| ||||||||
L a determinación de la fecha del Libro de Alexandre a partir de la complicada interpretación de la estrofa 1799 implica un doble cómputo: por un lado está la fecha de la muerte de Darío (330 a. JC), en la que se sigue el texto de la Alexandreis, VII, 429-430, a continuación el autor castellano añade un verso final para establecer la fecha de su propia composición, siguiendo el sistema del modelo latino. Hay que tener en cuenta que los dos procesos aritméticos se compensan, equilibran y autocomprueban, para comprender hasta dónde nos llevan, que no es sino la fecha exacta de una obra literaria.Los autores cultos intentaron, a lo largo de la Edad Media, conservar la grammatica. No pudieron conseguirlo siempre, bien por errores propios, por fallos en la interpretación, o por ambas cosas. Exponemos un ejemplo muy concreto en el cual esperamos mostrar cómo la acumulación de errores de interpretación de los numerales en la transmisión de una obra literaria ha llevado a una solución imposible, mientras que su posible (y fácil) corrección ayuda a resolver un espinoso problema filológico. Sobre la fecha del Libro de Alexandre1 no hay acuerdo preciso, fuera de los límites muy generales de la primera mitad del siglo XIII: tiene que ser posterior a 1182, fecha del poema latino de Galterio de Chatillon, Alexandreis, que traduce en buena parte, y anterior a 1250, fecha aproximada del Poema de Fernán González, en el que influye. El punto de partida es el propio texto, que incluye una referencia a su fecha, en la estrofa 1799. En el apartado correspondiente de la edición unificada (pp. 24-26) no se quisieron alargar la exposición y la aclaración de cómo puede descubrirse el error de cómputo por mala interpretación de los numerales latinos. Pareció suficiente la explicación, precisamente por lo que para el editor era su obviedad. Ahora se ve que lo que era obvio era la necesidad de explicar más los datos aducidos. En estudios anteriores (la edición unificada de 1987, Incipit 1992 y 1993) hemos ido señalando cómo es necesario relacionar un error en la interpretación de los nombres del número, o sea, un error gramatical, con las convenciones de cómputo, según distintas escalas cronológicas. Aspiramos en éste a sumar todos los datos y dar una respuesta completa.El pasaje se sitúa en el siguiente contexto: Apelles se encarga de construir el sepulcro de Dario, ricamente decorado, que incluye el cómputo de la muerte del rey a partir de la fecha de la creación del mundo. (Estrofas 1791-1803). La fuente es Alexandreis VII 429-430:
Estas cifras corresponden a la fecha del asesinato del rey persa, que -una vez interpretados los numerales latinos - se calcula como bis milia bina „dos veces mil dos veces", sumado a bis quadringenti „dos veces cuatrocientos", sumado a decies sex «sesenta", sumado a bis quaterni „dos veces cuatro":
Darío, por tanto, fue asesinado el año 4868 y hay que preguntarse ahora «el año 4868 de qué cómputo». La respuesta fue anticipada por Ware (1965), precisando apreciaciones anteriores (Willis: 1934, Solalinde: 1936) y marcando una línea seguida también por Nelson (1978). Se trata del año 4868 de la Creación, según el cómputo isidoriano. Esta fecha es, en nuestro calendario, el 330 a. J. C.Esta manera de fechar fue del agrado del autor del Libro de Ale-xandre, que la mantuvo y le dio una aplicación más, lo cual permite tratar de calcular la fecha de composición de su obra. Sin embargo, los textos conservados en los manuscritos extensos (de París y dé Madrid) transmiten fechas divergentes:
1799 1778 Allj escriujo la cuenta que de coraçon la σabie el mundo qwando fue fechō quantos años auje de tres mjll e nueueçientos e doσe non tollje agora quatroçientos e seys mjll enprendie
Manuscrito de Madrid (Osuna) 1799 1637 Escreuio la cuenta / ca de cor la sabia el mundo quando fue fecho / & quantos annos auia de tres mil & nueue çientos / doze les tollia agora .iirjº. mil & trezieretos / & quinze prendia
El verso d es una adición del autor castellano: ha seguido el reto aritmético de Gualterio de Chatillon y ha dado la fecha en la que escribe su obra. Los errores de transmisión, debidos a copistas menos hábiles aritméticamente, han deturpado un texto que, entre la clave latina y la posible comprobación de las operaciones, se puede reconstruir. Los editores y estudiosos de este problema, sin excepción hasta nuestra edición unificada (1987), han interpretado que O no ha comprendido el cálculo y han rechazado su verso d. Es cierto que no se entiende fácilmente dónde radica el error de O; pero veremos que, una vez que se analiza, nos da la prueba para comprobar la fecha. En cuanto a P, su error es simplemente de transmisión textual y por ende mucho más sencillo. El texto latino dice bis milia bina (2 x 1000 x 2), que corresponde a „cuatro mil". En los dos manuscritos (O y P) aparece tres, que es un error de la fuente remota común de ambos. Este error de tres por „cuatro" se explica tal vez por algo tan simple como una mera supresión de un trazo en una copia intermedia, que podría haber estado escrita en cifras romanas, como ocurre en O 1637d (1799d en la numeración unificada). Bisque quadringenti decies sex ha sido interpretado como si bis multiplicara a quadringenti decies sex „dos veces cuatrocientos dieciséis" (+ 2 x 416) „«ochocientos treinta y dos", en lugar de separar bisque quadringenti („dos veces cuatrocientos") por un lado y decies sex (por sedecim) por otro; mientras que bisque quaterni, en vez de ser interpretado como (+2x4) lo ha sido como (+ 2 x 40). La prueba está en la simple comprobación aritmética, basta con realizar las operaciones. Se trata, en esta fase, de un proceso de confusión de numerales latinos y románicos, específicamente, de multiplicativos y cardinales. Tenemos así que interpretar aritméticamente el verso d de P como:
o, lo que es lo mismo:
tal como aparece en el texto, sin más corrección que la de tres mjll por quatro. Las discrepancias señaladas como errores de interpretación de los numerales son reales, como se ve, no especulaciones nuestras, puesto que las operaciones matemáticas arrojan los resultados esperados. El cálculo de O nos daría, si lo hiciéramos del mismo modo, 2888 o, con la corrección de „cuatro" por tres, 3888, cifras que no son aceptables en ninguno de los dos casos. Por eso Nelson corrige:
con preferencia por el final de O y por las matemáticas, pero no por los textos, que carecen de los elementos para esa reconstrucción de [treinta e dos] en vez del doze común a los dos manuscritos. Ya veremos que esa solución de que el problema dé el resultado esperado aunque las operaciones no sean correctas es una explicación de lo que le ocurrió a algún copista, en la cadena transmisora. A partir del 6400 de P «quatroçientos e seys mjll» Ware da como fecha el año 1204 d. J. C. El cálculo de Nelson, en su edición:
(cálculo que, por otra parte no le sirve, porque no conviene a su atribución a Berceo) no podía ser definitivo, al no incluir las diferencias del calendario y las correcciones del cómputo según Ware, que piden contar un año antes y un año después de Jesucristo como magnitudes correctoras entre los calendarios. Lo definitivo, sin embargo, y en ello consiste nuestra aportación personal, en la que hemos ido trabajando desde 1985, es darse cuenta de que la solución y la comprobación están en O y de que hay aspectos subyacentes al criterio de fecha que son muy reveladores acerca del autor y su mundo cultural. A pesar de sus dificultades, es O, en efecto, quien nos ofrece la solución posible del rompecabezas. Para ello partimos de esa necesaría reconstrucción del verso c como «quatro mili», en vez del tres de ambos manuscritos. Si, al corregir, intercambiamos el tres de c y el iiij de d en O, nos queda - sin entrar aquí en detalles - este texto:
La operación correspondiente puede realizarse ahora:
Con ella llegamos al año 6403 de la Creación, que ofrece sólo tres años de diferencia con el 6400 de P. Restamos de esta cifra la que resulta al calcular la suma del año de la muerte de Darío, 4868, más los 330 años que faltan para el año de comienzo de la era cristiana, y el resultado es:
con lo que perviven esos tres años de diferencia que afectan a la fecha más clara, la del año 6400 (o 6403) de la creación del mundo. El criterio corrector de un año antes y después de Jesucristo que propuso Ware podría llevarnos hasta 1207. Desde aquí caben varias posibilidades, a partir del hecho innegable de que el cálculo de la fecha desde los datos de los manuscritos conservados ya no es un imposible, puesto que la interpretación del error básico, la confusión de los numerales latinos, deja claro el valor del año 6400 en P La diferencia de tres años con O, según la leve e imprescindible reconstrucción propuesta, no sólo no es un argumento en contra de la fecha, sino que, como veremos, la refuerza. La fecha que se nos da en el texto podría ser la de la copia de la Aleocandreis que el autor del Alexandre utilizó. En este caso hemos de suponer un texto latino, que no se ha conservado, en el que, frente al resto de la tradición, se añadieran uno o dos versos, los supuestamente traducidos por el autor castellano, necesarios exclusivamente para este fin. La diferencia entre 6400 y 6403 no se aclara tampoco de este modo, OyP hubieran debido repetir la fecha del texto latino, que sería igual para los dos. Los manuscritos O y P del Alexandre no sólo divergen dialectal-mente, occidental uno y oriental otro, como se sabe. También lo hacen en ciertos aspectos de su contenido. El más llamativo, al que hemos tenido ocasión de referirnos en varias ocasiones, es la estrofa 2510. Los tres continentes conocidos en la Edad Media occidental, única a la que cuadra ese concepto cultural, no el cronológico, Asia, África y Europa, se describen, respectivamente, en las estrofas 2509, 2510, 2511, en las cuales se van comparando con el cuerpo humano. Al llegar a África nos hallamos ante diferencias textuales esenciales; la estrofa 2510 dice en O:
No olvidemos que este comentario se sitúa en un texto traducido del árabe o procedente del árabe, lo que significa que se trata de una adición del autor y que estamos en un contexto de guerra santa, el cristiano medieval, no sólo hispánico, en el cual ni el adjetivo renegado ni la expresión traedor prouado referidos al Profeta del Islam llaman en absoluto la atención. Cuál no será nuestra sorpresa al leer la misma estrofa en P y comprobar un cambio radical del texto:
Los «renegados» se han convertido en «dubdados» („temidos") y el traedor prouado en profeta muy honrado. El método de la edición unificada impone la elección del segundo hemistiquio de O para 2510d, porque el de P tiene ocho sílabas, lo que todavía hace más llamativo este elogio de Mahoma en un texto que se ha podido atribuir a Berceo. La elección del texto de O, curiosamente, tiene ahora consecuencias de las que no fuimos conscientes cuando aludimos a este pasaje al editarlo por primera vez. Ante divergencias de ese calibre, no será extraño que los tres años entre la fecha de composición dada por P y la que da O tengan una posible y necesaria explicación. En ella intervienen dos factores que, creemos, se reducirán al final a uno: la cronología hebrea de la creación y la isidoriana. La fecha de 6400 o 6403 adapta la datación de la muerte de Darío de la Alexandreis a una fecha de composición del Libro de Alexandre establecida según la era isidoriana de la creación, que no coincide con la era de la creación, el sistema hebreo de cómputo cronológico más general. En hebreo se llama minyan leyesirah y también minyan ha'olam, era del mundo o libriat ha'olam, creación del mundo, abreviado a.m. (Finegan, 1964, pp. 126-131). Mas esta fecha, contrariamente a lo que podría pensarse, admite una pequeña fluctuación, no aleatoria. Los libros talmúdicos se muestran, en varias ocasiones, muy preocupados por la cronología. El rabí Yosi ben Halafta, que murió h. 160 d. J. C, nos dejó en el Seder 'Olam Rabba o Libro del Orden del Mundo, una crónica, la más antigua hebrea, en la que se establece una cronología entre Adán y Noé. Adán habría nacido el año 0, fue padre de Set a la edad de 130 años, éste lo fue de Enós a los 105, éste de Kenan a los 90 y así hasta llegar a Noé. En el siglo viii avanzado, una obra menor, el Seder 'Olam Zuta´, comienza con esta cifra, 1056 años, entre Adán y Noé, y continúa hasta los albores del siglo ix. Aunque a veces hay un año de divergencia, las cifras suelen coincidir en ambos libros. El nacimiento de Cristo se habría producido en los años 311, 312 ó 313 de la era seleúcida, que corresponden a 3758-60, 3759-61, 3760-62 A. M. La destrucción del Segundo Templo (le-hurban ha-Bayit), en el año 70 de la era cristiana, fue un acontecimiento que marcó el destino del pueblo judío y sirvió, en consecuencia, como un nuevo criterio de cómputo cronológico. Este cómputo se puso en correlación con la era del mundo; pero no sin un posible desajuste. Así nos lo cuenta una tradición citada en el siglo III d. JC por Rabí Hanina, en el tratado Aboda' Zara' del Talmud babilónico:
El año del mundo 3828, año de la segunda destrucción (69/70 d. JC) más 400, es el año del mundo 4228, igual a 4231 (A. M. citado en la baraita) menos 3. Teniendo en cuenta esos tres años de diferencia, la fecha de la destrucción del Templo es la misma para la baraita, para Rabí Hanina y también, añadimos, para el Seder Olam Rabba'. Si la creación de Adán se sitúa en el año 0, los años 1, 2, 3, etc., coinciden con esos años de su edad y, por ello, con la edad de la humanidad. Otro cómputo partiría del año 0 como año de la creación del mundo y el 1 el de la creación de Adán, con lo que tendría un año el año 2 y la destrucción del segundo Templo habría sido el 3829 A. M. Es mejor la interpretación que sigue. El Libro del Génesis (1:2), en la versión Vulgata, dice «Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae erant super faciem abyssi: et Spiritus Dei ferebatur super aquas». Si el año uno corresponde a esta época de la Tierra informe, el dos a la creación del hombre, el tres al año de edad de Adán y el 4231 a la destrucción del Templo, tendríamos aclarados los tres años de diferencia, tal como se dan entre los textos talmúdicos y, simultáneamente, aclararíamos la divergencia de tres años entre las dos fechaciones del Alexandre. Un cómputo llama «año cero» al que otro llama «año dos»; los años «cero», «uno» y «dos» son tres años, no dos, adviértase. La cronología rabínica debía establecer exactamente el primer momento de la Creación. Ese día tenía que ser una luna nueva astronómica, es decir, con la luna en conjunción con el sol (molad) y empezaba a las seis horas post-meridianas. La luna nueva, el molad que marca el comienzo del año 1 en la era I de la Creación (1 A.M.),j¡e llama molad tohû, es decir «luna nueva [de la tierra] sin forma, tohū». Corresponde a lo que en el calendario actual sería el domingo 6 de octubre del 3761 a. JC, a las once de la noche y once minutos más un tercio, para el cómputo judío el domingo 7 de octubre del mismo año a las cinco horas 1204 halakim (cada hora se divide en 1080 halakim). Los cómputos antiguos, como nos demuestran los textos talmúdicos, no eran tan uniformes: daban ese margen de los tres años. La cronología de San Isidoro de Sevilla, por su parte, se expone en los capítulos 38 y 39 de las Etimologías y en los párrafos 66 y 121 del Chronicon3. La base de la cronología isidoriana, como él mismo reconoce, se halla en la historia de Julio el Africano y en las crónicas canónicas de Eusebio de Cesárea y Jerónimo. En las Etimologías nos dice que el término aetas se puede aplicar al mundo y que éste tiene seis edades: de Adán hasta Noé (1), de Noé hasta Abrahán (2), de éste hasta David (3), de David hasta la emigración de Judá a Babilonia (4), desde entonces hasta la venida del Salvador (5) y desde entonces hasta el fin del mundo (6). El capítulo 39 consiste en una tabla de hechos por edades. Se inicia con que en el año 230 Adán engendró a Set y finaliza con el emperador Augusto Heraclio o el reinado sobre los godos de Suintila. La toma de Jerusalén por Alejandro se habría producido el año 4868, año del asesinato de Darío. Nótese, incidentalmente, que se marca una fecha de interés para la comunidad hebrea, en las Etimologías, sustituida por un episodio gentil en la Alexandreis. El nacimiento de Cristo se produce el año 5210, su crucifixión el 5233. El 5857, año décimo del reinado de Recesvinto, cuando San Isidoro fecha su escritura, corresponde al año 696 de la era Hispánica, año 658 d. JC. Según las Etimologías (39.42), el 696 de la era Hispánica se corresponde con el 5857 de la era de la Creación. Seguido este dato fielmente, obtenemos:
Athenea Aeidé me hace notar, sin embargo, que el 5857 yerra en un año, sin decidirse si en relación con el cálculo o no de un año 0 o por una simple cuestión de cuentas. Chindasvinto asocia al trono a su lujo Recesvinto - quien comienza a gobernar inmediatamente - en el 649, por lo que nos encontramos en el 658 de JC cuando transcurre su décimo año de reinado (precisamente 696 de la era Hispánica). Si damos por aceptada la cronología del Chronicon, podemos corregir entonces:
que son precisamente las fechas de los dos manuscritos del Libro de Alexandre. El Chronicon (PL. 83.1056b) resume en su párrafo 66 las edades que hemos expuesto anteriormente según las Etimologías y en el 121 fecha según la era Hispana:
El 5814 corresponde explícitamente al 654 eH y, por tanto, al 616 de JC, luego:
lo que comprueba las dos fechas del Libro de Alexandre, en sus dos manuscritos, otra vez.Pero aún nos ha parecido interesante revisar otra fecha. Según el Chronicon (PL. 83.1038b, dato que aportan en la nota 81 los editores de las Etimologías a propósito del comienzo de la Sexta Edad), Augusto reinó durante 56 años y el nacimiento de Cristo tuvo lugar el año 42 de su mandato. Según las Etimologías (39.25-26, p. 561), Octaviano sucedió a César a partir del 5154 (o 5153) por lo que Cristo habría nacido en el 5195. Ahora bien, confrontemos con los datos precedentes:
El resultado es que persisten los tres años de diferencia con el 654 que consignaba el Chronicon y el 696 de las Etimologías, respectivamente. Usemos el sistema de cómputo que usemos (dentro de los que estamos considerando) siempre hay, incluso en un mismo autor, una línea de fechación que realiza un cómputo con tres años de diferencia en relación con la otra. El doble cómputo se explica atendiendo al arranque de la era de la creación en el modelo judío, aunque luego los cómputos se hayan diversificado y las fechas ya no coincidan en la tradición isidoriana y la hebraica. La hipótesis de este trabajo es clara, a la luz de los datos: el autor del Alexandre aprovechó el modelo de fecha de la Alexandreis para añadir el momento de su composición. Al diversificarse la transmisión en sus dos ramas representadas hoy, una rama adaptó el cómputo a un tipo de recuento del año de la creación y otra a otro, siguiendo las dos posibilidades del modelo judío, pero con el cómputo isidoriano de las fechas (que también ofrece esa diferencia de tres años entre las Etimologías y el Chronicon, explicable por las variaciones en esa cifra del modelo judío, en sus escritos correspondientes), aunque sin cambiar los datos numéricos de la fechación (salvo por deturpación en el proceso de copia, por hacerse éstas sin comprender el fundamento aritmético del texto). La rama de O se olvidó además de la muerte de Darío, para quedarse sólo con la fecha de la composición castellana. El mecanismo que justifica los tres años de diferencia en el cómputo hebraico se aplica al cómputo isidoriano. Detrás de ello puede haber, en el proceso de copia, una comprobación de la Alexandreis, con una confusión de la era isidoriana de la creación y la libriat ha'olam, creación del mundo (VII, 425-428), en el pasaje que precede a la fecha de la muerte de Darío según el cómputo isidoriano:
Claro que puede no hacer falta irse a la Alexandreis. José Hernando Pérez ha señalado cómo en la Historia Scholastica (siglo XII) de Pedro Coméstor (ML, 198, col. 1540, 1550, 1552) se encuentra la diferencia de tres años entre Adán y Jesús: 5196 años según unos, ó 5199 según otros. Volvemos a encontrarlos con esos tres años de fluctuación, que no son «insignificantes», como dice J. Hernando y hemos pensado todos en algún momento, sino muy significativos, porque señalan la influencia de dos modos de contar según el cálculo hebreo de la libriat ha'olam. Quienes siguen la versión griega de los LXX y quienes siguen la Biblia Hebrea cuentan con tres años de diferencia (el cómputo hebreo corregido o moderno tiene esos tres años menos); al traducir al cómputo isidoriano se llevan consigo esos tres años. Para recordar la pervivencia de la versión griega en España baste mencionar que la Biblia Políglota Complutense (1514-1522) nos ofrece la primera impresión del texto griego de los lxx. Tampoco estará de más recordar que parte de la versión del Antiguo Testamento al árabe se hizo desde el texto griego y no desde el hebreo. Desde el punto de vista de la fecha del texto castellano, los detalles del cómputo se subordinan a la realidad probada ahora aritmética y cronológicamente: el Libro de Alexandre se escribió entre 1202 y 1205. Si, como quiere Ware, corregimos el cómputo habida cuenta de la inexistencia de un año 0, tendríamos que decir entre 1204 y 1207. Esta corrección, sin embargo, habida cuenta de que las correspondencias ya las hacen los autores de la Latinidad tardía, cada vez me parece menos necesaria. La coincidencia entre la diferencia de tres años y el distinto tratamiento que se da al Profeta del Islam no debe ser un detalle baladí, sobre todo en un texto que tiene una relación innegable con fuentes árabes, a pesar de seguir un modelo latino básico y dominante. Los copistas, desde luego, no entendieron la complejidad del mecanismo del cómputo, como no entendieron otras muchas cosas que la impresionante erudición del autor les ponía muy difíciles. Corresponde ahora a los críticos unir este hilo con otros de la trama infinita del texto, para tejer un nuevo fragmento de la tela. Es más, el peso de O en este nuevo razonamiento podría inducir a alguien a preguntarse si no sería preciso modificar la edición unificada con preferencia por este manuscrito (con las correcciones inevitables), para llegar a este texto:
el mundo quando fue fechō quantos años auje de tres mill nueue çientos [&] doze les tollie agora .iiijº. mill & trezientos & quinze prendie Que O haya tenido una peor transmisión final, no significa, lo vemos cada vez más claro, que dependa de peores copias antiguas. Sin embargo, en este caso, no parece oportuno corregir la edición unificada porque, si nos fijamos, O viene a resolver el problema simplemente numérico, la operación
da el mismo resultado que
La rama de O se ha preocupado, como un alumno regularcillo de aritmética, de que el resultado (6403) fuera el correcto, sin entender la base del cálculo y sin fijarse en que precisamente lo que garantiza la corrección del resultado (y la intencionalidad de fechar del autor) es la coherencia del proceso, desgraciadamente interrumpida por la mala traducción del texto de la Alexandreis VII 429-30, que repetimos para terminar:
fecha del asesinato del rey persa, que se calcula como bis milia bina „dos veces mil dos veces", sumado a bis quadringenti „dos veces cuatrocientos", sumado a decies sex „sesenta", sumado a bis quaterni „dos veces cuatro":
El juego cronológico, en torno a ese año 4868 del cómputo isidoriano, fecha de la muerte de Darío y de la entrada de Alejandro en Jerusalén, resultó ajeno al menos a los copistas de las dos ramas o su antecesor común inmediato (no al autor castellano, pues la pervivencia de la estrofa muestra su intención al escoger esa clave). En cambio no resultó incomprensible a los transmisores que el resultado final debía corresponder a la fecha de escritura y procuraron mantenerla a toda costa. Desandando los complejos vericuetos del proceso hemos podido reconstruir el mecanismo originario y las interferencias de sistemas cronológicos que lo complicaron. En resumen: la diferencia de tres años entre un cómputo y otro se explica, sencillamente, por la adaptación a la fechación de la edad del mundo isidoriana de los dos posibles cómputos del anno mundi, A. M., la «era de la creación» o «era del mundo» de la Biblia hebraica y la versión de los Setenta. Si se asigna el año 1 a la edad del nacimiento de Adán, el año 3828 A. M. sería el año de la destrucción del segundo templo. Mas también puede contarse el año 1 como año de la tierra informe (Gen 1:2), el año 2 como año de la creación de Adán y el año 3 cuando tenía un año de edad. Esta diferencia de tres años, que está comprobada en textos talmúdicos y rabínicos, es precisamente la que separa las fechas reconstruidas en los dos manuscritos. No cabe duda de que un Alexandre de h. 1202 no pudo ser obra del Gonzalo de Berceo autor de los Milagros, ni de que las copias que se nos conservan muestran una sustancial modernización del texto, junto a su dialectización. Esa intervención de los transmisores podría incluir alguna adición, en una etapa primitiva, con la cual se explicaría el verso 860d, referido a Damieta, aparentemente relacionado con sucesos de la quinta cruzada (1217) y la reconquista de esta ciudad en 1217. La estrofa 2522, en cambio, puede contener una alusión al rey de Sicilia y la cruzada de 1228. Advertíamos (proféticamente en el sentido etimológico) en nuestra edición unificada que hasta entonces nadie había hecho hincapié en esos pasajes para fechar la obra; pero que, dada la volubilidad de la naturaleza humana, nada tendría de extraño que esos argumentos de minucia calendárica recobraran una fuerza insospechada. Así se pretende, recurriendo incluso a las fechas de reconquista de Sevilla (1248) a partir de una mención de esta ciudad con Toledo y Galicia, pocos versos antes, por cierto. Como si antes de su reconquista nadie hubiera oído hablar de la ciudad. La conjugación de las fechas del texto y de los usos del calendario permite establecer aritméticamente que el Libro de Alexandre se escribió entre 1202 y 1207. En esos años el futuro poeta Gonzalo de Berceo tendría unos siete o nueve años de edad, como mucho, y no pasaría de monaciello. La causa de la confusión radica en la mezcla de cardinales, múltiplos y distributivos en el texto latino, que los copistas del texto castellano no han entendido correctamente, a lo cual hay que añadir la mezcla de criterios de fechación, con su posible incomprensión a lo largo del proceso difundidor y las deturpaciones posteriores del texto, en una mala transmisión. Un ejemplo aducido inicialmente como prueba de esa confusa mezcla de numerales y la pérdida de la distinción entre las distintas clases se convierte así en una clave más para la interpretación de este texto riquísimo.
Referencias Castellione, Galteri de (ed. 1978), Alexandreis, Padova: Antenore. Finegan, Jack, Handbook of Biblical Chronology, Principles of the reckoning in the Ancient World and problems of Chronology in the Bible, Princeton, N. Y.: Princeton University Press, 1964. Greenia, George D., The «Libro de Alexandre» and the computerized editing of texts, La Coránica, 17, 1989, 55-67. Hernando Pérez, José, Hispano Diego García - escritor y poeta medieval - y el «Libro de Alexandre», Burgos: ed. autor, 1992. Marcos-Marín, Francisco, Libro de Alexandre, Estudio y edición, Madrid: Alianza Universidad, 1987 (= 1987a). Marcos-Marín, Francisco, La confusión, de numerales latinos y románicos y la fecha del «Libro de Alexandre», ínsula, 20, 1987b, 488-489. Marcos-Marín, Francisco, El Libro de Alexandre: Notas a partir de la primera edición unificada por ordenador, Actas del I Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, Madrid: Arco Libros, 1988, 1025-1064. Marcos-Marín, Francisco, unite. A Package for Computer Assisted Philological Editing, Folia Linguistica Histórica, 10, 1989, 117-143. Marcos-Marín, Francisco, Notas al azar: para simultanear lo par y lo impar, en David Hook y Barry Taylor (eds.), Cultures in Contad in Medieval Spain: Historical and Literary Essays Presented to L. P. Harvey, Londres: King's College London Medieval Studies, 1990, 151-156. Marcos-Marín, Francisco, Computers and Text Editing: A Review of Tools, an Introduction to UNITE and Some Observations Concerning its Application to Old Spanish Texts, Romance Philology, 45/1, 1991, 102-122 (Bibliography: 205-237). Marcos-Marín, Francisco, La fecha del Libro de Alexandre y la confusion de los nombres del número, Incipit 12, 1992, 185-197. Marcos-Marín, Francisco, La fecha del libro de Alexandre y la libriat ha- 'olam, Incipit 13, 1993, 143-152. Marcos-Marín, Francisco, Informatica y Humanidades, Madrid (Gredos) 1994. Marcos-Marín, Francisco, El comentario filològico con apoyo informàtico, Madrid (Síntesis) 1996. Marcos-Marín, Francisco y Jesús Sánchez Lobato, Lingüística Aplicada, Madrid (Síntesis) 1988. ML v. PL Patrologia Latina. Nelson, Dana (ed.), Gonzalo de Berceo, El Libro de Alixandre. Reconstrucción crítica, Madrid: Gredos, 1978. Nelson, Dana, Gonzalo de Berceo y el «Alixandre»: Vindicación de un estilo. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1991. PL Patrologia Latina, Patrologiae Cursus Completus, ed. J. P. Migne, 221 vol., París, Edición (Chadwyck-Healey) en cd-rom. Salamanca Fernández, Pilar, Crítica textual e informática: los programas UNITE, FUNDESCO, Boletín de la Fundación para el Desarrollo de las Comunicaciones, 73, 1987, 8-10. Solalinde, A. G., 1936, Reseña de Willis, 1934, Hispanic Review, 4, 75-80. Ware, Niall J., The date of composition of the «Libro de Alexandre»: a re-examination of stanza 1799, Bulletin of Hispanic Studies, 42, 1965, 252-254. Willis, Raymond S. Jr., El Libro de Alexandre, Princeton: University Press, 1934 (reimp. Kraus Reprint, N. York, 1965).
NOTAS 1 El Libro de Alexandre es una obra anónima castellana del siglo XIII, de gran atractivo por su tema universal, las hazañas de Alejandro Magno, su enorme extensión, y la gran calidad literaria de su autor. Sus problemas son muchos; para empezar, la existencia de dos textos, el de la Biblioteca Nacional de Madrid (ms. V-5-nº 10), procedente de la biblioteca de la casa de Osuna, por lo cual se llama manuscrito O, del siglo xiv, o muy finales del siglo XIII, copiado en León por Fray Lorenzo de Astorga, y el de la Bibliothèque Nationale de París (manuscript espagnol 488), del s. xv, aragonés, manuscrito P, que el copista atribuye a Gonzalo de Berceo. El Libro de Alexandre se ha conservado también en algunos fragmentos menores, de escaso número de versos, que testimonian la gran extensión antigua de las familias de manuscritos, pues no se relacionan muy directamente con ninguno de los dos manuscritos largos conservados, ninguno de los cuales, por su parte, está tampoco completo. El fragmento del Archivo Ducal de Medinaceli (Med signatura Archivo Histórico, caja 37, documento 50) es del siglo xrv y contiene los primeros veintisiete versos, es decir, llega hasta el verso c de la estrofa 7. Del perdido manuscrito en pergamino de Bugedo (B) se conservan tres fragmentos, publicados en una obra postuma de Francisco de Bivar (m. 1635): Marci Maximi Caesaraugustani, viri doctissimi continuatio Chronici omnimodae Historiae ab Anno Christi 430 (ubi Flav. L. Dexter desiit) usque ad 612 quo maximus pervenit ... Madriti. Ex typ. Didaci Diaz de la Carrera. Anno M.D.C.LI, in fol. Las estrofas citadas, aducidas como argumento en favor de la antigüedad de la lengua castellana, son las 787-793, 851 y 1167-1168b. El fragmento reproducido por José Pellicer en el Informe del origen, antigvedad, calidad, i sucession de la excelentissima casa de Sarmiento de Villamayor y las vnidas a ella por casamiento (Madrid, 1663, fol. 35 vº) imprime lo conservado de las estrofas 1167 y 1168 (seis versos) de B tal como lo había editado Francisco de Bivar, de cuyo libro lo toma. El Vitorial o Crónica de don Pero Niño, escrita en el s. xv por Gutierre Diez de Games, nos conserva también algunas estrofas, en dos versiones, una en la edición de Llaguno y Amirola, Madrid, 1762, págs. 221-222, y la otra en el manuscrito de la crónica, del siglo xv, que se conserva en la Academia de la Historia (Est. 24, gr. 2a, B28), con la particularidad de que en esta última está copiado como prosa. Ambos contienen las estrofas 51-55, 57-58, 61, 66-67, 73, 75-76, 80-82 y 84; el fragmento manuscrito (G´) contiene además la 77, que falta en el impreso (G). 2 Una baraita (pl. baraitot) es una «enseñanza externa». Las tradiciones orales de los judíos fueron recogidas en la Mishna, por regla general. La Mishna es restrictiva y selectiva, por lo que algunas de esas tradiciones no se recogieron; sin embargo, se conservaron con el nombre de baraitot y fueron recopiladas a principios del siglo III d. J. C. por Juda' ha-Nasí. Además, se encuentran baraitot sueltos en el Talmud babilónico y en el palestino, generalmente introducidos por fórmulas como: «se nos enseñó», «el rabí enseñó», como en este caso. 3 Agradezco a Athenea Aeidé su ayuda en la localización y compulsa de los textos isidorianos, así como sus precisas correcciones del texto original. 4 Et quarto. In alio ms. erat quinto; verum male, cum ex Isid. ipso, in Historia Gothorum constet Sisebutum Heraclii ann. 2 ad publica gobernanda evectum. Observa autem esse quosdam qui existimat Isidorum bis Chronicon suum edidisse, primo usque ad annum Mundi 5814, deinde vero additis ann. 13, usque ad 18 Heraclii, et 7 Svintil., nempe ad annum ab orbe condito 5827.
| ||||||||
| ||||||||