EN SU NOTA, «Correspondence of the Spanish Miracles of the Virgin»,
publicada en
1928 en la revista Romance Review, Agapito Rey afirma, respecto de
las colecciones
marianas españolas del siglo XIII, que no se puede hablar de
influencias de una
colección sobre otra ya que, en esta época, se conocían y se
explotaban simultáneamente
las mismas leyendas en todos los compendios de milagros. Antonio
Solalinde,
hablando de las Cantigas de Santa María de Alfonso X y Los milagros
de Nuestra Señora
de Gonzalo de Berceo dice que «Entre las dos no hay más relación que
la que
proviene de repetir milagros comunes a las dos colecciones, como lo
eran a otras mil. Ni siquiera proceden los dos textos de una fuente común inmediata» (ed.
de los Milagros
de Nuestra Señora, Introd., p. XIX). En un sentido, estos dos
ilustres conocedores
de la literatura medieval española aciertan en sus evaluaciones de
estas colecciones
marianas. Al comparar las Cantigas de Santa María (en adelante,
CSM)
y los Milagros
de Nuestra Señora (en adelante, MNS) encontrarnos que, con la
excepción de los milagros
5, 10 , 11 y 12 de los MNS,1 las dos obras abarcan todas las
mismas historias. Pero,
más allá de la repetición de leyendas se pueden identificar otras
relaciones entre los
dos textos y también varias características que alejan uno del
otro. Entre las características que distinguen las
CSM de los MNS se
incluyen las diferencias
inherentes de léxico y de sintaxis que forzosamente se imponen
sobre textos escritos
en lenguas distintas. Además, los requisitos poéticos del texto
castellano de Berceo
que conforma rigurosamente a la cuaderna vía 2 contrastan con la
poética de la obra mariana gallega
de Alfonso X, que es un verdadero compendio de todos los tipos
de versificación practicados en la época del Rey Sabio. Otras
faltas de equivalencia
entre las dos obras resultan del hecho que la obra de Berceo es la
composición de un
solo autor mientras que las CSM es producto de un equipo de
colaboradores.3
Además de las semejanzas de temas, ya mencionadas, las CSM y los MNS
muestran
otros puntos de contacto y de relación entre sí. Por ejemplo, aunque
unos críticos
han singularizado los MNS por su carácter y tono populares, casi
costumbristas, la
obra mariana alfonsí también dispone de expresiones populares y un
lenguaje familiar.
Además, aunque este uso de lenguaje popular e imágenes rústicas sean
residuos
de la poesía de transmisión oral, esto no implica nada respecto al
método de la
transmisión de las dos obras. Como nos han señalado G.B. Gybbon-Monnypenny
y
E. Michael Gerli, tampoco implica un determinado público para los
dos libros.4 Los
que han querido ver que la obra de Berceo está dirigida a un público
vulgar en contraste
con un público cortesano que parece ser el destinatario de la obra de
Alfonso, no
han tenido en cuenta la presencia de los mismos recursos retóricos
en las dos colecciones. La relación entre la retórica de las CSM y la de los MNS más bien
refleja que
sus respectivos autores eran producto de la educación clerical de su
época que adoctrinaba
a sus alumnos en la multitud de recursos retóricos y lingüísticos que
tenía a su
disposición. Además, no nos debe sorprender encontrar residuos de
una tradición de
transmisión oral evidente en los dos textos dado que la costumbre de
lectura en voz
alta en el ambiente monástico de Berceo tenía su correspondencia en
la interpretación
oral de canciones y poemas en la corte de Alfonso X. Tampoco se
puede decir
que sean tan distintos los prólogos que se incluyen en las dos
obras; aunque sí diferentes
en estilo y lenguaje, los dos autores se muestran en sus prólogos
bajo identidades
distintas que les sirven para establecer su relación con la Virgen.5
En el caso de las CSM Alfonso quiere que se le vea como trovador de la Virgen; quiere
narrar sus milagros y así ganar de su dama celestial el galardón de la salvación. Berceo
también se
propone como narrador de los milagros de Santa María, identificándose como
un peregrino,
entre otros, que busca la redención.6 Alfonso, para su prólogo, se
identifica
como rey; adopta un estilo cortesano y la retórica del amor cortés. Berceo,
como clérigo,
emplea un lenguaje expresivamente didáctico y escribe de forma alegórica.
Sin
embargo, los dos expresan el deseo de cumplir el papel de propagador
(difusor) de la
benevolencia de la Virgen y de su capacidad de efectuar milagros en las
vidas de sus
fieles.
Otra relación que se puede identificar entre los dos autores es que ninguno
de los
dos se limitó a escribir únicamente una colección de poesías mariales. Tanto
los MNS
como las CSM pertenecen a una sucesión de muchos libros que salieron de la
pluma
de sus respectivos autores y que forman parte del plan literario-doctrinal
de cada uno. Y, aunque se puede sostener que la obra completa alfonsí es mucho más
diversa ya
que abarca textos científicos, históricos y jurídicos entre otros, mientras
que la de
Berceo se limita a textos hagiográficos y teológicos, tal observación no le
quita mérito
al hecho de que Alfonso, al igual que Berceo, ve su compilación mariana como
un
eslabón en una cadena de producción literaria.
Como ya mencionamos, también compartían estos dos autores cierta
formación educativa y teológica, aunque ello no implica que la
formación pedagógica de los dos fuese igual dados sus respectivas
posiciones sociales y recursos correspondientes; sin embargo, Berceo
y Alfonso compartían un ambiente docto y religioso que intervino en
sus elecciones de tópicos y en la presentación literaria de éstos.
Compartían también una formación teológica respecto de María, es
decir, una mariología, que les inspiró a los dos a alabar a la
Virgen y dedicarse a contar en forma escrita sus actos milagrosos.7
Ya que hemos identificado tantas diferencias como elementos en común entre
las CSM y las MNS, pasaremos a unos ejemplos de historias narradas en las dos
colecciones
con el propósito de descubrir semejanzas de tratamiento y expresión y
contrastes
que resultan de exigencias poéticas distintas o posibles intereses distintos
para los dos
autores. En primer lugar, es notable que las historias que comparten en
común los
dos libros no se encuentren en el mismo orden en las dos colecciones. Una de
las posibles
razones de esta falta de correspondencia es que Berceo siguió y adaptó una
sola
fuente latina8 mientras que Alfonso se aprovechó de una variedad de fuentes.
Además, Alfonso trabajaba con las exigencias de la configuración física de sus
manuscritos
iluminados es decir, la colocación de los loores como cada décima
canción, el patrón
de páginas adicionales de miniaturas y música para las quintas (en dos
de los manuscritos
de las CSM—el Códice T.I.1 del Escorial y el manuscrito florentino-), y
la evidente
agrupación de milagros asociados con un sitio o santuario específico.
Como primer ejemplo de contrastes y semejanzas entre versiones de
leyendas comunes
a las dos colecciones, examinaremos la historia que se encuentra en el
milagro
2 de Berceo que corresponde a la Cantiga 11 de Alfonso X.9 En líneas
generales este
milagro trata de un monje benedictino lascivo que, aunque muy devoto a
la Virgen,
todas las noches sale a hurtadillas del convento para estar con una
amante. Una noche,
rumbo a un encuentro amoroso, se cae en un río y se ahoga.
Inmediatamente los
diablos se le acercan para reclamar su alma ya que murió en pecado. Pero
un grupo
de ángeles interviene y reclama al monje para llevarle al cielo debido a
su devoción a
la Virgen. Sigue una discusión entre los ángeles y los diablos en la que
éstos dicen a
los ángeles que el monje hacía noche y día cosas a placer y mandado del
demonio y
cuando los ángeles se retiran, Santa María media y reclama el alma del
difunto. Los
diablos se ven obligados a rendirse y huyen, resucita el monje y éste
vuelve a su convento.
Aunque al leer el MNS 2 y la CSM 11 , es evidente que la versión de
Berceo y la
de Alfonso cuentan la misma historia, hay diferencias notables,
especialmente a partir
del momento de la trama cuando surge la discusión entre las fuerzas
diabólicas y las
celestiales sobre la disposición del alma del monje. Es interesante que,
al principio del
debate, tanto en la Milagro 2 como en la Cantiga 11 , los ángeles estén
dispuestos a
darse por vencidos y admitir que los diablos tienen razón. La estrofa
número 87 de los MNS lo explica así:
Non ovieron los ángeles razón de vozealla,
ca ovo la fin mala, e asín sin falla;
tirar non lis podieron valient una agalla,
ovieron a partirse tristes de la vatalla (pp. 54-55).10
La Cantiga trata del mismo asunto de forma algo más concisa; dice:
Quando est' a conpann' oya dos angeos, sse partia dali triste, pois viya
o demo seer ben rezoado (I, p. 87, vv . 54-58). Para Berceo las
exigencias de cuaderna vía le imponen la monorrima; una consecuencia
de esta versificación le lleva a la comparación hecha en el verso
87c: «tirar no
lis podieron valient una agalla». Varios críticos han señalado la
propensión de Berceo
a hacer comparación con cosas de poco valor para reforzar una
negación (Solalinde
3). También Alfonso recurre a semejantes tropos en las CSM como se
ve, por ejemplo,
en la frase «Sol duas nozes non vales» de la Cantiga 25 (w.
107-108). A pesar de
que los dos autores emplean con cierta frecuencia tales figuras
retóricas, el lenguaje de
Alfonso en la cantiga 11 resulta más prosaico que el de Berceo.
En las estrofas que siguen la 87 del Milagro 2, Berceo amplifica y
modifica la información
encontrada en la versión de las CSM. En estos versos, las exigencias
de la
monorima no explican suficientemente bien el alargamiento en los MNS
ya que estas
estrofas reflejan una preocupación acentuada por las implicaciones
teológicas y jurídicas
del conflicto entre los diablos y las fuerzas celestiales que no se
ve en la Cantiga
11. En ésta, la Virgen dirige unas pocas palabras hacia los diablos,
sin alusión a cuestiones
de teología ni de jurisdicción, y logra que inmediatamente se
rindan. La intervención
de la Virgen en la dicusión se cuenta en la cantiga alfonsi como
sigue:
...lles movía
ssa razón con preitesia que per ali lles faria
a alma toller do frad'errado,
dizendo-lles: «Ousadia foi d'irdes tanger
meu comendado» (I, w . 63-70, p. 87)
Según la versión de Alfonso, el diablo que tiene presa el alma del
monje, al oír las
palabras de la Virgen, no tiene más remedio que huir y dejar el
destino del pecador en
manos de Santa María.
La única indicación en la cantiga del debate en términos legales se
ve en la frase
«lies movía ssa razón con preitesia». Al narrar la actuación de la
Virgen en el encuentro
entre los diablos y los ángeles, Berceo empieza esta sección,
repitiendo con alguna
elaboración, la misma información que dan a entender los versos ya
citados de la
cantiga 11 . En los estrofas 88-89 dice:
Acorrió'l la Gloriosa, reina general,
ca tenién los diablos mientes a todo mal;
mandólis atender, non osaron fer ál. moviólis pletesía firme e muy cabdal. Propuso la Gloriosa palabra colorada,
«Con esta alma, foles, -diz- non avedes nada;
mientre fue en el cuerpo fue mi acomendada;
agora prendrié tuerto por ir desamparada» (p. 55). Aunque los requerimientos de la forma poética de cuaderna vía
pueden, en parte, explicar
la elaboración de estas estrofas, veo como insuficiente esta
explicación si leemos
estas dos estrofas en relación con las siguientes (estrofas 90-94)
cuyo contenido no encuentra
ninguna correspondencia en la cantiga 11 . A pesar de que la
cantiga 11 es abreviada
en comparación con el milagro 2, las adiciones en la versión de
Berceo señalan una
preocupación mucho más marcada por cuestiones jurídicas e
implicaciones teólogicas de
la contienda entre los diablos y las fuerzas celestiales. En la
estrofa 90 del milagro 2 un
diablo se opone al razonamiento que le ofrece la Virgen:
De la otra partida [la de los diablos] recudió el vozero,
un savidor diablo, sotil e muy puntero:
«Madre eres de Fijo, alcalde derechero,
que no'l plaze la fuerza nin es end plazentero» (p. 55)
Para defender su postura, el diablo cita la Sagrada Escritura
razonando que los ángeles,
por querer quitarle el alma del monje, violan la doctrina cristiana
que mantiene
que todo ser humano será juzgado en la hora de la muerte:
Escripto es qe omne, allí do es fallado
o en bien o en mal, por ello es judgado;
si esti tal decreto por ti fuere falssado,
el pleit del Evangelio todo es descuajado (p. 55, 91a-d).
La Virgen se niega a rebartir la aserción del diablo, le informa que
el monje ya le
estaba encomendado cuando murió y que ella determinará la penitencia
que exigen
sus pecados. Es notable que, en el texto de Berceo, el hecho de que
la Virgen tenía al
monje bajo su protección, a pesar de sus pecados, no tiene ningún
peso con los diablos.
El milagro sigue una teología católica ortodoxa que confiere
solamene a la Virgen
la capacidad para abogar por sus devotos frente a su Hijo en quien
reside la última
palabra para conceder o negar el perdón de los pecados. La Virgen no
quiere
imponer su voluntad a la fuerza y sigue al pie de la letra el dogma
ortodoxo cuando
remite a los diablos al juicio de su hijo: Fablas -diz la Gloriosa- a guis de cosa nescia;
non te riepto, ca eres una cativa bestia;
quando ixió de casa, de mí priso licencia, del peccado qe
fizo yo'l daré penitencia. Serié en fervos fuerza non buena parecencia,
mas apello a Christo, a la su audiencia,
él qe es poderoso, pleno de sapïencia,
de la su boca quiero oír esta sentencia (p. 55, 92a-93d).
Esta adherencia estricta a doctrina teológica no se ve tan marcada
en las CSM donde,
en varias cantigas, se presenta a la Virgen perdonando a pecadores y
tomando decisiones
en asuntos en los que no debería tener más que un papel de
mediadora. En el
milagro de Berceo, la Virgen adopta una terminología patentemente
jurídica cuando
responde al diablo al decirle que su único recurso es apelar a
Cristo en su audiencia o
tribunal. Aun la frase que emplea la Virgen, «de la su boca quiero
oír esta sentencia»,
refleja la antigua práctica legal de tener que pronunciar en voz
alta un reto o una rendición.
La decisión de Cristo se expresa como la resolución de una
contienda, es decir,
una decisión de pleito:
El Rei de los Cielos, alcalde savidor,
partió esta contienda, non vidiestes mejor:
mandó tornar la alma al cuerpo el Sennor,
dessent cual mereciesse, recibrié tal onor (94a-d, p. 55). Estos versos no solamente están cargados de una terminología
jurídica que falta
casi por completo en la correspondiente cantiga, sino que, de más
importancia, le
quitan a la Virgen la posibilidad de ganar sola el debate con los
diablos sin la intervención
de su Hijo.
Para resumir los elementos jurídicos en el Milagro de Berceo, se
nota que en el
verso 90C, el diablo sabio llama a Cristo, «alcalde derechero» y,
más adelante, en el
verso 94a, el narrador de nuevo califica a Jesús como «alcalde
savidor». Además la
Virgen, al remitir a los diablos a su Hijo, habla del asunto en
términos de interponer
apelación en la audiencia o tribunal de su Hijo. Más adelante.
Cristo interviene como
juez que dirime la causa y su fallo es definitivo.
La cantiga 11 de Alfonso prescinde rápidamente de todos los
restantes detalles del
argumento: la resucitación del monje y su encuentro por parte de los
otros frailes.Aunque parezca extraño, en la cantiga alfonsi no se dice que los
otros monjes se enteren
del milagro. No menciona que ninguno hubiera presenciado la
resucitación ni
que el monje les hubiera contado el asunto. La cantiga solamente
refiere que, después
de echar de menos al monje e ir en busca de él, los otros frailes le
encuentran empapado
a la orilla del río y allí recitan una letanía para guardarle de
daño. Tal omisión es
rara en las CSM ya que casi todas terminan con una proclamación
pública del milagro
por parte del receptor y, en la mayor parte de los casos,
especifican que los testigos
propagan la noticia del milagro, difundiendo e inspirando así más
devoción a la
Virgen. El desenlace del argumento es mucho más
amplificado en el Milagro 2 de Berceo
que en la versión de Alfonso. Berceo describe el despertar del monje
resuscitado, la
emoción de éste al contarles a los otros frailes el magnífico
milagro que la Virgen le ha
concedido y la reacción de alabanza por parte de todos los monjes al
enterarse de lo
sucedido. De nuevo, el milagro de Berceo sigue una ortodoxia
teólogica estricta ya
que los monjes, al enterarse del milagro, primero dan gracias a Dios
y, después, a la
Virgen como «madre de piadat».11 También, a diferencia de la Cantiga
que termina
con la sencilla frase, «a Deus prazia, / e logo viver / fez o
passado», la versión de Berceo
no deja duda en cuanto al cambio de costumbre del monje lascivo, que
abandona
su vida lujuriosa y, desde aquel día en adelante, sirve fielmente a
la Virgen sin ningún
desvío hasta que termina sus días en la paz del Señor:
Confessóse el monge e fizo penitenzia,
mejoróse de toda su mala contenencia,
sirvió a la Gloriosa mientre ovo potencia,
finó quando Dios quiso sin mala repindencia,
requiescat in pace cum divina clemencia (a-e, p. 56).12 No se menciona ni en la Cantiga 11 ni en el Milagro 2 un lugar
geográfico específico
como escenario para la leyenda del monje lascivo. Esta historia se
encuentra
en muchas otras colecciones mariales como, por ejemplo, la de
Gautier de Coincy,
y es común en las CSM que a un milagro de tal difusión general le
falte asociación
con un sitio determinado. También es común que una historia de esta
índole se
incluya en el primer centenar de las CSM, en este caso como el
número 11 . Aunque
no aparece en las CSM exactamente en el mismo puesto donde lo coloca
Berceo,
Alfonso obviamente no incluye este milagro en una de las
agrupaciones geográficas
que se pueden identificar en las CSM ni lo incluye en el grupo de
cantigas
dobles -las acabadas en cinco- de los manuscritos iluminados de su
obra mariana. Como segundo ejemplo, examinaremos el milagro que Berceo incorpora
como el
número 15 de su colección y que no se encuentra en el texto del Rey
Sabio hasta el
segundo centenar de las CSM donde aparece como el número 132. Cuenta
la leyenda
de un clérigo de familia adinerada que deja su vida de servicio a la
Virgen. Después de la muerte de sus padres, el joven devoto hereda su
fortuna. En aquel
momento, los parientes insisten en que se case y que deje herederos.
Así el clérigo
contrata matrimonio con una buena y bella dama. Pero, de camino a la
boda, recuerda cómo solía rezar fielmente las horas de
la Virgen y entra en una iglesia para
hacer sus devociones. Mientras reza, la Virgen le aparece y le
recrimina por haberle
dejado por otra mujer. A pesar de esta experiencia, el joven se casa
y celebra
la boda con los invitados. Pero, durante la noche de boda se
encuentra incapaz de
consumar el matrimonio. Se da cuenta de su deber de servicio a la
Virgen, deja a
su mujer y termina sus días como ermitaño dedicado a su Señora
celestial.
El Milagro 15 y la Cantiga 132 coinciden en muchos aspectos. Los dos
sitúan el
milagro en Pisa; Berceo aún precisa más en cuanto a la localidad al
añadir que el
protagonista pertenece a la parroquia de San Casiano, en la ciudad
italiana. Los dos
autores hablan de la vida de dedicación del clérigo (al que Berceo
llama a canónigo) y
de su costumbre de recitar las horas de la Virgen todos los días
cuando aún no eran
de uso común. Alfonso ofrece un detalle, que no se encuentra en el
Milagro de Berceo
y que sirve, a mi parecer, para explicar mejor el desenlace del
milagro: la versión alfonsi
especifica que, además de practicar sus devociones, el clérigo había
jurado a la
Virgen castidad. Aunque este detalle le falta a la versión de
Berceo, en ambas versiones,
cuando la Virgen se aparece al joven antes de la boda, le reprende
por haberle
traicionado, insistiendo que ya se había comprometido con ella.
En contraste con la relación entre el Milagro 2 y la Cantiga 11 de
que previamente
hablamos, en que el texto de Berceo es más elaborado que el de
Alfonso, la
relación entre el Milagro 15 y la Cantiga 132 es al revés. Como
ejemplo de elaboración
en el texto alfonsi comparado con el de Berceo, me limito a la
escena en
que la Virgen se aparece a su devoto y le recrimina por su decisión
a casarse. Aunque
en ambas versiones la Virgen se comporta como una pretendiente
celosa, en
la cantiga alfonsi lanza al joven una serie de preguntas retóricas
que casi llegan a
un punto exagerado. Esta sección del texto abarca tres estrofas en
los MNS y 17
versos, excluyendo repeticiones del estribillo, en las CSM. Primero,
las palabras de
la Virgen en el texto del milagro de Berceo:
Don fol
13 malastrugado, torpe e enloquido,
¿en qé roídos andas?, ¿en qué eres caído?
Semejas ervolado, qe as yervas bevido,
o qe eres del blago de sant Martín tannido.'14 Assaz eras, varón, bien casado comigo,
yo mucho te qería como a buen amigo,
mas tú andas buscando mejor de pan de trigo; non valdrá más por esso quanto vale un figo.15
Si tú a mí quisieres escuchar e creer,
de la vida primera non te qerrás toller,
a mí non dessarás por con otra tener;
si non avrás la lenna a cuestas a traer (p. 120, 340a-342d).
Y la recriminación de la Virgen, como la presenta la cantiga de
Alfonso:
...Sen sospeyta di-m'ha ren, eu te rogo,
que de ti saber querría: Quen leixar Santa María... Non es tu o que dizias
que mi mais que al amavas e que me noytes e dias mui de grado saudavas?
Porqué outra fillar yas
amiga e desdennavas
a mi, que amor ti avia?
Quen leixar Santa María... Demais saudar-me ves
pois que te de mi partiste;
en todo torto me tes,
di, e porqué me mentiste? Preçaste mais los seus bëes ca os meus? Porqué feziste,
s andeu, tan grand'ousadia? (II, pp. 94-95, w 97-115).
En ambos casos, la Virgen insulta al joven. En el milagro 15
concentra todas sus
ofensas en dos versos en los que le llama «Don fol malastrugado,
torpe e enloquido
» y «Semejas ervolado, qe as yervas bevido». En la cantiga de
Alfonso, la Virgen
le llama «sandeu» ['simple', 'necio'] en el verso 1 1 5 pero,
compensa la falta de
más ataques el tono de todo el resto de su discurso que destila
recriminación y
sarcasmo. También es distinto en los dos textos el tratamiento de la
escena de la
noche de bodas y la falta de consumación del matrimonio. En el
Milagro 15, Berceo
pone en evidencia que el joven sale del lecho nupcial sin haber
experimentado
ni mancha de deseo ni la más mínima actividad sexual:
Quando veno la noch, la ora qe dormiessen,
fizieron a los novios lecho en qe yoguiessen;
ante qe entre sí ningún solaz oviessen,
los brazos de la novia non tenién qé prisiessen. Issióseli de manos, fússoli el marido... (347a-348a, p. 121).
El texto aún dice más adelante, una vez más, que la Virgen no había
permitido que
su pretendiente estuviera manchado (desflorado): «no lo consintió
ella qe fuesse
corrompido» (348d, p. 121). En la versión alfonsi, la descripoión de
la noche de bodas
es mucho más detallada. En la cantiga 132, en contraste con la
versión de Berceo, es
patente que el novio se siente deseoso de su mujer pero la Virgen le
hace impotente.
Es digno de observar que la cantiga, además, especifica que la novia
sufre por la pérdida
de placer durante su noche de bodas. Cito los versos 133-147:
Enton ambo-los deytaron na camara en un leyto,
e des que soos ficaron e el viu dela o peyto,
logo ambos ss'abraçaron,
cuidand'ela seu dereyto aver del, mais non podia. Quen leixar Santa María... Ca pero a gran beldade
dela fez que a quisesse o novio de voontade o que lle muito prouguesse,
a Virgen de piadade lle fez que o non fezesse. E do leit, enton s'ergia (II,
pp. 95-96).
En conclusión, los dos pares de textos comparados -el milagro 2 con
la cantiga 11 y
el milagro 15 con la cantiga 1 32- comparten las mismas leyendas.
Pero aquí termina
la correspondencia. Como hemos visto, en estos ejemplos, la variedad
de detalles y el
enfoque distinto de las dos colecciones no se pueden negar. A veces,
tales diferencias
se deben a exigencias de lengua o de forma poética, pero, en la
mayor parte de los aspectos
de que hemos hablado, los cambios de énfasis y de tono, el añadir o
suprimir
detalles, reflejan los distintos gustos de estos dos autores,
quienes muestran su talento
creativo por poder dar forma singular a la misma historia.16 Aunque
Alfonso X el Sabio
y Gonzalo de Berceo tenían en común un mismo patrón de preparación
educativa,
un dogma de creencias religiosas y una devoción personal a la Virgen
María, escogieron
distintos caminos poéticos pero, de paso, los dos lograron dejar
huellas
inspiradas y únicas en el terreno de la literatura mariana del siglo
trece.
NOTAS.-
1 Sobre este punto hay que discrepar de Antonio García Solalinde,
quien también afirma que los MNS 3y tampoco tienen su
correspondencia en las CSM. En realidad, el MNS 3 corresponde a la
CSM 24 y el MNS 15 a la CSM 132.
2 Esta versificación es sumamente regular, empleando versos
alejandrinos en estrofas de cuatro versos mororrimos. Berceo se
conforma a este metro aunque se pueden notar ciertas rimas
imperfectas y otros descuidos en su obra. La cuaderna vía se asocia
con el mester de clerecía, método de escribir entre los clérigos y
letrados de la época.
R. Menéndez Pelayo identificó este tipo de poesía con los
monasterios y las nacientes universidades (citado por Uriartc Rebaui,
«Gonzalo de Berceo, juglar religioso»).
3 Aun si aceptamos la teoría de Joseph Snowy otros críticos del
papel personal de Rey Sabio en la elaboración de sus milagros
marianos, eso no implica que el monarca no dispusiera de un conjunto
de artistas, escribanos, músicos y otra gente que participara en la
producción de la obra. Sobre este punto dice John E. Keller, «...si
hubiese compuesto las cuatrocientas y pico de canciones, o si
siquiera hubiese sido el compositor de algunas, no debe de ser
considerado simplemente un editor o un patrocinador, sino un artista
literario hecho y derecho, y aun un musicólogo experto» (Las
narraciones breves piadosas versificadas en el castellano y gallego
del medievo. Ediciones Alcalá, Madrid,, p. 143).
4 Ver «The Spanish mester de clerecía and its Intended Public:
Concerning the Validity as Evidence of Pasages of Direct Address to
the Audience», por G.B. Gybbon-Monneypenny, y «Poet and Pilgrim:
Discourse Language, Imagery, and Audience in Berceo's Milagros de
Nuestra Señora», por E. Michael Gerli.
5 Acepto que el contenido y la forma del prólogo medieval se ajustan
a ciertas prácticas retóricas pero cito este ejemplo para contrastar
la teoría de una falta de relación entre los MES y las CSM.
Sobre las relaciones entre los prólogos medievales, ver El
prólogo literario en la Edad Media, por J. Montoya Martínez e I.
de Riquer (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid).
6 En su «Prólogo B», Alfonso expresa el deseo de ser el trovador de
la Virgen en un lenguaje tomado directamente de la literatura del
amor cortés: «..eu quero seer oy mais seu trobador, e rogo-lle que
me queira por seu trobador e que queira mou trobar reçeber...».
Berceo, en su «Introducción», donde describe el prado alegórico, se
identifica como un peregrino más entre los que visitan San Millán de
la Cogolla y, además, como un peregrino de
la vida: «Yo maestro Goniçalvo de Verdeo nomnado iendo en romería
cae^í en un prado...».
7 Ver «La mariología en Gonzalo de Berçeo», por V. García de la
Concha en la edición de la Obra completa de Gonzalo de Berceo
(coord. I. Uria), publicada en Madrid por Espasa-Calpe en 1992.
8 Esta fuente, Thott 128 de la Biblioteca Real de Copenhague, fue
descubierta originalmente por Richard Becker e identificada corno la
fuente, o otra colección muy parecida a ella, que utilizó Berceo
como modelo para sus MNS (Dutton, introd.).
9 Esta cantiga es la número once en los manuscritos E (j.b. de El
Escorial), T (T.l. de El Escorial) y To (Códice de Toledo, que se
encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid). No forma parte del
manuscrito. F (B.R. de la Bilbioteca Nazionale Centrale, Florencia).
Utilizo la edición de las CSM de W. Mettmann para las citas.
10 Todas las citas de las MNS son de la edición de Brian
Dutton, segundo volumen de las Obras completas de Gonzalo de Berceo,
Tamesis Books, Londres (segunda edición revisada).
11 C. García Turza señala que la estrofa de donde sacó esta cita (la
98) es una iniciativa original de Berceo, «ya que el texto latino no
hace mención alguna a la acción de los monjes, y confirma la tensión
laudatoria que existe en estos Milagros» (584).
12 A. García Solalinde cita la observaciones de J.D. Fitz-Gerald y
Tomás Antonio Sánchez sobre la rareza de esta estrofa de cinco
versos en una obra escrita en cuaderna via (25-26). García Turza
identifica el último verso como una traducción al castellano de una
frase latina que pertenece al Oficio de Difuntos. (584)
13 D. Devoto en su artículo «Locos y locura en Berceo» (Nueva
Revista de Filología Hispánica, XXXIV:2 (1985-1986), .
599-609) señala la frecuencia del uso de la palabra anticuada
«folia» y su corta.
14 García Turza y Devoto explican que a San Martín se le considera
patrón de las tabernas; de ahí la asociación entre estar borracho y
estar tocado por el báculo de San Martín (García Turza).
15 Aquí otro ejemplo, como vimos en el Milagro , de una comparación
con una cosa de poco valor.
16 Sobre este punto, ver John E. Keller, Las narraciones
breves piadosas: «Es inevitable que algunos elementos del
traductor, o el estilo del revisor y sus preferencias y hasta su
creatividad, se inmiscuyan en la obra. Por lo tanto, aun en el área
de la argumentación, y aunque haya sido acusado de seguir
meticulosamente a los modelos, la creatividad de Berceo floreció»
(p. 73). |