Gonzalo de Berceo
MILAGROS DE NUESTRA SENNORA  
 


I
II
III  
IV
V  
VI  
VII  
VIII  
IX  
X  
XI  
XII  

Prólogo
La casulla de S. Ildefonso
El sacristán impúdico
El clérigo y la flor
El premio de la Virgen
El pobre caritativo
El ladrón devoto
El monje y San Pedro
El romero de Santiago
El clérigo ignorante
Los dos Hermanos
El labrador avaro
El prior y el sacristán

XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
El nuevo obispo
La imagen respetada
La boda y la Virgen
El niño judio
La Iglesia profana
Los judíos de Toledo
Un parto maravilloso
El clérigo embriagado
La abadesa en cinta
El naúfrago salvado
La deuda pagada
El milagro de Teófilo
La iglesia robada

 
 

 

  
     

                     El labrador avaro  

MILAGRO XI

270. Era en una tierra un omne labrador,
Que usaba la reia mas que otra labor:
Mas amaba la tierra que non al Criador,
Era de muchas guisas omne revolvedor.

271. Façie una nemiga, façiela por verdat,
Cambiaba los mojones por ganar eredat:
Façie a todas guisas tuerto e falsedat,
Avie mal testimonio entre su veçindat.

272. Querie, peroque malo, bien a Sancta Maria,
Udie sus miraculos, dabalis acogia:
Saludabala siempre, diçiela cada dia
A ve graçia plena que parist a Messia.

273. Finó el rastrapaia de tierra bien cargado,
En soga de diab]os fue luego cativado,
Rastrabanlo por tienllas de coçes bien sovado,
Pechabanli a duplo el pan que dio mudado.

274. Dolieronse los angeles desta alma mesquina,
Por quanto la levarian diablos en rapina:
Quisieron acorrelli, ganarla por veçina,
Mas por fer tal pasta menguabalis farina.

275. Si lis diçien los angeles de bien una razon,
Çiento digien los otros, malas qua buenas non:
Los malos a los bonos tenienlos en rencon,
La alma por peccados non issie de preson.

276. Levantosse un angel, disso: io so testigo,
Verdat es, non mentira, esto que io vos digo:
El cuerpo, el que trasco esta alma consigo,
Fue de Sancta Maria vassaIlo e amigo.

277. Siempre la ementaba a iantar e açena:
Diçieli tres palabras: Ave graçia plena:
La boca por qui essie tan sancta cantilena,
Non mereçie iaçer en tan mala cadena.

278. Luego que esti nomne de la sancta reyna
Udieron los diablos, cojieron ssada hina,
Derramaronse todos commo una neblina,
Desampararon todos a la alma mesquina.

279. Vidieronla los angeles seer desemparada,
De piedes e de manos con sogas bien atada,
Sedie commo oveia que iaçe ensarzada,
Fueron e adussieronla pora la su maiada.

280. Nomne tan adonado e de vertut atanta
Que a los enemigos seguda e espanta,
Non nos debe doler nin lengua nin garganta,
Que non digamos todos: Salve Regina sancta.

 
       

 

 

Obras Completas de Gonzalo de Berceo,
Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 1974

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