ORDENACIÓN TERRITORIAL
1. VAREIA:
DE CAMPAMENTO A ENCLAVE CIVIL
l
núcleo romano de
Vareia
emergió hegemónico en la comarca del Bajo Iregua
y del entorno inmediato, generándose a partir de él un poblamiento disperso
desde momentos avanzados de la dinastía Julio Claudia. Ello terminó por
configurar un ordenamiento territorial de nuevo cuño que nada tendría que ver
con el heredado por las comunidades beronas de la región. Para alcanzar ese
punto había sido preciso que irrumpieran en la zona agentes y fuerzas foráneas
como protagonistas de los cambios.
El actual barrio logroñés de Varea conserva casi
sin alteración el antiguo topónimo Vareia.
Bajo las edificaciones y las
tierras circundantes se ocultan construcciones y ajuares muebles de época
romana, de los que desde siempre se tiene noticia. Unidas esas evidencias
arqueológicas con la herencia toponímica del lugar, nunca han surgido dudas
sobre la identificación Varea/Vareia.
Veremos enseguida que el problema es
algo más complejo.
Posibilidades
y límites de las fuentes.
Escasean las fuentes escritas sobre
Vareia.
Recopilamos las literarias en primer lugar1:
a) Tito Livio,
frag.
91: Sertorio en la primavera del año 76 a.C.
atacó a los Berones, aliados de Pompeyo; llegó de noche ante
Vareia,
la ciudad más fuerte de su región
(ualidissima urbs regionis eius);
no fue cogida por sorpresa, pues estaba
protegida por la caballería berona y por la de los Autrigones2.
b) Estrabón
3,4,12: «En la parte septentrional de los Celtíberos viven los Berones, vecinos de los
Cántabros Coniscos y que proceden de la migración céltica; tienen una ciudad,
Varia, situada junto al paso del río Ebro. Lindan con los Bardietas, hoy
denominados Bárdulos».
c) Plinio,
N.H. 3,3,21:
«El río Ebro, rico por su comercio fluvial, nace entre los Cántabros junto al
oppidum
Iuliobriga,
recorre
450.000 pasos y es navegable a lo largo de
260.000
pasos desde el
oppidum Vareia».
d) Ptolomeo
2,6,55: Más abajo de los Autrigones están los Berones, cuyas ciudades son:
Trititum Magallum, Ubia
y
Vareia 3.
e) Itin. Ant.
393,2: ... Calagorra, Vereia, Tritio, Lybia, Segesamunclo
4
...
f) Hilario, Epist.
16: «Hemos sabido que nos ha llegado otra carta
con las firmas de varias personas honorables y propietarios de las ciudades de
Tarazona, Cascante, Calahorra, Varea, Tricio, Herramélluri y Briviesca, en la
que se excusaba cuanto había denunciado vuestra queja sobre Silvano»5.
Hasta aquí los datos literarios disponibles. Su
valor informativo es muy desigual, desde la simple mención del topónimo
Vareia
en documentos d) y e) a datos algo más
consistentes en los documentos a), b), c) y f). Tito Livio cuenta que
Vareia
y los Berones en su conjunto no apoyaron a
Sertorio en la guerra civil y que sufrió asedio en la primavera del año 76 a.C.
Estrabón, que escribe a finales de Augusto y principios de Tiberio, debe basarse en
fuentes anteriores; probablemente en Polibio
6,
quien conoció la región
vareyense el año 134 a.C. al formar parte del séquito de
Escipión cuando el asedio y destrucción de Numancia. La
noticia estraboniana habla de
Vareia
como enclave berón, por tanto
céltico, y dice que se halla situada en el cruce del Ebro,
seguramente zona de vados y por ello punto de interés
estratégico.
La información de Plinio el
Viejo merece plena credibilidad, porque conocía bien la
provincia Citerior al servir en ella como procurador. Uno de
los espíritus más ilustrados de su tiempo y preocupado por
conocer cuanto sucede en su entorno y en la naturaleza,
Plinio nos ha legado la valiosa noticia de que el Ebro era
navegable precisamente desde
Vareia,
a la que denomina
oppidum;
esto es, un enclave sin la
categorización jurídica de municipio o colonia. La
procuratela de Plinio en la Citerior se data el año 73 d.C.,
momento en el que seguramente recogió la anterior
información sobre el Ebro y
Vareia
7.
Ptolomeo realiza a mediados
del s. II d.C. una erudita
descripción del orbe romano. En la parte que nos concierne
es poco más que un frío listado de ciudades, entre las que
se menciona Vareia.
No deja de ser
significativo que el autor siga ordenando los registros
según unidades indígenas, siendo así que en su época hacía
mucho que éstas habían perdido vigencia. Desconocemos las
fuentes utilizadas, pero seguramente son notablemente
arcaicas. Las tres ciudades que registra en el espacio berón
se ubicaban a lo largo de la calzada que por el Ebro
penetraba hacia el Norte y el Noroeste.
El
Itinerario Antonino,
recopila a finales del s.
IV fuentes anteriores; simplemente informa que
Vareia
es una
mansio
o estación de fin de jornada
en la calzada citada; la distancia señalada por el
Itinerario
coincide exactamente con el
emplazamiento de Varea.
La Epístola del papa Hilario
es enormemente interesante para mostrar algunos de los
problemas que concernían a las élites del alto-medio Ebro en
las postrimerías del mundo romano.
En resumen; resulta imposible
reconstruir un cuadro histórico coherente de
Vareia
desde la migración céltica,
recordada por Estrabón y datable hacia los siglos VI/V a.C.,
hasta la última mención del enclave en el documento f)
del año 465. Media docena de
citas para casi un milenio de historia; bien poca cosa.
A las fuentes literarias hemos
de añadir todavía poco más de media docena de textos
epigráficos y numismáticos. Identificamos con
Vareia
la ceca
Uarakós
que aparece en un pequeño
grupo de monedas prelatinas; acuñadas probablemente durante
las guerras de Sertorio, reforzarían la información de Tito
Livio respecto al papel jugado por
Vareia
durante la contienda. Cuatro
téseras de hospitalidad en escritura y lengua céltica, dos
de ellas inéditas, ha dado el yacimiento de La Custodia
(Viana). Varea cuenta con un reducido lote de inscripciones
latinas. Dos son epitafios de militares de la legión IV
Macedónica; una dedicada a C.
Valerius Donatus
en el primer tercio del s. I
d.C. y otra al veterano
Tertius
una generación posterior. De
la gens Voconia
local conocemos
también su inscripción funeraria. El
corpus
se completa con una pequeña
ara consagrada a Júpiter Optimo Máximo por
Sempronia Paterna
y tres fragmentos casi
inútiles desde el punto de vista histórico; de ellos, uno es
paleocristiano. En Leire (Navarra) aparece el vareyense
Quintus Licinius
Fuscus dedicando un
ara a las Ninfas. Finalmente, un grupo de nombres propios,
casi siempre
cognomina, aparecen
en cerámicas, vidrios y hueso trabajado descubiertos a lo
largo de las diversas campañas arqueológicas realizadas en
Vareia.
Para el estudio de estas
fuentes remitimos al apartado temático correspondiente. En
principio observamos que sus posibilidades informativas son
más bien escasas. Precisamente son de militares las
inscripciones más antiguas, lo que permite deducir que un
cuerpo de tropas de la legión IV Macedónica aparece
vinculado a las primeras fases de ocupación de Varea.
Antes de seguir adelante es
preciso observar que las fuentes literarias y epigráficas
hablan de Vareia
durante dos etapas
bien diferenciadas: la ciudad berona y la que vivió bajo la
paz imperial. La ceca
Uarakós,
las téseras de hospitalidad y
las noticias literarias de Livio y Estrabón se refieren a la
primera. Por el contrario, remiten a la segunda las
noticias de Plinio,
el ltin. Ant. y la
epístola de Hilario. El dato de Ptolomeo es confuso,
pues Vareia, Tritium
y
Libia
ciertamente fueron ciudades
de los Berones, pero difícilmente éstos podían pervivir a
mediados del s. II como tal unidad
gentilicia. La epigrafía latina mayor y menor, a la que
hemos aludido, corresponde en su integridad a la fase
romana.
Una carencia testimonial.
¿Se superponen las
dos fases en el barrio logroñés de Varea? Veíamos que la
tradición investigadora lo daba por supuesto, lo que
significa que la arqueología tendría que haber detectado ahí
un doble horizonte cultural como en otros enclaves berones
romanizados (Libia, Santa Ana, etc.). No ha sido así. Todas
las evidencias de Varea armonizan a la perfección con la
Vareia
imperial. En conclusión; en la
zona logroñesa existieron dos asentamientos con el mismo
nombre, uno indígena y otro romano; sólo el último estuvo en
el actual Varea, mientras que el primero debe ser buscado en
otro lugar, seguramente no muy distante. La prolongación
del topónimo en el barrio logroñés prueba que la
Vareia
romana aquí existente anuló y
sustituyó a la berona de sus proximidades.
Ciertamente Varea ha dado
diversos testimonios de cultura indígena: un lote de
10 monedas
ibero-romanas, entre las cuales destaca un tesorillo de 5
denarios 8,
un pequeño bronce de
cronología imprecisa que representa un jinete y que pudiera
ser un exvoto del tipo conocido en los santuarios ibéricos
9,
así como diversas
cerámicas con las características pastas, cocciones y
perfiles de la tradición celtibérica. Demasiado poco si,
como recordaba Livio, la
Vareia
prerromana era
ualidissima urbs regionis eius
(frag. 91). En
ninguno de los numerosos sondeos estratigráficos realizados
en Varea los niveles profundos son más antiguos de época
augustea. Un pequeño monetario de seis ases de
Calagurris
anteriores al 2 a.C. podría datar la construcción y
el suelo de habitación más antiguos constatados con
seguridad hasta hoy en él. Como veremos más adelante
10, se reitera de modo
generalizado en todo el yacimiento un horizonte de ocupación
durante el reinado de Augusto y los restantes
Julio-Claudios. Pues bien, la inmensa mayoría de los
testimonios de cultura indígena constatados
estratigráficamente aparecen en ese horizonte junto con
cerámicas comunes, importaciones de
sigillata
itálica y otros materiales
específicamente romanos. En resumen, los escasos
testimonios de cultura indígena descubiertos hasta hoy en
Varea no son suficientes para ubicar aquí un hábitat berón
autónomo con raíces en la antigua tradición céltica; más
bien lo niegan. Tienen importancia marginal dentro del
conjunto de evidencias de cultura romana y pueden explicarse
por la acción de agentes extraños al mundo berón.
Vareia:
Continuidad del topónimo y
duplicidad de hábitat.
Por tanto, tuvo que existir
una ciudad berona de nombre céltico, recordada por las
fuentes literarias en los hechos anteriores a época
augustea, cuyo radical hallamos en la ceca
Uarakós,
que Estrabón trascribe al
griego como Ouaría
y los romanos al
latín como Vareia.
La
ualidissima urbs
de los Berones debe ser
buscada en lugar distinto a Varea. En la comarca vareyense
el yacimiento más importante se localiza en La Custodia
(Viana)
11, distante de Varea 5
km. en línea recta aunque en la ribera norte del Ebro.
Facilitaban la comunicación entre ambos puntos los vados
existentes en esta zona del río, como recordaba Estrabón
oportunamente. La Custodia fue el verdadero núcleo rector en
la comarca del Bajo Iregua hasta la implantación del dominio
romano. Ocupó 13,5
has. de superficie;
sus cerámicas son abundantes y de gran calidad; los
testimonios de escritura prelatina, los ricos adornos
personales, la intensa circulación monetaria, las
importaciones ibéricas o itálicas del s. I a.C., todo ello
prueba que el lugar centralizó el flujo económico de la
región.
En nuestra opinión, el
yacimiento de La Custodia es la
Vareia
de los Berones, la que atacó
Sertorio el año 76 y la recordada por Estrabón como
principal enclave de ese pueblo
12. Su manifiesto
alineamiento junto a Pompeyo, vencedor de la guerra civil
contra Sertorio, debió repercutirle favorablemente haciendo
del lugar un atractivo centro económico y cabecera regional.
De ahí los frecuentes hallazgos de monetario iberoromano,
las importaciones campanienses, las téseras de
hospitalidad, los adornos personales en metales preciosos y
el flujo económico con las zonas orientales de Hispania que
evidencian diversos hallazgos arqueológicos.
Naturalmente, la reducción
Vareia/La
Custodia exige explicar
el sentido y la función del yacimiento prerromano situado
en Monte Cantabria, dominando la perspectiva general del
valle. Situado también en la ribera norte del Ebro, dista
4,5 km. de La Custodia hacia el suroeste. Quedó muy por
detrás de esta última en cuanto a desarrollo general. En sus
ajuares dominan tendencias estáticas, anquilosadas,
cerradas a la innovación, mientras que el mundo de La
Custodia es dinámico, innovador, económica y culturalmente
activo y plenamente abierto a las
tendencias mediterráneas de la iberización. Más arriba se
ha sugerido, que el enclave de Monte Cantabria cumpliría un
papel complementario de La Custodia como fortaleza y
refugio de su población en situaciones de peligro.
Sea como fuere, no existe en
la comarca del Bajo Iregua otro asentamiento prerromano que
pueda competir con La Custodia por la identificación con la
Vareia
berona. Precisamente porque
ésta era centro demográfico potente y foco económico
activo, el estado romano tardorrepublicano o augusteo
potenció en frente, pero al sur del río, otro enclave que
albergara a militares, a funcionarios y a las gentes por él
protegidas en la explotación del territorio.
Con ese condicionante
histórico surgió el enclave romano en Varea. La corriente
del Ebro y la distancia de 5 km. que media entre ambos
sitios daban seguridad al foco colonial. Desde Varea se
mantenía vigilada la población indígena de La Custodia/Monte
Cantabria, desde ahí actuaban los agentes estatales
recaudando tributos y reclutando auxiliares y desde ahí los
privados hacían negocios con los nativos.
Porque el nuevo sitio debía al
viejo su razón de ser y porque no distaba mucho de él, es
por lo que se le conoció con el mismo nombre:
Vareia.
El nuevo núcleo no podía
llamarse de otros modo, porque surgió por y en función de la
ciudad indígena. Nació para afirmar la oposicional
bipolaridad de todo horizonte colonial. Arriba habíamos
visto que lo ocurrido aquí fue un fenómeno muy reiterado en
Hispania
13. La
Vareia
berona debió continuar su
existencia hasta época julio-claudia, pero cuando
desapareció definitivamente quedó el enclave romano con el
viejo topónimo. De este modo explicamos un topónimo céltico
(Vareia)
en Varea sin que exista aquí
poblamiento prerromano.
La legión IV Macedónica en
el origen de la
Vareia romana.
A partir de ahora
vamos a centrar nuestra atención en los inicios de la
ocupación estable del lugar en el que se desarrolló la
Vareia
romana, el actual barrio
logroñés de Varea. Antes de y durante la guerra de Sertorio
(80-72 a.C.) pudo ser ocupado estacionalmente por tropas y
agentes del gobierno en sus recorridos por la provincia.
Parece lógico y demostrado en
otros lugares que para tales desplazamientos solían
utilizarse puntos fijos de acampada consagrados por la
práctica. Ignoramos por completo si después de la aventura
de Sertorio se asentaron aquí elementos civiles de modo más
o menos estable. De hecho, carecemos de toda información
hasta el reinado de Augusto. Los primeros testimonios
seguros de la ocupación permanente se datan desde las
Guerras Cántabras (27-19 a.C.) Por
entonces Augusto asentó aquí un destacamento
(uexillatio)
de la legión IV Macedónica,
una de las unidades desplazadas a Hispania para la guerra.
La guarnición de Varea fue una de las muchas que se
desplegaron a lo largo del valle del Ebro en el eje de
penetración hacia el frente. Puede afirmarse con propiedad
que la Vareia
romana es un derivado de
la estable presencia en el lugar de los efectivos citados.
Fig. 18. Estela funeraria de
G. Valerius Donatus.
a) La información
epigráfica. El
primer testimonio conocido, y también el de cronología más
antigua, sobre la estable ocupación militar de
Vareia
es el epitafio del soldado de
la legión IV Macedonica C.
Valerius Donatus.
Por la tribu Voltinia
deducimos que sería narbonense o itálica. Como soldado en
activo, murió en Varea a los 39 años en un momento
impreciso del primer tercio del siglo I d.C., entre finales
del reinado de Augusto y durante el de Tiberio
14 (Fig. 18).
Una nueva inscripción del
mayor interés ha venido a añadir nuevas perspectivas en
cuanto a la vida de
Vareia como
enclave militar. Se trata de una estela levantada en
recuerdo de un tal
Tertius, veterano
de la misma legión 15
Reutilizada en tumbas
de lajas medievales, apareció en el cementerio de Varea
16. Es una estela en
arenisca, (108) x 63 x 21/26 cm. con pérdida antigua de la
cabecera y de la primera línea y reciente de las 2/3 últimas
letras de cada línea. Carece de decoración o molduras en la
parte conservada, salvo el sencillo trazado de una
tabula ansata
que enmarca el campo
epigráfico de (42) x (50) cm. Letras de 4,5 cm., puntos
triangulares entre palabras y sin ligaduras (Fig. 19).
[-ca.5-]
+ + +
[-ca.3-]
f(ilius)
• Tertius •
v[et(eranus)]
leg(ionis) • IIII •
Mac[ed(onicae)]
Anie(n)sis • Caes[ara]-
5
ugustanus· a[nn]-
orum
• LXX • h(ic) .
[s(itus) • e(st]
h(eres) • ex •
t(estamento)
Imposible lectura de los
restos inferiores de 3 letras en lín. 1ª; el resto no ofrece
dificultades
17. En la línea
perdida constaba el
praenomen y el
nomen
del dedicado, así como la
abreviatura del
praenomen del
padre. Del dedicado se dice que era zaragozano, inscrito en
la tribu Aniense y veterano de la Legión IV Macedónica;
falleció en Varea a los
70 años y dispuso en
su testamento que el/los heredero/s le levantaran el
epitafio. No es posible vincular a
Tertius
por el solo
cognomen
con familia alguna conocida
de Caesaragusta 18.
El hallazgo aporta un nuevo
testimonio de la tribu Aniense como la propia de esa colonia
19 Está bien documentada la legio IV Macedonica
en Hispania
20; participó en las
guerras contra Cántabros, Astures y Galaicos y permaneció
luego desplegada en el sector oriental del frente. Fue
desplazada al medio Rhin entre el 39 y el 43 d.C.
Situamos entre finales de
Tiberio (30-35 d.C.) y los años
65/70
los
termini ante et post quem non
respectivamente de
nuestra inscripción.
Tertius
no pudo licenciarse en Varea
más tarde de la partida de la legión IV a Germania; si
aceptamos una fecha de licenciamiento hacia los
45/50
años de edad, su septuagésimo
y último de vida no pudo darse después del 70
aproximadamente. De ahí que lo más tarde que
Tertius
habría nacido en
Caesaraugusta
sería entre el 5 a.C. y el
cambio de Era; pertenecería a la segunda generación de
zaragozanos, primera de los nacidos ya en la colonia tras
su fundación en la penúltima década a.C. En esa fundación
participaron veteranos de la legión IV (a más de la VI y de
la
X)21, por lo que
resulta verosímil suponer que
Tertius
se enroló en esa unidad
porque en ella había servido su padre.
Por el lado opuesto, la fecha
más antigua posible
(terminus ante quem non)
de la inscripción vareyense
se deduce como sigue;
Tertius
pudo haber nacido mientras su
padre aún estaba en activo, pero no pudo enrolarse en la
legión IV antes del licenciamiento del progenitor, cuando
éste recuperó el derecho a matrimonio legal
(connubium)
y con él la legitimación de
la prole y la transmisión a ella de la ciudadanía (tribu
Aniense) y de la
origo (Caesaraugustanus).
Por tanto,
Tertius
se enrolaría como más pronto
entre el 19 y el 13 a.C., fechas propuestas para la
fundación de
Caesaraugusta 22.
Contaría por
entonces con 17/22 años. De ahí que un simple cálculo
aritmético permita situar en torno al 30/35 d.C. la fecha
más antigua posible de su dedicatoria funeraria. En
conclusión, la cronología oscila entre finales de Tiberio y
el 65/70 d.C. Naturalmente, ambos topes admiten cierta
flexibilidad por
la inevitable
imprecisión de algunos datos
23.
También en otro orden de
cuestiones la inscripción de
Tertius
posee notable interés. En
primer lugar prueba que la in corporación de los hijos al
oficio militar del padre fue una de las vías seguidas por
Augusto para provincializar el ejército hispano 24.
Por otro lado
contribuye a esclarecer las causa por las que los
territorios del medio Ebro vivieron en unitaria cohesión el
proceso histórico de la romanidad. Su unidad se articulaba en
torno al río y a la vía que lo seguía en paralelo. En ese eje
Caesaraugusta
emergió desde un
principio com foco rector y como polo de referencias para
los pueblos de tierras beronas y vasconas. Que ello fuera así
es debido, en gran medida, precisamente al carácter militar
de la colonia.
Resulta significativo que
unidades protagonistas de la fudación caesaraugustana
posean destacamentos estacionados en la línea del Ebro bajo
Augusto y bajo los primeros Juli Claudios; a más del de la
IV Macedónica en Varea, se conoce otro de la legión VI en
Calahorra 25; de ambas legiones salieron veteranos para la colonia
Caesaraugusta.
Es lógico pensar que los
fundadores de ésta siguieran conectados por lazos personales y por intereses de
todo tipo a las comunidades y territorios donde habían
servido. En el caso que nos ocupa, una familia zaragozana, y
no sería la única, dio uno de sus hijos a la unidad en la
que el padre había militado.
Tertius
sirvió
en
Vareia
y, al permanecer aquí tras el
licenciamiento, generó una rama familiar desgajada del
común tronco caesaraugustano.
Por la misma época que
Tertius,
también los
lulii
de
Caesaraugusta
tenían a 5 km. al Este de
Vareia,
en la villa rústica de Velilla
(Recajo), a lulia
Severina, casada
con M. lulius
Atticus 26.
Los
lulii
constituían una prominente
familia caesaraugustana27.
En este caso no puede
probarse que fuera la milicia lo que en origen relacionara
Vareia-Caesaraugusta,
pero sí la proyección de las
élites de la colonia hacia las tierras del enclave
vareyense.
Fig 19. Estela funeraria de
Tertius.
No acaban aquí los testimonios
sobre la fluidez de contactos entre los diversos
territorios del Ebro. En
Celsa
se conocen cerámicas de
paredes finas del officinator G.
Valerius Verdullus
producidas en Calahorra a finales de Claudio y durante el reinado de
Nerón. En una de ellas se recuerda la celebración de las
Saturnales en el municipio calagurritano
28;
sin duda refuerza la
impresión anterior en cuanto a la fuerte trabazón de la zona
Vareia-Calagurris
con el tramo
Caesaraugusta-Celsa
del Ebro durante el s. I
d.C.
b) El destacamento de Varea
en la vida local. De las cuatro inscripciones altoimperiales conocidas en
Varea, dos son epitafios de militares de la legión IV. Pese
al escaso número de testimonios, el dato enfatiza el papel
histórico de las tropas en la comarca del Bajo Iregua
durante su permanencia en
Vareia.
Imaginamos que junto a la
Vareia-campamento
existieron las
famosas canabae,
donde fueron
acogiéndose concubinas, hijos y siervos de los soldados,
artesanos, mercaderes, etc.; toda una población abigarrada
y de aluvión, que vivía de su relación con las instalaciones
militares. También es verdad que la estabilización en el
lugar del personal de tropa tras las Guerras Cántabras
contribuiría igualmente a generar una demografía
progresivamente arraigada en
Vareia
con el paso de los decenios.
Hasta Calígula el campamento determinaría casi por completo
las relaciones sociales de la comarca; del mismo modo
giraría en torno a él la vida económica por el suministro de
bienes y servicios al centro militar, por el consumo agrario
y manufacturero que sus acogidos generan y por la
vitalización económica que posibilitaba el circulante
monetario a partir de las periódicas soldadas de la tropa
(stipendium).
Cuando la ofensiva de Augusto
contra los pueblos septentrionales el campamento vareyense
fue uno de los puntos de apoyo en la línea de penetración
hacia el frente. Situado en retaguardia, servía al traslado
de tropas y avituallamientos; por él pasaría Augusto el 26 y
el 25 a.C. durante su ida y regreso al teatro de operaciones 29. Esa fue la tarea principal de
las tropas estacionadas en
Vareia
mientras duró el conflicto.
Después del año 19 a.C. siguieron en el lugar, pero al
disminuir las demandas de apoyo logístico desde el norte se
les añadieron otras funciones.
En la etapa de paz formaba
parte de la guarnición vareyense el narbonense o itálico C. Valerius Donatus y el
caesaraugustano Tertius. Ambos
debieron verse afectados por la disposición augustea de
recurrir al ejército para construir la calzada del Ebro.
Otro destacamento de la legión IV en la Navarra media
inauguraba ahí el 9 a.C. ciertos tramos de una vía
subpirenaica y las obras debieron proseguir durante
Tiberio. Un miliario de Calahorra prueba que también se
construía la calzada del Ebro el 9 a.C., seguramente, como en
Navarra, bajo control del ejército. Es lo que debió ocurrir
con el destacamento vareyense de la legión IV 30. En suma;
los militares eran garantes de la paz como policía en la
región y al mismo tiempo, en la medida en que supervisaron y
dirigieron el plan imperial de comunicaciones, jugaron un
papel clave para el proceso romanizador en estos territorios
del Ebro medio.
Tras la partida de las tropas hacia Germania todavía
quedó en Vareia una dependencia estatal; una estación
pública en la ruta del Ebro para los correos imperiales,
cambio de postas, alojamiento de agentes del estado y para
almacenamiento de víveres y suministros. De ella tenemos
noticias en los itinerarios bajoimperiales, pero hubo de
funcionar ya desde Augusto.
c) De la Vareia militar al
enclave civil. La inscripción del veterano Tertius
ilumina también otros aspectos de la historia regional.
No creemos que su caso fuera aislado y excepcional; esto es,
licenciamiento en Vareia y permanencia ulterior en el
mismo lugar del servicio activo. No le habría sido difícil
alcanzar su natal Caesaraugusta y, sin embargo,
prefirió Vareia, donde sobrevivió unos 25 años. Si
como conjeturamos, el caso de Tertius se reiteró en
otros compañeros de armas, resultaría que el enclave civil
de la Vareia altoimperial que conocemos por las
excavaciones arqueológicas fue una transformación del
campamento por la naturalización en el lugar de veteranos y
gentes de las canabae. Creemos importante apuntar
alguna hipótesis explicativa de semejante transformación.
Hasta ahora la historiografía
no había reparado en el hecho y Vareia no constaba en
el elenco de enclaves originados por una primera ocupación
militar. Enfatizamos el carácter de hipótesis de las líneas
que siguen, dada la carencia de fuentes explícitas. Cierta
es la mutación, hipotético el modo concreto de la misma.
Partimos de varias premisas. En primer lugar, la
Vareia
civil que sustituyó al
campamento fue cabecera de una comarca agrícola dirigida por
una acomodada capa de propietarios; es la conclusión cierta
que se deriva de las actuales investigaciones. En segundo
lugar, la epigrafía y demás vestigios arqueológicos muestra
que buena parte, si no la totalidad de esos propietarios,
eran de origen foráneo sin raíces en el mundo local. Y en
tercer lugar, como creemos apunta el caso de Tertius,
el núcleo civil resultante fue el destilado natural del
asentamiento militar.
Una observación añadida;
mientras que antes de las Guerras Cántabras la Vareia
indígena vive momentos de bonanza económica, a partir de
Augusto parece transitar hacia una etapa de esclerosis y
crisis. Justamente coincidiendo con la instalación
permanente de tropas en las proximidades. Ello quiere decir
que existe relación de causalidad entre ambos hechos.
Implantar una guarnición en Varea no podía por menos que
trastocar el sistema de relaciones socio-económicas y el
orden territorial precedentes. Ganaremos cabal cuenta de las
consecuencias del campamento, si cotejamos la historia
última de la Vareia berona (La Custodia) y la
historia primera de la Vareia romana (Varea):
|
Vareia berona |
Vareia romana
|
1.
Fase preaugustea
|
Bonanza económica
|
No existe
|
2.
De 27 a.C. a 39 d.C.
|
Decadencia
|
Campamento |
3.
Del 39 en adelante |
Abandono |
Enclave civil |
La abundancia de circulante monetario y el dinamismo
artesano-comercial de la Vareia berona en la fase 1ª no son
expresión de una comunidad formada principalmente por
mercaderes, sino las consecuencias mercantiles de una
economía agrícola que dispone de suficientes excedentes;
sobre ellos no gravaba mucho el 5 % del
stipendium
debido a Roma por tratarse de
una comunidad peregrina 31, lo que permitía a los privados
traducir el resto en bienes suntuarios. En la fase 2ª
el campamento quebró
esa situación al constituirse como centro hegemónico en las
relaciones económicas de la región. La vieja
Vareia
no es incompatible con el
asentamiento militar en cuanto a coexistir en el mismo
espacio, pero ha tenido que subordinarse a él.
¿Por qué tal subordinación
anuló radicalmente el dinamismo anterior? Porque le privó
de su principal soporte económico: los excedentes agrarios.
Con toda probabilidad sobre la población de la vieja
Vareia
recayó la carga de sostener en
gran medida a las tropas de la nueva
Vareia.
De dos formas posibles:
primera, por vía de tributos en metálico, en especie, en
prestaciones personales o combinación de ellas; segunda,
porque tal vez el despliegue militar augusteo conllevó
calificar como
prata legionis las
mejores tierras en torno al campamento; esto es, las vegas
del Ebro, del Iregua y del Leza. Los nativos cuyas heredades
se vieran afectadas por la medida, quedarían obligados a
proseguir los laboreos, sólo que ahora los frutos ya no se
guardaban en sus particulares graneros y establos, sino en
los de la legión.
Son bien conocidos los
prata
asignados a las unidades
desplegadas en el norte de Hispania en época julio-claudia.
Conocemos una veintena aproximada de hitos que amojonaban
junto a Julióbriga precisamente los terrenos de la legión
IV, la misma que tenía un destacamento en Varea 32.
Los prata
son tierras reservadas a
una guarnición, de cuya explotación ésta obtiene una parte
de los recursos que necesita para mantenerse33.
Consideramos probable que el fenómeno conocido en la
cabecera del Ebro se reiterara en el medio Ebro; de esa
forma el estado mantenía las tropas sobre los recursos del
territorio mismo al que guardaban. De hecho, esas tierras
eran ager provincialis, porque los
Berones de La Custodia y Monte Cantabria seguían sometidos
al estatuto de estipendiarios; el estado era el propietario
eminente de todo.
Pero no fue ese el único
factor que intervino en la quiebra de la vieja
Vareia.
Otros gravámenes debieron caer
sobre ella. Por ejemplo, arriba recordamos que la calzada
del Ebro fue construida hacia el 9 a.C. bajo responsabilidad
y vigilancia de las guarniciones existentes en su trayecto.
Ciertamente así fue, pero quienes costeaban la obras serían
con toda probabilidad las comunidades vecinas al trayecto,
forzadas para ello bien a tributos especiales, bien a
trabajos personales.
Pasemos ya a comentar la
3ª fase del esquema
histórico de arriba. El cierre de las instalaciones
militares al final de Calígula o principios de Claudio no
trajo para la comunidad indígena el retorno a la situación
precampamental (fase 1ª),
si es que de aquella
sociedad quedaba algo que no fueran despojos y desolación.
Lo que sucedió al campamento fue una capa de propietarios
agrícolas, protagonistas de la futura historia regional con centro en
la nueva Vareia.
La vieja
desapareció, porque el régimen romano de propiedad,
verdadero nervio de aquella capa, era incompatible con el
poblamiento autóctono. No así el campamento, quien lo
necesitaba para su propia manutención y para ejecutar los
programas estatales de infraestructuras. Para constituir un
fundus
estorbaba la población
autóctona, a menos que ésta se transformara de sobrecargado
tributario en humillado siervo. Un dato revelador; aliado
de la Vareia
berona surgió una
uilla
(Quilinta)34 que redujo a
predio privado el solar de la ciudad y las tierras del
entorno. Cerámicas de G.
Valerius Verdullus
prueban la existencia de esa
uilla
a finales de Claudio y bajo
Nerón 35; nada quedaba ya de la
Vareia
de los berones.
Los datos no pueden ser más
explícitos. El campamento provoca la ruina de la comunidad
berona y, tras el cierre de sus instalaciones es sustituido
por una sociedad de ciudadanos romanos en posesión de ricas
parcelas del Bajo Iregua, Bajo Leza y tramo correspondiente
del Ebro. Fueron los futuros amos de la comarca, cuyo orden
fue injertado aquí con todo el dramatismo que silencian las
fuentes y que sólo podemos hipotetizar.
Retornemos ahora al curso
biográfico del veterano
Tertius
para completar nuevos
detalles. Si al licenciamiento decidió no retornar a su
Zaragoza natal fue porque debió recibir una importante
parcela de fértil tierra junto al Ebro como premio a largos
años de servicio. Al desmontarse el campamento vareyense,
los prata
como tales dejaron de
tener sentido, pero en ellos se halló la solución para
resolver el compromiso del estado con sus soldados; se
dividieron en lotes y se entregarían a los veteranos. Era
una cuestión recurrente en la historia de Roma desde la
reforma de Mario a finales del s. II a.C. Es la hipótesis
que nos parece más verosímil para explicar por qué y cómo la
desmilitarización del área vareyense alumbró la sociedad de
acomodados agricultores a los que nos referimos. La nueva
Vareia
fue uno de los casos, no por
menos conocido, más evidente de formación de un
asentamiento civil a partir de un campamento.
Queda por explicar el destino
del asentamiento indígena de Monte Cantabria. De haber sido
la fortaleza-refugio de las gentes de La Custodia, habría
desaparecido junto con ésta; mejor, antes de ésta porque
Roma impedía a los indígenas todo sistema autónomo de
protección; imponía el suyo propio a través de los
gobiernos provinciales. De otro lado, la sencillez general
de los ajuares de tradición indígena y las cerámicas
sigillatas
que, aunque minoritarias,
también posee el cerro, apuntan a una fase de ocupación
altoimperial; en nuestra opinión, epigonal respecto a La
Custodia y coetánea a la Vareia
nueva de Varea.
Algo así como si la población berona superviviente de la
vieja Vareia,
hubiera sido centrifugada
poco a poco hasta aquí por el campamento y por los predios.
Tal vez la menor productividad de las áridas laderas y de la
cumbre de Monte Cantabria, así como de los secanos al
occidente no interesaron como espacio útil ni para las
tropas, ni para los dueños de las
uillae
que les sucedieron. Pudo ser
el espacio «libre» para el indigenismo residual de la
comarca, donde sobrevivió esclerotizado bajo la paz romana.
La conversión del campamento
vareyense en enclave civil determinó el destino de la comarca
toda. Poco después de la partida de las tropas, los hallazgos
epigráficos y arqueológicos pueden datar con seguridad hacia
mediados del s. I d.C. al menos tres
uillae
en torno a
Vareia;
una en el bajo Leza
(Jelilla,
Agoncillo), otra en el bajo Iregua (El Regadío, Alberite) y una
tercera al norte del Ebro junto a la
Vareia
berona (Quilinta, Viana). De ellas
daremos cuenta a continuación, pero interesa destacar la
sincrónica aparición de las tres; con toda probabilidad no
fueron los únicos enclaves rústicos existentes en la fecha
mencionada, pues la falta de excavaciones arqueológicas impide
precisar la cronología inicial de las restantes
uillae.
Por comparación con otras zonas
hispanas, aquí las
uillae surgen en
fechas tempranas y formando desde el principio una red
relativamente densa. Es un fenómeno peculiar que, en nuestra
opinión, tiene que ver con la concesión de parcelas a los
veteranos del destacamento vareyense de la legión IV Macedónica.
Aquí hubo una colonización
derivada del ejército; pero no bajo el modelo clásico de
fundación de una colonia por reparto de parcelas a un colectivo
de veteranos, sino como individual otorgamiento de tierras que
generó un hábitat disperso, aunque homogéneo y denso en el
reducido espacio de una comarca; en ella
Vareia
emergió desde el primer momento
como su cabecera natural (Fig. 21).
Fig. 21.
Distribución de las uillae en el entorno
vayerense. |
|
|
|
VILLAS |
▼ Altoimperiales
▲ Bajoimperiales
■ Altoimperiales con perduración Bajoimperial |
O Indeterminadas
♦ Necrópolis
□ Poblados del Hierro II que perviven en época
romana |
|
CALZADAS |
● Miliarios
◊ Otros elementos
Ж Puentes ▓
Topónimo |
|
NOTAS
1 Estudio de ellas, Mª A.
VILLACAMPA, Los
Berones según las
fuentes escritas,
Logroño 1980, 44-50.
2 Texto y relato histórico del
episodio U. ESPINOSA,
supra,
p. 103 ss.
3 En el texto griego:
Trition Métallon, Olíba
y
Ouareia
respectivamente.
4 Vid infra U. ESPINOSA,
p. 138 ss.
5 U. ESPINOSA,
Calagurris lulia,
Logroño 1984, 274;
vid infra
A. GONZALEZ BLANCO, p. 307 ss.
6 A. SCHULTEN,
Fontes Hispaniae Antiquae
VI, Barcelona 1952,
2-4.
7 La procuratela de Plinio, H.·G.
Pflaum, Les carriéres
procuratoriennes équestres sous
le
Haut-Empire Romain,
París 1960, 106 ss.
8 Vid infra J.M. ABASCAL
y J A TIRADO, p. 204 ss.
9 Vid infra
S SCHRODER, p. 253.
10 Vid infra J. SANCHEZ-LAFUENTE,
p. 189 ss.
11 Vid. supra
J.G. LABEAGA, p. 65 ss.
12 Opinión formulada por U.
ESPINOSA, Vareia,
enclave romano en el valle del Ebro,
Logroño 1990, 7.
13 Un avance en este sentido
habíamos apuntado en p. 107 ss.
14 U. ESPINOSA,
Epigrafía romana de La Rioja,
Logroño 1986, n.º
20.
15 U. ESPINOSA,
op. cit.
1990, 11 s. y «Novedades
epigráficas en el medio Ebro,
Lucentum,
(prensa); S. ANDRES y JA
TIRADO, Varea 1979-1988: epigrafía y numismática»,
Berceo
120, 1991, 11 s. y 46
16 A mediados de noviembre de
1.988; fue sacada a la luz por una máquina excavadora al
realizar obras de acondicionamiento en el cementerio; se hallaba
a 1/1,2
m. de profundidad. Depositada
en el Museo de La Rioja; inspección, foto y calco el 2511.88
17 Es clara la 2ª V de lín. 2 y
el tercio izquierdo de la S de
Caes[ara]
en lín. 4ª; el numeral de lín.
3ª posee trazo horizontal superior: RV de lín. 6ª mal
conservadas pero legibles.
18 G. FATAS y M. MARTIN,
Epigrafia romana de Zaragoza
y su provincia,
Zaragoza 1977, 88 s.
19 G. FATAS, «Nota sobre
Caesaraugusta y la tribu Aniense»,
Caesaraugusta
39-40, 1975, 135 ss.; R.
WIEGELS, Die
Tribusinschriften des röm. Hispanien,
Berlín 1985, 101 s.
20 A GARCIA BELLIDO,
«Excavaciones en luliobriga y exploraciones en Cantabria»,
AEspA.
29, 1956, 186-194, Y «El
exercitus Hispanicus, desde Augusto a Vespasiano»,
AEspA.
34,1961,114-160; J.M. ROLDAN,
Hispania y el
ejército romano,
Salamanca 1974, 194-198; J.M. GONZALEZ ECHEGARAY y J.M. SOLANA,
«La legión IV Macedónica en España»,
HAnt.
5, 1975, 151-203; C. CASTILLO,
«Un nuevo documento de la "Ieg. IV Macedonica" en Hispania», I
Reun Gallega de Est.
Clásicos, Santiago
de Compostela 1981, 134-140; P. LE ROUX,
L'armée romaine et
l'organisation des provinces ibériques d'Auguste á
l'invasion de 409,
París 1982, 109-120.
21 J. CARO BAROJA, «Sobre la
fecha de fundación de Caesaraugusta»,
BRAH
167, 1971,621-629; J. Arce,
Caesaraugusta, ciudad
romana, Zaragoza
1979: M. BELTRAN, Los
orígenes de Zaragoza y la época de Augusto, Estado actual de los
conocimientos,
Zaragoza 1983, 25-35, con la bibl. anterior.
22 M. BELTRAN,
op. cit
1983, 25-35, recopila las
diversas opiniones.
23 El cálculo es aproximado,
pues, entre otros factores, no ignoramos que la edad de
Tertius
aparece redondeada por lo menos
en lustros.
24 Al respecto, P. LE ROUX,
op. cit.
1982, 84 ss.
25 U. ESPINOSA,
op. cit.
1984, 104, epitafio del
legionario bolonés e
Varius Domitianus y,
op.cit.
1986, n.º 6, p. 24-26.
26 U. ESPINOSA,
op. cit.
1986, n.º 17, p. 37-39 e
infra
p. 226.
27 G. FATAS y M. MARTIN,
op. cit.
1977, n.º 69 y 71.
28 Vid infra
U. ESPINOSA, p. 201 ss. y p.
245 con estudio y bibliografía del caso.
29 R. ETIENNE, «Le voyage
pyrénéen d'Auguste en
26/25
av. J.C.»,
Annales du Midi
64, 1952, 5-14. Acompañaba a
Augusto el joven Tiberio, quien por entonces cumplía su
prima militia
(Suet.
Tib. 9,1).
30 Vid. infra
U. ESPINOSA, p. 139.
31 Liv. 43,2; R. KNAPP,
Aspects of the
Roman experience in Iberia, 206-100 BC,
Valladolid-Vitoria 1977, 108.
32 J. GONZALEZ ECHEGARAY y J.M.
SOLANA, op. Cit.
1975, 157 ss.;
P.
LE ROUX,
op. cit.
1982, 109 ss.
33 J.M. ROLDAN,
op. cit
1974, 196 s.; P. LE ROUX,
op. cit.
1982, 114 S.
34 Vid infra
J.C. LABEAGA, p. 128.
35 Vid infra
U. ESPINOSA, p. 202 ss.