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Genealogía de los reyes navarros y castellanos. Este
manuscrito iluminado se conserva en la Biblioteca Nacional
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CRÓNICA
NAJERENSE
LIBRO
TERCERO
1. Comienza el libro tercero,
Antes de nada, pues, se ha de saber que el rey Jimeno engendró a
García Jiménez y a Íñigo Jiménez. García Jiménez engendró a Sancho
Garcés, a quien pusieron el sobrenombre de Abarca, Sancho García, de
la reina doña Toda, biznieta de Íñigo Arista, engendró al rey
García, quien también fue conocido como «el Tembloso». Este García
capturó al conde de Castilla Fernán González y a sus hijos en
Cirueña; y engendró al rey Sancho, quien por su prontitud en la
milicia era llamado «Cuatromanos», Éste, a su vez, se casó con la
reina Urraca, hija del conde Sancho de Castilla, de la que tuvo a
García y al mencionado Fernando.
Igualmente se ha de saber que Nuño Belchédiz engendró a Nuño Rasura,
Nuño Rasura engendró a Gonzalo Núñez. Gonzalo Núñez engendró al
conde Fernán González, quien se dice que sacó a los castellanos del
yugo de la dominación de León, El conde Fernán González engendró al
conde García Fernández, al que el rey Almanzor dio muerte. El conde
García Fernández engendró al conde Sancho, quien mató al rey
Almanzor y destruyó Córdoba, y de allí llevó el cuerpo de su padre
el conde García Fernández a Cardeña. Arrebató a los sarracenos San
Esteban de Gormaz y Gormaz, Coruña del Conde, Osma, Castrabo,
Medina, Berlanga y otras muchas ciudades.
El conde Sancho, apodado el Bueno
porque otorgó buenos fueros, a quien ochocientos caballeros
castellanos, nacidos todos de matrimonio legítimo y nobles por parte
de padre y de madre, por su propia voluntad le rindieron vasallaje y
le dieron juramento de que servirían siempre al pariente más cercano
de su linaje, como a su señor, cualquiera que fuera su sexo,
engendró a la reina Urraca, la mujer del rey Sancho de Cantabria, y
tras dejar otro hijo de ocho años, esto es, el infante García, murió
en la era 1060. Fue enterrado en el monasterio de Oña, el cual había
construido. Tras esta somera exposición, volvamos ahora a nuestro
propósito.
2. Así pues, el mencionado rey
Sancho, tras enterarse de la muerte del infante García, vivamente
entristecido, viendo que Castilla se quedaba sin gobierno, intentó
ponerla bajo su mando. A él, los castellanos le respondieron
sagazmente diciéndole: «Mientras a nuestra señora, vuestra esposa,
la hija del conde Sancho, nuestro señor, mantengáis con el título de
reina, como le conviene, en consideración a ella y no de otra
manera, a vos acepta<re>mos como señor, y a vos como señor y
marido de nuestra señora, de muy buena gana serviremos»,
Obtenida así Castilla más por un
matrimonio que por las armas, reunidos los ejércitos de aragoneses,
navarros y castellanos, se dirigió a territorios de León
devastándolos, y ensanchó su reino hasta los ríos Pisuerga y Cea y
la vía pública que llamamos Camino de Santiago, de la que los
peregrinos por temor a los moros se apartaban, yéndose entonces por
un desvío de Álava, la hizo discurrir por un lugar por el que se
fuera sin el impedimento de oposición alguna.
Mató a los asesinos de su cuñado el
infante García en digna venganza. Luego volvió a Castilla llevándose
consigo a la infanta doña Sancha, A su primogénito Ramiro, a quien
había tenido de una señora noble de Aibar, le propuso que se casara
con esta infanta, pero como los castellanos se opusieron con toda la
razón, la casó a sus 19 años con su hijo menor, el infante Fernando,
a quien había engendrado de la reina Urraca, aunque sólo tenía tres
años, celebrando las nupcias su hermano Vermudo, y le entregó el
condado de Castilla. A García, el de en
medio, a quien también engendró de la mencionada Urraca, puso al
frente del reino de Navarra. Por su parte, al mencionado Ramiro
entregó una parte lejana del reino de Aragón, para que no buscara la
ocasión de hacer daño a sus hermanos, ya que él no era noble por
parte de madre. Sin embargo, incitado
por la astucia del maligno, el mencionado García no temió proferir
contra su madre palabras afrentosas, ni difamarla con la acusación
de adulterio. Pero Ramiro en respuesta a esto la defendió con
constancia y verdad, y al probar que era mentira, la libró de la
infamia y de su condena. Entonces la propia reina estalló en tan
grande ira que maldijo a García y recogiendo ante la corte a Ramiro
dentro de sus vestiduras y sacándolo por debajo de ellas como si lo
estuviera pariendo, lo hizo hijo adoptivo e hizo que tuviera parte
en el reino. García, por su parte, se dirigió a Roma llevado por la
penitencia para pedir el perdón por su delito.
3. El rey Sancho, en buena vejez,
cuando hubo vuelto de Roma su hijo el rey García, por enfermedad
natural dejó esta vida en la era 1073. Fernando lo enterró en el
monasterio de Oña con los debidos honores.
García, después de que cumplido a Dios
su castigo volvió de Roma, recibió el reino de Pamplona. Pero
Ramiro, deseoso de quitarle el reino, como por sí mismo no podía,
llama en su propio auxilio a unos reyes moros vecinos suyos, a
saber, a Almuzthahen de Zaragoza, al rey de Huesca y al rey de
Tudela, y una vez puesto el campamento al lado de Tafalla, prepara
contra su hermano una guerra gravísima. García, preocupado por el
combate, confiando en el Señor, mientras oraba de noche en una
iglesia pequeñita consagrada a Santa María la Virgen -que está
dentro de una cueva en el lugar en el que ahora se asienta el
monasterio de Nájerá-, rendido por el sueño se quedó dormido y en
sueños supo por revelación divina que ganaría la guerra que iba a
tener lugar. Tras hacerse de día, le contó el sueño a su mujer la
reina Estefanía y a sus barones, y le prometió a Dios que si con su
misericordia podía ganar la inminente guerra, haría en el mencionado
lugar una basílica mayor dedicada a Santa María Virgen.
Así pues, reclutadas tropas de
valerosísimos soldados, lleno de fe ataca al punto el campamento de
los enemigos. La mayor parte de éstos, con la ayuda de Dios, quedó
destrozada, y los demás, tras abandonar tiendas, armas y despojos,
inermes se dieron a la fuga. Ramiro, aunque descalzo y sin armas, se
subió a un caballo y gobernándolo por el cabestro buscó para sí un
lugar seguro. Tantos y tan valiosos
despojos consiguió allí el rey García que de los que le
correspondieron construyó el monasterio de Nájera y lo adornó con
los mayores regalos. Para darle fuste, aunque ya había trasladado
las reliquias de muchos santos y el cuerpo de san Prudencio, obispo
que fue de Tarazona, quiso llevar allí también el cuerpo de san
Millán. Pero cuando se lo estaban llevando del lugar y de aquel
monasterio en donde estaba hasta un llano, no pudieron de ningún
modo moverlo, ni para adelante ni para detrás, tal como era su
intención. El rey García, entonces, edificó allí otro monasterio en
honor de san Millán y lo dotó con grandes riquezas, y tras congregar
allí muchos monjes, puso a Gomisendo de abad.
Entretanto el rey Vermudo, después de
morir el rey Sancho, quiso reclamar para sí el reino de su padre,
pero Fernando, bien a causa de su mujer, para que no se quedara sin
reino, bien porque su padre se lo había dado a él, se oponía a ello
cuanto podía. A raíz de esto llegaron a tan gran discordia que
fijaron una fecha y un lugar para pelear. Pero Fernando,
presintiendo que no iba a ser capaz de resistir ante Vermudo, llamó
a su hermano García para que le prestara ayuda y tuviera parte en
las ganancias. Mientras ellos, reunidos con sus tropas, avanzaban
para atacar al enemigo, he aquí que Vermudo se presentó también con
los suyos; tras cruzar la frontera cántabra, les sale al encuentro
armado. y ya sobre el valle Tamarón se veían las dos formaciones
frente a frente, cuando Vermudo, duro e impertérrito, picó espuelas
a su caballo Pelayuelo, y deseoso de herir al enemigo, en rápida
carrera, lanza en ristre ataca a un numeroso escuadrón. Pero como el
feroz García y Fernando lo acosaron más duramente, murió atravesado
por la propia acometida de su caballo, muertos también otros siete
de los suyos además de él. Fue enterrado en León con los demás
reyes, en la era 1076, el 22 de junio.
4. Después de él, en la misma
era, su cuñado Fernando, consagrado en la iglesia de Santa María de
León por el obispo católico Servando, asumió el trono. Se aplicó
durante dieciséis años a calmar la revueltas de su reino y a domeñar
los feroces ánimos de algunos de sus magnates y no hizo la guerra
más allá de sus fronteras a los pueblos del otro lado.
Mientras tanto la reina Sancha concibió
y parió un hijo al que pusieron por nombre Sancho; dio luego a luz a
su hija Elvira; luego concibió de nuevo y tuvo a su hijo Alfonso;
finalmente tuvieron a García, el más pequeño; de hecho a Urraca,
muchacha famosa por su belleza y sus costumbres, la tuvieron antes
de obtener el cetro real. El rey
Fernando decidió educar a sus hijos e hijas de tal forma que fueran
instruidos en primer lugar en las disciplinas liberales, a las que
también él se había aplicado; luego, cuando la edad ya lo permitía,
hizo que sus hijos montaran a caballo a la española y se ejercitaran
en el manejo de las armas y en las cacerías. Y también ordenó que
sus hijas fueran instruidas en toda tarea femenina, para que no se
volvieran perezosas por la inactividad. Así pues, el gobierno del
reino del rey Fernando, cuando engrandecido por los hijos, las
costumbres y los soldados parecía bastante próspero y bastante
poderoso, como ocurre con la mayoría de las cosas de los mortales,
de una opulencia tal nació la envidia entre él y su hermano García.
Por lo demás Fernando, como era
sosegado y piadoso en todo, detestando apartarse de su bondad
natural y de su piedad de siempre, se había propuesto en su corazón
que soportaría de cualquier manera la enemistad y la envidia de su
hermano, de tal modo que ni siquiera pudiera verse inducido por él a
la cólera, pues pensaba vencer en todo momento la envidia de su
hermano, naturalmente con su honor. Así
que, cuando García cayó enfermo en Nájera, el rey Fernando, llevado
de sus sentimientos fraternales, se da prisa en visitarlo. Y ya
había llegado allí cuando, después de tomar la decisión de capturar
al rey, se le prepara una emboscada. Como al cabo todo salió mal
porque el miedo impidió asunto tan grave, Fernando inmediatamente se
volvió a su patria. Sucedió sin embargo
que cuando, a su vez, cayó enfermo Fernando, también el rey García
humildemente fue a verlo, y a para pedir el perdón de tan gran
crimen, ya a causa de la enfermedad. A mí me parece, sin embargo,
que García vino más por suavizar su delito frustrado que para
consolar a su hermano por la enfermedad, ya que lo que deseaba era
no sólo que se quedara impedido por la enfermedad sino incluso que
se marchara de este mundo totalmente, para así apoderarse de su
reino él solo. Así son de avariciosas las mentes de los reyes. El
rey Fernando monta en cólera al verlo y ordena que sea encarcelado
en Cea, de donde al cabo de unos días se escapa astutamente y con
algunos caballeros preparados a escondidas vuelve a su tierra.
5. García desde
entonces, cruel y lleno de ira, buscó abiertamente la oportunidad de
guerrear con él y, sediento de sangre hermana, devastó hostilmente
las fronteras que de él podía alcanzar.
Cuando se enteró de ello el rey Fernando, tras reunir un inmenso
ejército, se apresura a vengar en los límites de Galicia los ataques
de los que es objeto su reino. Envía mientras tanto al rey García
embajadores leales para ver si, abandonadas sus fronteras, pudieran
permanecer en paz y no se atreviera a pelear con él con las mortales
espadas. En fin, que eran hermanos y por tanto convendría que cada
cual viviera con tranquilidad en su reino. Le hace ver que ante tan
gran cantidad de soldados no iba a poder resistir.
A continuación el rey García,
enfurecido y envalentonado, tras oír a la embajada, ordena que los
mensajeros salgan del campamento, despreciada así la piedad de su
hermano, y al momento, profiriendo amenazas les dice que los
arrastrará hasta su patria como corderos, junto con los aliados que
vengan al combate, una vez que triunfe sobre su señor. Confiaba, en
efecto, García en sus fuerzas porque en aquel tiempo, incluso si
hacemos salvedad de su poder de rey, se le consideraba un soldado
insigne por delante de todos los demás, ya que se tenía por
costumbre que en toda guerra el papel de soldado valiente y de buen
general iban juntos. Así pues por ambas partes se fija el lugar y el
día para la nefasta lucha. Y ya había
puesto García el campamento en medio del valle de Atapuerca, cuando
unos caballeros del rey Fernando ocupan de noche una colina que
dominaba desde arriba. Los caballeros, que en su mayoría tenían
lazos de sangre con Vermudo, cuando advierten el insaciable deseo de
su señor de coger vivo a su hermano antes que muerto, según creo por
instigación de la reina Sancha, deseaban sobre todo vengar la sangre
común a ellos. Cuando se hizo de día y
emergió Titán de las olas, formadas las líneas de combate, se
levanta un ingente vocerío de ambas partes, se lanzan dardos desde
lejos, traban combate cuerpo a cuerpo con las mortíferas espadas.
Finalmente el escuadrón de esforzados caballeros, a los que me he
referido por encima, lanzándose a galope tendido desde arriba cortan
por medio de las formaciones y lanza en ristre se precipitan a la
vez sobre el rey García y lo tiran del caballo al suelo atravesado y
sin vida. En este combate dos caballeros de García murieron también
con él. Y también los moros que habían acudido a la lucha, mientras
se afanan por darse a la fuga, es capturada una gran parte de ellos.
El cuerpo del rey García recibió
sepultura en la iglesia de Santa María de Nájera, en la era 1092, el
1 de septiembre, iglesia que él mismo había construido devotamente
desde los cimientos y a la que había adornado con plata, oro y
vestiduras de seda de color púrpura.
6. El rey
Fernando, una vez que, muertos su cuñado y su hermano, ve ya todo el
reino sometido a su poder sin obstáculo, ya seguro por lo que
respecta a su patria, decide emplear el resto del tiempo en atacar a
los bárbaros y en consolidar las iglesias de Cristo.
Así pues, pasado el invierno, a
comienzos del verano, cuando por la abundancia de comida el ejército
podía ser movilizado, el rey sale de los Campos Góticos y se dirige
hacia Oporto, de cuya mayor parte estaban en impía posesión los
bárbaros procedentes de la Lusitania y de la Bética. Por su parte el
rey Fernando durante todo el tiempo de su vida había tenido metido
en su cabeza soberana que ni podía desistir de un propósito ni
abandonar una tarea una vez emprendida, antes de llevar a su fin
aquello que intentara realizar. Por este motivo el temor que le
tenían los bárbaros espantaba sus corazones como si vieran una
serpiente. Así pues, una vez dispuestos
todos los recursos, en su primera acometida invade la ciudad de Seia
junto con otros castillos de los alrededores y tras matar a los
bárbaros, a los que quiso los redujo a su servicio y al de los
suyos. Pero ya que me parecía hartible enumerar en mi relato de
forma pormenorizada los villorrios y los innumerables castillos de
los bárbaros despoblados por el invictísimo rey Fernando, procuré
expresar los nombres de las ciudades al frente de cuyas iglesias en
otro tiempo habían estado obispos y que arrancó de las manos
sacrílegas luchando con valentía. [...]
Edición (2003) de
Juan A. Estévez Sola
Es
profesor de Filología Latina de
la Universidad de Huelva. Su labor
como investigador se ha venido desarrollando en el ámbito del latín
medieval. Destaca la primera edición crítica
completa de la Chroníca Naierensis, la Historia Translationis
Sancti Isidori, vol LXXIII y el Dialogus Libri Vitae de Rodrigo
Jiménez de Rada(este en colaboración con el Dr. Fernández
Valverde). Actualmente prepara una nueva edición de la
Historia Silensis.
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MEDIEVALES Y RENACENTISTAS |
Catálogo online Biblioteca Gonzalo de
Berceo
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CASTILLA, CLUNY
Y LA CRÓNICA NAJERENSE
ANTONINO M. PÉREZ RODRÍGUEZ
1. LA TRANSMISIÓN DEL TEXTO DE LA CRÓNICA
NAJERENSE
1.1.
Introducción En 1966,
en la introducción a su edición de la Crónica Najerense, Antonio Ubieto
Arteta la definía como «Una crónica muchas veces citada por los
investigadores, pero pocas veces vista1.
En 1985, la introducción de su segunda
edición, en realidad una primera reimpresión, comienza casi con las
mismas palabras 2 y razón lleva su autor porque a estas alturas
de 1992, ochenta y tres años después de que G. Cirot comenzase su
publicación 3, de la renombrada Crónica Najerense seguimos sin
tener una edición completa y fiable.
(ver la edición
de
Juan A. Estévez Sola, 2003 AKAL. -nota
del editor-)
1.2.
Manuscritos En Madrid,
en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia se guardan
actualmente los dos códices, denominados por su signatura antigua A 189
y G 1, que entre otros textos contienen el de la generalmente denominada
Crónica Najerense
4. El A 189 consta
de dos partes diferentes si atendemos al tamaño de los folios y al tipo
de letra. En realidad se trata de dos manuscritos de distinta época
modernamente unidos y encuadernados en un sólo códice. A la primera
parte, que es la que a nosotros nos interesa y que coincide con el
manuscrito más antiguo, pertenecen los noventa y ocho primeros folios;
son folios de pergamino, escritos todos ellos por una misma mano en
letra muy cuidada que Millares Carlo llamó gótica libraria 5, y
que fechó hacia 1238 6. Contienen los
siguientes textos históricos: -Folios
1-64, la llamada Crónica
Najerense. -Folios 64- 75, la Historia
de Wamba por Julián de Toledo. -Folios
75-96, la Crónica latina del Cid.
-Folios 96-98, las Genealogías de Roda. Fue
descubierto por el P. Risco a finales del siglo XVIII en la biblioteca
de San Isidoro de León y tras numerosos avatares llegó a la Biblioteca
de la Real Academia de la Historia donde actualmente se encuentra
7. Hay quienes piensan que este es el
manuscrito del que se habla en un documento de 1239 y del que allí se
dice que fue copiado para el monasterio de San Zoilo de Carrión de los
Condes (Palencia) el 1232, ó 1233 a partir de un libro de Nájera
8. Richard Fletcher afirma, y yo estoy absolutamente de acuerdo
con él, que es posible que sea así, pero que es imposible demostrarlo
9. Ubieto hace una advertencia
importante comparando el texto de la división de Wamba que se nos dice
presentaba el códice de Carrión con el que presenta el A 189; es
evidente que el texto es el mismo pero la forma de las palabras que lo
componen en uno y en otro manuscrito es bastante diferente
10. El G 1 es un códice en
pergamino con doscientos ochenta folios manuscritos por una misma mano;
hay que datarlo a finales del siglo XV. En sus ochenta y ocho primeros
folios presenta el mismo contenido que la primera parte del A 189 y
dispuesto con el mismo orden. Perteneció a Don Luis de Salazar en cuya
colección apareció a mediados del siglo XIX en la Biblioteca de la Real
Academia de la Historia 11. En 1576 era entregado a la biblioteca
del Escorial un códice con el mismo contenido de G 1 y hay quien
piensa en que ambos son el mismo, pero es tan difícil de probar como que
lo son A 189 y el códice de San Zoilo de Carrión citado en el documento
de 1239 12.
1.3.
Ediciones La opinión común de que
la Crónica Najerense es tan sólo una miscelánea, como creyó al principio
Menéndez Pidal13, o una crónica miscelánea, como la llamó Gómez
Moreno 14, o un centón de crónicas como lo ha llamado otro
investigador 15, ha impedido que de ella se haya hecho una
edición completa y
fiable. Efectivamente, cada
investigador ha editado de ella la parte que le interesaba para el
trabajo que en aquel momento tenía entre manos, no viendo en ella más
que un conglomerado mal unido de textos históricos diversos. Ello
explica el variado panorama que describo a continuación, reseñando
solamente las ediciones que considero más importantes, siguiendo el
orden marcado por el contenido real de la
Najerense. En 1894, Mommsem editó la
Crónica y las Historias de San Isidoro. Para esas ediciones colacionaron
el A 189 y el G 1, en la parte que les interesaba, Ewald y Bernays,
advirtiendo que existían adiciones y publicando un número muy pequeño de
ellas. Como las adiciones del autor de la Najerense a San Isidoro son
extensas e importantes y, además, los informantes de Mommsen pasaron por
alto a G 1 por considerarlo mera copia de A 189, esta edición no nos
sirve de gran cosa 16. En 1975
Cristóbal Rodríguez Alonso publicaba en León la edición crítica de las
Historias de los Godos, Vándalos y Suevos de Isidoro de Sevilla. Igual
que antes hiciera Mommsen, sólo se sirve de A 189, que estudia
detenidamente y del que edita también las adiciones. Por desconocer a G
1 no es, para nosotros lectores de la Najerense, una edición completa
17. En 1980 Jan Prelog publicó
su estudio y edición crítica de la Crónica de Alfonso III. En ella
incluyó la versión incorporada a su texto por el autor de la Najerense.
Edición muy cuidada que incluye un estudio pormenorizado de A 189 y de G
1 y que intenta descubrir la relación que realmente existe entre ellos,
pero que sólo incluye esa parte de la Najerense
18. En septiembre de 1909 G.
Cirot comenzaba la publicación de la que él llamó «una crónica leonesa».
Edición que presenta los siguientes inconvenientes: es una edición
paleográfica, en ella no se desarrollan las abreviaturas y, en algunos
casos, éstas son substituidas por signos tipográficos actuales sembrando
la confusión 19. Cuando el autor de la Najerense copia la
Historia Silense, Cirot se limita a indicar exclusivamente las variantes
y utiliza uno sólo de los dos manuscritos. No publica la primera parte
del libro I (Crónica e Historias de Isidoro ), ni la división de Wamba
20. No es por lo tanto completa y aunque sea fiable, el método
puede llevamos a más de una confusión. A pesar de todos estos
inconvenientes, fue la edición utilizada por los investigadores hasta la
aparición de la de Ubieto
21. En
1966 Antonio Ubieto Atleta, subvencionado por el Ayuntamiento de Nájera,
publicaba la que hoy es comúnmente aceptada como la «edición» de la
Crónica Najerense 22. La edición
de Ubieto tiene estos dos graves inconvenientes: no es completa (como ya
hiciera Cirot, prescinde de la mayor parte del libro I, con la excusa de
que lo elidido puede consultarse en el volumen VI de la España Sagrada,
donde ha sido publicado 23, Nada más lejos de la verdad. Lo allí
publicado son la Crónica y las Historias de San Isidoro. Obras que el
autor de la Najerense reelabora y completa a su manera. La reelaboración
y las adiciones no figuran en absoluto en los textos del tomo VI de la
España Sagrada a cuyo autor ni se le pasó por la cabeza editar la
Crónica Najerense. En esas páginas de la España Sagrada, citadas por
Ubieto, hay textos, el De laude Spaniae, en concreto, que en vano serán
buscados en la Najerense. El segundo
grave inconveniente es que no es fiable. Hay demasiados errores en el
texto que o bien se deben a una descuidada transcripción 24 o a
deficiencias de imprenta. Voy a poner un ejemplo: en la página 71,
párrafo 48 de la edición de Ubieto hay 4 errores que no están en los
manuscritos. En la línea 13 extraña un conflinctantes por
conflictantes, en la línea 24, un marlitium por martirium, en la
26, un cogitant por cogitat; estos tres podrían ser errores de
imprenta, no así un interim ut por in tantum ut, que seria lo
correcto y que señala la defectuosa resolución por el transcriptor de
una abreviatura 25 .
2. A QUÉ
LLAMAMOS CRÓNICA NAJERENSE ?
Insistiendo de nuevo sobre lo que
acabamos de decir. Creo que empezaremos a entender realmente la Crónica
Najerense el día que resolvamos de una vez por todas el problema más
crucial que su mera existencia nos plantea, es decir, el día que
decidamos si la Najerense es sólo un centón, una miscelánea, una mera
compilación o recopilación de crónicas anteriores recogidas literalmente
y mal cosidas, siempre desprovista de la más mínima pretensión de
elegancia estilística o, por el contrario, si a pesar de sus defectos de
composición, es, desde la primera línea hasta la última, un todo, una
auténtica obra histórica, y a su modo literaria, con una unidad interna
que responde a un planteamiento previo, bien definido por su autor para
alcanzar determinados objetivos concretos
26. No
voy a intentar resolver definitivamente tan grave cuestión, pero sí
quiero hacer hincapié en un hecho que me parece altamente significativo.
A pesar de que el autor no habla nunca expresamente ni de sí mismo, ni
por sí mismo 27, su obra aparece cuidadosamente dividida en tres
libros: el primero carece de incipit, pero tiene su explicit;
el segundo posee ambos y el tercero carece de explicit pero
en G 1 hay un Laus tibi Christe como broche final para toda la
obra. Cada uno de los libros
presenta un contenido bien delimitado. En el primero la historia
universal que comienza con la creación del mundo se hace historia
nacional con la entrada en escena de los visigodos; en el segundo, esa
historia nacional termina por hacerse leonesa; comienza con Don Pelayo y
finaliza con el matrimonio de la infanta Doña Sancha con el conde
Fernando, hijo de Sancho, el rey de Cantabria. Es decir, termina en el
momento en el que se pone la base sobre la que, un poco más tarde,
reposará la unión de las coronas de León y de Castilla en las sienes de
un único soberano, Fernando I; en el tercero, tras una breve
introducción aclaratoria sobre los antecedentes familiares de Fernando
I, se relata detenidamente su reinado y el de su hijo Alfonso VI,
también soberano de Castilla y de
León. El esquema espacial del contenido
es una pirámide invertida que tiene como base el relato de la creación
del mundo y como vértice la muerte y sepultura de Alfonso VI. El esquema
temporal, a pesar de las confusiones, de las repeticiones y de las
vueltas hacia atrás, es una línea que avanza de arriba (el comienzo del
mundo) a abajo (el pasado casi inmediato) significando por su
continuidad, una legitimidad sea cual sea el contenido con el que en
este texto dotemos a esa palabra. Me
explico, el punto culminante de esa continuidad ¿significa que es
pro-castellana la Crónica Najerense? Si es así ¿en qué sentido es
pro-castellana? ¿pro-castellana porque al autor sencillamente le
interesa hacer hincapié en la historia de Castilla o porque su
castellanismo le lleva a ser anti-Ieonés, considerando que León es ya el
pasado frente a Castilla que es el futuro y que en esa línea diacrónica
en la que él ha representado la marcha de la historia, Castilla ha
recibido de León el relevo de la legitimidad histórica con Fernando I y
Alfonso VI, como León la recibió de los visigodos y éstos a su vez del
Mundo Antiguo? ¿y si, todo lo contrario, la Najerense, como la Silense,
se opusiese a la separación de las coronas de Castilla y León
? Volveremos dentro de poco a plantear
de nuevo estas cuestiones; para terminar este apartado quiero aclarar un
detalle del libro I por que tengo para mí que es el culpable de que se
haya mal interpretado la estructura de la obra entera. Efectivamente el
libro I comienza con dos obras de San Isidoro, la Crónica y las
Historias precedidas ambas de su Incipit correspondiente, cosa
que no vuelve a suceder con ninguna de las demás obras integradas a
continuación por el autor de la Najerense. Y eso ¿por qué? Creo que la
razón es muy sencilla. La Crónica y las Historias son dos obras bien
conocidas de un autor muy significativo: Isidoro de Sevilla. El resto
son obras anónimas que el autor ha podido manejar, quizás ya
entremezcladas en compilaciones también anónimas que ha ido ensamblando,
respetando escrupulosamente el texto, aun con riesgo de contradicciones,
repeticiones y confusiones. En ello
nuestro autor se comporta como un típico historiador medieval tal como
está definido en la pequeña pero muy interesante monografía de C.
Orcástegui y E. Sarasa 28 dedicada a la historiografía medieval
europea y en la, y a clásica de B. Sánchez Alonso 29 dedicada a
la historiografía española. Por otra parte,
en el respeto religioso a las fuentes escritas se parece, como en otras
cosas, a su casi contemporáneo y pudiera ser que casi convecino Gonzalo
de Berceo ( c. 1196-c. 1252) quien en la Vida de Santo Domingo de
Silos (estro. 8) afirma:
El nombre de la madre dezir non lo
sabria, como non fue escrito, no lo
devinaría.
y en el
Poema de Santa Oria
{estro. VI-203):
Ca nos quanto dezimos escripto lo
fallamos.
3. CUÁNDO
SE ESCRIBIÓ ?
Fue Menéndez Pidal quien en 1923 fijó la
fecha comúnmente admitida de la redacción de la Najerense: c.
1160 30. Pero después otros investigadores han propuesto fechas
más tardías: Lomax piensa en una fecha poco posterior a 1174 31,
Ubieto cree que después de 1185 y antes de 1233, opinando que lo más
acertado sería fecharla hacia 1200
32. Como pensó Menéndez Pidal 33, si
la fecha de la Najerense no se aleja mucho de 1157, no plantearía
problema alguno el que este autor no incorpore a su texto la Chronica
Adefonsi Imperatoris, terminada probablemente en 1147 34. La
explicación sería sencilla: una crónica habla del pasado, no de lo que
ha sido hace poco inmediato presente
35. Es correcto intentar datar un
manuscrito de fecha incierta a partir de los datos suministrados por su
propio texto, pero además hay que tener muy en cuenta la historia de la
transmisión de ese mismo texto. Me explico: El texto de la Najerense
se nos ha transmitido en dos manuscritos, A 189 y G 1, que
salvo Mommsen 36 y Prelog 37 nadie se ha molestado en
colacionar. Los colaboradores de Mommsen llegaron a la conclusión de que
G 1 era una mera copia de A 189; Prelog, por el contrario
demuestra que ambos son copias de una copia muy deficiente y que había
integrado las glosas del original en el texto de éste. De todas maneras
deja abierta la posibilidad de que G 1 copie una copia más
antigua que la copiada por A 189. En cualquier caso son la primera
versión, como mínimo, de un original que se ha
perdido. Cirot 38, Ubieto
39, basándose en Menéndez Pidal, y Fletcher 40, a partir
del texto de la Crónica latina del Cid, la Historia Roderici,
que con la Najerense forma parte de A 189 y G 1, confirman la
primera parte de la opinión de
Prelog. Esto es muy importante. Si L.
Vázquez de Parga 41 lleva razón y en 1232-1233 se copiaba en
Nájera un códice -que Ubieto 42 y Prelog 43 identifican
con el A 189- para San Zoilo de Carrión, códice que contenía la
Crónica Najerense, ese códice najerino, en 1232-1233, repito, no
era el original, era ya una copia. El G 1 ha podido copiarse o no, en
Nájera a finales del XV o a comienzos del XVI. De todas las maneras la
Najerense pudo tener mayor difusión de la que Menéndez Pidal
pensaba 44. y pudo llegar perfec- tamente a manos del Toledano,
como piensa su último editor y traductor
45. Resumiendo, tendríamos: la
Crónica Najerense se escribe entre 1160 y 1200; c. 1230 hay en
Nájera un códice que comienza exactamente igual que A 189 y G 1, y que
como ellos contiene la división de Wamba. De ese códice que, al
menos para la crónica Najerense y para la Historia Roderici,
caso de que la contuviese, es una copia, pudiera ser que se copiase
en 1232-1233 A 189 para San Zoilo de Carrión de los Condes (Zamora) y
después de 1495 (y esto puede ser todavía más problemático) G 1. Debo
advertir que esta segunda parte del resumen, es, hoy por hoy una
hipótesis, eso sí, todo lo plausible que se quiera.
4. DÓNDE
SE ESCRIBIÓ ?
Hay que empezar por no confundir
dos problemas que no por estar íntimamente relacionados dejan de ser
objetivamente distintos. Una cosa es el origen de A 189 o de G 1 y otra
cosa es el origen de su contenido. El A
189, por ejemplo, contra la opinión de Vázquez de Parga que Fletcher
juzga imposible de probar, Díaz y Díaz 46 y Rodríguez Alonso
47 creen que es un manuscrito enteramente leonés. Que yo sepa de
este manuscrito no se ha publicado ningún estudio paleográfico detallado
48, ni paleográfico ni codicológico, que son los únicos capaces
de dirimir definitivamente la cuestión. Si a ello añadimos que nos
falta, como he explicado hace un momento, un fiable stemma codicum
de ambos manuscritos realizado después de cotejarlos en todos y cada
uno de los textos que le son comunes 49, habrá que concluir que
desde el punto de vista de los manuscritos, en cuanto tales manuscritos,
es mejor no hablar porque de cierto hoy nada
sabemos. En cuanto al origen del
contenido, una cosa está muy clara: a pesar de confundir, puede que
intencionadamente, la batalla de Tafalla ( c. 1038) con la reconquista
de Calahorra (1045) al exponer los motivos de la fundación del
monasterio najerino y de errar en la fecha de nombramiento de un abad de
San Millán de la Cogolla, ambas cosas según Ubieto 50, el autor
de la Najerense conoce el monasterio de Santa María de
Nájera como sólo puede conocerlo quien ha vivido en él,
ha manejado los documentos de su archivo y los libros de su biblioteca
51. Si tenemos en cuenta que el del monasterio (su fundación,
acontecimientos locales relacionados con él, adquisiciones del
patrimonio monacal) es un tema narrativo muy querido a los cronistas
medievales 52, estamos aportando un indicio más de que pudiera
ser el monasterio najerino el lugar donde se escribió la
Najerense. Además, el autor había oído
viejas historias en dialecto riojano. Quiero precisar un dato
aportado por el propio Menéndez Pidal 53. Una de las leyendas
castellanas que el autor de la Najerense incorpora a su crónica,
es la de la prisión de Fernán González en Cirueña; lo sorprendente es
que cita la versión riojana de tal leyenda, según la cual el conde
estuvo preso en Clavillo ( Clavijo ). Manuel Alvar
54 explica que en la Rioja Alta, hasta el primer tercio del siglo
XII se conserva de forma intermitente la evolución C'L LL; así
espillo por espejo, clavilla por clavija o por clavícula
(en el Fuero de Nájera ), Clavillo por
Clavijo. Hay que pensar también que las
preocupaciones históricas del escriptorio najerino son antiguas.
Recordemos el caso del Rotense 55 y del Soriense
56 que son claros antecedentes de nuestra crónica y que por
otra parte tan relacionados están con León
57. Algo debe querer decir también que
de los cuatro textos históricos que son comunes a A 189 ya G 1, dos son
tildados de najerinos: nuestra crónica y las Genealogías de Roda
y un tercero, que si no es riojano, sí contiene, en su capítulo 50,
un hermoso texto en el que su autor manifiesta bien a las claras su
indignación por la feroz devastación que las tierras de la Rioja,
incluida la zona najerina, sufrieron en 1092, hace ahora 900 años, a
consecuencia de un brutal y salvaje ataque del Cid
58. Por otra parte si la Najerense
se escribió en el monasterio najerino debió ser antes de que a
mediados del siglo XIII éste entrara en una etapa de decadencia
económica y crisis espiritual cuyos primeros síntomas empiezan a
manifestarse en 1218 59. Antes de que el prior de San Zoilo de
Carrión substituyese durante una prolongada época al de Nájera como
visitador de la Orden 60.
5.
QUIÉN FUE SU AUTOR ?
Si la Najerense se
escribió en la segunda mitad del siglo XII (1160-1200) por alguien que
vivía o había vivido en el monasterio najerino de Santa María dado que
este monasterio fue confiado por Alfonso VI a la Orden de Cluny de hecho
en 1076 y de derecho en 1079 61, fecha que, por cierto, el autor
de la najerense consigna puntualmente 62, lo más lógico es
suponer que el autor fuese un monje cluniacense. Ubieto confirma esta
sospecha con razones de orden interno como, por ejemplo, el uso, ya
señalado por Cirot 63, del Epítome de la Vida de San Hugo,
texto bien conocido en medios cluniacenses aquí utilizado de manera
muy original por nuestro autor para subrayar la providencial
intervención de Cluny, respaldada nada menos que por el apóstol San
Pedro en persona, en un momento muy delicado de la biografía de Alfonso
VI 64. Ubieto quiere, además,
que el autor sea francés y expone una serie de razones positivas y
negativas que no me resultan en absoluto convincentes 65. La
leyenda de la esposa francesa nunca conocida por Alfonso II el Casto, ni
siquiera de vista, está en la redacción C de la Crónica de Alfonso
III, la que aparece en la obra de Pelayo, el obispo de Oviedo
66. La adición propia del autor de
la Najerense a la narración de la derrota de Carlomagno en
Roncesvalles 67, que según Ubieto no ha podido encontrarse en
ningún texto español 68, la ha podido leer el autor de la
Najerense en los Anales Anianenses o Rivipullenses,
redactados en el monasterio de San Benito de Aniano (Aniane, al
noroeste de Montpellier), y conservados, antiguamente, en un códice del
monasterio de Ripoll (Gerona). Fueron escritos a mediados del siglo X,
pero la letra del manuscrito es de comienzos del siglo XII. El
manuscrito procedente de Ripoll, a través de avatares varios, llegó a la
Biblioteca Nacional de París (Lat. 5941) donde hoy se conserva
69. El autor de la Najerense copia literalmente: «Anno
DCCLXXVIII» y reelabora «Et in alio anno perrexit iterum Carolus rex cum
exercitu in Spania... Et insequenti anno congregans exercitum magnum,
ingresus est in Spania super Navarros ...et ipsi Navarri tradiderunt se
illi omnes ...» 70. Quiero hacer notar que es el único caso en el
que el autor de la Najerense fecha un suceso con la fórmula «anno
(Domini)». Es claro que lo hace así por influencia del texto que
reelabora. Según J.L. Moralejo, Ripoll es:
«... un centro cultural
típicamente carolingio, cuyas relaciones ultrapirenaicas,
favorecidas por la historia política, se mantienen e incrementan en
el tiempo, cristalizando en vinculaciones de la máxima
transcendencia para el proceso de la paulatina europeización
que la iglesia y la cultura hispánica experimentan a partir de
los aledaños del año 1000» 71.
No hacía falta buscar en Francia lo
que estaba detrás de la puerta de
casa. Por otra parte, ni a Ubieto, ni a
nadie se le ha ocurrido pensar en el origen francés del autor de la
Silense porque utilice fuentes francesas, tanto históricas como
juglarescas 72, ni tampoco nadie ha acudido a una hipótesis
similar para explicar las dificultades que esta misma obra nos presenta:
desorden y descuido en la redacción, lagunas, saltos cronológicos,
repeticiones, etc. 73. Por otra parte, sigo insistiendo en un
cierto respeto religioso por las fuentes escritas, incluido sus errores,
y el deseo de que sea el oyente o el lector el que acepte o rechace la
versión o versiones propuestas por distintas fuentes, rasgo
característico de la historiografía medieval
74. Por último, no estoy de acuerdo
tampoco con Ubieto en que el autor de la Najerense desconoce los
hechos ocurridos en la Rioja desde el 4 de junio al 10 de julio de 1076.
Hay muchas maneras de contar las cosas. Una de ellas es dejar claro que
fue un rey leonés, Ordoño II, el que reconquistó Nájera, que luego pasó
lo que pasó: el poco edificante espectáculo de la monarquía navarra,
según el autor, y que en 1079, Alfonso VI, heredero legítimo del rey
reconquistador puso, por fin, en orden las cosas del corazón espiritual
de Nájera, el monasterio de Santa María, con la colaboración de una
parte significativa de la familia real navarra, auxiliar del rey Alfonso
VI y benefactora del monasterio, me refiero al infante Don Ramiro,
muerto al servicio del monarca castellano en la traición de Rueda el 6
de enero de 1083 y enterrado a la derecha de su padre, el rey Don
García, en dicho monasterio. Por otra parte no se olvide que al
historiador medieval lo que le interesa es la edificación moral de sus
oyentes y lectores, no la objetividad histórica tal y como la vemos hoy
75. Sólo una cosa más. Nos ayudaría
mucho a conocer al autor de la Najerense una completa y fiable
monografía sobre la historia del monasterio najerino, sobre todo en la
época que va de 1076 a 1250. Interesaría mucho saber cómo era el
intercambio de monjes entre Santa María y la casa madre de Cluny; nos
sería, también, de gran utilidad conocer cuál era la actividad del
escriptorio de este monasterio en esa misma época y qué
intercambios hacía con los de otros monasterios tanto dentro de la Rioja
como fuera de ella (Castilla, León, Cataluña...)
76. Pero lo que nos haría un
servicio impagable sería un buen trabajo sobre la historia de Nájera y
su zona desde el final de la Edad Antigua hasta el comienzo de la
segunda mitad del reinado de Alfonso VIII el de las Navas. Debería
insistir sobre todo en el ambiente cultural y artístico tan
extraordinario que en Nájera debía haber antes, durante y después de la
estancia en ella de la corte de Pamplona. Sólo quiero poner un ejemplo:
Extrayendo todas las consecuencias de dos siglos siendo un importante
enclave musulmán, dos siglos más de corte navarra, con una presencia
arraigada de una comunidad de francos y otra de judíos, además de ser
punto importante del Camíno de Santiago,
alguien tendrá que explicamos alguna vez, por tocar sólo un tema
literario muy concreto, por qué en San Millán de la Cogolla, en un
manuscrito del siglo X, un comentarista del siglo XI escribió el primer
relato conservado de la leyenda de Roncesvalles 77 y por qué un
códice francés del siglo XII, conservado en Santiago de Compostela desde
antes de 1173, y en la parte que ahora nos interesa, la Historia
Karoli Magni, redactada c. 1165, en su capítulo XVII sitúa en Nájera
el combate entre Rolando y
el gigante Ferragut 78. En definitiva, creo que aunque fuese para
rebatirla, merecería la pena comprobar la grave afirmación de J.G. Moya
Valgañón: «Sin llegar a un León, (Nájera en el siglo X y ss.) es la otra
ciudad de los cristianos en el norte de Hispania»
79. No quiero terminar sin, al
menos, resumir los rasgos más característicos del estilo de nuestro
autor. Es un hombre muy culto que domina una gran cantidad de fuentes de
información, tanto escritas y cultas como orales y populares; tanto
españolas como extranjeras. Interesado en reunir el mayor número de
detalles, curiosidades, relatos novelescos, todo ello de intenso color
humano; es el gótico que viene frente al románico de las anteriores
crónicas leonesas, son los juglares, los trovadores, los goliardos
80 frente al severo y solemne estilo canónico impuesto por
Isidoro de Sevilla; es un creador, en suma, del ambiente espiritual
donde, no tardando mucho, surgirá Gonzalo de Berceo. Como él es una
persona culta, intelectualmente bien preparada, que disimulándolo
escribe para la inmensa mayoría y que adapta su estilo a los diversos
públicos y a los diversos asuntos. Es un
cluniacense de neta raigambre española, raigambre que él cultiva con
especial predilección. Si queremos comprenderlo habrá que olvidar
81 la idea del monje cluniacense, déspota ilustrado, avasallador
de comunidades hispanas en lo religioso 82 y en lo
lingüístico 83.
6. EL SITZ IM
LEBEN DE LA CRÓNICA NAJERENSE
Entiendo por Sitz im Leben
el compromiso de un texto con las circunstancias históricas en las
que surge, circunstancias que le imponen el organizarse de una manera y
no de otra, al intentar, el autor darles en él la respuesta que
considera más adecuada. Para empezar
creo que hay que descartar los planteamientos simplistas. Quede claro
que en la Najerense pueden quedar mal todos los que uno quiera
que queden mal: los visigodos representados por Vitiza 84, los
navarros, por un bastardo de Don García el de Nájera, raptor y violador
de su hermana por parte de padre, prometida del rey Sancho II de
Castilla 85, la infanta Doña Urraca, a la cabeza del partido
leonés, inductora de la muerte de Don Sancho II de Castilla 86,
la condesa castellana esposa de García Fernández que la entrega
para ser asesinado por Almanzor 87, la hermana del rey de
Pamplona García Sánchez, la cual, a espaldas de su hermano, libera de
las prisiones navarras a Fernán González 88. Claro que el
verdadero culpable en todas estas historias es esa incurable enfermedad
llamada amor. Tampoco se salvan las
altas dignidades de la Iglesia, claro que aquí la que las pierde es la
avaricia y la gula. Ese es el caso de Hermenegildo, sexto obispo de
Santiago 89, ni el mismísimo Alfonso VI, capaz de dirimir
mediante un «ordeno y mando» la preeminencia del rito romano sobre el
tradicional hispánico
90. Agotada la vía de la
simplista división entre buenos y malos, hay que pensar en
circunstancias más relevantes y sobre todo más
motivadoras. En primer lugar creo que
la Najerense, como ocurrirá en el transcurrir de los años con la
vida de San Millán de la Cogolla de Gonzalo de Berceo, nace en un
momento de crisis monástica, crisis que afecta al monasterio concreto en
el que vive el autor y a la orden, en general, que rige ese monasterio.
Me explico: en la segunda mitad del siglo XII Cluny sufría una honda
crisis espiritual y económica. Por ello Alfonso VII se mostraba remiso
en el pago del generoso tributo que desde Alfonso VI los soberanos
leoneses y castellanos deben pagar a la casa madre de Cluny. Ello motiva
que venga a España en 1141 el abad de Cluny en persona, Pedro el
Venerable, y que en Nájera oiga una historia que tiene su paralelo en
nuestra crónica 91. Esa crisis espiritual y económica se ve
agravada por el auge de Claraval que en nuestra zona tiene su reflejo en
la fundación del monasterio de Cañas en
1170. La crisis económica está especialmente
agudizada en el monasterio najerino a causa del pleito que el obispo de
Calahorra plantea ante el legado pontificio en 1155 para que le sean
devueltos los bienes y rentas del monasterio de Santa María, entregados
arbitrariamente por Alfonso VI a Cluny el 1079 y le sea devuelta la
jurisdicción sobre más de 40 iglesias que el monasterio se había
apropiado 92. Es esta circunstancia la
que explica, por una parte, la gratitud del autor de nuestra crónica al
rey Don García por la generosidad de su dotación fundacional y por otra
la inquina del autor contra Don García, inquina que a veces es feroz
antinavarrismo. Claro: el obispo de Calahorra reclama los derechos de la
comunidad fundacional expulsada por Alfonso VI. El desprestigio de esta
comunidad fundacional querido por el autor explica el por qué en el
texto se confunde la batalla de Tafalla (1038) con la conquista de
Calahorra (1045) en el relato de la fundación de Santa María. El mensaje
de nuestro autor es que el monasterio tiene su origen en una guerra
fratricida, origen poco grato que será cambiado, andando el tiempo, por
la leyenda más bucólica de la aparición de la Virgen al rey cazador
. El desprestigio pretendido por nuestro
autor de los actos fundacionales de Santa María es lo que también
explica la intervención de Don García en la fundación de Yuso. No es que
se equivoque el autor, como quiere Ubieto, con el abad Gómez. Es que
aquí se mezclan maliciosamente dos hechos: el traslado de las reliquias
de San Millán y el enfrentamiento de Don García con el prior Domingo
(luego Santo Domingo de Silos) en presencia del abad Gómez. Recuerden el
conocido pasaje de Gonzalo de Berceo tampoco exento de
antinavarrismo. Este antinavarrismo está
motivado, además, por la necesidad natural que siente un cluniacense de
ser fiel a su aliada Castilla, estrella política en ascenso, a la que en
Fernando I hay que lavarle las manos manchadas con la sangre de su
cuñado Bermudo y de su hermano García, el rey de Pamplona. Fidelidad y
por lo tanto antinavarrismo, mucho más necesaria en una tierra como la
riojana, ocupada por Castilla en 1076 pero que tercamente será
reivindicada por Navarra incluso en tiempos tan lejanos de esta fecha
como los de la guerra civil entre Pedro el Cruel y Enrique de
Trastámara. A juzgar por textos como la
versión breve del Fuero de Nájera
93 la propaganda procastellana y antinavarra posterior a 1076 fue
potentísima. No cabe duda que al servicio de esa propaganda estuvo
decididamente la Crónica
Najerense. |