Uno de los temas más tratados durante la Edad Media es el de los milagros de la Virgen María y de otros santos. Solalinde en el prólogo para su edición de los Milagros de Nuestra Señora por Gonzalo de Berceo, afirmó que "la literatura medieval de los pueblos occidentales encontró un tema inagotable de inspiración en la vida y en los milagros de la Virgen y de los santos... "1 Las obras marianas de más importancia de la literatura medieval romance son las Cantigas de Santa María por Alfonso el Sabio y los Milagros de Nuestra Señora por Gonzalo de Berceo, el primer poeta conocido de lengua castellana.
Durante los siglos XI y XII, se escribieron en prosa, en latín, muchos de los milagros marianos y se introdujeron en las literaturas de Alemania y de la Península Ibérica. Poetas como Berceo y Alfonso el Sabio basaron sus poemas marianos en las colecciones latinas en prosa. Al comparar los Milagros de Berceo con sus fuentes latinas, es obvio que el anónimo latino narra los hechos de una manera impersonal y Carmelo Gariano observa que "cuando hay asomos de personalidad, lo único que se destaca es cierto alarde de erudición eclesiástica de dudoso valor literario."2 Además las colecciones latinas carecen de interés dramático y de recursos artísticos. En cambio, Berceo ha transformado sus fuentes áridas en poesía dotada de un fervor candoroso e infundida de un tono personal. A través de los Milagros se siente una insistencia en lo humano al lado de lo religioso.
Cuando examinamos de cerca los Milagros nos damos cuenta de los muchos recursos literarios empleados por Berceo. Aunque podemos decir que los poemas de Berceo son narrativos, es decir que describen o narran los milagros de la Virgen María, sabemos a la vez que también hay rasgos o toques líricos, épicos y dramáticos. Lo dramático en los Milagros se manifiesta con frecuencia en los diálogos o más bien en el estilo directo. En otros términos lo dramático se refiere a los microdramas o dramatizadones que producen los diálogos, monólogos, invocaciones, debates, oraciones o apostrofes. Al leer aun de paso los Milagros, es evidente la tendencia del poeta de buscar el estilo directo como la forma más adecuada o eficaz para destacar esos momentos de crisis, de gran emoción, o de punto culminante en la trayectoria de la narración. Aun cuando no se sirve de un tipo de diálogo o de estilo directo, Berceo a menudo emplea descripciones de acciones, de ambientes o de personajes que recuerdan las acotaciones de obras teatrales. Nuestro poeta nunca se jacta de poeta erudito ni de artista hábil sino que se llama a sí mismo juglar y al fin de su lectura pide un vaso de buen vino. No es difícil imaginar con el crítico Joaquín Artiles "al poeta cuando leía sus relatos a las puertas de San Millán, ahuecando o afirmando la voz, imitando los gestos y ademanes de sus personajes, como hacían los juglares de su tiempo."3
Mi propósito en esta ponencia es discutir la función del diálogo o del estilo directo en los Milagros de Nuestra Señora por Gonzalo de Berceo. Ya he mencionado los tipos del estilo directo, es decir, el diálogo, el monólogo, la oración, la invocación, el debate, y la apostrofe. En cuanto a la función del estilo directo, se puede señalar tres usos principales: adelantar la narración, presentar y desarrollar a los personajes y crear cierta atmósfera. Uno de los más deseados méritos del diálogo dramático, especialmente cuando hay que narrar una historia compleja, es "su habilidad o poder de tirar de varias cuerdas a la vez," es decir, las cuerdas de la narrativa, de los personajes y de la atmósfera. 4 En muchos casos, Berceo intercala los discursos de sus personajes con la narración en tercera persona.
Ahora, consideremos el adelantar la narración como una función del estilo directo. En "La casulla de San Ildefonso," la Virgen María visitó a San Ildefonso y le dio gracias por su lealtad y servicio. La primera parte de la conversación es sólo repetición de los hechos que ya sabemos, es decir, que la Virgen está muy satisfecha y contenta porque San Ildefonso la había alabado en un libro y había trasladado la fiesta de la Anunciación. En la segunda parte, sin embargo, la narración sigue adelante cuando la Virgen habla de los regalos que le dará a San Ildefonso. Luego hay repetición en tercera persona de la segunda parte.
En el Milagro II, "El sacristán impúdico," el diálogo entre la Virgen María y un diablo forma parte de la trama y adelanta la acción. En este diálogo la Virgen y el diablo discuten el destino del sacristán, quien "Priso un uso malo el loco peccador" (79a).5 También "Corrie el entorpado a la mala lavor" (79d), es decir, la fornicación. El punto culminante es cuando la Virgen le dice al diablo, "Mas apello a Cristo, a la su audiencia,/ El que es poderoso, pleno de sapiencia: / De la su boca quiero oir esta sentencia" (93b-d). Una repetición de la decisión de la Virgen sigue con narración en tercera persona.
De vez en cuando es Cristo que habla y resuelve el problema de un pecador, como por ejemplo en el Milagro VII, "El monge y San Pedro." El monje "Vivie en esta vida en grand tribulación,/ Murió por sus peccados por fiera ocasión,/ Nin priso Corpus Domini, ni fizo confession" (163ac) y por eso "Levaron los diablos la alma en preson" (163d). Más tarde San Pedro vio al pobre monje y teniendo compasión por él, le pidió ayuda a Cristo. Después de escuchar la descripción del problema, Cristo manda que el alma "Torne aun al cuerpo en quí fo morrador,/ Faga su penitencia como faz peccador,/ E puede seer salvo por manera meior" (172b-d). Frecuentemente los diálogos que adelantan la acción en los Milagros son decisiones o mandatos que deben ser respetados y obedecidos. También, en muchos casos hay repetición en tercera persona de la misma acción. A veces un protagonista repite la trama en diálogo con más detalles y con fuerza dramática.
En el milagro de "Los dos hermanos," el consejo de la Virgen sugiere la acción siguiente: "Estevan, un conseio te quiero aun dar,/ Estevan, es conseio que deves tu tomar: / Mandóte cada dia un salmo recitar:/ 'Beati inmaculati,' bien bueno de rezar" (262).
El prior en el Milagro XII habla con Fraire Ubert y le explica los detalles de su desaparición, muerte y más tarde la salvación por la Virgen María. A menudo los diálogos repiten la acción narrada y logran ampliar y describir más ciertos hechos. Además, hay situaciones en que la Virgen aconseja a personas sin ser pedida o buscada y a veces la Virgen tiene que identificarse a sí misma. Por ejemplo en el Milagro XIII, "¿Qui eres tu qui fablas, o qui el creendero?/ lo so — li disso ella — la madre de Dios vero" (309b-c). La Virgen María le manda al buen hombre así: "Dad al mi creendero esta election" (308d). Además de mandarles que elijan a su servidor, la Virgen luego insinúa que ellos recibirán castigo si no hacen lo que ella manda.
Muchos de los monólogos son tipos de invocaciones o apostrofes dirigidas a la Virgen, a Cristo, o a otra persona divina. Generalmente alguien que ha pecado o que ha venido a menos le pide socorro a una figura divina y poderosa. Esta figura divina se parece al deus ex machina porque siempre tal figura resuelve el problema y ayuda al pecador. Casi todos los Milagros siguen la fórmula en que hay un problema que necesita intervención y resolución divina. La petición por ayuda casi siempre tiene la forma de invocación. Las invocaciones actualizan y adelantan la trama y a menudo están llenas de emoción y producen una sensación dramática y lírica. Cuando los personajes hablan para sí, y cuando abren las almas mediante confesiones de manera introspectiva y exploradora, entonces otra vez la acción se actualiza cobrando cierta fuerza anímica. Don Valerio, el protagonista del Milagro XXIII, lamenta a solas cuando se da cuenta de que él no puede devolver el dinero al judío en la fecha convenida. En tercera persona nos dice Berceo que "Queriesse el bon omne con sus manos matar" (663d). Luego lamenta Don Valerio su dilema así: "Mal so fallido, mesquino pecador,/ Por nada no li puedo valer al fiador: / Será por mi reptado el mi redimidor,/ E la su madre sancta, la de Rocamador" (664). Otro ejemplo es un monólogo por Teófilo: "Mesquino, mal fadado;/ Del otero que sóvi, ¿ qui me a derribado?/ La alma e perdida el cuerpo despreciado,/ El bien que e perdido no lo veré cobrado" (751). Este monólogo sigue por 17 estrofas en las cuales Teófilo se queja de haber nacido en la hora dura, de haber pecado, y de haber escuchado a un diablo. Repetidas veces Teófilo se refiere a sí mismo como mezquino y lamenta su negro día. Aunque Teófilo menciona y recuerda a la Virgen y a Cristo, no los invoca en su confesión.
En cuanto a la caracterización en los Milagros, el crítico Carmelo Gariano cree que "La mayoría de los personajes de los Milagros son simples figuras, faltos de vitalidad anímica o dramatismo interior que los grabe en la memoria del lector."6 Sin embargo, yo creo que hay diálogos de personajes principales, como la Virgen María, Teófilo, Don Valerio, el judío ("La deuda pagada"), y varios diablos, por los cuales ellos están retratados con toques realistas y creíbles. La Virgen María es descrita por sus propias palabras y también por las de otros personajes. La caracterización de María logra ser eficaz mediante las situaciones que exigen la atención y ayuda de María, la heroína de los Milagros. Los distintos papeles de la Virgen incluyen los de madre cariñosa, es decir una madre que se preocupa por sus hijos delincuentes. Según Alan Deyermond, el papel ya citado sustituye "la enseñanza severa de la iglesia medieval sobre la dificultad de lograr salvación."7 El hombre le ofrece a la Virgen una devoción sincera y franca y él es como su hijo. María es mediadora, defensora, abogada y juez. Por ejemplo, cuando la Virgen vio el alma de su sacristán "mientre que los diablos la traien com e pella" (86a). La Virgen no teme a los diablos y además, los llama locos y les dice que el alma del sacristán es suya. La actitud de la Virgen revela su confianza en sí misma y muestra su astucia y sentido de justicia. También la Virgen debate con los diablos y no permite que su sacristán quede con ellos. Cuando María se pone furiosa sus palabras son tan fuertes como las de sus enemigos. Berceo sin duda, trató de presentar a la Virgen con características humanas y no siempre con aspectos divinos o sobrenaturales. En el Milagro IX, la Virgen defiende a su clérigo y ataca verbalmente al obispo y le amenaza. "Dixoli brabamientre: 'Don obispo lozano,/ Contra mi ¿por qué fuste tan fuert e tan villano?' " (229ab). Y la Virgen añade: "Si tu no li mandares decir missa mia / Como solie decirla, grand querella avria:/ E tu serás finado hasta el trenteno dia" (231a-c). Para subrayar su poder y mantener su fama la Virgen termina su protesta al informar al diablo que: "¡ Desend verás que vale la sanna de María!" (231d).
En el "Milagro de la boda y la Virgen," María, que tiene celos cuando su capellán decide casarse, le habla así: "Don fol, malastrugado, torpe e enloquido,/ ¿En qué roidos andas, en qué eres caido?" (340a-b). María acusa al capellán de buscar algo mejor que su amistad con ella, y con desdén, insinúa que su propósito no sirve y no vale un higo. Muchas veces la Virgen pronuncia sentencias proféticas para que sus siervos sigan sus instrucciones. Se puede decir que la Virgen a veces se sirve de tales amenazas para mantener su autoridad sobre sus cristianos.
El habla popular es tan característica de la Virgen como de otros personajes en los Milagros. Por ejemplo, la Virgen aconseja al capellán que no se case con otra y le dice que "si non, avras la lenna acuestas a traer" (342d).
Los tres caballeros en el "Milagro de la iglesia profanada" recuerdan a la Virgen en una invocación muy emocionante las virtudes y méritos que ella posee. Los caballeros alaban a la Virgen y observan que ella es piadosa siempre aunque ahora está un poco enojada. Un retrato de la Virgen que contrasta con el de arriba está en el "Milagro de los judíos de Toledo." La Virgen es retratada como la madre que busca venganza y que no se olvida del crimen de la crucifixión de su hijo. También la Virgen muestra el antiguo odio por los judíos y su deseo indirecto de que los judíos sean castigados. Desde un punto de vista psicológico, es evidente en la queja de María su influjo y habilidad de animar y de hacer más responsables a los cristianos de Toledo. En otros milagros, la Virgen revela en los discursos su compasión y amor por sus fieles.
En el "Milagro de la abadesa preñada" la Virgen, por sus diálogos, nos presenta varias facetas de su personalidad. Después de un monólogo muy largo en que la abadesa invoca a la Virgen, alabándola y recordándole la historia de sus obras caritativas y el consejo y ayuda que les ha dado a los pecadores, la Virgen le responde de una manera muy agradecida. Es singular también los muchos epítetos que pronuncia la abadesa al referirse a María: "Gloriosa estrella de la mar" (517c), "Sennora benedicta" (521c), "Madre del Rey de gloria de los cielos Reigna" (523a), y "Reygna coronada, templo de castidat,/ Fuente de misericordia, torre de salvedat" (526a-b). La Virgen está visiblemente conmovida por el ruego de la miserable abadesa y le ofrece a ella su ayuda y su protección. Además, María le da a la abadesa esperanza, le inspira valentía e insiste que su palabra es sagrada y que ella puede depender de su ayuda. Más tarde, el niño recién nacido, según el plan de María, fue criado por un amigo suyo. María está muy segura de sí misma, y merece respeto y obediencia de sus fieles. Cuando les da instrucciones a los ángeles, les informa de esta manera: "Dezid quem lo crie, io assin gelo digo,/ Ca bien vos creerá, luego seed comigo" (534c-d). Es decir, que ella representa autoridad y ella debe ser respetada y obedecida. Teófilo en otra invocación muy emocionante y apasionada, quiere que la Virgen le libre del poder de Satanás y que le devuelva la carta o contrato firmado por él. De sus primeras palabras, es evidente que la Virgen se siente molestada y es impaciente— otra vez Berceo logra hacer a la Virgen muy humana con reacciones que son creíbles para seres humanos. Al principio la Virgen critica muy severamente a Teófilo llamándolo "Don renegado malo" (779c), y "Don sucio, don malillo" (801a). También, al principio ella vacila y no quiere ir a pedirle socorro a Jesucristo. De todos modos, Teófilo logra persuadir a la Virgen que ella y sólo ella puede hablar con Jesucristo con éxito. Es posible que ella al fin sea amansada y conmovida por los ruegos y alabanzas de Teófilo.
Un caso conmovido es el del niño judío, quien después de haber comulgado con los niños cristianos, fue a dar las noticias a su padre. Aunque Berceo había narrado la ocasión en tercera persona, la repetición del hecho se pone más dramática y significante viniendo de la boca del niño. Se entiende la inocencia y alegría del niño al contar su aventura religiosa esperando ser perdonado por llegar tarde a casa: "Padre, — dixo el ninno — non vos negaré nada,/ Ca con los cristianiellos fui grand madurgada,/ Con ellos odí missa ricamientre cantada,/ E comulgué con ellos de la ostia sagrada" (360a-d).
Otro inocente, pero más distinto que el niño judío, es el romero de Santiago que había pecado antes de comenzar su viaje a Santiago de Compostela. Berceo describe al diablo que se transformó en un ángel verdadero, en Santiago. El diablo pretende estar muy preocupado del pecado del romero y le regaña como si fuera su padre y como si la Virgen estuviera muy enojada cuando le dice al romero "Non telo gradiró esto Sancta María" (189d). El romero siendo tan crédulo y tonto dice que hará cualquier cosa que el diablo le diga. El diablo muy fácilmente controla la voluntad del pobre romero y aun le persuade que hará servicio a Dios.
El judío en el milagro de la deuda pagada es retratado en su conversación con el burgués como un personaje muy astuto y codicioso. El no tiene fe en Dios porque no es cristiano y para él, ver es creer. El burgués no puede entender el escepticismo del judío pero al fin le muestra las estatuas de María y Jesucristo como fiadores. El judío, aunque parece muy simpático, no olvida que debe ser primero un buen comerciante. Tal vez la característica que se destaca más es la sospecha que el judío exhibe en su conversación con el burgués. En efecto, refiriéndose a los fiadores del burgués el judío le dice "Mas por otras pastrijas lo que de mi levares / Non pagarás con ello caçurros nin ioglares" (647c-d). Más tarde, el judío míente diciendo que no recibió el dinero, y también insulta a Cristo y a María: "Fié en el tu Cristo un gran galeador / Con so Madreziella, que fo poco meior...." (687a-b).
El milagro de la abadesa encinta es un buen ejemplo del uso de los diálogos para caracterización. El obispo es un sabio, un hombre de experiencia y de sentido común. Además él se da cuenta de la posibilidad de estar equivocado y por eso él dice que tienen que probar la acusación. El cree que la abadesa les ha dado algo a los clérigos para decir que ella no está encinta. No cabe duda de que el obispo es justo y sincero pero ¡o que vale más es su conocimiento de la psicología humana y especialmente de las flaquezas humanas.
En cuanto a la creación de cierta atmósfera como otra función del diálogo, hay un capítulo en el libro de Artiles intitulado "El mundo afectivo." En ese capítulo Artiles discute varias palabras usadas por Berceo para expresar distintos sentimientos y estados de ánimo. Muchos de esos sentimientos son los que se revelan en algunos diálogos en los Milagros. La lista compilada por Artiles incluye inquietud, desesperanza, temor, compasión, admiración y gozo. Tal vez los más obvios ejemplos de atmósfera se revelan en las invocaciones cuando los protagonistas se quejan de graves problemas y lamentan sus flaquezas y fracasos. Las atmósferas producidas en las invocaciones pueden ser las de desesperanza, pesimismo, temor, y tristeza. Generalmente las actitudes opuestas se producen en otros diálogos cuando los protagonistas ya han recibido socorro divino. Los ejemplos que se hallan en otros instantes son más interesantes y complejos.
En el milagro de la casulla de San Ildefonso, la Virgen crea una atmósfera de misterio y suspenso cuando ella se refiere a la casulla especial que es solamente para San Ildefonso porque "Otro que la vistiere non será bien hallado" (64d).
En el Milagro XII, el prior muerto llama a Fray Humberto y le dice que no tenga miedo. Por supuesto Fray Humberto tiene miedo y según el prior había perdido el color. El prior le explica cómo él ha llegado a la tierra del diablo. La atmósfera creada es irreal y fantasmal.
A pesar de faltar variedad de temas en los Milagros, Berceo emplea varios recursos literarios para hacer más vivos sus milagros marianos basados en las áridas colecciones latinas. El uso del diálogo para crear atmósfera, dar caracterización y adelantar la trama, es muy eficaz a causa del efecto dramático producido. Hay que atribuir la actúalidad y muchos de los toques realistas en los Milagros a las escenas que se crean por la forma dialogada. Joaquín Artiles subraya el éxito de Berceo con su técnica del diálogo así: "El diálogo irrumpe en la narración imponiéndole autenticidad, dando plasticidad a los hechos, acortando las distancias que separan al escritor de su público."8
Míami Universíty, Ohío
NOTAS
1 Gonzalo de Berceo, Milagros de Nuestra Señora, ed. A.G. Solalinde, 6ª. ed. (Madrid, 1964), p. XVIII.
2 Análisis estilístico de los "Milagros de Nuestra Señora" de Berceo, 2ª. ed. (Madrid, 1971), pp. 47-8.
3 Los recursos literarios de Berceo, 2ª. ed. (Madrid, 1968), p. 89.
4 Hermán Ould, Dialogue in Novéis and Plays (Kent, 1953), p. 2.
5 Las citas de Berceo en mi texto son de la edición de Solalinde.
6 Gariano, p. 69.
7 A Literary History of Spain (London, 1971), p. 65.
8 Artiles, p. 87.
ACTAS VI CONGRESO (1977) DE LA ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE HISPANISTAS
La Asociación Internacional de Hispanistas, fundada en 1962 en Oxford, Inglaterra, es una institución abierta, cuyo propósito esencial es promover la investigación en el campo de los estudios hispánicos, fomentando el intercambio de ideas, métodos y enfoques practicados en los distintos países de los que provienen sus más de 1400 socios. Organiza congresos trienales a los que siempre han seguido la publicación de las actas. El último congreso tuvo lugar en la ciudad de Monterrey, México.