SANTIAGO PEREGRINO. Juan de Beaugrant. 1550. Escultura sobre madera estofada y policromada. Iglesia parroquial de San Esteban. Ábalos (La Rioja).

 

 

 

   

El culto a Santiago se difunde rápidamente desde que se descubren sus reliquias hacia el año 813. Por los caminos que llevan a Compostela se escuchan los milagros del santo y los cristianos le invocan en su guerra contra el Islam. Fuera de España, como señaló Sánchez Albornoz, Luitprando, Saxo y el Anónimo de Saint Gall, recogen la leyenda de la intervención santiaguesa en la victoria de Simancas. La estela literaria de Compostela, patente en los cantos litúrgicos de peregrinación y en la épica carolingia, asoma en los intercambios entre la poética hispánica y la de otros pueblos románicos, entre lo galaico-portugués y lo provenzal y en la dramática jacobea.

Los peregrinos marchan cantando en grupo. Por ello, los ritos de salida y regreso (amplísimos antes que el Rituale de 1614 los redujese al Itinerarum) pretenden dar carácter de procesión al recorrido.

Muchos canto proceden de la liturgia oficial. Pero otros introducen nuevas formas y las gentes salen al camino a escuchar esas canciones de los romeros:

Les hommes, femmes et filles

de toutes parts nous suivent

pour entendre la mélodie

de ces bons pélerins françois.

 

(Hombres, mujeres y niños

nos siguen de todas partes

para escuchar las canciones

de estos buenos peregrinos franceses.)

Este lirismo del Camino de Santiago impregna el cancionero popular de Galicia:

Camiño de Santiago

camiño foliadeiro.

Los peregrinos son juglares de ventura, no profesionales. Cantores populares:

Parmi les monts et prairie

nous chantions la litanie

ou quelque bonne chanson

et racontions a I'envie

ce que nous sevions de bon.

 

(Entre montes y prados

cantamos la letanía

o alguna buena canción

y contamos hasta la saciedad

lo que sabemos de bueno.)

Junto al coro monódico, hay formas duales: antífonas o responsorios. Al primer tipo de cantos corales alternados, tal como se interpretaban los salmos, corresponde en la liturgia el conductus que se relaciona con estructuras peculiares de la poesía medieval galaico-portuguesa y también de la castellana hasta los Cancioneros tardíos.

Consiste básicamente en una mezcla de paralelismos, concatenaciones y repeticiones en forma de refrán. Es muy propia para la marcha y se utilizó en las danzas en corro (el cossaute).

Cuando Cerverí de Girona la empleó en la única cansó paralelística de toda la literatura provenzal, la llamó Viadeyra o viandela, aludiendo quizá al hacer vía cantando. En Galicia y Portugal se denominó leixaprén y era considerada canción villana.

Pero la más famosa de las canciones de peregrinación obedece al esquema de estrofa con estribillo que todos cantan y que encierra un doble refrán. Es el Ultreya:

Herru Sanctiagu

Got Santiagu

et ultreia e sus eia

Deus adjuva nos!

Esta fórmula básica se repite en el conductus Ad honorem Regi summi:

Fiat amen, alleluya

dicamus solemniter

e ultreia e sus eia

dicamus solemniter.

En las composiciones litúrgicas en honor a Santiago se registran cinco formas típicas de la poesía trovadoresca: cossaute, estrofa con refrán, romance, copla de dos pareados y un tipo fecundísimo en la línea zéjel, virelai, rondeau, laudi y geisslerlieder.

Refranes de la poética jacobea como el Fulgat dies (brille el día) se hallan también en los cantos navideños franceses y valones. El congaudeant catholici (los católicos se alegran) coincide en métrica con la Cantiga de vilaos, utilizada en el siglo XIV por Joao de Gaya. El Regi perhennis (rey perenne) conserva la melodía de un alalá y el Ad su perni Regis (al rey supremo) la de una danza.

La liturgia absorbe lo popular y viceversa: Pay Gomes Chariño, el almirante trovador, lleva a una Cantiga de amigo la invocación Ai Santiago, padrón sabido (Santiago, patrón sabio).

En el Renacimiento, la métrica del Congaudeant inspira el Sengular momo, que escribió Pedro de Sousa para festejar el regreso a la corte manuelina de la romería compostelana:

 

Alta Rainha Senhora

Santiaguo por nos ora

 

(Alta Reina Señora

Santiago, reza por nosotros).

Todavía en el siglo XVIII hay ecos medievales en los aires Ma calebasse est ma compagne (Mi calabaza es mi compañera) y Reveillez-vous ma belle amie (Despertaos, mi bella amiga).

Estas canciones tardías se conocen muy bien.

Unas son cantos-guía: el Pilgrims sea voyage (Viaje marítimo de peregrinos) o el Die walfahrt und Strass zu sant Jacob (La peregrinación y el camino de Santiago) de Herman Küning von Bach en el siglo xv.

Otras son las famosas relaciones francesas -estudiadas por Daux- impresas en pliegos de cordel: Le grand chanson (La gran canción), La chanson des pélerins de Valenciennes (La canción de los peregrinos de Valenciennes), La chanson d'un gentilhomme devenu capucin (La canción de un getilhombre convertido en capuchino), La chanson moult profitable (La canción más provechosa) y Les rossignols spirituals (Los ruiseñores espirituales).

Las características ade las tierras y de las gentes que se visitan, prevenciones sobre riesgos, consejos, remedios y la aventura de quedarse sin dinero son temas de estos cantos, junto con las notas religiosas y la devoción jacobea.

 

 

El «Liber Beati Jacobi»

 

El libro magno de la peregrinación a Compostela se llamaba simplemente lacobus-Ex re signatur, lacobus liber iste vocatur (Según se consigna, este libro se llama Jacobo). Hoy lo denominamos Liber Beati Jacobi (Libro de Santiago) o Códice Calixtino, aludiendo al más bello, completo y antiguo de sus manuscritos, guardado en la catedral de Compostela.

Consta de cinco libros: el primero, litúrgico, con el más amplio oficio musical en honor de un santo que nos haya legado la Edad Media; el segundo refiere los milagros del Apóstol; el tercero, la traslación y festividad de Santiago; el cuarto es la crónica de la expedición de Carlomagno atribuida al arzobispo Turpín, y el quinto, una guía de la peregrinación, que se adelanta en siete siglos al Baedeker o a la Guide Bleu.

Atribuido al papa Calixto II, que lo envía a la comunidad de Cluny, al patriarca de Jerusalén y al arzobispo de Santiago, pudo compilarlo, fuera de Galicia, Aymerico Picaud de Parthenay-Ie-Vieux, identificado con Olivier de Iscain que lo dio a la catedral.

El autor de la compilación, en cualquier caso, se relacionó con las abadías de Cluny y Saint Denis. El trabajo, realizado entre el 1139 y el 1165, se destinaba a la lectura en refectorios y salas de monasterios y palacios. Riquísimo en noticias, nos acerca a la mentalidad medieval.

 

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VILANCETE QUE FEZ PERO DE SOUSA, QUANDO EL-REI NOSSO SENHOR VEO DE SANTIAGO, QUE FEZ O SENGULAR MOMO EM SANTOS, O QUAL VILANCETE IAM CANTANDO DIANTE DO ENTREMESE CARRO EM QUE IA SANTIAGO.

 

Alta Rainha, Senhora,

Santiago por nós ora.

 

 

Partimos de Portugal

catar cura a nosso mal,

se nos Ele e vós nam val,

tudo é perdido agora.

 

 

Pois que somos seus romeiros

e das damas tam enteiros,

cessem jaa nossos marteiros,

que nunca cessam ũ hora.

 

 

Pedimos a Vossa Alteza,

em qu' estaa nossa firmeza,

que nam consinta crueza

neste seram oos de fora.

 

 

Aqui nos tem ja presentes

de nossos males contentes,

pois nom valem aderentes,

hoje nos valei, Senhora.

También aporta una visión muy viva del momento cumbre de la peregrinación la llamada Historia Compostelana, registro de los hechos de don Diego Gelmírez, primer arzobispo que rigió la Iglesia de Santiago y la vida política de Galicia desde 1095 hasta cerca del 1140.

La escribieron tres canónigos, familiares del prelado: Munio Alfonso, tesorero de la catedral, obispo luego de Mondoñedo; Hugo, arcediano francés que rigió la diócesis de Porto, y Giralda, continuador de la obra tras la consagración episcopal de sus compañeros en 1112.

La obra es un gran friso histórico donde se nos presenta el querer ser de un prelado de báculo y ballesta, constructor, activísimo y lleno de ambiciones para su iglesia, su ciudad y su tierra.

 

 

Las vidas de Santiago

 

En las narraciones de la Vida de Santiago sirvieron de fuentes los evangelios y las dos Pasiones, Módica y Magna, esta última recogida en el Códex. Un elemento mariano, la aparición en Zaragoza, enriquece luego esta primera parte del ciclo del Apóstol.

La segunda parte agrupa los temas relativos a la Traslación de las reliquias, dato que aporta un mozárabe del siglo VIII y que las Actas de los Varones Apostólicos de España difunden por Europa. A fines del siglo IX y durante el X, continúan la tradición el Martirologio de Lyon, la Epistola Leonis y los Anónimos de Fleury y Gemblours.

En éstos se inspiraría una versión métrica perdida en la que pudieron basarse las narraciones de Aymerico Picaud, Beleth y Jacobo de Voragine. Es importante el himno del siglo VIII, que invoca al Apóstol como evangelizador de Galicia, en favor del rey Mauregato.

La Traslación se compone de los siguientes elementos: viaje prodigioso por mar; ascensión del cuerpo santo; argucias de la matrona Lupa; persecución por los paganos y castigo de éstos; el dragón y los bueyes del lIicino; el Arca Marmorica.

Los que aprendimos de niños y por transmisión oral estos pormenores y los que aún recordamos las canciones de los ciegos (últimos recomptadors) ante la Puerta Santa, podemos comprender lo que representarían las peregrinaciones para su difusión (1).

 

 

Ciclo carolingio

 

Otra parte del ciclo del Apóstol comprende las narraciones del hallazgo de las reliquias según los datos proporcionados por el Acta de Antealtares y el Libro dos Cambeadores.

A partir de aquí, mientras la tradición española insiste en el milagroso hallazgo de las reliquias presenciado por el obispo Teodomiro de Iría y comunicado a Alfonso II el Casto, que, con su corte monacal, acude a postrarse ante ellas, la tradición francesa aporta a la peregrinación compostelana el trasunto de las grandes leyendas épicas.

Según la tesis de Burger, un poema hagiográfico latino perdido es la fuente común de La Chanson de Roland y el Liber Beati Jacobi. El poema aparece prosificado en la Historia Karoli Magni et Rotholandi, que el arzobispo Turpín dirige a Luitprando, deán de Aquisgrán, y en el libro quinto del Calixtino o guía de peregrinos.

Los elementos del relato del pseudo Turpín son: aparición de Santiago a Carlomagno; toma de Pamplona; expedición a Compostela; destrucción de ídolos y recogida de oro para dotar a la iglesia de Santiago; Compostela, corte carolingia durante tres años; regreso a Francia y retorno para la campaña contra Aigolando; desastre de Roncesvalles, traición de Ganelón y muerte de Roldán; muerte y juicio de Carlomagno.

De La Chanson de Roland y del pseudo Turpín nacen gestas, cantos latinos, historias, romances, novelas de caballerías, teatro, poemas épicos eruditos.

Cuatro poemas épicos quedan directamente ligados al camino de la peregrinación:

El Roncesvalles, quizá navarro, trecentista, fragmentario ejemplo de la interpretación del tema en España: la espada Durandal se humaniza en Durandarte y surge un núcleo narrativo en torno a Bernardo el Carpio como el anti-Roldán.

La Pélerinage de Carlemagne (la peregrinación de Carlomagno) se relaciona más estrechamente con el camino francés, y no porque cuente la peregrinación del emperador a Santiago (se trata de una falsa expedición a Jerusalén y Constantinopla), sino por sus coincidencias con el relato de Lucas de Tuy sobre la venida del rey Luis de Francia con motivo de su boda con Isabel, hija de Alfonso VIII, para comprobar que no es bastarda.

Este relato puede reflejar otra gesta castellana perdida al igual que el Saliens, que deberá a la peregrinación a Compostela su paralelismo con la leyenda de los Infantes de Lara. Es, sin embargo, el Anseis de Carthage -en realidad, el post Roncesvalles, compuesto hacia el 1200- el que muestra un influjo mayor de las peregrinaciones.

Deriva de la leyenda del rey Rodrigo, revela conocimiento directo del Camino de Santiago (según Bédier, la leyenda básica sería recogida entre Sahagún y Burgos) e inserta un episodio del pseudo Turpín localizado en las fronteras de la Galicia histórica: el cerco de la ciudad de Luiserne, milagrosamente hundida en el lago Carrucedo (entre Ponferrada y Villafranca, según Bédier, o en Sanabria, San Martín de Castañeda, según Vázquez Cortés).

Indirectamente relacionados con la peregrinación están esos poemas del ciclo relativos a las hazañas de Vivien: el Gui de Bourgogne, posterior al 1211, que cuenta una campaña carolingia de treinta y siete años; el Renaut de Montauban, que tiene una referencia al Pèlerinage o las derivaciones franco-italianas como La prise de Pampelune (la Conquista de Pamplona).

Dice Menéndez Pidal: muchos poemas así resonaban, sin duda, en el Camino francés de Campostela, a lo largo del cual hallaban un auditorio muy preparado. Porque ese camino, entrando en España por Roncesvalles, lugar ya de suyo épico, atravesaba los reinos de Navarra y de Castilla cruzando importantes poblaciones en que había barrios enteros habitados por emigrantes franceses.

 

 

RELATOS DE PEREGRINACION

 

 

En la literatura de viajes compostelanos hay impor­tantes muestras del siglo XV: Jorge de Ehigen, conde de Suebia (1457), Leon von Rosmital de Blatna, cuñado del rey de Bohemia (1465-1467), Nicolás von Popplan (1484), Lucio Marineo (1484), Francisco Picardi (1472), Herman Küning von Bach (1496), un Anónimo enviado por Amadeo, duque de Saboya, Jerónimo Munzer (1498) y el obispo armenio Mártir de Arzenjan.

En el XVI tenemos a Lassota de Steblovo y Juan Bautista Cantalonieri (1594). En el XVII, Jacobo Sobieski, padre del rey de Polonia Juan III (1611), Doménico Laffi, Cosme de Médicis -cuyo diario redactó Magalotti e ilustró el dibujante veneciano Pier Maria Baldi (1669)-, la condesa d'Aulnoy (1679), la reina Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, cuyo viaje escribió un anónimo cronista (1690) ..

En el siglo XVIII vinieron a Santiago: de Picardía, Jean Bonnecase (1748), Guillermo Manier, viajero curioso, y desde Inglaterra, el rector Townsend (1786). De este siglo es también la primera Guía humorística de la ciudad, la del burgalés Pablo Mendoza de los Ríos, publicada en 1731.

 

 

 

Posteriormente, es amenísima la lectura de las impresiones de don Jorgito, el inglés, Borrow (1836). Citemos asimismo a Lord Porchester Lonsdale descubre a Inglaterra el Pórtico de la Gloria que después elogia Davillier. Ford ironiza sobre el camino y la peregrinación. .

Tenemos impresiones más recientes de Marcillac, Begin, Silveira da Mota, Mathieu, Rebsomen, Daux, Husson, Baumann, King, Andersen, Fetis, Rocha y Gallichan. .. Mas la relación se haría interminable.

Cerremos este precipitado raconto, que puede completarse con la lectura de un erudito estudio de Válgoma Díaz Varela, recordando que la peregrinación y la ciudad inspiran narraciones novelescas a partir del Romanticismo, cuando Neira da Mosquera y Navarro Villoslada utilizan la historia y el escenario de la sede del Apóstol.

López Ferreiro les seguirá en sus cuidados relatos gallegos; Lamas Carvajal, la Pardo Bazán y Pérez Lugín construyen novelas de ambiente santiagués; Valle­Inclán supo evocar la ciudad con insuperable pluma y Otero Pedrayo glosó su historia y levantó un poema en prosa sobre el camino de peregrinación en A Ro­mería de Xelmírez.

 

 

Los milagros

 

El tercer bloque de narraciones que circula por el Camino de Santiago recoge milagros. Quizá haya existido una compilación local. No la conocemos, pero, al igual que en otros santuarios, pudieron recopilarse en éste los prodigios acaecidos por mediación del patrono.

El Liber Beati Jacobi suple este registro al agrupar veintidós milagros en otros tantos capítulos de su libro segundo. Uno se atribuye a San Beda, otro a Huberto de Besançon, dos a Anselmo de Cantorbery y el resto a Calixto II. Entre los textos agrupados al final hay otros anónimos, excepto el que firma Alberico de Vezelay.

Los veintidós milagros aparecen compendiados en el canto Ad honorem Regi summi de Aymerico Picaud, presbítero de Parthenay. La parte conservada de la versión gallega del Calixtino, hecha en el siglo XIV, suele denominarse Os Miragres de Santiago.

El murciano Diego Rodríguez de Almela ofrece su Compilación de los Vitoriosos Miraglos del Bienaventurado Apóstol Santiago (1481), en el que se espigan otros prodigios, además de datos de la historia de su iglesia y de su orden de Caballería.

Juglares, monjes, huéspedes, mesoneros y los propios peregrinos, a lo largo de la vía francígena, contarían muchos milagros. Algunos se vinculaban a la historia peninsular, como las apariciones bélicas que dieron motivo a los votos y se enlazaron con la tradición de las cien doncellas, con la toma de Coimbra, con la menos conocida del conde Armengol de Urgel, con las que tienen como escenario Jerusalén y con las Cruzadas.

Otros, de carácter particular, apenas trascendieron. Narran perdones, curaciones, salvamento en naufragios, liberación de cautivos, ejecuciones frustradas ... O hablan del oratorio que se abre.

Otros tienen más amplio campo en la narrativa medieval: la confesión escrita y borrada, de antecedentes carolingios; el niño resucitado (origen, San Gil) o la mujer que se queda sola con dos niños y a la que Santiago ayuda prestándole un ángel en figura de asnillo.

No faltan, por último, temas que, más o menos elaborados, pasaron al Romancero: A romeira, por ejemplo. Pero los más famosos de los que no se relacionan con sucesos históricos son tres:

Le Mort El Cheval (El Muerto a caballo) exalta las virtudes de la amistad y el sacrificio por el compañero durante el viaje. Es, por tanto, un típico cuento del camino;

Treinta loreneses marchan a Santiago; uno cae enfermo y el único que se queda a cuidarle es el que no hizo voto de ayuda mutua. Muere el enfermo y Santiago se aparece al peregrino fiel, le obliga a subir con el cadáver sobre su caballo y lo transporta por los aires a Compostela, donde llegan antes que los demás peregrinos.

Contado en el Calixtino por la autoridad de Huberto de Besançon, localizado en la Capilla compostelana del Mont-Joy y difundido por la Legenda Aurea, ha sido dramatizado modernamente por Henri Gheon.

Como gran milagro, se contaba en el siglo XII la resurrección del peregrino Giraldo, fallecido al mutilarse por consejo del demonio. Una fiesta especial, la de los milagros precisamente, lo conmemoraba cada año y el Calixtino lo recoge en sus páginas bajo la autoridad de Anselmo de Cantorbery, aunque también se invoca la de Hugo de Cluny.

Este relato (2), que alcanzó su máxima difusión en el siglo XIII, cuando se recoge en las Cantigas de Santa María alfonsíes, se vio oscurecido, como hace notar Vázquez de Parga, por el milagro del Ahorcado descolgado.

En él juegan dos elementos característicos de la literatura oral de la peregrinación: el posadero infiel que, como en la historia de José, acusa falsamente de robo a un muchacho ocultando una copa en su maleta y el padre que sigue su camino después de ser ejecutado el muchacho y al regresar se lo encuentra vivo en la horca, sostenido por las manos del Apóstol.

Contado por Cesáreo de Heisterbach, Vicente de 8eauveais, Alfonso X y Jacobo de Vorágine, al localizarse en Santo Domingo de la Calzada en el siglo XV, recibe nuevos elementos: la criada desdeñada y vengativa, el juez que no cree al padre cuando éste asegura que el ahorcado vive, la gallina asada que resucita ... (3).

 

 

Otros relatos

 

Circularon igualmente por el camino de la peregrinación otros relatos de tema vario; los más, en torno al viaje a Compostela de personajes famosos.

Ya vimos que la llegada del rey Luis VII a Francia inspiraba un poema. De igual modo, el Cid, el conde Guillermo de Aquitania, San Francisco, Santa Isabel y San Franco de Sena son protagonistas de narraciones breves, leyendas o  romances.

La muerte de Guillermo X ante el altar del Apóstol el Viernes Santo de 1137, la fundación del primer convento franciscano con la presencia de Cotolay y el foro de San Martín, la Rainha Santa, sola y penitente, o la conversión del Jugador de sus ojos, son trozos de historia viva recogidos por la poesía oral y sobre los que llegan a crearse perdurables obras literarias.

Al Romancero pasaron el episodio del Cid que comparte su cama con un leproso y quizá la peregrinación del conde de Aquitania, si se le identifica con el Gaiferos de Mormaltán en una de las más bellas canciones gallegas.

También el tema del magnate que viene a Compostela y le matan los moros que hacen cautiva a su esposa da origen a la historia de Flores y Blancaflor, de donde arrancan los romances del conde Flores. Otro conde, que el Romancero llama Miguel o Grifos, fuerza a una doncella que va en romería y es condenado a la horca.

Hay temas de historia general, sobre los que se compusieron relatos para contar a peregrinos: el del conde Lombardo se inserta en el Fernán González; el de García Fernández procede de La Condesa Traidora y sobre él compuso Tirso La Romera de Santiago. De la historia compostelana se habrán contado también narraciones como el Milagro de Ataúlfo o de Juan Tuorum.

Otros relatos son de carácter fantástico y se forman con elementos de diversos cuentos. Su prototipo es el de los dos peregrinos; exalta el valor de la amistad forjada en la peregrinación y en él se basaron relaciones, representaciones sacras e historias, como la alemana de Kuns Kistner y la italiana de Minozzi Cieco.

En este cuento figuran anécdotas trágicas como la del castillo aislado en la selva, la adúltera castigada a comer en la calavera de su amante y la utilización de la sangre para curar la lepra.

En Le dit des trois pommes (El cuento de las tres manzanas) se adaptan al motivo de la peregrinación elementos de historias de origen oriental: las tres manzanas que el padre da a su hijo para que reconozca si es buen compañero de travesía quien se acerque en el camino; el viaje del muerto que reaparece, representado en el prodigio de Le Mort a cheval...

Este milagroso viaje a caballo por los aires se relaciona con otras creencias sobre hierofanías celestiales. Junto a la corriente dioscúrica, exaltada por Américo Castro, hallamos la identificación gallega de las estrellas fugaces como carpas santos y la atribución a éstos del fuego de los mástiles de Helena, San Erasmo y San Telmo.

Coincidiendo con los cortejos de almas caminantes (A Santa Compaña) hallamos peregrinando a Santiago no sólo cuerpos muertos, sino almas en pena.

La vieja creencia de que a ciertos santuarios vay de marta o que non vay de vivo (a los que se va muerto si no se va vivo), se concreta en torno a Compostela.

La Galaxia guía las campañas de almas solitarias que los campesinos ven desfilar, como estrellas fugaces, en la honda noche de los robledales o por las húmedas corredoiras abiertas por el paso continuo de los hombres:

En camino de Santiago iba un alma peregrina

una noche tan oscura que ni una estrella lucía

por donde el alma pasaba la tierra se estremecía.

El viandante la interroga:

-¿Por ónde vas alma santa con tan grande gritería?

y el alma responde:

-Camino de Santiago a cumplir a romería. Ciertos puentes, determinados pasos, no puede cruzarlos sola.
          Requiere para hacerlo las misteriosas
velas de la Victoria.

 

LÍRICA DE SANTIAGO

 

 

En plena decadencia de la escuela poética gallega, Compostela es vista como una nueva Belén por los compositores de villancicos: iAi se nasa Deus galego se face/vamos cantar à chozinha en que nace! (Si nuestro Dios se hace gallego/cantemos la choza en que nace).

 El pleito del Compatronato mueve en el siglo XVII plumas castellanas y gallegas: Quevedo y Torrado compiten en acres alegatos en defensa de Santiago como patrón único de España.

 Con anterioridad, el Apóstol había inspirado a Fray Luis de León una bella canción y otra ocasión de lírica compostelana la ofrecerán las Fiestas Minervales, de carácter universitario.

 Desde los albores del Rexurdimento gallego, Santiago torna a ser lugar poético. Lo cantan García Mos­quera, Pintas, La Iglesia. Pero quien llega a una inter­pretación lírica del alma de la ciudad sagrada es Ro­salía de Castro.

 Por el cauce que ella abre corren los poemas de Pondal, Lamas, Barcia Caballero, Alvarez Limeses .. La generación Nos convierte Campos tela en centro espiritual. Así la cantan Cabanillas, Otero Pedrayo, Tai­bo y Gómez Ledo.

 

 

Igual fidelidad se observa en los poetas de los años veinte: Iglesias Alvariño, Bauza Brey, Alvarez Blázquez, Carballo Calero, Eugenio Montes, Castillo, Torre Enciso, oíaz Castro, Seoane ..

 Se suman a esta nómina los poetas no nacidos en Galicia como los Machado, Molinari, Capdevila, Azcárraga, del Castillo, Entrambasaguas.. Gerardo Diego, ante el iris de apocalipsis de la Gloria de Mateo escucha, al pie de los gemelos lirios de ufanía, la voz de los Angeles de Compostela: gozos de romería y de evangelio anidan la arquivolta mientras apenas se oye, por la Plateria, el liso resbalar de un vuelo a vela.

 El nuevo Cancioneiro compostelano en lengua gallega culmina en las ocho bellísimas canciones de Federico García Lorca. El Madrigal à cibdá de Santiago, la Canzón de cuna para Rosalía morta y la Danza da luá son hitos en el itinerario poético de la ciudad.

 El viajero repite estos versos al escuchar la lluvia en las rúas (Iaio de pedra e cristal), entre las piedras eternas de las cuatro plazas (non é o ar, e a triste lúa na Quintana dos Mortos) o al contemplar la civitas Beati Jacobi como una frágil flor, camelia branca no ar brila entebrecida ó sol.

 

 

Juglares en el camino

 

Al lado de la juglaría espontánea de los peregrinos que animan su caminar con cánticos, hallamos trovadores y juglares profesionales en las rutas de peregrinación. Las recorrían en su anar per cortz (de corte en corte) o en el séquito de magnate y prelados.

Otros cantores caminan pagados, para hacer propaganda de una causa política o dinástica, o de los grandes santuarios, o de una devoción concreta. Los denominamos juglares de empresa; así los ichacorvos tudenses que servían al culto del Carpa santo de Fray Pedro González, Telmo.

Ramón Llull, en su Blanquerna U 283), nos habla de estos juglares contratados que los cardenales de Roma envían para cantar temas edificantes en el Camino de Santiago:

Un día en que uno de los narradores salía de una villa rumbo a un castillo, encontró en el camino romeros que iban a Santiago y se unió a la comitiva. Y mientras andaban por el camino les contó ejemplos de buenas palabras y de devoción sacados de las historias del Viejo y del Nuevo Testamento. Y les contaba los hechos de los Apóstoles y de los emperadores, según constan en las crónicas.

¿Qué contarían cantando estos recomptadors santiaguistas?: la Vida del Apóstol, la Traslación y el hallazgo de sus reliquias, las leyendas carolingias, los Milagros y otros relatos épicos y novelescos más o menos relacionados con la peregrinación.

Menéndez Pidal ha recogido testimonio del paso por Navarra de juglares franceses, alemanes, escoceses ... y ha investigado las relaciones entre los poetas nativos y la juglaría viajera a lo largo del camino: trovadores provenzalas, juglares de gesta del norte de Francia y otros cantores ingleses y de Europa oriental.

Fueron cebo de juglares las bodas de Alfonso Raimúndez con doña Berenguela y la presencia de los mecenas Alfonso Jordán y Guillermo de Montpellier en una Corte imperial de la que sintió celos el séquito de Luis VII.

Uno de los más antiguos juglares, Cercalmón, evocó la muerte de Guillermo X en el camino de la peregrinación. Ese mismo año de 1137 quizá visitó Santiago, Marcabrú, que, de 1134 a 1143, vivió en la Corte de Alfonso VII. Pero, desengañado de que no se atendieran sus llamadas a la lucha contra los almorávides ni sus adulaciones al emperador, partió malhumorado a su país.

En la Corte portuguesa de Sancho I, hijo de Alfonso Enríquez, se habla de dos juglares, Bonamís y Acompaniado. Pero el auténtico paraíso de los juglares occitánicos sería la corte castellana de Alfonso VIII. Ramón Vidal de Besalú describió la acogida que en ella se dispensaba a los cantores forasteros.

Con la reina Leonor, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, vino de Gascuña entre otros troveros Arnaut Guilhem de Marsán. Y por la Corte desfilaron Peyre Vidal, Peyre Rogier, Tristán, Aimeric de Peguillán, Giraut de Bornell y Gavaudán el Envejecido, que convocó a los caballeros franceses a las Navas de Tolosa.

Guilhem de Berguedá hizo peregrinación de penitencia después de asesinar a Ramón Folc de Cardona en 1175. Para él, era Alfonso VIII el mejor rey que había desde Padrón a Alemania. Rigaut de Barbezith acudió igualmente a visitar al varón don Diego y aquí vivió y murió.

Otros troveros elogiaron al rey: Bertrán de Born, Guilhem Ademar y Giraut de Calasón que hizo el planto del infante don Fernando, su hijo. Por Arnaut Daniel sabemos un raro episodio de la peregrinación, la prisión de Raimón por el rey Fernando. Uc de Lescur recuerda a los que albergan a romeros por bien de sus almas.

Por su parte, Alfonso IX acrecentó la fama de las Cortes occidentales con su prodigalidad hacia los juglares. Lo ensalzaron Elías Cairel, gran andarín y mal trovador, y el estudiante Uc de Saint-Circ. El monje de Montaudon fue huésped de reyes, barones y hombres de pro en su peregrinaje por España. Peire Vidal pedía, por San Jacme, paz entre los reyes.

 

 

La escuela compostelana

 

Si en la Corte de San Fernando, pese a la política matrimonial seguida, decayó la presencia de trovadores provenzales e italianos, como lo atestiguan las críticas de En Sordel, también recibió elogios como el de Elías de Barjols. Y si Aimeric de Belenci tornó a su tierra no fue por padecer mala acogida en la Corte, sino por miedo d'una douz amor cordial (un dulce amor).

DRAMATURGIA JACOBEA

 

 

Varela Jácome ha estudiado la dramatización de temas jacobeos. Deben anotarse:

Miracle de Saint Jacques (provenzal); Miracolo di tre Pellegrini y Miracolo di tre Pellegrini qui andarono a S. Jacopo in Galetia: los alemanes Die beiden Jakobsbücher (los dos libros de Santiago) y el escolar Peregrinus Compostellanus (lnnsbruck); La Romera de Santiago, de Tirso de Molina que, como Lope, aludió a la peregrinación en otras obras, y la ópera santiaguesa del XVIII, De las venturas de España.

Contemporáneas, son: Ultreya, de Cotarelo; Le Mort a Cheval, de Henri Gheon; Camino de Compostela, de Sandoval; el Misterio de San Guillen y Santa Felicia, que anualmente se representa en Obanos; Imagineros, de Angel Lázaro, y la escenificación de la vida de Gelmírez, de Cortezón.

No debemos omitir el teatro popular, del que es muestra La conquista de Jerusalén por Santiago, que todos los años se representa en la Hacienda de Santiago de Amalucan.

 

El apasionado provenzalismo de Alfonso X, en contraste con la inclinación de su padre a la juglaría gallega, representó el triunfo de la escuela occitana en la Corte y las alabanzas de Folquet de Lunel, Raimón de Tors, Guilhem de Montanhagol y Peire Guilhem.

A favor de la libertad del infante Enrique postularon Cerverí de Girona, Folquet de Lunel y Paulet de Marsella. Perceval Doria aludió a la guerra de Granada. Arnaut Daniel mantuvo un debate con el monarca y éste tuvo la amistad de Bonifacio Calvo de Génova que, como Raimbaut de Baqueiras y Cerveri de Girona, utilizó el gallego-portugués en composiciones políglotas, versificó en esta lengua y dialogó con Alfonso X. A su vez, el gran Sordello de Goito usó un juglar nativo, Picandón, que se hizo con sus canciones y sirvió a Soares Coelho.

La escuela lírica gallego-portuguesa, tan rica y original, tuvo en Compostela un foco de irradiación. Cuando en la Corte de Alfonso VII vemos a un juglar local, Palla, junto a un egregio representante de la juglaría internacional como Marcabrú, comprendemos la función de la ciudad apostólica del Finisterre como crisol de tendencias.

Podríamos hablar de toda una escuela compostelana. La unidad y el carácter de los cantores de los santuarios nos hace pensar en un éxodo de segreles formados en las aulas catedralicias hacia la Corte y, principalmente, al real de San Fernando en sus campañas de Andalucía: Bernal de Bonaval, Abil Pérez, Martín de Cornes, Cotón ...

El apasionado provenzalismo de Alfonso X, en contraste con la inclinación de su padre a la juglaría gallega, representó el triunfo de la escuela occitana en la Corte y las alabanzas de Folquet de Lunel, Raimón de Tors, Guilhem de Montanhagol y Peire Guilhem.

A favor de la libertad del infante Enrique postularon Cerverí de Girona, Folquet de Lunel y Paulet de Marsella. Perceval Doria aludió a la guerra de Granada. Arnaut Daniel mantuvo un debate con el monarca y éste tuvo la amistad de Bonifacio Calvo de Génova que, como Raimbaut de Baqueiras y Cerveri de Girona, utilizó el gallego-portugués en composiciones políglotas, versificó en esta lengua y dialogó con Alfonso X. A su vez, el gran Sordello de Goito usó un juglar nativo, Picandón, que se hizo con sus canciones y sirvió a Soares Coelho.

La escuela lírica gallego-portuguesa, tan rica y original, tuvo en Compostela un foco de irradiación. Cuando en la Corte de Alfonso VII vemos a un juglar local, Palla, junto a un egregio representante de la juglaría internacional como Marcabrú, comprendemos la función de la ciudad apostólica del Finisterre como crisol de tendencias.

Podríamos hablar de toda una escuela compostelana. La unidad y el carácter de los cantores de los santuarios nos hace pensar en un éxodo de segreles formados en las aulas catedralicias hacia la Corte y, principalmente, al real de San Fernando en sus campañas de Andalucía: Bernal de Bonaval, Abil Pérez, Martín de Cornes, Cotón ...

Más tarde, Airas Nunes, autor de un amargo sirventés, porque ya en Compostela menguaba la verdad, colaboró quizá con Alfonso X en las Cantigas de Santa María, donde no faltan los temas santiagueses. Y con él, los Eans, Johan Airas, Pai da Cana, García Gómez, Johán Vázquez, Johán de Lobeira y Pay Gomes Chariño, el almirante que invoca a Santiago patrón sabio en una cantiga con sabor a mar.

Si las canciones de peregrinos tienen un sello colectivo y popularizado, hay un género de marcado carácter individual y no exclusivo de la vía compostelana, la pastorela, donde el trovador encuentra a una moza con la que entabla diálogo de amor.

Su relación con el piadoso viaje de peregrinación aparece señalada en Pérez Amigo de Sevilla y en Johán Airas. El primero dice:

Cuand eu un dia fui en Compostelalen romaria, vi unha pastor ...

El trovador la requiere y le ofrece esos presentes que se adquirían en la vía francígena:

Ois'eu logo: "Fremosa poncela

queredes vos min por entendedor?

que vos darei boas toucas d'Estela

e boas cintas de Rocamador».

 

(Díjela luego: "Hermosa doncella

¿Me queréis por entendedor?

Os daría tocas de Estella

y buenas cintas de Rocamador»).

 

Johán Airas se encuentra con la doncella en un souto cercano a Compostela:

cuando saía la raia

do sol nas ribas do Sar

 

(Cuando salía el sol

en la orilla del Sar).

 

 

NOTAS

(1) López Ferreiro, David, Vázquez de Parga, Lacarra y Uría, J. Guerra y Díaz y Díaz han estudiado la vieja literatura jacobea donde aparecen, por primera vez, estos temas.

(2) Pocos relatos habrán tenido mayor repercusión en la narrativa medieval: Vicente de Beauveais, Guilbert de Nogent, Pothon, Gualterio de Benevento, Gauthier de Coincy, Berceo, Alfonso X, Gil de Zamora ... Tampoco faltan versiones dramáticas: Reppresentazione d'un pellegrino.

(3) Este milagro se refleja en las tablas de Herlin, el Palmezzano y Lo Spagna y en las vidrieras de Lisieux, Courville, Chatilion, Chalons-sur-Marne y Vendôme, En el teatro, lo registran, el Miracle de Saint Jacques, provenzal; el Miracolo di tres pellegrini, italiano; el Peregrinus Compostellanus, alemán; la escéptica balada satírica de Southey y La Farce du Pendu Dépendu (La farsa del ahorcado descolgado). de Henri Gheon, La A lenda do Senhor do Galo de Barcelos, estudiada por F. de Castro Pires de Lima, presenta una interesantísima aculturación lusitana.

 

 

 
 

 

La ESTELA LITERARIA DE COMPOSTELA

José Filgueira Valverde
De la Real Academia de la Historia

Historia 16, nº 75, pp. 106-116, AÑO 1982