PROBLEMAS FUNDAMENTALES
EN TORNO A LA HISTORIA
DE LA SANIDAD MEDIEVAL
EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
Mercedes Gallent Marco
Universidad de Valencia
El tema que vamos a desarrollar, "Problemas fundamentales en torno a la Historia de la Sanidad medieval en la Peninsula Ibérica", se ocupa de cuestiones y problemas que tradicionalmente han estado un tanto alejados de las preocupaciones de los historiadores, en este caso de los medievalistas, bien por considerarlos objeto de investigación más propio de la Historia de la medicina, o bien porque se considera un tema dificil de estudiar sin una cultura médica, o finalmente, ni se percibe ni se valora la trascendencia del problema en el ámbito de la investigación histórica.
Si analizamos, no obstante, en profundidad los contenidos y las conexiones de la Historia de la Sanidad con los múltiples aspectos que confluyen en el desarrollo de la historia (sociedad, economía, instituciones, etc.), nos percatamos de que es un tema, aun circunscribiéndolo básicamente en la Historia Social, imposible de analizar únicamente desde la medicina, entendida ésta como saber "técnico-científico".
1. APROXIMACIÓN HISTORIOGRAFICA
Una revisión sucinta de la historiografia más reciente arroja como dato fundamental que el estudio de la sanidad se está realizando desde dos modelos de tratamiento:
Uno, arraigado en la tradición de los estudios histórico-médicos, procede de la Historia de la Medicina y, lógicamente estudia de forma más puntual la problemática histórico-médica. No obstante, la escuela del Dr. Laín Entralgo, deudora de la tradición alemana (Jet ter, Ackernecht, Schipperges) y seguida por autores como Granjel, López Piñero, etc. ha superado el punto de vista más bien internalista y ha adoptado una perspectiva ecléctica en la que, junto al imprescindible análisis de la problemática interna de carácter eminentemente médico, se considera igualmente fundamental ampliar ese ámbito más restringido para conectar con los problemas sociales, económicos e ideológico-culturales; es decir, se plantea enfocar el estudio de la medicina dentro del contexto real en que ésta se desarrolla y desde el cual ha de interpretarse.
Lo afirmado anteriormente fue plasmado magistralmente en las palabras que el Dr. López Piñero pronunció en su discurso de recepción en la real Academia de Medicina de Valencia:
"Nuestra tarea consiste, en primer término, en el estudio de la salud y de la enfermedad como estados de la vida humana en todas las épocas. La historiografia médica ha aprendido a tener seriamente en cuenta como supuesto la condición al mismo tiempo biológica, social y personal del hombre. Por ello estudia la enfermedad como una realidad biológica cambiante, como un fenómeno social integrado en toda la colectividad humana -es decir, condicionado por unas estructuras socioeconómicas y consecuencia, a su vez, de otros fenómenos colectivos- y como vivencia personal en cada situación histórica.
De forma paralela, estudia la medicina como empresa de las sociedades humanas de todos los tiempos dirigida a la lucha contra la enfermedad y a la promoción de la salud, analizando su inserción en las estructuras propias de cada situación sociocultural, así como las bases empíricocreenciales o científicas en las que se apoya. Investiga el desarrollo de la profesión y de la enseñanza, de la asistencia y de la prevención, de la ciencia médica y sus aplicaciones, no como elementos aíslados, sino como aspectos integrantes de realidades concretas de carácter social, económico, político y cultural"1.
El segundo modelo, reflejado en los trabajos más actuales dentro del campo de la Historia de la Sanidad, no sólo considera dicha materia como factor determinante para la comprensión y desarrollo de la Historia Social, la Historia de las Mentalidades o la Historia Económica, sino que su contenido específico: el trinomio salud/enfermedad/ sociedad la van configurando como objeto de estudio hasta cierto punto autónomo, sin duda encaminado a una mayor comprensión de la sociedad y del hombre, sujeto de la historia2.
Estos modelos de investigación conjugan perspectivas de estudio (paradigmas historiográficos ), resaltan objetos específicos de análísis y además exigen la selección y tratamiento particular de unas determinadas fuentes: la primera perspectiva acude básicamente a la tipologia de fuentes que enlazan más con los estudios médicos en sentido estricto (tratados médicos, recetarios...); la segunda, en cambio, se ocupa de fuentes más dificiles de localizar y sistematizar debido, entre otras razones, a su dispersión, sin embargo, al historiador le ofrecen una información que ayuda a comprender el problema sanitario de forma menos restringida y más globalizadora, acorde con la tarea propia del "historiador", no siempre del "historiador de la medicina".
2. HACIA UNA HISTORIA DE LA SANIDAD
La opción que hemos tomado como investigadora, historiadora y medievalista, se inscribe dentro del que hemos explicitado como segundo modelo o perspectiva, lo cual supone seleccionar un objeto de estudio: la sanidad y reivindicar, a la hora de hacer Historia de la Sanidad, una revisión conceptual-terminológica y, sobre todo, optar por una nueva perspectiva de tratamiento y una ampliación de objetos a incluir en su espacio científico que se ha de configurar como fronterizo, multidisciplinar, puesto que participa de las preocupaciones de diversas disciplinas: cultura material, historia social, antropología histórica, historia de las mentalidades, historia de la ciencia... cuya delimitación ha de venir dada fundamentalmente por el punto de vista y funcionalidad de la investígación; esto es, objetos pertenecientes a diferentes parcelas del saber, histórico o no, han de ser mirados en la Historia de la Sanidad de acuerdo con las implicaciones que supone la interrelación de los tres fenómenos ya citados: salud, enfermedad, sociedad que, como derivación lógica exigirá una atención peculiar.
Epistemológicamente, delimitamos la Historia de la Sanidad como una parcela del espacio histórico, y no sólo médico, que se ubica en el ámbito de la denominada historia total, "una historia que intentaría tener en cuenta -dice P. Vilar- todos los factores del proceso global de transformación que anima a las sociedades humanas... La historia total quisiera (no digo que sea fácil) poder describir explicatívamente desde la demografia y las relaciones entre el hombre y la naturaleza, hasta las condiciones de realización de las más modernas tecnologías, y hasta la supervivencia de creencias individuales y colectívas"3.
2.1. La sanidad medieval: Perspectivas de análisis2.1.1. Estado de la cuestión
El estudio de la sanidad medieval se inscribe, pues, en la problemática que hemos mencionado anteriormente; de hecho, un repaso a la producción más reciente, sobre todo francesa e italiana, evidencia una progresiva sensibilización de los medievalistas hacia esta materia4, una toma de conciencia de que no pueden dejarse de lado en el estudio global de la sociedad ni los aspectos sanitarios, ya sean de índole histórico-médica estricta, en cuyo caso dejan la puerta abierta a los historiadores de la medicina, ni los que atañen al conjunto de la sociedad: actitudes ante la salud/enfermedad, higiene, instituciones, formación de los profesionales...
Los medievalistas parece, de acuerdo con lo dicho, que están en condiciones de superar un doble escollo o prejuicio muy arraigado hasta el momento: separar el tratamiento de la Historia de la Sanidad de la Historia de la Medicina propiamente dicha y leer adecuadamente las fuentes de forma que el historiador que se enfrente a estos temas debe ser consciente del carácter fundamentalmente administrativo de las mismas y de que, por tanto, las cuestiones sanitarias aparecen como un elemento más dentro de la amplia temática que abarca este tipo de fuentes, lo cual exige tanto una "relectura" de las mismas como un "listado" de los complejos aspectos que el historiador de la sanidad debe tener presente a la hora de abordar estas cuestiones. Esto no excluye, por supuesto, la necesidad de valorar y estudiar también las fuentes literarias, las iconográficas y las histórico-médicas, estas últimas indicadoras del bagaje científico-técnico e ideológico de la medicina establecida en el momento histórico de la Edad Media.2.1.2. La historia de la sanidad en la Península Ibérica
En cuanto a la Península Ibérica, la Historia de la Sanídad, si bien en un principio, sobre todo en el caso del periodo medieval, no fue objeto de estudio primordial tanto para los historiadores, como para los historiadores de la medicina, en la actualidad podemos afirmar que se le está dedicando mucha mayor atención por parte de ambos colectivos.
Sobre los problemas que conlleva su estudio cabe decir que son similares a los planteados para el estudio de la sanidad (medieval) en general: El no disociamiento dede la Historia de la Medicina y la Historia, propiamente dicha y el de las fuentes; problemática que se inscribe asimismo en el tratamiento que se le ha dado:
1) Un periodo clásico, podriamos decir, donde, desde una perspectiva más específica, positivista o romántica, incluso, estudiosos, que en su mayoria procedían de la Historia de la Medicina, comenzaron a valorar la importancia que tenía el estudio de la sanidad medieval, tanto desde su parcela histórico-médica, como en su conexión con la sociedad.
Obras como las de Villalba, Hernández Morejón y Chinchilla, Peset y Cervera, Peset Llorca y Peset Vidal, Comenge y Ferrer, Rodrigo Pertegás..., autores a los que debemos una sistemática recopilación de fuentes así como un íntento, aunque en ciernes, contextualizador, como dijimos, en el proceso histórico5.2) Los trabajos más actuales, tanto de los historiadores de la medicina como los propiamente históricos, presentan ya otra serie de caracteres y cabe inscribirlos en las corrientes historiográficas más en boga.
Por una parte, los historiadores de la medicina, pertenecientes -excepto el caso de Cardoner i Planas- a la escuela de Lain Entralgo, impulsados, tanto por el entendimiento de la historia que su maestro ha marcado en este tipo de estudios, e influenciados por la escuela de los Annales, comenzaron a hacer un nuevo tipo de historia que, aunque por un lado se circunscribe a la temática histórico-médica estricta, ha ampliado sus horizontes, intentando ofrecer una visión "total" de la sanidad, entendida como un factor más en el seno de la sociedad6.
Los historiadores, por su parte, superados los prejuicios (sobre todo a abordar temas que les parecían ajenos a su campo de estudio, incluso podriamos hablar de cierto complejo de inferioridad) sobre la materia, influenciados también, a su vez, tanto por las escuelas historiográficas, marxismo, Annales, Nueva Historia, así como la producción, cada vez más accesible, que sobre el tema se hace en otros países 7, han abordado finalmente el tema, entendiendo a la Historia de la Sanidad como elemento clave de la Historia Social en su sentido más amplio: "La Historia es social por definición"8.
Lo dicho ha dado lugar a que la producción sobre esta materia en nuestro país haya ido creciendo en los últimos años. Sus autores no han dudado en incorporar y asimilar la bibliografia que sobre la Historia de la Sanidad nos están brindando otros ámbitos y no han dudado, tampoco, en recurrir a la interdisciplinaridad a la hora de intercambiar conocimientos, modelos y métodos de trabajo9.2.1.3. Problemas claves
De la conjunción de estos factores, podemos decir que nuestra actual historiografia ha elaborado un modelo de trabajo, que, si no acordado explicitamente, implícitamente sigue un curso similar.
Entendiendo la Historia de la Sanidad como elemento determinante en la Historia de la Sociedad, su campo de investigación se ha orientado hacia tres aspectos, creemos que fundamentales:
-El estudio de la salud/enfermedad individual y epidémica.
-El estudio de los centros asistenciales.
-El estudio de los profesionales de la sanidad, su formación, su consolidación como grupo social y su ejercicio profesional.
Aspectos que, por supuesto, deben contextualizarse en la propia sociedad de la que son parte integrante, planteándose, en consecuencia, las respuestas que ésta genera ante estos tres elementos objeto de estudio.
En lo relativo a las fuentes, la problemática encontrada es similar a la citada anteriormente: su tipología, puesto que son fuentes generalmente administrativas y su dispersión. El historiador de la sanidad raramente encuentra fuentes específicas (exceptuando las histórico-médicas) que le brinden información sobre el tema. Debe recurrir a las diversas series de archivos donde encontrar las piezas que le permitan reconstruir un pasado: ha de recurrir a los registros de cancillería, a las actas de consejo, a los protocolos notariales, si es posible a los libros de administración de los centros hospitalarios..., a las fuentes literarias e iconográficas...
3. UNA PROPUESTA DE TRABAJO
En consonancia con lo dicho, una aproximación al estudio de la sanidad medieval en el País Valenciano exigiría, en primer lugar, analizar la estructura socioeconómica, las enfermedades, la ideología que profesionales, autoridades y pueblo tenían sobre la etiología, desarrollo y erradicación de la enfermedad, la legislación sanitaria, la actitud social frente a la salud o la enfermedad de la población, la relación clase social/enfermedad, la situación de la ciencia médica de los profesionales, los hospitales, la higiene pública, etc. y, en un segundo momento, establecer las relaciones o determinaciones de unos elementos respecto a los otros. Labor demasiado amplia y dificil de abarcar si no es por un equipo interdisciplinar de investigación.
Nuestros trabajos han constituido un primer paso para la investigación de la sanidad medieval en la ciudad de Valencia (evidentemente tratamos cuestiones que afectan a la totalidad del reino y, por supuesto a la Corona de Aragón) desde la perspectiva propuesta. No obstante, sus limitaciones son evidentes, dado que abarcan fundamentalmente el siglo XV y, por otra, parte analizan y relacionan únicamente la enfermedad, los hospitales y los profesionales de la medicina. Hemos intentado, en definitiva, como hipótesis de trabajo, resaltar la incipiente modernización del modelo valenciano de sanidad, evidenciado tanto en el análisis, tratamiento y prevención de la enfermedad, como en la organización hospitalaria, de carácter eminentemente civil, la planificación por parte de las autoridades y la preparación, control y práctica de los profesionales de la sanidad 10.3.1. La enfermedad
Las enfermedades cambian con el tiempo, modifican sus propias características, avanzan o retroceden hasta desaparecer, son diferentes según las épocas, las zonas geográficas y los estratos sociales. Cada época. cada civilización ha tenido sus propias y peculiares enfermedades. entendidas como fenómenos de masa. es decir. como hechos que perturban radicalmente el entorno social.
La enfermedad. más que constituir un hecho casual o desafortunado. estrictamente prívado e individual, o una catástrofe colectiva. por tanto un fenómeno puramente biológico, sólo es comprensible cuando se enclava en el ámbito de las relaciones sociales, puesto que se relaciona estrechamente con los fenómenos económicos, sociales. políticos y culturales de un lugar y época determinados.
Los siglos de la Baja Edad Media estuvieron, sin duda, sujetos a diversas enfermedades. entendidas en sentido estricto. Su investigación es dificil para el historíador. ya que raramente aparecen reseñadas individualmente en las fuentes de uso habitual. excepto cuando adquieren carácter epidémico y pasan a convertirse en fenómenos de magnitud social y colectiva.
La peste, entre otras muchas (tifus, lepra 11"sudor anglicus", "ignis sacer") , la más estudiada por los historiadores. tal vez por constituir una de las pandemias que durante más tiempo y de forma más dura atacó al occidente europeo. No obstante, su gravedad ha de calibrarse, en función del ambiente natural, como una causa de la enfermedad, en el uso de la técnica como medio preventivo y terapeútico y, finalmente, del ambiente social 12.
La sociedad valenciana de los últimos siglos medievales se vio afectada, por sucesivas oleadas epidémicas. La urgente necesidad de erradicarlas planteó una problemática sanitaria tan perentoria como desconocida que acarreó efectos diversos en la economía, demografia, etc. y, sobre todo, en la sanidad, ya que comenzó a surgir un concepto de salud paralelo al de ciudades italianas como Milán, Génova, Venecia, Florencia, base, según M. C. Cipolla, "de una organización sanitaria de vanguardia, notablemente anticipada al resto de Europa"13.
Probar estas aflrmaciones nos exigió despejar, dentro del espacio histórico de Valencia y su entorno, una serie de incógnitas implícitas en el método historiográfico aplicado al estudio de la epidemia: el análisis exhaustivo de fuentes y su confrontación con otro tipo de documentos; la fijación de una cronología; el estudio de la terminología; la identidad de las diversas epidemias, su origen y su propagación; el estudio y tipificación de las medidas empleadas para salvaguardar individual y colectivamente a la población; la constatación, en fin, de unas evidentes implicaciones socioeconómicas que, por supuesto, no están patentes en las fuentes consultadas y exigen acercarse a estudios demográficos o económicos específicos.
Centrados en el siglo XV, encontramos noticias sobre los diversos conatos epidémicos de la ciudad de Valencia y su entorno estudiando y confrontando fuentes documentales o narrativas e indirectamente la bibliografia secundaria.
Los Manuals de Consells son la fuente básica y primordial para fijar la cronología, puesto que en ellos están insertas las "cridas" o pregones que anuncian la existencia de peste, su proximidad y las medidas a tomar, o para hacer públicas diversas procesiones y actos de culto implorando su cese o agradeciendo su desaparición.
Estas fuentes nos permiten contabilizar veintinueve periodos epidémicos: 1401, 1403, 1420, 1421, 1422, 1428, 1429, 1439, 1450, 1459, 1460, 1461, (1465), 1466, 1467, (1469), 1475, 1476, 1477, 1478, 1483, (1485), 1487, 1489, 1490, 1491, 1494, 1495, 1496, (1501), (1507), 1508, 1509, 1510, (1511), (1512), que evidencian la existencia de peste en la propia ciudad, en zonas adyacentes a la misma y en otros reinos peninsularesl4.
Acercarnos a la etiología de las epidemias citadas, presenta una doble dificultad. La primera, de carácter terminológíco, es consecuencia del desconocimiento del fenómeno por parte de los coetáneos. De hecho se nombra a la epidemia de muy diversos modos: "accidents de malaltia, epidemial e pestilent plaga, febres, glánola, infecció, infeccions, mal, el mal, mal de pesta, pal de pestilencia, malalties, malalties epidemials, morbo, morbo contagiós, morbo infecte e contagiós, mortaldat, mortalitats, parts infectes, parts perstilents, peste, pestilencia, pestilencies"... pero nunca se especifica el tipo de enfermedad infecto-contagiosa, obligándonos a emplear normalmente los términos genéricos de peste o epidemia como sinónimos, constatando, lógicamente, la no delimitación científica de dicha terminología.
La segunda, más específica, se refiere a la inexistencia de datos concretos sobre la etiología o sobre el contagio. Aunque conscientes de su existencia, no tienen ideas claras acerca de su propagación, y condicionan el ejercicio de una acción preventiva eficaz. Acaso se dé aquí lo constatado por Cipolla para Italia: las ideas, las instituciones y la legislación que se desarrollaron en Italia entre los siglos XV y XVI alcanzando su máxima maduración en el XVII adolecían de la ignorancia médico-científica de la época. Se queria luchar contra las epidemias recurrentes de peste, pero no se sabía bien qué era la peste y muchas veces se denominaba peste a lo que peste no era, tal vez tifus petequial u otra enfermedad parecida. Para empezar, no se conocía el agente causal de estas enfermedades (...), ni se conocía el mecanismo de propagación de la enfermedadl5.
Este desconocimiento no exime a la sociedad de organizarse ni de llevar a cabo una cierta acción profiláctica, pero desconocer el agente patógeno y los mecanismos de transmisión de la enfermedad puede conducir a los responsables sanitarios a dar golpes de ciego, cometer errores y malgastar recursos.
En Valencia, las medidas adoptadas ante las epidemias eran, normalmente, de carácter colectivo y su objetivo era preservar a la población de la enfermedad. La tipología es diversa. Unas, de orden social, buscaban el aislamiento, cortando los contactos con el exterior, exigiendo la entrega de un "bolletí" o salvoconducto que acreditase la procedencia de lugares no apestados, cerrando los portales de la muralla que rodeaba la ciudad, o prohibiendo la introducción de ropas, maderas y otros productos. Asimismo, se conminaba a que los habitantes de la ciudad declarasen cualquier caso de enfermedad y no albergasen a persona alguna procedente de poblaciones apestadas bajo la amenaza de penas pecunarias. Se establecía también la cuarentena, verificada por primera vez en 1476 y consistente en probar que durante cuarenta días no se había estado en zona apestada. Se fundaron, en fin, al menos desde el año 1510, lazaretos, cuya funcíón específica era aislar y confinar a los enfermos de peste en lugares alejados de la urbe, para evitar el contagio.
Otras medidas iban destinadas a romper el cíclo biológico del agente transmisor de la infeccíón e intentar atajar o destruir futuros contagios. Normalmente eran dictadas por la experiencía y pecaban muchas veces de ineficaces. Se referian a la limpieza de escorrentías, acequias, marjales yaguas estancadas; a la prohibicíón de plantacíones de arroz y cáñamo, guiados por las creencías sobre los aires pestilentes, miasmas, etc. entonces en augel6; a la imposicíón de quema de ropas y pertenencías de quienes procedieran de zonas con peste ya la prohibición de enterrar en la cíudad los cadáveres muertos a causa de dicha enfermedad.
Por último encontramos una serie de medidas espirituales o religiosas, acordes con la mentalidad colectiva medieval: "prédicas", procesiones penitencíales, actos de culto. Medidas que, por otra parte, manifiestan una gran ignorancia respecto al riesgo y peligrosidad que tienen para la salud pública las aglomeracíones como potencíadoras del peligro de contagio, más aún en socíedades donde es corriente un ectoparasitismo generalizado, y, sobre todo, en el caso de la peste neumónica, por contagio directo interhumanol7.
Todas estas medidas necesitaron, lógicamente, otras de carácter conminatorio, encaminadas a exigir su cumplimiento, aunque fueron transgredidas muchas veces por afán de lucro, abuso de autoridad o irresponsabilidad. Tales disposicíones consistían en la imposicíón de multas a los infractores y en amenazas de pérdida de oficío o castigos corporales cuando alguien se declaraba insolvente.
Las consecuencías de estas epidemias, sin duda, fueron desastrosas para la vida cíudadana en sus aspectos organizativos, económicos y, sobre todo demográficosl8. No obstante, y pese a lo paradógico que pueda parecer, la comprensión de la enfermedad como hecho socíal manifiesta un cíerto proceso de "modernizacíón" de las actitudes colectivas e institucíonales ante la salud y un avance socíal, cultural y hasta cíentífico.3.2. Los profesionales de la sanidad
Los cambios estructurales (económicos, sociales e institucionales), ideológicos y mentales que conoció el occidente europeo en los últimos siglos medievales supusieron para la medicina el reconocimiento oficial como disciplina universitaria, aunque, en principio, no implicaron una auténtica modernización de la ciencia ni una revolución de la enseñanza, deudora aún en exceso de los textos clásicos del modelo hipocrático, basado en las teorias aristotélicas y perfeccionado por Galeno. Esta enseñanza estaba marcada por el divorcio entre ciencia y técnica y concebía la primera como especulación fIlosófica y disputa dialéctica, mientras identificaba a la segunda con el artesanado, sinónimo de un empirismo asistemático.
Este hecho junto con el desconocimiento de la estructuración formal de los estudios de medicina y cirugia en el antiguo Reino de Valencia, al menos en sus inicios, dificulta un análisis sistemático del personal sanitario y nos obliga a movemos a menudo en el terreno de las hipótesis. Por otra parte, el proceso de formación del gremio o cofradía de cirujanos -la formación de sus estatutos, materia de estudio, protección intercorporativa- así como la adquisición de una relevancia social y el paso, en definitiva, hacia nuevas formas de medicina, ha sido un tema bastante marginado por la historio- grafia valencianal9.
Previo al análisis específico del caso valenciano, debemos hacer una breve referencia a la reglamentación de los estudios médico-quirúrgicos en la Corona de Aragón. La enseñanza teórica de la medicina se impartía en los Estudios Generales existentes en numerosas ciudades de la Corona (Montpellier, Lérida, Perpiñán, Barcelona, etc.). A ellos acudían los estudiantes valencianos, al menos hasta 1502, año en que empezó a funcionar el Estudi general de Valencia. Las prácticas, en cambio, se realizaban bajo la supervisión de profesionales privados.
A partir de los estatutos del Estudio General de Perpiñán que, según A. Cardoner i Planas, constituyen la mejor codifica~ión de los estudios de medicina, sabemos que se exigía una preparación previa para acceder a los estudios generales. Cuando alguno poseía el "maestratge en arts", los específicos de medicina, de duración variable según el grado, se reducían en un año. El primer grado, el de "batxiller", exigía "llegir tres anys en una escola i ésser examinat pel professor". El segundo, el de "llicenciat", suponia seis años de lecturas y aprobar un examen. Tras éste, se asignaban al licenciado dos profesores de medicina (teórica y práctica) y se le exigía la superación de dos nuevas pruebas -de carácter secreto la primera y público la segunda- al finalizar los estudios. El máximo grado era el de "mestre", similar al de doctor, que suponia para el licenciado haber superado otro examen, realizado ante los demás "mestres".
Los cirujanos, por su parte, siguieron un largo proceso para su reconocimiento y consolidación. Por ello, el conocimiento de su preparación teórica y práctica resulta más problemático. Su formación incluía también la adquisición de unos conocimientos teóricos, trabajando durante cinco años como ayudantes de un cirujano ya reconocido. No obstante, distintas ordenanzas conformaron, a lo largo de los siglos XIV y XV, la regulación más específica de su preparación, al tiempo que contribuyeron a la consolidación de su profesión20.
Unidos a los barberos, los cirujanos valencianos intentaron crear y afianzar su prestigio social y su oficio por medio de una "corporación de oficio", cuyo origen y evolución siguió los siguientes pasos:
-1283: encontramos por primera vez a los barberos como oficio reconocido.
-1311 : J aime II aprueba la constitución de la cofradía de barberos y cirujanos de Valencia.
-1392: Juan I aprueba los capítulos de la "almoina deIs barbers".
-1433: Juan de Navarra, como lugarteniente de Alfonso V, aprueba la constitución del colegio de barberos y cirujanos.
-1458: el gobernador de Valencia ratifica la autorización para que puedan reunirse libremente en la iglesia de la Merced.
-1462: se funda una lectura oficial de cirugía sostenida por el municipio.
-1478: Juan II concede un privilegio por el que se reconoce el oficio de barbero- cirujano como "arte" y les permite disecar cadáveres.
-1481: Fernando II otorga nuevos privilegios, elevando el rango y estatus social del oficio, al de los demás artífices de la ciudad.
-1486: se conforman definitivamente los capítulos del colegio de barberos y cirujanos, siendo aprobados por el consejo de la ciudad.
-1499: los estudios de medicina y cirugía se incorporan al "studio General".
El ejercicio de la medicina y la cirugía estaba sometido a controles establecidos por la propia ciudad, según estipulaban los fueros, o, en contados casos, a los tribunales reales; Cuando los ejercía el municipio, aquellos que deseaban ejercer la medicina y llegaban a la ciudad provistos de su título expedido por un Estudio General, debían superar el examen al que les sometían los examinadores del municipio ( cuya existencia conocemos a partir de 1336). La prueba consistía en diversas cuestiones de teoria y práctica, cuyo contenido específico, como señala García Ballester, no se ha podido reconstruir con exactitud21. Una vez aprobado el aspirante, el acta era remitida por los examinadores al Justicia Civil de la ciudad, quien expedía la licencia oportuna para permitir el libre ejercicio profesional.
Los cirujanos, formados teóricamente en alguna escuela con otros cirujanos, o, a partir de 1462, en la lectura de cirugia del municipio, debían superar primero un examen ante los mayorales del colegio de cirujanos, tal y como estipulaban los capítulos de 1486. Posteriormente realizaban el examen oficial. La licencia de ejercicio se la otorgaba, como a los médicos, el Justicia Civil.
Los médicos y cirujanos cuya competencia era juzgada por los tribunales reales (formados por los médicos y cirujanos de la casa real: "protometges o protofisichs y protocirurgians"22, pueden ser considerados como casos particulares. Casi siempre se refieren a las minorias judía y musulmana, a mujeres o a circunstancias especiales de ejercicio. En tales casos, la licencia era concedida por el rey y se les asignaba un campo de actuación bastante más amplio que el concedido por el Justicia, pues a veces abarcaba a todos los estados de la Corona de Aragón23.
La creación de un cargo funcionalmente muy especializado y reservado a los profesionales médicos, el de "desospitador", es un indicio más de modernización. Sus funciones eran similares a las de los actuales médicos forenses puesto que eran los encargados de realizar diversos peritajes médico-legales24. Consolidar la profesión en el momento histórico que analizamos exigió, además, detectar y perseguir el intrusismo como una transgresión grave de la normativa respecto a la preparación y el ejercicio de los profesionales médicos. Esta tarea fue encomendada por los reyes a aquellos profesionales que gozaban de mayor prestigio y reconocimiento sociars.
Esta actuación supuso un paso indispensable para la historia de la ciencia médica y para la sanidad del país, al eliminar el diletantismo y el riesgo inútil de ciertas actuaciones irresponsables. No obstante, como hecho social, la delación y eliminación del intrusismo significó un evidente riesgo, por cuanto que el control intelectual o pragmático se convirtió, a veces, en un control ideológico y la justa eliminación del intruso pudo llegar a ser salvoconducto para una injusta eliminación de minorías marginadas social, religiosa o políticamente.3.3. Las instituciones asistenciales
Las instituciones hospitalarias medievales sufrieron un proceso evolutivo a lo largo de la historia y variaron progresivamente sus objetivos asistenciales y sus funciones. Consecuentemente, la población y los poderes públicos adaptaron y actualizaron la forma de comprender e interpretar dichas instituciones26.
Grmek y Schipperges27 especifican dicho proceso señalando cuatro etapas en su evolución. Un primer momento, hasta el siglo XII, durante el cual predominó una medicina monástica que, a pesar de los condicionamientos religiosos respecto a teoría y práctica sanitarías, significó un paso decisivo en el desarrollo de las ciencias médicas. De hecho, los "scriptoría" monásticos, como Montecasino, fueron centros de copia, traducción y transcripción de importantes obras médico-científicas. Además, en lugares como Cluny y Bamberg, se recogió y fomentó la tradición didáctica de las mismas. Sus bien dotadas "boticas" constituyeron lugares apropiados para investigar y estudiar las propiedades de las diversas drogas para la confección de los fármacos necesaríos para la práctica médica. Los centros monásticos fueron, pues, los primitivos hospitales (hospitium, xenodochium) para enfermos, pobres y peregrinos.
En un segundo período, desde los inicios del siglo XII hasta el primer cuarto del siglo XIV, prímó la medicina escolástica, proliferaron las fundaciones hospitalarias y, sobre todo, se produjo una pérdida del monopolio didáctico monástico, lo que conllevó a una laicización progresiva de la medicina. Las instituciones sanitarías fueron abandonando el modelo médico hospitalario de las grandes abadías para funcionar más acordes con la nueva concepción o "ideología de la salud". Dichos centros, creados en estos siglos por miembros de la nobleza o por iniciativas particulares, laicas o eclesiásticas (episcopales) fueron dirigidos por órdenes no estrictamente monásticas. Además se promulgaron y fijaron los estatutos hospitalarios regulando y delimitando detenidamente su organización, disciplina, etc.
El tercer momento de esta evolución se extiende desde el segundo cuarto del siglo XIV hasta mediados del XV. En él podemos observar una consolidación del pro.ceso secularizador de la institución hospitalaria y de las profesiones médicas. Este hecho, significativo para la evolución y la aparición de una nueva "mentalidad social" implica el cambio de pensamiento respecto a la salud y la marginación (pobres, vagabundos...), elemento disonante y molesto para una sociedad que comienza a estabilizarse.
Por último, desde mediados del siglo XV, se produjo una verdadera "medicalización" de los centros hospitalarios, acorde con los nuevos sistemas de valores vigentes en una sociedad en transición hacia la modernidad. En este contexto debe estudiarse el modelo medieval de las instituciones asistenciales valencianas, cuya realización conecta totalmente, parafraseando a a. Rosen28, con la sociedad de la cual son parte integrante. Así, debe llamarse la atención sobre el significado trascendental de la sanidad valenciana como adelantada en la creación y desarrollo de una sanidad laica, ligada estrechamente a la sociedad que la impulsó.
Basamos el estudio de este apartado en la información directa que aportan los Libros de Administración de los centros más importantes, como el "Hospital dels Ignoscents" y los que dependían del municipio, completada con otras fuentes archivísticas necesarias para suplir algunas ausencias de la anterior. Asimismo, nos valemos de los datos indirectos provenientes de los aún escasos estudios acerca de algunos hospitales: los específicos sobre el "Hospital dels Ignoscents", los genéricos sobre diversos centros hospitalarios y las obras más recientes de los especialistas29.
Reconstruir el proceso seguido por los hospitales en la Valencia medieval significa contemplar la lenta configuración de unas instituciones sanitarias de carácter civil, acorde con la dinámica europea del momento. Efectivamente, desde la conquista de la ciudad por Jaime I en 1238, comenzaron a fundarse algunos centros hospitalarios promovidos por la propia corona (Sant Vicent y Santa Llúcia o de la Reina), por las iniciativas de particulares (Sant Guillem), por las órdenes militares (San Juan de Jerusalén y Sta. Maria de Roncesvalles) y el hospital de Sant Llàtzer; cuyo origen desconocemos, destinado a los leprosos.
A lo largo del siglo XIV, siguieron fundándose nuevos hospitales, bien debido a la iniciativa particular (En Clapers, Beguins, En Soler; En Conill y En Bou, que acogía a los pescadores enfermos), bien debido a la iniciativa religiosa, especialmente de cofradías y del obispado (Pobres Sacerdotes y San Antonio, especializado en los enfermos de ignis sacer y creado por la orden hospitalaria de San Antonio).
Ya en el siglo XV, promovidos por particulares, surgieron los hospitales de En Guiot, En sorell y el de Ignoscents, folls e orats, apoyado por un grupo de "burgueses" y aprobado por el consejo de la ciudad el 15 de marzo de 1409. La iniciativa religiosa fue responsable de un proyecto de hospital que, con su mismo nombre, intentó construir la Cofradía de Nuestra Señora de los Inocentes, Mártires y Desamparados, para lo cual recibió autorización de Fernando II y compró algunos solares cercanos al propio hospital de Ignoscents ya los terrenos que éste poseía en los llamados Patis d´En Bru, donde más tarde se localizaria el Hospital General30.
La evolución estudiada culminó, tras diversos intentos en 1512, con la efectiva unificación de los hospitales valencianos en el Hospital General31, tan lógica como necesaria por motivos diversos, como veremos a continuación.
En primer lugar, el conjunto de instituciones hospitalarias existentes en la Valencia del XV (los hospitales de Beguins, En Clapers, La Reina, Sant Llátzer e Ignoscents), presentaba una estructura laica y civil, apta para que los poderes públicos, superando los problemas políticos, económicos o interhospitalarios, lograran, escalonadamente, la unificación, ya que los otros centros habían desaparecido o funcionaban como albergues para peregrinos y viajeros.
En segundo lugar, la propia municipalización y secularización de estos centros va unida a una toma de conciencia por parte de la sociedad y los poderes públicos que comenzaron a entender la sanidad como función social. Esta situación conlleva la responsabilidad de estos mismos poderes, no sólo respecto a la creación, organización y mantenimiento de los hospitales, sino también respecto a la mejor dotación de medios y a una mayor especialización de los profesionales. "En pocas palabras y parafraseando a M. Mollat, una vez entendida la sanidad como un problema social y responsabilizada la administración pública sobre esta cuestión, la unificación de los hospitales ha de ser contemplada como la búsqueda de una racionalización de la sanidad: mejor gestión, mayor rentabilidad y, sobre todo, asistencia más eficaz32.
Estos supuestos explicarían la concentración de los múltiples hospitales que la ciudad de Valencia poseía en el siglo XV, en consonancia con lo sucedido en otras ciudades peninsulares y europeas, como Ferrara (1354), Barcelona (1401), Milán (1457), o Granada ( 1504 ). La unificación fue realizada progresivamente. En prímer lugar el consell planteó, en 1482, la necesidad de unir los centros en un devot e solemne spital general. Más tarde, en 1497, se produjo la centralización de la administración de los dos hospitales más importantes (La Reina y En Clapers). En 1511, tuvo lugar una nueva solicitud de unificación, que se llevó a cabo, finalmente, en 1512. Este acontecimiento abríó camino al nuevo concepto de asistencia sanitaría renacentista.
A partir del análisis de ciertos aspectos, reflejados en el proceso seguido por los hospitales valencianos medievales y la estructura de los mismos en el siglo XV, se justifican nuestras afirmaciones en torno al carácter civil y secular de dichos centros y, por tanto, de la propia sanidad.
Precisando el prímer aspecto, observamos que las relaciones con la ciudad, tanto de orden administrativo (nombramiento de cargos, rendición de cuentas al Racional, etc.), como de orden económico (mantenimiento, obras, subvenciones extraordinarías en especie o dinero, etc.), manifiestan una auténtica dependencia respecto del poder público y son el prímer testimonio de lo que hemos llamado municipalización y laicización de las instituciones asistenciales.
El régimen interno, prácticamente similar en todos los centros, estaba en manos de unos funcionaríos con cargos administrativos y organizativos: el administrador (majordom en el Hospital dels Ignoscents), máxima autorídad y responsable del centro, bajo las órdenes directas del consell de la ciudad (o de los demás diputados en el caso del de Ignoscents); el spitaler, cuya función era organizar el hospital, recibir a los enfermos y vigilar su cuidado y asistencia; y el procurador, que, según Rodrigo Pertegás solía ser un notario y estaba encargado de representar al centro ante los tríbunales de justicia y ante las autorídades civiles y eclesiásticas.
Los hospitales valencianos estaban también dotados de un personal asistencial: dides, o amas de cría, encargadas del cuidado de los niños recogidos. Médicos, cirujanos, barberos y apotecaríos constituían el personal puramente técnico. El médico, nombrado y relevado directamente por el consell era casi siempre un profesional reconocido. Su responsabilidad era la atención y cuidado de los pacientes que en ellos estaban internados, mediante visitas períódicas, así como de aquellos malalts pobres que no lo estaban; era también de su incumbencia el practicar un examen médico a aquellos enfermos que debían ingresar en un centro destinado a un tipo de dolencias (como en el caso de Sant Llàtzer)33. Cirujanos y barberos funcionaban, parece ser, como meros ejecutores técnicos de las indicaciones del médico y es de suponer que sobre ellos recayera el peso asistencial del centro. Los apotecarios, por su parte, gozaban de mayor autonomía, puesto que, al carecer generalmente los hospitales de botica, se limitaban a servir los fármacos recetados por los médicos.
Respecto a la población enferma y el régimen sanitario imperante, cabe suponer que a los hospitales acudían todos aquellos que, por estar de paso en la ciudad, o por carecer de recursos, no podían pagar los servicios particulares de un profesional. De acuerdo con nuestros datos respecto al Hospital de la Reina, podemos suponer una media diaria de 12'8 enfermos, lo que permite afirmar, según Rodrigo Pertegás que "había un enfermo en cada cama" práctica inusual en casi todos los hospitales medievales34.
Estudiando específicamente el régimen sanitario, observamos la obligatoriedad que tenía el médico titular de visitar periódicamente el hospital. Desconocemos, no obstante, tal periodicidad, así como si cirujanos y barberos estaban también obligados a ella, aunque posiblemente dedicasen más tiempo que los médicos. Carecemos igualmente de información exacta en torno a las patologías que sufrían los ingresados, a su terapéutica, etc. La farmacopea administrada era variada, de acuerdo con los medicamentos de uso frecuente en la época: exarops o jarabes, aguas destiladas, ungüentos, purgas, etc. Asimismo nos es muy díficil concretar y reproducir el régimen alimenticio exacto de las instituciones hospitalarias, pues, a pesar de que los Libros de Adminístración enumeran gran variedad de productos consumidos en estos centros (carnes, pescados, frutos secos, hortalizas, etc.), lo hacen de forma desordenada y sin establecer relación alguna entre régimen dietético y enfermedad o enfermos35.
4. UNA CONCLUSIÓN Y UN RETO
La exposición que hemos realizado plantea, sin duda, una serie de aspectos significativos para conocer la historia del hecho sanitario en la Valencia medieval, paradigmático para el ámbito de la Peninsula Ibérica y en conexión con el europeo. Ello no puede realizarse más que con la configuración de un modelo científico de análisis donde la sanidad constituya el ámbito global y los hechos específicos meros elementos necesitados de una interrelación o estructuración en el espacio teórico del sistema sanitario. La necesidad de completar los estudios sanitarios desde este modelo es urgente y, pese a que pocos historiadores acaban de verlo, sólo descubriendo, cuanto más claro, mejor, el comportamiento sanitario de una sociedad: análisis del medio ambiente, de la alimentación, de la enfermedad, de su prevención y erradicación, de los profesionales, de la ciencia médica, etc. se puede llegar a comprender algunos problemas de su estructura socioeconómica.
NOTAS
1. GRANJEL, M. (1990), "Cincuenta años de historiografia médica en España (1939-1989)", Hispania, L/2, nº 175, pp. 499-529. LAFUENTE, A; SALDAÑA, JJ. ( coords.) ( 1987), Historia de las ciencias, C.S.I.C., Madrid. LOPEZ PIÑERO, J.Mª (1975), Las nuevas técnicas de la investigaci6n histórico médica, Discurso de recepción en la Real Academia de Medicina de Valencia, Ed. Facta, Valencia, pp. 9-10.2. ACKERNECHT, E.H. (1965), History and Geography of the most impartant diseases. Hafner publishing company, I.N.C., New-York-London. COE, R.M. (1973), Sociologia de la Medicina, Ed. Alianza, Madrid. FACCINI, L. (1976), "Storia sociale e storia della medicina", Studi Storici; XVII,2, pp. 257-274. BULST, N.; DELORT, R (1989), Maladies et société (XII-XVIII siecles). Actes du colloque de Bielefeld. Ed. C.N.R.S., Paris. GRMEK, D. (1969), "Preliminaires d'une étude historique des maladies", Annales ESC" n." 24, pp. 1473-1483. LEVY, J.P. (1991), Le pouvoir de guérir, Une histoire de l'ideé de maladie, Ed. Odile Jacob, París. ROSEN, G. (1958), A history of the public health, M.D. Publications, I.N.C. New York. PESET, M y J.L (1972), Muerte en España (política y sociedad entre la peste y el cólera), Seminarios y Ediciones, S.A, Madrid. SENDRAIL, M. ( 1983), Historia cultural de la enfermedad, Ed. Espasa-Calpe, Madrid.
3. VILAR, P. (1983), en "Sobre Marx, el marxismo y la historia total (entrevista a P. Vilar)", Sistema, n.º 53, (marzo), pp. 126.
4. BERIAC, F. (1984), "Le vocabulaire de la lépre dans l'ouest des pays de langue d'oc, Annales Du Midi T. 96, n.º 168, pp. 331-356; (1988), Histoire des lépreux au Moyen Age, Ed. Imago, Paris. CIPOLLA, C.M. (1975), Public health and the medical Profession in the Renaissance, Cambridge; (1976)... Cristofano e la peste, Ed. II Mulino, Bolonia; (1984), ¿Quién rompió las rejas de Monte Lupo? Muchnik eds., Barcelona; (1993), Contra un enemigo mortal e invisible, Ed. Grijalbo, Barcelona. DEL PANTA, L. (1980), Le epidemie nella storia demografica italiana (secoli XIV-XIX), Ed. Loescher, Turin. JACQUART, D.; THOMASSET, Cl. (1985), Sexualité et savoir médical au Moyen Age, Ed. P.U.F., Paris. LIVI-BACCI, M. (1987), Ensayo sobre la historia demográfica europea. Poblaci6n y alimentaci6n en Europa, Ed. Ariel, Barcelona. MC NEILL, W. (1978), Le temps de la peste. Esai sur les épidemies dans l´histoire, Ed. Hachette, MAZZI, M.ª S. (1978), Salute e societá nel Medioevo, Ed. La Nuova Italia, Florencia. AGRIMI, J.; CRISCIANI, CH. ( 1980), Malato, medico e medicina nel Medioevo, Ed. Loescher, Turin. NASO, I. (1982), Medici e estrutture sanitaire nella societá tardo- medievale.Il Piemonti dei secoli XIV e XV; Ed. F. Angeli, Milán. SHATZMILLER, J. (1989), Médecine et Justice en Provence Médiévale, Publ. Univ. Provence. SCHIPPERGES, H., (1987), El jardín de la salud Medicina en la Edad Media, Ed. Laia, Barcelona. SOURNIA, J. CH. (1987), Storia e Medicina. Problemi metodologici e dibattito storiografico, Ed. Mondadori. VV.AA. (1984), Le corps souffrant: maladies et médications, Rv. Razo, n.º 4, Niza.
5. BUJOSA HOMAR, F. (1989). Filosofia e Historiografia médica en España, Madrid. GRANJEL, L. (1963), "Historia de la historiografia médica española", Actas I Congreso Español de Hª de la Medicina, Madrid, pág. 23-20. HERNANDEZ MOREJÓN, A. (1842-1852), Historia Bibliográfica de la medicina Española, 7 vols., Madrid. CHINCHILLA, A. (1841-1846), Anales históricos de la Medicina en general y biográfico-bibliográficos de la española en particular. Historia de la Medicina española, Valencia. COMENGE y FERRER, L. (1987), "La Medicina en el reino de Aragón (siglo XIV)" Acta Histórico-Médica Vallisoletana, III(1974); Sobre la obra de Comenge, Cfr. BUJOSA, F. (1989). PESET y CERVERA, V. (1939), "Antologia médica
valenciana", Actas X Congreso Internacional de Hª de la Medicina, Vol. I, fasc. 2, p. 213-219. PESET LLORCA, V. (1954-1959), "Terminología psiquiátrica usada en los estados de la Corona de Aragón en La Baja Edad Media", Arch Iberoamericanos de Hª de la Medicina, Vol. VI/(1954), pags. 431-442 y 561-588; Vol. X(1958), pp. 305-348; Vol. Xl(1959), pp. 65-84. PESET y VIDAL, J.B. (1876), Bosquejo de Historia de la medicina Valenciana, Valencia,. ( 1878 ), Topografia médica de Valencia y su zona o apuntes para una medicina práctica valenciana, Valencia. La obra de J. RODRIGO PERTEGAS es de consulta obligada para el estudioso de la Hª de la Medicina valenciana. Su archivo está ubicado en la Cátedra de Hª de la Medicina y de las Ciencias de la Facultad de Medicina de Valencia. Entre sus múltiples trabajos cabe destacar (1900), Sobre la higiene pública en Valencia durante los siglos XIV y XV; Discurso leido en el Instituto Médico Valenciano; (1992), El mal de sement, Real Academia de Medicina, Valencia; (1927), "Hospitales de Valencia en el siglo XV. Su administración, régímen interior y condiciones higiénicas", B.R.A.H, vol. 90, pp. 56 y ss. VILLALBA, J. de ( 1803), Epidemiología Española, Madrid, 2 vols.6. CARDONER I PLANAS, A (1973), História de la Medicina a la Corona d´Aragó (1162-1479), Ed. Scientia, Barcelona. Sobre la obra de este autor cfr. GARCIA BALLESTER, L. (1978-1979) "Evolución y problemática de las investigaciones sobre Historia de la Medicina Bajomedieval en España", Asclepio, XXX- XXXI; pp. 121-156. Cabe destacar también la obra de J.A PANIAGUA dedicada fundamentalmente a la figura de Arnau de Vilanova. El Dr. L. GARCÍA BALLESTER es uno de los mejores conocedores de la medicina bajomedieval española y valenciana en particular; cfr. (1976), Historia social de la medicina en la España de los siglos XIII al XVI; Ed. Akal, Madrid; (1989), La Medicina a la Valéncia Medieval, Ed. Alfons el Magnánim, Valencia; (1989) Medical Licensing and Learning in fourtenth Century Valencia, Ed. The American Philosofphical Society, Philadelphia. SANCHEZ GRANJEL, L.S. (1980), La Medicina Española Renacentista, Ed. Univ, de Salamanca; (1981), La Medicina Española Antigua y Medieval Ed. Univ. de Salamanca.
7. Cfr. notas 2 y 4.
8. FEBVRE, L. (1971), Combates por la Historia, 2.ª Ed., ed. Ariel, pp. 39-40.
9. J.M. MILLAS VALLICROSA, junto a J. VERNET y J. SAMSO han sido los autores pioneros en el estudio de la medicina medieval peninsular, cfr. GRANJEL, M. ( 1990), pp. 518. Entre la producción más reciente cabe destacar: AMASUNO, M.V. (1988), Contribución al estudio del fenómeno epidémico en la Castilla de la primera mitad del siglo xv.. El "Regimiento contra la Pestilencia" del Bachiller Alfonso López de Valladolid. Acta Histórico-Médica Vallisoletana XXVI, Univ. Valladolid. (1991) Medicina castellano-leonesa bajomedieval Acta Histórico-médica Vallisoletana; XXXII; Valladolid. GALLENT MARCO, M. (1987), La asistencia sanitaria en Valencia (1400-1512). Tesis doctoral (1980), Universidad de Valencia. (1988), "La enfermedad, el personal médico y la asistencia" en LÓPEZ PIÑERO, J. Mª (dir), Historia de la Medicina Valenciana, Vol. I pp. 89-108, Vicent García Eds, Valencia; (1985), "Elements de modernització sanitária: el cas valenciá", Ullal revista d'história i cultura; n.º 7-8, p.18-32. MARTINEZ GARCÍA, L. (1981), La asistencia a los pobres en Burgos en la Baja Edad Media. El Hospital de Santa María la Real (1341-1500), Publ. Diputación Burgos. DEL CAMPO, L. (1966), "La Medicina en el Camino de Santiago", Príncipe de Viana; n.º 102-103, p. 169- 180. LABEAGA MENDIOLA, J.C. (1989), "Nuestra Señora de Gracia, Viana (Navarra), hospital civil de peregrinos", Principe de Viana, n.O 186; p. 59-110. OLASO SENDRA, V. ( 1988), L 'hospital de Sant Marc de Gandia; una institució per a pobres malalts (segles XIII-XX), Ed. C.E.I.C. " Alfons el Vell", Gandía. RUBIO VELA, A. (1979), Peste Negra; crisis y comportamientos sociales en la España del siglo XIV. La ciudad de Valencia (1348-1401), Universidad de Granada; (1984), Pobreza; enfermedad y asistencia hospitalaria en la Valencia del siglo XIV, Ed. Inst. Alfons el Magnámim, Valencia. SANCHEZ HERRERO, J. (1974), "Cofradías, Hospitales y Beneficencia en algunas diócesis del valle del Duero, siglos XIV y XV", Hispania; nº 126; pp. 5-51. TORRES FONTES, J. et al. ( 1980-81 ), De Historia Médica Murciana; 3 vol. Acad; Alfonso X el Sabio. Sobre legislación relativa a la Medicina cfr. RUIZ MORENO, A. (1946), La Medicina en la legislación medieval Española; Librería y editorial "El Ateneo", Buenos Aires.
10. Cfr. GALLENT MARCO, M. (1987); (1985); (1979), "Valencia y las epidemias del XV", Rev. Estudios de Historia Social n." 10-11, pp. 115-137; ( 1981 ), " Aproximación a un modelo medieval" de institución sanitaria: el Hospital de la Reyna", Saitabi n.º XXXI; p. 74-87; (1984), "Instituciones hospitalarias y poderes públicos en Valencia", Saitabi XXXIV, p. 75-88; (1984) "Sobre intrusismo médico en Valencia (s. XV)", Annals Ideco, n.º 3, p. 73-80; (1985), "El gremi de metges i cirurgians de Valéncia: procés de contitució", Afers..fulls de recerca i pensament Vol. I, n." 2, p. 249-269; (1988), "Protomédicos y protocirujanos en la Corona de Aragón", Homenatge al Doctor Sebastiá García Martínez, Vol.I; p. 103-116, Generalitat Valenciana.
11. Cfr. GARCÍA VERDEGUER, C. (1990), Una meselleria en Valencia del cuatrocientos: El Hospital de "Sent Llátzer"; Tesis de Licenciatura. Valencia. Inédita. Este trabajo nos ha permitido conocer algunos aspectos sobre los afectados por esta enfermedad en la ciudad de Valencia.
12. Estas ideas están desarrolladas en MAZZI, M.S. (1978), pp. 2-6 y en PASTORE, A (1979), ."Peste e societá", Studi Storia, 4.. pp. 857-873.
13. CIPOLLA. M.C. (1984), p. 29.
14. RUBIO VELA. A (1979), señala nueve episodios epidémicos a lo largo del siglo XIV para la ciudad de Valencia. Dos, de etiología no totalmente clara, en 1326 y 1334; el resto en los años 1348, 1362, 1374-75, 1380, 1383-84, 1395 y 1401. GALLENT MARCO, M. (1979); (1987). En el texto, los años entre paréntesis indican fechas de posible existencia de epidemia, no confirmada documentalmente. Para Castilla se han fijado también las oleadas epidémicas: 1348-50,1363-64, 1374-75, 1381-84, 1394-95 durante el siglo XIV; en el XV: 1401-1402, 1412-1413,1434-1438,1457, 1465, 1468,1475, 1483, 1495-97, cfr. IRADIEL, P. et al. (1989), Historia Medieval de la España cristiana, ed. Cátedra, pp. 464-473, Cfr. además, AMASUNO, M.V. (1988), (1991). CABRILLANA, N. (1968), "La crisis del siglo XIV en Castilla: La Peste Negra en el obispado de Palencia", Hispania, 109. CARRERAS PANCHÓN, A. (1976), La peste y los médicos en la España del Renacimiento, Salamanca.JIMÉNEZ MUÑOZ, J.M. (1974), "Noticias sobre pestes en el reino de Castilla (1478-1494)", Cuadernos de Hª de la Medicina Española, XIII
15. CIPOLLA, C.M. (1984), pp. 29-30.
16. BURNET, M. (1967), Historia de las enfermedades infecciosas, Ed. Alianza, pp. 173-218. HARANT, H. ( 1971 ), Las epidemias, Ed. Oikos-Tau, pp. 70 y 80.
17. CIPOLLA, M.C. (1984), p. 131; (1993).
18. Es muy dificil encontrar documentación que nos aporte información sobre el número de muertes diarias. Únicamente para la peste del año 1401 hallamos contabilizadas las defunciones a lo largo de unos días, concretamente del miércoles l0 de agosto al sábado 13 del mismo mes en que se detalla: miércoles, 10: 8 muertos; jueves, 11: 9 muertos; viernes, 12: 4 muertos; sábado, 13: 6 muertos, LLETRES MISIVES, 03-7, fol. 163 v.º A.M.V. También de forma algo más imprecisa encontramos algunas referencias sobre el número de muertes en los años 1478 y 1493, 1494, 1495, donde se habla de un número aproxímado de muertes diarias de 60 personas para 1476 y sobre 25 ó 30 para 1493-95. Estas cifras cobran sentido si las enclavamos en las anotaciones que RUBIO VELA, A. (1980) hace en su trabajo "Sobre la población valenciana en el cuatrocientos", B.S.CC, pp. 158-170, donde contabiliza para la Valencia de 1489,8.840 fuegos o casas.
19. Cfr. GALLENT MARCO, M. (1985); (en prensa) "El colegio de cirujanos de Valencia: aportación documental", Saitabi GARCÍA BALLESTER, L. (1989), (1989a). GRANJEL, L. (1980), (1981). IRADIEL, P. (1993), "Cofradías, gremíos, solidaridades en la Europea Medieval", XIX Semana de Estudios Medievales. Estella (1992), pp. 253-284.
20. CARDONER I PLANAS, A. (1973), pp. 65-88, AMASUNO, M.V. (1990). La escuela de medicina del estudio salmantino (s. XIll-XV). Univ. Salamanca. GARCÍA BALLESTER, L. (1984), "El papel de las instituciones de consumo y difusión de ciencia médica en la Castilla del siglo XIII: el monasterio, la catedral y la Universidad", DYNAMIS IV; p. 33-63; (1987) "Medical Science in Thirteenth Century Castile: Problems and Prospects", Bulletin ofthe History ofMedicin, 61, p. 183-202 (Baltimore).
21. GARCtA BALLESTER, L. (1976), p. 47.
22. GALLENT MARCO, M. (1988).
23. GALLENT MARCO, M. (1987), Vol. 1; p. 300-377; (1986), "Profesionalización y ejercicio de la Medicina Medieval", Anales de la Universidad de Alicante n.° 4-5, -pp. 225-236; (1984), "Rehabilización del médico aragonés Anthonio d' Almaçan", II Congr. de la Soc Española de Hª de las Ciencias., Vol. III; p. 9-19.
24. CARDONER I PLANAS, A. (1973), p 104-108. GALLENT MARCO, M. (1987), Vol. 1; pp. 392-394.
25. GALLENT MARCO, M. (1984a).
26. GALLENT MARCO, M (1984).
27. SCHIPPEROES, H. (1972), "La Medicina en la Edad Media Latina", en LAIN ENTRALGO, P. (dir), Historia Universal de la Medicina, vol. III; pp. 213-214. GRMEK, M.D.(1982), "Le medécin au service del'hópital médievale en Europe occidentale", XIV Settimana di studio. Prato. GOGLIN, J.L. (1976), Les miserables dans l'Occident médiéval, Ed su Seuil, París. MOLLAT, M. (1978), Les pauvres au Moyen Age. Etude Sociale, Ed. Hachette, París.
28. ROSEN, G. (1963), "The hospital: Historical Sociology of a Community Institution", en FREIDSON, E. (ed.), The hospital in the modern society, New York, Free Press.
29. Cfr. GALLENT MARCO. M. (1987). (1981). (1984). GARCÍA VERDEGUER, C. (1990). SIMBOR ROIG. M..J. ( 1992). L´ Hospital d´Ignocents, folls e orats de Valéncia: fonts i bibliografia Tesis de Licenciatura. Valencia. Inédita. TROPÉ. H. (1993). Folie el société á Valence (XVe -XVlle siecles): Les fous de l´hópital des Innocents (1409-1512) el de l'hópital Général (1512-1699), Tesis doctoral. inédita. Université de la Sorbonne Nouvell. MARTÍNEZ GARCÍA. L. ( 1981 ). DEL CAMPO. L. ( 1966). LABEAGA MENDIOLA. J.C. (1989). SANCHEZ HERRERO. J. (1974). HERGUETA, N. (1904). "Del maestre Diego del Villar, médico de los reyes Alfonso VII. Doña Serenguela y San Fernando. de los hospitales y hospederías que hubo en La Rioja en los siglos XII y XIII y de la villa de Villar de Torre". Revista de Archivos, bibliotecas y museos, T. X p. 423-435; T. XI; p. 126-133. RUBIO VELA. A. (1984).
30. Cfr. nota 29.
31. GALLENT MARCO. M. (1982), "El proceso de unificación de los hosptiales valencianos (1482- 1512). Estudios dedicados al Dr. Peset Aleixandre, Vol. II; p. 60-64. Universidad de Valencia. LÓPEZ TERRADA, M.ª. L. (1986). El hospital General de Valencia en el siglo XVI(1512-1600), Tesis doctoral. 3 vols. Univ. Valencia.
32. MOLLAT.M (1982). "Hospitalité. hópitaux et médecins", XIV Settimana di studio Prato.
33. Cfr. GARCÍA VERDEGUER, C. ( 1990), pp. 70, 114-115.
34. GALLENT MARCO, M. (1981). GARCÍA VERDEGUER, C. (1990), pp. 126. Esta autora aporta una media diaria para el hospital de Sent Llátzer de 4,69 enfermos en 1406-1407; 5 en 1407 -8; 4,86 en 1408- 1409; 5, 8 en 1450-1451; 5,66 en 1451-1452; 12,38 en 1499-1500. Cfr. RODRIGO PERTEGAS, J. (1927).
35. Cfr. ANNALES, E.S.C. (1975), n.º 2-3, el dossier dedicado a la "Histoire de la consommation", presentado por BENNASSAR, B. y GOY, J. CAMPORESI, P. (1986), El pan salvaje. Ed. Mondibérica, Madrid. LALANE, R ( 1971 ), La alimentación humana, Ed. Oikos-Tau, Barcelona.
Mercedes Gallent Marco
Universidad de Valencia
IV Semana de Estudios Medievales, Nájera 1993
Instituto de Estudios Riojanos
Logroño 1994