. Vamos con este último extremo. El P. Casiano, buen conocedor de la flora de su Sierra de la Demanda natal, consiguió establecer la formula básica, la dosificación proporcionada de cada uno de sus componentes, y el mejor método para la destilación y elaboración del actual Licor Valvanera del que los monjes, bajo la dirección de su aventajado discípulo, el prior Jesús Martínez de Toda, gran persona, por cierto, producen hoy 15.000 botellas al año. El Licor Valvanera es una excelente materia prima en confitería y dulcería de calidad que también los monjes de Valvanera producen. 5. Valvanera, el nexo de unión entre los riojanos emigrados La devoción a la Virgen de Valvanera nos ha unido, desde antiguo, a los riojanos emigrados, recibiéndonos en esos auténticos centros de acogida que son las viejas cofradías, organizadas, en cada lugar de destino, a éste o al otro lado del Atlántico, para fomentar la devoción a nuestra patrona y la ayuda mutua entre paisanos y allegados. Entre Sol y Ópera, en la peatonal calle Arenal, está la iglesia madrileña de san Ginés. Allí se venera, hace siglos, una acogedora imagen de la Virgen de Valvanera que algo sabe de las nostalgias de muchos riojanos que por aquí peleamos por sobrevivir con dignidad. Más de una vez el recuerdo de algo querido va unido a una canción mil veces cantada con alma, corazón y vida. Mientras escribía estas líneas iba sonando en mi memoria el “Ave María” que en Valvanera se canta. Tiene la hechura de los himnos de las vírgenes patronas de otros pueblos riojalteños, con los tópicos de la poesía romántica, en su vertiente “popular, sentimental y conservadora”, que tanto influye en la música religiosa más popular desde mediados del s. XIX. Hay, además, en ella ideas recurrentes desde que a finales de los años 40 del s. XX se insistiese con éxito en hacer de Valvanera el corazón espiritual de “la tierra unida de las Riojas y los Cameros”. El P. Casiano predicó con entusiasmo esas ideas. Era “la manera eficaz” de asegurar el futuro de la vieja abadía. El lo tenía así de claro. Contando con todo ello, la música y la letra, en tierra extraña suenan divinamente. Hay “razones del corazón” que la cabeza no entiende, pero da igual. Ahí va: Estribillo o canto de coro “Pues brilláis en Valvanera Como Sol de esta región, Miradnos Madre amorosa Con tierna predilección, Estrofas Virgencita adorada De Valvanera; Serranilla graciosa, Bien de esta tierra. Dios te salve, María, Madre de gracia, De la Rioja y Cameros Reina adorada. De nuestros padres fuiste Dulzura y vida; Hoy, de nuestra esperanza Prenda querida. Vuelve, Madre, a nosotros Tus ojos bellos, Que su luz hará dulce Nuestro destierro. Y en el Cielo por siempre Danos contigo A Jesús, de tu vientre Fruto bendito”. 6. El P. Casiano según sus propios textos El benemérito don Julio Rodríguez Gracia logró coordinar a las mejores plumas riojanas del momento y publicar Santos de la Rioja. Colección de semblanzas biográficas, Museo Catequístico Diocesano. Seminario Conciliar de Logroño, Logroño, 1962. Una de ellas era la del P. Casiano. Se encargó de las biografías relacionadas con Valvanera. Voy a reproducir algunos pasajes de aquel trabajo porque, en una prosa tersa, clara, musical, el P. Casiano, con el fino sentido del humor y con el sabio y elegante bien decir que lo caracterizaban, deja claras sus ideas, por ejemplo, sobre el valor del trabajo y la eficaz administración, además de exponer los problemas endémicos de Valvanera y la diligencia que un abad o un prior tienen que poner en resolverlos. También el sentido crítico con el que leía los documentos antiguos. a. Sobre el trabajo En la biografía de Nuño Óñez, el exbandido que encontró la imagen de la Virgen de Valvanera, hace esta reveladora comparación: “Había nacido en Montenegro. El venerable documento lo llama “villula”, villorrio, pueblecito insignificante. Algunos le han querido hacer hijo de familia acomodada; no es eso lo que asegura el historiador antiguo. Era pobre, no le era fácil encontrar un sustento holgado, o por lo menos a su gusto; sobre todo, el trabajo no era su más apasionante afición. Quizá había pasado sus años mozos de mesnadero, corriendo aventuras; mala preparación para sujetarse a las durezas de la vida del campo serrano, malo de trabajar y escaso en producir. La elección se debió imponer sin duda ni plazo; viviría del crimen y el pillaje. | | Los parajes imponentemente montañosos y poblados de bosques, su riqueza ganadera todavía proverbial le ofrecían el más adecuado escenario y la más tentadora ocasión. Tan bien se le dio aquella profesión que a los pocos meses la fama de criminal le rodeaba por toda la comarca como aterradora aureola. Así vivió hasta que el Señor dispuso otra cosa. […] En contraste con el bandido, el labrador es un hombre honrado y piadoso; antes de comenzar la siembra, después de roturado el duro suelo, eleva al Cielo una oración maravillosa de inspiración y piedad: “En el nombre de Dios. Amén. Oh piadosísimo Dios, creador del cielo y la tierra, que creaste todo de la nada, te ruego que hagas que esta semilla que echo a la tierra, germine, viva y crezca hasta convertirse en mies con mucho fruto, de forma que de él reciban su parte los ministros de la Iglesia, los pobres se alimenten de limosna y se sustenten decentemente buenos y malos; y de este modo sea bendecido y santificado tu santo nombre por siempre. Amén”. Como este labrador debía haber muchos por entonces en la Sierra”. O. c., ps. 58 y 60. | | b. Sobre los problemas endémicos de Valvanera En la vida de san Íñigo, hace el P. Casiano estas acertadas observaciones sobre los dos problemas que fueron seguramente su permanente dolor de cabeza. “Valvanera fue por aquellos años una abadía benedictina en toda la línea, a la altura cultural y religiosa de tantos centros monásticos, que florecieron para el mundo y para el cielo en toda la Edad Media. Pero Valvanera tuvo—y sigue teniendo—dos enemigos: la penuria material y el alejamiento. Dos “dádivas de santa desgracia”, que valen mucho; que vistas desde arriba, son auténticos regalos de Dios, pero que se vienen pagando caras. Para la crítica humana y temporal, dos nubes que han deslustrado figuras indudablemente insignes. Esperamos que para Dios no será así. La causa de otro insigne monje—y abad— de Valvanera, Fray Sebastián de Villoslada, el más insigne en santidad que produjo la gloriosa congregación de Valladolid, se introdujo a la vez que la de san Pedro de Alcántara, su contemporáneo y amigo; pero se quedó casi en la introducción, y eso que en ella pudieron interesarse la corte y la nobleza de toda España y Portugal, y eso que los milagros bien comprobados son más que suficientes. Explicación: la falta de recursos económicos”. Ps. 92 – 93. c. Sobre el cargo de aministrador Seguimos en la vida de san Íñigo. “Es muy probable que fuera administrador, cargo que entonces, espiritualmente, se estimaba más que ahora, pues para una buena gerencia exigía poner en juego virtudes bien probadas. San Benito llega a aplicar al mayordomo del monasterio la frase bíblica: “El que administra bien consigue un grado bueno”. P. 93. d. Sobre la buena gestión de un abad De san Íñigo dice el P. Casiano: “En los monasterios, generalmente, los monjes son todos héroes anónimos—cuando son héroes, claro —; la única figura que pasa y queda a la Historia suele ser el abad. Los años y las épocas se cuentan por abades”. P. 93 “La fama que sin género de duda le aureolaba, el cariño hasta la ternura con que le querían todos sus monjes, hasta los criados, dice mucho de lo que tuvo que ser su vida en el Valvanera del siglo XI, cuando el clima alcanzaba alturas de rigor casi incomprensible y cuando las defensas eran escasísimas. Era proverbial en la Orden el frío de Valvanera. Sosteníase el monasterio merced a las muchas granjas, diseminadas por la Rioja, Burgos, Soria, y hasta Segovia, en las que se cultivaban tierras y se criaban ganados. El abad debía visitarlas periodicamente. En julio de 1117 salió de Valvanera para no volver vivo”. P.95. e. Sobre la célebre culebra de Valvanera Volvamos a la biografía de Nuño Óñez, donde el P. Casiano hace observaciones críticas a su fuente de información. Veamos dos ejemplos. En el primero, poniendo en duda la erudición bíblica de la que da muestras Nuño en la oración que hace antes de ponerse a la tarea de descubrir el escondite de la imagen. “Otra vez más sale inconfundible el estro del de Berceo en la oración que eleva Nuño, armado de bastón, a punto de salir para Valvanera. Daniel en el lago de los leones y la casta Susana quedaron ante Dios como garantes de un viaje próspero. ¿De qué los conocería Nuño?” p. 62. En el segundo, poniendo en duda la existencia de la célebre culebra de Valvanera cuya piel, si no recuerdo mal, estaba expuesta para espanto de mujeres y niños en la Ermita del Cristo. “Dice la narración que encontró como inquilina una serpiente que le dejó el lugar enseguida y reventó a ruegos del solitario ¿Sería un símbolo? O símbolo o fantasía del narrador, porque habría sido la primera serpiente que se veía a ese lado del valle”. P.64 |