TOPONIMIA RIOJANA MEDIEVAL, Pilar García Mouton - www.valleNajerilla.com
Cantoral del Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla(La Rioja).

 TOPONIMIA RIOJANA MEDIEVAL  

 

 Pilar García Mouton 
 

 

La toponimia riojana medieval reflejo de la vida anterior, recogía nombres vascos y celtas, latinos y árabes, al tiempo que incorporaba topónimos nuevos, recientes nacidos ya en su romance


      La toponimia de una región es el fondo cultural en el que se van acumulando nombres de lugar correspondientes a distintas capas de pobladores ya épocas diferentes. Esto hace que, a través de ella, podamos rastrear la historia de unos hombres, su lengua, su forma de vivir y de concebir su entorno vital.
      A lo largo de los siglos, muy diversos pobladores se han asentado en La Rioja. Pero, como ocurre siempre, después de haber desaparecido los hombres, los nombres que dieron a sus poblaciones siguen con vida. Los nuevos habitantes los heredan y los mantienen muchas veces, con escasas variaciones, aunque no signifiquen nada para ellos y se reduzcan a una resonancia cargada de afectividad. 
      Cuando de toponimia se trata, es sabido que hay que diferenciar entre toponimia mayor y menor. La mayor, de ciudades y lugares importantes, suele conservar nombres antiguos, en ocasiones deteriorados por el paso del tiempo. La menor, de aldeas y lugares menos relevantes, de predios y partidas, de sotos y montes comunales, está casi siempre motivada por los rasgos del entorno geográfico y es mucho más fácil de descifrar. 
      Todo nombre de lugar tiene su origen de una motivación, pero el tiempo, la pérdida o evolución de la lengua que lo produjo, la desaparición del concepto al que hacía referencia y el desgaste fonético de la palabra en sí, pueden vaciar de contenido el topónimo. 
      Son frecuentes los nombres de lugar que se refieren a las características del suelo, los relacionados con la terminología del agua, los que atienden a los árboles y plantas de la zona. También abundan los lugares que deben su nombre a quien los pobló o al santo bajo cuya advocación estaban. Por Último hay topónimos que nos hablan de las actividades locales y otros, que nos desvelan el valor estratégico y defensivo de la población. 
      La Rioja es una región de transición, dividida geográficamente en dos grandes zonas, motivo que le ha hecho fluctuar hacia el centro o hacia el oeste. Esta fluctuación es una herencia de los tiempos romanos y visigóticos; pero ya antes, La Rioja Alta tuvo como pobladores a los berones y pelendones, celtas y, por tanto, indoeuropeos, mientras que La Rioja Baja estuvo ocupada por los vascones. 
      Los nombres de lugar señalan cómo parte de La Rioja recibió la influencia del euskara. Desde el punto de vista lingüístico, el río Najerilla constituía -allá por los siglos IX y X- el límite del mundo románico. A occidente de su cuenca, en los altos valles y en los del Oja y el Tirón, se hablaba vasco y la toponimia da fe de ello. 
      Dentro de la toponimia riojana medieval, pueden distinguirse claramente tres capas lingüísticas: la prerromana, la latino-romance y la árabe. La abundancia de nombres de lugar vascos ha planteado numerosos problemas. Mientras que algunos investigadores piensan en topónimos primitivos, la mayoría destaca la importancia del elemento vasco en la repoblación, llevada a cabo en tierras riojanas, tras la reconquista. Alarcos Llorach señala que incluso la mayor parte de los topónimos en -uri, son posteriores a ésta, pues sólo así se explica que constituyan derivados sobre nombres propios germánicos. 
      Entre los topónimos prerromanos, se han clasificado algunos atribuibles a los ambrones, como Alesanco y Alesón, y otros en los que se reconocen raíces celtas como berg- en Berceo, camb- en Cameros o sego- en Secobia
      La toponimia árabe no alcanza, en La Rioja, los niveles de importancia de otras regiones peninsulares. Es La Rioja Baja, más vertida hacia Aragón, la que reúne los pocos testimonios de nombre de lugar de origen árabe: Azofra = el tributo o Mohave, ant. Mahab (Alb. 947, p. 47) = rico en granos. 
      En cuanto a la toponimia romana, aparte de latinizar nombres anteriores (Calagurris Julia Nassica o Tritium Megallum), se caracteriza por las construcciones con nombre propio, bien en genitivo, bien adjetivado. 
      Vamos, a través de los diversos testimonios que nos proporcionan los documentos riojanos medievales, a intentar una aproximación a los nombres de lugar de la región en la Edad Media. 
      Son frecuentes los topónimos que hacen referencia a las características del terreno circundante: Montalbo fue Montem Album, Monte Albo (SMC 1096, p. 290) monte blanco y Montemayor, Montem Maiorem (A 1121, p. 116). También la raíz celta berg monte aparece en Berbegiu, después Berceo (SMC 952, p. 58). El latín lumbus = loma está presente en Lombanas (SMC 1037, p. 126), lo mismo que cucullus = cima, en Cuculla (SMC 1016, p. 99), hoy Cogolla. Hacen alusión también a elevaciones del suelo, cornu en Cornu de Caia y Cornu Molinelli (A 1046, p. 33), Camberos (A 1110, p. 51 ), hoy Cameros, donde se ha visto la raíz céltica camb- curva y Clavilio (Alb. 1048, p. 86), hoy Clavijo de un claviculum latino que, en principio significó hinchazón. Junto a ellos hay que clasificar todos los procedentes de altus y sus derivados, subrayando el hecho de que altus tuvo una primera evolución hasta Oto, que no llegó a arraigar. Son testimonios medievales Val Ota (Valb. 1047, p. 472) = valle alto, Oto (SMC 1048, p. 143) = alto, Oterum (SMC 1049, p. 150) = otero altarium, Hucturiellos (Valb. 1075. p. 510) < altura, Ripaota (SMC 1095, p. 287) < ripa + alta
      Peña y Piedra aparecen a menudo, en nombres de lugar compuestos. Así, Pena frechia (A XXVIII, 1188), donde encontramos como segundo elemento el latín fracta = rota, partida, Penna Amarilla (A XIV, 1032), Penniella (R 1054, p. 53), Pennas Pardas (R 1121, p. 116), Petra foraminata o Petra foratata (R [1132 circa] p. 161) horadada, Petra ficta (A VII, 947), hoy Piedrahita < lat. ficta = clavada, Petra Alta, Petra Leporera «lebrera» y Petra Cidadera (R 1076, p. 82), Petroso (R 1155, p. 261 ). En Calahorra se reconoce, por algunos filólogos, el vasco cala = piedra y, en Cuzcurrita, el también vasco kozko = guijo. 
      Junto a los anteriores tendríamos que recoger los nombres de lugar que hacen referencia a oquedades del terreno, como Ououa = cueva (SMC 956, p. 61 ), Couiella (R 1054, p. 53), Coua de Peros (R 1060, p. 64), Couam Cardelem (R 1117, p. 110) Hoy Cuevacardiel
      Resultan fáciles de identificar los nombres de lugar que incluyen el latín vallem = valle. En los documentos riojanos medievales, muchas de las formas registradas muestran mantenimiento del primitivo género femenino: Valle Auta (R 1054, p. 53) = valle alto, Ualle Longa (R [1162-1167] p. 294) = valle largo. Hay también diminutivos como Valleggo (SMC 1037 , p. 125) = vallecito, Ualleio de lombo (A XXVII, 1109). Recogemos además: Uales (Valb. 1069, p. 494), Valganon, Ualdespinas (R 1074, p. 73), Val de Salce (R 1079, p. 87) < lat. salicem = sauce, Valles luparia (A VII, 947) < lat. luparius de lobo, Valvanera (SMC 1016, p. 99) < venaria = de venados, Bal de Azu (SMC 1078, p. 242) = valle viejo, del vasco azu = viejo, Ualle Corna y Ual de Cendura (A 1054, p. 50), Ualle de Puerca y Ual Anticum (A 1054, p. 52), Ualle Nigra, Ualdescusa, Ualpierri (A 1074, p. 73). Orcanos (A 1073, p. 71 ), actualmente Huércanos, seguramente refleja la idea de cavidad, si procede, como quiere Alarcos, de un latín orca = vasija. Planus = llano se documenta en Lahno (Valb. 1091 , p. 593) y en Planam de Zalama (A 1074, p. 74), Ledesma, de origen céltico, significa la muy llana, junto a taliata = tajo, hendidura, en Taiada de Albelda o vadu en Uadiello (A 1044, p.27). 
      El hombre necesita del agua para su vida cotidiana y especialmente para sus cultivos. La cercanía del agua es fundamental para la población, de ahí que su presencia, dé en muchas ocasiones, nombre al lugar. Destacan los topónimos referidos a fuentes o manantiales: Fonte Maior o Fontmaior (A 1060, p. 64) = fuente mayor, Fontaneta (A 1052, p. 41) = fuentecita, Fonte Putia o Pudia (Valb. 1070, p. 499), donde aparece el lat. putida = fétida, maloliente, Fontem Salobrem (A 1074, p. 74), de saluber = salobre, Fontefrida (SMC 1083, po 257), donde aún se reconoce el adjetivo frigida = fría, Fonte de Rascavielas (SMC 1009, p. 84) = fuente de rascaviejas, Fonte Baiuue, Fontanella (A 1044, p. 28), Fonte Grande (A 1054, p. 52), Fonte de Rege (A 1054, p. 53) = fuente del rey. También es latina la forma Matrice = fuente, que evolucionó a Madriz (A 1163- 1164, p. 299). Pero no poseemos sólo testimonios románicos; el vasco está presente en los derivados de iturri = fuente, como Iturza, Iturriza, etc., y en Gimeleó se ha visto un plural árabe = las fuentes. 
      El latín balneum = baño, explica Vanios, Vangos (SMC 1020, p. 101 ), hoy Baños y Vaniares, Vannares (SMC 1084, p. 259), Bañares. Las aguas termales dieron nombre a Feruias (R 1074, p. 73), del verbo latino ferveo = hervir y a Alhama, que en árabe significa = fuente termal. 
      Otros topónimos, relacionados con la terminología de las aguas son: Lacuna Maiore (R 1063, p. 65) = laguna mayor, Lacuniella (R 1060, p. 64) = lagunilla, Lacunaputia (SMC 1049, p. 151) = laguna fétida, Lacuna de Canes (R 1044, p. 27) = de perros y Laguna de Milanos (R 1074, p. 73), Pozam = poza y los que señalan la existencia de puentes, como Ponteziella (R f. siglo XI, p. 100) y Alcanadre, que en árabe significó los puentes. Hay que señalar también Padulegga (R 1163- 1164, p. 299) diminutivo de palus, -udis = laguna, pantano, y abundan los compuestos con ripa =orilla: Ripafracta o Ribafreta (R 1081, p. 91), la actual Ribafrecha: Ripavellosa (SMC 1025), hoy Ribavellosa. Encontramos también Ripam Foradadam (R 1074, p. 74) = horadada, Ripaota (SMC 1095, p. 287) < ripa + alta, Ripa Rubia, hoy Ribarrubia (R 1076, p. 82) < ripa + rubea = roja. 
      Si hay algo que una al hombre a la tierra es el aprovechamiento de los frutos de ésta. Los árboles, las plantas y los cultivos de un lugar lo identifican y, por ello, muchos topónimos nos hablan hoy de la flora de su entorno aunque, en algunos casos, ya haya desaparecido. 
      Canna = caña, da nombre a Cannas (R 1060, p. 64), Cañas, y son de la misma familia Canielas (R 1074, p. 73), cañitas y Cangnato (Cal. 1169, p. 153) = cañado. La abundancia de hiniesta o retama, originó Inistar de la Gerator (R 1158, p. 280), hoy Hiniestar, Genestares (ibdem, p. 283) e Inestrillas, antiguamente Fenestrellas (R 1145- 1149, p. 213). Negueruela, que en la Edad Media era Nokeruela (Alb. 1070, p. 210) y Nogueras, ant. Noceras (R 1073, p. 71 ), hacen referencia a los nogales. La misma relación se da entre castanea = castaña y Castaniares (R 1060, p. 64), hoy Castañares de Rioja; cerasus = cerezo y Cereso (R 1110, p. 51 ), hoy Cerezo; duracinus = durazno y Duraznales (SMC 1009, p. 85); m. mattianum = manzana y Mazanares (R 1074, p. 73) y Mazanellum (R 1044, p. 27), hoy Manzanares y Manzanillo. El cultivo de la vid y de cebollas se reflejan en Viñuelas < vineola, diminutivo de vinea = viña; Pampaneto, de pampinus y Cebolleros, antiguo Cepolleros (SMC 1009, p. 87). Sambucus = saúco, motiva Sabucho (SMC 1022, p. 102) y Sahucar (R 1074, p. 73); cusculium = coscojo, Coscoggar (R 1079, p. 87) ; ilicina = encina, Elcineto (Alb. siglo XI, p. 149); robur = roble, Robres (R 1179, p. 267); ulmus = olmo, Olmos (R [1132, circa] p. 161 ); pinus = pino, Pinielos o Pinillos (R 1123, p. 124) y Pino. Fraxinus = fresno aparece en Santa María de Fracino y algún investigador lo ha considerado origen de Préjano, que en la Edad Media era Prexano, Pressano (R 1152, p. 241), con cambio vasco de fr->pr-. Un topónimo como Villalobar, que aparentemente habría que relacionar con lobo, se nos presenta, gracias a sus documentaciones medievales (Alfovare, Villa Lhovar, Bilafavar), como un híbrido latino-árabe en el que Alarcos ha creído reconocer una formación villa + ár, al-hawr = el olmo. Ortigosa, Ortigosilla de Ebro y Morales, son nombres de lugar, motivados también por el entorno vegetal, lo mismo que Spartal de Almudebarel (R 1162, p. 287) = espartal, y algún otro árabe, como Azarrulla = el acerolo. 
      La importancia de los bosques y de los prados para la economía rural de la Edad Media se traduce en nombres como los siguientes: del latín saltus = bosque, derivan Saucto o Soto (R 1060, p. 64), Sotello o Sotiello sotillo (SMC 1046, p. 190), Sotomalo, Sotomaiore (Valb. 1042, p. 469) y Salto Roio, en Aradón (R 1067(?), p. 23), curiosa traducción de un híbrido latino-vasco, conocido hoy como Soto de Gorria, vasco gorri = rojo. El también latino rate = bosque, dehesa, explica varios casos de La Rad (en Huércanos, Tirgo y Ocón), Cabezos de la Rade (R 1060, p. 62) y formas diminutivas como Ratezella, Rareziella, Radiciella (SMC 1028, p. 108), resueltas en un Redecilla, que nada tiene que ver con red. 
      La terminología de los pastos presenta derivados de pratum = prado: Pratiella (Alb. 1044, p. 132), Prado (R 1152, p. 235), Prato de lequas (R [1132, circa] p. 161) = de yeguas. 
      En Pazuengos -documentado en la Edad Media como Pazonicos, Pazongis, Pazlongos, etc... (R 1074, p. 73)- acaso haya que ver, como apunta Alarcos, un latín pasci (por pascui) longos, mientras que el árabe al-marja el prado aparece en Almarza, y el vasco larr-=pastizal, en Larra y Larrete
      También dan nombre a la población sus actividades: Fornos = hornos (R 1060, p. 64), Fornelos = hornillos (R 1167, p. 310), Moliniella (R 1079, p. 87), Carbonera = lugar de carboneo (R 1179, p. 267), Teggares = tejares (Valb. 1063, p. 484), Alberit(e), del ár. al-barid = la posta (A 1060, p. 64); o sus características climatológicas: Nieva (A 1155, p. 254), Ventosa (A 1163- 1164, p. 299). 
      Nombres de animales se encuentran en Apellia (Valb. 1047, p. 473), del lat. apicula, hoy Las Abejas, Cervera, del lat. cervaria = de ciervos (A 1179, p. 267), Gallinero de luso y Gallinero de Suso (A 1074, p. 73), Golpeiares o Ulpellares (Valb. 1074, p. 514), de un lat. vulpecula, diminutivo de vulpes = zorro, Lobera (SMC 1020, p. 99), de luparia,. Moruecos = carneros (SMC 1009, p. 85), quizá la más antigua documentación de la voz, y Valvanera = valle de venados. 
      Al dar nombre a una nueva población es muy frecuente el empleo de villa, villar, o del vasco -uri, -uli = pueblo. Encontramos Uillar y Uillares (A [1132, circa] p. 161 ), Uillariggo (A 1163-1164, p. 299) que hoy sería Villarejo, Uilliela (A 1064, p. 64) hoy Velilla. En la mayoría de los casos, al elemento base se le añade un adjetivo que caracteriza a la población o el nombre del propietario, del poblador o del santo al que estaba encomendada. Así Villarta, que procede de villa + tarta = abundante, rica (SMC 1028, p. 109), Villanova (A 1123, p. 124), de v. + nova = nueva, Villamediana (A 1060, p. 64), que revela su situación en medio de un recorrido, Villafrida (SMC 1028, p. 108) del lat. frigida = fría, Villoria, proceden de un villa + aurea = dorada (A 1079, p. 87), Uillatorta (A 1068, p. 70), Uilla Mezquina, híbrido latino-árabe donde vemos el ár. mesquin = pobre (A 1079, p. 87). Se forman sobre onomásticos los topónimos vascos en -uri y -uli que, aunque actualmente no son muchos, en los documentos medievales eran más numerosos. En Herramélluri se ha creido ver el nombre del conde de Alvaro Herramélliz, que tenía a su cargo el territorio de Lantarón. Del mismo tipo son Cihuri, Galbárruli = ciudad de Galbarra o del calvo, Ochánduri = ciudad de Ochanda, Ollauri = ciudad de Olla, Ollo y los medievales Vermuduhuri = ciudad de Bermudo, Scemenohuri = ciudad de Jimeno, Mutilluri, Gipuzauri, Natarruri o Natassuri antiguo nombre de Casalarreina, Hata Mauhuri, Nunno Falzahuri, Izahuri, Ozturi, Hiruzuria, Sotihori, -uri, hoy Ziguri cerca de Haro, Atomanori... Si Albelda es, como quiere Asín, árabe: al-balda = la villa, habrá que pensar en un compuesto de este tipo, en Harat Albelda = la villa de Harat. 
      La misma formación se da en los topónimos Uillavelayo, probablemente = villa de Pelayo, Uilla Almundar (A 1117, p. 110), Villa Houar (A 1179, p. 267), Uillagundisalvo o Villa Gonsalui (A 1163- 1164, p. 299), Villagonzalo, hoy Badarán, y en el medieval Uillula Sancti Georgii (A 1163-1164, p. 299), quizá el actual Santurdejo, documentado también como Santurdeio (A 1074, p. 73). 
      En algunos casos no aparece la base pueblo, villa sino únicamente el nombre del propietario. En forma adjetiva lo hallamos en Anguiano, ant. Anguidanos (A 1155, p. 254); Anguciana, ant. Angustiana (A 1121, p. 115), propiedad de un Engutius o Angutius; Arenzana, ant. Argenzana (A 1123, p. 124), propiedad de Argenteus; Barbariana, hoy Berberana (SMC 946, p. 47), propiedad de Barbarus; Cordouin hoy Cordobin (A 1044, p. 30), propiedad de algún cordobés; Grannone (A 1110, p. 50), hoy Grañón, propiedad de Granius; Quintana, Quintanar y Quintanilla, todos ellos derivados de Quintus, como Quintaniella (SMC 1003, p. 80); Saraynana (Alf. 1289, p. 168), Sariñana, propiedad de Sarinianus; Seroiana (SMC 1022, p. 102), hoy Sorejana, propiedad de un Sorilius o Saurilius; Treviana, ant. Trepeiana (A 1155, p. 261 ), propiedad de un Drebs o Trevijano, ant. Trebiliano o Trivilgano (A 1081, p. 91) de Drebs o Drevilius; Varea (A 1162, p. 291 ), formado posiblemente sobre Varus. Nombres de propietarios hay que verlos también en Velasco, del vasco bela = cuervo y con documentación como Blascuri (SMC 1087, p. 272), de Velascuri = pueblo de Velasco; en Amunartia, del vasco amuna = abuela y Artia apellido derivado de artz = oso o quizá de arto = encina. También Zorraquin recuerda el nombre de su propietario y los documentos medievales hablan de una uilla Monnio Zerrakin (SMC 1087, p. 270). 
      Restos de construcciones de genitivo con ecclesia = iglesia son: Santo Domingo «<Illa Domo de Calzata que uocatur Sancti Dominici de riuo de Oiha» R 57, 1120, p.114); San Millán, que procede de Sancti Emiliani (A 1044 p. 30) ; Santurde, de Sancti Georgii y Santurdejo (diminutivo), ant. Santurdeio y Uillula Sancti Georgii. Del mundo de las creencias y de un nombre de dios pagano, Mercurius, dios de los caminantes, encontramos Morcuero (A 1162, p. 290) = montón de cantos sueltos que se forman en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de los términos, donde se manifiesta el carácter mágico que los cruces de caminos, tenían para los hombres medievales. 
      Finalmente, hay nombres de lugar que recuerdan al valor defensivo o estratégico de una población en una zona fronteriza como fue La Rioja. Derivados de castrum y de su diminutivo castellum se agrupan -según Marsá- en los partidos occidentales, mientras que turre y sus derivados suelen ocupar los del este: Oggacastro, Oia Castro, hoy Ojacastro (A 1074, p. 73; Castrouiello, hoy Castroviejo (A 1123, p. 125) ; Turrillas, pueblo situado en la Edad Media cerca de Logroño (A 1063, p. 65); Torreciella in Cambero (A 1060, p. 64), hoy Torrecilla en Cameros; Tore dalbogozan (A [1132, circa] p. 61); Torseka = torre seca (A 1046, p. 35); el actual Torremuña era Tor de Amunia (A 1044, p. 27), torre que tenía por propietaria a una mujer; Castellu Rubio (A 1056, p. 60), hoy, según Llorente, Amíbal. Milagro, ant. Miraclo (A 1161, p. 286) procede del lat. miraculum = lugar de vigilancia; Alfaro es el faro, torre de avisos; Alcocer, Alcozer (A 1135, p. 173), variante del Alcízar y por tanto, derivado árabe del latín castrum. Aquí deben incluirsé otras formaciones, como Luminarias (SMC 1014, p. 94) hoy Lumbreras. Por último, también los celtas dejaron nomenclatura defensiva en Secobia (SMC 1086, p. 266), de sego = fortaleza. 
      Hemos visto los nombres que el riojano daba a sus poblaciones en la Edad Media. El hombre medieval, cercano a la realidad y al origen de estos lugares, percibía más claramente que nosotros las motivaciones de algunos nombres, pero ya él conservaba otros heredados, legados por la historia y muchas veces oscuros en su significado. 
      Así la toponimia riojana medieval reflejo de la vida anterior, recogía nombres vascos y celtas, latinos y árabes, al tiempo que incorporaba topónimos nuevos, recientes nacidos ya en su romance. 
      

 

Nota 
      Las documentaciones que aparecen entre paréntesis van referidas a: 
      A) M. Alvar, El dialecto riojano (apéndice de documentos), Madrid, Gredos, 1976. De este trabajo están tomadas también las referencias a documentos de Alfaro y Albelda que proceden, respectivamente de R. Menéndez Pidal, Documentos lingüísticos de España, I, Madrid, 1952 y de A. Ubieto Arteta, Cartulario de Albelda, Valencia, Anúbar, 1960. 
      R) I. Rodríguez de Lama, Colección Diplomática Medieval de La Rioja, II. Logroño. 1976 (923-1168). 
      SMC) L. Serrano, Cartulario de San Millán de la Cogolla, Madrid, 1930. 
      Valv) M. Lucas Alvarez, El becerro de Valbanera, en EEMCA, IV, 1950. pp. 451-617.

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Historia de La Rioja - Tomo II  (Edad Media) 
Director de la obra JUSTINIANO GARCÍA PRADO
Edita CAJA DE AHORROS DE LA RIOJA
 Logroño 1983