Gillis Coingnet y el retablo de la Epifanía
o Adoración de los Magos,
de la Concatedral de Santa María de La Redonda de Logroño

 

  

La última pintura del cuerpo inferior del retablo riojano es la Anunciación, que va firmada y fechada por Coingnet en 1584: "IN ANTWERPIA / G. COINGNET FECIT Er INUE /1584". Puede haberse inspirado en un grabado de Durero correspondiente a la Pequeña Pasión (ca. 1509-1511; British Museum, Londres).
 Tienen en común al Padre Eterno en el borde superior y la paloma del Espíritu Santo descendiendo entre rayos luminosos sobre la cabeza de la Virgen. Las actitudes de María y del Arcángel Gabriel son casi idénticas en grabado y pintura. El pintor concede un espacio algo mayor entre los dos personajes y lo aprovecha para introducir mobiliario, como el banco y la alacena con utensilios.
Cambia el dosel del lecho, recto en el grabado, por otro circular, traslada el jarro con las simbólicas azucenas entre los dos protagonistas, junto a los pies de María, y añade en el primer término derecho un cesto de costura pintado con cariño y detalle siguiendo antiguas tradiciones de la pintura flamenca.
Las tres pequeñas tablas apaisadas del banco o predella del retablo están dedicadas a relatar escenas de la vida de San Francisco de Asís (26,5 x 96 cm. cada una). En la de la izquierda centra la composición la figura de San Francisco ante el que, al parecer, acude en petición de ayuda un caballero de rodillas, vestido de negro a la moda española de la segunda mitad del siglo XVI. Al fondo del espacio que media entre ambas figuras puede verse una ciudad rodeada de llamas. A la izquierda y en menores proporciones se ve a través de un arco un franciscano intercediendo por el personaje tendido en un lecho, y en el suelo una mitra como sentido de renuncia a las dignidades terrestres.

Sobre ellos aparece una escena celeste de gran luminosidad con el Padre Eterno sentado y ante Él quizás Jesús como intercesor.



San Francisco de Asís con un caballero postrado a sus pies


Estigmatización de San Francisco


Predicación de San Francisco a las aves y los peces

 

Desde el fondo se aproxima una procesión de franciscanos encabezada por un portaestandarte que, probablemente, representa a San Francisco. A la derecha, de nuevo San Francisco alza sus brazos hacia el Eterno en demanda del milagro de sofocar el fuego de la ciudad. Así creemos que lo explica el que vuelva a verse al Padre Eterno, un poco más arriba de la misma abertura de Gloria, en actitud de ordenar a un ángel que vierta sobre la ciudad el liquido contenido en la jarra que lleva en sus manos.
La tabla central del banco, narra el episodio de la Estigmatización de San Francisco. Es, sin duda, la mas repetida en la iconografía del Santo de Asís y que recogen varios textos literarios. San Francisco aparece de rodillas en la tradicional actitud de tos brazos abiertos y su mirada dirigida hacia un Crucificado con alas de serafín del que partirán los rayos que marcan los estigmas en el cuerpo y manos del santo y en la parte inferior un gran templo.
A la izquierda puede verse a su habitual compañero, el hermano León, absorto por la lectura de un libro que tiene entre sus manos. En la luminosa abertura de Gloria, simétrica a la de la derecha con el Crucificado, puede verse, de nuevo, al Santo postrado ante el Padre Eterno.
La tabla de la derecha del banco representa la leyenda de la Predicación de San Francisco a las aves y los peces, en la parte alta y lateral derecho de la pintura, respectivamente. 

Sin embargo, quizás, lo mejor conseguido y de técnica mas fina y cuidada es el paisaje del fondo realizado con un juego de luces y tonos que son lo más bello de las pinturas del banco. En el extremo izquierdo se ve un edificio que comunica con el interior a través de arcos de medio punto. El mayor deja ver un lecho en el que aparece tendido un cuerpo que, probablemente, representa al Papa Inocencio III, a juzgar por la tiara que tiene junto a él, y en lo alto una figura que sostiene la iglesia para evitar su desaparición, que será alusión a la visión del Papa, que en sueños reconoce a San Francisco, lo que le mueve a aprobar la regla de la Orden Franciscana que vendrá a reformar a la Iglesia. El arco pequeño permite ver, en el interior, un cuerpo tendido, que parece una figura femenina y, en ese caso, podría identificarse con Santa Clara en el momento de su agonía, y sobre ella una visión celestial como es frecuente en el tema.

 
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