Códice 46: En los orígenes de la lengua y la cultura española
El primer diccionario enciclopédico de la Alta Edad Media (BRAH 46)
El 13 de junio del año 964 se terminó de escribir en el monasterio riojano de San Millán de la Cogolla uno de los diccionarios enciclopédicos más voluminosos e interesantes de cuantos se conocen en Europa hasta el siglo XI. A la importancia histórica de su contenido, que revela el alto nivel de los conocimientos del hombre medieval, hay que añadir que el texto fue copiado en un latín plagado de incorrecciones y contagiado de innumerables formas romances.
Claudio García Turza, Catedrático de Filología Española de la U.R.
Javier García Turza, Profesor titular de Historia Medieval de la U.R.
Es imprescindible conocer la actividad lexicográfica altomedieval para comprender cabalmente el sentido y el valor de las breves anotaciones, comentarios o explicaciones a las voces latinas difíciles y anticuadas que denominamos Glosas Emilianenses, Silenses, etc.
En este sentido, el monasterio de San Millán de la Cogolla es, sin ninguna duda, uno de los escritorios altomedievales más productivos de este tipo de obras en toda la Península Ibérica. De él salen algunas de las copilaciones léxicas y culturalmente más ricas de todos los centros intelectuales europeos. A título de ejemplo, baste la mención del códice emilianense signatura 46 de la Real Academia de la Historia de Madrid. Se trata de un glossa, glose o glosemata, con unos 25.000 artículos y 100.000 aceptaciones, aproximadamente, al que por su contenido y volumen preferimos denominarlo diccionario enciclopédico. Entre los ejemplares europeos conocidos, ninguno le supera, a nuestro entender, en variedad y riqueza léxicas.
Nos encontramos ante un voluminoso diccionario enciclopédico terminado de copiar, sin lugar a dudas, en el monasterio de San Millán de la Cogolla, exactamente el 13 de junio del año 964, según consta el colofón que se ve en el folio 172r. Por lo tanto, si se está de acuerdo con las últimas investigaciones paleográficas y lingüísticas que retrasan a finales del siglo XI la redacción de las glosas emilianenses, el códice 46 es cronológicamente anterior. Es decir, se adelanta en más de un siglo a las venerables glosas de la Cogolla y en varios lustros a la nodicia de kesos, de hacia 980?, procedente de Rozuela.
El códice fue copiado íntegramente de un modelo, que no conocemos, en letra visigótica redonda, de buena hechura y muy regular, sin duda el de mejor factura de entre los conocidos. Con todo, debemos destacar algunas singularidades, como la aparición frecuente del nexo -st, que forma parte de la técnica escrituraria del amanuense; la presencia de algunas letras sobrevoladas y de abreviaturas tenidas por continentales (I alta con el astil partido por la mitad para in, l con el trazo alto partido para uel; q2 para quia; -- para est); abundancia de a uncial y s de doble curva en distintas posiciones y presencia generalizada de Y griega con punto en medio de la horquilla.
Transmite un texto con dos glosarios: el que denominamos Principal, porque ocupa la casi totalidad de volumen, y el Conciliar, además de otros textos misceláneos, como un alfabeto griego, varias transliteraciones griego-latín, un poema latino atribuido al clérigo Ermoldo Nigelo, dedicado a Pipino, rey de Aquitania, etc.
El caudal de voces refleja la totalidad de saberes del hombre a mediados del siglo X: la Técnica lexicográfica, los métodos e instrumentos de enseñanza, las fuentes literarias clásicas y cristianas primitivas, todo tipo de aspectos relativos a la sociedad, las religiones, las formas de vida y las mentalidades, etc. Igualmente, su contenido revela la existencia indudable de relaciones y, consecuentemente, de influencias culturales entre el norte peninsular hispano y el Occidente cristiano europeo, sin olvidar la presencia de elementos norteafricanos.
La investigación permite también afirmar sin lugar a dudas que los diccionarios de la Biblioteca Nacional de París, Nouv. Adq.Lat., 1296 y 1297, considerados hasta ahora como silenses, fueron copiados durante los siglos XI y XII, respectivamente, del modelo emilianense 46 y en el propio monasterio de la Cogolla. De tal modo que se encontraban todavía a finales del siglo XII en la Cogolla, antes de su traslado al destino silense.
Por último, el estudio del glosario 46 permite conocer el latín altomedieval y el protorromance hispánico. Efectivamente, el latín del texto está plagado de incorrecciones, reflejo de la influencia del romance hablado sobre la lengua escrita. En este sentido, se podría hablar de una lengua latina contagiada de formas romances, con innumerables casos de haplologías, metátesis, apócopes, asimilaciones, ect.; de elementos y construcciones romances que se latinizan y de palabras claramente romances.
(Texto tomado de Noticias de la Universidad de La Rioja. Sección En portada)