VI.
Bien
puede decirse que hasta la invasion de los sarracenos, la historia
de Logroño y su provincia no ofrece el mayor interés. Los romanos
lograron asimilarse por completo aquel país; leyes, costumbres,
religion, todo lo que influye en la existencia de un pueblo eran
copia ó mas bien una aplicacion de lo existente en Roma. Así vemos
que al llegar a España los pueblos del Norte que acabaron con el
mayor imperio que existió en el mundo, hallaron á aquellas
poblaciones enteramente romanas; el latin era la lengua dominante,
la religion cristiana luchaba con las creencias gentiles, y las
poblaciones se hallaban tan adictas á Roma que los reyes godos
tuvieron no poco trabajo en dominarlas por completo.
Cerca de seis siglos de una constante accion, no podian dar otro
resultado. Así es que al presentarse allí las bandas godas tuvieron
que arrasar las poblaciones y hacer gran mortandad entre los
habitantes para asegurar su dominacion. Teodomiro fué el primero que
en 572 hizo guerra á los que todas las crónicas del tiempo apellidan
lucones, rucones ó rocones, y alguno, como el Viclarense, erria-grónios
ó urrigronios, dándonos en esto la transicion de los nombres de
aquel país y de su capital a los que hoy llevan. Miro ó Teodomiro se
presentó alli con un poderoso ejército, llamando á su alianza á los
que eran partidarios de la religion de Cristo, y consiguió
apoderarse de toda la llanura; pero dos años despues, esto es, en
574, vemos á Leovigildo sosteniendo fuertes combates para
asegurar su dominacion. Aquel monarca, segun manifiesta en su
Cronicon San Juan de Valclara, se apoderó de la ciudad de Cantábria,
dió muerte á las malas gentes de su provincia, y penetrando en los
montos varegens (sierras de Cameros) hace prisioneros á Aspidio,
señor del pueblo, y á su esposa é hijos, se apodera de todas sus
riquezas y pone bajo su potestad todas las poblaciones en que
mandaba el referido Aspidio. No hay que decir que se ignora por
completo quién fué este personaje ni la calidad del señorío que
ejercia sobre la poblacion cuyo nombre parece ser Cantábria.
Leovigildo se apoderó á un tiempo de las dos ciudades Cantábria
y Varegia, y desde entonces pudo llamarse rey de España. San Isidoro
añade que desde entonces dejaron las armas todas las ciudades
rebeldes de España, y así parece cierto, por cuanto las crónicas
refieren que el mismo rey pobló á Aregia (populavit Aregiam)
ó sea á Varia. En este punto se ha entablado una reñida discusion
entre varios autores para establecer si el dicho populavit
Áregiam debe significar que Leovigildo hizo bajar de la
fortaleza de Cantábria, que suponen destruida por él, á los que la
habitaban, obligándoles á fijarse en Varia: esta discusion es ociosa
á nuestro juicio, por la falta de documentos en que apoyarse. Solo
nos parece cierto, históricamente hablando, que la antigua Cantábria,
caso de ser destruida por Leovigildo, se vió reedificada poco
despues y convertida en asiento de los duques de Cantábria,
lugartenientes de los reyes godos desde la época de Recaredo por lo
menos.
A pesar de lo que dice San Isidoro, la dominacion goda no quedó
completamente establecida en la provincia de Logroño, ni con la
espedicion de Miro ni con la de Leovigildo. En el año de 612, segun
dice el mismo santo historiador, el rey Sisebuto tuvo que enviar
allí á su general Suintila para vencer á los rucones «que estaban
cercados por todas partes de montes muy ásperos:» el Cronicon
Emiliarense añade que dicho «Sisebuto humilló á los rucones que se
le rebelaban en los montes,» y el mismo San Isidoro, que ganó
tambien algunas fortalezas que aun quedaban del partido de los
romanos. Wamba se estableció en Cantábria en 672 para hacer la
guerra á los vascones, pudiendo deducirse de esto que el país estaba
ya completamente pacificado. La historia calla aquí y nada dice
hasta que con la invasion de los árabes se hizo en la Rioja y
pueblos ribereños del Ebro el punto principal de los combates entre
los que trataban de dominar el país y los nacientes reinos que
pugnaban por conquistar su independencia. Pero si la historia
militar no tiene nada que añadir á lo que acaba de consignarse, la
historia religiosa abre en esta época un brillante período que se
señala por el establecimiento de la diócesis de Calahorra,y que
despues continúa por el de las de Nájera, Santo Domingo de la
Calzada y Armentia, y en el cual figuran con el trascurso de
los tiempos varones tan ilustres como Santo Domingo, San Millan, y
todos aquellos piadosos hombres que se acogieron á sus
celebrados monasterios.
Los escritores nacionales que tratan del primer establecimiento
de la religion cristiana en el obispado de Calahorra, admiten como
seguras las tradiciones particulares que conservan algunos pueblos
de su territorio. Fundados en este principio escriben que el apóstol
Santiago se trasladó á Calahorra desde la villa de Juvera, donde
residió algun tiempo y donde no podia permanecer á causa de tener
esta, entonces ciudad, tribunal de jueces romanos, templo gentílico
dedicado al culto de los falsos dioses y sinagoga de hebreos, todos
enemigos mortales del cristianismo. Otros autores afirman que San
Pablo predicó en este obispado y fundó la iglesia de Calahorra,
instituyendo en ella por obispo á su discípulo Felix; pero el
Cronicon Hispalense, que es de donde parten los que sostienen esta
creencia, merece poca fé. Siendo Calahorra en tiempo de Neron una de
las principales ciudades de la España Tarraconense, es probable que
se fundase por aquellos tiempos la catedral, pues entonces
padecieron el martirio en dicha ciudad los santos Emeterio y
Celedonio. Sin embargo, hasta el año 457 no hay noticia ninguna que
acredite la existencia del obispado: en esta época era prelado de
Calahorra Silvano, del cual se sabe de una manera auténtica que se
abrogó la facultad de consagrar dos obispos sin anuencia del
Pontífice ni de sus superiores. Este suceso produjo grande emocion
en el metropolitano de Tarragona Ascanio, que alarmado por el hecho
dirigió cartas al Papa Hilario representando contra él. .
El asunto adquirió grandes proporciones, pues al mismo tiempo
que Ascanio se dirigia al Pontífice, lo hicieron tambien
representando en favor de Silvano las ciudades de Tarazona,
Cascante, Varca, Tricio, Livia, Briviesca y la misma Calahorra,
hasta que al fin el Papa, enterado de todo y atendiendo á las
necesidades de los tiempos, perdonó al obispo el hecho con la
condicion de que en adelante se abstuviese de hacer lo que se oponia
á los cánones. El Papa Ilevó su benevolencia hasta confirmar los
obispos hechos sin anuencia del metropolitano, aunque, segun
manifestaba en su bula de 30 de diciembre de 465, merecian ser
depuestos.
Este ruidoso suceso nos ha permitido tener noticia de la
existencia del obispado de Calahorra en la fecha antes apuntada,
existencia que se conservó hasta el año 932 en que destruido el
templo cristiano por Almorrid, se vió privado de obispo. Pero no
adelantemos los acontecimientos, pues en el curso de este capítulo
podremos esponer las alteraciones que esperimentó la iglesia de
Calahorra.
Apenas se apoderaron los árabes de España en 711 comenzó la
resistencia en aquella parte. Hay quien dice, siguiendo al arzobispo
D. Rodrigo, que Pelayo fué hijo de Cantábria; hay quien dice tambien
que en el año 718 se dieron allí reñidos combates entre los hijos
del país y los invasores (1), pero todo esto es dudoso en
estremo y no puede dársele el carácter de verdad histórica.
Hasta los tiempos en que la monarquía de Astúrias, por un lado,
y la de Navarra, por otro, comenzaron á estenderse, no hay memoria
cierta de que llegase allí el fragor de los combates. Muertos Pelayo
y Favila y elegido por rey Alfonso I llamado el Católico, quien
segun el obispo Sebastiano era hijo de Pedro, duque de Cantábria, y
que á su cualidad de gran soldado de los ejércitos de Egica y Witiza
unia la de ser yerno de Pelayo y varon de gran virtud, elegido por
rey, decimos, «tuvo la osadía, escribe el citado Sebastiano, de
intentar hacer morder el polvo á los árabes en diferentes ocasiones
y de conseguirlo. Juntamente con su hermano Fruela, ganó muchas
batallas á los sarracenos, tomándoles al mismo tiempo muchas
fortalezas que poseian desde su entrada en España, á saber: Oca,
Velegia, Alesamo, Briones, Abeica, Cenicero, Mahave y Carbonera con
todas sus villas y pagos, y matando á todos los árabes avecindados
en las supradichas poblaciones, Ilevóse consigo á los cristianos al
país de las Astúrias de Oviedo.»
Mariana
dice en apoyo de este escritor, que el monarca referido ganó en sus
últimos años toda la Rioja y parte de los llanos de Navarra,
comprendiendo en su conquista á Nájera y Calahorra. Esto parece
completamente demostrado por el hecho de haberse presentado en esta
plaza en 805 el general Abdelcarin con un poderoso ejército, y
despues de ponerle el sitio la ganó con otros muchos lugares
circunvecinos. Si Alfonso revolvió sobre los enemigos y recuperó los
sitios conquistados, como algunos suponen, es cosa que no puede
averiguarse, aunque tiene algunos visos de fundamento. Tal es el de
haberse dispuesto en 842 Abderraman II á apoderarse del país de la
Rioja y del reino de Leon, aprovechándose de las revueltas que
devoraban á este naciente y reducido reino.
Esta guerra fué la que se decidió en la tan debatida batalla de
Clavijo, cuya existencia niegan unos, y cuyo éxito atribuyen otros á
los moros. Nosotros vamos á seguir á los escritores nacionales, los
cuales aseguran que el califa cordobés, tomando por pretesto la
rendicion del novelesco tributo de las cien doncellas, declaró la
guerra al rey D. Ramiro I é invadió con un ejército numerosísimo la
Rioja con ánimo de empezar por ella la conquista. El monarca leonés
juntó con gran premura su ejército, en el cual desempeñaba el cargo
de maestre de campo el señor de los Cameros D. Sancho Fernandez de
Tejada, deudo muy cercano de D. Ramiro. Marchó este con sus tropas
hácia donde supone se encaminaban los moros, y despues de apoderarse
de Nájera llegó á Albelda, á las faldas de los Cameros, donde ya se
hallaban los mahometanos. Trabóse una escaramuza entre los dos
ejércitos que á poco paró en batalla campal, y declarado un tanto el
triunfo por los soldados moros, los cristianos se retiraron á la
villa de Clavijo, quedando el enemigo en la llanura de Albelda con
la esperanza de completar su victoria á la primera luz del dia.
Puso su tienda D. Ramiro á la falda del monte Laturce, y en ella
cuenta la crónica piadosa de aquellos tiempos que tuvo la poética
vision de Santiago que le exhortaba á luchar y vencer y le prometia
pelear en su ayuda cavalgando en un arrogante caballo, llevando un
pendon blanco y en el pecho una cruz roja en forma de espada
antigua. Dejemos á las pasadas creencias lo maravilloso de este
concurso y limitémonos al hecho material. Lo mas seguro de esto es,
como afirman varios historiadores, que reforzado el ejército
cristiano con los muchos naturales del país, conocedores de todos
los pasos de la sierra á quienes se les confiaron los mas
importantes cargos del ejército, cayeron de mañana é inesperadamente
sobre la morisma, y amedrentados los infieles, su derrota fué
completa. Banderas, municiones, todo el tren y muy ricos despojos
cayeron en poder de los cristianos: la carnecería fué grande,
quedando sobre el campo de batalla los cadáveres de 60,000 moros.
Calahorra abrió sus puertas al ejército vencedor, y D. Ramiro
dió gracias al Todopoderoso en el monasterio de San Prudencio por el
triunfo conseguido.
Todos los historiadores están contestes en asegurar que aquel
suceso dió origen á la célebre órden de caballería de Santiago. No
entraremos en esta discusion que fuera por demás embarazosa;
diremos, sin embargo, que la Crónica General de Alfonso el Sábio,
escrita por él mismo, y la mayor parte de los cronistas hacen
partir de esta batalla la genealogía de la órden. La iglesia de
Santiago, fundada por el monarca victorioso cerca de Clavijo, estuvo
siempre sujeta al Consejo de las órdedes militares, haciéndose la
eleccion de sus capellanes con la consulta del mismo: la mas antigua
nobleza de Logroño conserva la tradicion de haber conquistado allí
sus ejecutorias, y hasta hay quien dice que los trece hijos del
conde Sancho Gonzalo fueron instituidos con aquel motivo señores de
otros tantos pueblos. Los oriundos de aquel valiente capitan se
reunieron por espacio de largos siglos el dia de San Felipe y
Santiago, primero de mayo, en la casa solariega. de su predecesor,
sita en Valdosera, y allí elegian alcaldes, fiscales y alguaciles.
Todos ellos llevaban en sus cuarteles trece hábitos de Santiago
por orla, y otros tantos pendones moriscos en señal de aquella ayuda
que, como dice un documento antiquísimo que se conservaba en el
archivo de los señores de Sojuela, prestaron al rey en el
defendimiento de las tierras «faciendo muro de la luenga espesura de
la sierra de Camberos, é mas en particular su Cambero viejo que
nunca perdiera con la ayuda de sus fijos.» Don Sancho, que segun
este papel era sobrino del rey, fué confirmado en el Señorío de los
Cameros y obtuvo una villa en el valle de Vielso, poniendo en su
escudo la leyenda Laudemos vivos gloriosos et parentes nostros in
generatione sua: beatificamus eos qui sustinuerunt.
La victoria de que hemos dado cuenta no fué bastante, como
todo el mundo sabe, para contener las algaradas de los moros. Nájera
y Calahorra volvieron poco despues á caer en poder de estos, hasta
que don Sancho de Navarra conquistó la primera en 909 y la segunda
en 911; pero habiendo vuelto sobre ellas los enemigos, derrotaron al
infante D. Ramiro que les salió al encuentro y las recuperaron en
914.
La alianza de Navarra y de Leon volvió sin embargo á manos del
primero de estos monarcas en 923, dos ciudades por él tan
codiciadas: desde entonces los reyes de Navarra miraron á Nájera con
gran predileccion. García Sanchez se apellidó rey de Pamplona y de
Nájera: su hijo Sancho García conservó este título, y Sancho
apellidado el Mayor, fijo allí su residencia particularmente desde
que en 1030 obtuvo el condado de Castilla. La dominacion de los
árabes comenzaba ya á retroceder notablemente, y aquellos reyes que
debieron haber estado siempre unidos, sentian nacer en su pecho el
deseo de engrandecerse á costa de sus vecinos. Así es que D. Sancho
estendió sus miras sobre el reino de Leon, y llegado á un
rompimiento con este por una cuestion de límites, logró sus deseos,
ensanchando sus dominios, aunque cediendo el condado de Castilla con
título de rey á su hijo Fernando.
Sancho, satisfecho al parecer, mejoró considerablemente á Nájera
y le dió el fuero que dice Marina puede reputarse como fuente
original de varios usos y costumbres de Castilla. Establecíase en él
que ningun vecino de Nájera fuese obligado á ir á campaña mas de una
vez al año: los infanzones solo estaban obligados al fonsado
una vez al año; las viudas sin hijos no debian pagar fonsadera ; los
habitantes quedaban en libertad de establecer hornos y molinos en
sus propiedades; estaban exentos de portazgos en todo el reino y no
tenian que pagar contribucion de yerbas ni montes, ni dar al rey el
quinto de lo que ganasen en la guerra.
D. García Sanchez, hijo de este monarca, estableció la córte
definitivamente en Nájera, por lo cual tomó este sobrenombre; mejoró
á Nájera, instituyó la órden ae la Tarra ó de la Terraza, y fundó el
famoso monasterio de Santa María; pero sus rivalidades con su
hermano Fernando I de Castilla trajeron grandes disturbios y un
cambio importantísimo en la historia de aquella parte del país.
Habiendo enfermado dicho rey en 1054, Fernando acudió á visitarlo,
mas Sancho, movido por una ambicion desapoderada, quiso matarlo para
incorporarse sus dominios. Avisado el monarca castellano pudo huir,
y Sancho, lejos de arrepentirse, no solo quiso intentar de nuevo la
muerte alevosa de Fernando, hallándose este enfermo á su vez, sino
que descubiertos sus designios, dió manifiesta rienda á su ambicion
y salió á campaña con un crecido ejército. La fortuna fué favorable
á la justa causa de Fernando, y derrotado D. García en la batalla de
Atapuerca dada en primero de setiembre del citado año de 1054,
perdió la vida y el reino.
Fernando no aprovechó del triunfo mas que la posesion de Nájera
que se reservó, y despues de conducir hasta aquel punto y sepultar
en el santuario de Santa María el cadáver de su hermano, confirmó á
su sobrino Sancho, hijo de Garcia, en la corona de Navarra .
La desgraciada muerte de D. Sancho, llamado el de Penalen y el
Noble, fué causa de una aun mas profunda alteración en la soberanía
de este país. La Navarra entera pasó en 1076 á poder del rey de
Aragon, y Alfonso VI de Castilla, que supo aprovecharse tambien de
esta coyuntura, adquirió la totalidad de la Rioja, incluso Logroño,
que desde entonces comenzó á recobrar parte de la importancia que
tuvo en los antiguos tiempos bajo el nombre de Contrebia, Leucada ó
Cantábria.
(1) Oigamos
sobre esto á Gonzalez de Tejada, el cual dice, refiriéndose á la
indicada época de 718:
«El
conde D. Tello Gonzalez, señor de los Cameros y conde de los Rucones,
vivia en la sierra de los Cameros en su antiquísima casa solar,
fundada por sus ascendientes en los montes Candines, distante una
legua de la villa de Gallinero y media de las de la Laguna, Muro y
Talon, amparando y defendiendo á sus Cameros del furor morisco, y
queriendo valerosamente quitarles una parte de lo que tiranizaban
juntó un ejército, no grande pero valiente, de entre todos sus
vasallos y de algunos que se habian acogido á lo fuerte de aquella
sierra huyendo de la tirania de los mahometanos. Llegó á San Millan
de la Colluga y venciendo á los moros en repetidos encuentros, ganó
las faldas meridionales de los Rucones hasta la ciudad: de
Oca,patrimonio de sus ascendientes.»
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