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GLOSAS EMILIANENSES (presentación en formato PowerPoint) | |||||||||
Conceptos previos ────────────────────────────────────── causatividad, estructura biactancial, estructura monoactancial, acusatividad y ergatividad según la teoría tradicional. ──────────────────────────────────────
Dado que las lenguas ergativas, según definición, tratan igual S y P, en la coordinación resultante podría elidirse S en el 2º miembro pues ha sido mencionado previamente desempeñando la misma función sintáctica (P): Luis-k Ana encontró y huyó (Ana). Nótese que en español el único elemento que se podría sobreentender ahí es Luis, y en las lenguas ergativas Ana. Pues bien, lo esperable sería este comportamiento, pero no se produce (salvo excepciones que tienen otra explicación en la que no vamos a entrar). La ergatividad sintáctica, según los teóricos, es una rareza tipológica. De hecho el euskera no tiene ergatividad sintáctica. Esta asimetría lo que demuestra es que no hay equivalencia de funciones S y P en las lenguas ergativas, en ningún plano, y que no son procedentes afirmaciones como que las lenguas ergativas tratan igual, identifican o confunden ambas funciones. Algo falla en el planteamiento de la ergatividad. | |||||||||
Los dos testimonios oracionales más antiguos de la lengua vasca se encuentran glosando parte de estas dos secuencias latinas pasivas:
En este documento hay otras glosas en romance que traducen estructuras pasivas latinas, pero lo que diferencia las glosas euskeras de las glosas romances es que las euskeras glosan estructuras pasivas latinas con un P animado, mientras que las estructuras latinas pasivas con P inanimado se glosan en romance. Fijémonos en los dos ejemplos anteriores: 1. [Nos alegramos…] porque se nos ha permitido encontraros salvos (literalmente: nosotros hemos sido permitidos por alguien encontraros salvos, con un P animado, nosotros, aunque sin A expreso pero implícito). 2. [Temo…] que nosotros seamos precipitados al infierno por alguien, también con un P animado, nosotros, y con un A no expresado pero implícito. Aunque son sólo dos casos no cabe azar en esta distribución complementaria. La elección condicionada de una lengua ergativa como el euskera para glosar estructuras pasivas latinas con P animado y A animado implícito tiene mucho que decir sobre cuestiones como ergatividad y causatividad, íntimamente relacionadas según muchos autores. En principio esta elección podría ser sintomática de cierta equivalencia pasividad-ergatividad, teoría que fue de las primeras que se usaron para intentar comprender las poco frecuentes lenguas ergativas. Un poco más adelante veremos que no es sostenible. Primero fijémonos en que el P de la pasiva latina (nosotros) pasa a tener marca de ergatividad en la glosa vasca “guec-P ajutu eç dugu” (glosa 2). Según la idea tradicional esta función marcada de la biactancial euskera sería A (recordemos que la marca indicaría agente). A todas luces no es posible defender que ese nosotros, “guec”, sea un agente en la biactancial euskera de la glosa, aunque en euskera actual sí lo sea. No se está diciendo que nosotros hacemos algo, sino que alguien nos hace algo a nosotros (P) o alguien hace que nosotros... (causatividad). Y esto es incuestionable porque sabemos el significado exacto de la oración gracias al texto en latín. ***Guec es forma pronominal = nosotros, con marca de ergativo plural, y dugu es un auxiliar que contiene la siguiente información: la oración es biactancial, un actante es nosotros y otro una tercera persona del singular. Por tanto no es glosa aplicable, como se ha dicho alguna vez, a “non nobis sufficit” (esto no nos basta, monoactancial con un nobis dativo, no P). Lo mismo en la primera glosa, donde incluso se ha argumentado que “içioq dugu” estaba por “gaudeamus”: el tipo de auxiliar implica una biactancial que no satisface la monoactancial gaudeamus, y está sin duda por meruimur (nosotros hemos sido permitidos por alguien), pues dugu supone un nosotros y una 3ª persona del singular. En este sentido defiendo la idea mayoritaria de identificar las glosas con meruimur y precipitemur. Cabe señalar que para el caso de meruimur además hay la misma llamada en el texto y en la glosa, de forma que no es posible negar lo evidente. Y para el caso de precipitemur la glosa euskera se encuentra próxima y parece que explicando la romance “nos non kaigamus” (precipitemur): como se puede observar la frase romance no consigue marcar satisfactoriamente “nos” como P, y se hace necesaria la precisión de la glosa euskera, entendiendo “guec” como P, en consonancia con la función que desempeña en latín. Además ambas glosas, la romance y la euskera, repiten el mismo error de considerar negativo el texto latino debido a la presencia de la partícula “ne” que es malinterpretada como negativa: timeo ne, ¿cómo es posible que teman no precipitarse al infierno?, se trata de un error frecuente que no tengo en cuenta en esta presentación, la romance usa non y la euskera eç, pero pasémoslo por alto para la comprensión del significado. Guiándonos por la equivalencia entre la oración latina y la glosa vasca podemos afirmar que el euskera en contextos biactanciales con ambos actantes animados marcaba aquel actante que se concebía como no agente (paciente) de la acción, y que había un agente último que no se especificaba o permanecía implícito. Este sistema de marcas no era aplicable a los casos de biactanciales con pacientes inanimados, lo sabemos porque estos casos se glosan en romance. Por el carácter inanimado de uno de los actantes se identificaba su función P fácilmente, incluso podríamos aventurar que la construcción euskera causativa no sería pertinente o necesaria en estos casos, no existía probablemente en el s. X. Hoy en euskera “guec ajutu eç dugu”, independientemente del significado que se le atribuya al verbo ajutu, se entiende como que nosotros somos el agente, cuando queda claro por el equivalente latino que su función era P. Estamos, por tanto, ante una construcción desaparecida. Su existencia únicamente era posible si aún no se había formado el valor actual de las construcciones ergativas en las que se entiende el caso marcado como A. Es decir, dado que esta estructura en el siglo X no podía sustentar dos valores (principio de distintividad), debemos deducir de su mera existencia que el caso ergativo con valor A aún no existía. La extensión de las marcas a todos los casos de biactanciales y un cambio en la función son fenómenos posteriores que habrá que explicar, son, a su vez, causa de la desaparición de la primitiva estructura causativa, pues según el principio de distintividad a una estructura sólo le corresponde un valor. La precisión de la glosa “guec ajutu eç dugu” tiene un valor causativo: alguien ayuda o provoca que nosotros… Hay, pues, relación entre la ergatividad y la causatividad tal como apunta la GGT: los verbos ergativos son lo contrario que en la hipótesis tradicional, construcciones con un único actante que no es agente de la acción y padece el proceso sin que se mencione el causante real (Mendikoetxea). Aunque aclarando que no son construcciones con un único participante, tienen o tenían dos actantes (dugu supone dos) estando implícito el A y presente el P con marca. Parece que en la base de la estructura ergativa del euskera hay una estructura causativa (Alguien hizo que nos arrojásemos) que comienza marcando el P animado para distinguirlo del A animado causativo. La marca de P pudo adquirir el valor agentivo actual cuando la acción verbal empieza a ser vista asumiendo la parte de responsabilidad de P, sin achacarla totalmente a ese A implícito que parece mera fórmula de impersonalización o de “externalización” de la acción. Podríamos aventurar un proceso como el siguiente: el actante marcado se convierte en A, la marca de A se extiende por analogía a todo el paradigma para las biactanciales, y el valor P del actante marcado desaparece. En los auxiliares la concordancia sigue reflejándose pero invertida: dugu se entiende como nosotros (A) + lo (P) cuando antes era a nosotros (P) + él (A). Otra forma de explicar el cambio de funciones sería considerar un paso intermedio “tematización”: el actante marcado P pasa a considerarse TEMA desde un punto de vista sintáctico extraoracional; su situación extraoracional posibilita el cambio de función. En conclusión, es conveniente una actualización del concepto de ergatividad: es muy probable que el mecanismo desencadenante de la ergatividad (tal como supone la GGT) haya sido la causatividad. A lo que habrá que añadir: en contextos biactanciales con ambos actantes animados, lo que sugiere un sistema neutro previo (funciones sin marca) y una clasificación arcaica en animados / inanimados capaces de desempeñar unívocamente los papeles de A y P.
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