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ORDENACIÓN TERRITORIAL

1. VAREIA: DE CAMPAMENTO A ENCLAVE CIVIL

l núcleo romano de Vareia emergió hegemónico en la comarca del Bajo Iregua y del entorno inmediato, generándose a partir de él un poblamiento disperso desde momentos avanzados de la dinastía Julio Claudia. Ello terminó por configurar un ordenamiento territorial de nuevo cuño que nada tendría que ver con el heredado por las comunidades beronas de la región. Para alcanzar ese punto había sido preciso que irrumpieran en la zona agentes y fuerzas foráneas como protagonistas de los cambios.

El actual barrio logroñés de Varea conserva casi sin alteración el antiguo topónimo Vareia. Bajo las edificaciones y las tierras circundantes se ocultan construcciones y ajuares muebles de época romana, de los que desde siempre se tiene noticia. Unidas esas evidencias arqueológicas con la herencia toponímica del lugar, nunca han surgido dudas sobre la identificación Varea/Vareia. Veremos enseguida que el problema es algo más complejo.

Posibilidades y límites de las fuentes. Escasean las fuentes escritas sobre Vareia. Recopilamos las literarias en primer lugar1:

a) Tito Livio, frag. 91: Sertorio en la primavera del año 76 a.C. atacó a los Berones, aliados de Pompeyo; llegó de noche ante Vareia, la ciudad más fuerte de su región (ualidissima urbs regionis eius); no fue cogida por sorpresa, pues estaba protegida por la caballería berona y por la de los Autrigones2.

b) Estrabón 3,4,12: «En la parte septentrional de los Celtíberos viven los Berones, vecinos de los Cántabros Coniscos y que proceden de la migración céltica; tienen una ciudad, Varia, situada junto al paso del río Ebro. Lindan con los Bardietas, hoy denominados Bárdulos».

c) Plinio, N.H. 3,3,21: «El río Ebro, rico por su comercio fluvial, nace entre los Cántabros junto al oppidum Iuliobriga, recorre 450.000 pasos y es navegable a lo largo de 260.000 pasos desde el oppidum Vareia».

d) Ptolomeo 2,6,55: Más abajo de los Autrigones están los Berones, cuyas ciudades son: Trititum Magallum, Ubia y Vareia 3.

e) Itin. Ant. 393,2: ... Calagorra, Vereia, Tritio, Lybia, Segesamunclo 4 ...

f) Hilario, Epist. 16: «Hemos sabido que nos ha llegado otra carta con las firmas de varias personas honorables y propietarios de las ciudades de Tarazona, Cascante, Calahorra, Varea, Tricio, Herramélluri y Briviesca, en la que se excusaba cuanto había denunciado vuestra queja sobre Silvano»5.

Hasta aquí los datos literarios disponibles. Su valor informativo es muy desigual, desde la simple mención del topónimo Vareia en documentos d) y e) a datos algo más consistentes en los documentos a), b), c) y f). Tito Livio cuenta que Vareia y los Berones en su conjunto no apoyaron a Sertorio en la guerra civil y que sufrió asedio en la primavera del año 76 a.C. Estrabón, que escribe a finales de Augusto y principios de Tiberio, debe basarse en fuentes anteriores; probablemente en Polibio 6, quien conoció la región vareyense el año 134 a.C. al formar parte del séquito de Escipión cuando el asedio y destrucción de Numancia. La noticia estraboniana habla de Vareia como enclave berón, por tanto céltico, y dice que se halla situada en el cruce del Ebro, seguramente zona de vados y por ello punto de interés estratégico.

La información de Plinio el Viejo merece plena credibilidad, porque conocía bien la provincia Citerior al servir en ella como procurador. Uno de los espíritus más ilustrados de su tiempo y preocupado por conocer cuanto sucede en su entorno y en la naturaleza, Plinio nos ha legado la valiosa noticia de que el Ebro era navegable precisamente desde Vareia, a la que denomina oppidum; esto es, un enclave sin la categorización jurídica de municipio o colonia. La procuratela de Plinio en la Citerior se data el año 73 d.C., momento en el que seguramente recogió la anterior información sobre el Ebro y Vareia 7.

Ptolomeo realiza a mediados del s. II d.C. una erudita descripción del orbe romano. En la parte que nos concierne es poco más que un frío listado de ciudades, entre las que se menciona Vareia. No deja de ser significativo que el autor siga ordenando los registros según unidades indígenas, siendo así que en su época hacía mucho que éstas habían perdido vigencia. Desconocemos las fuentes utilizadas, pero seguramente son notablemente arcaicas. Las tres ciudades que registra en el espacio berón se ubicaban a lo largo de la calzada que por el Ebro penetraba hacia el Norte y el Noroeste.

El Itinerario Antonino, recopila a finales del s. IV fuentes anteriores; simplemente informa que Vareia es una mansio o estación de fin de jornada en la calzada citada; la distancia señalada por el Itinerario coincide exactamente con el emplazamiento de Varea.

La Epístola del papa Hilario es enormemente interesante para mostrar algunos de los problemas que concernían a las élites del alto-medio Ebro en las postrimerías del mundo romano.

En resumen; resulta imposible reconstruir un cuadro histórico coherente de Vareia desde la migración céltica, recordada por Estrabón y datable hacia los siglos VI/V a.C., hasta la última mención del enclave en el documento f) del año 465. Media docena de citas para casi un milenio de historia; bien poca cosa.

A las fuentes literarias hemos de añadir todavía poco más de media docena de textos epigráficos y numismáticos. Identificamos con Vareia la ceca Uarakós que aparece en un pequeño grupo de monedas prelatinas; acuñadas probablemente durante las guerras de Sertorio, reforzarían la información de Tito Livio respecto al papel jugado por Vareia durante la contienda. Cuatro téseras de hospitalidad en escritura y lengua céltica, dos de ellas inéditas, ha dado el yacimiento de La Custodia (Viana). Varea cuenta con un reducido lote de inscripciones latinas. Dos son epitafios de militares de la legión IV Macedónica; una dedicada a C. Valerius Donatus en el primer tercio del s. I d.C. y otra al veterano Tertius una generación posterior. De la gens Voconia local conocemos también su inscripción funeraria. El corpus se completa con una pequeña ara consagrada a Júpiter Optimo Máximo por Sempronia Paterna y tres fragmentos casi inútiles desde el punto de vista histórico; de ellos, uno es paleocristiano. En Leire (Navarra) aparece el vareyense Quintus Licinius Fuscus dedicando un ara a las Ninfas. Finalmente, un grupo de nombres propios, casi siempre cognomina, aparecen en cerámicas, vidrios y hueso trabajado descubiertos a lo largo de las diversas campañas arqueológicas realizadas en Vareia.

Para el estudio de estas fuentes remitimos al apartado temático correspondiente. En principio observamos que sus posibilidades informativas son más bien escasas. Precisamente son de militares las inscripciones más antiguas, lo que permite deducir que un cuerpo de tropas de la legión IV Macedónica aparece vinculado a las primeras fases de ocupación de Varea.

Antes de seguir adelante es preciso observar que las fuentes literarias y epigráficas hablan de Vareia durante dos etapas bien diferenciadas: la ciudad berona y la que vivió bajo la paz imperial. La ceca Uarakós, las téseras de hospitalidad y las noticias literarias de Livio y Estrabón se refieren a la primera. Por el contrario, remiten a la segunda las noticias de Plinio, el ltin. Ant. y la epístola de Hilario. El dato de Ptolomeo es confuso, pues Vareia, Tritium y Libia ciertamente fueron ciudades de los Berones, pero difícilmente éstos podían pervivir a mediados del s. II como tal unidad gentilicia. La epigrafía latina mayor y menor, a la que hemos aludido, corresponde en su integridad a la fase romana.

Una carencia testimonial. ¿Se superponen las dos fases en el barrio logroñés de Varea? Veíamos que la tradición investigadora lo daba por supuesto, lo que significa que la arqueología tendría que haber detectado ahí un doble horizonte cultural como en otros enclaves berones romanizados (Libia, Santa Ana, etc.). No ha sido así. Todas las evidencias de Varea armonizan a la perfección con la Vareia imperial. En conclusión; en la zona logroñesa existieron dos asentamientos con el mismo nombre, uno indígena y otro romano; sólo el último estuvo en el actual Varea, mientras que el primero debe ser buscado en otro lugar, seguramente no muy distante. La prolongación del topónimo en el barrio logroñés prueba que la Vareia romana aquí existente anuló y sustituyó a la berona de sus proximidades.

Ciertamente Varea ha dado diversos testimonios de cultura indígena: un lote de 10 monedas ibero-romanas, entre las cuales destaca un tesorillo de 5 denarios 8, un pequeño bronce de cronología imprecisa que representa un jinete y que pudiera ser un exvoto del tipo conocido en los santuarios ibéricos 9, así como diversas cerámicas con las características pastas, cocciones y perfiles de la tradición celtibérica. Demasiado poco si, como recordaba Livio, la Vareia prerromana era ualidissima urbs regionis eius (frag. 91). En ninguno de los numerosos sondeos estratigráficos realizados en Varea los niveles profundos son más antiguos de época augustea. Un pequeño monetario de seis ases de Calagurris anteriores al 2 a.C. podría datar la construcción y el suelo de habitación más antiguos constatados con seguridad hasta hoy en él. Como veremos más adelante 10, se reitera de modo generalizado en todo el yacimiento un horizonte de ocupación durante el reinado de Augusto y los restantes Julio-Claudios. Pues bien, la inmensa mayoría de los testimonios de cultura indígena constatados estratigráficamente aparecen en ese horizonte junto con cerámicas comunes, importaciones de sigillata itálica y otros materiales específicamente romanos. En resumen, los escasos testimonios de cultura indígena descubiertos hasta hoy en Varea no son suficientes para ubicar aquí un hábitat berón autónomo con raíces en la antigua tradición céltica; más bien lo niegan. Tienen importancia marginal dentro del conjunto de evidencias de cultura romana y pueden explicarse por la acción de agentes extraños al mundo berón.

Vareia: Continuidad del topónimo y duplicidad de hábitat. Por tanto, tuvo que existir una ciudad berona de nombre céltico, recordada por las fuentes literarias en los hechos anteriores a época augustea, cuyo radical hallamos en la ceca Uarakós, que Estrabón trascribe al griego como Ouaría y los romanos al latín como Vareia. La ualidissima urbs de los Berones debe ser buscada en lugar distinto a Varea. En la comarca vareyense el yacimiento más importante se localiza en La Custodia (Viana) 11, distante de Varea 5 km. en línea recta aunque en la ribera norte del Ebro. Facilitaban la comunicación entre ambos puntos los vados existentes en esta zona del río, como recordaba Estrabón oportunamente. La Custodia fue el verdadero núcleo rector en la comarca del Bajo Iregua hasta la implantación del dominio romano. Ocupó 13,5 has. de superficie; sus cerámicas son abundantes y de gran calidad; los testimonios de escritura prelatina, los ricos adornos personales, la intensa circulación monetaria, las importaciones ibéricas o itálicas del s. I a.C., todo ello prueba que el lugar centralizó el flujo económico de la región.

En nuestra opinión, el yacimiento de La Custodia es la Vareia de los Berones, la que atacó Sertorio el año 76 y la recordada por Estrabón como principal enclave de ese pueblo 12. Su manifiesto alineamiento junto a Pompeyo, vencedor de la guerra civil contra Sertorio, debió repercutirle favorablemente haciendo del lugar un atractivo centro económico y cabecera regional. De ahí los frecuentes hallazgos de monetario iberoromano, las importaciones campanienses, las téseras de hospitalidad, los adornos personales en metales preciosos y el flujo económico con las zonas orientales de Hispania que evidencian diversos hallazgos arqueológicos.

Naturalmente, la reducción Vareia/La Custodia exige explicar el sentido y la función del yacimiento prerromano situado en Monte Cantabria, dominando la perspectiva general del valle. Situado también en la ribera norte del Ebro, dista 4,5 km. de La Custodia hacia el suroeste. Quedó muy por detrás de esta última en cuanto a desarrollo general. En sus ajuares dominan tendencias estáticas, anquilosadas, cerradas a la innovación, mientras que el mundo de La Custodia es dinámico, innovador, económica y culturalmente activo y plenamente abierto a las tendencias mediterráneas de la iberización. Más arriba se ha sugerido, que el enclave de Monte Cantabria cumpliría un papel complementario de La Custodia como fortaleza y refugio de su población en situaciones de peligro.

Sea como fuere, no existe en la comarca del Bajo Iregua otro asentamiento prerromano que pueda competir con La Custodia por la identificación con la Vareia berona. Precisamente porque ésta era centro demográfico potente y foco económico activo, el estado romano tardorrepublicano o augusteo potenció en frente, pero al sur del río, otro enclave que albergara a militares, a funcionarios y a las gentes por él protegidas en la explotación del territorio.

Con ese condicionante histórico surgió el enclave romano en Varea. La corriente del Ebro y la distancia de 5 km. que media entre ambos sitios daban seguridad al foco colonial. Desde Varea se mantenía vigilada la población indígena de La Custodia/Monte Cantabria, desde ahí actuaban los agentes estatales recaudando tributos y reclutando auxiliares y desde ahí los privados hacían negocios con los nativos.

Porque el nuevo sitio debía al viejo su razón de ser y porque no distaba mucho de él, es por lo que se le conoció con el mismo nombre: Vareia. El nuevo núcleo no podía llamarse de otros modo, porque surgió por y en función de la ciudad indígena. Nació para afirmar la oposicional bipolaridad de todo horizonte colonial. Arriba habíamos visto que lo ocurrido aquí fue un fenómeno muy reiterado en Hispania 13. La Vareia berona debió continuar su existencia hasta época julio-claudia, pero cuando desapareció definitivamente quedó el enclave romano con el viejo topónimo. De este modo explicamos un topónimo céltico (Vareia) en Varea sin que exista aquí poblamiento prerromano.

La legión IV Macedónica en el origen de la Vareia romana. A partir de ahora vamos a centrar nuestra atención en los inicios de la ocupación estable del lugar en el que se desarrolló la Vareia romana, el actual barrio logroñés de Varea. Antes de y durante la guerra de Sertorio (80-72 a.C.) pudo ser ocupado estacionalmente por tropas y agentes del gobierno en sus recorridos por la provincia.

Parece lógico y demostrado en otros lugares que para tales desplazamientos solían utilizarse puntos fijos de acampada consagrados por la práctica. Ignoramos por completo si después de la aventura de Sertorio se asentaron aquí elementos civiles de modo más o menos estable. De hecho, carecemos de toda información hasta el reinado de Augusto. Los primeros testimonios seguros de la ocupación permanente se datan desde las Guerras Cántabras (27-19 a.C.) Por entonces Augusto asentó aquí un destacamento (uexillatio) de la legión IV Macedónica, una de las unidades desplazadas a Hispania para la guerra. La guarnición de Varea fue una de las muchas que se desplegaron a lo largo del valle del Ebro en el eje de penetración hacia el frente. Puede afirmarse con propiedad que la Vareia romana es un derivado de la estable presencia en el lugar de los efectivos citados.


 
       Fig. 18. Estela funeraria de G. Valerius Donatus.

 

a) La información epigráfica. El primer testimonio conocido, y también el de cronología más antigua, sobre la estable ocupación militar de Vareia es el epitafio del soldado de la legión IV Macedonica C. Valerius Donatus. Por la tribu Voltinia deducimos que sería narbonense o itálica. Como soldado en activo, murió en Varea a los 39 años en un momento impreciso del primer tercio del siglo I d.C., entre finales del reinado de Augusto y durante el de Tiberio 14 (Fig. 18).

Una nueva inscripción del mayor interés ha venido a añadir nuevas perspectivas en cuanto a la vida de Vareia como enclave militar. Se trata de una estela levantada en recuerdo de un tal Tertius, veterano de la misma legión 15 Reutilizada en tumbas de lajas medievales, apareció en el cementerio de Varea 16. Es una estela en arenisca, (108) x 63 x 21/26 cm. con pérdida antigua de la cabecera y de la primera línea y reciente de las 2/3 últimas letras de cada línea. Carece de decoración o molduras en la parte conservada, salvo el sencillo trazado de una tabula ansata que enmarca el campo epigráfico de (42) x (50) cm. Letras de 4,5 cm., puntos triangulares entre palabras y sin ligaduras (Fig. 19).

[-ca.5-] + + + [-ca.3-]

f(ilius) Tertius v[et(eranus)]

leg(ionis) IIII Mac[ed(onicae)]

Anie(n)sis Caes[ara]-

5 ugustanus· a[nn]-

orum LXX h(ic) . [s(itus) e(st]

h(eres) ex t(estamento)

Imposible lectura de los restos inferiores de 3 letras en lín. 1ª; el resto no ofrece dificultades 17. En la línea perdida constaba el praenomen y el nomen del dedicado, así como la abreviatura del praenomen del padre. Del dedicado se dice que era zaragozano, inscrito en la tribu Aniense y veterano de la Legión IV Macedónica; falleció en Varea a los 70 años y dispuso en su testamento que el/los heredero/s le levantaran el epitafio. No es posible vincular a Tertius por el solo cognomen con familia alguna conocida de Caesaragusta 18. El hallazgo aporta un nuevo testimonio de la tribu Aniense como la propia de esa colonia 19 Está bien documentada la legio IV Macedonica en Hispania 20; participó en las guerras contra Cántabros, Astures y Galaicos y permaneció luego desplegada en el sector oriental del frente. Fue desplazada al medio Rhin entre el 39 y el 43 d.C.

Situamos entre finales de Tiberio (30-35 d.C.) y los años 65/70 los termini ante et post quem non respectivamente de nuestra inscripción. Tertius no pudo licenciarse en Varea más tarde de la partida de la legión IV a Germania; si aceptamos una fecha de licenciamiento hacia los 45/50 años de edad, su septuagésimo y último de vida no pudo darse después del 70 aproximadamente. De ahí que lo más tarde que Tertius habría nacido en Caesaraugusta sería entre el 5 a.C. y el cambio de Era; pertenecería a la segunda generación de zaragozanos, primera de los nacidos ya en la colonia tras su fundación en la penúltima década a.C. En esa fundación participaron veteranos de la legión IV (a más de la VI y de la X)21, por lo que resulta verosímil suponer que Tertius se enroló en esa unidad porque en ella había servido su padre.

Por el lado opuesto, la fecha más antigua posible (terminus ante quem non) de la inscripción vareyense se deduce como sigue; Tertius pudo haber nacido mientras su padre aún estaba en activo, pero no pudo enrolarse en la legión IV antes del licenciamiento del progenitor, cuando éste recuperó el derecho a matrimonio legal (connubium) y con él la legitimación de la prole y la transmisión a ella de la ciudadanía (tribu Aniense) y de la origo (Caesaraugustanus). Por tanto, Tertius se enrolaría como más pronto entre el 19 y el 13 a.C., fechas propuestas para la fundación de Caesaraugusta 22. Contaría por entonces con 17/22 años. De ahí que un simple cálculo aritmético permita situar en torno al 30/35 d.C. la fecha más antigua posible de su dedicatoria funeraria. En conclusión, la cronología oscila entre finales de Tiberio y el 65/70 d.C. Naturalmente, ambos topes admiten cierta flexibilidad por la inevitable imprecisión de algunos datos 23.

También en otro orden de cuestiones la inscripción de Tertius posee notable interés. En primer lugar prueba que la in corporación de los hijos al oficio militar del padre fue una de las vías seguidas por Augusto para provincializar el ejército hispano 24. Por otro lado contribuye a esclarecer las causa por las que los territorios del medio Ebro vivieron en unitaria cohesión el proceso histórico de la romanidad. Su unidad se articulaba en torno al río y a la vía que lo seguía en paralelo. En ese eje Caesaraugusta emergió desde un principio com foco rector y como polo de referencias para los pueblos de tierras beronas y vasconas. Que ello fuera así es debido, en gran medida, precisamente al carácter militar de la colonia.

Resulta significativo que unidades protagonistas de la fudación caesaraugustana posean destacamentos estacionados en la línea del Ebro bajo Augusto y bajo los primeros Juli Claudios; a más del de la IV Macedónica en Varea, se conoce otro de la legión VI en Calahorra 25; de ambas legiones salieron veteranos para la colonia Caesaraugusta. Es lógico pensar que los fundadores de ésta siguieran conectados por lazos personales y por intereses de todo tipo a las comunidades y territorios donde habían servido. En el caso que nos ocupa, una familia zaragozana, y no sería la única, dio uno de sus hijos a la unidad en la que el padre había militado. Tertius sirvió en Vareia y, al permanecer aquí tras el licenciamiento, generó una rama familiar desgajada del común tronco caesaraugustano.

Por la misma época que Tertius, también los lulii de Caesaraugusta tenían a 5 km. al Este de Vareia, en la villa rústica de Velilla (Recajo), a lulia Severina, casada con M. lulius Atticus 26. Los lulii constituían una prominente familia caesaraugustana27. En este caso no puede probarse que fuera la milicia lo que en origen relacionara Vareia-Caesaraugusta, pero sí la proyección de las élites de la colonia hacia las tierras del enclave vareyense.
         
         Fig 19. Estela funeraria de Tertius.

     No acaban aquí los testimonios sobre la fluidez de contactos entre los diversos territorios del Ebro. En Celsa se conocen cerámicas de paredes finas del officinator G. Valerius Verdullus producidas en Calahorra a finales de Claudio y durante el reinado de Nerón. En una de ellas se recuerda la celebración de las Saturnales en el municipio calagurritano 28; sin duda refuerza la impresión anterior en cuanto a la fuerte trabazón de la zona Vareia-Calagurris con el tramo Caesaraugusta-Celsa del Ebro durante el s. I d.C.

     b) El destacamento de Varea en la vida local. De las cuatro inscripciones altoimperiales conocidas en Varea, dos son epitafios de militares de la legión IV. Pese al escaso número de testimonios, el dato enfatiza el papel histórico de las tropas en la comarca del Bajo Iregua durante su permanencia en Vareia. Imaginamos que junto a la Vareia-campamento existieron las famosas canabae, donde fueron acogiéndose concubinas, hijos y siervos de los soldados, artesanos, mercaderes, etc.; toda una población abigarrada y de aluvión, que vivía de su relación con las instalaciones militares. También es verdad que la estabilización en el lugar del personal de tropa tras las Guerras Cántabras contribuiría igualmente a generar una demografía progresivamente arraigada en Vareia con el paso de los decenios. Hasta Calígula el campamento determinaría casi por completo las relaciones sociales de la comarca; del mismo modo giraría en torno a él la vida económica por el suministro de bienes y servicios al centro militar, por el consumo agrario y manufacturero que sus acogidos generan y por la vitalización económica que posibilitaba el circulante monetario a partir de las periódicas soldadas de la tropa (stipendium).

     Cuando la ofensiva de Augusto contra los pueblos septentrionales el campamento vareyense fue uno de los puntos de apoyo en la línea de penetración hacia el frente. Situado en retaguardia, servía al traslado de tropas y avituallamientos; por él pasaría Augusto el 26 y el 25 a.C. durante su ida y regreso al teatro de operaciones 29. Esa fue la tarea principal de las tropas estacionadas en Vareia mientras duró el conflicto. Después del año 19 a.C. siguieron en el lugar, pero al disminuir las demandas de apoyo logístico desde el norte se les añadieron otras funciones.

     En la etapa de paz formaba parte de la guarnición vareyense el narbonense o itálico C. Valerius Donatus y el caesaraugustano Tertius. Ambos debieron verse afectados por la disposición augustea de recurrir al ejército para construir la calzada del Ebro. Otro destacamento de la legión IV en la Navarra media inauguraba ahí el 9 a.C. ciertos tramos de una vía subpirenaica y las obras debieron proseguir durante Tiberio. Un miliario de Calahorra prueba que también se construía la calzada del Ebro el 9 a.C., seguramente, como en Navarra, bajo control del ejército. Es lo que debió ocurrir con el destacamento vareyense de la legión IV 30. En suma; los militares eran garantes de la paz como policía en la región y al mismo tiempo, en la medida en que supervisaron y dirigieron el plan imperial de comunicaciones, jugaron un papel clave para el proceso romanizador en estos territorios del Ebro medio.
     Tras la partida de las tropas hacia Germania todavía quedó en Vareia una dependencia estatal; una estación pública en la ruta del Ebro para los correos imperiales, cambio de postas, alojamiento de agentes del estado y para almacenamiento de víveres y suministros. De ella tenemos noticias en los itinerarios bajoimperiales, pero hubo de funcionar ya desde Augusto.

c) De la Vareia militar al enclave civil. La inscripción del veterano Tertius ilumina también otros aspectos de la historia regional. No creemos que su caso fuera aislado y excepcional; esto es, licenciamiento en Vareia y permanencia ulterior en el mismo lugar del servicio activo. No le habría sido difícil alcanzar su natal Caesaraugusta y, sin embargo, prefirió Vareia, donde sobrevivió unos 25 años. Si como conjeturamos, el caso de Tertius se reiteró en otros compañeros de armas, resultaría que el enclave civil de la Vareia altoimperial que conocemos por las excavaciones arqueológicas fue una transformación del campamento por la naturalización en el lugar de veteranos y gentes de las canabae. Creemos importante apuntar alguna hipótesis explicativa de semejante transformación.

Hasta ahora la historiografía no había reparado en el hecho y Vareia no constaba en el elenco de enclaves originados por una primera ocupación militar. Enfatizamos el carácter de hipótesis de las líneas que siguen, dada la carencia de fuentes explícitas. Cierta es la mutación, hipotético el modo concreto de la misma. Partimos de varias premisas. En primer lugar, la

Vareia civil que sustituyó al campamento fue cabecera de una comarca agrícola dirigida por una acomodada capa de propietarios; es la conclusión cierta que se deriva de las actuales investigaciones. En segundo lugar, la epigrafía y demás vestigios arqueológicos muestra que buena parte, si no la totalidad de esos propietarios, eran de origen foráneo sin raíces en el mundo local. Y en tercer lugar, como creemos apunta el caso de Tertius, el núcleo civil resultante fue el destilado natural del asentamiento militar.

Una observación añadida; mientras que antes de las Guerras Cántabras la Vareia indígena vive momentos de bonanza económica, a partir de Augusto parece transitar hacia una etapa de esclerosis y crisis. Justamente coincidiendo con la instalación permanente de tropas en las proximidades. Ello quiere decir que existe relación de causalidad entre ambos hechos. Implantar una guarnición en Varea no podía por menos que trastocar el sistema de relaciones socio-económicas y el orden territorial precedentes. Ganaremos cabal cuenta de las consecuencias del campamento, si cotejamos la historia última de la Vareia berona (La Custodia) y la historia primera de la Vareia romana (Varea):

 

 

Vareia berona

Vareia romana

1.      Fase preaugustea

Bonanza económica

No existe  

2.      De 27 a.C. a 39 d.C.

Decadencia

Campamento

3.      Del 39 en adelante

Abandono

Enclave civil

 

 

     La abundancia de circulante monetario y el dinamismo artesano-comercial de la Vareia berona en la fase 1ª no son expresión de una comunidad formada principalmente por mercaderes, sino las consecuencias mercantiles de una economía agrícola que dispone de suficientes excedentes; sobre ellos no gravaba mucho el 5 % del stipendium debido a Roma por tratarse de una comunidad peregrina 31, lo que permitía a los privados traducir el resto en bienes suntuarios. En la fase 2ª el campamento quebró esa situación al constituirse como centro hegemónico en las relaciones económicas de la región. La vieja Vareia no es incompatible con el asentamiento militar en cuanto a coexistir en el mismo espacio, pero ha tenido que subordinarse a él.
    ¿Por qué tal subordinación anuló radicalmente el dinamismo anterior? Porque le privó de su principal soporte económico: los excedentes agrarios. Con toda probabilidad sobre la población de la vieja Vareia recayó la carga de sostener en gran medida a las tropas de la nueva Vareia. De dos formas posibles: primera, por vía de tributos en metálico, en especie, en prestaciones personales o combinación de ellas; segunda, porque tal vez el despliegue militar augusteo conllevó calificar como prata legionis las mejores tierras en torno al campamento; esto es, las vegas del Ebro, del Iregua y del Leza. Los nativos cuyas heredades se vieran afectadas por la medida, quedarían obligados a proseguir los laboreos, sólo que ahora los frutos ya no se guardaban en sus particulares graneros y establos, sino en los de la legión.
     Son bien conocidos los
prata asignados a las unidades desplegadas en el norte de Hispania en época julio-claudia. Conocemos una veintena aproximada de hitos que amojonaban junto a Julióbriga precisamente los terrenos de la legión IV, la misma que tenía un destacamento en Varea 32. Los prata son tierras reservadas a una guarnición, de cuya explotación ésta obtiene una parte de los recursos que necesita para mantenerse33. Consideramos probable que el fenómeno conocido en la cabecera del Ebro se reiterara en el medio Ebro; de esa forma el estado mantenía las tropas sobre los recursos del territorio mismo al que guardaban. De hecho, esas tierras eran ager provincialis, porque los Berones de La Custodia y Monte Cantabria seguían sometidos al estatuto de estipendiarios; el estado era el propietario eminente de todo.
     Pero no fue ese el único factor que intervino en la quiebra de la vieja
Vareia. Otros gravámenes debieron caer sobre ella. Por ejemplo, arriba recordamos que la calzada del Ebro fue construida hacia el 9 a.C. bajo responsabilidad y vigilancia de las guarniciones existentes en su trayecto. Ciertamente así fue, pero quienes costeaban la obras serían con toda probabilidad las comunidades vecinas al trayecto, forzadas para ello bien a tributos especiales, bien a trabajos personales.
     Pasemos ya a comentar la
fase del esquema histórico de arriba. El cierre de las instalaciones militares al final de Calígula o principios de Claudio no trajo para la comunidad indígena el retorno a la situación precampamental (fase 1ª), si es que de aquella sociedad quedaba algo que no fueran despojos y desolación. Lo que sucedió al campamento fue una capa de propietarios agrícolas, protagonistas de la futura historia regional con centro en la nueva Vareia. La vieja desapareció, porque el régimen romano de propiedad, verdadero nervio de aquella capa, era incompatible con el poblamiento autóctono. No así el campamento, quien lo necesitaba para su propia manutención y para ejecutar los programas estatales de infraestructuras. Para constituir un fundus estorbaba la población autóctona, a menos que ésta se transformara de sobrecargado tributario en humillado siervo. Un dato revelador; aliado de la Vareia berona surgió una uilla (Quilinta)34 que redujo a predio privado el solar de la ciudad y las tierras del entorno. Cerámicas de G. Valerius Verdullus prueban la existencia de esa uilla a finales de Claudio y bajo Nerón 35; nada quedaba ya de la Vareia de los berones.
Los datos no pueden ser más explícitos. El campamento provoca la ruina de la comunidad berona y, tras el cierre de sus instalaciones es sustituido por una sociedad de ciudadanos romanos en posesión de ricas parcelas del Bajo Iregua, Bajo Leza y tramo correspondiente del Ebro. Fueron los futuros amos de la comarca, cuyo orden fue injertado aquí con todo el dramatismo que silencian las fuentes y que sólo podemos hipotetizar.

Retornemos ahora al curso biográfico del veterano Tertius para completar nuevos detalles. Si al licenciamiento decidió no retornar a su Zaragoza natal fue porque debió recibir una importante parcela de fértil tierra junto al Ebro como premio a largos años de servicio. Al desmontarse el campamento vareyense, los prata como tales dejaron de tener sentido, pero en ellos se halló la solución para resolver el compromiso del estado con sus soldados; se dividieron en lotes y se entregarían a los veteranos. Era una cuestión recurrente en la historia de Roma desde la reforma de Mario a finales del s. II a.C. Es la hipótesis que nos parece más verosímil para explicar por qué y cómo la desmilitarización del área vareyense alumbró la sociedad de acomodados agricultores a los que nos referimos. La nueva Vareia fue uno de los casos, no por menos conocido, más evidente de formación de un asentamiento civil a partir de un campamento.

Queda por explicar el destino del asentamiento indígena de Monte Cantabria. De haber sido la fortaleza-refugio de las gentes de La Custodia, habría desaparecido junto con ésta; mejor, antes de ésta porque Roma impedía a los indígenas todo sistema autónomo de protección; imponía el suyo propio a través de los gobiernos provinciales. De otro lado, la sencillez general de los ajuares de tradición indígena y las cerámicas sigillatas que, aunque minoritarias, también posee el cerro, apuntan a una fase de ocupación altoimperial; en nuestra opinión, epigonal respecto a La Custodia y coetánea a la Vareia nueva de Varea. Algo así como si la población berona superviviente de la vieja Vareia, hubiera sido centrifugada poco a poco hasta aquí por el campamento y por los predios. Tal vez la menor productividad de las áridas laderas y de la cumbre de Monte Cantabria, así como de los secanos al occidente no interesaron como espacio útil ni para las tropas, ni para los dueños de las uillae que les sucedieron. Pudo ser el espacio «libre» para el indigenismo residual de la comarca, donde sobrevivió esclerotizado bajo la paz romana.


 
  

 

La conversión del campamento vareyense en enclave civil determinó el destino de la comarca toda. Poco después de la partida de las tropas, los hallazgos epigráficos y arqueológicos pueden datar con seguridad hacia mediados del s. I d.C. al menos tres uillae en torno a Vareia; una en el bajo Leza (Jelilla, Agoncillo), otra en el bajo Iregua (El Regadío, Alberite) y una tercera al norte del Ebro junto a la Vareia berona (Quilinta, Viana). De ellas daremos cuenta a continuación, pero interesa destacar la sincrónica aparición de las tres; con toda probabilidad no fueron los únicos enclaves rústicos existentes en la fecha mencionada, pues la falta de excavaciones arqueológicas impide precisar la cronología inicial de las restantes uillae. Por comparación con otras zonas hispanas, aquí las uillae surgen en fechas tempranas y formando desde el principio una red relativamente densa. Es un fenómeno peculiar que, en nuestra opinión, tiene que ver con la concesión de parcelas a los veteranos del destacamento vareyense de la legión IV Macedónica.

Aquí hubo una colonización derivada del ejército; pero no bajo el modelo clásico de fundación de una colonia por reparto de parcelas a un colectivo de veteranos, sino como individual otorgamiento de tierras que generó un hábitat disperso, aunque homogéneo y denso en el reducido espacio de una comarca; en ella Vareia emergió desde el primer momento como su cabecera natural (Fig. 21).

 

 

 

Fig. 21.   Distribución de las uillae en el entorno vayerense.

 
 
     VILLAS

▼ Altoimperiales   ▲ Bajoimperiales       ■ Altoimperiales con perduración Bajoimperial

O Indeterminadas   ♦  Necrópolis             □ Poblados del Hierro II que perviven en época romana

 
    CALZADAS

● Miliarios             ◊ Otros elementos      Ж Puentes     ▓  Topónimo

 

 

 

      

NOTAS

1 Estudio de ellas, Mª A. VILLACAMPA, Los Berones según las fuentes escritas, Logroño 1980, 44-50.

2 Texto y relato histórico del episodio U. ESPINOSA, supra, p. 103 ss.

3 En el texto griego: Trition Métallon, Olíba y Ouareia respectivamente.

4 Vid infra U. ESPINOSA, p. 138 ss.

5 U. ESPINOSA, Calagurris lulia, Logroño 1984, 274; vid infra A. GONZALEZ BLANCO, p. 307 ss.

6 A. SCHULTEN, Fontes Hispaniae Antiquae VI, Barcelona 1952, 2-4.

7 La procuratela de Plinio, H.·G. Pflaum, Les carriéres procuratoriennes équestres sous le Haut-Empire Romain, París 1960, 106 ss.

8 Vid infra J.M. ABASCAL y J A TIRADO, p. 204 ss.

9 Vid infra S SCHRODER, p. 253.

10 Vid infra J. SANCHEZ-LAFUENTE, p. 189 ss.

11 Vid. supra J.G. LABEAGA, p. 65 ss.

12 Opinión formulada por U. ESPINOSA, Vareia, enclave romano en el valle del Ebro, Logroño 1990, 7.

13 Un avance en este sentido habíamos apuntado en p. 107 ss.

14 U. ESPINOSA, Epigrafía romana de La Rioja, Logroño 1986, n.º 20.

15 U. ESPINOSA, op. cit. 1990, 11 s. y «Novedades epigráficas en el medio Ebro, Lucentum, (prensa); S. ANDRES y JA TIRADO, Varea 1979-1988: epigrafía y numismática», Berceo 120, 1991, 11 s. y 46

16 A mediados de noviembre de 1.988; fue sacada a la luz por una máquina excavadora al realizar obras de acondicionamiento en el cementerio; se hallaba a 1/1,2 m. de profundidad. Depositada en el Museo de La Rioja; inspección, foto y calco el 2511.88

17 Es clara la 2ª V de lín. 2 y el tercio izquierdo de la S de Caes[ara] en lín. 4ª; el numeral de lín. 3ª posee trazo horizontal superior: RV de lín. 6ª mal conservadas pero legibles.

18 G. FATAS y M. MARTIN, Epigrafia romana de Zaragoza y su provincia, Zaragoza 1977, 88 s.

19 G. FATAS, «Nota sobre Caesaraugusta y la tribu Aniense», Caesaraugusta 39-40, 1975, 135 ss.; R. WIEGELS, Die Tribusinschriften des röm. Hispanien, Berlín 1985, 101 s.

20 A GARCIA BELLIDO, «Excavaciones en luliobriga y exploraciones en Cantabria», AEspA. 29, 1956, 186-194, Y «El exercitus Hispanicus, desde Augusto a Vespasiano», AEspA. 34,1961,114-160; J.M. ROLDAN, Hispania y el ejército romano, Salamanca 1974, 194-198; J.M. GONZALEZ ECHEGARAY y J.M. SOLANA, «La legión IV Macedónica en España», HAnt. 5, 1975, 151-203; C. CASTILLO, «Un nuevo documento de la "Ieg. IV Macedonica" en Hispania», I Reun Gallega de Est. Clásicos, Santiago de Compostela 1981, 134-140; P. LE ROUX, L'armée romaine et l'organisation des provinces ibériques d'Auguste á l'invasion de 409, París 1982, 109-120.

21 J. CARO BAROJA, «Sobre la fecha de fundación de Caesaraugusta», BRAH 167, 1971,621-629; J. Arce, Caesaraugusta, ciudad romana, Zaragoza 1979: M. BELTRAN, Los orígenes de Zaragoza y la época de Augusto, Estado actual de los conocimientos, Zaragoza 1983, 25-35, con la bibl. anterior.

22 M. BELTRAN, op. cit 1983, 25-35, recopila las diversas opiniones.

23 El cálculo es aproximado, pues, entre otros factores, no ignoramos que la edad de Tertius aparece redondeada por lo menos en lustros.

24 Al respecto, P. LE ROUX, op. cit. 1982, 84 ss.

25 U. ESPINOSA, op. cit. 1984, 104, epitafio del legionario bolonés e Varius Domitianus y, op.cit. 1986, n.º 6, p. 24-26.

26 U. ESPINOSA, op. cit. 1986, n.º 17, p. 37-39 e infra p. 226.

27 G. FATAS y M. MARTIN, op. cit. 1977, n.º  69 y 71.

28 Vid infra U. ESPINOSA, p. 201 ss. y p. 245 con estudio y bibliografía del caso.

29 R. ETIENNE, «Le voyage pyrénéen d'Auguste en 26/25 av. J.C.», Annales du Midi 64, 1952, 5-14. Acompañaba a Augusto el joven Tiberio, quien por entonces cumplía su prima militia (Suet. Tib. 9,1).

30 Vid. infra U. ESPINOSA, p. 139.

31 Liv. 43,2; R. KNAPP, Aspects of the Roman experience in Iberia, 206-100 BC, Valladolid-Vitoria 1977, 108.

32 J. GONZALEZ ECHEGARAY y J.M. SOLANA, op. Cit. 1975, 157 ss.; P.   LE ROUX, op. cit. 1982, 109 ss.

33 J.M. ROLDAN, op. cit 1974, 196 s.; P. LE ROUX, op. cit. 1982, 114 S.

34 Vid infra J.C. LABEAGA, p. 128.

35 Vid infra U. ESPINOSA, p. 202 ss.

 

 

 

 

 

HISTORIA DE LA CIUDAD DE LOGROÑO, TOMO I
VAREIA EN EL UNIVERSO ROMANO: DE LA SUMISIÓN A LA INTEGRACIÓN
3. ORDENACIÓN DEL TERRITORIO
Págs. 115-122
 URBANO ESPINOSA RUIZ

Editan
IBERCAJA
AYUNTAMIENTO DE LOGROÑO
1995

 


Más información:
VAREIA EN EL ORBE ROMANO: ARTICULACIÓN  TERRITORIAL
URBANO ESPINOSA RUIZ y JUAN MANUEL ABASCAL PALAZÓN


NOTA DE LA REDACCIÓN : Las fotografías de la Ermita de Los Arcos y el puente de Mantible son propiedad del Editor Web.

 

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