Estas
palabras dichas e muchas otras tales,
Oria, la benedicta de fechos spiritales,
fuyoli a la madre de los ojos corales;
despertó luego ella, mojó los lagremales. (201)
Non echó esti
sueño la dueña en olbido,
ni
lo que li dixiera Garçia su
marido;
recontógelo todo a
Muño su querido,
el decoró lo
todo como bien entendido. (202)
Bien lo
decoró esso como todo lo ál,
bien
gelo contó ella, non lo priso él mal;
por end de la su vida fizo libro caudal;
yo end lo saqué esto de essi su missal. (203)
Vido sin
éstas otras muy grandes visïones,
de que formarié omne assaz
buenas razones,
mas tengo
otras priesas de fer mis cabazones,
quiero alearme desto fasta otras sazones. (204)
Gonzalo li
dixeron al versificador,
que en su
portalejo fizo esta labor;
ponga en él
su gracia Dios el Nuestro Señor,
que vea la su
Gloria en el Regno Mayor. Amen. (205)
Como
es obvio, con estos cambios del orden de las estrofas cambia también
su numeración. Pero no solo las dos estrofas señaladas por Franchini
estaban fuera de su lugar, sino que hay otra estrofa mal situada,
que, desde hace años, me venía molestando, pero no encontraba la
solución a ese problema. Finalmente he podido situarla donde, sin
duda, la puso el maestro don Gonzalo.
Se
trata de la estrofa que, en mis ediciones, tiene el número 194[6] y está
incluida en el Epílogo, cuya parte final de cierre del Poema he
copiado arriba. En realidad, en ese Epílogo hay dos cuadernas
absurdas: las 194-195 de mis ediciones, en las que Oria, después de
morir y subir al cielo, se aparece a su madre el día de Pentecostés
y, entre otras cosas, le dice que quiere comulgar y le pide que
llame a los clérigos para que le den la comunión. Para ver con más
claridad el absurdo de esas estrofas, copiaré aquí las que le
preceden, con el fin de tener un contexto más amplio, en el que se
destaque el error de esas dos cuadernas. Dice así el texto:
Abrazáronse ambas
como fazién en vida.
"Fija, dixo la madre, avedes me guarida.
Quiero
que me digades quál es vuestra venida,
o si sodes en pena o sodes
end salida". (192)
"Madre, dixo la fija,
fiesta es general,
como Resurrección o
como la Natal.
Oy prenden los
cristianos el cevo spirital,
el cuerpo de don
Christo mi señor natural. (193)
Pascua es en que
deven christianos comulgar,
recebir
Corpus
Domini
sagrado en altar.
Yo essi quiero, madre, rescebir e tomar,
e tener
mi carrera allá quiero andar". [194]
"Madre, si bien me
quieres, pro me quieres buscar,
manda llamar los clérigos, vengan me
comulgar,
que luego me querría de mi grado tornar,
e nin poco nin
mucho non querría tardar". (195)
En la
c.195, Oria tutea a su madre: me
quieres,
me
quieres, manda,
cosa que va en contra del
tratamiento de
vos
que
usa en todo el poema, en vida y tras la muerte, como se comprueba en
esta misma aparición a su madre, en cuya c.199cd no tenemos
oyeste
(tú),
sino
oyestes
(vos)
dos veces en rima, en boca de Oria, referidos a su madre. Pero,
aparte del tuteo, en la c.195b hay otro error, y es que Oria le dice
a su madre que llame a los clérigos para que le den la comunión:
vengan me comulgar
(c.195b'). Ya en mi libro,
Mujeres visionarias en la Edad Media: Oria y Amunia en Berceo
(Salamanca, 2004, pp. 105-106), había señalado que el
absurdo de la c.195b, en la que Oria pide la comunión, probablemente
se debe a que el pronombre
me
se repite dos veces en 195a, y una vez en 195c. Esos
tres pronombres de 1.a persona llevaron al copista a poner
me
en 195b', en lugar de vos, como,
lógicamente, tendría el texto original. Por tanto, ese absurdo se
corrige fácilmente: solo hay que cambiar el pronombre
me
por el de 2.a persona,
vos.
Veamos las dos correcciones: la
del tuteo y la del pronombre
me:
"Madre, si me
queredes,
pro me
quereis
buscar,
mandad
llamar los clérigos vengan
vos
comulgar,
que luego me querría de mi grado tornar,
e nin poco nin
mucho non querría tardare".
Una
vez corregidos los errores, mediante el voseo y el cambio del
pronombre de 1.a persona, me, por el de 2.a, vos, desaparece el
absurdo de pedir Oria la comunión para ella, en lugar de para su
madre.
Solucionado ese problema, no cabe duda de que esta estrofa pertenece
al Epílogo. En efecto, en el verso c, hay una palabra que nos
confirma su pertenencia a la séptima parte del poema, es decir, a la
última. Se trata del verbo
tornar. Tornar,
entre otras cosas, significa
'volver al lugar de donde se vino'. El contexto en el que figura el
verbo
tornar
es
éste: Oria ha venido del cielo a la tierra para ver a su madre y
decirle que comulgue porque es el día de Pentecostés, día de pascua,
como la de Resurrección y como la de Navidad. Pero Oria tiene prisa
de volver al cielo, o sea, quiere
tornar
al cielo de donde ha venido, y no quiere retrasar su
vuelta. Así, pues, la c.195 pertenece al Epílogo sin ninguna duda y,
una vez sustituida la persona
me
por la persona
vos
y las formas verbales con voseo en vez de tuteo, la
estrofa es totalmente correcta.
Pero
nos queda el absurdo de la c.194, en la que Oria dice que quiere
recibir el
Corpus Domini.
Veamos:
"Pascua es en que
deven christianos comulgar,
rescebir
Corpus
Domini
sagrado en altar.
Yo essi quiero, madre, rescebir e tomar,
e tener
mi carrera allá quiero andar". (194)
No es
necesario insistir en que, en esta estrofa, Oria pide la comunión
para ella, y no hay ninguna posibilidad de transferir esa petición
para su madre, como ocurrió con la c.195. Ahora bien, puesto que
después de morir no se puede comulgar, esa petición es un absurdo y
hay que buscar una explicación que dé sentido a esos versos.
Como
veremos, hay varias razones para afirmar que la c.194 no puede
pertenecer al Epílogo. La razón de más peso es, por supuesto, que
Oria no puede pedir la comunión después de morir y subir al cielo.
Pero, además, en esa cuaderna hay otros aspectos menos llamativos,
que, sin embargo, una vez analizados, ponen en evidencia que la
c.194 no pertenece al Epílogo. En primer lugar, me refiero a la
secuencia de las cuadernas 193-194. Prácticamente la 194 es una
repetición de la 193. En esta cuaderna 193, se dicen dos cosas; en
los versos ab se dice que es
fiesta
general,
fiesta que Oria equipara a la
pascua de Resurrección y a la pascua de Navidad (la
Natal
); en el verso c se dice que ese
día los cristianos comulgan, acción que se glosa o explicita en el
verso d:
"Madre, dixo la fija,
fiesta es general,
como
Resurrección o como la Natal;
oy prenden los cristianos el cevo
spirital,
el cuerpo de don Christo mi Señor natural".
(193)
Como
solo hay tres pascuas, la pascua a la que Oria, implícitamente, se
refiere, tiene que ser la pascua de Pentecostés[7]. Pues bien, en la c.194,
se repiten esos datos.
Pascua es en que deven cristianos comulgar,
rescebir
Corpus Domine
sagrado en altar.
yo essi quiero, madre, rescebir e tomar,
e tener
mi carrera, allá quiero andar. [194]
He
destacado en cursiva los versos, prácticamente iguales, de las
cuadernas 193 y 194. Son cinco versos que insisten en que es día de
Pascua y que ese día los cristianos comulgan. En la c.193 se dice en
romance, pero en la c.194, en el verso a, se pone en romance y, en
el verso b, se repite en latín. Esa triple reiteración es impropia
del arte y el estilo de Berceo[8]. Obviamente, la estrofa que está de más
es la 194, que repite lo ya dicho en la 193 y que, además, en los
versos cd añade la absurda petición de Oria para que le den la
comunión.
Pero
aún hay más argumentos para sospechar que la c.194 no pertenece al
Epílogo.
Como
vamos a ver, en esta c.194 hay una palabra que nos ayuda a resolver
el problema, es decir, hay una expresión que nos da una pista para
situar esa estrofa en la escena de la muerte de Oria y no en el
Epílogo, donde no tiene sentido. Me refiero al último verso de la
estrofa: "e tener
mi carrera,
allá quiero andar". En este verso, Oria utiliza la
misma palabra que utilizó su padre, en la c.171b, para anunciar la
muerte próxima de su hija, cuando se apareció a su mujer, Amuña, en
la primera visión que ésta tuvo durante el sueño. Veamos:
"Sepas, dixo García,
fágote bien çertera,
cerca anda del cabo, Oria, de
la carrera,
quenta que es finada, ca la hora
espera,
es de las sus jornadas ésta la postremera". (171)
El
hecho de que Oria, en la c.194 del Epílogo, use también la palabra
carrera,
utilizada por su padre para referirse a la muerte de su hija, me
llamó la atención y me di cuenta de que el verso
"e tener mi carrera, allá quiero andar", en 194d, no se
refiere a volver al cielo, como sucede con la palabra
tornar,
que ya
hemos analizado, sino a 'terminar el recorrido de su vida'. Nótese
que Oria la llama
mi carrera: "e tener mi carrera
", lo mismo que, más adelante, dirá
mi hora: "ante de la mi hora me puedo enfogar
", referida a la hora de su muerte. Por lo tanto, con
el verso:
"e tener mi carrera allá quiero
andar
", Oria está aludiendo a que el
camino o recorrido de su vida está hecho y, precisamente por eso,
quiere comulgar, antes de morir:
Pascua es en que
deven cristianos comulgar,
rescebir
Corpus
Domine
sagrado en altar
yo essi quiero, madre, rescebir e tomar
e tener mi
carrera, allá quiero andar. [194cd]
A la
vista de esto, es claro que las estrofas 194-195 se contradicen y se
oponen entre sí: en la 194 Oria hace referencia a su próxima muerte,
por lo tanto es obvio que aún está viva; mientras que en la 195 dice
que quiere
tornar
'volver', es decir, 'volver al cielo' de donde ha venido en visión,
pues ha muerto hace meses. La secuencia 194-195 es una secuencia
imposible, por contradictoria, y puesto que, en el Epílogo, Oria ya
ha muerto y se aparece a su madre para recordarle que es la pascua
de Pentecostés, es evidente que la c.194 no pertenece ni puede
pertenecer al Epílogo.
Por
otra parte, la palabra
carrera,
a la vez que denuncia el
trastrueque de la c.194, ya que se opone a lo que se dice en la
c.195, es también una pista para situar esa cuaderna en su verdadero
lugar, que, lógicamente, es la escena de la muerte de Oria, puesto
que aella alude. Sucede que Berceo suele repetir las
mismas palabras o expresiones en estrofas, relativamente separadas,
pero que se refieren o designan el mismo hecho o suceso. Con esto
consigue dar más unidad a las escenas y conferirles una mayor
trabazón. Veamos cómo las palabras que García le dice a su mujer,
vaticinando la próxima muerte de Oria, se repiten siete estrofas más
abajo para describir la muerte de ésta. En la c.171, dice el padre
de la emparedada:
Sepas, dixo Garcia fago te bien
certera,
cerca anda del cabo, Oria, de la carrera,
cuenta que es
finada, ca
la hora espera,
es de las sus
jornadas
esta la postremera.
(171)
Pues
bien, seis estrofas más abajo, en la c.177[9], que pertenece a la
escena de la muerte de Oria anunciada por su padre, se dice: "Fuel
viniendo a Oria
la hora postremera
". Aquí vemos que se repiten las palabras de los
hemistiquios c' y d' de la c.171. Son como un eco de la predicción
que hizo García, en la 171, sobre la inminente muerte de su hija.
Asimismo, la pista que nos da la expresión
"e
tener mi carrera allá quiero andar
", de
la c.194 del Epílogo, nos lleva a poner esta estrofa en la escena de
la muerte de Oria, entre las 176-177, con lo cual, a la vez que
desaparece el absurdo de pedir la comunión después de morir y subir
al cielo, se pone de relieve la correspondencia entre lo que
vaticina García, en la c.171b:
"cerca
anda del cabo, Oria, de la carrera
" y el
cumplimiento de ese vaticinio.
De
todas formas, aunque las expresiones semejantes nos ayudan a situar
las cuadernas trastrocadas en su sitio, no son las únicas pistas que
tenemos para reordenar el poema. Así, en el caso de la c.194, además
de la ayuda del último verso:
"e
tener mi carrera allá quiero andar", tenemos una
información que es definitiva para situar esa cuaderna en la escena
de la muerte de Oria. La mayor dificultad que yo tenía para
considerar que la c.194 pertenecía a esa escena, eran sus dos
primeros versos:
Pascua es en que deven cristianos
comulgar,
recebir
Corpus
Domini
sagrado en altar. [194]
Como
el Epílogo se abre con la c.190, en la que se dice que es el día de
cincüesma,
es
decir, la Pentecostés:
"día
de cincüesma: que es mayo mediado",
creía
que la c.194 se refería también a la pascua de Pentecostés y, por
tanto, que pertenecía al Epílogo. Por eso, en mi citado libro
Mujeres Visionarias
(2004:
105-107) decía que los versos ab de la c.194 pertenecían al Epílogo,
mientras que los versos cd, de esa cuaderna, probablemente
pertenecían a la escena de lamuerte de Oria, que
es la sexta parte del poema. Entonces, explicaba este cruce,
suponiendo que los versos cd de la c.194 del Epílogo se habían
perdido y los versos ab de una supuesta estrofa de la muerte de
Oria, también se habían perdido, de forma que los versos cd de esta
supuesta estrofa perdida se unieron a los versos ab de la c.194 del
Epílogo, resultando, de la simbiosis de versos de la muerte de Oria
y versos del Epílogo, el absurdo de pedir la comunión después de
morir y subir al cielo. Esa conjetura era demasiado hipotética y por
tanto poco sólida, pues estaba apoyada en supuestos que no se podían
comprobar.
Hoy,
sin embargo, pienso de otro modo. Creo que la c.194 entera, tal como
está, pertenece a la escena de la muerte de Oria, pues hay un dato
que, en principio, permite sospechar que pertenece a esa escena.
Sucede que la sexta parte del poema, dentro de la cual ocurre la
muerte de Oria, comienza así:
El mes era de marzo la segunda
semana,
fiesta de san Gregorio de Leandre
cormana,
hora quando los omnes fazen
meridiana,
fue quexada la dueña que siempre
bistié lana. (164)
La
noticia que se da en esta cuaderna es que Oria cayó enferma
(fue quexada la dueña)
en la
segunda semana de marzo, al medio día (la
meridiana).
No obstante, Oria no murió el
mismo día que enfermó, sino varios días después de enfermar. No
sabemos cuántos días, pero fueron los suficientes para que su muerte
ocurriera en la tercera semana de marzo del año 1070, que ese año
coincidió con la Pascua de Resurrección. En efecto, hemos consultado
un calendario del año 1070 y hemos comprobado que la Pascua de
Resurrección cayó en la tercera semana de marzo. Además, tenemos
otra noticia sobre la fecha de la muerte de Oria, que nos confirma
que murió en la tercera semana de marzo, no en la segunda. Se trata
de una
Memoria,
escrita en una tablilla, citada por el P. Argaiz[10], de la que se deduce,
claramente, que Oria murió en la tercera semana del año 1070:
vixit haec sacratissima virgo aurea in laycali habitu annis novem,
et in sanctae religionis proposito annis de-cem et octo.
obiit autem xxviii etatis
suae. an. ab era caesaris m. c. viii. feria quinta. ora noctis prima
iv idus martii. luna xxii.[11]
Como
los
Idus
de
marzo, mayo, julio y octubre son el día 15 del mes, resulta que Oria
murió el jueves 15 de marzo del año 1070: ¡Oria murió el día de
Jueves Santo!, en la Pascua florida. Según esto, la c.194 del
Epílogo pertenece, sin ninguna duda, a la escena de la muerte de
Oria y pasa a ser la c.177. Situada en esa escena, la estrofa
resulta absolutamente lógica, pues es natural, incluso esperable,
que la joven emparedada, sintiendo que su muerte está muy próxima,
exprese su deseo de
recebir Corpus Domini,
ya que es la pascua de Resurrección, en la que, como
dice la propia Oria,
los christianos deven comulgar[12].
Por lo
tanto, por la c.164 que encabeza la sexta parte del poema, sabemos
que Oria enfermó un día de la segunda semana de marzo, al medio día,
pero siguió enferma hasta la tercera semana de dicho mes,
exactamente hasta el Jueves Santo, que el año 1070 cayó el 15 de
marzo, el día que murió Oria, al anochecer.
Así
es, en efecto, pues aunque no se dice de manera explícita que
pasaron días desde que cayó enferma hasta el día que murió, sin
embargo se deduce de la c.165:
La madre de la dueña,
cosa de Dios amada,
del duelo de la fija estava muy lazrada,
non dormiera la noche, estava apesgada,
lo que ella comía non era fascas
nada.
Esta
estrofa nos revela que Oria no murió el mismo día que enfermó. Si
hubiera muerto ese mismo día, al anochecer, el verso 165c:
non dormiera la noche, estava apesgada,
referido a su madre, no tendría sentido: ¿por qué no
había dormido Amunia la noche anterior, si Oria aún no había
enfermado? A este absurdo hay que añadir que en esa c.165 se dice
que Amunia estaba
lazrada
y
apesgada
y que
a penas comía. Ese estado de Amunia, en especial el imperfecto
comía[13],
nos indica que Oria lleva varios
días enferma, como mínimo cinco días, que son los suficientes para
pasar de la segunda semana de marzo, en que cae enferma, a la
tercera semana de dicho mes, concretamente al 15 de marzo, Jueves
Santo, es decir, al día de su muerte.
Por lo
tanto, la secuencia de las cc.164-165 es anómala. En la c.164 se
dice que Oria enfermó el día de la fiesta de San Gregorio, al
mediodía y, sin más comentarios, en la estrofa siguiente, se dice
que su madre, preocupada por la enfermedad de su hija, no había
dormido la noche anterior, y estaba
lazrada, apesgada
y a penas comía. Este sinsentido
de la secuencia 164-165 puede pasar desapercibido por la aparente y
falsa contigüidad de ambas estrofas, que se debe a una palabra del
último verso de la c.164, que se retoma en el primer verso de la
c.165:
164d: fue quexada
la dueña
que siempre vistié lana.
165a: La
madre de
la dueña,
cosa de Dios amada.
Es un
enlace que recuerda al
leixaprem
de las cantigas, en las que se
repite una palabra o sintagma para enlazar dos estrofas. En el caso
que estudiamos, es indudable que entre las cuadernas 164-165, debía
de haber, como mínimo una estrofa, tal vez dos, informando del
agravamiento de la enfermedad de Oria y señalando o, al menos,
aludiendo, al paso del tiempo. De este modo, la actual c.165 tendría
pleno sentido y se explicaría el sufrimiento de Amunia, así como su
insomnio, cansancio y pérdida del apetito, pues llevaba varios días
viendo que su hija empeoraba. ¿Cómo se perdió esa cuaderna,
absolutamente necesaria, entre las actuales 164-165? No lo sabemos.
Pero pensar que Berceo no señaló el paso del tiempo y el
empeoramiento de la enfermedad de Oria, en una o en dos cuadernas,
es aceptar un
lapsus
absurdo, en el último y más perfecto de sus poemas.
Dejando a un lado el problema de la pérdida de esa o esas cuadernas,
es evidente, que la c.164 que encabeza la sexta parte del
Poema,
solo
señala la fecha en que Oria cae enferma, no la de su muerte. Esta la
sabemos por la memoria de la tablilla, arriba copiada, que se
conservaba en San Millán, fecha confirmada, por el calendario del
año 1070, que es el año en que murió la emparedada.
Veamos
ahora cómo queda la escena de la muerte, una vez suprimidas las
cc.173-174 que, como demostró Franchini, pertenecen al Epílogo y no
a la muerte de Oria. Es una escena en la que Amuña, que no ha
dormido esa noche, preocupada por ver enferma a su hija, se acuesta
un poco y, tiene una visión, en la que se le aparece su marido,
quien le anuncia la muerte inmediata de Oria:
Preguntoli Amuña:
"Decitme, don García
cuál es vuestra venida yo saverlo querría,
sí
nos vala Don Christo, Madre Sancta María,
decitme de la fixa si
verá cras el día." (172)
"Sepas, dixo García,
fagote bien certera,
cerca anda del cabo, Oria, de la carrera,
quenta que es finada, ca la hora espera,
es de las sus jornadas esta
la postremera". (173)
Despierta fue Amuña,
la visión passada,
si ante fue en cuita después fue más cuitada,
ca
sabié que la fixa serié luego passada,
e que fincarié ella triste e
desarrada. (174)
Entonces, se acerca a su hija y le pregunta si ha tenido alguna
visión:
Conjurola Amuña a su
fijuela Oria:
"Fija, sí vos Dios lieve a la su Sancta Gloria,
si
visión vidiestes o alguna historia
dezítmelo demientre avedes la
memoria". (175)
Pero
Oria está muy enferma y, tras decirle a su madre que le cuesta mucho
hablar, le recuerda que es tiempo de Pascua, en el que los
cristianos comulgan, y ella también quiere comulgar:
"Madre, dixo la fija
qué afincades tanto,
dejadme, sí vos vala Dios el buen Padre Sancto,
assaz tengo en mí lazerio e quebranto,
más me pesa la lengua que un
pesado canto". (c.176)
Queredes que vos
fable, yo non puedo fablar,
veedes que non puedo la palabra formar.
"Madre, si me queredes tan mucho afincar,
ante de la mi hora me
puedo enfogar". (c.177)
"Madre, si Dios
quisiesse que podiesse bevir,
aún assaz tenía cosas que vos dezir,
mas quando no lo quiere el Criador sofrir
lo que a Él ploguiere es
todo de sofrir. (c.178)
Pascua es en que
deven cristianos comulgar,
reçebir
Corpus
Domini
sagrado en altar.
Yo essi quiero, madre, resçebir e tomar
e tener mi
carrera, allá quiero andar". (179)
Es
cierto que el paso de la c.178 a la 179 parece un poco brusco, pero
el sentido es claro y admite perfectamente esa secuencia. En la
c.178, las palabras que Oria le dice a su madre revelan que siente
su muerte muy próxima (c.178abc) y, precisamente por eso, en la
c.179, le recuerda que están en Pascua (es el día de Jueves Santo),
y los cristianos deben comulgar; por tanto, ella quiere recibir el
Corpus Domini
y
después acabar su vida:
e
tener mi carrera, allá quiero andar.
Y así
es, puesto que, tras el diálogo entre madre e hija, se dice que a
Oria le ha llegado
la hora postremera
y, en un par de cuadernas, se describe la muerte de la
joven emparedada, a las que sigue el entierro. Veamos esas
cuadernas:
Fuel viniendo a Oria
la hora postremera[14],
fuesse más aquexando, boca de noche
era,
alçó la mano diestra de fermosa manera,
fizo cruz en su frente,
santiguó su mollera. (180)
Alçó ambas las manos,
juntólas en igual,
como qui riende gracias al Rey Spirital;
cerró
ojos e boca la reclusa leal,
rendió a Dios la alma, nunca más sintió
mal. (181)
Tal
vez parezca extraño que después de haber pedido la comunión no se la
hayan dado. La rapidez con que le sobrevino la muerte es una manera
de justificar que Oria no haya comulgado. Por lo demás, recordemos
que, en las muertes de San Millán y de Santo Domingo tampoco se dice
que hayan recibido la comunión antes de morir. Sin embargo se dice
que sus almas fueron recogidas por los ángeles y llevadas al cielo,
en donde son recibidas con todos los honores (San Millán: 300-308,
Santo Domingo: 521-525)[15].
Volviendo al Epílogo, en el que Oria se aparece a su madre, quiero
destacar un aspecto que me parece interesante, y es que, en la
c.193, Oria menciona las tres pascuas: la de Resurrección y la de
Navidad, explícitamente, la de Pentecostés, de manera implícita:
"Madre, dixo la fija, fiesta es
general,
como Resurrección o como la Natal".
La
fiesta general, que Oria equipara a las fiestas de Resurrección y de
Navidad (la
Natal
), es,
obviamente, la pascua de Pentecostés, la quincuagésima o
cincüesma,
como
se dice en la c.189b.
Por
tanto, Berceo, por boca de Oria, destaca las tres pascuas del año,
partiendo de la de Pentecostés, que es el día actual, desde el que
habla Oria, y siguiendo hacia atrás, con las pascuas de Resurrección
y de Navidad. Esas tres pascuas subrayan tres grandes
acontecimientos de la historia de la emparedada: en la de Navidad
tiene la primera visión, en la que ya se confirma su santidad, con
la escena de la
siella
(cc.
98-100) y el diálogo con Dios (cc.108-110); en la de Resurrección
ocurre su muerte, y en la de Pentecostés se aparece a su madre para
decirle que debe comulgar, pues es la pascua de Pentecostés, y para
darle la noticia de su gloriosa subida al cielo y del lugar que
ocupa en él: Oria está entre los santos inocentes, mártires por
Cristo.
En
suma, una vez más, el simbólico número tres está presente en la
estructura del
Poema de Santa Oria.
Está claro que Berceo utilizó todos los recursos que
le ofrecía la propia materia de la vida de la Santa, para dar al
poema una mayor densidad simbólica, a la vez que una mayor
perfección en su estructura.
Finalmente, quiero señalar que el destacar las tres Pascuas y el
insistir en la necesidad de comulgar en la de Resurrección y en la
de Pentecostés, aun cuando la comunión no se realiza en ninguno de
los casos, son un nuevo e importante testimonio de la influencia que
las disposiciones del IV Concilio de Letrán (1215) tuvieron en la
literatura española, no inmediatamente, pero sí a partir, más o
menos, de 1235-1240. E. Franchini (1997: 32-74) ya había puesto de
relieve la influencia del sacramento de la penitencia en la
Vida de Santo Domingo
y,
sobre todo en el tardío poema de Berceo,
Milagros de Nuestra Señora.
Ahora,
tenemos un testimonio más de la influencia que ejerció el
Lateranense IV, con respecto al sacramento de la comunión, en el
Poema de Santa Oria,
ya
mediado el siglo
xiii.
Recibido: 12/02/2010
Aprobado: 28/03/2010
NOTAS
[1]
Para estas secuencias
anómalas y su reordenación, véase I. Uría,
El poema de Santa Oria,
Colección Gonzalo de Berceo, Logroño, IDER,
1976, pp. 69-148.
[2]
Una explicación del
porqué de estos desórdenes puede verse en I. Uría,
Poema de Santa Oria,
Madrid, Clásicos
Castalia, 1981, pp. 51-68.
[3]
Tiene, además, tres
breves
Himnos
litúrgicos.
[4]
"Las coplas 173-174
(170-171) del
Poema de Santa Oria
de Gonzalo de Berceo",
Revista de Literatura Medieval,
XXI (2009), pp. 157-172.
[5]
Con los paréntesis cuadrados [ ] señalo que
el lugar en que estaban esas estrofas no era el correcto.
[6]
El número de esta cuaderna también cambiará,
con el nuevo orden de las dos que Franchini situó en el
Epílogo. Pero, de momento, cito por mis ediciones, que son
anteriores al artículo de Franchini. Luego, veremos cómo
quedan con el nuevo orden.
[7]
Así es: en la c.190b que
inicia el Epílogo, se dice que es
dia de cincüesma,
o sea, la quincuagésima, cincuenta días
después de la pascua de Resurrección; dicho de otro modo, es
la pascua de Pentecostés.
[8]
Berceo y los demás
autores anónimos del mester de clerecía del s.
xiii
no insisten de ese modo en una acción o un
hecho. La reiteración no encaja en su estilo, que se
distingue, precisamente, por lo contrario, es decir, por la
concisión y la brevedad.
[9]
Es la c.177 en la nueva numeración; antes era
la c.199, como se ve en mis ediciones.
[10]
La Soledad Laureada,
II, cap. XLI, fol. 338v.
[11]
La
Memoria
completa sobre la fecha de la muerte de Oria
puede verse en "Oria Emilianense y Oria Silense",
Archivum,
XXI (1971), pp. 305-336, esp. p. 322. En la
p. 334 de dicho artículo, cometí dos errores de fechas, pero
ninguno afecta a la fecha de la muerte de Oria, que fue,
ciertamente, el año 1070. Mis dos errores afectan a la edad
en que Oria entró reclusa y a la edad que tenía cuando
murió: entró reclusa a los 10 años, no a los 9, por lo
tanto, como se dice en la memoria, tenía 28 años cuando
murió, no 27. Estos errores en las fechas se repiten en mi
edición del
Poema, ed. cit.,
p. 15.
[12]
Creemos que el que Oria pida la comunión
antes de morir y señale que es día de Pascua, en que los
cristianos deben comulgar, es una creación poética de Berceo
y no una realidad histórica, ya que en el año 1070 los
sacramentos de la comunión y la penitencia aún no estaban
plenamente establecidos como tales sacramentos. Pero, en el
Poema
de Berceo, que es el que aquí nos interesa,
es indudable que Oria pide la comunión cuando siente que su
muerte es inmediata, y le recuerda a su madre que están en
Pascua, ¡nada menos que el día de jueves santo!, y los
cristianos deben comulgar.
[13]
En efecto, frente al puntual 'comió' que
supone una sola vez, el imperfecto
comía
es durativo, la acción se repite, por tanto
conlleva la idea de varios días.
[14]
Es de señalar que García
usa la palabra
hora
para anunciar la muerte de su hija: "quenta
que es finada, ca
la hora
espera", y después, Oria también la utiliza,
referida a su muerte: "ante de
la mi hora
me puedo enfogar", finalmente, Berceo la
vuelve a utilizar para indicar que ha llegado el momento de
la muerte de la emparedada: "fuel viniendo a Oria
la hora postremera
", y nótese la
paronomasia:
Oria
/hora.
Estas repeticiones de la
misma palabra, con igual significado, dan unidad a la escena
de la muerte de la Santa.
[15]
La falta de referencias
a la comunión, en dichas
Vidas,
se debe a que, antes del IV Concilio de
Letrán, los sacramentos de la penitencia y la comunión no
estaban plenamente establecidos, como sacramentos. En dicho
Concilio se dieron disposiciones de una gran trascendencia
sobre ambos. Así, en el ámbito de la Eucaristía, se consagró
la palabra
transubstanciación,
dogma esencial de la
Eucaristía, y se estableció la comunión pascual. Estas
disposiciones sobre el sacramento de la comunión no se
reflejan en la
Vida de San Millán
ni en la de
Santo Domingo,
poemas todavía muy próximos al Concilio,
sobre todo la
Vida de San Millán,
por lo que no sufrieron su influencia, en lo
que respecta al sacramento de la comunión. Sin embargo, el
sacramento de la penitencia ya figura en la
Vida de Santo Domingo
y, sobre todo, en los
Milagros de Nuestra Señora,
poema tardío de Berceo. Véase el interesante
y esclarecedor artículo de E. Franchini, "El IV Concilio de
Letrán, la apócope extrema y la fecha de composición del
Libro de
Alexandre",
La Corónica,
25.2 (1997), pp. 31-74 sobre el IV Concilio
de Letrán y la importancia del sacramento de la penitencia,
en los
Milagros de Nuestra
Señora
y en la
Vida de Santo Domingo.