Trabajos arqueológicos en la Libia de los Berones. Profesor D. Alejandro Marcos Pous.

 

RESUMEN

   Con la difusión y asentamiento del cristianismo en el Imperio Romano a lo largo del siglo IV, se produjo una serie de fricciones entre la cultura tradicional, llena de elementos paganos incompatibles con la nueva religión, y la cultura cristiana. Fruto de estas fricciones es una extendida, aunque no universal, reacción del cristianismo contra la retórica clásica. En este contexto, la obra de Prudencio en general y su poema Contra el discurso de Símaco en particular presenta una situación aparentemente paradójica: a pesar de que proporciona una visión negativa de la elocuencia, el poeta acude a los recursos que condena en su adversario. Lo que pretende obtener así Prudencio es una síntesis fructífera de cultura clásica y religión cristiana, en la que no se renuncie a la retórica pero se sea consciente de la problemática moral en la que hay que comprender esta disciplina.

    Palabras clave: Prudencio, retórica.

Biblioteca Gonzalo de Berceo

 

      The spreading and establishing of Christianity in the Roman Empire throughout the fourth century A. D. brought a series of conflicts between traditional culture, full of pagan elements incompatible with the new religion, and Christian culture. As a result of such conflicts, a reaction of Christianity against rhetoric rose as a general, though not universal, attitude. In such a context, Prudentius's work, and especially his Contra orationem Symmachi, is set in an apparently paradoxical situation: though it provides a negative view of eloquence, the poet uses the resources he condemns in his adversary. What Prudentius aims to achieve in such a way is a fruitful synthesis of classical culture and Christian religion, where rhetoric is not banished but its usage is, nevertheless, scrutinized from a moral point ofview.

        Key words: Prudentius, rhetoric.

 

 

 

 

Es un hecho conocido que uno de los elementos fundamentales en la configuración de la cultura de Occidente fue, desde la tardía Antigüedad, la tensión entre un cristianismo de vitalidad y éxito crecientes, por un lado, y una riquísima y secular tradición literaria, filosófica y cultural, por otro, que presentaban una considerable serie de incompatibilidades mutuas. Son famosos a este respecto varios pasajes de las Confesiones de S. Agustín (I, XIII y XVIII, por ejemplo), en los que éste se lamenta del tiempo perdido, durante su etapa de formación, en la lectura de la literatura clásica en general y de Virgilio en particular, así como de la inutilidad de la retórica, contenido central y casi único de la enseñanza superior de la época, para la búsqueda de Dios.

El testimonio de Agustín de Hipona (354-430 d. C.) es especialmente ilustrativo en lo que concierne a la relación entre cristianismo y literatura pagana, que es lo que aquí, tratando sobre su contemporáneo Prudencio (348-post 405 d. C.), más nos interesa1. En efecto, la situación 'literaria' en la que se encuentra Prudencio es especialmente compleja. Por un lado, como poeta educado en la literatura clásica, es buen conocedor de los géneros, el léxico, la métrica, las convenciones, en suma, de los textos de autores desde Catulo hasta Ausonio,pasando por Virgilio, Horacio, Ovidio, Séneca, Lucano, etc.2

Así, el conjunto de la obra de Prudencio está organizada conforme a criterios temáticos, de manera que la estructura general obedece a un plan preestablecido y ofrece un juego de simetrías y paralelos, del mismo modo que la obra que daban a la luz los poetas de la época de Augusto no era el poema aislado, sino el libro de poemas, la colección ordenada. Aunque fue componiendo sus obras paulatinamente a lo largo de unos doce o trece años (entre el 392 y el 405 d. C.), tenía un plan general de cómo debían ir ordenadas. Y así, la edición que él mismo cuidó, aparecida en el año 405 d. C., muestra una esmerada disposición3.

El recurso a la mitología, insoslayable en la poesía clásica, tiene también su versión renovada en la poesía de Prudencio. En efecto, los referentes con los que establece las comparaciones, el mundo al que acude Prudencio ya no es el de la mitología clásica -aunque hay algún caso, como cuando aplica el adjetivo tonans ("atronador"), propio de Júpiter, a Dios padre-, sino el del texto bíblico, tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento. Así, por ejemplo, cuando habla de las tinieblas que ciegan a los que no creen, las compara no con ninguna oscuridad célebre del mundo antiguo grecolatino, que las había, sino con una de las plagas de Egipto que Yahvé envió al Faraón4. O, en el himno séptimo del Cathemerinon, dedicado al ayuno, cuando quiere poner un ejemplo célebre de abstinencia digestiva no nos habla, por ejemplo, de Tántalo, el personaje mitológico que no podía alcanzar ni las frutas que tenía cerca ni el agua que le llegaba hasta la barbilla. A quien nos recuerda Prudencio es a uno de los famosos ayunadores bíblicos; el profeta Elías5. Los ejemplos podrían multiplicarse, y serían buena muestra de cómo Prudencio adopta un procedimiento propio de la poesía antigua aunque la modifica con el nuevo contenido cristiano, el de la Biblia6.

El recorrido por los rasgos de la poesía tradicional, pagana, que aparecen en la de Prudencio podría alargarse mucho más (en aspectos como la métrica, el léxico, o esquemas formales como el comienzo in medias res o la invocación a la divinidad en búsqueda de inspiración); aquí querríamos, sin embargo, centrarnos en la retórica, que sustentaba gran parte de los esquemas culturales de la época y que es uno de los campos en los que la fricción de la que hablábamos entre nuevo cristianismo y tradición grecolatina es más evidente. En efecto, el debate sobre la legitimidad de una técnica como la retórica, que pone a disposición de cualquiera la posibilidad de triunfar en una disputa sin consideraciones morales ulteriores', vuelve a surgir con fuerza en este período de finales del Imperio.

La retórica como técnica amoral se carga entonces de connotaciones negativas, queda colocada en un contexto de sospecha constante y se asocia, directamente, a la mentiras. De esta serie de actitudes se hace eco el propio Prudencio en el prefacio que antepone al conjunto de su producción poética, que, como bien dice I. Rodríguez, constituye "un acuciante examen de conciencia para el poeta"9. En efecto, Prudencio se expresa al respecto en los siguientes términos, recordando cómo debió familiarizarse con la retórica durante su etapa educativa:

 

Aetas prima crepantibus

fleuit sub ferulis, mox docuit toga

infectum uitiis falsa loqui non sine crimine.10

 

 

La estrofa comienza recordando el dolor proverbial que se asociaba a las férulas de los maestros y poniendo ante el lector el estereotipo del crudelis grammaticus.11Tras este marco poco seductor, el último de los versos citados, como puede verse, está lleno de connotaciones negativas. En primer lugar, se aplica a sí mismo Prudencio la expresión 'infectum uitiis' ("contagiado de faltas"); en segundo lugar, declara sin ambigüedad alguna que la práctica de la retórica conllevaba la mentira ('falsa loqui') y, lo peor de todo, alude a la conciencia que de ello no dejaba de tener, ya que la circunstancia que rodea a todo ello es 'non sine crimine' .

El grado y el entusiasmo con en el que Prudencio, tras esta declaración preliminar, da cabida en el conjunto de su obra literaria a los efectos de la retórica es una cuestión que ha suscitado algún debate y que es objeto de interpretaciones no del todo opuestas, pero sí encontradas en cuanto al énfasis que se pone ya en la independencia de Prudencio con respecto a sus modelos, ya en su fidelidad a los mismoss12. Dentro de la obra de Prudencio, nos centraremos, sin embargo, en sus dos poemas titulados Contra el discurso de Símaco, dado que, por diversas razones que pasaremos a analizar, son las composiciones que pueden considerarse como más directamente relacionadas con la retórica.

 

 

PRUDENCIO Y LOS DOS LIBROS CONTRA EL DISCURSO DE SÍMACO

 

El Símaco contra cuyo discurso dirige Prudencio sus dos poemas pertenecía a la aristocracia más tradicional de la Roma de la época13. En efecto, Quinto Aurelio Símaco (340-402 d. C.)14 fue un destacado senador y orador que realizó una brillante carrera política que incluyó su nombramiento como cónsul en 391 d. C. Conservamos varios cientos de cartas de Símaco15, pero lo que aquí más nos interesa señalar es el esfuerzo que dedicó, en contra de personajes como San Ambrosio y Prudencio, a restaurar el culto a las divinidades tradicionales romanas que había sido abandonado por el estado en favor del cristianismo16.

En principio, la circunstancia de los dos poemas es la discusión en el senado romano acerca de la conveniencia de volver a erigir en la curia el altar de la diosa Victoria, que había sido retirado en 382 d. C. por orden de Graciano y cuya reposición reclamaba Símaco en el discurso que es objeto del ataque de Prudencio 17. El tono y la intención son, pues, claramente polémicos, aunque su adscripción genérica ha originado opiniones diversas. En efecto, dentro de la discusión acerca de la fidelidad de Prudencio con respecto a los géneros poéticos clásicos, los estudiosos han encontrado conexiones más que evidentes entre el Contra Orationem Symmachi, compuesto en hexámetros 18, y varios modelos19. Así, S. M. Hanley considera que "the two books Contra Symmachum also deserve a place in the epic tradition, although, like Lucretius De Rerum Natura, they are didactic in tone." Sin embargo, "they do not constitute an epic, yet they ring with the theme of the greatness of Rome which Virgil developed with such inspiration in the Sixth Book of the Aeneid. It is a paean of the triumph of Christianity over the pagan religion and its gods, ..."20. Con todo, hay elementos que vinculan los dos libros de Contra Símaco con el género satírico, como son el metro, la creación de diversas personae a las que se da voz, el tono de indignatio o la intención didáctica y edificante general 21, y hay quien detecta incluso puntos formales de contacto con la elegía erótica romana en los versos en los que Prudencio trata de los amoríos de Júpiter22.

Sea como fuere, el aspecto retórico de esta doble composición aparece ya desde el principio. Cabe destacar, en primer lugar, que se trata de la única obra de Prudencio que no lleva título en griego, sino en latín, y que el mismo marca claramente la circunstancia en que hay que situarlo: es una obra dirigida contra orationem, esto es, contra un discurso. No olvidemos que la retórica era, a pesar de la oposición creciente en algunos sectores del cristianismo, la enseñanza fundamental y casi única en la etapa superior de la educación en el Imperio Romano. Esto quiere decir que oratio se asocia a algo muy concreto: un discurso, con sus partes claramente estructuradas y conocidas por cualquier romano culto e incluso semiculto; y que, consiguientemente, a un texto encabezado por la expresión contra orationem le corresponde, en el horizonte de expectativas del lector de la época, un contexto muy marcado por la retórica.

Estamos, sin embargo, ante un poema, cuyo contenido y estructura viene a ser como sigue23. Arranca Prudencio con un prefacio en el que se relata una anécdota de San Pablo, según la cual éste fue mordido por una serpiente que se ocultaba en la leña que Pablo había cogido para avivar el fuego.24 Símaco es así, indirectamente, identificado con esa serpiente, que intenta envenenar a los cristianos con el veneno de sus creencias paganas, aprovechándose de que ni el emperador Teodosio (muerto en 395 d. C.) ni San Ambrosio (muerto en 397 d. C.) podían ya oponerse.25 Tras un elogio de Teodosio (vv. 1-41), Prudencio se dedica sobre todo a denostar a los dioses paganos mediante diversos argumentos (vv. 42-407). Después de una breve transición, Prudencio presenta a Teodosio dirigiéndose a Roma en un discurso en el que reclama la conversión al cristianismo de la ciudad (vv. 415-505), conversión que efectivamente se produce con la escasa excepción de algunas familias nobles (vv. 506-607)26. Por último, Prudencio repasa de manera indirecta la carrera política de Símaco y le dedica un elogio en cuanto que orador dotadísimo (vv. 608-657)).

El segundo libro se abre también con un prefacio alegórico: esta vez, es San Pedro el que se enfrenta a una tormenta, al igual que Prudencio debe arrostrar los embates de la oratoria de Símaco27. La mayor parte del poema (vv. 7-1113) está dedicada, después, a ir refutando los argumentos que Prudencio atribuye a Símaco, para lo que da voz a la ciudad de Roma, hace intervenir a una personificación de la fe y hasta al propio Dios. Por último, cierra el poema una súplica al emperador Honorio para que prohíba definitivamente la celebración de juegos circenses con muerte de seres humanos.

Pero la dimensión oratoria de este díptico poético se deja también percibir desde este nivel general de su estructura. Efectivamente, los dos poemas contra Símaco, unidos, vienen a tener la estructura de una oratio, en la que el primer poema sería una especie de narratio y el segundo estaría dedicado a una argumentatio, que, al ser contestación de una oratio previa, adquiere la forma de refutatio. El prefacio al primer poema, casi no hay ni que decirlo, desempeña las funciones de un exordium: capta la atención del lector, por su carácter de parábola y, según han mostrado diversos estudiosos, actúa como una especie de partitio simbólica, ya que el grueso del poema en hexámetros constituye en buena parte el desarrollo del exemplum del prefacio. El segundo prefacio actuaría de transición28 entre narratio y argumentatio, y la conclusio consistiría en la apelación directa al emperador, en la que, como indica Rivero García, se resume "el espíritu de los dos libros Contra el discurso de Símaco, pues (...) se pide a Honorio que como príncipe cristiano mantenga a Roma en la senda del cristianismo."29

Otra muestra del carácter marcadamente retórico de esta obra es que Prudencio presenta a lo largo de los casi dos mil versos de su poema varios discursos que, a la manera de la épica y la historiografía antiguas, pone en boca de los diversos personajes a los que hace aparecer en su composición.30 Tal procedimiento le da pie a Prudencio para volver a insistir en la poderosa elocuencia de su rival. Así, tras reproducir un discurso de Arcadio y Honorio al que responde Símaco, introduce Prudencio las palabras de éste de la siguiente manera:

 

Talia principibus dicta interfantibus ille

prosequitur magnisque tubam concentibus inflat.31

 

La descripción, como puede verse, juega con la ambigüedad: los términos que se utilizan transmiten idea de grandeza, pero haya la vez una connotación de vacuidad (en el verbo 'inflat') acentuada por la hipérbole que alude al 'aparato'. y es que, a pesar de sus constantes profesiones de humildad y de decir sentirse indefenso y casi anulado por la elocuencia de Símaco, la intención de Prudencio es claramente malévola: presenta luego a Símaco acudiendo a uno de los recursos más afectados de la retórica, la impersonatio o prosopopeia, pues hace a Símaco adoptar el papel de Roma y hablar con la voz de la ciudad. Se trata, en efecto, de un recurso de los más intensos, al que, como veremos a continuación, también acude Prudencio. Dice Quintiliano al respecto:

 

Illa adbuc audaciora et maiorum, ut Cicero existimat, laterum, fictiones personarum, quae προσωποποιιαι dicuntur: mire namque cum uariant orationem tum excitant. His et aduersariorum cogitationes uelut secum loquentium protrabimus (qui tamen ita demum afide non abborrent si ea locutos finxerimus quae cogitasse eos non sit absurdum), et nostros cum aliis sermones et aliorum inter se credibiliter introducimus, et suadendo, obiurgando, querendo, laudando, miserando personas idoneas damus. Quin deducere deos in hoc genere dicendi et inferos excitare concessum est. Vrbes etiam populique uocem accipiunt.32

 

Y en efecto, Prudencio introduce en su texto mediante este recurso precisamente los elementos que enumera Quintiliano: hace hablar a su adversario, trae a los dioses a tierra (en este caso, hace oír la voz del Dios padre cristiano) y pone palabras en boca de una ciudad (en este caso, Roma). Además, tras acabar de reproducir el discurso de Símaco, vuelve Prudencio a aludir a la habilidad oratoria de éste, a la que, mediante la correspondiente impersonatio, responde nada menos que la Fe en persona:

 

His tam magnificis tantaque fluentibus arte

respondit uel sola Fides doctissima primum

pandere uestibulum uerae ad penetralia sectae.

 

Algo más adelante, insiste Prudencio en el dominio de la técnica de su contrincante, mediante un simple epíteto:

 

Sed sollers orator ait fataliter urbem

sortitam quonam genio proprium exigat aeuum.34

 

Y es que, como indica L. Rivero, "el elogio de las dotes oratorias de Símaco es constante a lo largo de todo el poema (...), lo cual, además de ser un reconocimiento a los méritos de aquél, pretende un distanciamiento entre la lengua hábil pero falaz del pagano y la torpe pero sincera del buen cristiano"35. De todos: modos, tras una larga argumentación, Prudencío llega a refutar la impersonatio de Símaco con sus propias armas, esto es, adoptando él también la voz de Roma, y condescendiendo a utilizar esos recursos, no sín reserva inicial:

 

Si uocem simulare licet, nempe aptior ista

uox Romae est quam nunc eius sub nomine promam.36

 

Decíamos antes que la argumentación de Prudencio, al estar centrada en el ataque al discurso de Símaco, constituye una refutación. Pues bien, en cierto sentido, la refutatio es lo que más centralmente caracteriza la actividad retórica forense. En efecto, recoge Quintiliano en su Institutio oratoria:

 

Nam et pars defensoris tota accusatori satis sit plerumque verum esse id, quod obiecerit, patronus est est posita in refutatione, et quae dicta sunt ex diverso, debent utrimque dissolvi.37

 

Con todo, ya pesar del alto grado de 'retorización' que presenta este poema de Prudencio, en general, las referencias al poder de la oratoria son casi todas negativas y, más de una vez, se llega a la contraposición entre fe y elocuencia, como hemos visto un poco más arriba (en Contra Symmachum 11,91-93). El ejemplo más extremo y extenso puede ser el siguiente:

 

 O linguam miro uerborum fonte fluentem,
Romani decus eloquii, cui cedat et ipse
Tullius, has fundit diues facundas gemmas!
Os dignum aeterno tinctum quod fulgeat auro,
si mallet laudare deum, cui sordida monstra
praetulit et liquidam temerauit crimine uocem.
   Haud aliter quam si rastris quis temptet eburnis
caenosum uersare solum limoque madentes
excolere aureolis si forte ligonibus uluas.
Splendorem dentis nitidi scrobis inquinat atra
et pretiosa acies squalenti sordet in amo.
36

 

Como puede verse, Prudencio arranca con una alabanza inicial de Símaco en tres versos que difícilmente puede superarse, ya que compara ventajosamente a este senador con la cumbre indiscutible de la elocuencia romana, el mismísimo Cicerón. Sin embargo, se lamenta de que dotes tan grandes, a las que se alude en términos muy elogiosos ('rica facundia' que derrama 'perlas', 'boca...de oro', 'límpida voz'), se hayan puesto al servicio de una mala causa. Las imágenes con las que, justo a continuación, Prudencio intenta transmitir su visión del uso que Símaco hace de la retórica son especialmente significativas de su concepción cultural y moral de esta disciplina. En efecto, Prudencio establece dos equivalencias: la retórica de Símaco, la retórica técnicamente perfecta, es como un rastrillo de marfil o una azada de oro, esto es, es un instrumento precioso. Sin embargo, si ese instrumento se aplica a realidades indignas -el barro, la defensa del paganismo- se ensucia inevitablemente, pierde su esplendor.

Creo que Prudencio intenta así subrayar dos ideas: en primer lugar, frente al rechazo total de la retórica por el que varios de sus contemporáneos y correligionarios abogaban, apunta que la retórica no es esencialmente condenable, sino que es, sobre todo, un instrumento susceptible de ser utilizado al servicio de causas diversas, buenas o malas. No se trata, sin embargo, de una postura de neutralidad aséptica, ya que se ve también un intento de transmitir la idea de lujo excesivo, de desproporción entre medios y fines que a veces se asocia a la retórica muy elaborada: para las tareas del campo -labrar, arar- no son necesarios aperos de materiales nobles.

Así pues, con respecto a la retórica, el Contra Symmachum de Prudencio es una muestra de uno de los programas culturales que el Cristianismo desarrolló a fines del siglo IV d. C., según el cual los diversos elementos de la cultura tradicional no debían ser dejados completamente de lado, como defendían otros, sino que debían someterse a un proceso de adaptación y de supervisión moral que permitiera su integración fructífera en la nueva cultura. Aunque las tensiones, en diversos ámbitos y de modo variado, continuaron durante siglos, el correr de los tiempos demostró que la propuesta integradora de Prudencio era la destinada a triunfar.

 

 

 

NOTAS

 

  1. R. A. MARKUS, "Paganism, Christianity and the Latin Classics in the Fourth Century", en ID., From Augustine to Gregory the Great: History and Christianity in Late Antiquity, London, 1983, Variorum.

  2. Basta observar los aparatos de fuentes de cualquier edición de Prudencio para constatar la presencia constante de la tradición poética clásica en su obra; se trata, además de un aspecto que ha sido ampliamente estudiado. aparte del trabajo general de S. M. HANLEY, Classical Sources of Prudentius, New York, 1959, Cornell (Diss.), que remite a toda la bibliografía anterior, pueden señalarse los siguientes estudios recientes al respecto: V. CRISTÓBAL, "Horacio y Prudencio", Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 15, 1998, pp. 157-169; L. RIVERO GARCÍA, "Ecos catulianos en los poemas de Prudencio", Anuario de Estudios Filológicos, 19, 1996, pp. 443-456; P.-A. DEPROOST, "le martyre chez Prudence: sagesse et tragedie. La réception de Séneque dans le Peristephanon Liber" , Philologus, 143, 1999, pp. 161-180; para un panorama bibliográfico al respecto, cf. L. RIVERO GARCÍA, L. , La poesía de Prudencio, Huelva -Cáceres, 1996, Universidad de Huelva -Universidad de Extremadura, pp. 257-26L

  3. Cf, por ejemplo, M. VON ALBRECHT, Storia della letteratura latina, Turín, 1995, Einaudi, vol. III, pp 1377-1378, y L. RIVERA GARCÍA, op. cit., pp. 21-22; en ambos lugares se remite también a más bibliografía al respecto.

4. Peristephanon 2, 381-384: "En cambio, la ceguera de los impíos, envuelta en negro velo, ve su cara cubierta por el poso de la noche, no ve en ella claridad, al modo de la plaga egipcia que, mientras a los bárbaros castigaba con las tinieblas, a los hebreos mostraba el día con luz diáfana." Todas las traducciones de textos de Prudencio que reproducimos en este trabajo corresponden a Luis Rivero García, en PRUDENCIO, Obras, Madrid, 1997, Gredos (2 vol.); para el texto latino hemos recurrido a la edición de M. P. CUNNINGHAM, Tournhout, 1966, Brepols (Corpus Christianornm, Series Latina, vol. 126).

5. Cathemerinon 7, 26-35.

6. Cf. al respecto el completo estudio de M. A MALAMUD, A Poetics of Transformation: Prudentius and Classical Mythology, Ítaca (N. Y.) -Londres, 1989, Cornell University Press; cf además M. D. CASTRO JIMÉNEZ, "Sincretismos en el uso de la mitología en la obra de Prudencio", Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 15, 1998, pp. 297-311.

7. Sintético y a la vez amplio recorrido por este debate en la cultura occidental en S. IJSSEUNG, Rhetoric and philosopby in conflict: an historlcal survey, La Haya, 1976, M. Nijhoff.

8. Cf. F. DESBORDES, "Corrupta eloquentia', en ID., La rhétorique antique. L'art de persuader, Paris, 1995, Hachette, pp. 25-31.

9. AURELIO PRUDENCIO, Obras completas, Madrid, 1981, La Editorial Católica, ed. bilingüe de A. Ortega e I. Rodríguez, p. 3.

    10. Praefatio 7-9. "Bajo el chasquido de palmetas lloró mi edad primera; luego, contagiado de faltas, la toga me enseño a mentir, no sin culpa en mi conciencia."

11. El propio Prudencio (Peristephanon 9) presenta a uno de sus mártires, San Casiano, como viva encarnación de este tipo humano.

12. Interesante al respecto el artículo de R. LEVINE, "Prudentius's Romanus: the rhetorician as hero, martyr and saint", Rhetorica, 9, 1991, pp. 5-38, que aunque centrado en uno de los himnos del Peristephanon, da una visión general de esta cuestión.

13. J. A. MACGEACHY, Quintus Aurelius Symmachus and the Senatorial Aristocracy of the West, Chicago, 1942, University of Chicago.

14. "Symmachus 4", en A. H. M. JONES et al., Prosopography of the Later Roman Empire, Cambridge, 1980, Cambridge University Press, vol. 1, pp. 865-870.

15. En total, nueve libros; la edición más reciente, a falta aún del noveno libro, es la de J.-P. Callu, SYMMAQUE, Lettres, París, 1972-1995, Les Belles Lettres.

16. Para un panorama al respecto, cf H. BLOCH, ch. 8. en A. MOMIGLIANO (ed), The Conflict between Paganism and Christianism in the Fourth Century, Oxford, 1963, Clarendon Press; sobre la controversia concreta en torno a la que giran estos dos poemas y su contexto, cf S. DÖPP, "Prudentius' Gedicht Contra Symmachum in der religiosen Auseinandersetzung seiner Zeit", en G. BINDER -K. EHLICH (edd.), Religiose Kommunikation-Formen und Praxis vor der Neuzeit (Bochumer Altertumswissenschaftliches Colloquium 26), Trier, 1997, pp. 271-300

17. Cf al respecto L. RIVERO, op cit., pp. 102-128, que presenta los problemas esenciales que plantea esta doble composición y que remite a la bibliografía pertinente. Destaquemos, con todo, acerca de la estructura del poema, los fundamentales estudios de S. DÖPP, "Prudentius' Gedicht gegen Symmachus. Anlaβ und Struktur", Jahrbucb für Antike und Christentum, 23, 1980, pp. 65-81 y S. DÖPP, "Prudentius' Contra Symmachum eine Einheit?" Vigiliae Christianae, 40, 1986, pp. 66-82; sobre la controvertida fecha de composición, cf. D. SHANZER, "The date and composition of Prudentius' Contra orationem Symmachi libri' , Rivista di Filologia e di Istruzione Classica, 117, 1989, pp. 442-462.

18. Cf. A. ENCUENTRA ORTEGA, El hexámetro de Prudencio. Estudio comparado de métrica verbal, Logroño, 2002, Instituto de Estudios Riojanos. Según concluye este estudioso (pp. 426-427), el hexámetro de Prudencio se muestra más cercano al de la poesía clásica que el de otros poetas de su tiempo, algo en lo que coincide con Paulino de Nola; además, la técnica métrica varía apreciablemente entre la composición de los poemas contra Símaco, por un lado, y la Apoteosis y la Psicomaquia por otro.

19 Cf. W. STEIDLE, "Das Dichterische Konzeption des Prudentius und das Gedicht contra Symmachum", Vigiliae Christianae, 25, 1971, pp. 241-281.

20 op cit., p. 3. Abundando en la misma tesis, pero posterior a Hanley, cf S. DÖPP, "Vergilische Elemente in Prudentius' Contra Symmachum", Hermes, 116, 1988, pp. 337-342.

21 Cf  S. M. HANLEY, op. cit., pp. 147-153.

22. L. RlVERO GARCíA, op. cit., p. 110. En general, sobre el fenómeno del cruce de géneros en Prudencio, véase J. FONTAINE, "Le mélange des genres dans la poésie de Prudence", Études sur la poésie latine tardive. D'Ausone a Prudence, París, 1980, Les Belles Lettres, pp. 1-23.

23. Cf. L. RlVERO GARClA, "Introducción" a la traducción citada en n. 4, pp. 53-61.

24. El prefacio, numerado tradicionalmente de manera independiente al resto del libro primero, abarca 89 versos (asclepiadeos menores); la fuente de la anécdota sobre San Pablo es Hechos 28, 1-6.

25. Es una cuestión discutida la datación de este poema; según explica L. RlVERO GARCÍA, op. cit., pp 103-107, remitiendo a la bibliografía pertinente, lo más probable es que estemos en el año 402, y que el discurso de Símaco que ataca Prudencio se pronunciase ante el emperador Honorio ese mismo año o el anterior,401.

26. Cf., entre otros a los que también remite L. RlVERO GARCÍA en su "Introducciónn a la traducción citada en n. 4, pp. 55-56 n. 116, A. BALDINI, "Il Contra Symmachum di Prudenzio e la conversione del senato", Rivista Storica dell'Antichità, pp. 17-18, 1987-1988, 115-157; y T. O. BARNESR. W. WESTALL, "The conversion of the Roman aristocracy in Prudentius' Contra Symmachumn, Phoenix, 45, 1991, pp. 50-61.

27  Son en total 66 gliconios que parten de Mateo 14,26-28.

28. Al acabar el primer libro hay también una declaración explícita de que se alcanza el final, otra de las recomendaciones de la preceptiva retórica clásica. Symm. I, 656-657. Sed iam tempues iter longi cohibere libelli, / ne tractum sine fine ferat fastidia carmen ("Mas ya es hora de refrenar la marcha de un libro que se alarga, no sea que un canto arrastrado sin fin fomente el fastidio.")

29  L. RlVERO GARCÍA, op cit., p. 128.

30. Según hemos ya citado, hay discursos a cargo de Teodosio (I, 415-505), de los emperadores Honorio y Arcadio (II, 17-66), de la Fe (II, 123-160), por supuesto, de Símaco (II, 67-90) y hasta de Dios ( II, 182-269); hay que añadir que aunque en varias ocasiones parece que Prudencio reproduce el texto original de Símaco que está atacando en ese momento, lo más probable, según L. RIVERO GARC!A, op. cit., pp. 115-118 es que se trate de interpolaciones introducidas por copistas, sin que estuviese en la intención de Prudencio interrumpir sus versos con las citas.

31. Symm. II, 67-68. "Habiéndole interrumpido los emperadores con estas palabras, él prosigue e infla su tuba de grandes sinfonías."

32. Institutio oratoria 9, 2, 29-31. "Pero aún de más audacia y, como juzga Cicerón, 'de más pulmones' son las ficciones de personas, que se denominan prosopopeyas; porque no sólo dan admirable variedad al discurso, sino también incitante viveza. Por medio de ellas hacemos aparecer, por un lado, los pensamientos de nuestros adversarios, como si estuviesen hablando consigo mismos (pero de modo que no se les aleje al cabo de credibilidad; si les ponemos en sus labios palabras, que no sea cosa absurda que hayan pasado por su mente) y, por otro, introducimos de un modo creíble nuestros diálogos con otras personas y los de otras entre sí, y creamos personajes que se presenten adecuadamente aconsejando, reprendiendo, lamentando, alabando, compadeciendo. y aún está permitido en este género de expresión hacer salir a los dioses del cielo y a los del averno. Ciudades y pueblos reciben también el habla." QUINTILIANO, Obra completa, trad. A. Ortega Carmona, Salamanca, Universidad Pontificia de Salamanca Caja Duero, 1999, vol. 3, p. 309.

33. Symm. II, 91-93. "A estas palabras tan magníficas, a este oleaje de arte tan fino se bastó sola Fe a responder, sin duda ella la más experta en abrir el primer vestíbulo que conduce al sagrario del credo verdadero,"

34. Symm. II, 370-371. "Pero nuestro hábil orador dice que a la urbe la fatalidad le asignó un cierto genio con el que pasar su propia historia."

35. L. RlVERO, p. 12 n. 8 de su traducción citada en n. 4. En la misma linea, afirma I. RODRIGUEZ en su edición (op. cit., p. 404 n.) que "es un timbre de gloria para Prudencio el reconocer los méritos de su adversario Símaco y aun tributarle grandes elogios".

36. Symm. II, 649-650. "Si nos es dado simular una voz, desde luego es más adecuada a Roma esta voz que ahora en su nombre voy a proferir."

37. Institutio oratoria 5, 13, 1. "... en efecto, la tarea del abogado defensor se basa enteramente, por un lado, en la refutación y, por otro, tanto el abogado de la defensa como el de la acusación deben destruir lo dicho por la parte contraria." Trad de A. Ortega Carmona, en QUINTILIANO, op. cit., vol. II, p. 249.

38. Symm. I, 632-642. "Oh, lengua que fluyes de portentoso manantío de palabras, honra de la romana elocuencia, ante quien habla de ceder incluso el propio Tulio, ¡que hayan de ser éstas las perlas que derrama tu rica facundia! Boca digna de refulgir con eterno baño de oro, si prefiriera alabar a Dios, al que ha antepuesto abominables engendros, profanando así su límpida voz con el pecado. No de otro modo que si alguien trata de remover con rastrillos de marfil un suelo cenagoso y le da por cultivar con azadas de oro ovas llenas de lodo. El negro surco mancilla el resplandor del colmillo brillante y el preciado filo se ensucia en el terruño sórdido."

 

 

RHETOR INVITUS:
PRUDENCIO ENTRE LA FE, LA TRADICIÓN Y LA RETÓRICA

JORGE FERNÁNDEZ LÓPEZ
Departamento de Filologías Hispánica y Clásicas. Universidad de La Rioja

BERCEO

Num. 143

IER

LOGROÑO,2002

 

 

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