POETA y peregrino, Gonzalo de Berceo
es un viejo colega al que a menudo leo
y al que haré este homenaje también con el deseo
de ponerme a rezar a aquélla en la que creo.
He de ser cuidadoso. No es fácil hoy en día
hincarse de rodillas cuando la mayoría
de mis buenos lectores no me comprendería.
Por eso me encomiendo a la cuaderna vía
y cubro con el manto de la literatura
(que es esto que nos une a todos, la locura
que nos fuerza a aceptar al otro y su cordura)
mi desnuda oración a la doncella pura:
«Oh tú, la más mujer y entre todas
bendita, tú que hiciste el Magníficat, mi canción
favorita, déjame en estas páginas, tú que puedes,
escrita una pequeña chispa de la luz infinita». |