Cañas
La Villa de Cañas, sede del espléndido Monasterio cisterciense de Santa Maria del Salvador, dista cuarenta kilómetros de Logroño. Su término de 9,8 kilómetros cuadrados, en la comarca riojalteña de Nájera, está surcado por el río Tuerto y muestra un paisaje de relieve regular.
La suerte del lugar ha estado secularmente ligada a las monjas bernardas, a quienes se cedió en el año 1170 tanto Cañas como Canillas. El Monasterio es visitado a diario por cuantos quieren disfrutar de uno de los mas depurados góticos de la región y la figura de Santo Domingo de Silos, hijo de la villa, son sus elementos más caracterizados.
Localidad bién comunicada, entre Nájera, Santo Domingo de la Calzada y San Millán de la Cogolla. Su población actual es de 120 habitantes.
ABADÍA CISTERCIENSE
Sandoval en su estudio sobre el Monasterio de San Millán, recoge la primera cita documental de la localidad al señalar que el 5 de septiembre del año 922 donaron el Rey García Sánchez I y su madre Dña. Toda Aznárez el primitivo Monasterio de Santa Maria de Cañás al de la Cogolla. En la misma obra, se refiere una nueva escritura de cesión ésta del 1047, por la que García II el de Nájera y su mujer doña Estefanía de Foix cedían el Monasterio de San Miguel de Cañas al de San Millán.
Se remonta la fundación de su nuevo Monasterio a una fecha, 1170, muy próxima a la muerte del promotor de la reforma cisterciense, San Bernardo, fallecido en Claraval del 20 de agosto de 1153 y canonizado veinte años después. En 1169, don Diego López Díaz de Haro y su esposa Dña. Alonsa Ruiz de Castro habían entregado a un reducido grupo de monjas benedictinas una propiedad en Ayuelas, lugar próximo a Santo Domingo de la Calzada para establecer su comunidad. Sin embargo la cercanía de la población molestaba a las religiosas, y el 9 de abril de 1170 recibieron una generosa entrega de sus benefactores: las villas de Cañas y Canillas y un núcleo próximo a Tironcillo.
El traslado de las benedictinas al antiguo Convento de Cañas fue inmediato y el 20 de junio del mismo año, viuda ya doña Alonsa Ruiz de Castro, donando cuantiosos bienes se unió a la comunidad recién asentada, llevando consigo a su hija, doña Urraca López de Haro nacida en 1170 año en que la trasladó consigo su madre a esta población y que residió en el Monasterio hasta su muerte, en olor de santidad, a la edad de noventa y dos años. El 28 de septiembre de 1898, más de seís siglos después del fallecimiento de Dña. Urraca, ante el Delegado Episcopal de Calahorra, La Calzada y Logroño, se hizo levantar la tapa del artístico sepulcro de la beata, hallando, para admiración de todos, su cuerpo perfectamente conservado.
La obra de los Lópe de Haro se vió interrumpida en el crucero casi tres siglos, hasta el Abadiato de Leonor de Osorio, que continuó la nave central, y mandó contruir el retablo Mayor del siglo XVI. La fábrica del monasterio corresponde principalmente a finales del siglo XII e inicios del XIII (la iglesia, el muro exterior del claustro, la sala capitular, el refectorio y algunos muros de otras estancias) En el siglo XVII, se realizaría el interior del claustro, clasicista, y las zonas altas del convento.
La iglesia, de silleria, se concibió con tres naves de distinta altura, crucero y tres ábsides, lográndose esbeltez y luminosidad como en muy pocos templos de la época.
El coro bajo, con silleria de treinta y dos asientos, neoclásica, con diversas pinturas en tabla y lienzo de considerable valor artístico.
Dispone la Abadía de otras estancias de gran valor histórico-artístico, como la Cilla-Museo, antiguo almacén y bodega, donde se albergan los fondos del Monasterio,retablos,cuadros,tallas,etc. Del mismo modo la Sala de Reliquias atesora una magnifica colección de objetos religioso-litúrgicos.
Y la Sala Capitular transformada en cementerio, y en cuya ornamentación predominan los elementos vegetales de la flora autóctona. En ella se halla el sepulcro exento, de piedra, de doña Urraca López de Haro, cuya efigie aparece yacente, con los atributos propios de su cargo de abadesa, recogiéndo además escenas de la vida de la Beata, del tránsito de su alma hacia Dios y de su cortejo fúnebre.
El Retablo Mayor renacentista (s.XVI), es obra de Andrés de Melgar y de Guillén de Holanda, y fue concebido para situarlo en el ábside central, lugar del que fue trasladado en 1975 a los pies de la Iglesia, donde se ubica actualmente. Presenta banco, y tres cuerpos a modo de tríptico y ático. Tiene siete calles marcadas por columnas y pilastras, imágenes y diversas tallas.
Dedicado a Nuestra Señora, nos muestra la infinidad de sus virtudes. De entre los santos que la acompañan destaca la tabla de la Virgen, San Bernardo y Leonor de Osorio, Abadesa donante del Retablo.