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0. Aproximación al estudio histórico de la lengua vasca y a superiodización. Consideración previa
Al abordar el estudio del euskera desde el punto de vista histórico es necesario establecer una primera división entre la lengua vasca anterior al siglo XVI, cuyo conocimiento viene dado por la existencia de testimonios indirectos aislados (lo que Luis Michelena denominótextos arcaicos vascos) y la lengua vasca a partir del siglo XVI, que cuenta ya con abundante documentación propia escrita en sus diferentes modalidades dialectales, entre las que, además de textos literarios o religiosos, se cuentan gramáticas y diccionarios. A su vez, antes del comienzo de la lengua vasca escrita hay que distinguir entre el período anterior a la Edad Media, durante el cual los testimonios euskéricos aparecen aisladamente a partir de un cierto momento histórico, lo que conduce necesariamente a su reconstrucción mediante la comparación interna y la que puede establecerse tomando en consideración la evolución de lenguas con las que ha estado en contacto y que conocemos mejor, y el período medieval en sentido lato, que ofrece ya testimonios de mayor envergadura metodológica contenidos por lo general en documentación románica, como son las glosas o la abundante documentación onomástica de textos romances.
1. El vascuence anterior al siglo XVI. 1. 1.Consideraciones metodológicas sobre la investigación del pasado de la lengua vasca anterior a la Edad Media
La reconstrucción de la protohistoria lingüística de Europa llevada a cabo a principios de siglo por la filología ha conocido, tras un período de ciertosilencio, una inesperada revitalización en trabajos recientes, que ha conducido a planteamientos generales renovados sobre el pasado lingüístico europeo(Vennemann y otros; véase una valoración de conjunto en Gorrochategui y Lakarra 1997). En concreto, la investigación sobre las lenguas paleohispánicas o prerromanas de la Península ibérica ha conocido cambios importantes en los últimos quince años, por lo que las referencias a las lenguas y culturas prerromanas adolecen, por lo general, de falta de actualización en la mayor parte de tratados genéricos sobre el espacio peninsular hispánico. Mención especial merecen los resultados de la fecunda investigación que la Filología Vasca ha conocido en la segunda mitad del siglo XX, que ha permitido abordar el esbozo, en unos casos, y la profundización, en otros, de la reconstrucción histórica y hasta prehistórica del vascuence en épocas pasadas (Trask, Gorrochategui, Lakarra). Se puede afirmar que el euskera es una lengua genéticamente aislada, si bien la posibilidad de relacionar su tipo lingüístico con el de otras lenguas conocidas o, al menos, algunos de sus rasgos, sigue constituyendo hoy materia de investigación fecunda y rigurosa (Trask y Lightfoot).yyEl establecimiento del marco histórico-lingüístico es la vía de acceso al conocimiento del contacto de lenguas en época prerromana, que, a excepción del caso vasco, se saldó en la península Ibérica con el balance de la desaparición de todas las lenguas peninsulares anteriores al latín y su sustitución por esta última mediante un proceso general de cambio de código. La lengua vasca, vascuence o euskera/euskara es, pues, la única superviviente a las sucesivas oleadas de indoeuropeización que llegaron a través del continente hasta la Península ibérica. Este euskera hablado en la antigüedad, cuyo radio de influencia, según la aceptación general, gira en torno a los Pirineos (además del actual País Vasco y Navarra ) ha sido objeto de trabajos de reconstrucción diversos e importantes, que han permitido definir con mayor exactitud su extensión y naturaleza. Es la única lengua que sobrevivió al proceso de latinización de Hispania, así como a la romanización y su contacto posterior con lenguas neolatinas, de tal forma que ha sido sustrato en algunas zonas del castellano y románico de los Pirineos, y adstrato continuado del castellano y del francés a lo largo de dos siglos; de hecho, constituye el único resto de lengua preindoeuropea de Europa occidental, cuya extensión en otro tiempo fue mayor a la actual, aunque haya más o menos acuerdo sobre los límites precisos de tal extensión. Hoy sabemos sin la menor sombra de duda que la antigua lengua aquitana, hablada en la vertiente septentrional de los Pirineos centrales y en la llanura de Aquitania, era vasco (según la línea de investigación que parte de Luchaire, continúa con Lafon, Caro Baroja y Michelena, y culmina en Gorrochategui). Así se deduce del corpus onomástico reunido por este último autor y de trabajos posteriores. De todos ellos extraemos fundamento para paliar la escasez de documentación sobre la lengua vasca en época antigua, que sólo nos es conocida por testimonios aislados [Restsprachen), al tiempo que facilitan la base para postular hipótesis acerca de su mayor extensión en el pasado. De este modo, lo que hoy resulta seguro es que la lengua vasca se asentaba en época pasada en la zona pirenaica, con expansión hacia el Garona por el Norte y hacia el Ebro por el Sur; los límites extremos son los más discutibles y peor establecidos, con grandes fluctuaciones de opinión sobre la parte occidental. En todo caso, lindaba, tanto por el Norte como por el Sur con lenguas pertenecientes a la familia céltica (galo y celtibérico), lo que habla de la convivencia secular de la lengua vasca con lenguas de tipo indoeuropeo.
1.1.1. La cuestión vasco-ibérica o teoría del vascoiberismo
La Hispania antigua no indoeuropea que hoy se conoce mejor, constituida principalmente por el dominio de la lengua ibérica y de la lengua vasca, ha sido objeto de repetidos intentos para demostrar su filiación genética en época prerromana. La tesis defensora de que el vasco es hoy el único resto de una lengua, el ibero, hablada antiguamente en toda la Península Ibérica, tesis ligada en ocasiones a la idea de la existencia de una unidad peninsular en época primitiva que identifica vasco con ibérico, fue bautizada por Caro Baroja como 'vascoiberismo' y gozó de gran prestigio hasta bien entrado el siglo XX. Su historia ha sido compleja y ha estado ininterrumpidamente trenzada de defensores y detractores, cuyas corrientes de opinión se han ido remodelando paralelamente a los progresos científicos, sobre todo a aquellos relacionados con la (im)posibilidad de traducción del ibero mediante el vasco. En realidad, la polémica ha permitido avanzar por el camino de su conocimiento y hoy parece ser más sólida la tesis según la cual vasco e ibérico comparten elementos comunes por razón de una relación cultural en el pasado, en lugar de defender una filiación genética entre ambos. La tesis vascoiberista no renuncia a esclarecer el enigma del ibérico por el recurso a la lengua vasca conservada hasta nuestros días y sigue siendo válida aún como recurso metodológico, pero lo que hoy ya no mantiene ningún estudioso es que el ibérico fuese la única lengua peninsular en el pasado, pues la certeza en la pluralidad lingüística de la Hispania prerromana es seguramente uno de los logros más importantes en el avance del conocimiento paleohispánico, que es compartido por cuantos, desde una perspectiva u otra, se dedican a su investigación. La reconstrucción del protovasco por autores como Gorrochategui y Lakarra permitirá llegar a establecer con más precisión el conocimiento de la lengua vasca en el pasado. Se ha avanzado bastante en el campo fonológico y morfológico, e incluso hay producción abundante sobre cuestiones de léxico; queda por cubrir el vacío de la sintaxis en general, si bien es verdad que la comparación con el ibérico ha permitido alguna reconstrucción de detalle (como el genitivo -en,ibérico y vasco), que pueden marcar el camino hacia una reconstrucción sistemática. Es cierto que una lengua sin parientes es una lengua sin historia (según afirmación de Meillet aducida en numerosas ocasiones), pero no es menos cierto que es perfectamente legítimo avanzar en la reconstrucción prehistórica de la lengua mediante un estudio más preciso de las estructuras gramaticales y del léxico patrimonial (o, al menos, el que no puede ser identificado como latino-románico). Esta tarea sólo podrá llevarse a cabo mediante la reconstrucción interna además de la comparativa, aplicando la metodología y los principios teóricos que Luis Michelena dejó magistralmente delineados a lo largo y ancho de su dilatada obra.
1.2. El impacto de la romanización en la lengua vasca
La romanización constituyó un proceso de simbiosis y asimilación progresivas de las estructuras socioeconómicas, culturales y jurídico-políticas del mundo romano por los elementos autóctonos. La latinización fue una consecuencia de la romanización o, dicho con otras palabras, la latinización fue la romanización lingüística, que, en una perspectiva más amplia, constituía una fase tardía en el proceso de indoeuropeización del sur y occidente de Europa. Ahora bien, el alcance del término latinización, entendida como romanización lingüística, se restringe a la época de dominio romano, ya que la romanización ha continuado después ininterrumpidamente a lo largo de los siglos por el contacto con las lenguas románicas circundantes al euskera. Sin negar la importancia, grande, que la romanización ejerció en la lengua vasca en todos los órdenes durante el período visigótico, hoy tiende a valorarse en mayor medida que en años anteriores la influencia del latín sobre la lengua vasca (Echenique, 1987, 1998), a la que ha impregnado de numeroso léxico, si bien es verdad que el momento en que el euskera entró en contacto con el latín y, sobre todo, el origen del romance que desde antiguo se habla en territorio de lengua vasca es uno de los puntos más debatidos que aún necesita de trabajos rigurosos y actualizados. Es cierto que hubo zonas de cuya romanización no cabe duda alguna, al lado de otras que lo fueron menos; de ahí que deba plantearse cuál fue el carácter real del contacto lingüístico vasco-latino en todo el territorio de lengua vasca hasta la época de cristianización, con el fin de dilucidar cómo fue esa relación entre los grupos rurales vascos y los urbanos latinos; quizá el latín fuera algo así como una lingua franca opidgin utilizada únicamente para aquellas relaciones que lo exigían. Sea como fuere, lo cierto es que existieron una serie de vías de penetración del latín, las cuales pueden ser deducidas a través de palabras del léxico usual que el vasco tomó de él directamente y que afectaron principalmente a las esferas relacionadas con el cambio de situación cultural. De ello son muestra palabras vascas como merke 'barato' < lat. MERCE, merkatari 'comerciante' < lat. MERCATARÍV,galtzada 'pavimento de piedra' < lat. (VIA) CALCIATA, torito 'calle' < lat. CARRICARE; las nuevas ramas de la industria que se introducen en época romana muestran palabras referentes al cultivo y elaboración de plantas textiles, como liho, lea 'lino' < lat. LINV, kalama, galamu 'cáñamo' < lat. *CANNAMV, etcétera; hay terminología relativa al oficio de herrero: ingude, ingure 'yunque'< lat. INCVDINE, mailu 'martillo' < lat. MALLEV, voces de la agricultura y la ganadería, como kubela, kupela 'cuba donde se machaca la uva' < lat. CVPELLA, meta 'gran montón de grano' < lat. META, uzta 'cosecha', 'julio' lat. AVGVSTV, árboles frutales y frutas como gaztaina 'castaña' < lat. CASTANEA, gerezi 'cereza' < lat. CERESEA, hortalizas tales como kipula, típula 'cebolla' < lat. CEPVLLA, biper, piper 'pimiento' < lat. PIPER. La lista de latinismos de época antigua en euskera podría continuar interminablemente, como está bien establecido desde Hugo Schuchardt, matizados convenientemente por Michelena. En relación con rasgos morfosintácticos podemos señalar dos hechos derivados de la interferencia < vasco-latina: 1) la notable coincidencia observable en los antropónimos aquitanos y medievales por lo que respecta a rasgos de declinación que, seguramente, deben ser interpretados como efecto de la acción del elemento indígena sobre el latino, y 2) algún caso de consecutio temporum, en el que es posible sospechar la existencia de la impronta latina. Los trabajos sobre Onomástica llevados a cabo en el País Vasco son, así mismo, reveladores de diferentes momentos de romanización, al tiempo que tienden un puente entre la lengua vasca peninsular y la antroponimia aquitana de época prerromana. En toponimia, Rohlfs señaló cambios de nombres de lugar indígenas por otros latinos; tiene interés el nombre de Pompaelo (hoyPamplona) fundada en el segundo cuarto del siglo 1 a.C, acerca del cual Estrabón aclara que quiere decir Pompeiopolis, esto es, 'ciudad de Pompeyo'; en la segunda parte de Pompaelo, o, mejor, Pampilone, puede observarse un elemento que corresponde, seguramente, al nombre vasco de la misma ciudad, Iruñea,tal como la denominaban por antonomasia sus habitantes. En Aquitania, la colonización romana ha dejado derivados en - ANV, tales como Biran (B1RIVS), Cadiran (CATIRIYS),Ordan (VRDVS),Sansan (SANCIVS)..., que se concentran en torno a Auch (ciudad que debió constituir un centro importante de infiltración romana), así como a la actual Saint-Bertrand-de Comminges, que cuenta a su alrededor con topónimos como Aventignan (AVENTJMVS), Frontignan (FRONTINIVS), Lascan(LVSCVS)..., o Tarbes,en cuyo entorno aparecen Lézignan (LICINIVS), Gaillan(GALLIVS), Cuidan(JVLIVS), etc., y que van desapareciendo conforme se avanza hacia el Norte y el Este. No obstante, el elemento galo-romano parece no haber superado al indígena, ni siquiera en territorios situados al norte de la antigua Aquitania, hecho que condujo a Rohlfs a pensar que la lengua aquitana antigua resistió con fuerza a la latinización.
1.3. Vascuence y romance en la Edad Media Que el vasco muestra todavía hoy elementos latinos incrustados en su léxico es evidente (acabamos de verlo), como lo es que conserva rasgos de una latinidad antigua, lo cual nos habla de un contacto vasco-latino primitivo. Aunque pensemos, como he expuesto más arriba, que, en la época de la latinización, el latín no pasase de ser una lengua franca o pidgin y quizá, por lo tanto, no materna (es decir, que no se transmitía de una generación a otra en el seno familiar, sino qué era aprendida con fines comerciales o de otra índole por hablantes de lengua vasca), en un momento dado tuvo que convertirse en tal, ya que el romance de toda esa zona es lengua de la que tenemos noticia desde tiempos lejanos. Es posible que la comunidad bilingüe vasco-latina fuera en un principio pequeña y seguramente caracterizaría a los grupos dominantes del país, a través de los cuales se iría extendiendo a otras capas de la población. Además, según se deduce de investigaciones muy recientes, la presencia romana en territorio vasco debió ser mayor de lo que se había venido creyendo, por lo que ya no cabe hablar de ausencia de romanización. A todo ello hay que añadir la latinización que llegó por vía de cristianización. Lo cierto es que desde época medieval antigua hay constancia de la existencia de lengua latina, convertida después en románica (concretamente, en castellano) por un proceso semejante al que condujo al latín de Hispania a transformarse en los diferentes dialectos románicos peninsulares que, con el paso del tiempo, han dado lugar al mapa lingüístico peninsular de hoy. De extraordinaria importancia son las Glosas Emilianenses, una de ellas trilingüe (latín, romance y euskera) y bilingüe (latin-euskera) la otra, conservadas en San Millán de la Cogolla; junto a los vasquismos evidentes hay otros de clara filiación euskérica, que nos hablan de la contigüidad vasco-románica en La Rioja medieval; al margen de cuál sea la modalidad lingüística romance propia de las Glosas, lo que sí es claro es que reflejan una impregnación de elementos vascos que no puede ser meramente incidental, por lo que debieron ser escritas en zona de contacto vasco-románico. Para la lengua hablada, en general, hay otros testimonios bien conocidos, como el vocabulario del peregrino alemán Arnold von Harff, que proporciona léxico vasco que perdura hasta hoy.
2. La lengua vasca a partir del siglo XVI
2.1. El euskera en los siglos XVI y XVII En contraste con lo sucedido en ámbitos románicos como el castellano o el francés, para los que los Siglos XVI y XVII son momentos de plenitud, para la literatura y la lengua vasca escritas constituyen época de orígenes. A excepción de una carta manuscrita en México por Fray Juan de Zumárraga en 1537, que refleja el dialecto vizcaíno hablado por su factor, el primer texto literario intencionada y voluntariosamente escrito en vasco se imprime en Burdeos en 1545; es una breve colección de poemas tituladaLinguae Vasconum Prímitiae y compuesta por Mosén Bernart Dechepare, párroco de Saint-Michel-le Vieux en la Baja Navarra. Cuando se acomete tal empresa, impulsada en buena medida por la Reforma, la lengua vasca carece de modelos culturales propios sobre los cuales forjarse, pues hasta entonces se había movido en el contexto de la cultura oral, donde hubo y habrá después larga tradición; así se explica que la lengua escrita trate de constituirse mirando a modelos románicos, utilizando la scriptarománica, primero navarra y gascona, y luego también castellana y francesa. La Reforma no triunfó en territorio vasco, pero dio lugar, como contrapartida, a la preocupación por parte del clero católico de catequizar a los feligreses en lengua vulgar, con lo cual proliferaron los catecismos en vascuence, o bilingües en euskera y castellano. En territorio francés surge en el siglo XVII el movimiento literario de Labort, que crea un modelo de prosa literaria aún hoy vigente. Su máxima figura es el navarro asentado en Francia Axular, pero a su obra hay que adjuntar una extensa producción de obras de otros autores, cuya base lingüística es el dialecto vasco labortano de Sara y de San Juan de Luz, con alguna excepción como la de Juan de Tartas, que escribió en dialecto suletino fuertemente impregnado de características bajo-navarras. Este movimiento está integrado principalmente por eclesiásticos, lo que explica que la producción literaria de este momento tenga un carácter predominantemente religioso. Pero la lengua vasca siguió sin emplearse en documentos y textos iliterarios en general, por lo que continuó careciendo de carácter oficial; de aquí que el cultivo literario, obra en definitiva del esfuerzo de unos pocos, no fuera suficiente para posibilitar su acceso no sólo a lengua literaria (cosa que indudablemente constituye un logro de este momento) sino, además, a lengua general. La situación real del euskera está bien reflejada para determinadas zonas por diferentes testimonios. Así, por lo que respecta a la Álava del siglo XVI, Andrea Navajero dejó escrito que: 'En Vitoria se habla castellano, pero entienden el vascuence, y en los más de los pueblos se habla esta lengua'. Por lo que a Navarra se refiere, conocemos bastante bien los límites del vasco en 1587 gracias a un importante manuscrito en el que se ofrece la lista completa de pueblos del Obispado de Pamplona dentro de Navarra, precisada por su condición de vasco o castellanohablantes: frente a 58 pueblos de habla castellana, alcanzan la cifra de 451 los de habla vasca, si bien no hay que llamarse a engaño, pues estos 451 pueblos de habla vasca son los de menor índice demográfico. Los límites del euskera se mantendrán en Navarra en la misma extensión hasta el siglo XVIII con Tafalla y Estella como límites meridionales, aunque en intensidad el retroceso debió ser grande. Como bien ha estudiado González Ollé, nada sabemos acerca de la situación de bilingüismo en que tales pueblos se encontraban, pero debió ser general y creciente, puesto que actuó como factor de erosión interna del euskera; sólo a través de esta suposición podemos explicarnos bien su precipitada y repentina pérdida en el siglo siguiente. No debemos olvidar, por otra parte, que la realidad lingüística revestía caracteres más complejos que los del bilingüismo, ya que en la Edad Media Navarra fue una comunidad plurilingüe que acogía en su seno a otros grupos marginales portadores de su propia lengua, tales como musulmanes, judíos (de algunos de los cuales consta que conocían el euskera) y occitanos, con los cuales compartía el estatuto de no oficialidad respecto a la lengua. No deja de sorprender que un italiano, N. Landucci, natural de Luca, mandara componer unDictionarium linguae Cantabricaeen 1562, aunque su valor real como reflejo de la lengua vasca sea dudoso. En cualquier caso, hoy se va conociendo mejor la trayectoria de la lexicografía vasca y de los esfuerzos por elevarla a la situación de lengua estándar, esfuerzos que tendrán su punto culminante en el siglo XVIII en la figura de Larramendi, si bien la estandarización del euskera tendrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX.
2.2.De la Ilustración a 1970
2.2.1. El siglo XVIII
Por lo que se refiere a la lengua hablada, sabemos que el siglo XVIII fue decisivo para el retroceso del euskera en Álava. En las Encartaciones de Vizcaya el mismo proceso había tenido lugar ya, seguramente, desde tiempo atrás y, aunque parece ser en el siglo XIX cuando se produce la pérdida de la lengua vasca en buena parte del territorio navarro, podemos pensar que, en las grandes ciudades, se iba produciendo durante el siglo XVIII una progresiva erosión que desembocará en la pérdida de la lengua autóctona en el siglo siguiente, no sólo en Pamplona, sino también en Bilbao, de forma semejante a como se documentaba el fenómeno en Vitoria para el siglo XVI. De suerte que hay una castellanizado!! progresiva en todo el territorio de habla vasca, que, sin necesidad de que hubiera conllevado la pérdida del euskera, lo produjo de hecho. Otro tanto sucedió en territorio continental como consecuencia de la superposición del francés, aunque allí el retroceso parece haber sido intensivo, dentro de un área geográfica más o menos estable. La lengua literaria muestra, durante el siglo XVIII y primera parte del XIX, la impronta labortana del siglo anterior. En el caso de Larramendi, de quien sabemos era buen conocedor del euskera, parece claro que tenía como preocupación primordial dejar bien sentada la defensa de la lengua vasca ante un público lector castellano. En realidad, Larramendi, con su actividad apologista (es bien conocida su polémica sobre la antigüedad del la lengua vasca con Gregorio Mayans) propició el resurgimiento de la literatura vasca escrita en territorio peninsular, que, en este siglo, obtiene frutos superiores a los que podemos encontrar en tierras continentales. En el siglo XVIII surge inesperadamente, en pleno corazón del territorio vasco, un hecho de enorme trascendencia cultural para el País Vasco en particular y para España en general, a saber, la aparición de la Sociedad Bascongada de Amigos del País.Esta Sociedad, que mas tarde recibirá el título de Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, pionera de las Sociedades de Amigos del País extendidas por el mapa peninsular y apoyadas por la política ilustrada del gobierno de Carlos III, fue fundada en 1764 por Francisco Xabier María de Munibe, conde de Peñaflorida, formado en Francia durante su juventud. Esta institución se consagró especialmente al estudio de las ciencias y en este terreno obtuvo logros de relieve mundial, si bien, en lo que se refiere a la lengua, los Amigosadoptaron el castellano como vehículo de enseñanza; ello no quiere decir que la lengua vasca se descuidara por completo, puesto que el propio conde de Peñaflorida escribió una obra teatral bilingüe y, por iniciativa de Pedro Rodríguez de Campomanes, llegó a concebirse el proyecto para un gran diccionario vasco, planeado como obra colectiva e inspirado, seguramente, en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española. En el siglo XVIII surge una figura de relieve universal que, en la frontera con el siglo siguiente, representará el primer contacto real de la tradición lingüistica vasca local con la tradición científica occidental. Guillermo de Humboldt, que realizó dos viajes al País Vasco en los años 1799 y 1801, precisamente en momentos en que la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País estaba dando sus mejores frutos, fue iniciado en el conocimiento de la lengua vasca por dos ardientes apologistas, Pedro Pablo de Astarloa y Juan Antonio Moguel y Urquiza. Las inquietudes humboldtianas en torno a la lengua vasca cristalizaron principalmente obras que contrastan, por su carácter técnico, con la índole más bien filosófico-antropológica del resto de su obra lingüística. Humboldt, partiendo de la identidad entre vasco e ibérico (tesis de la que fue defensor), estudió la extensión de la lengua vasca por toda la península e, incluso, fuera de ella, relacionando toda suerte de topónimos con elementos vascos; sus ideas en estas cuestiones no son hoy válidas, pero su interés por la lengua vasca fue germen para estudios posteriores sobre el euskera por otros filólogos ilustres.
2.2.2. El siglo XIX
No faltan en el siglo XIX voces que claman por una adaptación de la lengua vasca a las necesidades modernas. Se da, incluso, el fenómeno paralelo aunque contrario al que encontrábamos con los apologistas vascos y, así, hay quien escribe en vasco con la intención de llegar a un determinado sector de opinión. Todo ello nos habla de un cierto desfase existente entre la situación real de la lengua hablada y los intentos individuales, generalmente ilustrados, por elevar el euskera a la condición de lengua de cultura. Pero, a partir de ahora, la castellanización y la introducción del bilingüismo en zonas que habían sido monolingües (vascohablantes) durante siglos, conllevará la regresión de la lengua vasca hablada, regresión que será tanto geográfica como social. Ya en pleno siglo XIX encontramos una figura que habrá de tener una importancia trascendental en el estudio del euskera y de sus dialectos. Se trata de Luis Luciano Bonaparte, hijo de Luciano, hermano de Napoleón I, que nació en Inglaterra en 1813, vivió en Italia y recibió de Napoleón III el título de Príncipe. Los dialectos constituyeron el principal objeto de interés en sus trabajos y, muy especialmente, la lengua vasca. Su obra lingüística se caracteriza por un cierto tinte de aficionado, a pesar de lo cual dejó una obra de importancia excepcional para la lingüística vasca: el estudio de sus dialectos. Bonaparte no se fijó únicamente en las variedades habladas del euskera, sino que se preocupó también de los dialectos literarios que contaban con un uso más o menos normalizado. Entre sus trabajos cabe destacar el mapa que confeccionó en 1861 (cuyo modelo había empleado ya para describir los dialectos ingleses de la Gran Bretaña) en el que consignó la delimitación precisa y exacta de los dialectos vascos, con todos sus subdialectos y variedades. Este mapa lingüístico fue retocado después por Resurrección Ma de Azkue, pero sigue vigente aún hoy en sus líneas generales, ya que todo cuanto en él se contiene está comprobado hasta en su más mínimo detalle. En el siglo XIX se incluye así mismo la figura de Schuchardt, ya que a él pertenece la mayor parte de su larga y fecunda vida, que ocupa también el primer cuarto del siglo XX. Hugo Shuchardt comenzó sus estudios de lengua vasca en Sara en 1886 y llegó a ser miembro de honor de la Academia de la Lengua Vasca. Este gran romanista, que se preocupó además intensamente por las lenguas mixtas, fue, al mismo tiempo, un gran vascólogo, y sus trabajos en torno al euskera tuvieron dos vertientes: por una parte, se preocupó por indagar los orígenes del vasco, su relación con el ibero (fue defensor de la tesis vascoiberista) y con lenguas africanas y caucásicas; por otra parte, su condición de romanista le proporcionó la perspectiva necesaria para alcanzar a ver el elemento románico incrustado en la lengua vasca. Al lado de Schuchardt hay que mencionar, por la coincidencia cronológica, a Julien Vinson, a quien debemos un detallado catálogo de obras dedicadas a la lengua vasca. Como fruto de este espíritu vascológico surgido fuera de España, en el mes de febrero de 1886 se constituyó la Baskische Gesellschaft por obra de Karl Hannemann y de Theodor Linschmann, que contó con la adhesión de vascólogos de diversos países. Los estatutos de tal Sociedad Vasca se publicaron, en alemán y en francés, en los números 1 y 2, respectivamente, de la revista Euskara. Esta revista (Euskara, Organ für die interessen der 'Baskischen Gesellschaft', Berlín), de interés desigual, se publicó desde el 1o de octubre de 1886 hasta el 1o de julio de 1896, bajo la dirección de Hannemann. En el siglo XIX, pues, vemos aparecer signos de preocupación científica por el empleo y estudio de la lengua vasca, tanto locales como foráneos, que cristalizará en el siglo siguiente con la institución de entidades destinadas a proteger y promover el euskera. Así surge el impulso por sobrevivir a una situación que parecía perdida irremediablemente, ya que la situación de la lengua hablada iba siendo cada vez más precaria. Pensemos que Guillermo de Humboldt había pronosticado que, para 1900, no quedaría más resto de la lengua vasca que los textos escritos.
2.2.3. El siglo XX hasta 1970
A pesar de algunos vaticinios poco optimistas respecto a la conservación y empleo vivo de la lengua vasca, lo cierto es que en el siglo XX culminan las inquietudes surgidas en etapas anteriores, al crearse instituciones encargadas de velar, no sólo por el mantenimiento del euskera sino por el estudio realmente científico del mismo. Así, en el Congrés Basque de 1906, celebrado en Fuenterrabía el día 13 de septiembre, se anuncia la creación de una Academia Vasca, que se fundará algunos años después con el nombre de Euskaltzaindia. En 1907 se crea la Revista Internacional de Estudios Vascos, ejemplar en su género, y el Primer Congreso de Estudios Vascos, celebrado en Oñate en 1918 representa el espaldarazo definitivo para la elevación de los estudios lingüísticos vascos a un nivel realmente científico, con la creación de Eusko Ikaskuntza (Sociedad de Estudios Vascos) y con el deseo expreso de aunar todas las fuerzas posibles en bien de la lengua. LaRevista Internacional de Estudios Vascos, que se publicó desde 1907 hasta 1936 bajo la dirección de Julio de Urquijo, constituyó desde 1922 el órgano oficial de expresión científica de la Sociedad de Estudios Vascos y, tras el paréntesis de 1936 a 1983, ha vuelto a ser editada en su segunda etapa teniendo como director a Julio Caro Baroja hasta su muerte. Tras la guerra civil, la lengua vasca hablada, prohibida por decreto primero y desprestigiada después entre sus propios hablantes, iba quedando cada vez más relegada a funciones más o menos caseras, alejándose del prototipo de lengua estándar o lengua de cultura. La superación de este hecho se logrará a partir de 1970 gracias al establecimiento del euskera batua, que tuvo como factor aglutinante la figura señera de Koldo Mitxelena. Sin embargo, a pesar de las dificultades de toda índole, durante la posguerra no faltaban signos de preocupación por los hechos culturales vascos y especialmente por las relaciones con la lengua y la literatura. Así, a partir de 1954 se dio nuevo impulso a la revista Egan, dedicada principalmente a los estudios literarios. En Guatemala, Andima Ibiñagabeitia dirige la publicación de la revista Eusko-Gogoa.En 1969 aparece el primer número de la revista Fontes Linguae Vasconum, que, bajo la dirección de Julio Caro Baroja, ha ido reuniendo trabajos valiosos sobre la lengua vasca, con la colaboración de numerosos autores españoles y extranjeros. No menor importancia ha tenido el Boletín de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País o la revista Euskera (publicación de Euskaltzaindia), así como la ya mencionada Sociedad de Estudios Vascos, la propia Euskaltzaindia y el Seminario de Filología Vasca 'Julio de Urquijo' guipuzcoano con su importante Anuario.
2.3. La lengua vasca después de 1970: el estándar vasco o batua
La necesidad de convertir el euskera en lengua de cultura fue abriéndose paso al tomar conciencia de la necesidad de llevar a cabo la tarea de normalización lingüística, que se hizo particularmente urgente desde el momento en que la lengua vasca comenzó a ser utilizada para otros fines además del de la creación literaria. La Academia de la Lengua Vasca había tomado esta labor sobre sus hombros desde su fundación en 1919, pero no se enfrentó a ella de forma definitiva hasta el año 1968. Hubo antes un proyecto de Azkue, conocido como gipuzkera osotua o guipuzcoano 'completado' a base de el elementos tomados de los demás dialectos, que no prendió entre los escritores, así como una propuesta de Krutwig después de la guerra, en la que proponía el labortano clásico como base de la unificación; pero ningún intento llegó a cuajar hasta 1968, en que se presentaron y discutieron varias ponencias y comunicaciones, de forma que la Academia llegó a tomar acuerdos que dejaban abierta una vía bien marcada en lo fundamental en lo referente a la unificación de la ortografía y la declinación (1968) la del léxico básico (1970) y la del verbo auxiliar en 1973. Y la realidad es que la lengua normalizada, el euskara batua, se ha convertido en la lengua de la enseñanza, de la administración y de la de mayor parte de la producción editorial en lengua vasca, al tiempo que es la lengua oficial. De esta forma, la lengua vasca cuenta ya con una ortografía y una gramática unificadas. Queda como tarea de la Real Academia de la Lengua Vasca/Euskaltzaindia, que parece inminente, la publicación de un diccionario normalizado, pero, mientras tanto, se han ido publicando los XIII primeros volúmenes (que abarcan hasta la letra O) delDiccionario General Vasco / Orotariko Euskal Hiztegia que Luis Michelena dejó preparados y a los que Ibón Sarasola está dando el impulso final; esta obra monumental de la lexicografía vasca es la mejor base para la selección del léxico general y modélico de la lengua vasca. La andadura del euskera a partir del batua y sus perspectivas de futuro han sido ya tratadas en número anterior de HISPANICA POLONORUM por Pello Salaburu (1999), por lo que prescindo de hacer consideraciones en este sentido.
3. Desiderata La historia de la lengua vasca fue delineada en sus puntos esenciales por Luis Michelena (Koldo Mitxelena) a través de la reconstrucción interna y comparativa, sin perder de vista la información que podía venir del campo románico circundante. Los dialectos vascos constituyeron la base metodológica de la reconstrucción de su pasado común. En el momento actual se amplía con seriedad la investigación de su protohistoria, tratando de establecer contactos tipológicos con otras lenguas a través de la búsqueda de rasgos universales mejor estudiados en lenguas de todo el mundo. Además, se cuenta ya con un Diccionario etimológico de la lengua vasca, que permitirá a partir de ahora estudiar sistemáticamente las correspondencias léxicas vasco-caucásicas y otras. La influencia derivada del contacto con el mundo latino y su lengua en el euskera, así como la emergencia romance en su territorio, es otro de los puntos en los que hoy incide la investigación. Se vislumbra ya cuál fue el área antigua de habla vasca a ambos lados de los Pirineos occidentales; falta por saber si el latín fue elemento de disgregación o más bien sirvió como aglutinante en la geografía que hoy dibujan las estelas medievales que con tienen inscripciones latinas. La continuidad de esta área vasca romanizada con aquella otra en la que emergen las diferentes modalidades románicas en el futuro está aún por determinar. Desde el momento en que el euskera cuenta ya concultivo literario continuado, cosa que sucede a partir del siglo XVI, la historia de la lengua se ha ido enriqueciendo con la edición sistemática y rigurosa de textos antiguos y modernos, así como con monografías fundamentales, si bien está por hacer una historia de la lexicografía, a la que no puede ser ajena la lexicografía románica, dada la presencia de otras lenguas como el latín, castellano o el francés en los diccionarios bilingües, trilingües y hasta políglotas de la lengua vasca. En definitiva, la Filología Vasca cuenta, al filo del siglo XXI, con una perspectiva inmejorable de estudio e investigación de la realidad pasada y presente de la lengua vasca.
Referencias
Catalán Menéndez-Pidal, Diego 1974. Lingüística ibero-románica. Madrid: Gredos. Echenique Elizondo, MªTeresa. 1987. Historialingüística vasco-románica, 2ª ed. Madrid: Paraninfo. - 1998. Estudios de historia lingüística vasco-románica Madrid: Istmo. J.A., Gorrochategui, Joaquín y Lakarra, Joseba Andoni. 1997. Nuevas aportaciones a la reconstrucción del Protovasco, en F. Villar y J. D'Encarnaçao (eds.), La Hispania prerromana. Actas del VI Coloquio sobre Lenguas y Culturas prerromanas de la Península Ibérica (Coimbra, 1995), 609-634.Salamanea / Coimbra: Universidad de Salamanca. Michelena, Luis 1963. Lenguas y protolenguas. Salamanca: Universidad de Salamanca, [traducción al inglés, Languages and Protolanguages, Vitoria, Universidad del País Vasco, 1998]. - 1987. Lengua e historia. Madrid: Paraninfo. - 1988. Palabras y textos. Bilbao/Vitoria: Universidad del país Vasco. - 1988. Sobre el pasado de la lengua vasca. San Sebastián: Seminario de Filología Vasca"Julio de Urquijo". Salaburu, Pello. 1999. Procesos de estandarización en vascuence. HISPANICA POLONORUM, 2:83-98. Trask, Robert 1997. The History of Basque. London/New York: Routledge. Urquizu, Patricio 1991. Introducción a la Filología Vasca Madrid: UNED.
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