BIBLIOTECA GONZALO DE BERCEO  
         
       
       
 

LIBRO

DE

APOLONIO

 
     
       
       
       
   

En el nombre de Dios y de Santa María,

si ellos me guiassen estudiar querría,

componer un romance de nueva maestría

del buen rey Apolonio y de su cortesía.

 

El rey Apolonio, de Tiro natural,

que por las aventuras visco grant temporal,

cómo perdió la fija y la mujer capdal,

cómo las cobró amas, ca les fue muy leyal.

 

En el rey Antïoco vos quiero començar,

que pobló Antïoca en puerto de la mar,

del su nombre mismo fízola titolar:

si esfonç’ fuesse muerto no l´ debiera pesar.

 

Muriósel’ la mujer con qui casado era,

dexóle una fija genta de grant manera;

no l´ sabián en el mundo de beltat compañera,

nin habrián en su cuerpo señal reprendedera.

 

Muchos fijos le reyes la vinieron pedir,

mas non pudo en ella ninguno avenir;

hobo en est’ comedio tal cosa a contir,

es pora en concejo vergüença de decir.

 

El pecado, que nunca en paz suele seyer,

tanto pudo el malo volver y revolver

que fiço a Antïoco en ella entender

tanto que se quería por su amor perder.

 

Hobo a lo peyor la cosa a venir:

hobo su voluntat en ella a complir,

pero sin grado l’hobo della de consentir,

que veyé que tal cosa non era de sofrir.

 

La dueña por est’ fecho fue tan envergonzada

que por tal que muriese non queriá comer nada,

mas una ama vieja, que la bobo criada,

fiçol’ creyer la dueña que non era culpada,

 

—«Fixa, dixo, si vergüença o quebranto prisiestes,

«vos non habedes culpa, que vos más non pudiestes;

«esto que vos veyedes en ventura l’hobiestes:

«alegratvos, señora, que vos más non pudiestes.

 

«De más yo vos consejo, y vos creyer debedes,

«que al rey vuestro padre, vos non lo enfamedes,

«maguer grant es la pérdida, más val que lo calledes

«que al rey y a vos en mal precio echedes.»

 

—«Ama, dixo la dueña, jamás por mal pecado,

«non deberá de mí padre seyer clamado;

«por llamarme él fija téngolo por pesado:

«el nombre derechero es en amos fogado.

 

«Mas cuando ál non puedo desque só violada,

«prendré vuestro consejo, mi nodricia hondrada,

«mas bien veo que fui de Dios desemparada;

«a derechas m’en tengo de vos aconsejada.

 

«Bien sé que el nemigo en el rey fue ‘ncarnado

«que non habiá poder de veyer el pecado;

«manteniá mala vida, era de Dios airado,

«ca no l´ faciá servicio don’ fuese su pagado.

 

Por fincar con su fija, escusar casamiento,

que pudiesse con ella complir su mal taliento,

bobo a sosacar un mal sosacamiento:

mostrógelo el diablo, un bestión mascoriento.

 

Por fincar sin vergüença, que non fuese reptado,

faciá una demanda, un argument’ cerrado,

al que lo devinase gela dariá de grado,

el que no l´ devinase seriá descabeçado.

 

Habián muchos por esto las cabeças cortadas

—sedián sobre las puertas de las menas colgadas—;

las nuevas de la dueña por mal fueron sonadas,

a mucho buen doncel habián caras costadas.

 

El rey Apolonio, que en Tiro regnaba,

oyó d’aquesta dueña, que’n grant precio andaba;

queriá casar con ella, que mucho la amaba.

La hora del pedir, veyer non la cuidaba.

 

Vino a Antioca, entró en el reyal;

salvó rey Antioco y la cort’ general;

demandóle la fija por su mujer capdal,

que la metrié en arras en Tiro la cibdat.

 

La corte d’Antioca firme de grant vertut.

todos hobieron duelo de la su juventut;

dicián que non se supo guardar de mal englut,

por mala nigromancia perdió buena salut.

 

Luego de la primera, demetió su raçón;

toda cort’ escuchaba, teniá buena saçón,

púsol’ el rey Antioco la su proposición

que l´ dariá la cabeça o la osulución.

 

—«La verdura del ramo escome la raíz,

«de carne de mi madre, engruesso mi serviz.»

El que adevinase este vieso que ditz,

esse habriá la fija del rey, emperadriz.

 

Com’ era Apolonio de letras profundado,

por solver argumentos era bien dotrinado;

entendió la fallença y el sucio pecado

como si lo hobiese por su ojo probado.

 

Habiá grant repintencia porqu’ era hí venido,

entendió bien que era en fallença caído,

mas por tal que no fuese por babieca tenido,

dió a la pregunta buen responso complido.

 

Dixo: «Non debes rey tal cosa demanar

«que a todos aduze vergüença y pesar:

«esto, si la verdat non quisieres negar,

«entre tú y tu fija se debe terminar.

 

«Tú eres la raíz; tu fija, el cimal.

«Tú pereces por ella, por pecado mortal,

«ca la fija hereda la depda caronal,

«la cual tú y su madre habiedes comunal.»

 

Fue de la profecía el rey muy mal pagado;

lo que siempre buscaba lo había fallado,

metiólo en locura la muebda del pecado;

aguisóle en cabo com’ fues’ mal porfaçado.

 

Maguer por encobrir la su iniquitat,

dixo a Apolonio que l´ dixo falsedat,

que non lo querriá fer por nula heredat,

pero todos asmaban que dixera verdat.

 

Díxole que metría la cabeça a perder

que la adevinança non podría solver,

aún treínta días le quiso añader,

que por mengua de plaça non pudiese cayer.

 

Non quiso Apolonio en la villa quedar:

tenía que la tardança podiá en mal finar;

triste y desmarrido pensó de naveyar;

fasta que fue en Tiro él non se dio vagar.

 

El pueblo fue alegre cuand’ vió su señor,

todos lo querién ver, que habién d’él sabor;

rendián grandes e chicos gracias al Criador,

la villa e los pueblos todos en derredor.

 

Encerrós’ Apolonio en sus casas privadas,

do tenié sus escritos, sus estorias notadas;

rezó sus argumentos, las fazañas passadas,

caldeas e latines, tres o cuatro vegadas.

 

En cabo otra cosa, non pudo entender

que al rey Antioco pudiese responder;

cerró sus argumentos, dexóse de leyer:

en lacerio sin fruto non quiso contender.

 

Pero mucho tenía, que era mal fallido,

en no ganar la dueña e sallir escarnido;

cuanto más comidía que l´ habiá contecido,

tanto más se tenía por peyor confondido.

 

Dixo que non podía la vergüença durar,

mas queriá ir perderse o ventura mudar;

de pan e de tresoro mandó mucho cargar,

metiós’ en aventuras por las ondas del mar.

 

Pocos leyó consigo que no lo entendieron,

fuera sus criaçones otros no lo sopieron;

navearon apriessa, buenos vientos bobieron,

arribaron a Tarso, término hí prisieron.

 

En el rey Antioco vos queremos tornar;

non nos ende debemos tan aína quitar:

habiá de Apolonio ira e grant pesar,

querría, si pudiesse, de grado lo matar.

 

Clamó a Tal’iarco, que era su privado,

el que de sus consejos era bien segurado;

habiánlo en su casa de pequeño criado,

acomendól’ que fuese recapdar un mandado.

 

Díxol’ el rey: —«Bien sepas, el mió leyal amigo,

«non diría a otrie esto que a tí digo:

«que só de Apolonio capital enemigo,

«quiero fablar por esto mi consejo contigo.

 

«De lo que yo facía, él me ha descubierto,

«nunca me fabló hombre ninguno tan en cierto,

«mas, si me lo defiende poblado nin desierto,

«tener me hiá por nada, más que seco ensierto.

 

«Yo te daré tresoros cuantos que tú quisieres;

«da contigo en Tiro cuanto tú más pudieres,

«por gladio o por yerbas, si matar lo pudieres,

«desaquí te prometo cual cosa tú quisieres.»

 

Taliarco non quiso grande plaço prender,

por amor que ficiesse a su señor placer,

priso mortal consejo, aguisó grant haber,

fue al rey de Tiro servicio prometer.

 

Cuando entró en Tiro, falló hí grandes llantos:

los pueblos doloridos, afiblados los mantos,

lágrimas e sospiros, non otros dulces cantos,

faciendo oraciones por los logares santos.

 

Yó cosa mal puesta, ciudat tan denegrida;

pueblo tan desmayado, gente tan dolorida;

demandó qu’ esta cuita por qu’ era hí venida,

por qué toda la gente andaba amortida.

 

Respúsol’ hombre bueno, bien raçonado era:

—«Amigo, bien parece que eres de carrera,

«si de la tierra fueses, cuita habriés llenera,

«diriás que nunca vieras tal en esta ribera.

 

«El rey nuestro señor, que nos soliá mandar

«—Apolonio le dizen, sil’ oíste contar—

«fue al rey Antioco su fija demandar,

« ¡nunca podriá con hombre más honrado casar!

 

«Púsol’ achaque mala, non la pudo ganar

«tóvoselo a honta por sin ella tomar;

«moviólo de su casa verguença e pesar,

«a cual pafl’ es caído, no l’ podemos asmar.

 

«Habiémos tal señor, cual a Dios demandamos,

«Si este non habemos nunca tal esperamos;

«con cuita non sabemos cual consejo prendamos:

«cuando tal rey perdemos nunca bien nos fallamos.»

 

Fue con estas nuevas Taharco pagado,

tenié que su negocio habie bien recabado;

tornós’ al rey Antioco, que lo habié ‘nviado,

por contarle las nuevas e dezirl’ el mandado.

 

Dixo que d’ Apolonio fuesse bien descuidado,

que era con su miedo de tierra desterrado.

«—Non será —diz Ant’ioco— en tal logar alçado

que de mí lo defienda desierto nin poblado.»

 

Puso aún sin esto ley mala e complida:

quiquier’ que lo matase o lo prisiés’ con vida,

dar l’hié de sus haberes una buena partida,

al menos cient quintales de moneda batida.

 

Confonda Dios tal rey, de tan mala mesura,

vivía en pecado e asmaba locura:

¡querié matar al homne que dixo derechura,

que abrió la demanda, que era tan escura!

 

Esto facié ‘l pecado que es de tal natura.

ca en otros mucho en que mucho

atum a pocos días dobla, que traye gran abscura:

traye mucho enxemplo d’esto la escriptura.

 

Pora encobrir una poca de enemiga,

perjúrase el homne, non comide que diga;

del homne perjurado es la fe enemiga,

esto que yo vos digo, la ley lo pedriga.

 

Esto mismo contesce de todos los pecados:

los unos con los otros son todos enlaçados,

si no fueren ama los unos emendados,

otros mucho mayores son luego ayuntados.

 

De un ermitaño santo oyemos retrayer,

porque l´ fiço ‘l pecado el vino a beber,

bobo en adulterio por ello a cayer,

después homecidio las manos a meter.

 

Antioco, estando en tamaña error,

andaba, si pudiese, por fer otra peyor;

del pecado primero, si hobiese dolor,

de demandar tal cosa, non habría sabor.

 

Como diz’ el proverbio, que suelen retrayer,

que la copdicia mala saco suele romper,

fiço esta promesa a muchos fallecer,

que lo querrián de grado o matar o prender.

 

Por negra de cobdicia, que por mal fue parada,

por ganar tal tresoro, ganancia tan famada,

muchos habién cobdicia, non la tenién celada,

por matar a Apolonio por cualquiere entrada.

 

Los que soliá tener por amigos leyales

tornados se le son enemigos mortales,

¡Dios confonda tal sieglo: por ganar dos mencales

se trastornan los homnes por seer desleyales!

 

Mandó labrar Antioco naves de fuert’ madera,

por buscar a Apolonio, tollerlo de carrera,

bastirlas de poderes, de armas e cibera,

mas aguisó la cosa Dios en otra manera.

 

Dios que nunca quiso la soberbia sofrir

destorbó esta cosa, non se pudo complir,

no l´ pudieron fallar ni l´ pudieron nozir;

debiémos tal señor laudar e bendezir.

 

El rey Antioco vos quiero destajar,

quiero en Apolonio la materia tornar:

En Tarso lo lexamos, bien nos debe membrar.

 

Cuando llegó a Tarso, como llazdrado era,

fizo echar las áncoras luego por la ribera;

vio logar adabte, sabrosa costanera,

por folgar de lazerio e de mala carrera.

 

Mandó comprar conduchos, encender las fogueras,

aguisar escudillas, sartenes e calderas,

adobar los comeres de diversas maneras:

non costaban dinero manteles ni forteras.

 

Los que sabor habian de conducho prender;

dábangelo de grado, non lo querián vender;

habiá toda la tierra con ellos gran plazer,

que era mucho cara, habiánlo menester.

 

Era muy mala tierra, de conducho menguada,

habrié gran carastía, era de gent’ menguada:

podrié comer un niño, rafez la dinarada,

combrié tres el yuguero, cuand’ vinis’ del arada.

 

Com’ era Apolonio homne bien raçonado,

vinién todos veyerle, faziánle aguisado:

non se partíe d’él nul homne despagado.

 

Vino un hombre bueno, Elánico el cano,

era de buena parte, de días ancïano,

metió en el rey mientes, prísolo por la mano:

apartóse con él en un campiello plano.

 

Dixol’ el homne bueno que habié d’él dolor,

aprisiera las nuevas, era bien sabidor:

—«¡Ay, rey Apolonio, digno de gran valor,

«si el tu mal supieses, debiés haber dolor!

 

«De el rey Antioco eres desafiado,

«nin en ciudat ni burgo non serás albergado:

«quien matar te pudiere será muy bien soldado;

«si estorcer pudieres, serás bien venturado.»

 

Respondió Apolonio como ascalentado:

—Dígasme, homne bueno, sí Dios hayas pagado,

¿por cuál razón Antioco me anda demandando?

«E al qui me matar, ¿cuál don le ha ‘torgado?»

 

—«Por eso te copdicia o matar o prender,

«porque lo que es él, tú quisiste seyer;

«cient quintáles promete, dará de su haber,

«al qui la tu cabeça le pudiere render.»

 

Estonç’ dixo Apolonio: —«Non es por el mió tuerto,

«ca yo non fice cosa que deba seyer muerto,

«mas Dios, el mió señor, nos dará buen conhuerto,

«Él que de los cuitados es carrera e puerto.

 

«Mas por cuanto la cosa me fecist’ entender,

«en amor y en grado te lo debo tener;

«demás quiero que lieves tanto del mió haber

«cuanto darié Antioco por a mí confonder.

 

«Este puedes en salvo e sin pecado levar,

«que hasme tú buscado placer e non pesar;

«non pierdas tu derecho, ca me podriés reptar;

«podría yo por ello gravemientre pecar.»

 

Fabló, el homne bueno, dio’l fermosa respuesta:

—«Mercet, ya rey, e gracias por la promesa vuestra,

«que amiztat vender no es costumbre nuestra:

«quien bondad da por precio, malamiente se muestra.»

 

Dios a todo cristiano que su nombre toviere,

tal homne le depare, cuando mester l’hobiere;

demás homne nin fembra que d’est’ hombe oyere

debe tener su loa demientre que visquiere.

 

Elánico, de miedo que serié acusado,

porque con Apolonio facié tan aguisado,

despidiósse del rey, su amor asentado;

tomó pora la villa, su manto afiblando.

 

Fue en esta facienda Apolonio asmando;

veyé que se le iba su cosa malparando,

sabié que lo andaban muchos homnes buscando;

tenié lo matarién durmiendo o velando.

 

Pensando esta cosa, más triste que pagado,

uvióle un burzés rico e adobado;

Estrángilo le dizen, hombre era honrado,

sacólo a consejo a lugar apartado.

 

—«Quiero, diz Apolonio, contigo fablar,

«dezirte mi facienda, tu consejor tomar:

«hombres de Antioco me andan por matar,

«preso seré traído si me pueden fallar.

 

«Si vos me encubriésedes, por vuestro buen estar,

«querría algún tiempo con vos aqul morar:

«si el concejo quiere aquesto otorgar,

«cuedo a toda Tarso un grant gualardón dar.»

 

Estrángilo respuso, ca bien lo conoscía:

—«Rey, diz, esta villa sofrir non te podría;

«grant es la tu nobleza, grant logar merecía;

«esta villa es pobre, sofrir non te podría.

 

«Pero saber querría de tí una facienda:

«con el rey Antioco, ¿por qué hobist’ contienda?

«si en su ira yaces, non sé qui te defienda,

«fuera el Criador o su santa comienda.»

 

Recudiól’ Apolonio a lo que l´ demandaba:

—«Por qué l´ pidié la fija, que él mucho amaba,

«et terminé el viesso con que nos embargaba;

«por esso me seguda, ca esso l´ agraviaba.

 

«En la otra razón te quiero recodir,

«ca dizes que la villa non me podrié sofrir,

«yo vos daré del trigo que mandé adozir:

«cient mil moyos por cuenta, e mandatlos a medir.

 

«Darvos lo he a compra, pero de buen mercado,

«como vallé en Tiro, do lo hobe comprado;

«demás, el precio todo cuando fuere llegado

«para cerca de villa, quieso que seya dado.»

 

Fue alegre Estrángilo, tóvose por guarido;

besábale las manos, en tierra debatido,

Diz: —«Ay, rey Apolonio, en buena fust’ venido

«que en tan fiera cuita nos has tú acorrido.

 

«Rey, bien te lo convengo, quiero que lo tengamos,

«que nos plega contigo e que te recibamos;

«cual pleito tú quisieres, nos tal te lo fagamos:

«si menester te fuere que contigo muramos.»

 

Por la cosa Estrángilo más en recabdo poner,

por buscar a Apolonio tan estraño placer,

entró en la ciudat, mandó pregón meter

que s’ llegasse concejo, ca era menester.

 

Fue en poco rato el concejo plegado;

hóboles a decir Estrángilo ‘l mandado:

—«Seya, dixeron todos, puesto e otorgado,

« ¡ debié seyer en vida tal homne adorado! »

 

Cumplióles Apolonio lo que dicho había,

guarescié un gran pueblo, que de fambre muría,

valíe por la villa más que nunca valía,

non era fi de nemiga qui tal cosa facía.

 

El rey de los cielos es de grant providencia

siempre con los cuitados ha la su atenencia:

en valer a las cuitas es toda su femencia;

debemos seyer todos en la su atenencia.

 

Da cuitas a los homnes que se faga temer;

non cata sus pecados, viénelos acorrer;

sabe maestramientre sus consejos prender,

trebeja con los homnes a todo su placer.

 

El rey Apolonio, de facienda granada

habiá toda la tierra en su amor tornada,

or cuál logar quería facía su posada,

qui non lo bendicía non se teniá por nada.

 

Tanto querián las gentes de honra le buscar,

ficieron en su nombre un ídolo labrar;

fizieron en un márbor el escrito notar

del bueno d’Apolonio qué fizo en es’ logar.

 

Pusiéronlo derecho en medio del mercado,

sobre alta columna, por seyer bien alçado,

fasta la fin del mundo e el sieglo pasado,

el don de Apolonio non fuese olvidado.

 

Fizo por un gran tiempo en Tarso la morada,

era con él la tierra alegre e pagada;

consejól’ un su huésped con qui habiá posada

que fuese a Pentápolin tener la invernada.

 

—«Rey, dixo Estrángilo, si m’ quisieres creyer,

darte he buen consejo, si me l´ quisieres prender,

«que fueses a Pentápolin un ivierno tener;

«sepas que habrán todos contigo gran placer.

 

«Serán estos roídos por la tierra sonados,

«contra el rey Antioco seremos acusados;

«movrá sobre nos huestes por malos de pecados;

«seremos en grant cuita, si fuéremos cercados.

 

«Somos, como tú sabes, de conduchos menguados;

«por meternos en cerca, somos mal aguisados;

«si vencer nos pudieren, como venrán irados,

«sin cosiment seremos todos mal estragados.

 

«Mas cuando entendieren que tú eres alçado

«—esto serié aína por las tierras sonado—

«derramarié Antioco luego el su fonsado,

«tornarás tú en Tarso e vivrás segurado.»

—«Págom’, diz Apolonio, que fablas aguisado.

 

Cargaron bien las naves de vino e cezma

e otrosí ficieron de pan e de farina,

de buenos marineros que sabién la marina,

que conoscién los vientos que se camian aína.

 

Cuando hobo el rey de Tarso a sallir

por entrar en las naves, altas mares sobir,

non querían las gentes ante d’él s’ espedir

fasta que los hobieron las ondas a partir.

 

Ploraban con él todos, doliénse de su ida;

rogaban que fiziesse aína la venida,

a todos semejaba amarga la partida:

—«De tal amor me pago, tan dulç’ e tan complida.»

 

Hobieron en fuert’ punto las naves a mover,

habién vientos derechos, faciénles bien correr;

non podién los de Tarso ojos d’ellos toller

fasta que s’ fueron yendo, hobieron trasponer.

 

El mar, que nunca tovo leyaltat ni belmez,

cámiase muy privado, ensáñase rafez;

suele dar mala çaga, más negra que la pez:

el buen rey Apolonio cayó en essa vez.

 

Cuanto tenién dos horas, avez habián andado,

volviéronse los vientos, el mar fue conturbado;

nadaban las arenas; el cielo, levantado.

Non habié marinero que no fues’ espantado.

 

Non les valién las áncoras, que non podién trabar,

los que eran maestros non podién gobernar;

alçábanse las naves, queriánse trastornar,

tanto que ellos mismos no s’ sabién consejar.

 

Cuitóles la tempesta e el mal temporal,

perdieron el consejo e ‘l gobierno capdal;

los árboles de medio todos fueron a mal.

¡Guárdenos de tal cuita el Señor Spirital!

 

Ca como Dios quiso hobo la cosa ser:

hobiéronse las naves todas a perecer,

de los homnes nenguno non pudo estorcer,

fueras el rey solo, que quiso Dios valer.

 

 Por su buena ventura, quísole Dios prestar,

hobo en un madero las manos a echar;

landrado e mesquino de vestir e calçar

a tierra de Pentápolin hobo de arribar.

 

Cuando el mar le hobo a término echado,

cayó el homne bueno todo desconhortado;

no l´ fue bien por dos días su recuerdo tornado,

ca mal traído era, fuera mal espantado.

 

Plogo al Rey de Gloria, e cobró su sentido;

fallóse todo solo, menguado de vestido;

membról’ de su facienda cómo l’ habié contido.

—«¡Mesquino, diz el rey, que por mal fui nascido!»

 

«Dexé muy buen reino do vivía honrado,

«fui buscar contienda, casamiento famado;

«gané enemiztat, sallí dend’ ahontado,

«et torné sin la dueña, de muerte enamiztado.

 

«Con toda essa pérdida, si en paz me sobiés’,

«que con despecho loco de Tiro non salliés’,

«mal o bien esperando lo que dar Dios quisiés’,

«ninguno no m’ llorasse de lo que m’aviniés’.

 

«Desque de Tiro era saludo e arredrado,

«habiáme mi ventura en tal logar echado;

«si su hermano fuese o con ellos criado,

«yo seyer non podría entr’ ellos más amado.

 

«Movióme el pecado, fízom’ ende sallir;

«por fer de mí escarnio, su maleza complir;

«diome en el mar salto, por más me desmentir;

«hobo muchas ayudas por a mí destrovir.

 

«Fizo su atenencia con las ondas del mar,

«viniéronle los vientos, todos a ayudar,

«semejaban qu’ Antioco los envió rogar

«o se querían ellos comigo engraciar.»

 

«Nunca debía homne en las mares fiar,

«traen lealtat poca, saben mal solazar;

«saben al recebir buena cara mostrar,

«dan con homne aína dentro en mal logar.»

 

Estaba en tal guisa su ventura reptando,

vertiendo de los ojos, su cuita rencurando,

vio un homne bueno que andaba pescando;

cabo d’una pinaça, sus redes adobando.

 

El rey, con gran vergüenza, porque tan pobre era,

fue contra `l pescador, sallól’ a la carrera:

—«Dios te salve, le dixo, luego de la primera.»

El pescador respuso de sabrosa manera.

 

—«Amigo, diz’ el rey, tú lo puedes veyer,

«pobre só e mesquino, non trayo nul haber;

«sí Dios te benediga, te caya en plaçer,

«que entiendas mi cuita e la quieras saber.

 

«Tal pobre cual tú veyes, desnudo e lazdrado,

«rey só de buen regno, rico e abondado,

«de la ciudat de Tiro, do era much’ amado.

«Diziénme Apolonio por nombre señalado.»

 

«Viviá en mi reíno, vicioso e honrado,

«non sabía de cuita, vivía bien folgado;

«teníame por torpe e por menoscabado

«porque por muchas tierras non había andado.

 

«Fuime a Antioca casamiento buscar;

«non recabé la dueña, hóbeme de tornar:

«si con esso fincase, quito en mió logar,

«non habrié de mi fecho tal escarnio la mar.

 

«Furtém’ de mis parientes, fize muy gran locura;

«metime en las naves con una noch’ escura;

«hobiémos buenos vientos, guiónos la ventura;

«arribamos en Tarso, tierra dulç’ e segura.

 

«Trobamos buenas gentes, llenas de caridat,

«fazíen contra nos, toda humilitat;

«cuando dend’ nos partiemos, por dezirte verdat,

«todos fazién gran duelo de toda voluntat.

 

«Cuand’ en la mar entramos, fazié tiempo pagado;

«luego que fuemos dentro, el mar fue conturbado;

«cuanto nunca traía, allá lo he dexado:

«tal pobre cual tú veyes, avez só escapado.

 

«Mis vasallos, que eran comigo desterrados,

«haberes que traía, tresoros tan granados,

«palafrenes e mulas, caballos tan preciados,

«todo lo he perdido, por mis malos pecados.

 

«Sábelo Dios del cielo que en esto non miento,

«mas non muere el homne por gran aquexamiento,

«si no cuand’ vien’ el día de el so pasamiento.

«¡Si yo yogués’ con ellos habría plazimiento!

 

«Mas cuando Dios me quiso a esto aduzir,

«que las limosnas haya sin grado a pedir,

«ruégote que, sí puedas a buena fin venir,

«me des algún consejo por ó pueda vevir.»

 

Calló el rey en esto; fabló el pescador,

recudiól’ como homne que habié d’él dolor.

Dixo el homne bueno: —D’ esto só sabidor:

«en gran cuita te veyes, non podriés en mayor.

 

«El estado d’est’ mundo siempre así andido,

«cada día se camia, nunca quedó estido,

«en toller e en dar, es todo su sentido,

«vestir al despojado, despojar al vestido.

 

«Los que las aventuras quisieron ensayar,

«a las vezes perder, a las vezes ganar,

«por muchos de trabajos hobieron de pasar,

«quequier que les avenga, hanlo de endurar.

 

«Nunca sabrién los homnes qué eran aventuras,

«si no probassen pérdidas o muchas majaduras,

«cuando han passado por muelles e por duras

«después s’ tornan maestros e cren las escripturas.

 

«El que hobo poder de pobre te tornar

«puédete si quisiere de pobreza sacar;

«non te querrián las fadas, rey, desmamparar,

«puedes en poca d’hora todo tu bien cobrar.

 

«Pero tanto te mego, sey hoy mi convidado;

«de lo que yo hobiere, servir t’ he de buen grado:

«un vestido he sólo, flaco e muy delgado,

«partir lo he contigo, tente por mí pagado.»

 

Fendió el su vestido luego con su espada,

diole al rey el medio, levol’ a su posada;

diole clal cena pudo, non le ascondió nada,

¿habiá mejor cenado en alguna vegada?

 

Otro día mañana, cuando fue levantado,

gradió al homne bueno mucho el hospedado;

prometiól’ que si nunca cobrasse su estado

el servicio en duplo le será gualardonado.

 

—«Hasme fecho, huéspet, una gran pïedat,

«mas ruégote encara, por Dios e tu bondat,

«que me muestres la vía por ir a la ciudat.»

Respúso l´ homne bueno de buena voluntat.

 

El pescador le dixo: —«Señor, bien es que vayas,

«algunos buenos homnes te darán de sus sayas,

«si consejo no m’ tomas, cual tú menester hayas,

«por cuanto yo hobiere, tú lazerio non hayas.»

 

El bendito huéspet metiól’ en la carrera,

demostróle la vía, ca bien acerca era,

llególo a la puerta que falló más primera;

posósse con vergüenza fuera a la carrera.

 

Aún por venir era la hora de yantar,

salliénse los donzeles fuera a deportar,

comenzaron luego la pelota jugar,

que solián esse tiempo esse juego jugar.

 

Metióse Apolonio, maguer mal adobado,

con ellos al trebejo, su manto afiblado,

avinié en el juego, fazié tan aguisado

como si de pequeño él fuesse hí criado.

 

Faziála ir derecha cuando l´ daba de plano,

cuando la recibié, no l´ salliá de la mano;

era én el depuerto sabidor e liviano,

entendrié quien se quiere que non era villano.

 

El rey Architrastres cuerpo de buenas mañas,

salliés’ a deportar con sus buenas compañas,

todos trayen consigo sus vergas e sus cañas,

eguales e bien fechas, derechas e estrañas.

 

Tovo mientes a todos, cada cómo jugaba,

cómo ferié la pella, cómo la recobraba;

vïó en la rota, que espessa andaba,

toda la mejoría el pobre la levaba.

 

Del su buen continiente hobo grant pagamiento,

porque toda su cosa levaba con buen tiento,

semejol’ homne bueno, de buen entendimiento,

de deportar con él tomó grant taliento.

 

Mandó posar los otros, quedar toda la rota,

mandó que les dexassen a amos la pellota.

El capdiello de Tiro, con su mesquindat tota,

bien se alimpiaba los ojos de la gota.

 

Hobo gran pagamiento Architrastres del juego;

que un grant homne era entendiógelo luego.

Dixo al pelegrino: —«Amigo, yo te ruego

«que yantes hoy comigo, non busques otro fuego.»

 

Non quiso Apolonio atorgar el pedido,

ca non le dixo nada, de vergüença perdido:

todos lo convidaban, maguera mal vestido,

ca bien entendién todos dónd’ era estorcido.

 

Vino en est’ comedio la hora de yantar;

hobo en la villa el rey a entrar;

derramáronse todos, cada por su lugar:

los unos a los otros no s’ querién esperar.

 

Apolonio de miedo de la cort’ enojar,

que non tenié vestido ni adobo de prestar,

non quiso de vergLiença al palacio entrar:

tornóse de la puerta, comenzó de llorar.

 

El rey non tovo mientes fasta que fue entrado;

luego lo vió menos cuanto fue assentado.

Llamó un escudero, que era su privado,

preguntól’ por tal homne, que dó era parado.

 

Salió el escudero, vïó cómo seía,

tomó al rey e dixo que vergüença había;

peligró en la mar, perdió cuanto traía,

con mengua de vestido, entrar non s’entrevía.

 

Mandól’ luego vestir el rey paños honrados,

los mejores que fueron en su casa trobados;

mandó que lo metiessen suso a los sobrados,

do los otros donzeles estaban asentados.

 

Dixo el rey: —«Amigo, escoger tu logar,

«tú sabes tu fazienda, con quién debes posar,

«tú cata tu mesura, cómo debes catar,

«ca non te coñoscemos e podriémos errar.»

 

Apolonio non quiso con ninguno yazer,

mandósse en un cabo un escaño poner,

de derecho del rey non se quiso toller,

mandol’ luego el rey quel’ diessen a comer.

 

Todos por el palacio comién a grant poder,

andaban los servientes cada con su mester;

non podié Apolonio las lágrimas tener,

los conduchos que, daban non los podié prender.

 

Entendiólo el rey, començól’ de fablar:

—«Amigo, diz, mal fazes, non te debiés quexar:

«sol’ que tú quisieres la cara alegrar,

«Dios te dariá consejo, non se t’ podrié tardar.»

 

El rey Architrastres, por la cort’ más pagar,

a su fija Luciana mandóla hí entrar;

la dueña vino luego, non lo quiso tardar,

ca quiso a su padre obediente estar.

 

Entró por el palacio la infant’ adobada,

besó al rey las manos, como bien enseñada;

salvó los ricos homnes e toda su mesnada.

Fue la cort’ d’esta cosa alegre e pagada.

 

Fincó, entre los otros, ojó al pelegrino;

quiso saber quién era o de cuál parte vino.

—«Fija, dixo el rey, homne es de camino;

«hoy tan bien en el juego ningullo non avino.

 

«Sirvióme en el juego, onde só su pagado,

«pero non lo conosco; héle yo muy gran grado.

«Segunt mi coñoscencia, del mar es escapado:

«grant daño apriso, onde está desmayado.

 

«Fija, si vos queredes buscarme gran placer,

«que vos yo siempre haya mucho que gradecer,

«sabet de su fazienda cuant’ pudierdes saber,

«contra él que sepamos cómo nos captener.»

 

Aguisóse la dueña de toda voluntat,

fue contra Apolonio con gran simplicitat;

fuele luego diziendo palabras d’ amiztat,

como cosa señada que amaba bondat.

 

—«Amigo, dixo ella, faces grant cobardía,

«no t’ sabré componer entre tal compañía,

«semejam’ que non amas gozo nin alegría,

«tenémostelo todos a muy gran villanía.

 

«Si lo fazes por pérdida que te es avenida,

«si de linaje eres, tarde se te olvida,

«es tota tu bondat en fallencia caída,

«poco l´ miembra al bueno de la cosa perdida.

 

«Todos dizen que eres homne bien enseñado,

«veyo que es el rey de ti mucho pagado;

«el tu bien continente que habías mostrado

«con esta gran tristeza todo lo has afollado.

 

«Pero que eres en tan grande dolor,

«quiero que por mí fagas aqueste grant amor:

«que digas el tu nombre al rey mío señor;

«de saber tu fazienda habriémos gran señor.»

 

Respondió Apolonio, non lo quiso tardar, dixo:

—«Amiga cara, búscasme grant pesar;

«el nombre que había, perdílo en la mar,

«el mió linaj’ en Tiro te lo sabrién contar.»

 

Porfióle la dueña, non lo quiso dexar; dixo:

—«Sí Dios te faga a tu casa tornar,

«que me digas el nombre que te suelen llamar;

«sabremos contra ti cómo debemos far.»

 

Començó Apolonio de sospiros cargado,

díxol’ toda su cuita por ó habiá pasado:

su nombre e su tierra; cuál era su regnado,

bien ascuchó la dueña e hóbole gran grado.

 

En cabo, cuando hobo su cosa bien contada,

el rey fue más alegre, la dueña fue pagada,

querié tener las lágrimas, mas no l´ valía nada:

renovósel’ el duelo, la ocassión passada.

 

Estonz’ dixo el rey: —«Fija, fe qué debedes,

«si Apolonio llora, non vos maravelledes,

«tal homne atal cuita vos venir non sabedes,

«mas vos me pensat d’él, si a mí bien queredes.

 

«Fiziésteslo llorar, hábeslo contristado;

«pensat cómo l´ tornedes alegre e pagado;

«fazetle mucho algo, que homne es honrado:

«fija, ren non dubdedes e fazet aguisado.»

 

Aguisósse la dueña, fiziéronle logar;

tempró bien la vihuela en un son natural;

dexó cayer el manto, parós’ en un brial:

començó una laude, homne non vïó tal.

 

Faziá fermosos sones, fermosas deballadas,

quedaba a sabiendas la voz a las vegadas;

faziá a la vihuela dezir puntos ortados,

semejaban que eran palabras afirmadas.

 

Los altos e los baxos, todos d’ella dizién:

«¡La dueña e la vihuela tan bien se avinién!»

Lo tenién a fazaña cuantos que lo veyén.

Faziá otros depuertos que mucho más valién.

 

Alabábanla todos, Apolonio callaba;

fue pensando el rey por qué él non fablaba,

demandóle e dixol’ que se maravellaba,

que con todos los otros tan mal se acordaba.

 

Recudiól’ Apolonio como firme varón:

—«Rey, de la tu fija, non digo si bien, non,

«mas si prindo la vihuela cuido fer un tal son

«que entendredes todos que es más con razón.

 

«Tu fija bien entiende en una gran partida,

«ha comienço bueno e es bien entendida,

«mas aún no se tenga por maestra complida:

«si yo dezir quisiere, téngase por vencida.»

 

—«Amigo, dixo ella, sí Dios te benediga,

«por amor, si la has, de tu dulce amiga,

«que cantes una laude en rota o en giga:

« si no, dicho me has soberbia e nemiga.»

 

Non quiso Apolonio la dueña contrastar,

priso una vihuela e sópola temprar;

dixo que sin corona non sabrié violar,

non queriá —maguer pobre— su dignidat baxar.

 

Hobo d’esta palabra el rey muy gran sabor,

semejól’ que le iba amansando ‘l dolor;

mandó de sus coronas aduzir la mejor,

diola a Apolonio, un buen violador.

 

Cuando el rey de Tiro se v’ió coronado,

fuese de la tristeza yacuanto amansado;

fue cobrando el seso; de color, mejorado,

pero non que hobiesse el duelo olvidado.

 

Alçó contra la dueña un poquiello el cejo,

fue ella de vergüença presa un poquillejo;

fue tañendo el arco, egual e muy parejo,

avés cabiá la dueña de gozo ‘n su pellejo.

 

Fue levantando ‘l rey unos tan dulces sones,

doblas e deballadas, temblantes semitones;

a todos alegraba la voz los corazones;

fue la dueña tocada de malos aguijones.

 

Todos por una boca dizién e afirmaban

que Apolo nin Orfeo mejor non violaban;

el cantar de la dueña, que mucho alababan,

contra el d’Apolonio, nada non lo preciaban.

 

El rey Architrastres non seriá más pagado

si ganasse un regno o un rico condado.

Dixo a altas voces: —«Desque yo fui nado,

«non vi segunt mió sesso cuerpo tan acabado.

 

—«Padre, dixo la dueña al rey su señor,

«vos me lo condonastes que yo, por vuestro amor,

«pensás’ de Apolonio cuanto pudiés mejor;

«quiero que me digades cóm’ habedes sabor

 

—«Fija, dixo el rey, ya vos lo he mandado:

seya vuestro maestro, habetlo atorgado;

«dalde de mi t-rasoro, que tenedes alçado

«cuanto sabor hobiéredes, que él seya pagado

 

E con esto la fija, qu’el padre seguraba,

tomó a Apolonio, alegre e pagada.

—«Amigo, diz, la gracia de el rey has ganada;

«desque só tu dicipla, quiero te dar soldada.

 

«Quiero te dar de oro bien dozientos quintales,

«otros tantos de plata e muchos serviciales;

«habrás sanos conduchos, los vinos naturales,

«tornarás en tu fuerça con estas cosas tales.»

 

Plogo a Apolonio, tóvose por pagado

porque en tanto tiempo habié bien

pensó bien de la dueña, enseñábala de grado;

 

Fue en este comedio el estudio siguiendo,

en el rey Apolonio, fue luego entendiendo

atanto fue en ella el amor encendiendo

fasta que en el lecho cayó desflaqueciendo.

 

Buscáronle maestros que l´ fiziesen metgía,

que sabién de la física toda la maestría,

mas non le hí fallaron ninguna mejoría

nin arte que pudiese purgar la maletía.

 

Todos habián pesar de su enfermedat

porque non entendían d’aquella la verdat;

non tenié Apolonio más triste voluntat

en la mayor cuita que hobo por verdat.

 

El rey Architrastres fieramient’ se dolié,

non habié maravilla que fija la habié,

pero con Apolonio grant conhorte prendié:

el amor de la fija en él lo ponié.

 

Hobo sabor un día el rey de cabalgar,l

andar por el mercado, ribera de la mar;

fizo a Apolonio, su amigo, llamar,

rogóle que saliese con él a deportar.

 

Prísolo por la mano, non lo quería mal,

vieron por la ribera mucho buen menestral:

burzeses e burzesas, mucha buena señal;

salieron al mercado, fuera al arenal.

 

Ellos así andando, uno con otro pagados,

vinieron tres donzeles, todos bien adobados;

fijos eran de reyes, niños bien enseñados;

fueron bien recebidos commo homnes honrados.

 

Todos fablaron luego por lo bien recabdar,

por amor si pudiesen a sus tierras tornar:

todos vinién al rey la fija demandar,

si ganar la pudiesen por con ella casar.

 

—«Rey, dixieron ellos, tiempos ha pasados

«te pidiemos tu fija, cada con sus regnados;

«echéstelo en fabla, estamos afiuzados:

«por oir tu respuesta somos a ti tornados.

 

«Somos entre nos mismos así acordados:

«a cual tú la dieres que seyamos pagados;

«estamos en tu fiuza todos tres enredados,

«han a ir en el cabo los dos envergonçados.»

 

Respondióles el rey: —«Amigos, bien fiziestes,

«que en esti consejo tan bien vos aviniestes,

«pero por recapdarlo en mal tiempo viniestes:

«la dueña es enferma, entender lo pudiestes.

 

«Del estudio que lieva, está tan enflaquida,

«que es de la flaqueza en enfermedat caída;

«por malos de pecados en tanto es venida

«que son defiuzados los metges de su vida.

 

«Pero non me semeja que en esto andedes;

«escrebit sendas cartas, ca escrebir sabedes;

«escrebit vuestros nombres, qué arras le daredes:

«cual ella escogiere, otorgado l’habredes.»

 

Escribieron las cartas, que eran escribanos;

escribieron sus nombres con las sus mismas manos,

sus tierras e logares, los montes e los planos,

cóm’ ellos descendían de parientes loçanos.

 

Sellógelas el rey con su mismo aniello,

non podién seyellarlas con más primo seyello;

diolas a Apolonio, un caro mancebiello,

 

Todos fablaron luego por lo bien recabdar,

por amor si pudiesen a sus tierras tornar:

todos vinién al rey la fija demandar,

si ganar la pudiesen por con ella casar.

 

—«Rey, dixieron ellos, tiempos ha pasados

«te pidiemos tu fija, cada con sus regnados;

«echéstelo en fabla, estamos afiuzados:

«por oir tu respuesta somos a ti tornados.

 

«Somos entre nos mismos así acordados:

«a cual tú la dieres que seyamos pagados;

«estamos en tu fiuza todos tres enredados, .

«han a ir en el cabo los dos envergonçados.»

 

Respondióles el rey: —«Amigos, bien fiziestes,

«que en esti consejo tan bien vos aviniestes,

«pero por recapdarlo en mal tiempo viniestes:

«la dueña es enferma, entender lo pudiestes.

 

«Del estudio que lieva, está tan enflaquida,

«que es de la flaqueza en enfermedat caída;

«por malos de pecados en tanto es venida

«que son defiuzados los metges de su vida.

 

«Pero non me semeja que en esto andedes;

«escrebit sendas cartas, ca escrebir sabedes;

«escrebit vuestros nombres, qué arras le daredes:

«cual ella escogiere, otorgado l’habredes,»

 

Escribieron las cartas, que eran escribanos;

escribieron sus nombres con las sus mismas manos,

sus tierras e logares, los montes e los planos,

cóm’ ellos descendían de parientes loçanos.

 

Sellógelas el rey con su mismo aniello,

non podién seyellarlas con más primo seyello;

diolas a Apolonio, un caro mancebiello,

que fuese a la dueña con ellas al castiello.

 

Fue luego Apolonio recabdar el mandado,

levólas a la dueña, como l´ fue castigado;

ella, cuando lo vio ven ir escalentado,

mesturar non lo quiso lo que habiá asmado.

 

—«Maestro, dixo ella, quiérote demandar,

¿qué buscas a tal hora, qué quieres recabtar?

«A sazón cómo ésta, non sueles hí entrar,

«nunca lición me sueles a tal hora pasar.»

 

Entendió Apolonio la su entención:

—«Fija, dixo, non vengo por pasarvos lición,

«d’esto seyet segura en vuestro corazón,

«mas mensatge vos trayo por que mereciá don.

 

«El rey, vuestro padre, sallós’ a deportar,

«fasta que fuesse hora de venir a yantar;

«vinieron tres infantes para vos demandar,

«todos son muy fermosos, nobles e de prestar.

 

«Sópoles vuestro padre ricamient’ recebir,

«mas non sabié atanto qué pudiese dezir;

«mandóles sendas Cartas a todos escrebir,

«vos veyet cuál queredes de todos escogir.»

 

Priso ella las Cartas, maguer enferma era;

abriólas e católas fasta la vez tercera;

non vïo hí el nombre en carta ni en cera

con cuyo casamiento ella fues’ plazentera.

 

Cató a Apolonio e dixo con sospiro:

—«Dígasme, Apolonio el mió buen rey de Tiro,

«en este casamiento de ti mucho me miro,

«si te plaz’ o si non, tú voluntat requiro.»

 

Respuso Apolonio, fabló con gran cordura:

—«Dueña, si me pesasse, fariá muy gran locura;

«lo que al rey ploguiere e fuer’ vuestra ventura,

«yo silo destajasse, faría gran locura.

 

«Hevos bien enseñada de lo que yo sabía,

«más vos preciarán todos por la mi maestría;

«des’ aquí, si casardes a vuestra mejoría,

«habré de vuestra hondra muy gran plazentería.»

 

—«Maestro, dixo ella, si amor te tocase,

«non querriés tu lazerio que otrie lo lograse,

«nunca lo creyería fasta que lo probase

«que del rey de Tiro desdeñada fincase.»

 

Escribió una carta e cerróla con cera,

dióla a Apolonio, que mensajero era,

que la diese al rey, qu’estaba en la glera.

Sabet que fue ama andada la carrera.

 

Abrió el rey la carta e fízola catar;

la carta diziá esto —sópola bien dictar—:

que con el pelegrino queriá ella casar,

que con el cuerpo sólo estorció de la mar.

 

Fízose d’esta cosa el rey maravillado,

non podiá entender la fuerça del dictado;

demandó que cuál era el infant’ venturado

que lidió con las ondas e con el mar irado.

 

Dixo el uno d’ellos, cuidó seyer artero

—Aguilón le dezían por nombre bien certero—:

—«Rey, yo fui aquésse, desto fui verdadero,

«ca escapé apenas en poco d’un madero.»

 

Dixo el uno d’ellos: —«Es mentira probada.

«Yo lo sé bien, que dizes cosa desaguisada;

«en uno nos criamos, non traspassaste nada;

«bien lo sé que nunca prendist’ tal espadada.»

 

Mientre ellos estaban en esta tal entencia,

entendió bien el rey que dixera fallencia;

asmó entre su cuer una buena sentencia,

ca era de buen seso e de gran sapïencia.

 

Diole a Apolonio la carta a leyer,

si podrié por ventura la cosa entender;

vió el rey de Tiro qué habiá de seyer;

començóle la cara a embermejecer.

 

Fue el rey metiendo mientes en la razón,

fuésele demudando todo el corazón;

echó a Apolonio mano al cabeçón,

apartóse con él sin otro nul varón.

 

Dixo: —«Yo te conjuro, maestro e amigo,

«por el amor que tengo establido contigo,

«como tú lo entiendes que lo fables comigo;

«si non, por tu fazienda non daría un figo.»

 

Respuso Apolonio: —«Rey, mucho me embargas,

fuertes paraulas dizes e mucho me amargas;

«creyo que de mí traen estas nuevas tan largas,

«mas, si a ti non plazen, son para mí amargas.»

 

Recudióle el rey como leyal varón.

—«Non te mintré, maestro, que seriá traiçón.

«Cuando ella lo quiere, plázem’ de corazon.

«Otorgada la hayas, sin nula condición.»

 

Destajaron la fabla, tornaron al consejo.

—«Amigos, diz, non quiero trayervos en trasecho:

«prendet vuestra carrera, buscat otro consejo,

«ca yo yo entendiendo d’ello un poquellejo.»

 

Entraron a la villa, que ya querién comer,

fue el rey al castiello la enferma veyer.

Ella, cuando lo vido cerca de sí seyer,

fízose más enferma, començó de tremer.

 

—«Padre, dixo la dueña, con la voz enflaquida,

«¿qué buscas a tal hora? ¿Cuál fue vuestra venida?

«De coraçón me pesa, he rencura sabida,

«que vos es la yantar a tanto deferida.»

 

—«Fija, dixo el padre, de mí non vos quexedes;

«más cuita es lo vuestro, que tan gran mal habedes.

«Quiero fablar un poco, que non vos enojedes,

que verdat me digades, ¿cuál marido queredes?»

 

—«Padre, bien vos lo digo, cuando lo demandades,

«que si de Apolonio en otro me camiades,

«non vos miento, de esto bien seguro seyades,

«en pie non me veredes cuantos días vivades.»

 

—«Fija, dixo el rey, gran placer me ficiestes,

«de Dios vos vino ésto, que tan bien escogiestes:

«condonado vos seya esto que vos pidiestes;

«bien lo queremos todos, cuando vos lo quisiestes.»

 

Salió, esto partido, el rey por el corral,

fallóse con su yerno en medio del portal;

afirmaron la cosa en recabdo cabdal.

uego fue abaxando a la dueña el mal.

 

Fueron las bodas fechas ricas e abondadas,

fueron muchas de yentes a ellas convidadas,

duraron muchos días, que non eran pasadas,

por esos grandes tiempos non fueron olvidadas.

 

Entró entre los novios muyt gran dilección,

el Criador entr’ ellos metió su bendición;

nunca varón a fembra, nin fembra a varón,

non servió en est’ mundo de mejor coraçón.

 

Un día Apolonio salió a la ribera,

su esposa con él, su dulce compañera;

podriá haber siet’ meses que casado era,

fue luego preñada la semana primera.

 

Ellos así andando, ya querián fer tornada,

vieron una nave —ya era ancorada—

semejóles fermosa, ricamient’ adobada,

por saber Apolonio d’ónde era arribada

 

demandó al maestro, el que la gobernaba,

que verdat le dixese, de cuál tierra andaba.

Dixo el marinero que en sorno estaba

que tod’ el mayor tiempo en Tiro lo moraba.

 

Díxole Apolonio: —«Yo hí fui criado.»

Dixo el marinero: —«Sí te veyas logrado.»

Díxole Apolonio: —«Sí me hobieres grado,

«dezirt’ puedo señales en que seya probado.»

 

Dixol’ el marinero que habrié gran placer.

—«Tú, que tanto me dizes, quiero de ti saber,

«al rey Apolonio si l´ podriés conescer.»

Dixo: —«Com’ a mí mismo, esto debes creyer.»

 

—«Si tú lo conescieses, dixo el marinero,

«o trobar lo pudieses por algún agorero,

«ganariés tal ganancia que seriés plazentero:

«nunca mejor la hobo peyón, ni caballero.

 

«Dil’ que es Antioco muerto e soterrado,

«con él murió la fija, que le dio el pecado,

«destruyólos a amos un rayo endiablado.

«A él esperan todos por darle el reinado.»

 

Apolonio alegre tomó a su esposa, dixol’:

—«Non me creyedes vos a mí esta cosa:

«non querría que fuese mi palabra mintrosa,

«bien teniá sines dubda la voluntad sabrosa.

 

«Mas cuando tal ganancia nos da el Criador

«e tan buena vengança nos da del traïdor,

«quiero ir recebirla con Dios nuestro señor,

«ca no es Antïoca atan poca honor.»

 

—«Señor, dixo la dueña, yo estó embargada,

«bien anda siete meses o más que só preñada;

«por entrar en carrera estó mal aguisada,

«ca só en gran peligro fasta seyer librada.

 

«Si a Dios quisiere, só del parto vezina,

«si ventura hobiere debo parir ama;

«si tú lueñ’ estudieses allend’ de la marina

«debiés bien venir dende conhortar tu reína.

 

«Si atender no quieres o quisieres andar,

«ruégote que me lieves, non me quieras dexar;

«si tú aquí me dexas, recibré gran pesar,

«por él, tu gran deseyo podría peligrar.»

 

Díxole Apolonio: —«Reína, bien sepades,

«sol que a vuestro padre en amor lo metades,

«levarvos he conmigo a las mis heredades,

«metervos he en arras, que pagada seyades.»

 

Dixo ella al padre: —«Señor, por caridat,

que me dedes licencia de buena voluntat;

«ir quiere Apolonio veyer su heredat,

«si yo con él non fuere, perder m’ he de verdat.

 

El rey Antioco, que l´ había irado,

murió muert’ sopitaña, es del sieglo pasado;

«todos a él esperan por darle el reinado,

si yo con él non fuere, mi bien es destajado.»

 

—«Fija, dixo el padre, cosa es derechera,

«si quisier Apolonio entrar en la carrera;

«si levar vos quisiere, seyet su compañera,

Dios vos guíe, mi fija, la su potencia vera.»

 

Fueron luego las naves prestas e parejadas,

bestias e d’ haberes, de conducho cargadas;

por seyer más ligeras, con sebo bien untadas;

entró en fuerte punto en naves avesadas.

 

Dio el rey a la fija por ir más acompañada,

Licórides el ama, que la habié criada;

d’iol’ muchas parteras, mas una mejorada,

qu’ en el reíno todo non habiá su calaña.

 

Bendíxolos a amos con la su diestra mano,

rogó al Criador, que está más en alto,

que l´ guiase la fija ivierno e verano,

que l´ guardase el yerno cómo tornase sano.

 

Enfestaron las velas por aína mover,

andaron del arena las áncoras toller;

començaron los vientos las velas a volver,

anto que las fizieron de la tierra toller.

 

Cuando vino la hora que las naves movieron,

los unos de los otros a partir se hobieron,

muchas fueron las lágrimas que en tierra cayeron;

pocos fueron los ojos que agua non vertieron.

 

Los vientos por las lágrimas non querían estar;

acuitaron las naves, fiziéronlas andar,

que las hobieron tanto de alongar

que ya non las podían de tierra devissar.

 

Habién vientos derechos, cuales a Dios pidién,

las ondas más pagadas estar non se podién;

todos a Apolonio mejorar le querién

os tuertos e los daños que fecho le habién.

 

Atal era el mar como carrera llana,

todos eran alegres, toda su cara sana;

alegre Apolonio, alegre Luciana.

Non sabién que del gozo cuita es su hermana.

 

Habián de la marina gran partida andada,

podién haber aína la mar atravesada;

tóvoles la ventura una mala celada,

cual nunca fue a homnes otra peyor echada.

 

Ante, vos lo hobiemos dicho otra vegada

cómo era la dueña de gran tiempo preñada,

que de la luenga muebda e que de la andada

era al mes noveno la cosa allegada.

 

Cuando vino al término que hobo a parir,

hobo la primeriça los rayos a sentir;

cuitáronla dolores, que se queriá morir,

diziá que nunca fembra debía concebir.

 

Cuando su sazón vino, nació la criatura,

una niña fermosa e de grant apostura,

mas como de recabdo non hobo complidura,

hobieron a venir en muy gran estrechura.

 

Como non fue la dueña en el parto guardada,

cuajósele la sangre dentro en la corada;

de las otras cosas, non fue bien alimpiada,

cuando mientes metieron, falláronla pasada.

 

Pero non era muerta, mas era amortida;

era muert’ falsaría con el parto caída:

non entendién en ella ningún signo de vida,

todos eran creyentes que ya era transida.

 

Metieron todos vózes llamando: —«¡Ay, señora,

«saliémos de Pentápolin, convusco en fuert’ hora,

«cuando vos sodes muerta, ¿qué faremos agora?

« ¡A tan mala sazón vos perdemos, señora! »

 

Oyó el marinero estos malos roídos,

descendió del gobernio a pasos tan tendidos.

Dixo a Apolonio: —¿En qué sodes caídos?

«Si defunto tenedes, todos somos perdidos.

 

«Quien se quiere que sía, echadlo en la mar,

«si non, podriemos todos ama peligrar;

«acuitatvos aína, non querades tardar,

«non es aquesta cosa para darle vagar.»

 

Respuso Apolonio: —«Calla ya marinero,

«dizes estraña cosa; seméjasme guerrero.

«Reina es honrada, que non pobre romero;

«semejas en tus dichos que eres carnicero.

 

«Fizo contra mí ella cosiment tan granado,

«non dubdó porque era pobre desemparado;

«sacóme de pobreza, en que yazié lazdrado,

«contra varón non fizo fembra tan aguisado.

 

«¿Cómo me lo podría el coraçón sofrir

«que yo a tal amiga pudiese aborrir?

«Seriá mayor derecho yo con ella morir

«que tal viltadamientre de ella me partir.»

 

Dixo el marinero: —«En vanidat contiendes,

«al logar en qu’ estamos, loca razón defiendes,

«si en eso aturas, más fuego non enciendes,

«téngote por errado que tan mal lo entiendes.

 

«Ante de poca hora, si el cuerpo tenemos,

«seremos todos muertos, estorcer non podemos;

«si la madre perdemos, buena fija habemos.

«Mal fazes, Apolonio, que en esto seyemos.»

 

Bien veyé Apolonio que se podrién perder,

mas aún no podié su corazón venzer,

pero al marinero, hóbolo a creyer,

que ya veyén las ondas que se querién volver.

 

Balsamaron el cuerpo como costumbre era,

fiziéronle armario de liviana madera,

engludaron las tablas con englut e con cera,

volviéronlo en ropa rica de gran manera.

 

Con el cuerpo a vueltas, el su buen compañero,

metió XL pieças d’oro en el tablero,

escribió en un plomo con un grafio d’azero

letras qui la fallase por onde fue’s certero.

 

Cuando fue el misterio todo bien acabado,

el ataut bien preso, el cuerpo encerrado,

vertieron muchas lágrimas, mucho varón rascado,

fue, a pesar de todos, en las ondas echado.

 

Luego, al tercer día, el sol escalentado,

fue al puerto de efeso el cuerpo arribado;

fue de un buen maestro de física trobado,

ca habié un diciplo sabio e bien letrado.

 

Por vevir más vicioso e ser a su sabor,

com’ fuera de las rayas vive homne mejor,

había sus haberes do era morador,

en ribera del agua, montes en derredor.

 

Andaba la ribera a sabor de el viento,

de buenos escolanos traía más de ciento,

fallaron esta obra de grant engludimiento,

que non lizo en ella el agua nozimiento.

 

Fízola el maestro a su casa levar;

demandó un ferrero, fizola desplegar;

fallaron este cuerpo que oyestes comptar,

començó el maestro de duelo a llorar,

 

Fallaron una niña de cara bien tajada,

cuerpo bien asentado, ricamient’ adobada;

gran tresoro con ella, caja bien abondada,

mas de su testamento non podién saber nada.

 

En cabo del tablero, en rencón apartado,

fallaron el escrito en plomo deboxado;

prisolo el maestro e leyó el dictado.

Dixo: —«Si non lo cumplo, non me veya logrado.

 

Quiero vos la materia del dictado dezir:

—«Yo, el rey Apolonio, quiero mercet pedir:

«quiquier que la fallare, fágala sobollir,

«lo qué no le pudiemos sobre la mar complir.

 

«El medio del tresoro, lieve por su lazerio;

«lo ál, por la su alma, preste al monesterio:

«sallir le han los clérigos mejor al cimenterio,

«rezarán más de grado los niños el salterio.

 

«Si esto non cumpliere, plega al Criador,

«ni en muert’ ni en vida, non haya valedor.»

Dixo el metge estonze: —«Tal seya o peor,

«si non gelo cumpliere bien así o mejor.»

 

Mandó tomar el cuerpo, ponerlo en un lecho,

que por un grant haber non podié seyer fecho;

fízole toda honra como habiá derecho,

debrié si ál fiziese homne haber despecho.

 

Fecha toda la cosa para `l soterramiento,

fecha la sepultura con todo cumplimiento,

entró el buen diciplo de grant entendimiento,

llegóse al maestro con su avenimiento.

 

—«Fijo, djxo el maestro, grant amor me flziestes,

«gradezcovoslo mucho que tal hora viniestes;

«somos en un misterio, atal otro non viestes:

«un cuerpo que fallamos, bien cuido que l´ oyestes.

 

«Desque Dios te aduxo en tan buena sazón,

«finca con tu maestro en esta proceción;

«hondremos este cuerpo, debdo es e razón;

«quiero de la ganancia que lieves tu quiñón.

 

«Por la tu bondat misma, e por mi grant amor,

«prende en una ampolla del bálsamo mejor,

«aguisa bien el cuerpo ca eres sabidor:

«non aguisarás nunca tan noble o mejor.»

 

El escolar fue bueno, un maestro valía,

tollió de sí el manto que a cuestas traía;

priso del puro bálsamo, ca bien lo conescía,

allegóse al cuerpo qu’en el lecho yazía.

 

Mándól’ toller la ropa que desuso tenié,

despojól’ los vestidos preciosos que vestié;

non lo daba a otrie lo que él fer podié:

ninguno en la cosa, tan bien no avinié.

 

Su cosa aguisada por ferle la unción,

el bendito homne con grant devoción,

púsol’ la una mano sobr’ el su corazón;

entendió un poquiello de la odicempcón.

 

Fizo alçar el bálsamo e el cuerpo cobrir

fuel’ catando el polso, sil’ quería batir,

e otras maestrías qu’ él sopo comedir;

asmó que por ventura aún podrié vevir.

 

Tomó a su maestro, qu’ estaba a la puerta:

—«Señor, esta reina, que tenemos por muerta,

«creyo que non ternás la sentencia por tuerta,

«cosa veyo en ella que mucho me conhuerta.

 

«Yo entiendo en ella espirament de vida;

«el alma de su cuerpo non es encara exida;

«por mengua de recabdo es la dueña perdida,

«si tú me lo condonas, te la dará guarida.»

 

—«Fijo, dixo el maestro, dízesme grant amor,

«nunca fijo a padre podrié dezir mejor;

«si tú aquesto fazes, acabas gran honor:

«de cuantos metges viven, tú eres el mejor.

 

«Nunca morrá tu nombre, si tú esto fizieres;

«de mi habrás gran honra, mientre que tú visquieres:

«en tu vida habrás honra e, después que murieres,

«fablarán de tu seso varones e mujeres.»

 

Mandó levar el cuerpo luego a su posada,

por ser más a su guisa en su casa privada;

fizo fer grandes fuegos de leña trasecada,

que non fiziesen fumo nin calor desguisada.

 

Fizo poner el cuerpo en el suelo barrido,

en una rica colcha, un almatrac batido;

púsol’ sobre la cara la manga del vestido,

ca es para la cara el fuego desabrido.

 

Con la calor del fuego, que estaba bien vivo,

uisó un ungüente calient’ e lexativo;

untóla con sus manos, non se fizo esquivo;

respiró un poquiello el ‘spíritu cativo.

 

Fizo aun sin esto, el olio calentar;

mandó los vellozinos en ello ferventar,

fizo con esta lana el cuerpo embolcar;

nunca de tal megía oyó hornne contar.

 

Entról’ la melezina dentro en la corada,

desvióle la sangre que estaba cuajada;

respiró el almiella qu’ estaba afogada,

sospiró una vez, la enferma lazdrada.

 

El mege d’esti signo hobo grant alegría:

entendió que ya iba obrando la metgía;

començó más a firmes de ter la maestría:

fízol’ a poca d’hora mostrar gran mejoría.

 

Cuando vido su hora que lo podrié pasar,

con otras melezinas que l´ sopo hí mesclar,

engargantol’ el olio, fízogelo pasar,

hobo de la horrura la dueña a porgar.

 

Hobo desend’ a rato los ojos a abrir;

non sabié do estaba, non podié ren dezir:

el metge cobdiciaba tanto como vevir,

en alguna palabra de su boca oir.

 

Pero cuando Dios quiso, pasado un gran rato,

metió una voz, flaca, cansada, como gato:

—«¿Dó está Apolonio, que yo por a él cato?

«¡ Creyo que non me precia cuanto a su çapato!»

 

Entró más en recuerdo, tomó en su sentido,

cató a todas partes con su ojo bellido,

non vïo sus compañas, nin vïo su marido:

vïo homnes estraños, logar descoñoscido.

 

—«Amigo, diz al metge que la habié guarida,

«mégote que me digas dó seyo desmarrida,

«véyome de mi gente, de mi logar partida,

« ¡si Dios no me valiere, tengo que sé perdida!

 

«Semejas homne bueno, non te celaré nada,

«ca fija sé de rey e con rey fui casada;

«non sé por cual manera sé aquí arribada,

«ca só en muy gran miedo de seyer ahontada.

 

Fablóle el maestro a muy grande sabor:

—«Señora, confortadvos, non hayades pavor,

«tenetvos por guarida, grado al Criador,

«bien seredes guarida como nunca mejor.

 

«Yoguiésedes folgada, yo ál non rogaría,

«yo vos faré servicio como a madre mía;

«si mucho vos cuitáredes, faredes recadía:

«prendrá mala finada toda nuestra metgía.»

 

Yogo en paz la dueña, non quiso más fablar.

Fue el santo diciplo su maestro buscar:

—«Maestro, diz, albricia te vengo demandar:

«guarida es la dueña, bien lo puedes probar.»

 

Fuese luego el maestro, non lo quiso tardar,

fallé viva la dueña, maguer con flaquedat,

dixole al diciplo, e non por poridat,

que la su maestría non habié egualdat.

 

Pensaron de la dueña, fasta que fue levada,

nunca viyo el mundo dueña mejor guardada;

la bondat de los metges era atan granada,

debié seyer escripta, en un libro notada.

 

Cuando fue guarida e del mal alimpiada,

profijóla el metge que la habiá sanada;

del haber no l’tomaron cuant’ una dinarada,

todo gelo guardaron, no l´ despendieron nada.

 

Por amor que toviese su castidat mejor;

fizieron un monesterio do visquiese seror

fasta que Dios quisiere que venga su señor;

con otras dueñas d’orden, servié al Criador.

 

Dexémosvos la dueña, guarde su monesterio,

sierva la su eglesia e reze su salterio,

en el rey Apolonio tornemos el mesterio,

que por las aventuras levé tan gran lazerio.

 

Desque fue la mujer en las ondas echada,

siempre fue en tristicia y en vida lazdrada;

siempre trayo de lágrimas la cara remojada,

non amanescié día que non fuese llorada.

 

La compaña rascada e el rey descasado,

tovieron su carrera maldiziemdo su fado:

guiyólos Santi Spíritus, fueles el mar pagado,

arribaron en Tarso, en su logar amado.

 

Tant’ era Apolonio del duelo esmarrido,

non quiso escobrirse por seyer conoscido;

fue para la posada del su huéspet querido,

Estrángilo, con qui hobo la otra vez manido.

 

Fue cierto a la casa, ca antes la sabía;

non entró tan alegre como entrar solía;

salvó dueñas de casa, mas non se les reía;

espantáronse todos que tan triste venía.

 

De los homnes que bobo cuando dend’ fue levados,

non paresció ninguno nin de los sus privados;

los sus dichos corteses habíalos olvidados,

faziánse d’esta cosa mucho maravillados.

 

Trayén la criatura, la niña rezién nada

envuelta en sus paños, en ropa orfresada;

con ella Licorides, que era la su ama,

la que fue por nodriça a Lucïana dada.

 

Díxole la huéspeda, que habiá gran pesar:

—Apolonio de Tiro, quiérote preguntar,

«¿qué fue de tus compañas, mesnadas de prestar?

«De tantas que leveste, nula vemos tornar.

 

«De toda su fazienda te vemos camiado,

«avés te conoscemos, ¡tant’ eres demudado!;

«alegrarte non puedes, andas trist’ e pesado.

« ¡ Por Dios, de tu fazienda que sepamos mandado! »

 

Recudiól’ Apolonio, entró en la razón,

llorando de los ojos, a una gran mesión;

díxole la estoria e la tribulación,

cóm’ perdió en la mar, toda su criazón.

 

Díxoles de cual quisa estorció tan lazrado,

cóm’ entró en Pentápolin, cómo fue convidado,

cóm’ cantó ante `l rey e cómo fue casado,

cómo salliera dende tan bien acompañado.

 

Díxoles de la dueña cómo l´ habié perdida,

cómo murió de parto la su mujer querida;

cómo fizieron d’ella después que fue transida,

cómo esta niñuela habié remanescida.

 

Los huéspedes del rey, cuando esto oyeron,

por poco que con duelo de seso non sallieron;

fizieron muy gran duelo cuanto mayor pudieron,

cuand’ la tuvieron muerta, mayor non lo fizieron.

 

Desque hobieron fecho su duelo aguisado,

tomó en Apolonio, el su huéspet honrado;

—«Rey, diz’, yo te ruego, pidót’lo en donado,

«lo que dezir te quiero que sea escuchado.

 

«El curso d’este mundo en ti lo has probado,

«non sabe luengamientre estar en un estado,

«en dar e en toller es todo su vegado,

«quien quier llore o riya, él non ha nul cuidado.

 

«En ti mismo lo puedes esto bien entender,

«si corazón hobieses debiéslo coñoscer;

«nunca más sopo hornne de ganar e perder,

«debiéte a la cuita esto gran pro tener.

 

«Non puede a nul homne la cosa más durar,

«si non cuanto el fado le quiso otorgar;

«non se debié el homne por pérdida quexar,

«ca nunca por su quexa lo puede recobrar.

 

«Somos de la tu pérdida nos todos perdidosos,

«todos con tal reína seriémos muy gozosos;

«desque seyer non puede nin somos venturosos,

«en perdernos por ella seriémos muy astrosos.

 

«Si comprar la pudiésemos, por llanto o por duelo,

«agora finchiriemos de lágrimas el suelo,

«mas, desque la ha presa la muert’ en el lençuelo,

«fagamos lo que fizo ella por su abuelo.

 

«Si buena fue la madre, buena fija habemos,

«en logar de la madre, la fija nos guardemos;

«aun cuando non de todo, de algo nos tenemos,

«bien podemos contar que nada non perdemos.»

 

Recudiól’ Apolonio lo que podrié estar:

—Huéspet, desque a Dios non podemos reptar;

«lo que Él ha dispuesto, todo debe pasar,

«lo que Él dar quisiere, todo es de durar.

 

«Comiéndote la fija, dótela a criar,

«con su ama Licórides que la sabrá guardar;

«non quiero los cabellos, ni las uñas tajar,

«fasta que casamiento bueno le pueda dar.

 

«Fasta que esto pueda complir e a guisar,

«al reino de Antioco quiérole dar vagar;

«nin quiero en Pentápolin nin en Tiro entrar;

«quiérome en Egipto tan amientre estar.»

 

Dexóle la niñuela, una cosa querida,

dexól’ grandes haberes, de ropa grant partida;

metióse en las naves, fizo luego movida,

fasta los xv años, allá tovo su vida.

 

Estrángilo de Tarso e su mujer Dionisa

criaron esta niña de muy alta guisa;

diéronle muchos mantos, peña vera e grisa,

mucha buena garnacha, mucha buena camisa.

 

Criaron a gran vicio los amos la moçuela.

Cuando fue de siet’ años, diéronla al escuela;

apriso bien gramátiga e bien tocar vihuela,

aguzó como fierro, que aguzan a la muela.

 

Amábala el pueblo de Tarso la cibdat,

ca fizo contra ellos el padre gran bondat;

si del nombre queredes saber certenidat,

dízenle Tarsiana, ésta era verdat.

 

Cuando a xv años fue la dueña venida,

sabiá todas las artes, fue maestra complida;

de beltad compañera, non habié conoscida.

Habié de buenas mañas toda Tarso vencida.

 

Non querié nengún día su estudio perder,

ca habié voluntat de algo aprender;

maguer mucho lazdraba, cayóle en placer,

ca preciábase mucho, querié algo valer,

 

Cerca podié de tercia a lo menos estar

cuando los escolanos salién a deportar,

non quiso Tarsiana la costumbre pasar:

su lición acordada, vinié a almorzar.

 

A su ama Licórides, que la habiá criada,

trobóla mal enferma, fuertemiente cuitada,

maguer era ayuna, que non era yantada,

en el cabo del lecho, posósse la criada.

 

—«Fija, dixo Licórides, yo me quiero pasar,

«pero ante que m’ passe, quiérote demandar;

«¿cuál tienes por tu tierra, segunt el tu cuidar?

«Por padre o por madre, ¿cuáles debes catar?»

 

—«Ama, díxo la dueña, segunt mi conoscía,

«Tarso es la mi tierra, yo otra non sabría;

«Estrángilo, mi padre; su mujer, madre mía;

«siempre así lo tove e terné hoy en día.»

 

—«Oidme, diz’ Licórides, señora e criada,

«si en eso toviéredes, seredes engañada,

¿ca la vuestra fazienda mucho es más granada,

«yo vos faré certera, si fuere escuchada.

 

«De Pentápolin fuestes de raíz e de suelo,

«al rey Architrastres hobiestes por abuelo,

«su fija Lucïana ementar vos la suelo:

«ésa fue vuestra madre, que delexó gran duelo.

 

«El buen rey Apolonio, un noble caballero,

«señor era de Tiro, un recio cabdalero;

«ése fue vuestro padre, agora es palmero:

«por tieras de Egipto, anda como romero.»

 

Contóle la estoria toda de fundamenta:

en mar, cómo entró, en hora carbonenta,

cómo casó con ella a muy gran sobrevienta,

cómo murió de parto, una cara juventa.

 

Díxol’ cómo su padre fizo tal sagramento,

fasta qú’él a la fija diese buen casamiento,

que todo su linaje hobiese pegamiento,

que non se cercenase por nul falagamiento.

 

Cuando esto le hobo dicho e enseñado

e lo hobo la niña todo bien recordado,

fue perdiendo la lengua e el hora llegando,

despidióse del mundo e de su gasañado.

 

Luego que fue Licórides d’este mundo pasada,

aguisó bien el cuerpo la su buena criada,

mortajóla e diole sepultura honrada,

manteniéle cutiano candela e oblada.

 

La infante Tarsiana, d’Estrángilo nodrida,

fue saliendo tan buena, de mañas tan complida,

que del pueblo de Tarso era tan querida,

com’ serié de su madre, que la hobo parida.

 

Un día de fiesta, entrante la semana,

asaba Dionisa por la rúa, mañana,

vinié a su costado la infante Tarsiana,

otra niña con ella, que era su hermana.

 

Por o quier que pasaban, por rúa o calleja,

de doña Tarsïana fazián todos conseja

dizían que Dionisa nin la su compañera

non valién contra ella una mala erveja.

 

Por poco que d’envidia non se querié perder,

consejo del diablo hóbolo a prender;

todo en cabo, hobo en ella a cayer,

esta voz Dionisa hóbola a saber.

 

Asmaba la fiziese a escuso matar,

ca nunca la vernie el padre a buscar;

el haber que le diera, poderlo hie lograr,

non podrié ‘n otra guisa de la llaga sanar.

 

Dizié entre su cuer la mala homicida:

—«Si esta moça fuese de carrera tollida,

«con estos sus adobos que la fazen bellida,

«casaría mi fija, la que hobe parida.»

 

Comediendo la falsa en esta traición,

entró un avol, homne de los de criazón,

homne de raíz mala, que yaziá en presión,

que fariá grant nemiga por poca de mesión.

 

Su nombre fue Teófilo, si lo saber queredes,

catatlo en la estoria, si a mí non creyedes;

asmó la mala fembra lo que bien entendredes:

que éste era ducho de texer tales redes.

 

Llamólo luego ella en muy gran poridat,

fízole entender toda su voluntat,

si gelo acabasse prometiól’ su verdat

que la dariá gran precio e toda eguedat.

 

Preguntól’ el mancebo todavía dubdando,

cómo podrié seyer, en cual lugar o cuándo;

díxole que mañana s’ hobiése assechando,

cuando sobre Licórides se hobiese orando.

 

Por amor el astroso de salir de lacerio,

madurgó de mañana, fue para ‘l ciminterio,

aguzó su cuchiello por fer mal ministerio,

por matarla rezando los salmos del salterio.

 

La dueña gran mañana, com’ era su costumbre,

Fue para ‘l ciminterio con su pan e su lumbre;

aguisó su encienso e encendió su lumbre,

començó de rezar con toda mansedumbre.

 

Mientre la buena dueña leyé su matinada,

salió el traidor falso luego de la celada;

prisola los cabellos e sacó su espada,

por poco le hobiera la cabeça cortada.

 

—«Amigo, dixo ella, nunca te fiz pesar,

«non te merecí cosa por que m’ debes matar;

«otro precio non puedes en la mi muert’ ganar,

«fueras tanto que puedes mortalmientre pecar.

 

«Pero si de tu mano, non puedo escapar,

«déxame un poquiello al Criador rogar;

«asaz puedes haber hora e de vagar,

«non he por mis pecados quien me venga uviar.

 

Fue maguer con el mego un poco embargado,

dixo: —«Si Dios me vala, que lo faré de grado.

Pero que aguisasse com’ librase privado,

ca non le podriá dar espacio perlongado.

 

Enclinóse la dueña, començó de llorar:

—«Señor, dixo, que tienes el sol a tu mandar

«e fazes a la luna crecer e empocar,

«Señor, tú me acorre por tierra o por mar.

 

«Só en tierras ajenas, sin parientes criada:

«la mi madre perdida, del padre non sé nada;

«yo, mal no meresciendo, he a ser martiriada,

«Señor, cuando lo sufres, só por ello pagada.

 

«Señor, si la justicia quisieres bien tener,

«si yo non lo merezco por el mió merecer,

«algún consejo tienes para mí acorrer,

«que aquest’ traídor non me pueda vencer.»

 

Seyendo Tarsïana en esta oración,

rencurando su cuita e su tribulación,

hobo Dios de la huérfana duelo e compasión:

enviól’ su acorro, oyó su petición.

 

Ya pensaba Teófilo del gladio aguisar,

asomaron ladrones qu’ andaban por la mar:

vieron qu’ el traidor nemiga queriá far.

diéronle todos voces, fiziéronle dubdar.

 

Coitaron la galea por amor de uviar;

en aquel traïdor, mano querién echar;

hobo pavor Teófilo, non quiso esperar,

fuxo para la villa cuanto lo pudo far.

 

Fue para Dionisa todo descolorado,

ca hobiera gran miedo, vinié tod’ demudado:

—«Señora, dixo luego, complí el tu mandado,

«piensa cómo me quites e me fagas pagado.

 

Recudióle la dueña, mas no a su sabor:

—«Vía, dixo, daquende, falso e traïdor

«has fecho homicidio e muy gran traïción,

¿non te prendrá por ello vergüença nin pavor?

 

«Tórnate al aldeya, piensa de tu labor,

«si no haberás luego ira del Criador;

«si más ante mi vienes, recibrás tal amor

«cual fezist’ a Tarsiana e non otro mejor.

 

Tóvose el villano por muy mal engañado,

querría que no fuese en el pleito entrado,

murió en servidumbre, nunca end’ fue quitado,

qui en tal se metiere, non prendrá mejor grado.

 

Corrieron los ladrones a todo su poder,

cuidaron a Teófilo alcançar o prender,

mas cuando non pudieron a eso caecer,

hobieron en la dueña la saña a verter.

 

Vieron esta niña de muy gran parescer,

asmaron de levarla, sacarla a vender;

podrién ganar por ella mucho de buen haber,

que nunca más pudiesen en pobreza cayer.

 

Fue la mesquiniella en fuerte punto nada,

puesta en la galea de rimos bien poblada,

rimaron muy apriesa, ca s’ temién de celada:

arribó en Mitalena la cativa lazdrada.

 

Fue presa la cativa, al mercado sacada;

el vendedor con ella, su bolsa ‘parejada:

vinieron compradores sobre cosa tachada,

que comprar la querién: —«¿Por cuánto serié dada?»

 

El señor Antinágora, la villa tenié ‘n poder,

vió esta cativa de muy gran parescer;

hobo tal amor d’ella que s’ en querié perder

prometióles por ella diez libras de haber.

 

Pero un homne malo, señor de soldaderas,

asmó ganar con ésta ganancias tan pleneras;

metió por ella luego dos tanto las primeras,

por meterla a cambio con las otras coseras.

 

Prometió Antinágora que l´ daría las trenta,

dixo el garçon malo que 1, daría cuarenta;

Antinágora luego puyó a las cincuenta;

el malo fidiondo subió a las sesenta.

 

Dixo mayor paraula el malaventurado,

que de cuanto ninguno diese por el mercado,

o, si más lo quisiese de haber monedado,

eñadrié yente pesos de buen oro colado.

 

Non quiso Antinágora en esto porfiar,

asmó que la dexasse al traïdor comprar:

cuand’ la hobiés’ comprada, gela irié logar;

podrié por menos precio su cosa recabdar.

 

Pagógela el malo, hóbola de prender;

lágrimas no debie una mujer valer;

aguisóse la ciella para ‘l mal menester;

escribió en la puerta el precio del haber.

 

Esto dize el título, quilo quiere saber:

—Qui quisiere Tarsiana primero coñoscer,

«una libra de oro habrá hí a poner,

«los otros sendas onzas habrán a ofrecer.»

 

Mientre él esta cosa andaba revolviendo,

fue la barata mala la dueña entendiendo;

rogó al Criador de los ojos vertiendo:

—«Señor, diz, tú me val que a ti me comiendo.

 

«Señor, que de Teófilo me quesiste guardar,

«que me quiso el cuerpo a traïción matar;

«Señor, la tu verdad me debe amparar,

«que no m’ puedan el alma garçones enconar.»

 

En esto Antinágora, príncep de la cibdat,

rogó al traidor de firme voluntat

que le diese el precio de la virginidat,

que gelo otorgase por Dios, en caridat.

 

Hobo esta primicia el príncep otorgada,

La huérfana mesquina, sobre gent’ adobada,

fue con gran procesión al avol enviada:

veyerlo hie quien quiere qu’ella iba forçada.

 

Saliéronse los otros, fincó ella señera

—romaneció el lobo solo con la cordera—;

mas como Dios lo quiso, ella fue bien artera:

con sus palabras planas, metiól’ en la carrera.

 

Cayóle a los piedes, començó a dezir:

«Señor, mercet te pido, que me quieras oir,

«que me quieras un poco esperar e sofrir:

«habert’ ha Dios del cielo por ello que gradir.

 

«Que tú quieras agora mis carnes quebrantar,

«podemos aquí amos mortalmientre pecar;

«yo puedo perder mucho, tú non puedes ganar;

«tú puedes tu nobleça mucho menoscabar.

 

«Yo puedo por tu fecho perder ventura e fado,

«cayerás por mal cuerpo tú en mortal pecado;

«homne eres de precio, ¡sí te veyas logrado!,

«sobre huérfana pobre non fagas desguisado.»

 

Contóle sus periglos, cuantos habié sofridos,

cóm’ hobo de chiquiella sus parientes perdidos,

habiendo de su padre muchos bienes recebidos,

cómo hobiera amos falsos e descreídos.

 

El príncep Antinágora que vinié denodado,

fue con estas paraulas fieramient amansado;

tomó contra la dueña el coraçón camiado,

recudióle al mego e fue bien acordado.

 

—«Dueña, bien yo entiendo esto que me dezides,

«que de linatge sodes de buena part’ venides;

«por esta petición que vos a mí pedides

«véyolo por derecho ca bien lo concluides.

 

«Todos somos carnales, habemos a morir,

«todos esta ventura habemos a seguir,

«demás el homne debe asmar e comedir

«que cual aquí fiziere, tal habrá de padir.

 

»Dióme Dios una fija, téngola por casar;

«a todo mió poder, querríala guardar;

«porque no la querría veyer en tal logar,

«por tal entención vos quiero perdonar.

 

«Demás por el buen padre de que vos ementestes,

«e por la razón buena, que tan bien enformestes,

«quiérovos dar agora más que vos demandestes,

«que nos venga emiente en cual logar me viestes.

 

«El precio que daría para con vos pecar

«quiérovos en donado ofrecer e donar,

«que si vos non pudierdes por mego escapar,

«al que a vos entrare, datlo para quitar.

 

«Si vos d’aquesta maña pudierdes estorcer,

«mientre lo mio durare, non vos faldrá haber:

«¡El Criador vos quiera ayudar e valer,

«que vos vuestra fazienda podades bien poner! »

 

Con esto Antinágoras fues’ para su posada.

Presto sobo otro por entrar su vegada,

mas tanto fue la dueña sabia e adonada

que ganó los dineros e non fue violada.

 

Cuanto ahí vinieron e a ella entraron,

todos se convertieron, todos por tal passaron,

nengún daño l´ fizieron, los haberes lexaron;

de cuanto aduxieron con nada non tomaron.

 

Cuando vino la tarde, mediodía passado,

habié la buena dueña tan gran haber ganado,

que serié con lo medio el traïdor pagado:

reyéssele el ojo al malaventurado.

 

Vio a ella alegre, fue en ello artera,

cuando el tal la vido, plógol’ de gran manera.

Dixo: —«Agora tienes, fija, buena carrera,

«cuando alegre vienes, muestras cara soltera.»

 

Dixo la buena dueña un sermón tan temprado:

—«Señor, silo hobiese yo de ti condonado,

«otro mester sabía que es más sin pecado,

«que es más ganancioso e que es más honrado.

 

«Si tú me lo condonas, por la tu cortesía,

«que meta yo estudio en essa maestría,

«cuanto tú demandases, yo tanto te daría:

«tú habríes gran ganancia e yo non pecaría.

 

«De cual guisa se quiere que pudiesse seyer,

«porque mayor ganancia tú pudieses haber,

«por esso me compreste, esso debes facer;

«a tu provecho fabio, débesmelo creyer.

 

El sermón de la dueña fue tan bien adonado

que fue el coraçón del garçón amansado;

diole de plaço poco a día señalado,

mas que ella catase, qué habié demandado.

 

Luego el otro día, de buena madurgada,

levantóse la dueña ricamient’ adobada,

priso una viola, buena e bien temprada,

e salió al mercado violar por soldada.

 

Començó unos viesos e unos sones tales

que trayén grant dulçor e eran naturales,

finchíense de homnes apriesa los portales,

non cabién en las plaças, subién a los poyales.

 

Cuando con su viola hobo bien solazado,

a sabor de los pueblos hobo asaz cantado,

tornóles a rezar un romanz bien rimado

de la su razón misma por ó habiá pasado.

 

Fizo bien a los pueblos su razón entender,

más valié de cient marcos es día el loguer;

fuesse el traïdor pagando del mester:

ca ganaba por ello, sobejo grant haber.

 

Cogieron con la dueña todos muy grant amor,

todos de su fazienda habían grant sabor,

demás, como sabían que había mal señor,

ayudábanla todos de voluntat mejor.

 

El príncep’ Antinágora mejorar la querié,

que si su fija fuese más non la amarié:

el día que su voz o su canto n’ oyé,

conducho que comiese mala pro le tenié.

 

Tan bien sopo la dueña su cosa aguisar

que sabiá a su amo la ganancia tornar;

reyendo e gabando con el su buen catar

opóse, maguer niña, de folía quitar.

 

Visco en esta vida un tiempo porlongado

fasta que a Dios plogo, bien quita de pecado.

Mas dexemos a ella su menester usado;

tornemos en el padre, que andaba lazdrado.

 

A cabo de diez años que la hobo lexada,

recudió Apolonio con su barba trenzada;

cuidó fallar la fija dueña grant e criada,

mas era la fazienda otra mient’ trastornada.

 

Estrángilo de Tarso, cuando l´ vïo entrar,

perdió toda su sangre con cuita e pesar,

tomó en su cobierta a la mujer rebtar,

mas cuidábase ella con mentiras salvar.

 

Salvó el rey sus huéspedes e fuelos abraçar,

fue d’ellos recebido como debiá estar;

cataba por su fija que les dio a criar,

non se podié sin ella reir ni alegrar.

 

—«Huéspedes, diz’ el rey, ¿qué pued’ esto seer?

«Pésame de mi fija, que no m’ viene veyer;

«querría d’esta cosa la verdat entender,

«que veyo a vos tristes, mala color tener.»

 

Recudiól’ Dionisa, díxol’ grant falsedat:

—«Rey, de la tu fija, creye certenidat:

«al coraçón le priso mortal enfermedat,

«passada es del sieglo, ésta es la verdat.»

 

Por poco Apolonio que ‘l seso non perdió,

passó bien un gran rato qu’él non les recudió,

que tan mala colpada él nunca recibió.

Parósse endurido, la cabeça primió.

 

Después, bien a la tarde, recudió el varón,

demandó beber agua, que vino quiso non;

tomó contra la huéspeda, dixol’ una razón

que debié a la falsa quebrar el corazón.

 

—«Huéspeda, diz, querría más la muert’ que la vida

«cuando por miós pecados la fija he perdida;

«la cuita de la madre, que me era venida,

«con ésta lo cuidaba aduzir a medida.

 

«Cuando cuidé agora que podría sanar,

«que cuidaba la haga guarir e encerrar,

«he preso otro colpe en es’ mismo logar;

«non he de melezina que me pueda sanar.

 

«Pero las sus abtezas e sus ricos vestidos

«poco ha que es muerta, aún no son mollidos;

«tener vos he a grado que me sean vendidos,

«que fagamos fatilas los que somos feridos.

 

«Demás quiero ir luego veyer la sepultura,

«abraçaré la piedra, maguer frida e dura,

«sus mi fija Tarsiana plañeré mi rencura,

«sabré de su fazienda algo por aventura.»

 

Cosa endïablada, la burcesa Dionisa,

ministra del pecado, fizo grant astrosia:

fizo un monumento,rico a muy gran guisa,

de un mármol tan blanco como una camisa.

 

Fizo sobre la piedra las letras escrebir:

—«Aquí fizo Estrángilo Tarsiana sobollir,

«fija de Apolonio, el buen rey de Tir,

«que a los XII años avés pudo sobir.»

 

Recibió Apolonio lo que pudo cobrar;

mandólo a has naves a los homnes levar,

fue él al monumento, su ventura plorar,

por algunas reliquias del sepulcro tomar.

 

Cuando en el sepulcro cayó el buen varón,

quiso facer su duelo como habié razón;

aboxósel’ el duelo, el mal del coraçón,

non pudo echar lágrimas por neguna misión.

 

Tornó contra sí mismo, començó de asmar:

—«¡Ay!, Dios, dime ¿qué puede esta cosa estar?

«Si mi fija Tarsiana yogués’ en est’ logar,

«non debién los mis ojos tan caro se parar.

 

«Asmo que tod’ aquesto es mentira probada,

«non creyo que mi fija aquí es soterrada:

«o me la han vendida o en mal logar echada.

«Seya —muerta o viva— a Dios acomendada.»

 

Non quiso Apolonio en Tarso más estar,

ca habié recebido en ella gran pesar;

tornósse a sus naves cansado de llorar.

Su cabeça cubierta, non les quiso fablar.

 

Mandóles que moviesen,pensasen de andar,

la carrera de Tiro pensasen de tomar:

sus días eran pocos, querrié allá finar,

que entre sus parientes se querrié soterrar.

 

Fueron luego las áncoras a las naves tiradas,

los mimos aguisados, las velas enfestadas;

tenién el viento bueno, las ondas bien pagadas

fueron de la ribera aína alongadas.

 

Bien la media carrera, o más, habién andada,

habián sabrosos vientos, la mar yazié pagada,

fue en poco de rato toda ha fe camiada;

tollióles la carrera, que tenién començada.

 

De guisa fue revuelta e imada la mar,

ue non habién negun consejo de guiar;

el poder del gobernio hobieron desemparar:

non cuidaron ningunos de la muert’ escapar.

 

Prísohos la tempesta e el mal temporal,

sacólos de caminos el oratge mortal;

echólos su ventura e el rey spirital

en villa que Tarsiana pasaba mucho mal.

 

Fueron en Mitalena los romeros ribados,

habián mucho passado e andaban lazrados;

prisieron luego lengua, los vientos ya quedados:

rendían a Dios gracias, que eran escapados.

 

Ancoraron las naves en ribera del puerto,

encendieron su fuego, que se les era muerto,

enxugaron sus paños, lasos e de mal puerto,

el rey en todo esto non tenié nul conhuerto.

 

El rey Apolonio, lazdrado caballero,

naciera en tal día e era disantero,

mandóles que comprassen conducho muy llenero,

fiziessen rica fiesta, ochavario plenero.

 

En cabo de la nave, en rencón destajado,

echósse en un lecho el rey tan deserrado;

juró que qui l´ fablasse, seríe mal soldado,

del uno de los piedes serie estemado.

 

Non quisieron los homnes sallir de su mandado,

compraron gran conducho, de cuanto fue fallado;

fue ant’ de mediodía el comer aguisado:

cualquiere que vinié non era repoyado.

 

Non osaban ningunos al señor dezir nada,

ca habié dura ley puesta e confirmada:

cabdellaron su cosa, como cuerda mesnada,

pensaron de comer la compaña lazdrada.

 

En esto Antinágora, por la fiesta passar,

salió contra el puerto, queriásse deportar:

vïó en esta nave tal compaña estar,

entendió que andaban com’ homnes de prestar.

 

Ellos, cuando lo vieron de tal guisa venir,

levantáronse todos, fuéronlo recebir;

gradesciólo él mucho, non los quiso fallir,

assentósse con ellos por non los desdezir.

 

Estando a la tabla, en solaz natural,

demandóles cuál era el señor del reyal.

—«Yaze, dixieron todos, enfermo muy mal,

«e por derecho duelo perdido, non por ál.

 

«Menazados nos ha que aquel l´ fablare,

«de comer nin beber nada le ementare,

«perderá el un pie de los dos que levare,

«por aventura amos, si mucho porfiare.»

 

Demandó que l’dixiesen por cual ocasión

cayó en tal tristicia, en tal tribulación;

contáronle la estoria e toda la razón,

que l´ dizién Apolonio de la prima sazón.

 

Dixo: —«Como yo ereyo, si non só trastornado,

«tal nombre suel’ Tarsiana haber mucho usado;

«a lo que me saliere, ferme quiero osado:

«dezirl’ he que m’ semeja villano descorado.»

 

Mostráronle los homnes el logar on yazié,

que com’ el homne bueno a todos much’ plazié;

vïol’ con fiera barba, los pechos le cobrié,

tóvolo por façaña porque atal fazié.

 

Díxole: —«Dios te salve, Apolonio amigo,

«oí de tu fazienda, vengo fablar contigo;

«si tú me conosciesses, habriés placer comigo,

«ca non ando pidiendo nin só homne mendigo.»

 

Volviósse Apolonio un poco en el escaño:

si de los suyos fuesse, recibría mal daño,

mas cuando de tal guisa vió homne estraño,

non le recudió nada, enfogó el sossaño.

 

Afincólo el otro non le quiso dexar;

homne era de precio, queriálo esforçar.

Díxole: —«Apolonio, mal te sabes guardar,

«debiéste d’otra guisa contra mí mesurar.

 

«Señor só d’esta villa, miá es para mandar;

«dízenme Antinágora, si m’ oiste nombrar,

«cabalgué de la villa, sallíme deportar

«las naves que yacien por el puerto mirar.

 

«Cuando toda la hobe la ribera andada,

«paguéme d’esta nave, vila bien adobada,

«sallióm’ a recebir toda la tu mesnada;

«recebí su convido, yanté en su posada.

 

«Vi homnes enseñados, compaña mesurada,

«la cozina bien rica, la mesa abondada;

«demandé que cuál era señor del albergada,

«dixóronme tu nombre e tu vida lazdrada.

 

«Mas si tú me quisieres escuchar e creyer,

«saldriés d’esta tiniebra, la mi cibdat veyer,

«veriés por ella cossa que habriés gran placer,

«porque podriés del duelo gran partida perder.

 

«Debiés en otra cosa poner tu voluntat,

«que t’ puede Dios facer aún gran piedat:

«cobrarás tu perdida, cuidado será verdat,

«perdrás esta tristicia e esta crueldat.»

 

Recudió Apolonio, tomó a él la faz, dixol’:

—«Quienquier que seyas, amigo, ve en paz;

«gradézcotelo mucho, fezísteme solaz.

«Entiendo que me dizes buen consejo asaz.

 

«Mas só por mis pecados de tal guisa llagado

«qu’el coraçón me siento todo atravesado

«desque vevir non puedo, só de tod’ desfriado,

«de cielo nin de tierra veyer non he cuidado.»

 

Partióse Antinágora d’él malaventurado,

veyé por mal achaque homne bueno dañado;

tomó a la mesnada fieramient’ conturbado,

dixo que Apolonio fuert era deserrado.

 

Non pudo comedir nin asmar tal manera

por cual guisa pudiés meterlo en la carrera:

—«Só en sobeja cuita, más que yer non era,

«nunca fui en tal otra por la creença vera.

 

«Pero cuido e asmo un poco de entrada:

«quiero que lo probemos, que non perdamos nada,

«Dios manda que nos preste la su vertut sagrada,

«ternía que habiémos a Jericó ganada.

 

«En la cibdat habemos una tal juglaresa

«—furtada la hobieron— enviaré por essa;

«si ella non le saca del coraçón la quexa,

«a nul homne del mundo no l´ fagades promesa.»

 

Envió sus sirvientes al malo a dezir

que l´ dixés’ a Tarsiana, que l´ viniese servir,

levarié tal ganancia si l´ pudiese guarir,

cual ella se pudiese de su boca pedir.

 

La dueña fue venida sobre gent adobada;

salvó rey Atinágora e toda su mesnada;

por la palabra sola, luego de la entrada,

ue de los pelegrinos. bien quista e amada.

 

Dixol Antinágora: —«Tarsiana, mi querida,

«yo’s mandé que seyades en buen punto venida;

«la maestría vuestra, tan gran e tan complida,

«agora es la hora de seyer parescida.

 

«Tenemos un buen homne, señor d’estas compañas,

«homne de gran fazienda, de raíç e de mañas:

«es perdido con duelo por pérdidas estrañas,

«por Dios, que l´ acorrades con algunas fazañas.»

 

Dixo ella: —«Mostrátmelo, ca como só creida

«yo trayo letuarios, especia tan sabrida,

«que si mortal non fuere, o que seya de vida,

«yo l´ tornaré alegre, tal que a comer pida.»

 

Leváronla al lecho Tarsiana la infante,

su’ estrument’ en mano, parósele delante.

Diz’ ella: —«Dios te salve, romero o merchante,

«much’ só de tú cuitada, sábelo Dios, pesante.

 

«Por mí, solaz no tengas, que eres ahontado;

«si bien me conoscieses, tener t’ hies por pagado,

«ca non só juglaresa de las de buen mercado,

«nin lo he por natura, mas fágolo sin grado.

 

«Dueña sólo de linatge, de parientes honrados,

«mas dezir non lo oso por miós graves pecados;

«nací entre las ondas, on nacen los pescados,

«amos hobe mintrosos, traidores probados.

 

«Ladrones en galeas que sobre mar vinieron,

«por amor de furtarme, de muert’ me estorcieron,

«por mi ventura grave, a homne me vendieron

«porque muchas de vírgines en mal fado cayeron.

 

«Pero fasta agora quísome Dios guardar,

«non pudo el pecado nada de mí levar,

«maguer en cuita vivo por mejor escapar,

«busco mester que pueda al sieglo engañar.

 

«Et tú, si d’esta guisa te dexares morir,

«siempre de tu malicia habremos que dezir;

«camia esta posada, si cobdicias venir,

«yo te daré guarido, si quisieres sallir.»

 

Cuando le hobo dicho esto e mucho ál,

movió en su viola un canto natural,

coplas bien assentadas, rimadas a señal;

bien entendió el rey que no lo fazié mal.

 

Cuando hobo bien dicho e hobo deportado,

dixo el rey: —«Amiga, bien só de ti pagado;

«entiendo bien que vienes de linatge granado,

«hobist’ en tu dotrina maestro bien letrado.

 

«Mas, si se m’ aguisare, ¡ploguier’ al Criador!,

«entendriés que de grado te faría amor;

«si vender te quisiere aquesse tu señor,

«yo dend’ te quitaría de muy buena amor.

 

«Mas por esto señero que m’ has aquí servido,

«mandarte he diez libras de oro escogido;

«ve a buena ventura, que muy mal só ferido,

«que cuantos días viva, nunca seré guarido.»

 

Tomó a Antinágora Tarsiana desmayada,

dixol’: —«Nos non podemos aquí mejorar nada,

«mandóme dar diez libras de oro en soldada,

«mas aún por prenderlas, non sé yo acordada.»

 

—Fazes, diz Antinágora, en esto aguisado,

«non prendas el su oro, ca seriá gran pecado,

«yo te daré dos tanto lo que te ha mandado;

«non quiero tu lacerio vaya ende notado.

 

«Más aún, te lo ruego, en amor te lo pido,

«tornes a él e mete hí el tu son complido,

«si tu bien entendieres e yo bien só creído

«que querrá Dios que seya por el tu son guarido.»

 

Tornó al rey Tarsiana faziendo sus trobetes,

tocando su viola, cantando sus versetes.

—«Homne bueno, diz, esto que tú a mí prometes,

téntelo para tú, si en razón no t’ metes.

 

«Unas pocas demandas te quiero demandar,

«si tú me las supiesses a razón terminar,

«levariá la ganancia que me mandeste dar;

«si non me recudieres, quiérotela dexar.»

 

Hobo el rey dubda que si la desdeñasse

¿qué asmarién los homnes cuand’ la cosa sonasse?,

que por tal lo fiziera que su haber cobrasse,

tornóse contra ella, mandól’ que preguntase.

 

—Dime.» —«¿Cuál es la casa, preguntó la mallada

«que nunca seye queda, siempre anda lazrada,

«los huéspedes son mudos, da vozes la posada?

«Si esto devinases, sería tu pagada.»

 

Esto diz Apolonio: —«Yo lo yo asmando:

«el río es la casa que corre murmuyando;

«los peces son los huéspedes, que siempr’ están callando.

«Ésta es terminada, ve otra adevinando.»

 

—«Parienta só del agua, amiga só del río

«fago fermosas crines, bien altas las envío;

«del blanco fago negro, ca es oficio mío.

«Esta es más grave, segunt que yo confío,»

 

—«Parienta es del agua, mucho la cañavera,

«que cerca ella cría, ésta es cosa vera;

«ha muy fermosas crines, altas de gran manera,

«con ella fazen libros. Pregunta la tercera.»

 

—«Fija só de los montes, ligera por natura,

«rompo e nunca dexo señal de la rotura;

«guerreyo con los vientos, nunca ando segura.»

—«Las naves, ditz el rey, trayen essa figura.»

 

—«Bien, dixo Tarsïana, has a esto respondido,

«paresce bien que eres clérigo entendido,

«mas, por Dios, pues que eres en responder metido

«ruégote que no m’ canses e tente por guarido.

 

«Entre grandes fogueras, que dan gran calentura,

«yace cosa desnuda, huéspet sin vestidura:

«ni l´ nueze la calor, ni l´ cuita la friura.

«Esta puedes jurar que es razón escura,»

 

Estonç’ dixo el rey: —«Yo solo lo faría,

«si fuesse tan alegre como seyer solía,

«por entrar en los baños, yo desnudo sería.

«Fablar en tan vil cosa, semeja babequía.»

 

—«Nin he piedes nin manos, ni otro estentino,

«dos dientes he señeros, corvos como fozino,

«fago al que me traye fincar en el camino.»

—«Tú fablas del áncora», dixo el pelegrino.

 

—«Nascí de madre dura, só muelle como lana,

«apésgame el río, que só por mí liviana,

«cuando preñada seyo, semejo fascas rana.»

—«Tú fablas del esponja, dixo el rey, hermana.»

 

—«Decir t’ he, diz Tarsiana, ya más alegre seyo,

«a bien verná la cosa, segunt que yo lo creyo;

«Dios me dará consejo, que buenos signos veyo:

«aún por aventura veré lo que desseyo.»

 

—«Tres demandas yo tengo que son assaz rafezes.»

—«Por tan poca cosa, por Dios non emperezes;

«si demandar quisieres, yo te daré las vezes.»

 

—«Nunca, ditz el rey, vi cossa tan porfiosa,

«sí Dios me benediga, eres muy enojossa;

«si más de tres dixeres; tenert’ he por mintrosa,

«non te esperaría más por ninguna cosa.»

 

—«De dentro sé vellosa e de fuera raída,

«siempre trayo en seno mi crin bien escondida;

«ando de man’ en mano, tráenme escarnida,

«cuando van a yantar negún non me convida.»

 

—«Cuando en Pentapolin entré desbaratado,

«si non fuesse por éssa andaría lazrado,

«del buen rey Architrastres, por ella fui honrado,

«si no, non me hobiera a yantar convidado.»

 

—«Nin sé negro nin blanco, nin he color certero,

«fin lengua con que fable un proverbio señero;

«mas sé rendar a todos, siempre sé refertero:

«valo en el mercado, ápenas un dinero.»

 

—«Dalo por poco precio el bufón el espejo,

«nin es rubio nin negro, nin blanco nin bermejo;

«el que en él se cata, veye su mismo cejo,

«a altos e a baxos riéndelos en parejo.»

 

—«Cuatro hermanas somos so un techo moramos,

«corremos en pareja, siempre nos segudamos,

«andamos cadal día, nunca nos alcançamos,

«yacemos abraçadas, nunca nos ayuntamos.»

 

—aRafez es de contar aquesta tu cuestión,

que las cuatro hermanas, las cuatro ruedas son;

«dos a dos enlazadas, tíralas un timón,

«andan e no s’ ayuntan, en ninguna sazón.»

 

Quísol’ otra pregunta Tarsiana demandar,

saz lo quiso ella de cuenta engañar,

mas sopo cuantas eran Apolonio contar,

díxol’ que se dexasse, que estoviés’ en paz.

 

—«Amiga, dixo, debes de mí seyer pagada,

«de cuanto tú pidiste, bien te he abondada,

«et te quiero aún añader en soldada;

«vete luego tu vía, mas non me digas nada.

 

«Querriésme, bien lo veyo, tomar en alegría,

«mas por ninguna cosa non te lo sofriría,

«terniélo a escarnio toda mi compañía;

«demás, de mi palabra, por ren non me toldría.»

 

Nunca tanto le pudo dezir nin predicar,

que en otra leticia le pudiese tomar,

con grant cuita que hobo, non sopo qué asmar,

fuele amos los braços al cuello a echar.

 

Hóbosse ya con esto el rey a ensañar,

hobo con felonía el braço a tornar

hóbol’ una ferida en el rostro a dar,

tanto que las narizes le hobo sangrentar.

 

La dueña fue irada, començó de llorar,

començé sus rencuras todas a ementar,

¡bien querrié Antinágora grandes haberes dar,

que non fuesse entrado en aquella yantar!

 

Dizía: —Ay, mesquina!, en mal hora fui nada,

siempre fue mi ventura de andar ahontada;

«por las tierras ajenas ando mal sorrostrada,

«por bien e por servicio, prendo mala soldada.

 

«Ay, madre Luciana, si mal fado hobiste,

«a tu fija Tarsiana mejor non se lo diste:

«peligrest’ sobre mar e de parto moriste,

«¡ante que me pariesses afogarme debiste!

 

«Mi padre Apolonio non te pudo prestar,

«a fonsario sagrado non te pudo levar,

«en ataúd muy rico echóte en la mar:

«non sabemos del cuerpo do pudo arribar.

 

«A mí tovo a vida tanto pesar tomar,

«diome a Dionisa de Tarso a criar:

«por derecha envidia quísome matar,

«si estonç’ fuesse muerto no m’ debiera pesar.

 

«Hobe por mis pecados la muert’ a escusar,

«los que me acorrieron no m’ quissieron dexar,

«vendiéronme a homne, que non es de prestar,

«que me quiso el alma e el cuerpo dañar.

 

«Por la gracia del cielo, que me quiso valer,

«non me pudo ninguno fasta aquí vencer,

«diéronme homnes buenós tanto de su haber

«porque pague mi amo de todo mió loguer.

 

«Entre las otras cuitas, esta m’es la peyor:

«a homne que buscaba servicio e amor,

chame mal ahontada a tan gran deshonor,

« ¡debriá tan gran soberbia pesar al Criador!

 

«¡Ay, rey Apolonio, de ventura pesada,

«si sopieses de tu fija tan mal es ahontada,

«pesar habriés e duelo e seríá bien vengada,

«mas cuido que non vives, onde non só buscada!

 

«De padre nin de madre, por miós graves pecados,

«non sabré ‘l ciminterio do fueron soterrados;

«tráyenme com’ a bestia siempre por los mercados,

«de peyores de mí, faziendo sus mandados.»

 

Reviscó Apolonio, plogól’ de coraçón,

entendió las palabras que vinién por razón;

tornóse contra ella, de grado el varón,

preguntól’ por paraula, si mintié o non.

 

—«Dueña, sí Dios te dexe al tu padre veyer,

«perdóname el fecho dart’ he de mio haber;

«erré con felonía puédeslo bien creyer,

«ca nunca fiz tal yerro, nin lo cuidé fazer.

 

—Demás, si me dixiesses, ca puede te membrar,

«el nombre de la ama, que te solié criar,

«podriémos por ventura amos nos alegrar:

«yo podría la fija, tú el padre cobrar.»

 

Perdonólo la dueña, perdió el mal taliento,

dió a la demanda leyal recudimiento:

—La ama, de que siempre, diz’, menguada me siento,

«dixiéronle Licórides, sepades que non miento.

 

Vïó bien Apolonio que andaba certera,

entendió senes falla que la su fija era,

salió fuera del lecho luego de la primera diziendo:

—«¡Valme Dios, que eres vertut vera!»

 

Prísola en sus braços con muy grant alegría diziendo:

—«Ay, mi fija, que yo por vos muría,

«agora he perdido la cuita que había,

«nunca amanesció para mí tan buen día!

 

«Nunca aqueste día no lo cuidé veyer,

«nunca en los mios braços yo vos cuidé tener;

«hobe por vos tristicia, agora he placer;

«siempre habré por ello a Dios que gradecer.»

 

Començó a llamar: —Venit, los miós vasallos,

«sano es Apolonio, ferit palmas e cantos,

«echat las coberturas, corret vuestros caballos,

«alçat tablados muchos, pensat de quebrantallos!

 

« ¡ Pensat cómo fagades fiesta grant e complida,

«cobrada he la fija que había perdida!

«¡Buena fue la tempesta, de Dios fue permetida,

«por onde nos hobiémos a fer esta venidá!»

 

El princep Antinágora por ninguna ganancia

—aun si ganase todo el imperio de Francia—

non serié más alegre, e non por alabancia,

ca amostró en la cosa de bien grant abundancia.

 

Habiélo ya oído, diziélo la mesnada,

que hablé Apolonio palabra destajada,

de barba nin de crines que non cercenás’ nada,

fasta que a su fija hobiesse bien casada.

 

Por acabar su pleito e su servicio complir

asmó a Apolonio la fija le pedir,

cuando fuesse casada que lo farié tundir,

por ser salva la jura, non habriá qué dezir.

 

Bien debié Antinágora en escripto yacer,

que por salvar un cuerpo tanto pudo facer,

si cristiano fuesse e sopies’ bien creyer

debiémos por su alma, todos clamor tener.

 

—«Rey, dize Antinágora, yo mercet te pido,

«que me des la tu fija, seya yo su marido;

«servicio le he fecho, non só end’ repentido,

«valer me debe esso por ganar un pedido.

 

«Bien me debes por yerno recebir e amar,

«ca rey só de derecho, regno hé por mandar,

«bien te puedes encara, rey, maravillar,

«si mejor la pudieres hogaño desposar.»

 

Díxole Apolonio: —«Otorgo tu pedido,

«non debe tu bien fecho cayerte en olvido,

«has contra amos sido muy leyal amigo,

«d’ella fuste maestro e a mí has guarido.

 

«Demás yo he jurado de non me cercenar,

«nin rayer la mi barba, nin mis uñas tajar,

fasta que pudiesse Tarsiana desposar;

pues que la hé casada, quiérome afeitar.

 

Sonaron estas nuevas luego por la cibdat,

plogo mucho a todos con esta unidat;

a chicos e a grandes, plogo de voluntat,

fueras al traidor que s’ dolié por verdat.

 

Con todos los roídos, maguer que se callaba,

con este casamiento Tarsiana non pensaba:

el amor que l´ fiziera cuand’ en cuita estaba,

cuando saluda era, non se le olvidaba.

 

Aguisaron las bodas, prisieron bendiciones,

fazién por ellos todos preces e oraciones;

fazién tan grandes gozos e tan grandes missiones

que non podrián contarlas loquelas nin sermones.

 

Por esto Tarsiana non era segurada,

non se tenié que era de la cuita sacada,

si el traidor falso que la habiá comprada

non fuesse lapidado o muerto a espada.

 

Sobr’esto Antinágora mandó llegar concejo,

fueron luego llegados a un buen lugarejo,

dixo él: —«¡Ya varones!, Oid un poquellejo,

«mester es que prindamos entre todos consejo:

 

«El rey Apolonio, homne de grant poder,

«es aquí caescido, quiérevos conoscer;

«una fija que nunca más la cuidó veyer,

«hala aquí fallada, debe a vos placer.

 

«Pedíla por mujer, só con ella casado;

«es rico casamiento, só con ella pagado,

«cuál es, vos lo sabedes, que aquí ha morado,

«todos vos lo veyedes com’ ella ha probado.

 

«Gradéscevoslo mucho, tiénevoslo en amor,

«que tan bien la guardastes de cayer en error;

«fuemos hí bien apresos —grado al Criador—

«si non habriémos ende grant pesar e dolor.

 

«Envíavos un poco de present de prometer;

«quinientos marcos d’oro pensatlos de prender;

«en lo que vos querredes, mandatlos despender,

«en esto lo podedes, cual homne es, veyer.

 

«Pero, sobre tod’ esto, envíavos rogar,

«del traidor que l´ quiso la fija difamar,

«que le dedes derecho, cual lo debedes dar,

«que non pueda el malo d’esto se alabar.»

 

Todos por una boca dieron esta respuesta:

—«Dios dé a tan buen rey vida grant e apuesta,

«cuand’ él esta vengança sobre nos la acuesta,

«cumplamos el su ruego, non le demos de cuesta.»

 

Non quisieron el ruego meter en otro plazo,

moviósse el concejo como que sañudazo;

fueron al traidor, echáronle el laço,

matáronlo a piedras como a mal rapaço.

 

Cuando el rey hobieron de tal guisa vengado,

que fue el malastrugo todo desmenuzado,

echáronlo a canes com’ a descomulgado.

Fue el rey de Tiro del concejo pagado.

 

Tarsiana a las dueñas que él tenié compradas,

dióles buenos maridos, ayudas muy granadas;

salieron de pecado, visquieron muy honradas,

ca seyén las cativas fieramient’ adobadas.

 

Tóvosse el concejo del rey por adebdado,

ca por verdat habiéles fecho bien aguisado,

fablaron que l´ ficiessen gualardón señalado,

por el bien que él fizo non fuesse olvidado.

 

Mandaron fer un ídolo al su mismo estado,

de oro fino era, de oreuce labrado;

pusiéronlo derecho en medio del mercado,

la fija a los pies del su padre hondrado.

 

Fizieron en la basa una tal escriptura:

—«El rey Apolonio, homne de grant mesura,

«echól’ en esta villa una tempesta dura,

«falló aquí Tarsiana, por su grant aventura.

 

«Con gozo de la fija perdió enfermedat,

«diola a Antinágora, señor d’esta cibdat,

«diole en casamiento muy gran solepnidat

«el regno de Antioca, una grant herédat.

 

«Enriquesció la villa mucho por su venida,

«aquí tomarlo quiso, dio haber sin medida,

«cuanto el sieglo dure fasta la fin complida

«será en Mitalena la su fama tenida.»

 

El rey Apolonio, su cuita amansada,

quiso entrar en Tiro con su barba treçada;

metiósse en las naves, su barba adobada;

non podrié la riqueza homne asmar por nada.

 

Yendo por la carrera, asmaron de torcer,

de requerir a Tarso, sus amigos veyer,

cremar a Dionisa, su marido prender,

que atan mal sopieron el amiztat tener.

 

Habiendo esto puesto el guión castigado,

vínole en visión un homne blanqueado;

ángel podrié seyer, ca era aguisado,

llamólo por su nombre, dixol’ atal mandado:

 

—«Apolonio, non has a Tiro que buscar,

«primero ve a Efesio, allá manda guiar,

«cuand’ fueres arribado, saludo de la mar,

«yo te diré qué fagas por en cierto andar.

 

«Demanda por el templo que dizen de Dïana,

«fuera yaz’ de la villa, en una buena plana;

«dueñas moran en él, visten paños de lana,

«a la mejor de todas, dízenle Lucïana.

 

«Cuando a la puerta fueres, sí vieres que es hora,

«fiere con el armella e saldrá la priora;

«sabrá qué homne eres, irá a la señora;

«saldrán a recebirte la gent’ que dentro mora.

 

«Verná el abadessa muy bien acompañada,

«tú faz tu avenencia, ca dueña es honrada;

«demandal’ que te muestre el arca consagrada

«do yazen las reliquias en su casa hondrada.

 

«Irá ella contigo, mostrart’ ha el logar,

«luego a altas voces, tú piensa de contar,

«cuanto nunca sopieres por tierra e por mar,

non dexes una cosa sola de ementar.»

 

«Si tú esto fizieres ganarás tal ganancia,

«que más la preciarás que el regno de Francia;

«después irás a Tarso con mejor alabancia,

«perdrás todas las cuitas, que prisist’ en infancia.»

 

Razón no alonguemos, que seriá perdición.

Despertó Apolonio, fue en comedición;

entró luego en ello, cumplió la mandación,

todo lo fue veyendo, segunt la visïón.

 

Mientre que él contaba su mal e su lacerio,

non pensaba Luciana de reçar el salterio:

entendió la materia e todo el misterio,

non le podié de gozo caber el monesterio.

 

Cayó al rey a piedes, dixo a altas vozes:

¡Ay!, rey Apolonio, creyo que m’ non conosces;

«non te cuidé veyer en aquestas alfoces,

«cuando me conoscieres, non creyo que t’ non gozes.

 

«Yo só la tu mujer, la que era perdida,

«la qu’ en la mar echeste, que tienes por transida,

«del rey Architrastres fija fui muy querida,

«Luciana he por nombre, viva só e guarida.

 

«Yo só la que tú sabes, cómo t’ hobe amado,

«yaziendo mal enferma, vinístem’ con mandado,

«de tres que me pidién aduxist’ el dictado:

«yo te di el escripto, cual tú sabes, notado.»

 

—«Entiendo, día’ Apolonio, toda esta estoria.»

Por poco que con gozo non perdió la memoria,

amos uno con otro viéronse en gran gloria,

car habiéles Dios dado gracia e grant victoria.

 

Contaron un’ a otro lo que habién passado,

qué habié cada uno perdido o ganado;

Apolonio del metge era mucho pagado,

habiénle Antinágora e Tarsiana grant grado.

 

A Tarsiana con esto, nin marido nin padre

non la podién sacar de braços de su madre;

de gozo Antinágora, el cabosso confradre,

lloraba de los ojos como si fues’ su fradre.

 

Non se tenié el metge del fecho repiso,

porque en Luciana tan gran feniencia miso;

diéronle de presentes todos cuantos quiso,

mas por ganar bien precio él prender nada quiso.

 

Por la cibdat d’ Efessio corrié grant alegría,

habién con esta cosa todos plazentería,

mas lloraban las dueñas dentro en la monjía,

ca s’ temién la señora, que s’ queriá ir su vía.

 

Moraron hí un tiempo, cuanto sabor hobieron;

fizieron abadesa a la que mejor vieron;

dexáronles haberes, cuantos prender quisieron,

el rey e la reína cuando partir quisieron.

 

Entraron en las naves por passar la marina,

dolié a los d’ Efessio de la buena vezina;

en el puerto de Tarso arribaron aína,

alegres e gozosos el rey e la reína.

 

Antes que de las naves hobiessen a salir,

sópole el consejo, fuelos a recebir:

nunca non pudo homne fin veyer nin oir,

homnes a una cosa, tan de gozo sallir.

 

Recibieron al rey como a su señor,

cantando los responsos de libro e de cor:

bien les vinié emiente del antigo amor,

mas habié Dionisa con ellos mal sabor.

 

Ante que a la villa hobiessen a entrar

fincó el pueblo todo, non se quiso mudar;

entró el rey en medio. Començó de fablar:

 

—«Oitme, concejo, sí Dios vos benediga,

«non me vos revolvades fasta que mi razón diga,

«si fiz mal a alguno, cuanto val una figa,

«aquí ante vos todos quiero que me lo diga.»

 

Dixieron luego todos: —«Esto te respondemos:

«por tú fincamos vivos, bien te lo conoscemos;

«de lo que t’ prometiemos, non te nos camiaremos,

«quequiere que tú mandes, nos en ello seremos.»

 

—«Cuando vine morar la segunda vegada «

—de la otra primera non vos emiento nada—

«aduxe la mi fija, niña reziente nada,

«ca había la madre por muerta delexada.

 

—«A los falsos mis huéspedes, do solia posar,

«con muy grandes haberes, dígela a criar;

«los falsos, con envidia, mandáronla matar,

«mas, mal grado a ellos, hobo a escapar.

 

«Cuando torné por ella, que seriá ya criada,

«dixiéronme que era muerta e soterrada;

«agora, por ventura, hela viva fallada,

«mas en este comedio grant cuita he passada.

 

«Si d’esto non me feches justicia e derecho,

«non entraré en Tarso en corral nin so techo,

«habriédes desgradido todo vuestro bien fecho.»

 

Fue de fiera manera revuelto el concejo,

non daban de grant cuita un’ a otro consejo;

dizién que Dionisa fiziera mal sobejo,

merescié rescebir por ello mal trebejo.

 

Fue presa Dionisa e preso el marido,

metidos en cadenas, el haber destruido,

fueron ant’ él con ellos al concejo venido,

fue en poco de rato esto todo volvido.

 

Com’ no sabié Dionisa que Tarsiana vinié,

tovo en su porfía como antes tenié,

dizié que muerta fuera, por verdat probarié:

do al padre dixiera, en es’ logar yacié.

 

Fue luego la mentira en concejo probada,

ca levosse Tarsiana do estaba sentada,

como era maestra e muy bien razonada,

dixo todas las cuitas por ó era passada.

 

Por probar bien la cosa, la verdat escobrír,

mandaron a Teófilo al concejo venir;

ante el rey de miedo non osarié mentir,

ca habrié ante todos la verdat a dezir.

 

Fue ante el concejo la verdat mesturada:

cóm’ la mandó matar e sobre cuál soldada,

cóm’ le dieron por ella, la cosa destajada:

con esto, Dionisa fue mucho embargada.

 

Non alongaron plazo fin le dieron vagar:

fue luego Dionisa levada a quemar;

levaron al marido desend’ a enforcar.

Todo fue ante fecho que fuessen a yantar.

 

Diéronle a Teófilo mejorada ración,

porque le dio espacio de fazer oración,

dexáronlo a vida e fue buen gualardón:

de cativo que era, diéronle quitación.

 

El rey aquesto fecho entró en la cibdat,

fizieron con él todos muy grant solenpnidat;

moraron hí un tiempo segunt su voluntat,

dende dieron tornada para su heredat.

 

Fueron para Antioca, esto fue muy privado,

ca hobieron buen viento, el tiempo fue pagado;

como lo esperaban e era desseyado,

fue ‘l pueblo con el rey alegre e pagado.

 

Diéronle el emperio, todas las fortalezas,

teniénle sobrepuestas muy grandes riquezas;

diéronle los varones muchas de sus altezas,

mal grado ha Antioco con todas sus malezas.

 

Prísoles homenatges e toda segurança,

fue señor del emperio, una buena pítança;

non ganó poca cosa en su adevinança:

mucho era camiado de la otra malandança.

 

Desque fue en el regno señor apoderado,

vïó que tod’ el pueblo estaba bien pagado,

fízoles entender el rey aventurado

cómo habié el regno a su yerno mandado.

 

Fue con est’ señorío el pueblo bien pagado,

ca veyén homne bueno e de sén esforçado;

recibiéronlo luego de sabor e de grado:

ya veyé Antinágora no era mal casado.

 

Cuando hobo su cosa puesta e recabdada,

salió de Antïoca, su tierra consejada,

tomó en Pentapolin con su buena mesnada,

con mujer e con yerno, e con fija casada.

 

Del rey Architrastres fueron bien recebidos,

ca cuidaba que eran muertos o perecidos,

car bien eran al menos los xv años complidos

como ellos asmaban que eran end’ salidos.

 

El pueblo e la villa hobo grant alegría,

todos iban alegres diziendo: —«¡Tan buen día! »

Cantaban las palabras, todos con alegría;

colgaban por las calles ropa de grant valía.

 

El rey habían viejo, de días ancïano,

nin les dexaba fijo, nin fincaba hermano,

por ond’ era el pueblo en duelo sobejano

que señor non fincaba a quien besar la mano.

 

Por end’ eran alegres, ca derecho fazién,

porque de la natura del señor non saldrién;

a guisa de leyales vassallos comidién,

las cosas en que cayen todas las coñoscién.

 

De la su alegría, ¿quién vos podrié contar?

Todos se renovaron de vestir e calçar,

entraban en los baños por la color cobrar,

habián los alfagemes priessa de cercenar.

 

Fumeyaban las casas, fazián grandes cozinas,

trayén grant abundancia de carnes montesinas,

de tocinos e vacas, rezientes e cecinas,

non costaban dinero capones ni gallinas.

 

Fazía el pueblo todo, cada día oración,

que al rey Apolonio naciesse criazón;

plogo a Dios del cielo e a su devoción,

concibió Lucïana, parió fijo varón.

 

El pueblo con el niño, que Dios les habié dado,

andaba much’ alegre e much’ assegurado,

mas a pocos de días fue el gozo torbado,

ca murió Architrastres, un rey muy acabado.

 

Del duelo que fizieron mentar non lo queremos,

a los que lo passaron, a esos lo dexemos;

nuestro curso sigamos e razón acabemos,

si non dirán algunos que nada non sabemos.

 

Cuando fue el buen rey d’este sieglo passado,

com’ él lo merescié, noblemient’ soterrado,

el gobernio del rey e todo su dictado

fincó en Apolonio, ca era aguisado.

 

Por todos los trabajos que l’ habían venido,

non olvidó el pleito que habié prometido;

membról’ del pescador, que l’ habié acogido,

el que hobo con él el mantiello partido.

 

Fue buscarlo él mismo, que sabié do moraba.

Fincó el ojo, lueñe, vïolo do andaba;

Envió que l’ dixiesen qu’ el rey demandaba,

que viniesse ant’ él, que él lo esperaba,

 

Vino el pescador con su pobre vestido,

ca más de lo que fuera, no era enriquescido;

fue de tan alta guisa del rey bien recebido

que para un rico conde será amor complido.

 

Mándole luego dar honradas vestiduras,

servientes e servientas, buenas cabalgaduras,

de campos e de viñas muchas grandes anchuras,

montañas e ganados e muy grandes pasturas.

 

Diole grandes haberes e casa que morase,

una villa entera en la cual heredase,

que nunca a nul homne servicio non tornase,

nin él nin su natura, si no cuando s’ pagasse.

 

Dios que vive e regna, tres e uno llamado,

Depare atal huéspet a tot homme cuitado.

¡Bien haya atal huéspet, cuerpo tan acordado,

que tan buen gualardón da a un hospedado!

 

Fizieron homenatge las gentes al moçuelo,

pusiéronle el nombre que habiá su abuelo;

diéronle muy grant guarda, como a buen majuelo;

metieron en él mientes, olvidaron el duelo.

 

El rey Apolonio, cuerpo aventurado,

habié a sus faziendas buen fundamento dado,

ca buscó a la fija casamiento hondrado;

era —como oyestes— el fijo consejado.

 

Comiendólos a todos al Rey Espirital,

dexólos a la gracia del señor celestial;

el rey con su reína, servicio tan leyal,

tornósse para Tiro, d’ond’ era natural.

 

Todos homnes de Tiro, desque a él perdieron,

turaron en tristicia, siempr’ en duelo visquieron,

non por cosa, que ellos assaz non entendieron,

mas como Dios non quiso, fablar non le pudieron.

 

Cuando el rey vieron, hobieron tal plazer,

com’ homnes, que pudieron de cárcel estorçer;

véyenlo con los ojos, non lo podién creyer

mas dubdaban de cerca aún non lo tener.

 

Plogo a él con ellos e a ellos con él,

como siles viniesse el ángel Gabrïel;

sabet qu’ el pueblo era derecho e fiel;

non querrián, bien sepades, de haber rey novel.

 

Falló todas sus cosas, assaz bien aguisadas,

los pueblos sin querella, las villas bien pobladas;

sus labores bien fechas, sus arcas bien cerradas.

Las que dexó moçuelas, fallábalas casadas.

 

Mandó llegar sus pueblos en Tiro la cibdat,

llegós’ hí mucho homne e mucha potestat,

contóles su fazienda por cual necessitat,

había tanto tardado, cómo era verdat.

 

Pesóles con las cuitas por que habiá passado,

que por mar e por tierra, tanto habié lazdrado,

mas deque tan bien era de todo escapado,

non daba nul cosa por todo lo passado.

 

—«Señor, dixieron todos, mucho bien has perdido;

«buscando aventuras, mucho mal has sofrido,

«pero todos debemos echarlo en olvido,

«ca eres en grant gracia e en grant prez caído.

 

«El poder de Antioco, que te era contrario;

«a tú se es rendido, a tú es tributario,

«ordenest’ en Pentápolin tu fijo por vicario,

«Tarso e Mitalena tuyas son sin famario.

 

«Desende lo que vale, aduxiste tal reína,

«cual saben los de Tarso, do fue mucho vezina;

«ond’ es nuestra creyença, el cuer nos lo devina,

«que la tu providencia, nunca será mesquina.

 

«Por tu ventura buena, asaz habiés andado,

«por las tierras ajenas, assaz habiés lazdrado,

«desque has la tu cosa puesta en buen estado,

«señor, desaquí débes folgar assegurado.»

 

Respondióles el rey: —«Téngovoslo en grado,

«ca téngome por vos muy bien aconsejado;

«por verdat vos dezir, siéntome muy cansado;

«desaquí adelante, lograr quiero l´ ganado.»

 

Fincó el homne bueno mientre le dio Dios vida,

visco con su mujer vida dulç’ e sabrida;

cuando por ir d’est’ sieglo la hora fue venida,

finó como buen rey, en buena fin complida.

 

Muerto es Apolonio, nos a morir habemos,

por cuanto nos amamos, la fin non olvidemos;

cual aquí fiziéremos, allá tal recibremos;

allá iremos todos, nunca acá saldremos.

 

Lo que aquí dexamos, otrie lo logrará,

lo que nos escusamos por nos non lo dará,

lo que por nos fiziéremos, esso nos uviará,

ca lo que fará otro, tarde nos prestará.

 

Lo que por nuestras almas en vida enduramos,

bien lo querrán alçar los que vivos dexamos;

nos por los que son muertos, las raciones damos:

nos darán más por nos, desque muertos seyamos.

 

Los homnes con envidia perdemos los sentidos,

echamos el bien fecho, tras cuestas, en olvidos,

guardamos para otrie, non nos serán gradidos;

el haber habrá otrie, iremos escarnidos.

 

Destajemos palabra, razón non alonguemos,

pocos serán los días que aquí moraremos;

cuando d’aquí saldremos, ¿qué ropa levaremos,

si vamos al convivio de Dios en que creyemos?

 

El Señor que los vientos e la mar ha por mandar,

Él nos dé la su gracia e nos deñe guiar,

nos dexe tales cosas comedir e obrar

que por la su merced podamos escapar:

 

El que hobiere seso responda e diga Amen.

Amen.

 

 

 
   
   
   
   
   
   
   

( Nota: No disponemos de datos paleográficos sobre el texto.)
 

GONZALO DE BERCEO

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