Detalle del ábside románico de la ermita de Ntra. Señora de la Junquera de Treviana (La Rioja)

Ventana de medio punto descentrada, decorada con dos capiteles con el mismo tema en dos versiones: el hombre dominador de aves y cuadrúpedos.

 

 

 

Biblioteca
Gonzalo de Berceo

 

 

      

    NOTA INTRODUCTORIA 

 

 

Cuando, en torno a 1236 (el año en que se renovó la Carta de Hermandad entre los dos monasterios benedictinos de Santo Domingo de Silos y San Millán de la Cogolla), se le confió al clérigo Gonzalo de Berceo la tarea de escribir la Vida de Santo Domingo de Silos, la estrategia, los móviles y los efectos beneficiosos de una obra por el estilo resultaban tan conocidos como sin duda lo era el «versificador». En efecto, el mismo Berceo había dado buena prueba de sus virtudes unos cuantos años antes redactando, para sus hermanos de San Millán, la Vida de San Millán de la Cogolla, notable poema de clerecía dedicado al santo patrón del monasterio homónimo. Y si en lo referente a la Vida de San Millán el poeta altorriojano había podido utilizar, en calidad de fuente, una versión latina de la vida del santo emilianense escrita por San Braulio (además de los Votos de San Millán contenidos en un falso Privilegio de Fernán González), en lo concerniente a la Vida de Santo Domingo los monjes de Silos le ofrecieron un punto de apoyo igualmente precioso, es decir, la Vita Dominici Siliensis, redactada por el fraile silense Grimaldus hacia finales del siglo XI.

Afortunadamente, la fuente latina de la Vida de Santo Domingo de Berceo nos ha llegado en su entereza merced a algunos testimonios manuscritos; y justamente en ellos se ha fundado Vitalino Valcárcel para ofrecernos hace no muchos años (Logroño, 1982) una rigurosa edición crítica de esta obra. Gozamos, pues, de todos los elementos necesarios para examinar con pleno conocimiento de causa el procedimiento adoptado por Gonzalo de Berceo en la elaboración de la vida del santo silense, discerniendo los rasgos originales de los que le pertenecen a Grimaldus; lo cual nos permite valorar con exactitud el celo puesto por Berceo al actuar simultáneamente como traductor, versificador y creador (tal vez sea importante advertir que una investigación parecida aún no ha sido llevada a cabo sistemáticamente, por lo que quizá valdría la pena enfrentarse con ella a la luz de las modernas teorías semióticas).
   También por lo que se refiere a los testimonios que nos han transmitido este poema de Berceo es posible afirmar con seguridad que nos hallamos en presencia de una situación bastante positiva. De hecho, son tres los manuscritos que participan en la configuración del cuadro: uno del siglo XIII, y los otros dos del XIV. y si bien es verdad que uno de los manuscritos del siglo XIV, es decir, el que lleva la sigla H (conservado en la Real Academia de la Historia), resulta ser simplemente una copia directa del ms. del siglo XIII (en palabras técnicas: descriptus), también es verdad que el manuscrito H reproduce algunos trozos de su ejemplar que allí se han perdido por causa de un deterioro mecánico (alguien, después que se realizó la copia de H, le arrancó la última página).

A su vez, el ms. del siglo XIII, que lleva la sigla S y está conservado en el archivo del monasterio de Santo Domingo de Silos, se sitúa en un ámbito cronológico muy interesante, puesto que fue transcrito en la misma época en que actuaba Gonzalo de Berceo. A alguien se le ocurrió hasta sospechar que las correcciones que aparecen en el margen o en el cuerpo del texto, debidas a otra mano distinta a la del copista principal de S, sean achacables al mismo Berceo; pero, a pesar de que esta hipótesis, por toda una serie de motivos; no puede razonablemente ser acogida, queda, sin embargo, una realidad, o sea, que dicho manuscrito representa el papel de antiquior con respecto a los demás testimonios de las obras de Berceo que han llegado hasta nosotros. Por consiguiente, muchos vocablos que en el siguiente siglo XIV habían caído en desuso (y de ello nos ofrece amplia documentación el otro ms. de la Vida de Santo Domingo transcrito en el siglo XIV, el que se conserva en la Real Academia Española de la Lengua y lleva la sigla E) , quedan en S perfectamente certificados y ofrecen una imagen fidedigna de lo que debía ser el sistema lingüístico vigente en la época de Berceo por tierras de Castilla.

El mismo manuscrito S, en cambio, manifiesta un grado más bajo de fidelidad en lo referente a los rasgos típicamente riojanos (en general, de carácter vocálico, consonántico y morfológico) que debían pertenecerle por naturaleza al autor; una menor fidelidad debida al hecho de que S, aun remontándose a una época cercana a Berceo, se transcribió fuera del marco territorial de la Rioja o por obra de un copista castellano exento de riojanismos. La primitiva pátina riojana queda, pues, casi totalmente borrada por causa de los hábitos lingüísticos del copista de S (posiblemente, un monje castellano activo en el monasterio de Silos); en tanto que la mayoría de los rasgos riojanos auténticos reaparecen en el manuscrito E, cuyo copista trabajaba en el convento de San Millán y era natural de un pueblo cercano a dicho convento o, de cualquier forma, incluido en el marco territorial de La Rioja Alta.

En consecuencia, nos hallamos, por un lado, frente a un testimonio «antiguo» (S) , digno de confianza en lo referente a la langue vigente en la época de Berceo, mientras, por otro lado, estamos en presencia de un testimonio «moderno» (E, primera mitad del siglo XIV), más cercano a los hábitos dialectales del poeta altorriojano pero, al mismo tiempo, lejano de su sistema lingüístico y léxico. De hecho, en este último se hallan con frecuencia modernizaciones debidas a la intervención voluntaria del copista, en general detectables merced a los trastornos que dichos cambios ocasionan en el nivel métrico.

Por lo tanto, en lo que concierne al aspecto lingüístico, el editor moderno tendrá que efectuar una sutil operación restauradora guardándole respeto a la antigüedad de S y, al mismo tiempo, recogiendo de E los rasgos altorriojanos que debían pertenecerle a Berceo. Y es lo que hemos intentado hacer también en esta edición.

En el nivel textual, en cambio, la cuestión se plantea en los términos habituales de un cuadro de derivación con dos ramas (representadas, correspondientemente, por S y E,. H, como ya sabemos, resulta descriptus de S) que se remontan a un primer portador de variantes, o arquetipo, cuya existencia queda confirmada merced a una serie de errores significativos comunes a todos los testimonios. Testimonios que, a su vez, se muestran independientes el uno del otro en virtud de varios errores separativos de S con respecto a E, y de E con respecto a S. Dirigiéndose alternativamente hacia las lecciones auténticas certificadas por el uno o el otro manuscrito, el editor moderno puede llegar a reconstruir una imagen bastante fiel del arquetipo; tal vez, la imagen del «códice en quarto, muy antiguo» que se conservó hasta el siglo XVIII en el archivo del monasterio de San Millán para tomar después un camino desconocido.

Seguidamente, si acaso el mismo editor quiere dar el paso definitivo hacia el original, deberá apoyarse necesariamente en la práctica, alentadora y arriesgada, de la enmendación conjetural. Es lo que aquí se ha hecho procurando ofrecer al lector un texto, por así decirlo, limpio y bien armonizado con los preceptos que se leen en los conocidísimos versos 2c y 2d del Libro de Alexandre: «fablar curso rimado por la quaderna vía, I a sílavas cuntadas ca es grant maestría.»

 

 

 

 

EDICIÓN Y COMENTARIO en formato PDF

- Aquí escomiença la vida del gloriosso confessor Sancto Domingo de Silos
De los miráculos que fiço en vida
Aquí escomiença el tercero libro de la estoria de Santo Domingo

 

NORMAS DE TRANSCRIPCIÓN Y ABREVIATURAS

 

 

Gonzalo de Berceo
OBRA COMPLETA
Edición y estudios de varios autores
Coordinado por Isabel Uría

CLÁSICOS CASTELLANOS
ESPASA-CALPE
MADRID 1992
Edición patrocinada por el Gobierno de La Rioja  

 

 

 

 

 

Biblioteca Gonzalo de Berceo
Catálogo general en línea