Biblioteca Gonzalo de Berceo Martirio de Santiago,Juan Fernández Navarrete "el Mudo",nacido en Logroño en el siglo XVI.  

PEREGRINANDO A SANTIAGO DE COMPOSTELA

 

 

El viaje de San Francisco de Asís a España no es una simple tradición venerable, sino un hecho histórico, explícitamente consignado por el primero y más autorizado de los biógrafos del Santo, Fr. Tomás de Celano, en la Vita prima y en su Tractatus de miraculis (1), y firmemente asentado por la autoridad indiscutible del Seráfico Doctor San Buenaventura, que tuvo a su disposición testimonios, no sólo de «los tres compañeros», sino de muchos otros testigos (2), y enriquecido con detalles apreciables por los cronistas y hagiógráfos del siglo XIV, particularmente por los autores del Speculum vitae Beati Francíscí, Actus Beati Francíscí y Fioretti, y por Fr. Arnaldo de Seranno, Ministro Provincial de Aquitania, en su Chronica XXIV Generalium , redactada hacia 1370, y por Fr. Bartolomé de Pisa, en su obra De conformitatibus, que se escribió entre 1385 y 1390 (3).

El acontecimiento puede localizarse entre mayo de 1213 y noviembre de 1215, pues consta que el Seráfico Patriarca se encontraba aún en la Romagna en la primera de estas fechas, y en la segunda, tenía que estar ya de regreso para asistir al Concilio Lateranense IV. No puede precisarse, en cambio, la duración de su permanencia dentro de los límites de España, aunque no parece poder acortarse mucho, ya que fue en España donde, según San Buenaventura, le sobrevino una enfermedad gravísima -que no suele curarse en poco tiempo- y son muchos los conventos que reclaman el honor de haber sido fundados por el mismo San Francisco. 

 

 

Se trata sin duda de tradiciones que no deben aprobarse sin más fundamento histórico, pero que tampoco pueden rechazarse de plano, puesto que casi al día siguiente del paso del Doverello camino de Santiago, se ven surgir por todas partes, a lo largo de la ruta de los peregrinos y en sus ramificaciones más inmediatas, conventos de este género que pretenden ser fundaciones de él y que en realidad presentan a veces rastros documentales contemporáneos. Así, una cédula del Consejo de la ciudad de Vitoria, datada el 8 de diciembre de 1236 - sólo diez años después de la muerte de San Francisco-, supone ya existente, no se precisa desde cuántos años antes, el convento e iglesia de los «Frailes Menores» de la capital alavesa (4).

Respecto al sitio por dónde se realizó la entrada de San Francisco en nuestra patria, hay una rara conformidad de opinión entre los historiadores; pues, mientras en otros casos parecidos se muItiplican los argumentos por los que cada parte afectada trata de reivindicar para sí glorias reclamadas por las entidades rivales, en este caso señalan el itinerario Jaca-Rocaforte, no sólo los cronistas locales de Burgos o Navarra, sino también los cronistas generales, como Fr. Damián Cornejo, y el analista Fr. Lucas Waddingo, aunque no faltan escritores catalanes que, fundados en el P. ColI, cuya Crónica salió a luz en 1738, prefieren el itinerario Perpiñán-Barcelona (5). Por lo demás, de los estudios que se han hecho acerca de las peregrinaciones a Santiago se deduce que las rutas normales más frecuentadas por los romeros procedentes del Norte de Europa pasaban ya por Tours-Poitiers-Burdeos, ya por Vezelay-Bourges-Limoges-Perigueux, ya por Le Puy-Conques-Moissac, para venir a juntarse poco antes de Roncesvalles y llegar por Pamplona a Puente la Reina; mientras que los peregrinos meridionales, particularmente los de Italia, pasaban por Arlés y Toulouse a Jaca y a Sangüesa y Rocafuerte, para unirse luego en Puente la Reina con los septentrionales.

Un monumento de primer orden

Un punto que interesa tener en cuenta en este estudio es que ninguna de las fundaciones atribuidas a San Francisco se llevó a cabo en el camino de ida - fuera de Rocafuerte-, puesto que, según las fuentes que relatan la peregrinación del Santo a Compostela, en aquel tiempo los frailes no tenían aún casas fijas -«quando erant pauci fratres et adhuc non essent capta loca», y fue en Santiago, mientras oraba allí el Seráfico Patriarca, donde se le reveló que debía extender su Orden por todo el mundo -quod caperet loca per mundum-, y sólo «desde entonces», por lo tanto al regreso, comenzó el Santo a fundar conventos -«ex tunc, ex divino imperio coepit loca capere circumquaque»- (6). San Francisco se detuvo en Rocaforte a la ida, allí dejó a Fr. Bernardo de Quintabal, cuidando a un enfermo, sin intención de fundar convento; pero al regreso la morada interina de Fr. Bernardo en Rocaforte quedó sin más convertida en fundación fija; por lo que bien puede calificarse el eremitorio u oratorio de Rocaforte de monumento histórico-religioso de primer orden en el camino de Santiago, ya que se trata de una de las primeras fundaciones franciscanas, no sólo en España, sino en todo el mundo, como llevada a cabo en una época en que los frailes, abandonando el tugurio de Rivotorto, consideraban la Porciúncula, cedida por los Benedictinos de Subiaco, como única morada fija quizá de la fraternidad Incipiente.

Es preciso no perder de vista esté perspectiva, sin la cual no sería fácil interpretar rectamente las tradiciones fundamentales de que se hacen eco los cronistas. Del convento de Logroño, por ejemplo, nos dice Fr. Francisco de Gonzaga en 1587, que es el primero de cuantos San Francisco fundó en España: «primus eorum omnium quos ipse Pater apud Hispanos erexit», el primero de todos cuantos erigió nuestro Padre en España. Y los cronistas locales, especialmente Fr. Manuel Garay, completan la noticia observando que San Francisco al ir a Santiago, se hospedó en casa del Capitán Medrano, y que éste le ofreció casa y terrenos para fundar, y que el Santo fue primero a Burgos para recabar la licencia oportuna del rey de Castilla y volvió luego a realizar la obra (7). Se nos ocurre advertir que Burgos estaba un poco lejos para semejantes idas y venidas, y que resultaba inverosímil, y aún algo ridículo, dada la sicología del Santo, que anduviera gestionando reales cédulas para dejar unos pocos frailes sirviendo a Dios al amparo de una leprosería o de una ermita abandonada. En cambio, todo corre sin tropiezo si recordamos que Burgos es una etapa del camino para quienes peregrinan de Logroño a Sahagún rumbo a Compostela. Entendamos, pues, la antigua tradición, avalorada por detalles como el del nombre concreto del Capitán Medrano, en el sentido de que el Seráfico Patriarca se hospedó en casa del Capitán Medrano en su camino de ida, cuando aún no tenía intención de fundar conventos, y que siguió luego por Burgos, Tardajos, Hornillos del Camino, Castrojeriz, Frómista y Carrión, a Sahagún y Compostela, y que al regreso, al volver a Logroño, pasando quizá otra vez por Burgos, aceptó de modo definitivo el piadoso ofrecimiento del Capitán Medrano para fundar allí el convento que Gonzaga considera como el primero de España, por suponerlo iniciado a la ida del Santo, aunque desde este punto de vista fuera anterior el oratorio de Rocaforte, no destacado por Gonzaga, porque en su tiempo no era sino un apéndice o una casa filial del convento de San Francisco de Sangüesa.

No es el Capitán Medrano el único nombre concreto que se menciona en las antiguas memorias; la fundación de Santa María de los Ángeles de Tudela se relaciona asimismo con un nombre, con el piadoso navarro, devoto de San Francisco, Pedro Martínez de Veraiz, que figura también en documentos extraños a la Orden, en Tudela, hacia 1213. Son nombres de personas bien determinadas, que sirven de apoyo a las tradiciones primitivas. Pero tratándose de Tudela, no resulta fácil suponer que San Francisco se hospedara en casa de Pedro Martínez Veraiz, a la ida, como en el caso de Logroño, pues habría de desviarse mucho, ya que Tudela queda muy al Sur de la ruta de Jaca a Sangüesa, y no es fácil que los frailes procedentes de Toulouse-Jaca escogieran el trayecto más largo. Nos inclinamos, pues, a creer que el Poverello, a la ida, no se desvió apenas de la ruta oficial por llegar cuanto antes al término del viaje; mientras que, al regreso, ya sin prisas y con la orden recibida del cielo para fundar conventos por todas parles -«circumquaque»-, por necesidad tuvo que apartarse a veces del camino trillado para llevar a cabo, entre otras posibles, las fundaciones de Vitoria y Pamplona y para seguir su itinerario, bordeando quizá el Arga y el Aragón, hasta el Ebro y pasando por Tudela, hacia Barcelona, Perpiñan, Italia. Pero éstas son meras hipótesis, a las que no queremos dar importancia. Con todo no estará de más que nos detengamos un poco en Logroño, que con Tudela y Rocaforle forma un elocuente triángulo geográfico y ocupa el vértice estratégico de este triángulo que nos puede servir de orientación definitiva en el trazado más probable del itinerario de San Francisco en su peregrinación de ida y vuelta al Sepulcro de Santiago.

 

El Caballero Veraiz y el Capitán Medrano

Veamos lo que nos dice sobre Logroño, en el capítulo IV del libro I de su «Compendio Chronológico» el P. Fr. Manuel Garay, que tan al detalle conocía los documentos del archivo provincial de Burgos, como lo demuestra el excelente catálogo que de ellos hizo.

Entró el Santo en la ciudad de Logroño ... -escribe el diligente cronista, y sigue-. Es la ciudad primera para entrar en Castilla viniendo de Navarra... A la entrada de N.S.P.S. Francisco en esta ciudad se conmovió aquel pueblo devoto con el exemplo del Santo ... A todos robaba los ojos, pero los del Santo Patriarca se iban a los pobres y enfermos, entrándose por los hospitales para llenarlos de consuelos e inundarlos de prodigios. Sabido es el que aquí obró con el hijo del Capitán Medrano,el cual, hallándose ... en las fauces de la muerte, fue restituido a salud perfecta por intercesión del Santo ... En esta ocasión, dicen unos, estar ausente el Capitán Medrano padre del favorecido joven; pero, extendiéndose la fama de este milagro por toda aquella tierra, le encontró luego al Capitán Medrano Ia noticia, la cual le hizo venir a su Casa con presteza ... Así lo executó; y, encontrando al Santo Patriarca en Logroño ... y deseoso de que en aquella ciudad fundase convento de su Orden, le ofreció para ello su torre, casa del Vado y huerta junto al río Ebro. Aceptó el Santo con religiosa gratificación la generosa oferta del Capitán, y, reconocido el sitio, le pareció conveniente para fundar allí convento. Para este fin le dexó al Capitán Medrano encargadas algunas instrucciones con las cuales estuviesen adelantadas las cosas concernientes a la fábrica, entre tanto que pasaba a Burgos, corte de Castilla, a lograr del rey para la fundación la licencia».

Hasta aquí el cronista. Pero ya sabemos que en realidad San Francisco no debió de ir a Burgos a solicitar inverosímiles licencias reales, sino para proseguir su peregrinación compostelana. Lo que ocurrió al regreso, nos lo cuenta el cronista en el capítulo V, del que extractamos algunos párrafos.

«Entró en Logroño N.S.P.P, Francisco, renovando en aquella antigua ciudad y aumentando en sus nobilísimos ciudadanos la veneración con las noticias de la fundación de Burgos -que entre tanto se había llevado a cabo- y favores recibidos del rey don Alonso, con la licencia de fundar en sus dominios. Llegó al sitio que le ofreció el Capitán Medrano, y en el modo que le tenían dispuesto le recibió el Santo, quien con la brevedad que pudo le dispuso para darle la formalidad de convento, como lo hizo, dándole asimismo la gloria de que se venerase en los futuros siglos como especial fundación suya .... Edificado el convento conforme a la pobreza que amaba tanto N.S.P.S. Francisco, éste quedó por fundador en lo espiritual, y por Patrono el dicho Capitán Medrano».

Es lo cierto que en los siglos XVI y XVII el caballero Medrano tenía aún su enterramiento en la capilla mayor de San Francisco de Logroño según las crónicas de Gonzaga, Waddingo y Cornejo, y los descendientes del Capitán Medrano eran los Patronos del Convento y de la iglesia con los derechos correspondientes. Se trata, pues, de personajes históricos bien documentados. Se hace mención del convento de Logroño en el testamento del rey don Teobaldo de Navarra, otorgado en Túnez, en 1270, con ocasión de la Cruzada en que acompañó al rey San Luis de Francia. Don Teobaldo lega a los Frailes Menores de Logroño cien sueldos de limosna.

Por lo que hace al convento de Santa María de los Ángeles de Tudela, ya Waddingo hizo notar que San Francisco lo fundó al regreso de Compostela y no a la ida, «ut quidam volunt». Y por este cauce discurre también Fr. Manuel Garay, al asentar que el Seráfico Patriarca se vio en Tudela con Sancho el Fuerte, después de la batalla de las Navas de Tolosa, 1212, «por cuanto a fines del referido año estaba ya -de retorno- en el Piamonte, saludando alegre su amada patria, después de haber corrido desde el reino de Navarrra, por el reino de Aragón y principado de Cataluña, encontrando, de su peregrinación en España, el último vestigio en Perpiñán, cuyo convento se tiene por fundación del Santo». Y al historiar la fundación, concreta que «el sitio donde fundó en esta ciudad es donde está hoy el hospital (en 1742), fuera de los muros». Y sigue: «Este sitio es tradición constante que le dieron los muy ilustres caballeros Veraices, en cuya casa se hospedó el Santo. Estos edificaron la primitiva iglesia. Estos mantienen con la estimación la memoria de la gratitud del Seráfico Patriarca, que les ofreció en nombre del Altísimo la continua sucesión, la cual se conserva siempre. El título que le dio a la iglesia de este convento N.P.S. Francisco ... fue el de Santa María de los Ángeles. Otra memoria dexó el Seráfico Patriarca en perpetuo recuerdo de su presencia, santidad y gratitud. Es una fuente que llaman de San Francisco. Está fuera de la ciudad, y es inmemorial tradición que le echó su bendición el Santo, con la cual quedó su agua de tan buenas cualidades, que ha sido desde aquel tiempo remedio de muchas calenturas». Y Fr. Manuel Garay termina su relato copiando la redondilla que «la devoción festiva» puso en el frontispicio de la fuente y que trascriben igualmente los cronistas Hernáez de la Torre y Sáenz de Arquiñigo:

 

Porque Moisés tocó un risco
agua dio, que a un pueblo cura;
y ésta, sana calentura,

porque la tocó Francisco.

 

Pero volvamos ya a Rocaforte, cuyos origines franciscanos creemos que gozan de un apoyo documental más firme y sólido que las demás tradiciones relativas a la intervención personal del Santo en la fundación de los respectivos conventos (8).

 

Un capitulo de las Florecillas

Desde luego la tradición de la presencia de San Francisco en el oratorio de San Bartolomé de Rocaforte está bien documentada en las viejas crónicas franciscanas. Para la reconstrucción completa de un itinerario por esta parte de España, tenemos otro puntal firme en Logroño con los datos relativos a la intervención del Capitán Medrano y a la fundación «iniciada» por San Francisco, de algún modo, durante el viaje de ida y completada al regreso de Santiago, pudiendo por lo mismo el convento de Logroño, no quizá absolutamente pero sí en cierto sentido, considerarse como el primero de los fundados por el Serafín Llagado en España. Ahora bien, sobre los puntales de Rocaforte y Logroño, el camino de Santiago recorrido por San Francisco pasa normalmente por Obanos, Puente la Reina, Estella, Los Arcos, Viana, Logroño, ViIlarroya, Nájera, Santo Domingo de la Calzada, Redecilla del Camino, Belorado, Villafranca de Oca, Atapuerca, Burgos, etc.

Para subir al oratorio de San Bartolomé de Rocaforte, San Francisco tuvo necesidad de desviarse un poco de la ruta; pero esta desviación está totalmente de acuerdo con la sicología del Poverello, que recuerda con añoranza en su «Testamento», cómo en los principios de la Orden -en la época que nos interesa - él y sus frailes veneraban con devoción sobre todo las iglesias y ermitas abandonadas, diciendo desde lejos «Adorá-

moste, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas tus iglesias que hay en toda la tierra, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo», y cómo se detenían de buen grado «in ecclesiis pauperculis et derelictis» (9). Al divisar, pues, a lo lejos, desde su camino, el oratorio aislado de Rocaforle, San Francisco sintió ansias de acercarse a él y de detenerse un poco y descansar a su arrimo. Y luego, siguió su ruta por la Rioja, consagrando especialmente con su presencia y con una fundación franciscana, que bien puede ser considerada como la primera de España, según el Rvdmo. Gonzaga, la ilustre ciudad de Logroño.

 

 

 

NOTAS

(1) El testimonio de Celano es tanto más valioso cuanto que no se ocupa directamente del hecho, sino que lo supone conocido y sólo de paso lo consigna, para localizar en su contexto otros acontecimientos. «Curo iam ivisset versus Hispaniam», escribe en «Vita prima», -Mientras caminaba ya rumbo a España» (Véase «Analecta Franciscana», III, 9 nota 6). No sé cómo hay quien pretenda deducir de este inciso que San Francisco fue hacia España, - pero que no llegó a España"; pues en este lugar Celano no afirma, pero tampoco niega, que San Francisco llegara a España. Que realmente llegó lo sabemos por otros textos «De Hispania regrediens», escribe el mismo Celano en otro lugar, en la obra «Tractatus de miraculis»: «Al volver de España San Francisco». Celano es, pues, uno de los biógrafos que consignan ya documentalmente el viaje de San Francisco a España.

(2) De la «Legenda Maiar» de San Buenaventura es el siguiente texto: «Cum iam usque in Hispaniam pervenisset ... gravissima ei supervenit infirmitas, qua praepeditus, quod cupiebat adimplere nequivit». Lo cual se traduce: «Habiendo llegado a España el Santo, sobrevínole una muy grave enfermedad, que le impidió llevar a cabo lo que deseaba», es decir, pasar a tierra de moros para conseguir el martirio predicando el Evangelio a los mulsumanes.

(3) Los textos de las obras de Fr. Arnaldo de Seranno y Fr. Bartolomé de Pisa que hacen a nuestro caso, pueden verse en «Analecta Franciscana», III, pp. VII - VIll y 38 y IV, pp. 182 y 480.

(4) Véase el documento íntegro en D. Fr. Juan López, Crónicas de Nuestro Padre Santo Domingo, Valladolid, 1613, P. III, lib. I, cap. 77; y en Atanasío López, O. F. M., La Provincia de España de los Frailes Menores, Santiago, .1915, 171. El «paramiento que faze el Concejo de Vitoría con D. Fr. Nicolás, Ministro de la Orden de los Fraires Menores», para que nadie sea osado a fazer fuerza «en la casa de los Fraires Menores que es en Vitoria», está fechado «mense decembri, ocho días andados, anno Domini 1236». Confer Juan Ruiz Larrínaga, OFM, en «El Eco Franciscano>, 1911, 164 y 236-240.

(5) Jaime ColI, OFM, Chronica Seráfica de la Santa Provincia d~ Cathaluña, Barcelona, 1738. Le siguen Ramón Baldú, OFM, en «Revista Franciscana», IX; y Jerónimo Aguillo, OFM, La Provincia Seráfica de Cataluña, Barcelona, 1902

(6) Véase Actus Beati Francisci, edición Sabatier, París 1902, cap. III y Florecillas, cap. 4; aunque las traducciones corrientes no siempre dan con exactitud el valor de los términos "ibi» (allf le fue revelado) y «ex tunc» (desde entonces comenzó a fundar conventos por todas partes).

(7) Fr. Manuel Garay, Compendio Chronológico, Pamplona 1742, capítulos IV y V, pp. 18-19 Y 28-29. Véase también AlA, 447 y Atanasio López, La Provincia de España, 173. Para Tudela, Garay, op. cit., 32-34, AlA, I 445-446; Atanasio López, La Provincia de España, 174.

(8) También en la tradición relativa a Tarazona se cita a un personaje con su apellido, a saber, a un canónigo de -la familia de los Vierlas», a quien el Santo habría recibido en la Orden y se habla además de un ermitaño que le habría dado hospitalidad y de una familia labradora que le habría dado solar para edificar el convento.

«Novimus Sanctum in Hispania fuisse -concluyen prudentemente los Bolandistas, sin aflojar un punto de su acostumbrado rigor critico ac ommino credimus ... , nec reiicimus traditionem populorum qui existimant sese a Sancto Francisco praesentia sua honoratos fuisse, nec denique negamus aliquot ab illo tunc ibidem monasteria fundata ... Haec, inquam, omnino non negamus, sed neque singula confirmare possumus». («Acta SS.» octobr. n, 517 a). Nosotros tratamos aqui de «confirmar» y «concretar» un poco lo relativo a la Rioja.

(9) Sobre el oratorio de Rocaforte. pueden verse los siguientes autores: Moret, «Anales del reino de Navarra», III, 326; A. López,«La Provincia de España», 175, 344-345; Gonzaga, «De origine seraphicae religionis» , 1004; Wadding, «Annales., V, 480 - 481, n. XIV; M. Garay, «Compendio Chronológico», 1742,3-II; PP. Hernáez de la Torre y Sáenz de Arquiñigo, «Chronica», lib. I. caps. II y III, etc.

 

 

SAN FRANCISCO DE ASÍS EN LA RIOJA
FR. IGNACIO OMAECHEVARRÍA

BERCEO,NÚM. LXV
IER
LOGROÑO, 1962

 

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