CAPÍTULO IV.-  Tiempos primitivos.- Los cántabros.- Existencia de Contrebia ó Leucada.- Etimologías.

 

 

IV.

 

   No hay parte mas esencial en la historia de los pueblos que aquella que se refiere á su orígen y primitivos tiempos. Por mas que á muchos parezca baladí la inquisicion de esos orígenes y el esclarecimiento de tan apartados sucesos, es lo cierto, sin embargo, que en pueblos como el nuestro, que tanta parte tuvieron en la historia de Roma, uno y otro punto son por estremo interesantes. Y no se arguya que la confusion es grande en los geógrafos é historiadores respecto á lo que á tales estremos convenga; la crítica hace cada dia mayores adelantos, como todos los ramos del saber, y cada libro que aparece añade un nuevo rasgo á la fisonomía de las épocas antiguas, ó esclarece un punto que puede ser de gran utilidad para el esclarecimiento de las verdades históricas. Una piedra hallada entre las ruinas de una fortaleza; un fragmento sacado de entre el polvo de una biblioteca ó un archivo, hacen cambiar á veces la creencia general en que nos encontrábamos sobre los sucesos que tuvieron lugar en la tierra que ocupamos, ó sobre el papel que le cupo desempeñar en pretéritas edades al pueblo en que nacimos, donde están todas nuestras afecciones, y cuyos valles y colinas no se apártan jamás de nuestra mente.
    Y cuándo precisamente se trata de un país que, como el de la Rioja, fué teatro de una parte de las empresas de César, dominador del mundo; cuando aquel país fué en el que se desplegó toda la energía, todo el génio militar de aquella alma valiente, apasionada y generosa de Sertorio; cuando en tales parajes fué donde se alzó una bandera que Ilegó á amedrentar á la Roma de los Césares, la cuestion se engrandece estraordinariamente y reclama la pena de que se fije la atencion en todo lo que conduzca al esclarecimiento de los hechos.
     ¿Cuáles fueron, pues, los primitivos pobladores de esta region feraz y distinguida en la historia? ¿Cuáles fueron sus pueblos y ciudades? ¿Cuáles, en fin, sus hechos mas notables?
     Prescindiendo de la creencia semi-bíblica, pero ya de todo punto abandonada, de que la poblacion de España se debió á Tubal, aseveracion que carece de todo comprobante sério, tenemos que atenernos en rigor histórico, pues que otra cosa no podemos hacer, á los geógrafos y escritores griegos y romanos que por su inmediacion á los sucesos ó por conservar vivas las tradiciones de sus pueblos pueden hacer fé. Strabon, que puede decirse echó las bases de la geografía histórica, es el primero que da alguna luz respecto á la poblacion del territorio que nos ocupa, y dice testualmente en su libro III que «los griegos lacones venidos de Sicilia á España, se avecindaron en una parte de la ahora llamada Cantabria.»
     Esta aseveracion es preciosísima, pues al mismo tiempo que descubre el orígen de la poblacion, sienta el preliminar para venir en conocimiento del verdadero nombre del país de la Rioja. Efectivamente, esos leucades ó luconios, llamados tambien por Estrabon y otros escritores, grunios ó gronios, fueron los que dieron el nombre á la Luconia de los historiadores romanos, á la Ruconia del tiempo de los godos, á la actual Rioja, y á su capital Lucronium ó Logroño. Esta idea, que no habia podido ser establecida hasta que al fin del siglo último fué hallado por el abate Giovenazzi en la Biblioteca Vaticana el fragmento del libro XCI de Tito Livio, no ha sido debidamente esclarecida hasta estos últimos años en que un hombre muy amante de las glorias de su país, D. Angel Igualador, se propuso hacerlo, dejándonos pruebas convincentes de ello en la parte dada á luz de sus Discursos  críticos sobre las antigüedades geográfico-históticas de la Rioja que la temprana muerte del autor no permitió concluir.
     No importa que solo suene rara vez en los historiadores latinos el nombre antes espresado de Leucada ó Luconium. El pasaje de T. Livio á que antes hemos hecho referencia, prueba evidentemente que esta poblacion famosa llevaba como cognomento principal el de Contrebia ó Cantabria, y siendo esto indudable, queda igualmente demostrado que cuanto se refiere en los historiadores á la espresada Cantabria, se sobreentiende ser de Leucada. Veamos antes de pasar mas adelante el pasaje del historiador romano:
     Deproeter quam urbem (Contrebiam quae Leucada appellatur) oportunissimus ex veronibus transitus erat in quamcumque regionem ducere (Sertorio) exercitum statuisset. Lo que quiere decir en castellano: «Cerca de aquella ciudad (Contrebia, apellidada Leucada) habia un paso oportunísimo para los verones, á cuya region convenia (á Sertorio) conducir su ejército (contra Pompeyo y Metelo.»
      Ahora bien: no cabe género de duda de que esta
Contrebia es Cantabria: Veleyo Paterculo y Sexto Aúrelio Víctor la nombran de esta última manera, y aun así figura en las ediciones antiguas de Valerio Máximo. El Gerundense en su Paralipomenon Hispaniae, y Lope García de Salazar en sus Bienandanzas y fortunas declaran que leyeron en dichas ediciones Cantabria, diciendo ser esta la del cerro cabe ó junto á Logroño. En estos tiempos en que no habia mas que manuscritos, tales declaraciones son de gran peso, pero no son ellas solas las que hay en apoyo de esta idea.
    Estrabon confirma la existencia de Cantabria como cercana al paso del Ebro, diciendo que uno de sus estremos estaba pegado á las casas de Varia. M. V. Marcial lo corrobora llamándolo vado apausado del Veron, situauo entre dos montes (Joar y Laturce ó Clavijo), y Plinio lo testifica diciendo que era un obstáculo insuperable para navegar rio arriba desde Varia las embarcaciones mercantiles.
    Siendo irrecusables estos testimonios, corno á nuestro parecer lo son, es imposible concebir que existiese una ciudad sin habitantes, una Cantabria sin cántabros. Moret, autor nada sospechoso en la materia, fué del mismo parecer ante el simple exámen de algunos historiadores de los tiempos medios.
    «Lo que podemos asegurar con toda certeza, dice, es que en tiempo de los antiguos reyes de Pamplona ó Navarra se llamaba la Rioja con el nombre de Cantabria. Porque hallamos que el rey D. Sancho, abuelo del mayor, en instrumento de la Redonda de Logroño espedido en el año 983, dice que reinaba en Pamplona y Cantabria, y firma como gobernador de ellas Fortun Oxois el privilegio en que D. Sancho confirma sus posesiones y tierras de diócesis á la iglesia de Pamplona en la Era, segun Sandoval, 1045; y en el reinado de su hijo D. García, el de Nájera, se echa de ver comprendia mucha parte de la Rioja el gobierno ó tenencia llamado Cantabriense, porque en la carta de las arras que el rey dió á su mujer la reina doña Estefanía en la Era 1078, entre las demás tierras que le señala, son las que tiene en honor este mismo caballero, que todavía vivia y fué el que hizo tambien de parte de Navarra el amojonamiento con el conde de Castilla en la Era 1054. La memoria de las arras dice así: El señor Fortun Oxois con la tierra que tiene, á saber: Vechera, con entrambos Cameros y valle de Arnedo con todas las villas de la Cantabria.»
    
Despues dice Moret que él mismo habia reconocido las ruinas del cerro de Cantabria y que las del castillo estaban aun manifiestas; que se veian los cimientos de las murallas todavía levantados de la tierra y las líneas torcidas de las torres sobresalientes á trechos, y los fosos tirados, etc., y sigue: «y porque no quede duda del caso, en el archivo de la catedral de Calahorra se conserva un instrumento original del rey D. Alonso el Batallador con el mismo signo que acostumbraba, en que concede á un caballero por nombre Fortun Aznares, de Medina, que tenia en honor á. Filena, Santa. Eulalia, Peña y Tarazona, por sus muchos servicios para él y sus descendientes, la Torre de AImudebar con todos sus términos en Calahorra: y remata diciendo: Fecha la carta y corroborada en la Era 1170, en el mes de marzo, en aquella poblacion el Cantabria.
     
»En otra escritura del archivo de Sangüesa que el del mismo rey, á los pobladores francos del burgo viejo de Sangüesa, dice el original latino lo mismo que una copia que hay en romance muy antiguo en dicho archivo, este es:
«Fecha carta de donacion Era 1160 en el mes de abril en las octavas de la resurreccion de nuestro Señor; dia viernes, por nombre en aquella poblacion de sobre Logroño que se llama Cantabria.» Aun hay mas pruebas: el arzobispo D. Rodrigo dice: «que Witiza echó á D. Pelayo, fijo de Favila, duque de Cantabria, que agora dicen Logroño, de la cibdad de Toledo.» Por último, el Albeldense, escritor auténtico y cercano á la réstauracion, escribiendo en el mismo país, refiriéndonos los sucesos de la Era 943, dice de los reyes de Pamplona: Surreseit in Pampilona  Rex nomine Sancio Garceanis... idem coepit per Cantabriam á Nagerense urbe usque ad Tutellam omnia castra. Esto es, que conquistó todos los castillos que habia en la Cantabria desde la ciudad de Nájera hasta Tudela.
    Creemos, pues, no tener que añadir ni una palabra en confirmacion de la existencia de Cantabria como capital de una region de este nombre que tambien llevó la denominacion de Leucada. No pretendemos decir con esto que esta ciudad fuese la capital de todo el país conocido bajo la estensa denominacion de Cantabria, siquiera sea un hecho positivo é indudable que ningun historiador ni geógrafo de los antiguos tiempos ha señalado, ni por aproximacion siquiera, cuál fuese la capital de los cántabros; aunque no hallamos en ellos mas que alguna indicacion sobre los límites de su territorio y de los comarcanos, sobre el nacimiento y curso de los rios, fuera atrevido y espuesto á falta de pruebas suficientes asentar que, Contebria ó Cantabria estendia su jurisdiccion por todo el ámbito del país con este nombre conocido. La especial organizacion de aquellos pueblos y su falta casi completa de unidad hacia á los unos independientes de los otros, y era parte mas que suficiente para que fuese comprendida una misma region bajo diferentes denominaciones ó para que al agruparlas los geógrafos cometiesen inexactitudes sin cuento que forman la desesperacion de los que emprenden la penosa tarea de esclarecerlas.
    Pero no habrá seguramente quien pretenda negar de una manera rotunda que el territorio de Cantabria no perteneció á los cántabros, y quitarles por tanto la participacion que tuvieron en las guerras contra los romanos. Llámeseles por unos.cántabros-veros ó verones; apellídense por otros autrigo-verones; establézcase, en fin, entre ellos la indudable analogía que existe entre los autrigones ó erriagrones con los gronios de que nos ha hablado mas arriba un escritor latino, puesto que todo ello no viene á significar mas que tierra de los gronios, así como el Churgronio, á que se referia Lucio Floro, no era mas que ciudad de los gronios, podemos tener por positivo que la Cantabria de los historiadores antes citados, la Luconia, de que hablan Appiano Alejandrino, Cornelio Tácito, Plinio y San Isidoro de Sevilla, ó sea el país de los Rucones con que lo conocieron el obispo Sebastiano en su Cronicon y el arzobispo D. Rodrigo en la Historia de los árabes, es indudable, decimos, que este país obtuvo una gran parte en las guerras de los cántabros y que se le debe considerar como perteneciente á ellos.
    Los riojanos son, pues, aquellos autrigo-verones que tanto molestaron á Sertorio durante el largo sitio de Cantabria; aquellos cántabros de tierra de Calahorra y Logroño que por su valor y fidelidad daban en Roma  la guardia pretorial á César, á Augusto y á Tiberio; aquellos ribereños del Ebro, grandes sufridores de toda clase de peligros y fatigas, segun Isidoro; aquella gente fiera, dura y terrible, que segun se lee en  la Crónica de Alfonso Vl encontró este rey cuando el año 1076 se apoderó de la Rioja.
    Distinguíanse los cántabros por su ruda y agreste ferocidad. Intrépidos y belicosos, de génio indomable y levantado ánimo, contentos y bien hallados entre la fragosidad de sus bosques, en guerra siempre con otras gentés por sostener su independencia, negábanse estos montañeses á toda transaccion y aun á toda comunicacion con los demás pueblos. Su furor marcial llenó de terror á cuantos intentaron su conquista.
    Servíanse de una especie de escudos llamados peltas, y de armas ligeras como el venablo, la honda y la espada, armas propias de gente que necesitaba de agilidad para sus correrías por las montañas. Los ginetes tenian acostumbrados sus caballos á trepar por las montañas, y al modo de los astures, no menos guerreros que ellos, solian montar dos ginetes en un mismo caballo para poder combatir á pié y á caballo cuando el caso lo requiriese. Hacíaseles insoportable la vida sin el arreo de las armas, y cuando la falta de vigor los inutilizaba para la guerra, preferian la muerte á una vejez que tenian por desdorosa, y la buscaban precipitándose de lo alto de una roca.
    Pródigos y despreciadores de la vida, si se veian amenazados de esclavitud, apelaban al suicidio, y si les faltaban armas, recurrian á un tósigo de que iban siempre provistos y que decian mataba sin dolor.
    Viéronse en la guerra cantábrica rasgos de heroismo salvaje que eclipsan las rudas virtudes bélicas de los espartanos; madres que clavaban el acero en los pechos de sus hijos por no verlos en poder del enemigo; padres y hermanos que hallándose prisioneros mandaban al hermano ó al hijo que los matasen para no ser esclavos; hijos que lo ejecutaban y soldados que clavados en una cruz cantaban alegres himnos en honor de sus dioses.
     Los vínculos de la amistad los llevaban á tal estremo, que en consagrándose á un jefe ó un caudillo, se ligaban á él de tal manera por toda su vida que no se vió un solo ejemplar de que muerto él rehusara nadie sobrevivirle. (Caesar, lib. IlI, cap. XXII).
     Dice Horacio (lib. III, od. IV) que una de aquellas tríbus tenia la sangre de caballo por bebida favorita, á usanza de los sármatas y masagetas: Cátulo sienta tambien que empleaban los orines para limpiarse los dientes y encías, pero estos dichos deben ser exageraciones de poeta.
     Respecto del orígen de las poblaciones, solo sabemos el breve indicio que ya hemos apuntado acerca de Leucada ó Cantabria, llamada de este segundo modo  por ser efectivamente paso del Ebro (Canta-paso), y respecto de Varea que fué fundada 181 años antes de Jesucristo, apellidándosele Varia. Gracuris, actualmente Grávalos, debe su nombre á Sempronio Graco, por haber este encontrado allí grande apoyo en sus operaciones militares: respecto á las demás poblaciones, cuyo catálogo fuera  enojoso enumerar, no podemos decir nada cierto, y para no hacer mas largo este capítulo, pasamos á ocuparnos del papel que todas y cada una de estas poblaciones .desempeñaron juntas ó séparadamente durante la guerra y dominacion de los romanos.

    


     

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