En seguida se le anunció a Carlomagno que
en Nájera había un gigante del linaje de
Goliath, llamado Ferragut, que había venido de las tierras de Siria,
enviado con veinte mil turcos por el emir de Babilonia para
combatirle. El no temía las lanzas ni la saetas, y poseía la fuerza
de cuarenta forzudos. Por lo cual acudió Carlomagno a Nájera
enseguida.
Apenas supo Ferragut su llegada, salió de la
ciudad y los retó a singular combate, es decir un caballero contra
otro. Entonces le fue enviado por Carlomagno en primer lugar el
dacio Ogier, a quien el gigante, en cuanto lo vió solo en el campo,
se acercó pausadamente y con su brazo derecho lo cogió con todas sus
armas, y a la vista de todos lo llevó sin esfuerzo a la ciudad, como
si fuera una mansa oveja. Pues medía casi doce codos de estatura, su
cara tenía casi un codo de largo, su nariz un palmo, sus brazos y
piernas cuatro codos, y los dedos tres palmos.
Luego Carlomagno mandó a combatirle a
Reinaldos de Montalbán, y en seguida con un solo brazo se lo llevó a
la cárcel de su ciudad. Después se envió al rey de Roma Constantino
y al conde Hoel, y a los dos al mismo tiempo, uno a la derecha y
otro a la izquierda, los metió a la cárcel. Por último se enviaron
veinte luchadores, de dos en dos, e igualmente los encarceló. Visto
esto y en medio de la general expectación, no se atrevió Carlomagno
a mandar a nadie para luchar con él.
Sin embargo Rolando, apenas consiguió
permiso del rey, se acercó al gigante, dispuesto a combatirle. Pero
entonces el gigante lo cogió con sólo su mano derecha y lo colocó
delante de él sobre su caballo. Y al llevarlo hacia la ciudad,
Rolando, recobradas sus fuerzas y confiando en el Señor, lo cogió
por la barba y en seguida lo echó hacia atrás sobre el caballo, y
los dos al mismo tiempo cayeron derribados al suelo. E igualmente
ambos se levantaron de tierra inmediatamente y montaron en sus
caballos. Entonces Rolando con su espada desenvainada, pensando
matar al gigante, partió por mitad de un solo tajo a su caballo. Y
como Ferragut quedase desmontado y le lanzase grandes amenazas
mientras blandía en su mano la desenvainada espada, Rolando, con la
suya, golpeó al gigante en el brazo con que la manejaba y no lo
hirió, pero le arrancó la espada de la mano. Entonces Ferragut,
perdida la espada, creyendo pegarle a Rolando con el puño cerrado,
golpeó en la frente a su caballo, y el animal murió al instante.
Finalmente a pie y sin espadas lucharon con los puños y con piedras
hasta las tres de la tarde.
Al atardecer, Ferragut consiguió treguas de
Rolando hasta el día siguiente. Entonces concertaron que al otro día
acudirían los dos al combate sin caballos ni lanzas. Y acordada la
lucha por ambas partes, cada uno regresó a su propio albergue. Al
amenecer del día siguiente llegaron a pie, cada uno por su parte, al
campo de batalla, como se había acordado. Ferragut llevó consigo la
espada, pero de nada le valió, pues Rolando se había llevado un
bastón largo y retorcido con el que le estuvo pegando todo el día y
sin embargo no le hirió. Hasta el mediodía y sin que a veces se
defendiese le golpeó también con grandes y redondas piedras que
abundantemente había en el campo, y no pudo herirle en modo
alguno.
Entonces conseguidas treguas de Rolando,
vencido del sueño comenzó a dormir Ferragut. Y Rolando, como
cumplido caballero que era, puso una piedra bajo su cabeza para que
durmiese más a gusto. Ningún cristiano, pues, ni aun el mismo
Rolando, se atrevía a matarlo entonces, porque se hallaba
establecido entre ellos que si un cristiano concedía treguas a un
sarraceno, o un sarraceno a un cristiano, nadie le haría daño. Y si
alguien rompía deslealmente la tregua concedida, era muerto
enseguida. Ferragut, pues, cuando hubo dormido bastante, se
despertó, y Rolando se sentó a su lado y comenzó a preguntarle cómo
era tan fuerte y robusto que no temía espadas, piedras ni
bastones.
- Porque tan sólo por el ombligo puedo ser herido, contestó
el gigante.
Hablaba él en español, lengua que Rolando entendía bastante
bien. Entonces el gigante comenzó a mirar a Rolando y a preguntarle
así:
- Y tú, cómo te llamas?
- Rolando, contestó este.
- De qué linaje eres que tan esforzadamente me combates?,
preguntó.
Y Rolando dijo: Soy oriundo del linaje de los
francos.
Y Ferragut instistió: De qué religión son los
francos?
Y respondió Rolando: Cristianos somos, por la gracia de Dios,
y a las órdenes de Cristo estamos, por cuya fe combatimos con todas
nuestras fuerzas.
Entonces, al oir el nombre de Cristo, dijo el pagano: Quién
es ese Cristo en quien crees?
Y Rolando exclamó: El Hijo de Dios Padre, que nació de
virgen, padeció en la cruz, fue sepultado, de los infiernos resucitó
al tercer día y volvió a la derecha de Dios Padre en el
cielo.
Entonces Ferragut replicó: Nosotros creemos que el Creador
del cielo y de la tierra es un solo Dios, y no tuvo hijo ni padre.
Es decir, que así como no fué engendrado por nadie, tampoco a nadie
engendró. Luego Dios es uno y no trino.
- Verdad es, dijo Rolando, que es uno; pero al decir que no
es trino te apartas de la fe. Si crees en el Padre, cree en el Hijo
y en el Espíritu Santo. Pues el mismo Dios es Padre, Hijo y Espíritu
Santo, permaneciendo, sin embargo, uno en tres personas.
- Si dices, contestó Ferragut, que el Padre es Dios, que el
Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios, hay, pues, tres
dioses, lo que no es posible, y no un solo Dios.
- De ninguna manera, replicó Rolando, sino que te afirmo que
Dios es uno y trino. Y efectivamente así es. Todas las tres personas
son igualmente eternas e iguales entre sí. Cual el Padre así es el
Hijo y el Espíritu Santo. En las personas está la propiedad en la
esencia la unidad y en la majestad se adora la igualdad. Los ángeles
en el cielo adoran a Dios uno y trino, y Abraham vió a tres y adoró
a uno.
- Demuéstrame eso, atajó el gigante, cómo tres son uno
solo.
- Te lo demostraré, dijo Rolando, mediante ejemplos humanos.
Como en la cítara al tocar hay tres cosas, a saber, el arte, las
cuerdas y las manos, y sin embargo es una cítara, así también en
Dios hay tres, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y es un solo Dios. Y
como en la almendra hay tres cosas, cáscara, piel y fruto, y a pesar
de ello sólos una almendra. de la misma manera en Dios hay tres
personas y un solo Dios. En el sol hay tres, claridad, brillo y
calor, y sin embargo sólo un sol existe. En la rueda del carro hay
tres partes, a saber, el cubo, los rayos y la pinas, y sin embargo
forman una sola rueda. En ti mismo hay tres elementos, cuerpo,
miembros y alma, y a pesar de ello eres un solo hombre. De la misma
manera resulta que en Dios hay unidad y trinidad.
- Ahora, dijo Ferragut, entiendo que Dios es uno y trino pero
ahún no sé cómo el Padre engendró al Hijo, cual aseguras.
- ¿ Crees, preguntó Rolando, que Dios creó a Adán
?
- Lo creo, respondió el gigante.
- De la misma manera, pues, dijo Rolando, que Adán no fué
engendrado por nadie y sin embargo engendró hijos, así también Dios
Padre por nadie fué engendrado y, no obstante, por obra divina,
antes del comienzo de los tiempos, engendró inefablemente de sí
mismo, según quiso, al Hijo.
Y el gigante dijo: De acuerdo con lo que dices; pero no
comprendo en absoluto cómo se hizo hombre quien era Dios.
- El mismo que de la nada creó el cielo, la tierra y todas
las cosas, contestó Rolando,hizo que su Hijo se encarnase en una
virgen, no por obra de varón, sino de su Espíritu Santo.
- No acabo de entender, replicó el gigante, cómo sin obra de
varón pudo nacer, como dices, del vientre de una virgen.
Y Rolando le dijo: Dios que creó a Adán sin necesidad de otro
hombre, hizo que su Hijo naciese de una virgen sin intervención de
hombre alguno. Y como de Dios Padre nació sin madre, de la misma
manera nació de madre sin padre humano. Pues tal es el nacimiento
digno de Dios.
- Difícilmente alcanzo sin rubor, repuso el gigante, cómo una
virgen pudo concebir sin obra de varón.
- Aquel, respondió Rolando, que hace nacer el gorgojo en el
grabo del haba y el gusano en el árbol y en el barro, y que hace
tener prole sin acción del macho a muchos peces y pájaros, a las
abejas y serpientes, Ese mismo hizo que una virgen intacta
engendrase sin concurso humano al hombre Dios. Quien, como dije,
hizo el primer hombre sin necesidad de otro, fácilmente pudo hacer
que su Hijo, hecho hombre, naciese de una virgen sin concurso de
varón.
- Bien puede ser, dijo Ferragut, que naciese de una virgen,
pero si fué hijo de Dios de ninguna manera pudo, como aseguras,
morir en la cruz. Pudo, como dices, nacer, pero, si fué Dios, no
pudo en absoluto morir, pues Dios nunca muere.
- Bien dicho, replicó Rolando, que pudo nacer de virgen.
Luego, en cuanto hombre, nació. Si, como hombre, pues todo el que
nace, muere. Si hay que creer en su Natividad, en consecuencia hay
que creer en su muerte y Resurrección.
- ¿ Por qué, exclamó Ferragut, hay que creer en su
Resurrección ?
- Porque, dijo Rolando, el que nace, muere; y el que muere
resucita al tercer día.
Entonces el gigante se admiró mucho al oír esto, y le
dijo:
- Rolando, ¿ por qué me dices tanta tontería ? Es imposible
que un hombre muerto vuelva de nuevo a la vida.
- No sólo el Hijo de Dios, respondió Rolando, resucitó de
entre los muertos, sino también todos los hombres que ha habido
desde el principio hasta el fin, han de resucitar ante su tribunal y
desde el principio hasta el fin, han de resucitar ante su tribunal y
recibirán la recompensa de sus méritos, según cada uno haya obrado
bien o mal. El mismo Dios que hace crecer hasta lo alto al pequeño
arbol, y hace revivir, crecer y fructificar en la tierra al grano de
trigo, muerto y podrido, hará que todos con su propia carne y
espíritu resuciten de la muerte a la vida el día del juicio. Compara
la misterios naturaleza del león. Si el león vivifica con su aliento
a los tres dias a sus cachorros muertos, ¿ Por qué admirarse si Dios
Padre resucitó a su Hijo de entre los muertos al tercer día ? Y si
el Hijo de Dios volvió a la vida, no debe parecerte nuevo, puesto
que muchos muertos también volvieron a ella antes de su
Resurrección. Si Elías y Eliseo resucitaron muertos fácilmente,
muchos difuntos antes, fácilmente resurgió de entre los muertos, y
no pudo, de ninguna manera, ser retenido por la muerte, pues la
misma muerte huye de Aquel a cuya voz una muchedumbre de muertos
resucitó.
Entonces Ferragut dijo: Ya voy vislumbrando lo que dices,
pero no sé todavía cómo pudo entrar en los cielos, como tú
dijiste.
- Quien fácilmente descendió del cielo, dijo Rolando,
fácilmente subió a los cielos. Quien fácilmente resucitó por sí
mismo, con igual facilidad entró en el cielo. Compara estos varios
ejemplos. Ves la rueda del molino: cuanto desciende de las alturas a
lo profundo otro tanto asciende desde lo hondo a lo alto. El ave que
vuela en el aire sube tanto como descendió. Tú mismo, si acaso
bajaste de un monte, bien puedes volver de nuevo al sitio de que
descendiste. El sol salió ayer por oriente y se puso por poniente, e
igualmente hoy volvió a salir por el mismo lugar. Luego el Hijo de
Dios volvió allá de donde vino.
- Entonces, concluyó Ferragut, lucharé contigo, a condición
de que si es verdadera esa fe que sostienes, sea yo vencido, y si es
falsa, lo seas tú. Y el pueblo del vencido se llene eternamente de
oprobio, y el del vencedor en cambio de honor y gloria
eternos.
- Sea, asintió Rolando.
Y así se reemprendió el combate con mayor vigor
por ambas partes, y en seguida Rolando atacó al pagano. Entonces,
roto el bastón de Rolando, se lanzó contra él el gigante y
cogiéndolo ligeramente lo derribó al suelo debajo de sí.
Inmediatamente conoció Rolando que ya no podía de ningún modo
evadirse de aquél, y empezó a invocar en su auxilio al Hijo de la
Santísima Virgen María y, gracias a Dios, se irguió un poco y se
revolvió bajo el gigante, y echó mano a su puñal, se lo clavó en el
ombligo y escapó de él.
Entonces el gigante comenzó a invocar a su dios con voz
estentórea, diciendo: Mahoma, Mahoma, dios mío, socórreme que ya
muero. Y en seguida, acudiendo los sarracenos a estas voces, le
cogieron y llevaron en brazos hacia la ciudad. Rolando, empero, ya
había vuelto incólume a los suyos. Entonces los cristianos, junto
con los sarracenos que llevaban a Ferragut, entraron en brioso
ataque en la ciudadela que estaba sobre el poblado. Y de esta manera
murió el gigante, se tomó la ciudad y el castillo, y se sacó de la
prisión a los
luchadores. |