DE LAS PERSONAS
INSIGNES
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Doña Iñiga, que heredó el estado de Cantabria, casó con el infante Don Zuria, que quiere decir blanco en lengua cántabra, y si bien no tuvieron hijos, nuestra Doña Iñiga, señora propietaria, los vizcaínos le alzaron por señor del año de 870 debajo del árbol de Guernica, donde acostumbraba hacer sus juntas, y le casaron D. Dalda, hija de Don Sancho Esteguiz Hortúñez, señor de Tavira de Durango. |
CAPITULO IV
DE LAS PERSONAS INSIGNES EN LETRAS Y ARMAS NATURALES DE LA CIUDAD DE NAGERA, QUE HAN FLORECIDO EN DIVERSOS TIEMPOS. Y DE LA ESTIMA QUE BURGOS Y OTRAS CIUDADES DE CASTILLA HAN HECHO SIEMPRE DE LA DE NAGERA CONFEDERANDOSE Y HACIENDO HERMANDAD EN MUCHAS OCASIONES CON ELLA
Tres cosas entre otras me necesitan a dar aquí relación difusa de la familia ilustre de los López de Haro, señores de Vicaya: una es haber sido casi todos grandes bienhechores del monasterio de Santa María la Real de la ciudad de Nagera, como se dirá en el cap. 7. La segunda es haberle elegido todos ellos por su entierro, donde se ven sus sepulcros dentro o cerca de las capillas reales de dicho real monasterio, de que daré cuenta en el cap. 17. La tercera y más urgente es para satisfacer al intento de este cap° pues constando en el del tiempo en que hicieron asiento y dieron vecindad de la ciudad de Nagera, teniendo allí su corte, a que dió principio el conde Don Lope Díaz de Nagera nono señor de Vizcaya, reinando el emperador de las Españas Don Alonso por los años de mil y ciento y veinte y cinco, quedará averiguado los muchos capitanes y grandes soldados, que esta ciudad ha dado a España.
El origen de esta familia y la ocasión en que entró en el señorío de Vizcaya, según lo que más acertadamente han escrito, se deduce en esta forma. En la infelice y funesta batalla que Don Rodrigo, último rey godo, dió a los moros, que habían pasado de Africa por los años de setecientos y catorce, entre otros muchos caballeros murió uno muy principal del ilustrísimo linaje de los duques de Cantabria llamado Andeca, dejando sólo un hijo que se decía Hedón. Este casó con una señora francesa heredera del ducado de Guiana, con quien hubo aquel estado y tuvo en ella tres hijos y dos hijas. El mayor de los hijos se llamó Aznar , el segundo Hunuldo y el tercero Vifario. De las hijas la una se llamó Menina o Momerana, que dicen casó con Don Fruela rey de León primero de este nombre por los años de sentencientos y cincuenta y siete; y la otra aunque no dicen como se llamaba, afirman casó con un príncipe caballero godo llamado Muñoz señor de la isla de Cerdeña agora perteneciente a Cataluña.
De este duque Hedón hay gran noticia así en las historias de Francia como en las de España, por haberse hallado en la batalla memorable que dió a los moros Carlos Martel mayordomo mayor y gobernador de Francia en la ciudad de Turs el año de setecientos y treinta, en que murieron de los infieles trescientos y ochenta mil. Murió Hedón tres años después el de 733. Y por dejar a sus hijos de muy tierna edad se apoderó Carlos Martel del estado de Guiana. Sucedióle en el de Cantabria su hijo Aznar , el cual tuvo dos hijos, el mayor se llamó como el abuelo Hedón que le sucedió en el mismo estado por los años de 760, y el segundo se llamó Don Aznar y fue primer condel de Aragón el año de 780. De este Don Hedón fue hijo Don Zeno y le sucedió en el mismo ducado de Cantabria. Este tuvo solas dos hijas, la mayor de ellas, según escribe Lope García de Salazar , se llamó Doña Toda y casó con Don Iñigo Jiménez Arista rey de Navarra por los años de 842 cuyo matrimonio afirma también Zamalloa y le refiere Jerónimo2 Zurita. La segunda se llamó Doña Iñiga, que heredó el estado de Cantabria, casó con el infante Don Zuria, que quiere decir blanco en lengua cántabra, y si bien no tuvieron hijos, nuestra Doña Iñiga, señora propietaria, los vizcaínos le alzaron por señor del año de 870 debajo del árbol de Guernica, donde acostumbraba hacer sus juntas, y le casaron D. Dalda, hija de Don Sancho Esteguiz Hortúñez, señor de Tavira de Durango.
Era este infante Don Zuria hijo de Don Lope, caballero de grande estado en Vizcaya, descendiente -según la general y el conde Don Pedro- de Bermun Laínez hijo de Laín Calvo y de una infanta de Escocia con quien fue casado; en que concuerdan todos los historiadores antiguos y modernos, y así, como a nieto de rey, le llamaron infante.
A este infante Don Zuria ponen todos los historiadores por primer señor de Vizcaya. Tengo por cierto que es por haber sido electo a voluntad por los vizcaínos3 habiendo faltado en Doña Iñiga la de Andeca y de los demás que lo fueron por herencia.
Tuvo este infante Don Zuria en su mujer Doña Dalda un hijo llamado Don Manso López del nombre patronímico de su abuelo, y fue segundo señor de Vizcaya y de Tavira de Durango por su madre, floreció en tiempo del conde Don Gonzalo Núñez de Castilla, de quien fue íntimo amigo.
A Don Manso López sucedió un hijo suyo que se llamó Don Iñigo López Ezquerra por ser izquierdo, que eso significa ezquerra en lengua cántabra y fue tercer señor de Vizcaya de los López.
Tuvo Don Iñigo López Ezquerra un hijo que se llamó el conde Don Lope, que le sucedió y fue cuarto señor de Vizcaya. Hallóse con el conde Fernán González de Castilla en la celebrada batalla de Hacinas con ducientos de a caballo y seis mil peones de Vizcaya, Treviño, Bureba, Castilla la Vieja y montañas. Fue llamado comunmente el conde Don Lope, el Vizcaíno rico de manzanas y pobre de pan y vino3.
Al conde Don Lope sucedió en el señorío de Vizcaya y fue quinto señor de ella un hijo legítimo que tuvo llamado Don Sancho López, si bien tuvo otro bastardo que se llamó como su abuelo Don Iñigo Ezquerra. Vivió muy poco Don Sancho López, porque queriendo apaciguar un alboroto que hubo entre sus vasallos de Alava en Subijana de Morillas fue muerto desgraciadamente, y aunque dejó dos hijos llamados Don Iñigo Sánchez y Don Garcí Sánchez por ser muy niños recibieron los vizcaínos por señor suyo a Don Iñigo Ezquerra, hermano de Don Sancho y fue sexto señor de Vizcaya. Tuvo tres hijos, uno llamado Don Lope Díaz, que le sucedió en el señorío, y Don Garcí Iñiguez, como consta de una escritura a favor del monasterio de San Millán hecha el año 1084, que trae Sandoval4. y en recompensa dió a los hijos de Don Sancho, sus sobrinos, dos lugares y heredamientos en ellos con que viviesen. A Don Iñigo Sánchez dió la villa de Llodio, de quien descienden los de ese apellido, y a Don García Sánchez la de Orozco, que usan por eso en sus armas de los lobos negros en campo de plata y por orla ocho aspas de oro en campo rojo y en medio de todo el escudo una cruz roja con cinco aspas de oro. Hay noticia de estos dos caballeros Don Iñigo Sánchez y Garcí Sánchez en algunos privilegios donde confirman como ricos hombres, en especial en los del Rey Don García el 6° llamado de Nagera por el año de 1043.
A Don Iñigo López Ezquerra el segundo de este nombre sucedió en el señorío su hijo Don Lope Díaz el Rubio, séptimo señor de Vizcaya, fue casado con Doña Tella Díaz o Doña Tecla o Doña Tido, que todos estos nombres se hallan propios de ella en las escrituras, por ventura5 por ser malos lectores los que las copiaron, en quien tuvo a Don Diego López, que le sucedió. y si bien el conde Don Pedro afirma casó con Doña Aldonza hija de Don Trastamiro Albozar , Zamalloa prueba con escrituras6 el casamiento con Don Fido Díaz, en quien tuvo a Don Diego, y consta claramente de otra que trae Sandoval. Tuvo asimismo hijos a Sancho López y a Doña Toda, Don Sancho y Doña Teresa, de quienes hace mención el mismo Don Diego hijo mayor suyo confirmando una escritura y donación, que su madre Doña Tido o Toda hizo en favor de la casa de Sn. Millán el año de 1093. Murió este año7.
Don Diego López, llamado el Blanco, hijo mayor de Don Lope Díaz el Rubio le sucedió en el estado y fue octavo señor de Vizcaya. Casó con una dama llamada Doña Almicena, hija del señor de San Joan del Pie del Puerto de Navarra y en ella tuvo un hijo, que se llamó Don Lopez Díaz. Murió dicho señor Don Diego año 1124. A Don Diego López el Blanco le sucedió su hijo mayor Don Lope Díaz y fue nono señor de Vizcaya. Hallose sin ser llamado en el cerco de Zurita, de lo cual agradecido el rey Don Alonso VII por hacerle a su vasallo, le dió la tenencia de la ciudad de Nagera con título de conde de ella, que era ser capitán y tener a su cuenta así el gobierno de la milicia en tiempo de guerra como en el de paz el de administración de justicia y gobierno político, como la había tenido su antecesor el conde Don García Ordóñez marido de Doña Urraca hija del Rey Don García, a la traza que ahora lo vemos lo hacen los virreyes o gobernadores de Cádiz, de la Coruña y del Principado de Asturias. De este tiempo que fue el año 1130, vivió Don Lope e hizo su asiento con toda su casa y corte en la ciudad de Nagera, dando principio a lo que continuaron todos sus sucesores los Señores de Vizcaya hasta que salió de su casa ese señorío en varonía por morir sin sucesión su rebiznieto el conde Don Lope, que murió en Alfaro como se dirá luego.
Por haber hecho asiento en esta ciudad, le llaman todas las historias Don Lópe Díaz de Nágera, y el arzobispo Don Rodrigo le llama el Conde de Nágera, y hay de él una notable memoria en Nagera, que fue poner en perfección el hospital Real que llaman de la Abadía del emperador Don Alonso, a quien dió principio dicho emperador y el fin y perfección le fue dado por Don Lope, como se dirá más largamente en otra ocasión8. Fue el primero que usó del sobrenombre de Haro de quien se derivó a todos los sucesores. Fue la causa haberle dado dicho señor emperador Don Alonso por juro de heredad para sí y para sus descendientes la villa de Haro, cuatro leguas de la ciudad de Najara, que fue otra nueva causa, porque se arraigó más de propósito en la ciudad de Najara. Casó (según afirma el conde Don Pedro) con Doña Aldonza Rodríguez, hija de Rui Fernández el Calvo, pero más cierto es, según Esteban de Garibay, que casó con Doña Mencia hija del conde Don Arias, en quien tuvo dos hijos y una hija, los hijos fueron Don Diego López de Haro, que le sucedió, y Don Martín López de Haro, la hija fue Doña Urraca López de Haro, reina de León, mujer del rey Don Fernando II de este nombre hijo del emperador Don Alonso.
Hizo Don Lope Díaz de Haro labrar moneda llamada Lobis, por ir esculipidos en ella los dos lobos armas suyas y de sus pasados. Murió en 6 de Mayo año de 1170. Enterrose en Santa María la Real de Najara, a quien acompañaron sus hijos, que por serlo y por haber nacido en Nagera la quisieron honrar con sus cuerpos en muerte como lo habían hecho en vida.
Sucedió a Don Lope Díaz de Haro el de Najara en el señorío de Vizcaya y fue décimo señor de ella Don Diego López de Haro, llamado por sobrenombre el Bueno, alférez mayor de Castilla y general en la santa y célebre batalla de las Navas de Tolosa, dicha comunmente el Triunfo de la Cruz, en la cual habiendo dividido todo el ejército en cuatro escuadrones o batallas, y dado cargo de la diestra a Don Sancho VII de este nombre, rey de Navarra, y al rey Don Pedro I de Aragón de la siniestra, y de la retaguardia al rey Don Alonso de Castilla, dicho señor Don Diego tomó a su cuenta la vanguardia en que él iba con quinientos caballeros de las órdenes y otros muchos ricos hombres y caballeros de Vizcaya, Montañas y Castilla la Vieja, y con los concejos de Madrid, Atienza, Almazán, San Esteban de Gormaz, Ayllón, Cueva Huete y Alarcón. Fue el primero que con gran denuedo enderezó su escuadrón contra los enemigos, y acometiéndo a cuarenta mil árabes, que el Miramamolín había puesto en su vanguardia a caballo armados de lanzas, espadas y adargas, hirió en ellos con tan singular ánimo y esfuerzo que, rompiendo por medio de ellos, los desbarató, y dejando hecho un grande estrago, salió de la otra parte con solos cuarenta caballeros, dando tan señalada muestra de su valor que ninguno de sus enemigos osó llegar donde él andaba.
Este feliz principio fue gran parte para obtener tan insigne victoria, porque envió luego Don Diego un caballero al rey Don Alonso con aviso, que acometiese luego si quería ser vencedor, el cual dió luego orden a Don Gonzalo Ruiz Girón, que fuese con gente a socorrer a Don Diego y él acometió también con toda su gente, y peleando como rey valeroso, haciendo en los moros muy grande destrozo, llegó al palenque o serrallo, rodeado de fuertes cadenas, donde estaba el Miramamolín, y como no hallase ni viese por donde entrase, alargando el conde Don Alvar Núñez de Lara, yerno de Don Diego, que llevaba el estandarte real de Castilla, las riendas al caballo, y dándole de espuelas le hizo dar un salto y entró en el palenque, a quien siguieron luego, haciendo lo mismo, los caballeros castellanos, que iban en guarda del estandarte real, y así fue conquistado y ganado el palenque por aquella parte, y al mismo tiempo le acometió también Don Sancho rey de Navarra y quebrantando y rompiendo las cadenas le entró por otra, y llegando en su socorro el rey Don Pedro de Aragón con su gente sintiendo su valor, los moros comenzaron a enflaquecer, y viéndose quebrantados y acosados por todas partes, sin ser bastante la presencia del Miramamolín, ni poderosas sus amenazas a detenerlos, volviendo las espaldas se pusieron en huida y desampararon a grande priesa el campo, quedando éste y la victoria por los nuestros.
No se mostró Don Diego en esta ocasión menos avisado y prudente en la distribución que hizo de los despojos del vencido campo enemigo, que esforzado y valeroso en vencerle, pues habiendo el rey Don Alonso de Castilla remitídole los distribuyese, conociendo la liberalidad y generoso corazón del rey Don Alonso, dijo: Señor, la partición será en esta forma, todo lo que se hallare dentro del serrallo rodeado de cadenas adjudico a los reyes de Aragón y de Navarra, lo demás que está fuera de él en el campo declaro pertenecer al común del cristiano ejército, de suerte que cada cual se quedará con lo que hubiere alcanzado o pudiere haber, reservando como reservó la honra de la victoria y gloria de haber vencido tantos y tan poderosos enemigos para el rey de Castilla, mi señor. Esta acción fue muy loada así de los reyes como de los demás ricos hombres y caballeros, estimando en mucho, que hubiera hecho Don Diego la partija del despojo con tanto aviso y discreción, que los dejase a todos contentos, y al rey, su señor, tan honrado. Y la ciudad de Nagera puede estar tan gloriosa de haber dado este segundo Marte a España, pues cuando no tuviera más que a Don Diego, pudiera prestar honra a muchas ciudades de ella.
Las armas que hasta Don Diego López de Haro el Bueno desde el infante Don Zuria, hijo de Don Lope, trajeron todos sus pasados fueron los lobos negros en campo de plata por alusión al nombre de Don Lope, padre de Don Zuria, a los cuales acrecentó Don Diego dos corderos sangrientos atravesados en las bocas de los lobos en que están cebados, por la sangre que en esta batalla derramó de los infieles, como si en su presencia fueran flacos corderos .
Fue casado dos veces. La primera con Doña María Díaz de Lara, hija del conde Don Nuño de Lara, según afirma Zamalloa, si bien el conde Don Pedro la llama Doña María Manrique y dice ser hija del conde Don Manrique de Lara9. Tuvo en ella un hijo llamado Don Lope Díaz. Afirma el conde Don Pedro que esta señora Doña María Manrique se le fue como un Herrero. Cuando murió en satisfacción de su culpa, si bien se mandó enterrar en el monasterio de Huerta, pero no en el capítulo donde estaban sus padres, sino fuera de la iglesia a la entrada de ella para que todos hollasen su cuerpo, sobre el cual se puso una lápida de alabastro con su vulto de relieve, donde estuvo hasta los tiempos del emperador Carlos V, el cual pasando por aquel monasterio, y preguntada y sabida la causa de que sepultura tan lustrosa ocupase lugar tan humilde, mandó quitarle de allí y que la pusiesen dentro del capítulo con sus padres diciendo que ya había hecho harta penitencia.
La segunda vez casó Don Diego López de Haro el Bueno con Doña Toda Pérez de Azagra, hija de Don Pedro Rodríguez de Azagra, señor de Albarracín y hermana de Hemán Pérez de Azagra, padre de Don Pedro Femández de Azagra, de quien da relación Jerónimo Zurita en sus Anales10.
Dos hijas tuvo Don Diego en esta señora. La una fue la condesa Doña Urraca Díaz de Cañas, que casó primero con el conde Don Alvar Núñez de Lara, y de segundo matrimonio con Don Rui Díaz Jiménez, señor de los Cameros. La otra fue la condesa Doña María Díaz, mujer del conde Don Gonzalo de Lara.
Murió este gran príncipe en 16 de octubre del año 1214. Este día se hace cada año su memoria con mucha solemnidad y grandeza en el monasterio de Santa María la Real de la ciudad de Nagera donde está enterrado y con él sus hijos, nietos y viznietos, que como todos nacieron, se criaron y vivieron en aquella ciudad, donde tenían sus casas y palacios de asiento, como la ilustraron en vida con sus personas, quisieron también ennoblecerla y honrarla en muerte con sus cenizas.
A Don Diego López de Haro el Bueno sucedió en el estado y señorío de Vizcaya y fue undécimo señor de ella su hijo único varón el conde Don Lope Díaz de Haro, que nació, vivió y tuvo su asiento como su padre también en Nagera. Tan valeroso y de altos pensamientos, que estando su padre al principio, al rompimiento de la batalla referida de las Navas de Tolosa, se escribe le dijo: Señor, haced hoy de forma que no me llamen hijo de traidor. Y Don Diego le respondió: Llamarte han hijo de puta, pero no, hijo de traidor. Aludiendo a la liviandad que de su madre Doña María Manrique se hizo arriba mención .
Fue muy gran caballero en hechos de armas y de gran consejo en las materias de guerra, por lo que le llamaron Don Lope Díaz Cabeza Brava. Y por conocer su valor el santo rey Don Fernando III en ocasión que Don Gonzalo Ibáñez de Novoa, maestre de Calatrava, estaba cercado por los moros en el alcázar de Baeza y se hallaba muy apretado, le envío en su socorro con quinientos caballos infanzones, que se hallaban en su corte, hijos de los ricos hombres e hijos de algo de Castilla, sin poder recibir otras gentes por el aprieto y necesidad referida, el cual partió luego con ellos y entró a su salvo en el alcázar el año de 1229, día de San Andrés Apóstol antes que amaneciese, por la puerta, que en memoria del príncipe llaman hoy la puerta del conde que está en medio de dos torres.
Y como hombre de gran consejo, antes que los moros que estaban en la ciudad se previniesen, haciendo un buen escuadrón de la gente que llevaba y de la que con el maestro de Calatraba estaba, los acometió la misma mañana y haciendo un grandísimo estrago en ellos, hizo desamparar la ciudad, y él se apoderó de ella. Por haber alcanzado esta insigne victoria día de San Andrés este Don Lope Díaz de Haro (fue) el primero que añadió a las armas de su padre, que eran dos lobos cebados, las ocho aspas de oro en campo rojo por orla 11.
Fue muy valido del Rey Santo, y hállase haberle heredado en el Algarbe de Baeza y héchole merced de las villas de Bailén y de Laguardia y de unas casas en Jaén, que hoy son del conde de Villar y de los marqueses de la Guardia sus sucesores por vía de Don Lope el chico o el menor, su hijo.
Casó Don Lope Díaz de Haro con Doña Urraca Alfonso, hija del rey Don Alonso de León, que después fue nono de Castilla, habida en Doña Inés de Mendoza. Tuvo en ella cuatro hijos y dos hijas. Los hijos fueron Don Diego López de Haro, que le sucedió en el estado, Don Sancho López de Haro, Don Lope el chico, a quien dejó por caudillo mayor de Baeza 12 cuando después de haber dejado bien en orden las cosas de ella, llamado del rey se volvió y partió a Castilla. Y el cuarto hijo varón fue Don Alonso López de Haro, padre de Don Juan Alonso de Haro el viejo. Las hijas fueron Doña Berenguella López de Haro, que casó con Don Rodrigo González Girón, que se halló en la conquista de Sevilla acompañando al Rey Santo, y Doña Urraca Díaz de Haro, que casó con Don Fernando de Castro, adelantado de la frontera de Andalucía.
Demás de estos hijos que hubo en Doña Urraca Alfonso, tuvo también otros tres en Doña Toda de Santa Gadea, señora muy noble y principal del linaje de los Salcedos señores de Ayala, que fueron Doña Mencía López de Haro reina de Portugal, mujer del rey Capelo, y a Don Lope Díaz de Haro obispo de Segovia, y a Don Diego López de Salcedo rico hombre de Castilla y muy valeroso y entendido que casó con Doña María Alvarez, hija de Don Alvaro Fernández Potesta.
Todos estos hijos e hijas, excepto don Lope el Chico, se enterraron en Santa María la Real de Najara; porque la reina de León y Doña Berenguela, muertos los maridos, con la afición que tenían a Najara, donde habían nacido y criádose, se vinieron a vivir a ella en los palacios de sus padres y se mandaron enterrar en dicho monasterio, a quien enriquecieron con mil donaciones, de que se dará razón en los capítulos séptimo, diez y seis y diez y siete.
XII Señor de Vizcaya DON DIEGO LOPEZ DE HARO, tercero de este nombre
A Don Lopez Díaz de Haro Cabeza Brava sucedió en el señorío de Vizcaya su hijo mayor Don Diego López de Haro tercero de este nombre, duodécimo señor de ella, muy parecido en el valor a su padre y abuelo. Fue alférez mayor del Rey Santo, a quien sirvió valerosamente en todas las guerras contra moros. Hallóse con el infante Don Alonso en la pacificación del reino de Murcia y con el mismo rey Don Fernando el Santo en la conquista de Sevilla, donde fue después heredado por el rey Don Alonso el Sabio su hijo en el repartimiento que hizo el año de 1253. Tuvo a su protección y como en encomienda la ciudad de Baeza, que conquistó su padre, como consta de una provisión suya despachada a la ciudad de Najara su fecha en la de Santo Domingo de la Calzada cuatro leguas de ella en cuatro de julio del año 1250, cuyo tenor es: De mí, Don Diego López de Haro a todos los homes que esta mi carta vieren saludes. Sabed que yo he recibido en encomienda e en mi manupuesta a todo cuanto quier a la villa de Baeza, e mando e defiendo firmemente así a los cristianos como a los moros, que ningún sea osado de les facer tuerto, ni demás ninguno a ellos e a todas sus cosas, e de guisa lo fagan, e faced que no hayan aquerellas de vos, ca aquel que contra esto ficiere avrie la mía ira, e pechar mie en coto cien mis, e a ellos el daño doblado. La cual tienen en el Archivo de Baeza originalmente con su sello de cera, en el cual está figurado en una parte de él un caballero sobre un caballo, y en la otra, dos lobos cebados, que eran sus armas.
Poco después desavenido este príncipe del rey Don Alonso por el mes de agosto del año 1254 fue a la ciudad de Estella a hacer reverencia el rey Don Jaime de Aragón llamado el Conquistador, acompañado de muchos caballeros y ricos hombres así vizcaínos como castellanos viejos y dió quinientas caballerías, las cuatrocientas en tierras y vasallos, y las ciento en dinero con que le sirviese en la guerra, prometiéndole demás de lo dicho de ayudarle contra el rey Don Alonso de Castilla si le hiciese guerra en su señorío o quisiese quitar alguna tierra de las que por él tenía. Y dicho señor Don Diego hizo al rey pleito homenaje de servirle leal y fielmentel3. De donde poco después se volvió a Najara, donde mandó apercibir lo necesario para ir a los baños de Arnedillo, adonde fue y murió a 4 de octubre del mismo año.
Casó este caballero con Doña Constanza de Moncada, hermana de Don Gastón, según Zurital4, de Don Guillén de Moncada, señor de Bearne, por haber casado con la condesa Gersonda, señora de aquel vizcondado, demás de ser poderoso señor en Cataluña. Tuvo en ella a Don López Díaz de Haro, que entrambos uno en pos de otro le sucedieron en el señorío de Vizcaya.
XIII Señor de Vizcaya DON LOPE DIAZ DE HARO
Quedó de tan poca edad el conde Don Lopez Díaz de Haro por la temprana y poco sazonada muerte de su padre, que le tuvieron en tutela y guarda Don Sancho García de Salcedo y Lope García de Salazar el tercero de este nombre que ganó las estrellas por armas y otros ricos hombres y caballeros, a quienes se lo dejó encargado cuando murió Don Diego López de Haro su padre. Estos caballeros, como refiere Zurital5, el año siguiente que fue el de 1255 llevaron consigo a Don Lope a la ciudad de Estella a dar la obediencia el rey Don Jaime y a suplicarle que confirmase la concordia que había hecho el año antes con Diego López de Haro su padre. El rey se contentó de ello y ellos como tutores de Don Lopez Díaz de Haro en 6 de septiembre de dicho año hicieron solemne juramento delante del rey de seguir y servir al rey de Aragón y hacer que Don Lope guardase lo prometido y que lo jurase siendo mayor de edad, y que el mismo juramento harían todos los caballeros del señorío de Vizcaya.
No duraron mucho estos desabrimientosl6, porque ya Don Lope Díaz de Haro estaba en gracia del rey Don Alonso el año 1269, en que se celebraron en Burgos bodas entre el infante Don Fernando de la Cerda, hijo mayor del rey Don Alonso el Sabio, y Doña Blanca, hijo del rey de Francial7, a las cuales asistió Don Lopez Díaz de Haro señor de Vizcaya con los reyes y demás príncipes que se hallaron, que fueron muchos, y se pudo decir entonces con razón que la corte del rey de Castilla era corte de príncipes, porque se hallaron dos reyes, Don Alonso el Sabio de Castilla padre del novio, y Don Jaime el Conquistador rey de Aragón su abuelo. Asistió también el infante Don Alonso de Molina tío del rey Don Alonso, y los infantes Don Fadrique, Don Manuel y Don Felipe sus hermanos y tíos del velado. Halláronse asímismo el príncipe Don Fernando que se casaba, y los infantes Don Sancho, Don Pedro, Don Juan, Don Jaime sus hermanos. Item asistió a ellas el infante Don Sancho arzobispo de Toledo hijo del rey de Aragón y hermano de la reina de Castilla Doña Violante. Hallóse asímismo el príncipe heredero de Francial8 Don Felipe, que vino a hacer la entrega de su hermana la infanta Doña Blanca hija del rey Luis. Vino también a acompañarla y se halló a las bodas del conde Deu hermano de Joan de Brena rey de Jerusalén, que se instituló emperador de Constantinopla. Y hallóse Eduardo príncipe y sucesor del reino de Inglaterra cuñado del rey Don Alonso el Sabio casado con Doña Leonor infanta de Castilla. y el marqués de Monferrat yerno del rey Don Alonso casado con su hija la infanta Doña Beatriz. Y los embajadores de los electores del Imperio, que habían elegido por rey de romanos al mismo rey Don Alonso el Sabio, sin los prelados y ricos hombres de Castilla y Aragón .
En esta ocasión hallóse con los príncipes referidos nuestro Don Lope Díaz de Haro, y fue en ella muy favorecido, porque habiendo armado caballero el rey Don Alonso el Sabio al príncipe Don Fernando su hijo cuyas bodas se celebraban, los infantes sus hermanos Don Juan y Don Pedro y Don Lopez Díez de Haro recibieron la orden de caballería de mano del mismo novio el infante y príncipe Don Fernando.
Seis años después de esto, qué fue el de 1265, hizo Don Lope una acción en servicio de Dios y del rey Don Alonso y bien y utilidad de los reinos de Castilla muy digna de memoria y de quien era. Temeroso el rey de Granada, que acabada la tregua asentada entre él y los Arraeces de Málaga y Guadix, le harían el rey Don Alonso de Castilla guerra, se concertó con ellos y ofreció al rey de Marruecos le daría las villas de Algeciras y Tarifa si le ayudase para hacerle nueva guerra; el cual le ofreció todo favor y ayuda y acordaron los dos que Aben Juseff rey de Marruecos la hiciese por la parte de Sevilla, y el de Granada por la de Jaén. En orden a esto pasó el de Marruecos el estrecho con diez y siete mil caballos Belamirines y jinetes y un sin número de gente de a pie. Hallábase en esta sazón por adelantado en la ciudad de Córdoba Don Nuño González de Lara casado con Doña Teresa Díaz de Haro hermana del conde Don Lopez Díaz de Haro; dió luego aviso de ello al infante Don Fernando que en ausencia de su padre el rey Don Alonso había quedado por gobernador de Castilla, para que le enviase socorro. Proveyóse que el infante Don Sancho arzobispo de Toledo acudiese al socorro de Don Nuño con los ricos hombres y caballeros de aquel reino, y el mismo infante Don Fernando se quedó preparando para ir luego en su seguimiento. Estando las cosas en esta disposición, habiendo entendido Don Nuño que el rey Aben Juseff de Marruecos se le iba acercando por la vía de Ecija, hizo junta de los caballeros y gente de guerra que pudo y si bien muy inferior en el número, con grande ánimo y esfuerzo determinó esperarle y morir peleando gloriosamente, antes que huir vergonzosamente. Y así le dió la batalla en la cual Aben Juseff de Marruecos estuvo a punto de ser vencido, mas como era el poder excesivo fue Don Nuño muerto con 250 caballeros y cuatro mil de a pie, y escaparan pocos del ejército a no hallarse tan cerca de la milla de Ecija, donde se recogieron. Dióse esta batalla el año 1275 por el mes de mayo.
Al mismo tiempo que esto pasaba, envió el rey de Granada contra la ciudad y obispado de Jaén a los Arraeces de Málaga y Guadix Abenatar y Aandans el Viejo y con ellos a Vzman y Abenjor Atali dos hermanos grandes capitanes que habían pasado de Africa con Aben Yuseff y otros muchos caballeros, los cuales habiendo con sus gentes corrido la tierra, llegaron a Martos con grandísima presa de hombres y mujeres. En esta ocasión llegó al obispado de Jaén el infante Don Sancho arzobispo de Toledo, hijo del rey Don Jaime de Aragón, y hermano de la reina de Castilla que dijimos, tenía orden de favorecer aquel partido y llevaba consigo la caballería de Madrid, Toledo, Talavera y Guadalajara, y con la gente que pudo juntar de sus vasallos, que eran muchos los del arzobispado entonces, y estando esperando que todos los que le seguían, se juntasen, Frey Alonso García comendador de Martos de la orden de Calatrava, hizo relación al infante arzobispo que los moros habían llegado con gran presa de hombres, mujeres y ganados a Martos y que si les saliesen al opósito hacia grande servicio a nuestro Señor y restituiría toda aquella tierra. Persuadido de estas razones el arzobispo partió resuelto de pelear con ellos y se alojó aquella noche en un lugar que dicen de Torre del Campo. Y si bien llegó allí aquella misma noche Santo Duerta, caballero aragonés criado del arzobispo y le dió aviso de que Don Lope Díaz de Haro
señor de Vizcaya llegaba a Jaén aquel día y que sería acertado esperarle, burlando de ello el comendador dijo que el encantador con la mano ajena sacaba la culebra del forado y que Don Lope Díaz de Haro venía con poca gente y que si le esperaba sería de suerte que el arzobispo infante y los suyos alcanzarían la victoria y ganarían el triunfo, y Don Lopez Díaz de Haro se llevaría la gloria y que esta honra se le reservase para sí y no la diese a otro. Y aunque no dejó de advertir Sancho Duerta al infante que era temeridad grande moverse por solo el consejo de uno, todavía movido de la persuasión del comendador caminó otro día a gran priesa hasta encontrar el enemigo y en alcanzándole sin esperar a que llegasen todos los suyos, comenzó a pelear con los moros, los cuales reconociendo que eran pocos los nuestros y que no guardaban orden alguna en pelear, volvieron contra ellos y en poco tiempo los desbarataron y vencieron, prendiendo en la batalla al infante y quedando cuantos se hallaron, casi todos cuantos se hallaron con él, muertos o presos .
Movióse una muy reñida cuestión sobre quién llevaría la persona del infante arzobispo entre los moros; porque Abenjor Atali y Uzmen decían le habían de llevar ellos a Aben Yuseff rey de Marruecos su señor, alegando que hasta que ellos pasaron a España, nunca los granadinos supieron por qué lugares pasaba el río Guadalquivir. Los capitanes del rey de Granada le tenían por su prisionero y afirmaban le habían de llevar a su rey en cuyo nombre todos venían. Por ello vinieron a las manos granadinos y africanos, se encendió entre los unos y los otros una porfía que no podría dejar de ser muy sangrienta si Abenatar Arraez de Málaga a costa del Arzobispo no la sosegara, el cual temiendo sagazmente el daño grande que de aquella porfía se les podía seguir , llegándose al infante, le atravesó con una azagaya por el hombro, diciendo: No quiero Alá que por un perro se maten tantos buenos como aquí están. Y cayendo luego muerto en tierra, le cortaron la cabeza y la mano en que tenía los anillos pontificalesl9.
Con esto y con el despojo y con la cruz que se llevaba, como se acostumbra, delante del arzobispo, que era muy rica, comenzaron a caminar muy contentos. Mas duróles poco, porque llegó a esta sazón con sus gentes el conde Don Lopez Díaz de Haro, a quien se le llegaron algunos que escaparon de la batalla y venían huyendo, el cual encendido en un santo celo de volver a recuperar de mano de aquellos paganos la Cruz santa, que habían ganado al arzobispo infante, les presentó la batalla. No huyeron los moros, antes creyendo hacer de Don Lopez Díaz lo mismo que habían hecho del infante, le esperaron muy en orden. Comenzóse entre los ejércitos una cruel y reñida batalla, y si bien los moros eran valientes y muchos, Don Lope y los suyos pelearon tan valerosamente que los rindieron y vencieron, y Don Lope cobró la Cruz, y matando al alférez mayor del ejército moro, les gano el pendón real y recuperó el cuerpo del infante arzobispo, y lo que más es, la honra y la gloria poco había perdida.
Y porque en el tiempo que esto pasaba murió el príncipe Don Fernando, hijo mayor del rey Don Alonso el Sabio en Villa Real, cuya muerte fue bien llorada en Castilla de orden del infante Don Sancho, que tomó ausencia de su padre el gobierno de ella, se quedó Don Lope Díaz por entonces por caudillo de los cristianos de Ecija.
Verdaderamente fue varia la fortuna de este príncipe, porque dos años después de este próspero y felicísimo suceso, habiendo vuelto ya el rey Don Alonso desde Francia, donde había ido camino de Alemania, a España volvió también Don Lope Díaz de Haro a desavenirse de él el año de 1277. Y la causa fue, según refieren, ésta. Sintió mucho la reina Violante, hija del rey Don Jaime y hermana del rey Don Pedro de Aragón, el juramento hecho en Segovia al infante Don Sancho su hijo segundo, y que Don Alonso y Don Fernando sus nietos, hijos de su hijo mayor el infante Don Fernando, a quienes de derecho les pertenecía la sucesión de los reinos de Castilla y León, quedasen desheredados, y temiendo prudentemente el peligro, que se les podía seguir quedando en Castilla debajo del poder y sujeción del infante Don Sancho su tío, que se había apoderado ya del gobierno aun en vida de su padre, se resolvió de irse con ellos y con la infanta Doña Blanca su nuera madre suya al reino de Aragón. En orden a esto escribió el rey Don Pedro su hermano que saliese a verse con ella en el monasterio de Nuestra Señora de Huerta y echando voz que venía a Guadalajara que era suya dada en arras, sin detenerse pasó a Sigüenza y de allí a Medinaceli y de allí a Ariza, adonde se vió con ella el rey de Aragón su hermano. Entendido esto por el rey Don Alonso, hizo notables demostraciones de sentimiento, y porque tuvo para sí que la reina se había movido a hacer aquella jornada por consejo del infante Don Fadrique su hermano, y de Don Jimeno Ruiz de Haro señor de los Cameros, hijo de Don Ruí Díaz y de Doña Urraca Díaz de Haro hija de Don Diego López de Haro el Bueno, y así primo hermano de Don Diego López de Haro padre de este Don Lope Díaz y tío suyo, mandó al infante Don Sancho su hijo, que prendiese a Don Jimeno Ruiz de Haro y le hiciese morir luego, el cual fue preso y llevado a Treviño, adonde le mandó el infante Don Sancho quemar , siendo de los principales ricos hombres del reino y tío, como se ha dicho, de Don Lope. Al infante Don Fadrique prendió también por mandato del rey Don Diego López de Salcedo el mismo día que salió de Burgos el infante Don Sancho para el otro efecto y que fue luego ahogado.
El motivo de estas atroces muertes escribe que fue20, que como el rey era tan demasiadamente dado a la astrología, a que daba más crédito de lo que debiera, dióle deseo de saber cuál había de ser su fin, y como le dijesen que había de morir desheredado de los reinos de Castilla y de León por hombre de su sangre, hizo matar al infante su hermano y a Don Jimeno Ruiz de Haro, que estaba casado con la hija del mismo infante Don Fadrique, temiendo que de allí le había de venir el daño, no siendo el autor si no, como se vió después, el mismo infante Don Sancho su hijo.
De estas dos muertes que el rey mandó hacer sin legitimar ni substanciar la causa, ni ser los reos oidos, se originaron en Castilla muchas alteraciones y escándalos y la salida de ella a otros reinos de nuestro conde Don Lope Díaz de Haro y de muchos ricos hombres y caballeros que le imitaron. Ayudó mucho a ello estar Don Lope ofendido muy de atrás del infante Don Sancho, por haberse casado con Doña María hija del infante Don Alonso señor de Molina, dejando a Doña Guillelma de Moncada prima hermana de Don Lope, con quien primero se había tratado de casarse.
Estuvo Don Lope cuatro años ausente y vivió en los reinos de León y de Navarra hasta el año de 1281 21 en que, desaviniéndose el infante Don Sancho del rey Don Alonso su padre y pretendiendo apoderarse en vida del gobierno de los reinos, procuró reducir a su voluntad los ricos hombres de ellos, y para conseguirlo envió a llamar al conde Don Lope Díaz de Haro y a los demás que estaban fuera en los de Aragón y Navarra por razón de las muertes referidas, con cuya ayuda y autoridad y de Don Diego su hermano se apoderó de todo el reino y redujo a su opinión. y haciendo juntar cortes en Valladolid, fue en ellas privado por sentencia el rey Don Alonso de la administración de sus reinos por haber muerto al infante Don Fadrique su hermano y a Don Jimeno Ruiz de Haro yerno de dicho infante sin oírlos ni justificar la causa según derecho.
La cual sentencia pronunció, en nombre de los caballeros e hijos de algo de Castilla que allí se hallaron, el infante Don Manuel hermano del mismo rey Don Alonso, y se declaro que el infante Don Sancho administrase los reinos y se institulase gobernador de ellos. De todo lo cual y de la disensión que había entre él y el rey Don Alonso su padre dió parte y satisfacción al rey Don Pedro de Aragón su tío22. Y para negocio tan de consideración como éste le envió sus embajadores que fueron, uno de parte del brazo eclesiástico, y dos grandes caballeros de parte del seglar .El eclesiástico fue el arcediano de Ecija, hombre muy entendido aunque ninguno de los historiadores dice el nombre, y los caballeros seglares fueron Lope García de Salazar el que ganó las estrellas para sí y los de ese apellido, de que en otro lugar se dará relación, y Gil Ruiz de Montuenga tan valerosos por sus personas, que lo mostró bien la estima que de ellos hizo el rey Don Pedro de Aragón, pues echó mano del primero para enviar a desafiar en su nombre a Don Juan Núñez de Lara señor de Albarracín que le hacía guerra en sus tierras, y del segundo para alistarle entre los cuarenta que nombró para el desafío con el rey de Sicilia Carlos de Angio y los nombrados por él.
Fue muy valido Don Lope Díaz de Haro del rey Don Sancho23 y por el año 1287 le hallo muy apoderado de su voluntad, a quien el rey dió título de conde de Haro. Era el principal de su consejo de estado y muy poderoso, por tener de su parte al infante Don Juan hermano del rey su yerno, casado con su hija Doña María de Haro, y por tener a su mano casi todos los castillos del reino, y a su hermano Don Diego López de Haro por adelantado mayor de la frontera en la Andalucía: todas causas por donde el rey estaba muy rendido a su parecer y consejo.
Pareció a Don Lope buena ocasión esta para tratar con el rey Don Sancho que dejando a la reina Doña María, hermana de Doña Juana su mujer, casase con Doña Guillelma de Moncada su prima helmana hija de Don Gastón vizconde de Bearne, con quien había tratado primero de casarse en vida del rey Don Alonso su padre. Juzgábale por cosa puesta en razón, pues no había querido el Papa dispensar en el segundo matrimonio por ser la reina Doña María hija del infante Don Alonso de Molina tio del rey. Bien que no tuvo efecto, antes la reina ayudándose del rey Don Dionis de Portugal procuró poner a Don Lope en desgracia y desamor del rey y sacarle del manejo del gobierno del reino de que estaba tan apoderado, y tanto hicieron con el rey, que le indignaron contra él en tanto grado que deseaba oportunidad para apartale de sí. Para hacerlo se ofreció muy buena ocasión, y fue que hallándose el rey Don Sancho dudoso cerca de si confederaría y haría amistad con el rey de Aragón o con el de Francia, y estando muy discordes los de su consejo de estado, porque el conde Don Lope y su yerno el infante Don Juan eran de parecer que se confederase con el rey de Aragón su primo, y la reina y el arzobispo de Toledo y otros eran de contrario sentir , juzgando que se debería confederar con el de Francia. El rey siguió el consejo de la reina y arzobispo de Toledo. De donde resultó que el consejo de la reina y arzobispo de Toledo. De donde resultó que el infante y Don Lope Díaz de Haro se salieron de su corte. Y si bien el año siguiente, que fue el de 1288, con deseo de componer a los dos primos los reyes de Castilla y de Aragón dió muchos pasos el conde Don Lope volviendo a verse con el rey Don Sancho en una tienda entre Valladolid y Cigales, de donde fue a verse con el rey de Aragón en Tarazona, y de allí volvió a Berlanga donde le esperaba el rey Don Sancho, no se efectuó cosa alguna, por ser muy arduas y dificultosas las que intentaba y pretendía el rey de Castilla y así se acabó de declarar y confederar con el rey de Francia.
Pero, ejemplo raro de la inconstancia de las cosas humanas; ni el ser el conde Don Lope tan gran caballero, tan valeroso por su persona y tan poderoso señor, ni estas apresuradas jornadas hechas por servir al rey, ni sus heroicos hechos en servicio de Dios y de estos reinos, ni la voluntad que le tuvo y estima que de él hizo el rey Don Sancho fue bastante para que, atropellándolo todo, no le hiciese quitar la vida violentamente convidándole a comer en la villa de Alfaro este mismo año24. De todo lo cual y del sentimiento universal que, así en Castilla como fuera de ella, se hizo por su muerte, da relación aunque por mayor el epitafio que se puso sobre su sepulcro que dice:
«Los plantos gemían, el lloro crecía en España ca el rey hirió de muerte al gran señor y muy poderoso, horado de linaje real, el conde Don Lope Díaz de Haro, que hizo grandes servicios a Dios, recobró su Cruz de mano de paganos, y no menos los hizo a su rey, los cuales fueron olvidados el día de su muerte. La crueldad fue cierto sentida de grandes príncipes. Agraviado en Alfaro: su fin, miércoles, era de 1326 y año de Cristo 1288. Nuestro Señor le haga merced de dalle la gloria a su ánima. Amén.
No dicen los historiadores las causas que movieron al rey Don Sancho a hacer morir a Don Lope Díaz de Haro. Las que se ofrecen: la poca voluntad de la reina por lo que se refirió arriba cerca de lo que Don Lope intentó para que se casase el rey con su prima Doña Guillelma, y asimismo, parecerle al rey que sin el lado del conde Don Lope y de sus feudos y vasallos dejaría el rey de Aragón el tesón que mostraba cerca de no condescender con su pretensión en lo tocante a los Infantes de la Cerda sobrinos de entrambos .
Fue casado este Don Lope Díaz de Haro con Doña Juana, hija del infante Don Alonso de Molina y hermana de la reina. Tuvo en ella a Don Diego López de Haro el V y a Doña María de Haro mujer de infante Don Juan, hermano del rey Don Sancho el IV dicho el Bravo.
XIV SEÑOR DE VIZCAYA, DON DIEGO LOPEZ DE HARO EL V
Por la muerte de este gran príncipe (a quien le sucedió en el señorío de Vizcaya su hijo Don Diego López de Haro el V) se siguieron grandes novedades. Porque Don Diego López de Haro su hijo, a instancia y petición de su madre Doña Juana, mandó hacer llamamiento y junta de todos los caballeros deudos y vasallos con ánimo de tomar satisfacción y justa enmienda de la muerte de su padre, ofreciéndose para este efecto de servir al rey Don Alonso de Aragón de procurar por todos los medios posibles la libertad de los infantes de la Cerda Don Alonso y Don Fernando tomando su voz y de persuadir, como lo hizo, a Don Gastón su tío señor de Beame, de las baronías de Moncada de Castelvi y Rosanes, hiciese lo mismo.
Con este fin partió luego acompañado de grande nobleza para Aragón y se vió con el rey Don Alonso en la ciudad de Jaca en principio del mes de septiembre año de 1288, donde viendo el rey de Aragón oportuna ocasión para sus intentos, puso su amistad y liga con Don Gastón de Moncada Señor de Bearne y con Don Diego López de Haro, hijo del conde Don Lope, y se juramentaron entre si, que en ningún tiempo harían paz ni tregua con el rey Don Sancho de Castilla, sin consejo y consentimiento de todos. Y en conformidad de lo acordado mandó el rey traer luego allí a Don Alonso y Don Fernando sus sobrinos, y venidos que fueron, estando juntos el rey de Aragón Don Alonso y todos los sobredichos, Don Diego López de Haro señor de Vizcaya y muchos otros ricos hombres y caballeros de Castilla que allí estaban en el mismo mes de septiembre de dicho año en gran fiesta y solemnidad alzaron y juraron por rey y señor de los reinos de Castilla y León a Don Alonso hijo mayor del príncipe Don Fernando de la Cerda y como a tal le besaron la mano haciéndose sus vasallos, y él tomó el nombre y apellido de rey con las insignias y armas reales. Y el rey de Aragón y todos los demás de aquella liga y facción le llamaron e intitularon rey de allí adelante.
Juntóseles luego a estos príncipes Don Diego López de Haro, hermano del conde Don Lope, que estaba por adelantado en la frontera25, el cual luego que tuvo noticia de la muerte del conde Don Lope, su hermano, partió de Carmona con todos sus caballeros y la demás gente que estaba a su cargo para la corte del rey, si bien cuando llegó a Aranda, tomó el camino derecho para Aragón con ánimo de servir también a Don Alonso que ya estaba alzado, como se ha dicho, por rey de Castilla, a quien halló en Jaca, y de allí partieron el rey de Aragón y Don Alonso, que se intitulaba rey de Castilla, Don Gastón de Moncada vizconde de Bearne, Don Diego López de Haro señor de Vizcaya y su tío Don Diego López de Haro para Daroca, con intento de mover la guerra al rey de Castilla por aquellas fronteras.
Llegados estos príncipes a Daroca y determinados de mover la guerra al rey Don Sancho ante todas cosas, en siete de diciembre del mismo año, ratificaron la amistad y concordia arriba referida y juraron que en ninguna forma ni en tiempo alguno harían paz ni concordia contra él sin conformidad de todos, y de ello se hicieron pleito homenaje.
Y habiéndose enviado a desafiar los unos reyes a los otros con término de treinta días, antes que llegase a rompimiento murió Don Diego López de Haro señor XIV de Vizcaya26, que hizo harta falta al rey Don Alonso, por ser de los que más se habían declarado en su favor contra el rey Don Sancho, si bien no por eso desistió de su pretensión, porque en el año 1289 el rey de Aragón su tío27 dentro de su causa en Castilla con dos mil quinientos caballos, y cien mil infantes, y habiendo rendido el castillo de Morón, puso cerco a Almazán. Y en el mismo tiempo Don Diego López de Haro tío del mal logrado Don Diego López de Haro señor de Vizcaya muerto, y hermano de su padre el conde Don Lope entró en Castilla por las fronteras de Molina y corrió la tierra de Cuenca y de Ruete y haciendo muchísimo daño en toda ella. Y habiendo enviado el rey Don Sancho contra él a Rui Paez de Soto Mayor, a quien hizo en aquella ocasión rico hombre dándole pendón y caldera según el estilo de los reyes de Castilla y con el cual salió con mucha gente a encontrarse con Don Diego López de Haro que venía con gran presa, hallándole junto a un lugar llamado Pajarón, tuvieron una muy reñida batalla, más al final por el valor de Don Diego fueron vencidos los castellanos y Rui Páez murió en ella con otros muchos caballeros, y les ganó Don Diego los pendones del rey Don Sancho, los cuales envió, según escribe P° López de Ayala, a Teruel, donde estuvieron hasta que los recobró el rey Don Pedro de Castilla cuando entró aquella ciudad.
XV SEÑOR DE VIZCAYA, DON DIEGO LOPEZ DE HARO EL VI
A Don Diego López de Haro XIV señor de Vizcaya, que acabarnos de decir murió sin tomar estado, mozo y sin hijos, le sucedió en el señorío este Don Diego López de Haro su tío, y hermano del conde Don Lope su padre, porque si bien vivía Doña María mujer del infante Don Juan, hija también del conde Don Lope Díaz de Haro señor propietario de aquel estado, se concertaron tío y sobrina que, por cuanto se le había dado aquel señorío al infante Don Fadrique y era necesario recuperarlo por las armas, que Don Diego se apoderase de él y lo gozase por sus días.
El cual poco después de la muerte del rey Don Sancho ayudado de su yerno Don Juan Núñez de Lara señor de Albarracín y de Don Nuño González de Lara su hennano del dicho Don Juan y de otros caballeros salió de Aragón el año 1296 28 con buen ejército y entró en Vizcaya y se le hubieron de rendir los vizcaínos, y le entregaron todas las fuerzas y castillos, si no es a Orduña y Valmaseda.
Fue este Don Diego López de Haro el sexto de este nombre entre los señores de Vizcaya, y fue el XV señor de ella. Fue muy valeroso caballero y reduciéndose al servicio del rey Don Fernando el IV le sirvió muy bien, y fue muy privado suyo en cuya mano estaba todo el manejo de los negocios de la guerra y de la paz y en razón de esto, a su contemplación se le dió a Don Juan Alonso de Haro, su primo el señorío de los Cameros, que había sido de Don Jimeno Ruiz de Haro tío suyo. Murió el año 1309 a los primeros de diciembre sobre el primer cerco de Algeciras.
Casó este príncipe con la infanta Doña Violante hija del rey Don Alonso el Sabio, en quien tuvo tres hijos Don Lope, Don Fernando y Doña María mujer de Don Juan Núñez de Lara señor de Albarracín, pero ninguno dejó sucesión.
En esto dos caballeros tío y sobrino llamados de un mismo nombre Don Diego López de Haro, se acabó la línea recta masculina de los López de Haro, señores de Vizcaya; porque el primero, como se ha visto, ni se casó ni tuvo hijos, y el segundo aunque los tuvo, no los tuvieron ellos; solamente quedó Doña María López de Haro hermana del uno y sobrina del otro, hija del conde Don Lope, que casó con el infante Don Juan hijo del rey Don Alonso el Sabio, que murió el año 1320 en la vega de Granada, cuyos hijos fueron Don Lope, que murió sin sucesión, y Don Juan de Juerás de quien fue hija única Doña María, la cual casó con Don Joan Núñez de la Cerda y Lara su tío, hijo de Don Fernando de la Cerda, segundo del príncipe Don Fernando de la Cerda y de Doña Joana Núñez de Lara llamada la Palomesa hija del Conde Don Joan Nuño de Lara el Gordo, que murió peleando contra el rey Aben Juseff en los Campos de Ecija el año de 1275 y de Doña Teresa López de Haro, hermana del conde Don Lope Díaz de Haro, y de este último Don Diego López de Haro señor de Vizcaya, y así muerto este Don Diego le sucedió en el señorío de Vizcaya este Don Joan Núñez de la Cerda y Lara por dos títulos: el primero por su mujer Doña María única hija de Don Joan el Tuerto y nieta de Doña María López de Haro hija del conde Don Lope29; el segundo por ser el mismo Don Joan Núñez de la Cerda y Lara, hijo de Doña Joana Núñez de Lara y nieto de Doña Teresa López de Haro, hermana del mismo conde Don Lope. Fue Don Joan Núñez de la Cerda y Lara (que así le llamo por diferenciarlo de otros que en el mismo tiempo se llamaron también Don Joan Núñez de Lara) poderoso señor, porque lo fue juntamente de Vizcaya y de Lara por su madre, en que se juntaron esas dos acciones, y uno de los grandes y señalados caballeros de su tiempo30.
Hizo jornada a Francia. al Papa Clemente V que residía en Aviñón31 por la concesión de las décimas de las iglesias para la guerra contra los moros. Hallóse en muchas batallas contra ellos, en especial en el cerco de Gibraltar en cuyo combate y toma fue muy conocido su valor y esfuerzo, de cuyo lado no se apartó en ocasión alguna Lope García de Salazar el IV en cuyo servicio hizo grandes hechos y fue muy tenido y estimado de Don Joan.
Muerto Don Joan Núñez de la Cerda y Lara se incorporaron en la corona real los estados de Vizcaya y de Lara. Porque si bien tuvo hijos a Don Nuño, que murió niño y está sepultado en Bermeo, y a Doña Joana mujer de Don Tello hermano del rey Don Pedro que fue muerto por mandato del rey su hermano, y a Doña Isabel mujer del infante Don Joan hijo del rey de Aragón, que fue muerto asímismo por el rey Don Pedro, de ninguno quedó sucesión. y así aunque una hermana suya llamada Doña María que casó en Francia dos veces, la una con el conde de Estampas y la otra con Carlos de Valois conde de Alanson hermano de Felipe VI rey de Francia, cuyos hijos fueron uno conde de Estampas, otro de Alasón, otro de Percha, otro cardenal y otro, obispo, como hermana de Don Joan Núñez de la Cerda y Lara y nieta de Doña Teresa López de Haro, puso demanda después de muerto Don Joan por esos estados de Vizcaya y Lara en tiempo del rey Don Enrique el II. Fuele respondido que quien los hubiese de haber por ser los mayores del reino de Castilla, había de vivir en ellos para servir a los reyes, y que si sus hijos viviesen para ese efecto, se les darían. Los cuales por ser grandes señores en Francia, como se ha dicho, desistieron de la demanda, y desde entonces quedaron unidos a la corona real.
Si bien cesó, como se ha visto, la línea recta masculina de los López de Haro señores herederos del señorío de Vizcaya, muchos de esa casa y apellido quedaron en Castilla que como fertilísimos brotes de ese nobilísimo tronco la estan ilustrando, cuales son los marqueses del Carpio y de la Guardia y condes de Bailén por descendencia de Don Lope el Chico primer caudillo del reino de Jaén, hijo legítimo del conde Don Lope Díaz de Haro XI señor de Vizcaya, llamado por su caudal grande Cabeza Brava, conquistador de Baeza.
He tratado tan difusamente la sucesión de esta ilustre y nobilísima familia de los López de Haro señores de Vizcaya (que por la propensión que en todos ellos se ha conocido siempre a la milicia y felices sucesos que en ella han tenido, son de muchos juzgados por hijos de Marte y de Belona) así por haber sido muchos de ellos grandes bienhechores de este Real Casa de Santa María de Najara y estar casi todos ilustrándola con sus huesos y cenizas, como por haber nacido, criádose y vivido en la ciudad de Najara después que el conde Don Lope Díaz nono señor de Vizcaya hizo su asiento en ella, todos sus hijos, nietos, viznietos y de los que de ellos han procecido. Honra y singular corona de esta ciudad, pues puede competir con todas las de España en haberle dado tantos y tan excelentes capitanes de sola esta familia, cuales fueron.
1° DON DIEGO LOPEZ DE HARO EL BUENO, general en la de las Navas de Tolosa, donde militaron tres reyes, hijo del conde Don Lope Díaz el de Najara.
2° Item el conde DON LOPE DIAZ DE HARO, hijo del dicho señor Don Diego, conquistador de la ciudad de Baeza, y llamado por su consejo y prudencia Cabeza Brava.
3° Item DON DIEGO LOPEZ DE HARO, hijo de dicho Don Lope, alférez mayor del rey Don Fernando el Sancto, con quien se halló en la conquista de Sevilla y en todas las demás jornadas .
4° Item DON LOPE EL CHICO SU HERMANO (llamado así a distinción de su padre Don Lopez Díaz) primer caudillo del reino de Jaén.
5° Item DON DIEGO LOPEZ DE SALCEDO hermano de los dos inmediatos, uno de los valerosos caballeros de su tiempo, a quien por conocer el rey Don Alonso el Sabio su animoso corazón le encargo en Burgos la prisión del infante Don Fadrique su hermano.
6° Item el conde DON LOPE DIAZ DE HARO, temido de los moros y venurosísimo en las guerras, de que hacen fe la de Martos y todas las demás en que se halló, de quien se ha dado suficiente relación.
7° Item dió el valeroso DON DIEGO LOPEZ DE HARO XV señor de Vizcaya hermano de dicho Don Lope, cuyos heróicos hechos se han referido, murió sobre el cerco de Algecira de su dolencia el año de 1309, que es cuando se tomó por combate.
8° y para echar el sello se dió a DON JOAN ALONSO DE HARO, hijo de Don Alonso López y primo hermano del sobredicho Don Diego, a quien hallo por el principal del consejo del rey Don Sancho el Bravo y con la tenencia32 de los castilos de Agreda y Cervera en rehenes del matrimonio del rey Don Jaime el segundo de Aragón con la infanta Doña Isabel hija del rey de Castilla33 y general del ejército del rey Don Fernando el IV en ocasión que prendió a Don Joan Núñez de Lara señor de Albarracín34 que andaba en servicio de Don Alonso de la Cerda pretensor del reino de Castilla, cuyo valor fue tal y tantos sus servicios que el mismo rey Don Fernando dió el señorío de los Cameros que había sido de Don Simón Ruiz de Haro su tío35.
Aunque cesó en la ciudad de Nagera la asistencia de la familia ilustrísima de los López de Haro por haberse terminado en los sobredichos su línea y sucesión masculina, como se ha visto, no faltó en los ciudadanos de ella el valor y propensión al noble ejercicio de la guerra, como en verdaderos sucesores de los antiguos e invencibles cántabros: porque en todos tiempos han dado fuera de los dichos varones señalados derivándose de padres a hijos de mano en mano la militar disciplina que en esta antigua y fronteriza tan estimada siempre de todas las demás de Castilla como Burgos, Vitoria, Soria, Palencia y Valladolid y de todas las cabezas de partido del reino, que han hecho siempre alianza y confederación con ella en las ocasiones de defensa más arduas que se les ofrecieron, de que hacen fe muchos instrumentos y cartas de hermandad que hay de ello en su archivo, e yo he visto con los sellos de sus armas de ellas pendientes.
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NOTAS
1. Zurita, Lib. I cap. 4 et 5.
2. Zurita cap. 22 del Lib. 22.
3. La general cap. 19 del lib. 3
4. Sandoval en San Millán fol. 73.
5. Sandoval en San Millán fol. 81.
6. Ibid fol. 78 a tergo.
7. Sandoval en San Millán, fol. 81 a tergo.
8. Véase el cap. 19 en el que dice otra cosa.
9. Vide la historia de Don Alonso el Sabio de Miguel de Atexxera.
l0. Zurita Año de 1254 cap° 51 del lib. 3.
11. Hay una nota marginal que dice: Esto es falso, porque en la donación de Don Diego López el Bueno, padre de ese Don Lope Díaz, que con su mujer Doña Toda hizo al monasterio en el año 1214 ya usaba en sus armas las aspas, y lo mismo en el año 1216 en que Doña Toda dió al monasterio Torrecilla sobre Alesanco, como se ve en los sellos pendientes en otras donaciones.
12. Argote cap. 82 del lib. Io fol. 83.
13. Zurita lib. 3 cap. 51. Año de 1254
14. El mismo, lib 2 cap. 78. Año de 1222.
15 y 16. Lib. 3, año 1255 fol. 169 a tergo. Y lib. 3 cap. 75 fol. 196.
17 y 18. Miguel de Herrera Hist. de Alfonso el Sabio cap. 17.
S. Luis. El mismo autor, cap. 28. El infante Don Fernando de la Cerda armó caballero a Don Lope el día de su boda. y Don Lope casó con Doña Juana hija del infante Don Alonso. Tuvo este Don Lope un hermano llamado Don Diego, cap. 56. Fue su hermana Doña Urraca, mujer de Don Fernando Ruiz Castro, nieta de Don Sancho el Bravo. (Estas dos notas son de puño y letra distintos).20. Argote de Molina, lib. 4, cap. 3, fol. 229 a tergo.
21. El mismo, cap. 12 del lib. 4.
22. El mismo en el mismo lugar, cap. 15.
23. Zurita, lib. 4 e 89 en el rey Alfonso 3.
24. Cap. 5 de la Coronica del Rey Don Sancho.
25. Zurita lib. 4°, c. 103. año de Cristo 1288.
26. Murió año de Cristo 1289.
27. Ramón Montaner .
28. Zurita, lib. 5, cap. 20, rol. 366.
29. Argote, lib. 2, cap. 20, fol. 155.
30. Bleda, lib. 4, cap. 30, fol. 508.
31. El mismo, fol. 511.
32. Zurita, lib. 4, cap. 109, rol. 33 v.
33.EI mismo, lib. 5, cap. 18, rol. 365.
34. Lib. 5, cap. 4°, rol. 390.
35. Lib. 5, cap. 20, rol. 368.
NAXARA ILUSTRADA
Manuscrito original del s.XVII que se conserva en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera.
Transcripción del Padre Saturnino Nalda Bretón O.F.M.
PRELIMINARES de NAXARA ILUSTRADA
(por Saturnino Nalda Bretón
Fue su autor el P. Fr. Juan de Salazar, un najerino orgulloso de serio y monje profeso de esta abadía como su coetáneo Fr. Prudencio de Sandoval, el historiador real.
Los Gaunas y Salazar, una familia de grandes estados con mausoleo en el Claustro de los Caballeros de Santa María la Real, fueron sus padres, dice nuestro ilustre monje en las últimas líneas del capítulo XIX. Exactamente su padre se llamaba Pedro de Salazar, su abuelo Juan de Salazar y su bisabuelo, Hernán López de Salazar. Procedía, pues, de personas de «alta sangre», condición noble nada desdeñable desde la circunstancia aquella de hombre del siglo de los caballeros y fijosdalgo. Así, en esta línea, se explaya contándonos largamente en el capítulo XXVI los loores y las hazañas de su octavo abuelo Lope García de Salazar, famoso gran progenitor; frecuentó mucho el uso de los términos honrosos de linaje, grande sangre, fijo dalgo, gentil hombre, antiquísimo; sus antepasados Martín y Garcí Sánchez confirmaban ya en el siglo X los privilegios reales; y hasta le parece verosímil que el glorioso mártir San Lorenzo fuera de su familia.
De familia distinguida, ingenio despejado, bien pertrechado de estudios superiores, estuvo en condiciones de desempeñar cargos de gobierno y efectivamente los tuvo en las casas de su Congregación y de fungir largos años como agente en Roma o procurador general allí mismo de la Congregación de España y muy en particular actuar como gestor de los asuntos de la abadía najerina en la Ciudad Eterna y ello con feliz éxito y próspero suceso, precisamente cuando se ofrecieron allí los más reñidos pleitos de toda la historia sobre jurisdicción con el obispo de Calahorra que encima estaba asistido por su sobrino de igual nombre, Pedro Manso, que era presidente de Castilla.
En medio de aquellas pesadas ocupaciones aún acertó a encontrar espacio para las tareas de escritor. Estaba en Roma en 1608 cuando dió allí a la estampa un grueso volumen que ya de tiempo atrás tenía gestado, «Arte de ayudar a bien morir a todo género de personas». Aún queda por ahí algún ejemplar de esta obra," me parece haberlo manejado en la biblioteca de San Millán, de cuya célebre abadía fue abad notable Fr. Diego de Salazar, hermano de nuestro ilustre autor najerino.
La obra que mayor aceptación alcanzó entre el público estudioso y más amplia fama le trajo, que fue notable, fue una disertación larga y profunda acerca de la hispana monarquía, ciertas materias de estado, su fomento y proyección futura, que tituló «Política Española». Fue impresa en Logroño el año 1619. Tres siglos después ha sido reeditada, el año 1945, con estudio preliminar y notas de Miguel Herrero, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, Diana, Artes Gráficas -Lara 12.
Y, finalmente, estando ya de nuevo en su casa profesa de Nájera y retirado como vicario en el bello priorato de Arenzana de Arriba, como él mismo dice en el capítulo XX núm. 52 «el sitio más sano, apacible y deleitoso de toda Rioja de hasta cien vecinos y todos de muy buen hábito y entendidos», se dió a escribir largamente allí, al menos parte, la obra de que ahora se trata «NAJARA ILUSTRADA» allá por 1629, sólo que prevenido por la muerte dejó sin escribir algunos capítulos intermedios y en suspenso, para rellenar más tarde, algunos detalles dispersos por la obra, sin poder tampoco darle la última mano como hubiera deseado.
No parece que el P. Salazar fuera partidario decidido de la democracia o sufragio universal, acaso equiparable en su concepto a naufragio universal, ya que piensa y dice que «el vulgo acierta pocas veces». Bien es verdad que lo dice a propósito de ser el vulgo a quien han creido los historiadores antiguos. Y esto es cierto por lo que hace a los dos textos de historia que bien pudo tener entre manos nuestro autor en la abadía de Nájera, textos familiares digamos: la llamada «Crónica Najerense», de monje ignoto de la misma abadía y la «Historia de Navarra», que ya nombramos, de Fr. Pedro de Valencia. Por lo demás harto se sabía él, el aforismo latino tan en contra de esa opinión, «vox populi, vox Dei», «voz del pueblo, voz del cielo», ni tampoco ignoraba como buen teólogo la enseñanza respectiva del Doctor Angélico.
Creo que anduvo muy acertado al dar a su monografía histórica el título de «NAJARA ILUSTRADA». Primero porque así ponía de manifiesto que eso de la ilustración ya estaba en los ambientes religiosos cien y más años antes que en el mundo político, y segundo porque a su querida ciudad le dió su nombre exacto, NAJARA. Yo he copiado con escrupulosa fidelidad el nombre de la ciudad tal como aparece en el manuscrito, y constatará conmigo quien lo leyere ya impreso, que el nombre y la grafía predominante, corriente y casi fijo es NAJARA con jota entre dos as. Me parece además que debe ser así, en su origen digo, pues en la amplísima diplomática najerense de Santa María la Real la transcripción diríamos uniforme, corriente también en numismática, es NAIARA.
El manuscrito que acabo de transcribir no es autógrafo al menos en su totalidad ya que aparecen en él diversos caracteres de letra trazados con tintas diferentes. Como ya se ha dicho no está acabado ni es perfecto, pues promete un apéndice documental, remite a él múltiples veces y sin embargo no lo lleva, y además hay en él diversos capítulos sin concluir al parecer pues les siguen algunas hojas en blanco como en previsión de que pueda ampliarse su contenido.
Su composición no rebasa el año 1633, porque en la lista de abades que trae en el capítulo VI figura como último y recién nombrado Fr. Pedro Marín, que lo es al presente, dice, año 1629, y eran abades cuatrienales. La tarea de escribirlo debió costarle como dos años o menos, porque ya vimos cómo estaba redactando el capítulo VI el año 1629 y ese mismo año el 20 de Octubre estaba en el capítulo XX según es de ver en ese mismo capítulo. Los otros capítulos los elaboraba en 1628 según cita que el autor hace anteriormente, a propósito de ser nombrado cardenal Gil Garrillo de Albornoz el año pasado dice, 1627.
Su expresión es sin duda excelente, representativa en buena manera de aquel llamado siglo de oro. Pero cuando entra en lo suyo propio que es la historia de los pleitos del monasterio -extraordinaria a todos los niveles de tribunales- efectivamente luce su maestría singular en las lides procesales, y mucho me alegro de poder así reconocerlo, pero su estilo para los que no estamos hechos a una literatura así, además de difuso se nos vuelve cargante, confuso, curialesco, léase si no el puntazo final del capítulo XXIII. Sucede que a fuerza de intentar ser claro, resulta oscuro, confuso, pesado y aburrido. Aconsejaría uno por eso saltar la lectura de los capítulos XI y XII, que ya hoy, se diría, carecen de importancia y que aunque muy cargados de razones ingeniosas, la verdad es que fallan por la base porque la agregación de Nájera a Cluny fue un enorme atropello que dejó de una pieza a la sociedad española de entonces. Cae, además, el autor frecuentemente en la acumulación de términos de igual o casi igual significado muchas veces innecesarios. Valga este ejemplo. Tratando largamente en el capítulo XII de las controversias tenidas sobre jurisdicción, dice que la iglesia y casa de Santa María la Real nacieron libres ya desde su momento fundacional «nunca fueron sujetas a otro y no libres, y así se prueba la inmemorial bastantemente, por no haber tenido jamás estado de sujetas y no libres, que es lo contrario de ser libres y no sujetas», y así por el estilo.
Por lo que hace al contenido de la obra, observo al autor más atento a registrar jurisdiciones y prerrogativas que a hacer alarde o dar una muestra algo detenida de los elementos artísticos y monumentales. No es que pensara él que la sociedad monástica no hacía de ellos estimación, pues harto la veía rodearse de buena arquitectura y de valiosos efectos artísticos, sino que su objeto de escritor para el caso era la Historia. Empieza así por describirnos en los cuatro primeros capítulos la ciudad de Nájera, su antigüedad, amenidad, nobleza y la riqueza de hombres ilustres que la prestigian. iQué gran servicio nos hiciera de haberse metido a describirnos detalladamente el Castillo de Nájera, que según el P. Fita era probablemente de fundación romana, y el Alcázar con todas sus dependencias y baluartes y el estado y empleo de las cuevas y cavidades que lo guarnecen y potencian;pero, lamentablemente, se limitó a constatar «sus ruinas que, dice, hoy se ven». En esto no fue ciertamente más corto que nuestro ilustre Sandoval.
Son capítulos deficitarios al menos desde la perspectiva actual, pero dudo que pudiera exigírsele más a quien no tenía de profesión la Historia, si bien hoy se nos antoja que pudiera haber tratado con más detenimiento el ambiente de su tiempo en la ciudad y el estado de sus cosas, puesto que escribía también para el futuro.
En una serie de capítulos formada por el V, VIII, IX, X y XI, trata detenidamente, como no podía menos, el tema de las donaciones, un tema especialmente largo en la historia de Santa María la Real en que rivalizaron por siglos reyes, caballeros y gente popular. Para su redacción pudo razonablemente aprovecharse del manuscrito titulado «Libro de los Binhechores», que yacía en los fríos anaqueles del Archivo, ahorrándose así muchísimo el trato directo de los enojosos legajos.
Se ocupa profusamente en los capítulos XV y XVI de los venerables cuerpos y reliquias de Santos, como San Prudencio, San Vidal, San Agrícola y Santa Eugenia, que fueron traidos aquí en el siglo XI para la gran basílica catedral de Nájera gracias a las devotas gestiones personales del Rey Najerino Don García con los monjes laturcenses en La Rioja y con el papa Benedicto IX a mediados de 1043, si ya no fue con el papa San León (1048-1054) en Roma.
Nos da luego una cumplida sesión necrológica distribuida en tres capítulos sobre los reyes, príncipes, infantes, hidalgos, caballeros y hombres buenos que escogieron este sacro, real y honroso recinto como depósito de sus mortales despojos hasta el día de la resurrección gloriosa.
Los capítulos XI y XII son, según confesión del mismo autor, el tema con más gana esperado, porque es precisamente el asunto que ha traido entre manos todos los años de su larga permanencia en Roma como procurador allí de los negocios o pleitos de este monasterio de Nájera, y estar por lo mismo mayormente obligado a tener entera noticia documental y certero conocimiento jurídico al respecto en torno a estos asuntos litigiosos. Resulta así que el capítulo XII es el más largo de los treinta que conforman NAJARA ILUSTRADA con excepción del dedicado a Santa María de Puerto.Y es lo malo que siendo en sí un trabajo óptimo en su género resulta insoportable de leer para los no iniciados en el seguimiento y comprensión de semejantes períodos oratorios.
Es, enfin, muy interesante, de mucha curiosidad y no poca novedad la cuenta que nos da de los seis mayores y más importantes monasterios, sin un sinfin de otros, adscritos a la abadía najerina en seis capítulos dedicados íntegramente y por separado a cada uno de ellos, o sea, a San Jorge de Azuelo, Santa Coloma, San Martín de Albelda, San Andrés de Cirueña, Santa María de Valpuesta y Santa María de Puerto, en Santoña. El más importante en cierto sentido fue el de Santa María de Puerto y por eso el Monasterio de Nájera hizo ostensión y lucimiento de SEÑOR DE PUERTO.
No sé si debido a falta de testimonios documentales o a defecto de consulta de fuentes es lo cierto que uno encuentra muy deficiente en la obra el tratamiento del monasterio en su época cluniacense cuatro siglos de larga lo mismo en cuanto a valores humanos de la casa monacal que de la ciudad, pues en lo a ésta referente se contenta con los López de Haro sin demostrarlo, y en cuanto al monasterio debe parecerle mucho decirnos que los abades de Cluny lo eran también de Nájera y eran todos cardenales natos de la Santa Iglesia de Roma. La verdad es que esto no era ninguna gloria para Nájera, cuando sabemos, además, que los abades de Cluny nunca fueron ni siquiera españoles, como ni lo fueron, y esto es más, los vicarios o priores mayores que Cluny nombraba para Nájera sino muy rarísima vez y aún entonces forzados por las circunstancias políticas del momento siendo así que desde Nájera iban todos los monjes a profesar a Cluny.
Por lo que hace a los signos de puntuación del manuscrito he de decir que muy frecuentemente hay que adivinarlos, o no los hay o hay puntos seguidos de letra minúscula. Esto cuando el texto es claro, puede subsanarse, pero si es confuso, opta uno por dejarlo a la buena de Dios, y pedirle buenamente disculpas al posible lector. En cualquier caso, la integridad de la obra es asimilable.
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Nájera, Mayo de 1986
Saturnino Nalda Bretón
NAXARA ILUSTRADA
Manuscrito original del s.XVII que se conserva en el Monasterio de Santa María la Real de Nájera.
Transcripción del Padre Saturnino Nalda Bretón O.F.M.
Edita: Patronato del Monasterio de Santa María la Real de Nájera
Imprime: Gráficas Ochoa, S.A.
Logroño,1987