En estrecha relación con Las mil y una noches, existe un cuento árabe, que Chauvintitula La fianza divina, y que el propio Chauvin resume así:
Un comerciante de Bagdad, despojado en la India por unos ladrones,obtiene un préstamo de mil cequíes, ofreciendo al prestamista a Dios comofianza. Enriquecido en Ormús, pero no pudiendo, dada la época, volver al lugaren donde reside su acreedor para devolverle el dinero en el tiempo establecido,encierra la suma debida en una caja de madera que arroja al mar con las señasde su acreedor, rogando a Dios que la haga llegar a su destino. Y, en efecto, elacreedor, paseándose en una chalupa por la costa, encuentra la caja de maderacon la cantidad debida. El deudor, que acude más tarde al país del prestamista,para acusar el recibo, observa con alegría que Dios ha atendido su oración.1 Tal es el cuentecillo árabe, que reproduce, en todos sus detalles, Berceo en el nº 23 desus Milagros de Nuestra Señora.2 Efectivamente, había un mercader de Constantinopla quetenía gran hacienda: 626 Enna cibdat que es de Costantin nomnada, ... ... ... ... ... ... ... ... avié ý un bon omne de fazienda granada Pero empobrecido el mercader, acude a Dios, de quien recibe un buen consejo,encaminándole a un judío prestamista:
631 Entendiéngelo todos que era empobrido, non trovava mudado nin aver encreído; era en gran porfazo el bon omne caído, tenié que lo passado todo era perdido
632 El varón con gran quessa fo ante los altares facié su oración entre los paladares: Señor, que un Dios eres e trres personas pares, Sea tu pïadat e non me desampares.
635 Domientre que orava quísoli Dios prestar, ovo un buen consejo el burgués a asmar; non vino por su seso, mas quísolo guiar el que el mundo todo ave de governar.
636 Un judío bien rico avié enna cibdat, non avié d’él más rico en esa vezindat; asmó ir a elli entre su voluntat demandarli consejo por Dios e caridat. El mercader pide al judío un préstamo, a lo que éste responde:
641 Díssoli el judío: “Ferlo é de buen grado, dart é cuanto quisieres de mi aver prestado, mas dame fiador que sea segurado; si non, pavor avría de seer engañado”. Igual que en el cuentecillo árabe, el mercader ofrece a Dios como fiador:
642 Díssoli el cristiano, fablóli a savor: “Don fulán, non te puedo dar otro fiador, mas daréte a Cristo, Mi Dios e mi Señor, fijo de la Gloriosa, del mundo Salvador”. Alejado en tierras extrañas, se le echa encima el plazo establecido, sin que pueda acudir a satisfacer su deuda:
661 Fo a tierras estrañas, a Flandes e a Francia, con grandes mercaduras e fizo grand ganacia; con Dios e la Gloriosa creció la su substancia, pujó en grand riqueza e en grand alavancia.
662 Con las grandes facienda que era facendado e era de la tierra ferament alongado, non recudió al término que ovo asentado; por sus graves pecados aviélo oblidado.
663 Cerca vinié el día que avié a pagar, más de un día solo non avré a passar, óvose el burgués del pleit a remembrar. De nuevo acude a Dios, y decide, como en el cuento árabe, arrojar los dineros al mar: 666 Priso el aver todo en un saco atado -non fallié de la suma un pujés foradado- levólo a la isla en sus cuestras troxado, echólo en las ondas do non avié nul vado. Y el mercader encomienda a Dios el destino de la deuda:
668 “Señor, cuando non puedo yo pagar al marquero, ca nos yace en medio mucho vravo sendero, Señor, que eres dicho Salvador verdadero, Tú pon esta pecunia cras en el su cellero. Y efectivamente, el dinero adeudado llega de esta forma a manos del judío prestamista:
674 En esa matinada, cerca de prima era, los omnes del judío, compañuela baldera, issieron deportarse fuera a la ribera vidieron est estuy nadar sobre la glera. El mercader, que acude más tarde a Constantinopla para verificar el pago de la deuda, observa con satisfacción que Dios ha ejecutado sus designios:
689 “El aver que me dist, bien seo segurado, buenos testigos tengo, bien te lo é pagado”. No cabe duda que desde el punto de vista “semántico”, tanto el cuento árabe como el milagro de Berceo son idénticos: Un mercader que pierde su fortuna se ve obligado a acudir a un prestamista ofreciéndole a Dios como fiador. Enriquecido el mercader en países lejanos, no puede volver al lugar en donde reside su acreedor para devolverle el dinero prestado en el plazo establecido. Decide entonces encerrar la suma adeudada en una caja de madera o en un saco, que arroja al mar con la señas de su acreedor, rogando de nuevo a Dios, como garante del préstamo, que haga llegar el dinero a su destino. Y, en efecto, la cantidad adeudada arriba a la costa del país del prestamista, quien se adueña así del dinero que se le debía. El mercader, que acude más tarde al país del prestamista para verificar el pago de la deuda, observa con satisfacción que Dios ha ejecutado sus designios. No obstante, desde el punto de vista “sintáctico”, según la terminología de Todorov, en el milagro de Berceo existen ampliaciones notables, que tienden a resaltar el carácter milagroso, transformando así el cuento árabe “atributivo” en un relato “predicativo”. En primer lugar se trata de enaltecer la figura del mercader. Que pierde su fortuna, no por haber sufrido el robo de unos ladrones, como ocurre en el cuentecillo árabe, sino que expende sus bienes a causa de su extrema generosidad hacia los desvalidos:
627 Era esti burgués de muy grand corazón por sobir en gran precio fazié grand missïón, espendié sos averes, dávalos en baldón, quiquier que li pidiesse él non dizrié de non 628 Por exaltar su fama, el su precio crecer, derramava sin duelo cuanto podié aver; si-l menguava lo suyo, aún por más valer, prendié de sus vecinos mudado volunter. 629 Derramavo lo suyo largament e sin tiento, menguavan los averes, mas non el buen taliento; siempre trovarié omne en su casa conviento, cuándo veint, cuándo treinta a las vegadas ciento. 630 Como fazié grand gasto, espensa sin mesura, falleció la pecunia, paróse en ardura; non trovava mudado nin fallava usura ni entre los estraños ni entre su natura. La cita es larga, pero es indicativa de la voluntad de Berceo, en orden a la exaltación del mercader. Por otra parte, frente al cuento árabe en que el prestamista acepta de buen grado la fianza divina, en el milagro de Berceo, el prestamista es un judío, que rechaza inicialmente la garantía que le ofrece el mercader:
643 Díssoli el judío: “Yo creer no podría que éssi que tú dizes que nació de María que Dios es, mas fo omne cuerdo e sin follía, profeta verdadero; yo ál non creería.
644 “Si él te enfiare, yo por el su amor acreer-t é lo mío sin otro fiador; mas semejante cosa esquiva, sin color, e seméjasme nascas omne escarnidor.
645 “Yo non sé de cuál guisa lo podiesse aver, a non es en est mundo, secund el mi creer; non esperes que venga por a ti acorrer, onde otro consejo te conviene prender”. Ante esta actitud del judío, el mercader insiste, prometiendo mostrarle algo que le hará cambiar de opinión:
646 Respondió el cristiano, díssoli al judío: “Entiendo que me tienes por loco e sendío, que non trayo consejo e ando en radío, mas ál verás tras esto, secondo que yo fío. El judío en principio acepta la nueva propuesta del mercader:
647 Díssoli el judío: “Si tal cosa mostrares yo te daré empresto cuanto tú demandares; mas por otras pastrijas lo que de mi levares non pagarás con ello caçurros nin joglares”. Ante este razonamiento, el mercader hace al judío la siguiente propuesta, que acepta el judío:
648 Díssoli el burgués al trufán renegado: “Sólo que tú comigo vengas al mi sagrado, mostrar-t é a María con el su buen Criado”. Díssoli el judío: “Fazerlo é de grado”. Entonces el mercader lleva al judío a la iglesia, para mostrarle las imágenes sagradas:
649 Levólo a la glesia con Dios e con su guía, mostróli la imagen, la de Sancta María con su Fijo en brazos, la su dulz compañía; fuerom embergonzados los de la judería. El mercader insiste en presentar a la Virgen María y a su hijo como fiadores del préstamo:
651 Díssoli al judío, que era mayoral, al que li prometió que.l prestarié cabdal: “Éstos son mis señores e yo su servicial, éstos sean fianzas ca non puedo fer ál”. El judío finalmente acepta la propuesta del mercader: 652 Díssoli el judío: “Yo bien los tomaré, yo otros fiadores non te demandaré mas si tú me fallieres, a ellos reptaré, e cuál lealtad traes sabiente lo faré”. Y sigue a continuación una larga plegaria del mercader en agradecimiento por los bienes recibidos a causa de la intercesión, como fiadores, de la Virgen María y de su Hijo. Pero, sin duda, la adición más notable del poema de Berceo es la que se realiza al final del relato, en donde se presenta al judío prestamista ocultando la cantidad encontrada en las ondas del mar, con ánimo de recibir nuevamente la deuda a fin de obtener doble ganancia:
678 Cuando el trufán ovo el aver recabdado, el vaso en que vino fue bien escudriñado, echólo so su lecho ricament alleviado. Avién todos envidia del trufán renegado.
679 El trufán alevoso, natura cobdiciosa, non metié el astroso mientes en otra cosa, tenié que su ventura era maravillosa. Púsoli al burgués nomne “boca mintrosa”.
680 Reptáva.l la aljama, essa mala natura, que perdió so aver por su mala locura; nunqua omne non fizo tan loca fiadura que priso por fianza una imagen dura. El mercader, estando en Constantinopla, acude a la casa del judío afirmando que la deuda estaba satisfecha:
684 Fo por Constantinopla semnado el roído del burgués Don Valerio cómo era venido; pógoli al judío tóvose por guarido, cuidó que doblarié el aver acreído.
685 Fue luego a la casa, ca savié do morava, púsolo en porfazo porque lo non pagava; díssoli el bon omne que locura buscava, ca nada no.l devié de lo que demandava. El judío afirma que tiene buenos testigos frente a los que opone el mercader: 686 Díssoli el judío: “Yo con derecho ando, ca buenos testes tengo de lo que te demando; si dices que paguesti, demuestra dó o cuándo, ca en cabo bien creo que non iré cantando.
687 Fié en el tu Cristo, un grand galeador e en su madreziella, que fo poco mejor; levaré tal derecho cual prisi fiador, qui más que vos crediere tal prenda o peor. El mercader se enoja ante las palabras del judío, y le invita a ir a la iglesia a demandar a la imagen de Cristo, lo que agrada al judío, pensando que un madero no hablará, pero, ante la admiración de todos, se produce el milagro: 688 Díssoli el cristiano: “Dizes palabra loca; buena Madre, buen Fijo, aslis bergüenza poca; nunca en esti sieglo tal mugier cubrió toca, ni nació nunca niño de tan donosa boca.
689 El aver que me diste, bien seo segurado, buenos testigos tengo, bien te lo é pagado; aún si de non dices fer.t é mayor mercado, díganlo las fianzas que obiste tomado”.
690 Fo el trufán alegre, túvose por guarido; disso: “Judizio prendo, non serás desmentido”. Cuidó que la imagen, que non avié sentido, non fablarié palabra por que fuesse vencido.
691 Fueron a la eglesia estos ambos guerreros facer esta pesquisa: cuál avié los dineros; fueron tras ellos muchos e muchos delanteros veer si avrién seso de fablar los maderos.
694 Fabló el Crucifixo, díxoli buen mandado: “Miente, ca paga priso en el día tajado; el cesto en que vino el aver bien contado so el so lecho misme lo tiene condesado. Ante estas declaraciones, todo el pueblo acude a la casa del judío para confirmar la afirmación: 695 Movió el pueblo todo cómo estava plecho,3 fuéronli a la casa, fizieron grand derecho; trovaron el escriño do yazié so el lecho, fincó el trufán malo confuso e mal trecho. Esta larga adición de Berceo no representa, como pudiera parecer a primera vista, un alegato antijudío, porque al fin y al cabo el judío se arrepiente y se convierte al cristianismo: 696 Si.l pessó o si.l plogo, triste e desmedrido, ovo del pleito todo a venir coñocido; elli con sus compañas fo luego convertido, murió enna fe buena, en la mala tollido. Se trata, sin duda, en la intención de Berceo, de una parte, el deseo de intensificar la bondad del los buenos y la maldad de los malos, y de otra parte, en forma especial, el intento de amplificar el milagro. En el cuentecillo árabe, Dios, ante el ruego del mercader, hace llegar al prestamista la cuantía de la deuda a través de las olas del mar. Pero a este milagro, se añade ahora, en la obra de Berceo, relatado con toda minuciosidad, un nuevo milagro al testificar la imagen del Cristo crucificado. Y este nuevo milagro es el que cobra mayor dimensión en el texto de Berceo, pues a partir de ese momento el pueblo celebra, en conmemoración, una gran fiesta: 697 Siempre en essi día que cuntió esta cosa, que fabló la imagen la su verdat preciosa, fazién muy gran festa con quirios e con prosa, con grandes alegrías a Dios e la Gloriosa. De otro lado, hemos de tener en cuenta que las principales de estas innovaciones no son obra de Berceo, pues aparecen ya en varias colecciones latinas de milagros de la Virgen. De otra parte, aunque ninguna de estas colecciones fue la que Berceo tuvo en sus manos, sin duda, como cree Fernando Baños, el manuscrito 110 de la Biblioteca Nacional de Madrid representa la fuente más próxima de la obra de Berceo.4 En confirmación de estos supuestos, copio a continuación el final de la referida versión latina, en la que ya figuran las principales innovaciones respecto a las fuentes árabes o a los textos más próximos a ellas: Post aliquantulum vero temporis christianus peracto negocio Bizantean hanc ad urbem revertitur, ei ab amicis civibusque magnacum exultatione occurritur. Audiens iudeus quia his cui suam prestiterat peccuniam regressus fuerat et quia Deo sibi favente peregrinis eam mercibus admodum miltiplicaverat, more impatiens adeum accessit et premissis gratulabundis aliquibus verbis improperando subintulit dicens: <<O –inquit- christiani, o veraces christiani>>. Ile aautem: “Cur-ait-ista prosequeris? <<Quia –inquit ile- peccuniam mutuo a me accepisti et eam die constituto mihi minime reddidisti>>.<<Omne-ait ille- quod mihi prestiteas tibi iam reddidi nec quicquamiam debes tibi>>. Ait ile: <<Habeo –inquit- ego testes multos prestitepeccunie, tu vero nullum reddite>>. Ille autem: <<Ipsum –ait- habeotestem, quem et fideiussorem cuius tu ipso testimonio agnosceepoteris, quia prestitum tibi omne iam reddidi. Mecum ergo veni et eius ipse testimonium audi>>. Ambo itaque pariter eclesiam adeunt Nostri Salvatoris imagini cum multis adsistunt. Christianus ergo: <<Domine–inquit- Ihesu Christe, servuum tuum nunc exaudi et, sicut Dei ethominis verus es filius, testimonium perhibe veritati, utrun videlicet huic iudeo reddiderim quicquid mihi prestiterit>>. His ille peroratis,voce absoluta audientibus cunctis, mirabile dictu, imago respondit:<<Testimonium –inquit- tibi perhibeo, quia prestitum amne illi reddidisti die constituto, his indiciis, quia scrinium quo peccunia fuerat clausa ipsius iacet sub lecto>>, Audit iudeus et stupet signare cognoscit et orret. Quid plura? Iudaicum errorem agnoscit. Fidei christiane cum omni domo sua colla submittit.5 No obstante, a pesar de las semejanzas entre el milagro de Berceo y el del manuscrito latino, la originalidad de Gonzalo de Berceo es indiscutible, su estilo es bien distinto y muestra una gran capacidad para infundir vida y proximidad; el relato de Berceo ha ganado en viveza y su estilo es mucho más eficaz en términos literarios. En resumen, a través del estudio comparado, podemos comprender mejor el alcance de los Milagros de Nuestra Señora. Berceo sabía muy bien lo que hacía, transformando el original árabe o latino a su propio intento, pues de un estudio comparado de fuentes (y esta es la principal consecuencia) se deduce, ante todo, la notable independencia del autor respecto a sus modelos. Si desde un punto de vista “semántico”, la identidad de los relatos árabes y del milagro de Berceo no ofrece duda, desde el punto de vista “sintáctico” (siempre según la terminología de Todorov) las diferencias, con las notables amplificaciones, son patentes, pues es en la nueva “escritura”, en donde se revela la auténtica originalidad del autor. NOTAS 1 VICTOR CHAUVIN, Bibliographie des ouvrages arabes, vol. V, pp. 216-217. 2 Utilizo aquí la edición de los Milagros de Nuestra Señora de Fernando Baños, “Biblioteca Clásica”, editorialCrítica, Barcelona, 1997. 3 La palabra plecho ha sido interpretada de muy diferentes formas. Así, por ejemplo, A.G. Solalinde, en su edición de “Clásicos Castellanos” (pág. 159), aunque admite que el pasaje es confuso, piensa que podría leerse “como estaba al lecho”. F. Baños, en su edición de la “Biblioteca Clásica” de la editorial Crítica (pág. 154 y 228b), rechaza con razón estas y otras explicaciones que se han venido dando, y piensa que significa ‘reunido’, ‘junto’, ‘entrelazado’, que sería un derivado del latín vulgar p l e c t a ‘entrelazamiento’, ‘entretejedora’. Yo no veo clara tampoco esta explicación. Para mí el problema es mucho más sencillo, pues plecho sería un derivado de p l a c i t u m. Aunque Berceo utiliza con frecuencia la forma semiculta o del romance oriental, pleito, no tiene nada de particular que en otra ocasión utilice la forma castellana, plecho, con la evolución conocida –it- > ch (hecho, derecho, pechar, etc.). Significado que cuadra perfectamente con el contexto del verso 695a: Movió el pueblo todo cómo estava plecho, lo que significaría: “Se movió todo el pueblo [para ver] cómo estaba ordenado, decretado”. 4 GONZALO DE BERCEO, Milagros de Nuestra Señora, edición de FERNANDO BAÑOS, Barcelona, Crítica, 1997, pág. 347. 5 Véase Milagros de Nuestra Señora, op. cit., págs. 376 y 377. Un cuento árabe y un milagro de Berceo Álvaro Galmés de Fuentes Anaquel de Estudios Árabes 2003, 14 109-117 |