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Pero en esta peregrinación, en la imprescindible cobertura de necesidades materiales y aún espirituales de los que caminan, aparece enseguida el contrapunto de lo religioso, una serie de personajes y aún de movimientos, que no solo no estaban en consonancia con sus valores esenciales, sino que los contradecían en alguna manera. En el Camino de Santiago, desde el comienzo mismo de la peregrinación se dan las circunstancias más favorables para el desarrollo de la picaresca en sentido amplio y una doble faz: la de los que pasan como romeros y la de los que acechan su tránsito. El Fuero Real hacía distinción entre los que robaban en el camino o fuera de él: al ladrón del camino la pena era la de muerte. La Iglesia también endurecía sus penas a los ladrones del camino así en carta del año 1059 por el Papa Nicolás II, a los obispos de Galicia, Aquitania y Vasconia, para que excomulgasen a los ladrones que roben o hagan daño a los peregrinos, siendo refrendado en el Concilio de Letrán en 1123; como ejemplo el que aparece en el Libro de los Fueros de Castilla, en el cual se dice o comenta como ejemplo el ahorcamiento de Pedro; hijo del alcalde Johan el Grande, por robar el equipaje de unos alemanes peregrinos a Santiago. Uno de los motivos por lo que padecían robos los peregrinos, era por ser portadores de limosnas que llevaban a Santiago como óbolo de ellos mismos, o por encargo de otras instituciones provenientes de testamentos. Debido a todo esto había lugares donde se agrupaban para evitar precisamente los robos, como por ejemplo: Aguisgran, San Martín de Tours; Paris, La Magdalena de Vézelay, Notre Dame de Puy, Cluny o Sainte Trophime de Arles. Una de las consecuencias son la fundación de hospitales en los sitios inhóspitos y abruptos para su ayuda, ejemplo: El Conde Adalard de Flandes, al regreso de su peregrinación (finales siglo XI) es asaltado por los ladrones en la montaña de Anbrac (Departamento de Auverón entre le Puy y Conques), debido a esto funda la Domerie, la cual será protegida por papas, reyes y nobles, y pasa a ser el Gran Hospital de Aubrac y en ella se oía cada noche la campana para orientación y guía de peregrinos perdidos en la noche. Otros montes que eran feudo de los ladrones o bandidos son los Montes de Oca, y debido a ello San Juan Ortega fundó el monasterio, así como el albergue y hospital, con objeto de evitar que ocurrieran dichos robos se limpió el monte, se hicieron caminos, al mismo tiempo aparecieron los frailes o curas para que atendieran a los peregrinos. También hubo otros lugares que ocurría lo mismo: Valdeladrones, Valle de los Ladrones, Monte Yrago, entre Valvanera y San Millán, en el vallecillo que se conoce como "Umbría de Fuente Ladrones". El Rey Teobaldo II de Navarra fundó en 1269 entre Roncesvalles y Vizcarret el pueblo de El Espinal para evitar en esos páramos despoblados fuesen tan propicios para robar. Nadie era libre de sufrir robos así lo cuenta el Papa Calixto II en el tercer párrafo de la carta que sirve de presentación al Códice que lleva su nombre, relata los avatares del Codex y como este es lo único que le quedó cuando lo asaltaron despojándole de todas sus pertenencias, estos mismos bandidos fueron los que se ensañaron en el trayecto Sahagún/ Burgos año 1117 aproximadamente. La revuelta de Sahagún, los burgueses de Sahagún (consideramos burgueses a la gente que no eran campesinos, que eran recién llegados a la ciudad y se habían asentado en ella), de todas las nacionalidades de Europa, que habían acudido al socaire de la vitalidad del Monasterio Benedictino y las libertades y exenciones que existían en el camino, hasta que aparece en escena un abad francés famoso por su actitud despótica amparado en un fuero (no menos despótico), que los monjes habían puesto a la sanción (aprobación) de Alfonso VI en 1087, y por el cual, todo: moler el trigo, cocer el pan, vendimiar, trasladarse de la ciudad, vender tierras etc. En fin por todo, dependía de la voluntad del abad, este fuero difería bastante de los que había en esos momentos, incluso que con los del mismo Rey que favorecía los asentamientos en el camino. A dicha protesta se les unió el clero secular, y se transforma en revuelta, con el objetivo de "conseguir una mayor participación en la renta feudal", como consecuencia de ello aparecieron bandidos como aquel francés que abandona su oficio de peletero y recluta una cuadrilla, no obstante según cuentan las crónicas no le fue bien y se presentó a los burgueses para "pedirles gracia le diesen consejo como pudiese vivir", dichos consultados (que no eran tontos) fueron a visitar al abad para que hiciera cargo del antiguo peletero, y así poderse librarse de él ( haciéndole ver que eran patriotas), el Abad no quiso saber nada de él, y los que hacía un momento rogaban hacia un momento, reaccionan airadamente cometiendo mil tropelías de las que no se libra lo más sagrado, hasta las custodias llenas de reliquias de santos las trataron con manos sucias, los cálices, las reliquias de los santos y el madero de la cruz del Señor, sin reverencia ni devoción. Por si fuera poco, se une a la revuelta un salteador de altos vuelos, llamado Giraldo el Diablo, que pasa a capitanear esta contra los monjes, robando todo lo que encuentran así como muchos depósitos que de los nobles dentro del monasterio estaban en guarda. Como toda revuelta no justificada, la noticia de que el rey iba a tomar acciones y así como que el Papa Pascual II en el 1116 los iba a excomulgar fue el fin de ésta. A pesar de que las penas establecidas para los robos en el camino fueron extremadamente duras (la mayoría de las veces se llegaba al ahorcamiento) estos continuaron debido en la mayor parte porque era muy fácil el vender esos productos conseguidos de manera ilegal; para ello en el derecho navarro del camino francés; como así mismo, en el Libro de los Fueros de Castilla, que recoge el derecho de tierras de Burgos, dice que si el peregrino quiere vender o desprenderse de alguna de sus pertenencias debía de presentar al comprador el fiador (autor) que exigían las leyes del país, para dar fe de que era de su propiedad. Esto producía muchos problemas a los peregrinos o comerciantes que procedían de lejos. Por esto el Fuero de Estella del 1164 resuelve ambos casos de la siguiente manera bastaba presentar testigos de que la había comprado y llevaba esportilla y bordón (cum spera et baculo), así también lo recoge o dispone el Libro de los Fueros de Castilla, dando fe de que la palabra del peregrino estando en el camino siempre que lo jurase. No siempre esto se llevó a la realidad, duró mientras no aparecieron en el camino los falsos peregrinos. Y a partir del Siglo XIV que empezaron a desconfiar de los que usaban bordón, llegando a pagar justos por pecadores. Parece ser que los que adquirieron fama fueron los ingleses, pues en 1219 ya se tienen noticias de un arresto y ahorcamiento de un ingles, Drocón de Meldis preboste de Estella anduvo persiguiendo a Johan de Londres que había robado en esa villa a unos peregrinos mientras dormían en el hospicio de Domingo, llamado el Gallego. En 1319 también le llegan quejas al Merino de Sangüesa, Odin de Ferry, que unos ingleses recorrían los caminos como romeros, y por la noche en las posadas los robaban, esperó a que volvieran de Santiago para prenderlos en Pamplona y ahorcarlos en Villaba. En 1337 fue juzgado y ahorcado Thomás de Londres por el robo a un peregrino. Otra de las tretas usadas era que se les daba a beber un brebaje que los dormía para poderles robar impunemente. Un conocido ladrón era Marín de Castro, natural de Castilla que fue capturado en Cantabria y siguió la misma suerte que los otros y fue ahorcado. En el libro de los Fueros de Castilla se cuenta la historia de Andrés, hijo de Arnalte, "el Tafur", robó el dinero así como el equipaje de un peregrino. Siendo capturado y preso, confesó que se lo había mandado o instigado su hermano el abad D. Esteban de San Pedro, viéndose descubierto se refugió en el sagrado de la iglesia de San Pedro, devolviendo al peregrino su dinero. Andrés siendo ya reincidente no tuvo la piedad que tuvieron con su hermano y fue ahorcado, el obispo Don Mauricio, de ascendencia inglesa, rigió durante 25 años como primer obispo de la nueva catedral gótica de Burgos, lo sucedido no debió gustarle mucho ya que le privó de oficio y de beneficio, solo cuando dicho abad hubo hecho dos peregrinaciones a Roma y a pesar de esto tuvieron que pasar cuatro años y muchos ruegos de gente buena para que dicho obispo le perdonara. Llega el momento en que los ladrones deciden adoptar el hábito de peregrino con sus atributos bordón y concha, pues era un pasaporte en cualquier sitio y al mismo tiempo se ganaban la confianza de los peregrinos al caminar junto a ellos, tanto se dio que algunos escritores de dicha época dice que la peregrinación se está convirtiendo en refugio de vagos, gallofos y belitres, como ejemplo: como el hierro del bordón sirvió al peregrino genovés Bartholomeus "Cassanu" para descerrajar en la noche del 11 de abril del 1586 la puerta de la iglesia de Zarauz, robando diversos objetos que escondió debajo de un tejado de una casa abandonada, continuó su peregrinación y en Salas (Asturias) volvió a repetir la historia robando diversos objetos siendo pillado con las manos en la masa, juzgado declaró bajo un sutil interrogatorio también su hazaña de Zarauz, siendo ahorcado y descuartizado según la sentencia dictada. En Francia, los portadores de conchas se les denominaba como "coquillards" algo referente a como les llamaban en España que se les llamaban "Bordoneros", se usan algo común a todos los peregrinos. Pero según cuentan las historias eran más osados o profesionales los franceses, estos roban y matan sin pensárselo no así los españoles que se dedicaban al robo. Los "coquillards" se situaban en la salida de los pueblos muy de mañana y se ponían a gritar "Deus, adiuva, Sancte Jacobe, Deus, adiuva, Sancte Jacobe" esto estaba muy extendido en los peregrinos con objeto de conseguir compañía ya que era peligroso caminar sólo, y cuando conseguían atraerse a algún peregrino lo acompañaban hasta el lugar donde estaban el resto de compañeros siendo el peregrino robado y posiblemente muerto. Dicha organización se le llama "La Corte de los Milagros", Barret y Gurgand nos cuentan un poco como era su organización. En el siglo XIV en Bourgogue hay una banda como de unos quinientos individuos, se organizan de la siguiente manera: Los neófitos son los aprendices, luego pasan a maestros y se convierten en Largos mientras que uno de ellos es el "Rey de la Concha". Luego cada uno tiene su especialidad el vendimiador es quién corta las bolsas, el beffleur es quien hace trampas en los juegos de azahar; el blanccoulon es quien asalta a los comerciantes en las posadas, el remitente es el matón. En su lenguaje: La horca es la viuda que estrangula a los maridos que lleva el celestino, o sea el verdugo. Uno de los mayores enemigos que tuvo el peregrino fue el de "Portzgueros" (paso de puentes) y barqueros ya que se dedicaron al expolio de todos los que iban a Santiago, desde cuadriplicar el precio, hasta exigirlo por medios violentos, siendo este el único paso que había uno puede comprender dicha situación y más si tenemos en cuenta que dichos tributos eran compartidos por los señores feudales del momento, debido a esto los Santos San Domingo de la Calzada, San Juan Ortega y San Jesús construyeron puentes en el camino precisamente para evitar dichos abusos, así también contribuyeron a paliar estos Alfonso VI de Castilla y León, Sancho Ramírez en Navarra y Aragón. No cabe duda de que era uno de los mayores inconvenientes que encontraban en su largo caminar a Santiago, eso dice del dinero que debían de llevar con ellos ya que el paso de un puente o río les cobraban desde dos maravedís hasta ocho, también debían pagar por las riquezas que portaban encima total que eso sumado a la cantidad de dominios por los cuales debían de pasar uno ya se puede ir haciendo cuentas de su pago. Debido a estos abusos aparecieron las exenciones a los peregrinos dados por el Rey Alfonso VI, también en el primer Concilio Lateranense (1123) presidido por el Papa Calixto II condena con la privación de la comunión cristiana a todo aquel que despojase aun peregrino o le robase en el cobro de tributos o portazgos. Otros enemigos de los peregrinos eran los cambistas o banqueros ya que una peregrinación podría necesitar cambiar entre siete u ocho veces las monedas que por ejemplo podían traer los peregrinos salidos de Francia o Italia. Según el Anónimo de Florencia debían realizar entre cuatro o seis cambios de moneda, ejemplos: Florines de Florencia, Bolonia, Ferrara, monedas del ducado de Milán, del papado, etc. siendo la mejor moneda para el camino los reales de cuatro. Cuenta también el Anónimo Inglés y pone como ejemplo el camino de Tolosa a Santiago la cantidad de monedas que había o circulaban en el camino, así como las diferencias de cambio entre ellas, ya que circulaban monedas francesas, navarras, castellanas, coronas, maravedís, reales, ducados, escudos, festons, ardis de la espada (apenas tenían valor), visto esto no es difícil imaginarse los abusos de los cambistas o banqueros, Aymérico Picaud dice en su escrito: ¿ Que podemos decir de los falsos banqueros a los que el vulgo les llama cambistas? Si las monedas del peregrino valen más que las del banquero seguro que las cambiara por el mismo valor o poco más, mas bien si las suyas valen igual no hay duda de que se les cambiara como si valiesen más, si una marca de plata pura vale treinta sueldos, el cambista no le dará más de veinte. No digamos de las trampas de los cambistas en el peso ya que usa distintos pesos según su conveniencia (tiene pesas grandes para comprar y pequeñas para vender). Asimismo venden lo dorado como si fuera oro, dándole oro y plata no contrastada o sin marca. No deja indiferente la sentencia final de Aymérico Picaud: Os habéis engañado con vuestras mismas trampas. Pues vuestras propias obras os llevan a los infiernos, con la misma medida con que hayáis medido se os medirá a vosotros. Pero sobre peso, marca sobre marca, libra sobre libra, están en vuestra mesa: Oíd lo que os dice cierto Sabio: "Peso y peso, medida y medida, uno y otro abomina a Dios "Pues vuestras mesas en otro tiempo el señor derribó en el templo, como esta escrito en el Evangelio: "La mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas tiró por el suelo ". "Es sabido por todo o mundo, logo acudirán tantas genes que era milagro; e daban sendos (dinerios) e escmolas auos crgos; e traigan tantos dinerillos de plata e de ouro que non eran consoscidos. E moitos malditos homes mataba e roubaban as romeiros asi nancidades como fora de edella" (Preámbulo del Libro de la Cofradía de cambiadores, hacia el 1300). Como también se producían muchos fraudes con relación a las conchas o vieiras el arzobispo Don Pedro Suárez, dictó las ordenes oportunas para que fueran unas tiendas determinadas las autorizadas para su venta, estando también controlados los que las vendían, aunque más tarde quiso que las conchas solamente lo gestionase la Iglesia encontrándose con la oposición de los antes citados, llegando a un acuerdo que terminó en el veintiocho por ciento para la Iglesia y el resto para los demás. Enterándose que en el camino se expedían falsas conchas o vieiras, obtienen del Papa Inocencio III que el 18 de junio de 1207, dirija Letras Apostólicas a todos los obispos de España y Gascuña, encargándoles, bajo pena de excomunión, impidiesen la venta y fabricación de dichas conchas "Adulterina insignia beati Jacobi que conchae dicuntur in animarum suarum periculum cudere non verentur" También esto lo corrobora Gregorio IX en 1228. Aparte de los peregrinos que viajaban por el camino para cumplir su promesa no podemos olvidar lo que Pablo Arribas nos describe en su trabajo lo cual paso a describirlo: (Una desordenada, chillona, ruidosa, sucia, alegre, pendenciera compañía de pícaros, giróvagos, gallofos, tunantes, gitanos, adivinos, nigromantes, pseudos alquimistas, bribones, trotamundos, belitres, bordoneros, coquillards, buhoneros merodeadores, saltimbanquis, embaucadores, vagabundos disfrazados de peregrinos, volatineros, holgazanes, farsantes, truhanes con llagas falsas, mendigos profesionales, falsos tullidos, parejas amancebadas, charlatanes, mimos, histriones, prestidigitadores, bufones, salteadores, comediantes, bailarinas, contorsionistas, prostitutas, estafadores, predicadores ambulantes, desertores, fanfarrones, pobres vergonzantes, frailes girovagos, goliardos, clericivagantes, hidalgos venidos a menos, desheredados, ermitaños, etc., visto lo anterior descrito uno se da cuenta de que el pobre peregrino (auténtico) era la parte más insignificantes del camino que se podía encontrar en él. Una vez descrito todo lo que se podía encontrar en el camino pasamos a ver unos pocos personajes de los que hubo en el camino. Pícaro peregrino, también llamado gallofo, bordonero o "coquillard", bribones, trotamundos, todo lo que eran lo podíamos describir como: carencia de honor, pobreza, astucia e ingenio para acallar el hambre. Es hombre que se mueve a lo largo del camino, vive de las limosnas que recibe, esto ya se dice en el Liber Sancti Jacobi "el peregrino que se mueve con dinero en el camino de los santos se excluye del reino de los peregrinos verdaderos", siguiendo con esta premisa, añadida por los pocos impedimentos que había para circular por el camino favorecido por los Reyes, añadido a ello los hábitos que usa el peregrino todo esto sirve para que el pícaro peregrino van a permitir que abunden en el camino, debido a ello durante el reinado de Juan II empiezan a penetrar también los gitanos, también empezaron a aparecer los peregrinos mercaderes, falsos penitenciarios, vendedores de bulas y reliquias. Una de las características por el cual se distingue el pícaro es su movilidad, y en esto qué mejor que el camino, el objeto de dicha movilidad no es otra que el encubrimiento de sus fechorías pasa mas desapercibido, se esconde en el anonimato de la masa o gran ciudad, ya que no se puede estar timando siempre a la misma gente. A los pícaros otra característica común es el apego que tienen a la libertad tanto de movimientos como de ataduras sentimentales. Otro factor que los atrajo fue que el camino estaba jalonado de instituciones caritativas, en el pícaro el hambre era algo que le acompaña en su vida, esto era acallado con la sopa caliente, pan, vino, algún extraordinario no infrecuente y lecho gratis, amén de limosnas que se prodigaban en la calzada santiaguesa. La palabra pícaro aparece como "Pícaro de Cozina" en el libro de Guisados, Manjares y Potajes de Ruperto Nola en 1525. No es de extrañar que hubiera gentes de poco trabajo, a continuación se exponen ejemplos de diferentes peregrinos a lo largo del camino. Falso peregrino aquel que explota la caridad de la gente con falsas historias de desgracias familiares, falsas enfermedades, todo esto para recibir lo que el camino daba en aquellos momentos como era alimentos y alojamientos, además de las limosnas que eran habituales. Guzmán de Alfarache cuya vida fue como una peregrinación en las ciudades Santas y demás, en el dice que su Maestro fue Micer Moscón "Príncipe de Poltronia", el cual le enseñó a fingir lepra, hacer llagas, hinchar una pierna, tullir un brazo, teñir el color del rostro, alterar todo el cuerpo y así como otros artilugios del arte de pedir para evitar que los dijesen que trabajasen. Mesoneros que podemos decir de su fama, era una gremio que nunca fue bien mirado, pues ya desde la antigüedad aparecen en los escritos, como "caupones" (hosteleros, posaderos, taberneros) en la Roma pagana a referencias de San Jerónimo y San Gregorio de Nissa, en la epístola 2a y canon 24 del Concilio de Nicea, sobre hostelerías y peregrinos en Oriente. El jurista Gregorio Lopes les llama "Homines rapaces et vulgares" en el siglo XVI, así como "Farsantes y Canallas", Baltasar Gracián. Justo es reconocer que durante siglos la figura del Mesonero equivalía a "ladrón y trapisondista", así lo dice Eugenio de Salazar en sus Cartas "Si un día coméis en una venta donde el ventero cariacuchillado, experto en la seguida y en lo rapado, ahora cuadrillero de la Santa Hermandad, os vende gato por liebre, el macho por carnero, la cecina por rocín de vaca, y el vinagre aguado por vino puro etc." ya nos podemos imaginar lo que tenían que soportar todo aquellos que decidían hacer el camino, de algunas podían prescindir pero del mesonero no, ya que entonces no existían los "Super" y no tenían mas remedio que ir a parar a sus manos y ahí era donde si tenían suerte y caían en buenas manos recibían las atenciones que habían pagado, pero sino al mesonero solamente la faltaba el antifaz ya que de lo otro no te escapabas. Que duda cabe que su mala fama se la ganaron a pulso ya que en el ramo encontramos asesinos, alcahuetes, ladrones, falsarios, estafadores, y era gente que en la cual también abundaban los honrados, justo es reconocerlo pues esta fama no se extendía tanto como la otra y seguro que no pasaran a la historia como los otros. Algunas quejas quedaron reflejadas al "Locus Sancti Jacobi", cuando mas alta es la posición del perjudicado mas airadas son sus quejas por los precios que tienen que pagar por los alimentos y alojamiento, así aparecen el noble Arnald von Harff, el flamenco Jean de Tournai. Otra de las actividades que ejercía era la de intermediario en las compras y ventas, y no nos costará mucho imaginar cuales eran los resultados para el mesonero y para el peregrino. En la carta del Santo Papa Calixto que sirve de prólogo al Codex, se recoge como divina inspiración el mandato de reprender "Los crímenes de los malos hospederos asentados en el camino del Apóstol", pues se pueden ver las argucias o tretas que tenían, como darles veneno para apoderarse de sus pertenencias, colocarle alguna pertenencia suya con el objeto de robarles luego. Esto no era exclusivo del Camino de Santiago ya que también era práctica habitual en los otros caminos. Aparecen ya en el año 1274 en Oviedo ordenanzas regulando ya sus actividades. También aparecen en el Libro de los Fueros de Castilla, el Fuero Real y Las Partidas, dedican una ley completa con el título "como deuen ser puestos en recabdo los bienes de los romeros e de los peregrinos quando muren sin manda" precisamente tratando de evitar que se quedaran con las pertenencias de los peregrinos alegando falsas deudas, y haciendo que retrasaran el viaje los demás compañeros del muerto. Los fraudes y abusos de los hospederos son anatematizados en el Codex Calixtinus, son múltiples las referencias que se hacen en la antigüedad en el año 1133 aparece en la "Historia Compostelana" coetánea del Codex en el aparece el acuerdo tomado entre los posaderos, monedores, cambias, así como los ciudadanos para ver los precios a cobrar por los alimentos o servicios. Pasados cien años nos cuenta López Ferreiro en su Historia de la Iglesia de Santiago que todo sigue igual a pesar de las sucesivas ordenanzas que van apareciendo con el objeto de que no ocurrían, en el intervienen Reyes como Alfonso IX (llamado el protector de los peregrinos) en 1226 recuerda a todos sus vasallos en las penas que podían incurrir si continuaban con sus argucias, otro Rey como Alfonso X el Sabio en un privilegio del 6 de noviembre de 1254 vuelve a insistir sobre la seguridad en las posadas, también aparece en el fuero Real, Partidas, etc. Es significativo que el Fuero de Estella, de 1164, en su parte II, bajo el epígrafe "De romípetas", lo dedique a regular el robo en las posadas, y lo haga de manera minuciosa:
En el libro del fuero Viejo de Castilla se aplicó principalmente como Estatutos de la Ciudad de Burgos en el siglo XIII, en el se regulaba que si un huésped se quejaba al hospedero de que le había faltado algo, debía jurarlo por su viaje antes de abandonar aquella, pagaba el patrón, pero si presentaba la reclamación una vez había abandonado aquella el posadero se veía libre. A causa de la cantidad de peregrinos o mendigos profesionales que apreciaron en el camino, en el Libro I del Codex Calixtinus es anatemizado en el celebérrimo sermón "Veneranda dies". Estos peregrinos o mendigos aparecía en el camino sentados en enseñando sus miembros unos las piernas y otros sus brazos, teñidos estos con sangre de liebre, o escoriados con ceniza de la corteza del álamo blanco, aparentando gran dolor. Otros tiñen sus labios o sus mejillas de color negro, otros pintan sus manos y cara con unas bayas de los bosques para tener la apariencia de enfermos, otros a los cuales les han cortado la mano o pie por algún delito cometido, con sangre animal para aparentar haberlo perdido por enfermedad, a otros que se les sacaron los ojos por algún robo, etc. Origen de los mendigos desnudos, según cuentan, un peregrino que iba en su nave se encontró con que le había desaparecido su bolsa que contenía cierta cantidad de joyas y dinero, intercedió a Santiago que si recuperaba sus bienes haría la peregrinación desnudo (año 1456), en ese momento otro peregrino encontró dentro de su bolsa la del otro peregrino, habiendo encontrado la bolsa hizo efectiva su promesa con lo que desnudo inició su peregrinación a Santiago. Como vieron que era una forma de inducir a la caridad de la gente muchos de los "peregrinos", falsos, mendigos, pillos etc. Copiaron tal forma de conseguir que les dieran prenda (en aquel entonces tenían un gran valor) que inmediatamente vendían. Vemos en testamentos que se hacían en el Hospital de Real de Santiago lo primero que dejan en legado o mandas es la ropa, ejemplo: María López (1565) vecina de Granada que la ropa que hubiera dejado en su casa es el único caudal que posee y manda. De ver la gran importancia que tenía la ropa nos lo da que llega un momento en que los harapos o ropa vieja que se quemaba en el pilón al lago de la "Cruz de los Farrapos" (Compostela) se acuerda su venta (hay que imaginar el tipo de ropa dejada en tal lugar conociendo el valor que tenía). Una forma de pedir es "andando a la cardobanera" Covarrubias lo define como "Andar en cueros es una de las flores que traen algunos bellacos que se hacen los pobres, los cuales es medio del invierno se salen desnudos por las calles habiendo forrado primero el estómago con muchos ajos y vino puro". Según nuestro refranero "Ajo y vino puro, pasa el puerto seguro" y "Al que trabaja y anda desnudo, ajo y vino puro". Hay un hecho en el limosnero de los Reyes Católicos, en una de ellas hay anotado que dieron en el mismo Santiago a una mujer de Flandes desnuda "cuatro varas y dos tercias para una saya a cien maravedís las vara, hay anotado que "costó de fechurras dos Reales".
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