Las
poesías que escribió Gonzalo de Berceo y han
llegado hasta nuestros tiempos, fueron
publicadas por el señor don Tomás Antonio Sánchez,
en el tomo II de su Colección de poesías
castellanas anteriores al siglo XV.
(Madrid, 1789).
Nada
hubiera sido más fácil que reproducirlas en
éste volumen, valiéndonos por completo de la
edición de aquel entendido académico; pero
habiendo observado que en todas ellas se
hallaba bastante modernizada la ortografía,
si bien no tanto como en el Poema del
Cid, publicado en el tomo I de
la misma Colección, y
resultando numerosas variantes al comparar su
edición con los códices primitivos, de que
todavía se conserva alguno, hemos creído
conveniente reproducir las obras de Berceo en
conformidad con la ortografía de su tiempo,
indicando las variantes más notables y las
lecciones distintas de la edición de Sánchez.
Para
la Vida de Santo Domingo de Silos,
hemos tenido a la vista el códice de la
biblioteca de la Real Academia de la Historia
(Salazar - H. 18), en que se halla contenida,
y de él son todas las variantes que se anotan
al pie de las presentes páginas; para la
impresión del Sacrificio de la Misa
hemos consultado el códice de la Biblioteca
Nacional (F. 122), que conserva una copia
antigua de tan preciosa poesía anotando
igualmente las variantes; y para las demás
composiciones, perdidos los códices
de San Millán, que las tenían, o ignorado de
los críticos su paradero, hemos respetado la
versión de Sánchez que se guió por ellos,
si bien conservando nosotros la ortografía
general de la época.
Acerca
de éste arte de emplear las letras con que se
escribe un idioma, tan esencial para dar a
conocer el carácter de los códices, debemos
decir que en vez de igual, vinie,
essi, lis, etc.,
en el códice de la Academia de la Historia se
lee egual, venie, esse,
les; que en ninguno se hace
diferencia entre i e y,
ni entre z y ç,
ni entre t y d en
las terminaciones de los nombres que acaban
con la segunda de éstas últimas letras,
duplicándose unas veces las ff
y las ss y otras no; y
finalmente como ya observó Sánchez, que la b
por v, la v por b,
y la u por b y v
se hallan conmutadas muy frecuentemente, no
tanto porque los antiguos confundiesen
entonces el valor y sonido de ellas, cuanto
por no haber distinguido después los lectores
y copiantes éstos dos caracteres muy
semejantes en la figura, según lo escribían
los antiguos (en el códice de la Biblioteca
Nacional, por ejemplo se encuentra siempre
escrito un y una
con u vocal, y en el de la Real
Academia de la Historia, con v
consonante, así: vn, vna).
(Anotaciones
al texto de la Obras Completas de Gonzalo de
Berceo, publicadas por el Instituto de
Estudios Riojanos, Logroño 1974, 2ª edición,
y que seguimos fielmente en nuestra página)
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