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POR LA RIOJA ROMERO Por la paz de tus cerros, junto al cielo lejano, o las campiñas verdes de tus viñedos de oro, que bendita tú eres desde la sierra al llano, déjame tu romero ser, mi Rioja que adoro. En mi bordón florezcan tus rosas medievales, y las fuentes que nacen al borde de las sendas, den a mis caracolas en los claros cristales los ecos de tus gestas y tus viejas leyendas. Montes de los Distercios, donde se funde el noble picacho con los cielos, como en una plegaria; donde tu trono tienes en el hueco de un roble Virgen de Valvanera, gentil y solitaria. Desde esta altura tiendes tu amor y tus desvelos sobre tu grey riojana, oh celestial pastora; guíesla a Jesucristo, tu hijo que está en los cielos, y por nosotros ruega siempre y a toda hora. A verte cuando suban tus hijos desde el llano, quiero llegar con elIos a rezar en tu altar, y pedirte, Señora, que me tiendas la mano en la cuesta y las fatigas de mi caminar. Y después en tu roble prender como una rosa la ofrenda de mis versos, al igual que otro día, Gonzalo de Berceo te tejiera su prosa en román paladino de la cuaderna vía. Loó aquí tus Milagros el poeta riojano, -juglar de Sancta María en esta soledad;-- las Vidas de los Santos Domingo y Emiliano, que estos montes dejaron llenos de santidad... Son como las hileras de chopos a la orilla de ríos que aquí nacen, los versos de Berceo; presuroso hacia el llano desciende el Najerilla a prestar a la Rioja su riqueza y aseo. Sus márgenes abajo, mi bordón será hermano de los pardos barbechos cuando el alba clarea y el tibio sol, que surge desde el cerro lejano, sobre los surcos cae de la gleba que humea... Y en tus rubios trigales o tus verdes majuelos. o las huertas en flor, gala de tu geografía, escucharé a tus mozos alegrar sus desvelos con el canto vibrante de la jota bravía... y tus ritos y danzas con que, feliz, te gozas ensalzando a tus santos en las procesiones. .. y en las noches la ronda, despertando a tus mozas que, bellas como rosas, salen a los halcones... Oh, mi tierra riojana,franca y acogedora, que tus brazos abiertos tiendes al peregrino; donde se llega siempre a la propicia hora de probar tu panera y tu porrón de vino. Es, después, en la loma o la vega cabe el río, en que surgen, esbeltas, la torre o la espadaña; paz de la ilustre villa o de ignoto caserío, y la ciudad pujante, orgullo y prez de España.., Y eres, Logroño bella, fértil y populosa- a la orilla del Ebro, que orgulloso retrata, al pasar, en su espejo la silueta airosa de las dos torres gemelas de tu colegiata. Bien pudieran tu río decir, o tu muralla, el valor y nobleza que en tu escudo blasonas por ti lucharon reyes en constante batalla por engarzarte bella joya de sus coronas. Polvo de Romancero cubre tu viejo suelo... para siempre salvaste nación y crucifijo cuando Santiago vino, su corcel por tu cielo, y arengó a los cristianos en el Monte Clavijo. Hoy los siglos te premian y, singular presides, que son tu órgullo y tu gala, estas amenidades ; y, tus torres al aire, mientras estrellas mides, eres gloria de España y honor de las ciudades. Ebro arriba entre viñas y dormida a su vera Haro, novia del río, gentil y coquetona, tu juventud ofrendas y tu gracia jarrera a la Vega, tu virgen y celestial Patrona. Vieron a Santo Domingo estos alrededores, que fundó su ciudad en medio de la Calzada... el milagro del Santo narran historiadores de cuando la gallina cantó después de asada. La ciudad que el patriarca riojano ha levantado ciudad santa es de la Rioja; y goza por igual con Calahorra, su hermana, la prez del obispado y brillo y prerrogativas de la catedral... Calahorra, otro día tuya fue toda gloria, que tus sienes ornaste con el laurel romano y, generosa, diste a la inmortal memoria los nombres de tus hijos Prudencio y Quintiliano. Luego es una princesa Nájera junto al río, que en el laúd de su agua tristemente desgarra recuerdos de su realeza y de su poderío ; un día esplendorosa corte fue de Navarra. Mas, a alegrarse pronto volverá el Najerilla, al escuchar el canto, -cisne fue de sus vegas entre el céfiro, huésped de su abril y orilla-, de su galán poeta, Esteban de Villegas. Por tus montes y ríos y la luz de tu cielo, y tus pueblos, que acogen con amor e hidalguía, oh, Rioja, quién pudiera siempre ir por tu suelo, dichoso peregrino en eterna romería... Pero ya la hora llega de abandonar tus lares... y, oh, generosa Rioja, al cansado peregrino, espero que el que guardas en tus viejos lagares le dejarás que pruebe tu vaso de bon vino.
Luis Hernáez Tobías, Madrid, 1967
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