Biblioteca Gonzalo de Berceo

 



Las esdrújulas en la métrica española

     Las voces esdrújulas han tenido un tratamiento específico en la métrica española. También en la italiana, aunque en ésta con bastante menos incidencia. El tratamiento del cuento silábico de las mismas consiste en que sólo valen lo que dos sílabas a partir del acento, en los casos de voz rima; ¿también – y esta es mi pregunta cuándo forman parte de cualquiera de los hemistiquios?

     Esto último habría podido resolver numerosos problemas en el “cuento” de sílabas, sobre todo en la métrica del verso tetrástrofo medieval o verso alejandrino, sobre todo entre los que se entiende de estas cosas. La solución se equipararía a la que se dio tiempo atrás a los casos de hemistiquios agudos, cuyo cuento siempre es de una sílaba más2.

     Cualquiera que fuese la solución, el uso más o menos frecuente de las palabras esdrújulas, ya sea en rima ya en cualquier puesto de la cadena versual, nos permitirá apreciar cuánta es –estilísticamente hablando la aportación de estas voces eufónicas y cómo se embellece con ellas el torrente lírico3.

     Por eso, me permito llamar la atención de su uso en los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, donde encontramos, además de las esperadas: ángeles, clérigo y Teófilo, otras de las que damos aquí su recurrencia:

     ángeles,14 ; apóstolo, 3; árboles, 1; católico, 2; clérigos, 39;
éntrega, 1; físico, 1; gémitos, 3; guízquios, 1; jerónimo, 3; mérito,
4; millésimos, 1; miráculo, 1; Nínive, 1; pacífico, 1; propósito, 1;
Teóphilo, 39; término, 1; uéspedes, 1.

     No todas ocupan el lugar de “rimas esdrújulas”, cuyo comportamiento es reconocido por todos. Hay otras que aparecen en diversos lugares de la cadena universual de la cuaderna vía y querríamos comprobar si el autor las somete o no a la ley del esdrújulo en cuanto al cómputo de las sílabas totales (o vocales, en definitiva); es decir, si hay que tener en cuenta la caída de una sílaba después del acento siempre que nos encontremos con ellas. Porque muchas aparecen –y con gran recurrencia– como voz final de hemistiquio, no de verso, y donde suelen comportarse –según mi opinión- del modo a como lo hacen en la posición rima, aunque en algunos casos suelan presentar algunas dificultades.

     Acudiré en este estudio al procedimiento de ver cómo se tratan en los manuscritos que conservamos Ms Ibarreta (I) y Ms 4b de la Real Academia Española (F). Éste, recuperado en casi su totalidad, después de las adquisiciones que en su día hizo la Real Academia y la donación del hispanista C. Carrol Marden a la Real Academia de La Lengua, así como últimamente la de la familia Manrique, instada muy particularmente por la propia Isabel Uría 4, a quien homenajeamos.

     Inmediatamente después procederé a comprobar cómo las tratan las ediciones críticas contemporáneas de mayor relevancia (Dutton5, García Turza6, Baños7).

     No obstante haré hincapié en Ms F, el “mutilado Códice “in folio””8, ya que quisiera resaltar la necesidad que tenemos de estudiarlo a fondo, pues, además de las características propias de “vocabulario”, “fonética y ortología” y la presencia de ciertas “formas navarro aragonesas”, mencionadas ya por C. Carrol Marden9 y recogidas en las enmiendas de Brian Dutton10, quien ya advertía de su importancia, mayor de la que se le venía atribuyendo. Razón por las que han sido incorporadas por García Turza11 y Fernando Baños12. Pese a todo queda aún por estudiar la puntuación diacrítica – abundante y visible – en el interior del verso, cuya principal función era, en primer lugar, la de indicar los acentos secundarios, además del principal o el de la sílaba penúltima; como también el de señalar las vocales que cuentan en el número silábico.


La voz gémitos (Mil 394b)


    
La voz latina trasladó muy pronto su acento. La “i” de la penúltima sílaba debió hacerse fuerte, pasando de “gémitus” a “gemítus”, sobreviviendo poco tiempo hasta la desaparición anunciada. La voz llana “gemido”, utilizada ya  por el Ms F perdura todavía.

     No es baladí señalar lo que antecede pues, como se dice en el Diccionario Crítico Etimológico de Corminas-Pascual, de haberla considerado esdrújula, habría derivado a la forma yemdo, tal como allí se reconoce. Forma que debió competir, aunque fuera por poco tiempo con gemido ya que, según el propio Diccionario, existe en Santa Oria 127c13.

     En cuanto a “gémito” y “gemído”, acentuación esdrújula, acentuación llana, se dice:

     “Cabría hacer lo mismo en Mil., 394b, y Sacr., 229c, mientras que en Mil., 784c, y Duelo, 145b, caben gémito o gemido, ambas documentadas en mss.;”

     En efecto, los ejemplos aquí recogidos demuestran que, desde el punto de vista de la dialefa los tetradecasílabos aquí examinados de Ms I debieron tener en cuenta la ley del esdrújulo, ya se situara la voz en primer o segundo hemistiquio. Mientras que la acentuación del Ms F combina las sílabas llanas de modo que se ajusta mejor al ritmo:

     Así Ms F configura un verso 394b de ritmo anapéstico, eufónico, frente al mixto de Ms I, que no parece tan eufónico; Ms I, 784c contaría con una sílaba menos, al ser “gémitos” esdr.; pues debería ser: oo óoo óo (mixto) r.llana, como trae Ms F. Sin embargo el Ms F 812b, “los tus gemítos grandes”, no suena tan bien como el de Ms I 812b con acent. esdrújula, pero, sin embargo, Ms F se ajustaría más al cuento de sílabas.


 

Problemas de la voz Teófilo en Mil 741a y Mil 520a

     En su más reciente estudio de la lengua de Berceo René Pellen14 dice que:

     “Cuando dos vocales se encuentran, la articulación se fectúa en diéresis si las vocales son “a”,”e”,”o” (las más abiertas) No se encuentra en los Milagros más que un caso no discutido de sinéresis, entre vocales abiertas: Teôdora, v. 722c (cfr. p. 284). Pero el corpus de Berceo nos suministra otros ejemplos (“malaêstrugo, SMill. v. 219; “nuestr[o^a]vuelo Sant”, SMill v. 64a) lo que permite la eventualidad de admitir más ejemplos en los Milagros (por ex. T[eô]filo, v. 779d y, puede ser, Theôphilo de 520a. El fenómeno es excepcional.”

     Son, sin embargo, numerosas las apariciones de Teófilo en el primer hemistiquio. De ellas, la mayor parte al final del mismo. En esos casos —que enumero— parece evidente que puede aceptarse el cuento de las dos vocales, al tiempo que la acentuación esdrújula. El cómputo que he examinado es el siguiente:
 


     No obstante, la dificultad viene cuando queremos compaginar la ley del esdrújulo en posiciones no tan evidentes o discutidas por el hipermetrismo, como en los casos denunciados por  René Pellen: T[eô]filo, v. 779d:




     Los editores aquí mencionados acuden a restauración del verbo en su morfología según el paradigma aceptado para la desinencia de la tercera persona del singular15:

     La excepción que propone René Pellen parte de la base del respeto a la medida del esdrújulo Teófilo y es aceptable en tanto que, como veremos, de no aplicarse la sinéresis, el cuento de sílabas en el verso 779d (I 734d) resultaría hipermétrico. Esto se confirma con los numerosos casos de Teófilo en final de hemistiquio primero, en los que como veremos la medida se respeta manteniendo la separación “eo”. Lo que aquí discutimos es si esto es excepción o más bien norma, sea que ocupe el último lugar o el primero como aquí propondremos.

     Se trata de los versos Ms I, 772a (Dutton 727a) y el Ms I, 786a (Dutton 741a ). En ellos la voz Teófilo ocupa el primer lugar. Podríamos acudir a la solución de la sinéresis que aconseja René Pellen, pero estimo que, si queremos respetar la ley del esdrújulo, tan largamente confirmada, quedaríamos con un verso hipométrico:



    Mientras que si mantenemos la separación “eo”, puede respetarse la ley del esdrújulo:



     Brian Dutton [197180] y G. Turza [1984] aluden, sí , al verso 741a:

741a Teofilo con gana de en grand precio sobir Ms I
Teófilo con gana de en precio sobir Ms F.

pero sólo para decir que aceptan la lectura de Ms F por resultarles violenta la separación de hemistiquios en Ms I. Del mismo modo Fernando Baños en su más reciente edición [1997]. Pero no señalan este problema porque –posiblemente– lo consideran un caso resuelto y aceptado, pero según mi opinión no es así y debemos salir al paso de lo que dice René Pellen, quien propone la sinéresis como solución a una caso muy parecido, que de ser así sería hipométrico en el primer hemistiquio, es decir, de cinco sílabas reales.



El caso de Theophilo... Mil 520 a

     Más complicado es el caso de Mil 520a, cuya transmisión en Ms I nos ha deparado un verso, a primera vista, muy largo. Verso que ha obligado a los editores a tomar posiciones para ajustarlo a su medida supuestamente original.

     El verso es como sigue:

     Tú acorriste, Sennora / a Theophilo que era desesperado, (Ms I):

     No tenemos la posibilidad de contrastar este verso con otra transcripción de la época, porque las estrofas a las que pertenece el mencionado verso faltan en el mutilado Ms F. Por tanto, al  contar sólo con Ms I y sus copias más recientes, hay que buscar por otros medios la solución a este supuesto hipersilabismo. Partiendo, sobre todo, de la base que nos impone la norma común y generalizada de la dialefa.

     Las soluciones más comunes que se han adoptado han sido básicamente dos; el respeto parcial del primer hemistiquio del Ms I: “Tú acorriste, a Theóphilo”, suprimiendo “Señora” (Sánchez, 1870; García Solalinde, 1922); o bien, en razón de una medida más exacta, la supresión de “Sennora” y la adopción de la forma apocopada del verbo: “Acorrist a Theóphilo” (Dutton, 1971; García Turza, 1984; Baños, 1997).

     Estos últimos ven justificado el uso de esta forma apocopada en la estrofa 119 de Berceo: “Gozo ayas, María, que el ángel credist,”... Uso que justifica ciertamente la forma apocopada, pero de ninguna manera la supresión del sujeto, cuya transcripción la creen originada bien por iniciativa del copista, o bien copiada mecánicamente por: “confusión con el verso siguiente”.

     En mi modesta opinión, no puede suprimirse el uso expreso del pronombre “Tú”, que tiene una función apelativa y necesaria en el caso de una oración de las características de las estrofas mencionadas, idénticas a las de la estrofa 119, donde aparece explícitamente, por ser una “suplicatio”.

     En ésta a nadie se le ocurriría suprimir el vocativo “María” (“Gozo ayas, María, que el ángel credist,”), situado en el centro del verso compartiendo la función sujeto de los dos verbos y repitiéndose en todos los de la estrofa.

     Por tanto, no es que el copista haya confundido, como se dice, este verso con el primero de la siguiente estrofa, sino que, a semejanza de la súplica mencionada, la anáfora es necesaria aquí como en todas las oraciones de este tipo: “Tu, acorriste, Sennora...” […] “Tú, acorriste, Sennora,...”

     520a Tú, acorriste, Sennora, a Theophilo que era desesperado:

     Aquí Berceo construye una oración o súplica narrativa en la que se recuerdan casos de almas pecadoras y arrepentidas a las que Dios ha ayudado. Entre éstas cita a Teófilo, cuyo ejemplo veníase repitiendo en Occidente desde Pablo, el diácono, s. VIII, aunque no se tenga hasta ahora constancia histórica alguna del personaje.

     La solución del hipersilabismo la tendríamos en la aplicación de la licencia sinalefa entre las vocales del sujeto y el verso: “Tú^acorriste”, que nos da igual rendimiento que si suprimimos el sujeto, cuya presencia nos parece necesaria.

     En cuanto al segundo hemistiquio: “a Teophilo qe era desesperado” en Ms I, todos están de acuerdo en corregirlo por su hipersilabismo, notorio a todas luces (Sánchez, 1780, García Solalinde, 1922, Dutton, 1971, García Turza, 1984 y Baños, 1997). Pero no sufre nada el sentido, si se deja en “a Teophilo desperado”, acudiendo a la supresión de la expletiva “que era” y a la síncopa de “desesperado”.

     Pero siempre queda el cuento de sílabas de “Teóphilo”. Si, como es habitual en casi todos los casos que siguen, lo contamos por tres sílabas, seguiría siendo largo. Queda, por tanto, la única posibilidad de aplicar aquí la norma del esdrújulo: es decir, contar sólo dos sílabas a partir del acento: “Teóph[i]lo”;16 en cuyo caso obtendríamos un heptasílabo femenino: a Teóph[i]lo desperado.

     Quedando el verso del siguiente modo:

     Tú^acorriste Sennora a Teoph[i]lo desperado.
 


La voz Teódora, Mil 722a.

     En cuanto a la voz Teodora se da un caso curioso, que ahora veremos. Es una de las voces que contienen las vocales “eo” en contigüidad. Éstas, de ordinario, se cuentan como dos sílabas. En Berceo, por ejemplo, encontramos las siguientes;

190b / fijo de Zebedeo; óoo óo óo
606d dizredes Deo gratias / o óo óo óo
689a / bien seo segurado, o óo óo óo
816b / nin seo bien pagado, o óo óo óo


     Así debía ocurrir en el caso de “Teodora”. Pero la mayoría de los editores del texto, por el contrario y sobre todo a partir de B. Dutton (1971-1980), entienden que debe haber sinéresis “eô” , ya que es necesario contar tres sílabas, no cuatro.

     El Ms F por su parte transcribe manteniendo la acentuación Teódora, al igual que Teófilo, lo que atestigua que para los del siglo XIV contaban las dos vocales y que hacían en consecuencia esdrújula la palabra. Con ello, y siguiendo la ley del esdrújulo, el cuento de sílabas es de siete, sin acudir a la sinéresis.

     A mi modo de entender la propuesta de Ms F se ajusta mejor al cuento de sílabas, aunque no resulte eufónica; mientras que la transcripción de Ms I, interpretada por René Pellen como llana y aceptada por los editores mencionados, tiene que recurrir a la sinéresis para obtener un cuento de sílabas ajustado.


 

Conclusión

     Por lo aquí expuesto podemos deducir que es necesario llamar la atención sobre la interpunción, y en especial la del Ms F –objetivo de estudio que propongo para las futuras generaciones de estudiosos de Berceo– podría sernos muy útil en el caso de dudas acerca de la medida del verso, como también para señalar el ritmo. Esto último ha sido abordado por Francisco Javier Grande Quejido, de la Universidad de Extremadura, y de cuya obra he hecho referencia al principio; aunque tengo que advertirle que no he podido comprobar que haya acudido a la observación directa de la puntuación diacrítica que tenemos en el Ms F y que puede apreciarse con cierta nitidez en el facsímil editado por la Real Academia.



 

 

NOTAS

(1) Me sirvo de: Gonzalo de Berceo. Poemas. Edición facsímil del manuscrito (siglo XIV) propiedad de la Real Academia Española. Madrid. Real Academia Española, 1983.
(2) Para la medida y calificación del verso me sirvo de Baehr, Rudolf, Manual de Versificación Española, Traducción y adaptación de K. Wagner y F. López Estrada. Madrid, Gredos, Biblioteca Románica Hispánica, 1984.
(3) Me remito a la excelente síntesis de Francisco Javier Grande Quejido, Ritmo y sintaxis en Gonzalo de Berceo (Cáceres, Universidad de Extremadura, Caja Duero, 2001). En este documentado libro se recogen cuantas ideas se han expuesto sobre el “cuento” de sílabas, desde FiztGerald (1905) hasta nuestros días, acompañando un apéndice de bibliografía comentada, que recomiendo.
(4) I. Uría, “Los folios LXXXIII y LXXXIV que faltan en el Ms 4b de la Real Academia Española (Códice in folio de las obras de Berceo)”, BRAE (1983) 4960.
(5) Gonzalo de Berceo. Obras Completas II. Los Milagros de Nuestra Señora. Estudio y edición crítica por Brian Dutton, Londres, Tamesis Books Limited, 2ª ed 1981.
(6) Gonzalo de Berceo. Los Milagros de Nuestra Señora. Edición crítica y glosario de Claudio García Turza. Logroño, Servicio de Publicaciones, 1984.
(7) Gonzalo de Berceo. Milagros de Nuestra Señora. Edición de Fernando Baños. Estudio Preliminar de Isabel Uría. Barcelona, Crítica, 1997.
(8) I. Uría, “Los folios — Ob cit 49.
(9) Berceo. Veintitrés Milagros. Nuevo manuscrito de la Real Academia Española. Edición de C. Carroll Marden, Madrid, 1929, Anejo X a Revista, X, 1518
(10) Ob cit. Introducción 20.
(11) Ob cit. Introducción, 1719.
(12) Ob cit. Prólogo, lxxiilxxiv.
(13) Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico por Joan Corominas y con la colaboración de José A. Pascual, Madrid, Gredos,1980, s v Gemir, deriv . Gemido. (Sta Or. 131c, debe leerse, 127c).
(14) Pellen, R. “Berceo. Les Milagros de Nuestra Señora. Étude linguistique et index lemmatisé. D’aprés l’édition de Garcia Turza, tome I: L’édition et la langue de Berceo; tome II. Index, Braga, Publication du Seminaire d’Études Médiévales Hispaniques de l’Université de París III (Annexes des Cahiers de Linguistique Hispanique Médiévale, 9) 1993.
(15) Véase para este particular García Turza, Claudio y Javier Turza, Una nueva visión de la lengua de Berceo a la luz de la documentación emilianense del siglo XIII. Logroño, Universidad de la Rioja, 1996, 150151.
(16) Véase más abajo el uso de Teódora.



Cuestiones de estilística en Berceo.
Algunos casos de métrica a la luz del Ms F1
JESUS MONTOYA MARTINEZ
Profesor Emérito
Universidad de Granada

 

 
 

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