Glosas a Gonzalo de
Berceo
De Ramón Pérez de
Ayala LA PAZ DEL SENDERO Con sayal de amarguras, de la vida romero, topé, tras luenga andanza, con la paz de un sendero. Fenecía del día el resplandor postrero. En la cima de un álamo sollozaba un jilguero. No hubo en lugar de tierra la paz que allí reinaba. Parecia que Dios en el campo moraba, y los sones del pájaro que en lo verde cantaba morían con la esquila que a lo lejos temblaba. La flor de madreselva, nacida entre bardales, vertía en el crepúsculo olores celestiales ; víanse blancos brotes de silvestres rosales y en el cielo las copas de los álamos reales. Y como de la esquila se iba mezclando el son al canto del jilguero, mi pobre corazón sintió como una lluvia buena, de la emoción. Entonces, a mi vera, vi un hermoso garzón. Este garzón venia conduciendo el ganado, y este ganado era por seis vacas formado, lucidas todas ellas, de pelo colorado, y la repleta ubre de pezón sonrosado. Dijo el garzón: -¡ Dios guarde al señor forastero ! -Yo nací en esta tierra, morir en ella quiero, rapaz. -Que Dios le guarde. -Perdiose en el sendero... En la cima del álamo sollozaba el jilguero. Sentí en la misma entraña algo que fenecía, y queda y dulcemente otro algo que nacia. En la paz del sendero se anegó el alma mía, y de emoción no osó llorar. Atardecía |
|
De Rubén Darío, en Prosas Profanas
A MAESTRE GONZALO DE
BERCEO |
De Manuel Machado, en Alma, Museo, Los
cantares RETABLO Ya están ambos a diestra del Padre deseado, los dos santos varones, el chantre y el cantado, el Grant Santo Domingo de Silos venerado y el Maestre Gonzalo de Berceo nommado. Yo veo al Santo como en la sabida prosa fecha en nombre de Christo y de la Gloriosa : la color amariella, la marcha fatigosa, el cabello tirado, la frente luminosa... Y a su lado el poeta, romeo peregrino, sonríe a los de ahora que andamos el camino, y el galardón nos muestra de su claro destino : una palma de gloria y un vaso de buen vino. |
De Antonio Machado, en Poesías
completas: MIS POETAS El primero es Gonzalo de Berceo llamado, Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino, que yendo en romería acaeció en un prado, ya quien los sabios pintan copiando un pergamino. Trovó a Santo Domingo, trovó a Santa Maria. y a San Millán, ya San Lorenzo y Santa Oria. y dijo: mi dictado non es de juglaría ; escrito lo tenemos ; es verdadera hÍstoria. Su verso es dulce y grave; monótonas hileras de chopos invernales, en donde nada brilla ; renglones como surcos en pardas sementeras, y lejos, las montañas azules de Castilla. El nos cuenta el repaire del romeo cansado ; leyendo en santorales y libros de oración, copiando historias viejas, nos dice su dictado, mientras le sale afuera la luz del corazón. |
Las Tres Cantigas de Miguel D´Ors |
A Nuestra Señora de Enrique García-Máiquez |